Capítulo Cinco.

05. soy un puto genio

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—¿Es una broma?— una risa seca salió de su garganta, no era posible. 

 —No. 

 —¡Te volviste loco!— le grito ahora molesto, eran pocas las veces que Nikolaev perdía la calma, pero hasta la persona más tranquila estaría molesto con lo que había dicho su padre. 

 —O te casas o te quito la firma— repitió una vez más. 

 —¿y a quién carajos se la piensas dar? — Legalmente hablando todo seguía siendo de su padre y pasaría a él cuando muriera por lo que podía quitarle todo. 

 —puedo venderla a quien me ofrezca más, tus hermanos tienen dinero para vivir bien toda la vida y tu madre también por lo que no me importa mucho ya— explicó tosiendo levemente— estoy viejo Kola— uso el apodo que odiaba. 

 —No puedes pedirme que me case de la nada— continuó molesto. 

 —No te pido que te cases mañana, pero si pudieras hacerlo en este mes sería perfecto— una molesta sonrisa se alargó por los labios de su padre. Había trabajado demasiado para llegar a donde estaba pues su padre solamente le había dado la pasantía, todo lo demás había sido solo. En el fondo sabía que de irse de la firma en cualquier lugar le darían trabajo, pero el pensamiento de que algo por lo que sus padres trabajaron tanto cayera en manos de alguien más, eso lo detenía. 

 ¿Dónde mierda encontraría a una esposa en un mes? Encontrar a una mujer no sería el problema, para nada, el problema estaba en encontrar a una mujer suficientemente loca para casarse con él sin conocerlo y no por su dinero. Podría pagarle a cualquier persona por hacerlo, pero si iba a hacer esta locura iba a hacerla bien. No quería casarse y divorciarse, si se casaba planeaba quedarse casado. —¿Por qué me haces esto? 

 —Porque tu hermana no va a casarse por ahora y tu hermano... Ni se diga, quiero ver por lo menos a uno de mis hijos creando una familia— explicó— tu madre puede parecer igual de joven que siempre, pero la edad también la está alcanzando y quiere nietos. 

 Ahí estaba la razón verdadera de todos, su madre quería verlos casándose y con hijos. Grigory Morozov movía mar y tierra por su mujer, lo que Irina quería, Irina lo tenía. Estaba seguro de que su madre no le había dicho que hiciera esta locura y de enterarse lo mataría ella misma, pero con solo haber mencionado las palabras "casar" y "nietos" su padre había decidido asegurar todo para cuando él no estuviera. —Si decido casarme no voy a darte nietos por ahora— aclaró de inmediato. '

—Mientras se los des a tu madre, por mi bien. 

 Un silencio tenso invadió la habitación. Grigory sabía que le estaba pidiendo a su hijo algo demasiado loco, pero también sabía que si bien su primogénito decía que algún día se casaría a su tiempo, jamás lo haría si no lo obligaba. Únicamente porque jamás dejaría esa máscara fría frente a alguien que no fuera su hermana, Kozlov o su asistente. 

 —Tienes a una futura esposa frente a tus ojos— susurró su padre recordando a la chica que tanto le agradaba.

 —¿Qué? 

 —No pienso repetirlo, ahora lárgate de aquí a trabajar y la próxima vez que vengas espero que sea con una prometida o una renuncia. 





 (...)



 —¿Te pidió que?— Zander abrió los ojos como nunca en su vida por la información apenas compartida de su mejor amigo.

 —Está loco— fue todo lo que respondió bebiendo de un solo trago el vodka en su mano.

 —¿Cuándo vamos a renunciar?— bebió también— podríamos crear nuestra propia firma. 

 —voy a casarme.

 El vodka salió disparado de la boca de Zander directo al saco de Nikolaev quien maldijo en ruso tratando de limpiarse. —Yo... escuché mal— rio nerviosamente— ¿vas a qué?

 —voy a casarme— repitió.

 —¿Con quién?— fue todo lo que pudo responder Zander aún tratando de procesar las palabras del castaño.

 —Esperaba que pudieras ayudarme en esa área, necesito encontrar una esposa y no tengo ni idea donde buscarla en primer lugar. 

 —Solamente tienes que decir la palabra y tendrás a mil mujeres tocando tu puerta. 

 —no quiero casarme con cualquiera— explicó para ver su teléfono encontrándose con un mensaje de River que decía que había vuelto de su almuerzo, le pidió que fuera a la oficina— quiero que sea alguien con quien pueda funcionar. 

 —Tú no funcionas con nadie— le recordó el pelinegro— eres mi mejor amigo y por eso te estoy siendo sincero, tienes una actitud difícil de entender y en menos de un mes nadie podrá acostumbrarse a eso.

 —No soy tan complicado, me gustan las cosas hechas de cierta manera— bufo— estoy en un aprieto. 

 —Si, no es como que puedas encontrar a alguien tan fácilmente... 

 —Hola— la voz de River hizo acto de presencia— ¿sucede algo? 

 —Soy un puto genio— comenzó a reír solo el ruso menor— ¿River podrías dejarnos solos un segundo? 

 —¿Claro?— salió de la oficina otra vez demasiado confundida— pero dejé mi celular adentro...— estaba hablando sola pues Zander había cerrado la puerta en su rostro, había dejado su celular personal. 

 —River. 

 —¿Qué?— preguntó confundido Nikolaev. 

 —Esa es tu futura esposa— dijo con obviedad— es la única persona capaz de entenderte y manejarte, es inteligente, no va a quererte por tu dinero y tus padres la aman. Tienes una futura esposa frente a tus ojos. 

Las palabras de su padre sonaron dentro de su cabeza. Zander no se equivocaba, si había alguien que pudiera funcionar con él, era River, pues ya funcionaban. Honestamente, si Nikolaev alguna vez hubiera pensado las cualidades que debía tener la mujer con quien se casará, River ocupada todas las categorías. Inteligente, listo. Segura, listo. Trabajadora, listo. Amigos, listo y joder si el sexo era espectacular. Listo, listo y listo. Solo había un gran problema que podía arruinar cualquier posibilidad de que aquella idea se volviera realidad. —No va a decir que si— la conocía suficiente para saber que no era impulsiva y jamás haría una locura de aquel calibre. 

 —Pues tendrás que convencerla— se acercó a la puerta de la oficina— la única manera de qué tal vez no seas miserable en ese matrimonio es si te casas con ella, ¿River? 

 —La llamaron al cuarto piso— informó Sally.

 —Que tengas buen día Sally— se despidió Zander volviendo a su oficina. Nikolaev se dedicó a mirar hacia lo que eran las calles llenas de Londres, estaba lloviendo lo cual no era nada raro, pero le recordó a la primera vez que algo sucedió entre él y River. Sobre el escritorio. Una sonrisa estúpida se posó en su rostro, pero el sonido de un celular lo interrumpió. Sabía que era de mala educación tomar el celular de su asistente, una invasión de privacidad y todo, pero honestamente no le importaba. 

 —¿sí?— contestó. 

 —Hola, ¿habla la señorita Wilde?— preguntó una mujer del otro lado. 

 —Su jefe, ¿qué necesita? —

Sucedió un pequeño accidente con su hija y la están llevando al hospital en este momento, enviaremos toda la información por mensaje, pero necesitamos que la señorita Wilde vaya de inmediato. ¿Hija? ¿Había escuchado bien?

 —¿Señor?— no pudo procesar la información cuando la voz de la mujer lo interrumpió. 

 —Estaremos allá de inmediato— fue todo lo que dijo antes de colgar. 

 —¿Qué haces con mi celular en mano?— pregunto River entrando a la oficina— por cierto tu discurso está completo— se acercó a tomar el aparato, pero el ruso no se lo permitió. 

 —Recoge tus cosas, tenemos que salir.

—¿Qué? ¿A dónde vamos?— pregunto en total confusión.

 —Al hospital, tu hija tuvo un accidente. 

 Re mierda.  

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