ᬊ IV. The Taehyung Maneuver ᬊ
⚘ Título:
The Taehyung Maneuver
⚘ Autora:
Leuqar_Krabat
⚘ Protagonistas:
Taehyung y Jungkook
(BTS)
⚘ Género:
Fantasía y Romance
⚘ Sinopsis:
En el Reino de Nusf, un lugar sacado de otra realidad, tiempo y espacio, encontramos a Jungkook, un príncipe introvertido y Taehyung, el hijo estrafalario de un médico naturista.
¿Qué podría unir sus caminos?
Y, a parte de todo esto...vamos, ¿qué nunca escuchaste hablar sobre La Maniobra de Taehyung? Todos debemos saber primeros auxilios. Aunque, es cierto, no todos conocemos las historias detrás de los grandes descubrimientos medicinales; éstas podrían tratarse, por qué no, de alguna historia de amor.
Taehyung le salvó la vida a Jungkook en dos ocasiones.
Fue hace muchísimos años, en la Tierra de Nusf, cuando los reyes gobernaban a diestra y siniestra sus vastos territorios, cuando la nobleza era un cúmulo de hipocresía y vanidad; en ese entonces fue que Taehyung conoció a Jungkook.
Lo conoció netamente por casualidad cuando, por obligación de su padre, había ido hasta el río Fern —el más grande de ese territorio— a buscar unas extrañas hierbas medicinales.
Vio a este muchacho de cabello oscuro y rostro sereno, con un libro entre manos, sentado junto a las hierbas que tanto había estado buscando; y, no dudó en pedirle, "amablemente", que se hiciera a un lado.
Jungkook, amable como era, accedió con tranquilidad —disimulando su agobio ante el fenotipo de vampiro maniático pelirrojo de Taehyung— para darse cuenta muy pronto que no había sido reconocido como el hijo del Rey. Sí, ese era Jungkook, un lindo principito de 18 años.
Y ahí estaba Taehyung, recolectando enfurruñado sus hierbas raras, echándole burlas sagaces al inocente muchacho rubio: "¿Quién eres? ¿Un criadito? ¿Te escapaste de algún convento de monjes perversos? ¿Quieres un caramelo para aliviar tu moquillo?"
— Te lo diré si me dices para qué usarás estas hierbas —condicionó Jungkook.
— Para elaborar un veneno fatal —respondió Taehyung, sardónico—, que te corroe las entrañas y hace que las escupas por tu boca volviéndote demente, hasta que te mueres desgarrándote tú mismo la piel.
Jungkook sólo hizo una mueca nerviosa y guardó silencio esperando una respuesta creíble.
Taehyung se quedó observado esa expresión, no se sintió avergonzado, pero sí curioso. Jungkook, tan dulce y sereno, le había despertado una extraña curiosidad. Así que, dejando los cuentos de horror de lado, Taehyung le platicó sobre su quehacer.
Las hierbas eran para un paciente, en estado delicado, de su padre quien era reconocido por ser uno de los más respetables sanadores naturistas de esa época, sus saberes eran antiquísimos y bien transmitidos de generación en generación. Pero a Taehyung esto no le interesaba, sinceramente.
— Mi visión de la vida y las cosas se centra en el análisis y la lógica de los sucesos —le dijo Taehyung a Jungkook—. No está entre mis aspiraciones recolectar yuyos y disecar víboras el resto de mis miserables días.
— Pero —sonrió Jungkook acomodándose sobre el pasto—, hay una ciencia en ello ¿verdad?
— ¿Qué? —frunció el ceño Taehyung— ¿Quién dijiste que eras?
Jungkook se le presentó como el hijo del Rey de Nusf sin muchas pretensiones, tal como si fuera el hijo del panadero de la plaza.
— Maldita sea... —susurró Taehyung mirándolo con desaprobación.
— ¿Disculpa?
Y así fue como ambos comenzaron un animado debate sobre sus respectivas perspectivas acerca de asuntos políticos, sociales, aspiraciones vocacionales, ciencia, filosofía y las nuevas corrientes culturales. Todo en un tiempo récord de aproximadamente dos horas y con una conclusión: Taehyung no deseaba ser curandero y Jungkook no deseaba ser rey; pero, en la vida, no puedes evitar todo lo que no deseas.
Taehyung debía irse, pero le prometió a Jungkook que le echaría un vistazo a sus escritos —así es, Jungkook tenía motivación lírica— y, eventualmente, volvería al mismo lugar para comentárselo. Jungkook casi siempre rondaba por ese sitio a esas horas, así que... siempre lo estaría esperando.
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El paciente delicado del padre de Taehyung estaba mejorando, pero requería de grandes dosis medicinales, lo que conllevaba que debía aventurarse por el río Fern varios días al mes. En ello, no se sorprendía en encontrar a Jungkook leyendo sus libros o escribiendo sus líricas perturbadoras bajo el cobijo de algún frondoso abedul.
Durante un buen tiempo intercambiaron palabras y puntos de vista de forma elocuaz. Taehyung criticaba los escritos de Jungkook y éste sólo sonreía sin tomarselo a pecho.
Después de un mes y medio, Jungkook, comenzó a experimentar sensaciones de ansiedad cada que se dirigía al río Fern y cada que Taehyung no aparecía —o tardaba en aparecer— por allí. El corazón le latía fuerte y sentía algo extraño en su interior, como una punzada estremecedora, especialmente cuando Taehyung se acercaba a él.
Y por su parte, Taehyung estaba teniendo un duro debate consigo mismo acerca del por qué se sentía cohibido cada que Jungkook sonreía. Tenía que aceptar que el muchacho era muy simpático; nunca había visto unos ojos tan brillantes, eran impactantes y... adorables. Inclusive ese lunar...
Pero, un momento, eso no significaba que le gustaba, no, espera ¿quién dijo gustar? Claro que no. Era sólo un niño que sabía de muchas cosas y que era lo suficientemente agradable como para disfrutar su compañía; pero, sobre todo, era un príncipe, un noble privilegiado que algún día sería el Rey de aquel condenado lugar. ¿Dónde cabría en esa historia?
Entonces, fue pensando así, que Taehyung, asumiendo su rol de muchacho cool y maduro de 20 vibrantes años, decidió alejarse disimuladamente de Jungkook. Comenzó a recolectar las hierbas medicinales de lugares alejados del sitio donde solía encontrarse con él y, cuando por casualidad, pasaba por allí sólo le saludaba de lejos actuando como si estuviera muy ocupado para iniciar alguna conversación.
Y entonces Jungkook comenzó a sentirse extrañamente triste. Pasaba muchas horas del día pensando en las cosas que había hablado con Taehyung cuando ambos eran ¿amigos? ¿Taehyung era su amigo? ¿Eso importaba? Porque Taehyung ya no le hablaba como antes, así que ya no importaba. La gente es así a veces, y simplemente no puedes esperar a que todas las cosas sean para siempre. Incluso lo bueno, al final, siempre tiene que morir.
Pensando así, Jungkook comenzó a escribir sus líricas deprimentes. Y, aunque había decidido dejar de ir al río Fern, no podía dejar de pensar ya no solo en las cosas que había hablado con Taehyung, sino en el mismo Taehyung. Cuánto quisiera conocer más su vida, cuánto quisiera traerlo al palacio para mostrarle todo, cuánto quisiera que fuera su amigo... Taehyung era genial, Taehyung tenía unos ojos hermosos y un color de cabello según la ocasión, Taehyung era tan alto como él, Taehyung estaba loco, Taehyung era...
Jungkook cerraba sus brillantes ojos cada noche pensando en todo lo que Taehyung era, y todo lo que podría llegar a ser.
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Para Jungkook, el creer que Taehyung sentiría su ausencia en las cercanías del río Fern fue una idea (ilusión) hipotética e infantil; sin embargo, al final, fue real.
Movido por su propia añoranza, Jungkook volvió una tarde a aquel lugar. No tuvo expectativas de encontrar a Taehyung allí, tan sólo... quiso ir.
Y, sin embargo, Taehyung estaba ahí, observándolo desde la rama de un viejo árbol.
— Me pregunto, ¿dónde ha estado Su Majestad todos estos días?
Jungkook levantó su vista y, con el corazón desbocado, le sonrió. La sonrisa más linda del mundo.
— Por ahí.
— ¿Por ahí? ¿En serio no cayó preso de alguna lamentable y terrible enfermedad? —Le cuestionó Taehyung con su típico sarcasmo.
— No, estuve bien.
— ¿Bien? ¿Y yo?
— ¿Tú?
— ¡Oh! —Se exaltó Taehyung con exageración fingida— Usted —se tomó el pecho con dramatismo—, usted me rompió el corazón.
Jungkook sólo se echó a reír y Taehyung aún le preguntó:
— ¿Ahora quién me recompondrá el corazón?
— ¿No pensaste en ser actor de teatro, Taehyung?
— ¡Quién!
— Cállate —sonrió Jungkook—, te escribiré algo, no sé si te sirva, pero... dame un momento.
Taehyung, apoyado contra el grueso tronco, se limitó a observar los movimientos rápidos de la muñeca de Jungkook. Se cruzó de brazos, meció una pierna y sonrió.
Después de un rato Jungkook se levantó, y dejó una hoja repleta de trazos elegantes y nerviosos al pie del árbol donde Taehyung lo observaba espectante.
— Debo irme —se despidió Jungkook con nerviosismo— te veré...otro día. ¡Adiós!
Y Taehyung podría jurar que lo vio irse corriendo.
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"Te asemejo a un día brillante, el más brillante de todos,
que impregna, con su calidez tranquila, mi alma.
Como el mejor día de tu vida.
Como en tus mejores ilusiones, tornadas, por un milagro,
en una adorable realidad.
Así caen tus gotas de lluvia sobre mi claro triste.
Así logras pintar de colores oscuros mis indolencias.
Así has llegado a crecer en mí
Mi corazón es una tumba
y hoy, encuentro sus cenizas.
Hoy te las entrego,
así como mis mejores días:
los de mi infancia ingenua,
los de un futuro incierto,
Así te las entrego,
para que hagas tu encanto sobre ellas.
Me he convencido,
cuán afortunado ha sido
el habernos conocido".
Taehyung, echado sobre el pasto, terminó de leer y apoyó la hoja de papel con sumo cuidado sobre su pecho; mientras que, con la mirada perdida en el atardecer, comenzó a sentir algo extraño en su interior. Era una emoción que le inundaba, no podía explicarlo, se sentía ¿feliz? Cerró los ojos con fuerza y presionó el papel contra su pecho, su cuerpo estaba tan tieso y él... no lo podía creer.
Caminó y caminó, bordeando el río; levantó su cabeza para perderse en el cielo ya nocturno y azul... azul, azul. Azul es el color de su cabello ahora, azul a su lado. Dio un giro sobre sus pies y extendió sus brazos, caminó y caminó.
"Que fortuna el habernos conocido" resonó en su mente "Cuán afortunado". Una sonrisa permaneció en sus labios y en su corazón, por siempre.
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En su emoción, Taehyung no se había percatado que, detrás del escrito de Jungkook, había una nota en la que lo invitaba a él y a su familia a una celebración en el palacio real. Una fiesta inmensa por un motivo estúpido que no cabe explicar.
Taehyung vio la nota de invitación a tiempo para trazar un plan emocionante en su mente traviesa. Su padre no podía acompañarlo porque andaba muy ocupado —los enfermos habían aumentado preocupantemente en los últimos días—. Así que se puso manos a la obra y se confeccionó un estrafalario traje salido de alguna leyenda tétrica de brujas y demonios. El día de la fiesta, cuando ya anochecía, Taehyung se enfundó en su terrible vestimenta y, con algo de vanidad, se oscureció la mirada con un delineador elaborado por él mismo en base a un mineral fibroso.
Cuando la celebración estaba en su apogeo, llegó Taehyung para espantar a todos los presentes. Jungkook, que para ese entonces ya tenía los nervios desechos, ni tuvo que buscarlo. Aun así, no pudo hablarle hasta un poco antes del banquete real.
— ¿Qué crueldad le hiciste a tu cabello? —le preguntó Taehyung.
— ¿En serio? —cuestionó Jungkook con el ceño fruncido y una inevitable sonrisa— Mírate, hombre. ¿Vienes de algún ritual maldito, o qué...?
— ¿No vamos a discutir sobre directrices de moda, cierto?
— No lo sé... —Jungkook comenzó a sentirse algo sofocado y se apoyó contra una pared— ¿En serio crees que me veo tan mal? — preguntó refiriéndose a su cabello, el que antes solía ser lo suficientemente largo como para que unos mechones le cayeran sobre sus hermosos ojos oscuros trasluciendo su rostro angelical.
— Qué le hiciste.
— Lo que un hombre con navajas y mucho tiempo libre haría...
— No te ves tan mal... —le dijo Taehyung, apartando un diminuto mechón de la frente de Jungkook—. Sólo te ves raro y... ñoño.
— Entonces sí es malo —rió Jungkook. Su cabello corto ahora exponía más su rostro casi infantil y... también esa sonrisa tan linda.
Ambos se quedaron mirando un momento hasta que Jungkook, rendido contra la pared, le susurró:
— Quiero mostrarte algo.
— ¿Algo?
— En realidad muchas cosas.
— Entonces me trajiste para eso...
Jungkook sólo lo miró sonriendo con el ceño fruncido.
— Está bien, llévame a ver tus jueguetes; pero, luego, quiero venir a socializar... me encanta todo este jolgorio...
— Cállate Taehyung, ven... —Le interrumpió Jungkook tomándolo de la mano para guiarlo afuera del palacio.
— ...la música —continuó Taehyung, dejándose llevar por Jungkook—, la buena comida, la abundante bebida...
— Cállate, Taehyung...
— ...el libertinaje de medianoche, los rostros bellos... ¡Abajo las máscaras!
Jungkook se volteó y le tapó la boca con una mano sujetándole la cabeza con la otra para decirle en voz baja:
— Taehyung, silencio, te estás comportando demasiado extraño, más que lo usual, y me pones en una situación incómoda. ¿De acuerdo?
Taehyung protestó hasta que se deshizo del agarre y, aún luego, siguió protestando. Jungkook, sonriente, sólo circundó los ojos y siguió caminando tomándole de la mano hasta adentrarse al bosque.
Le mostró sus lugares favoritos, las cavernas abandonadas, las lagunas mágicas, y los claros impresionantes. Ambos discutían y reían, Jungkook siempre trataba de callarlo con una mano en la boca y con la otra lo conducía a otro sitio nuevo...
— Realmente estoy comenzando a creer que tienes serias intenciones románticas respecto a mí, para que te esfuerces tanto en lograr un contacto físico conmigo —le observó Taehyung en toda su arrogancia seductora.
Jungkook sintió entonces que su corazón le latía muy fuerte, respiró ondo y se detuvo.
— Taehyung —le susurró sin poder mirarlo, pero aun aferrándose a su mano.
— Qué.
— Yo...
— Sí...
Jungkook se volteó para mirarlo con sus ojos tímidos.
— Ah, no te preocupes —le dijo Taehyung con tranquilidad y se acercó a él.
El lindo príncipe entró en pánico y su corazón estaba a punto de explotar; sin embargo, a un centímetro de distancia, Taehyung abrió repentinamente los ojos y, dedicándole una mirada sosegada, ladeó un poco la cabeza para dejar un suave y cálido beso en su mejilla.
Ambos se apartaron de pronto, mientras un llamado a la distancia convocaba al inicio del banquete real. Jungkook le soltó la mano y, todo sonrojado y desconcertado, le cuestionó a Taehyung sobre ese beso extraño:
— Qué fue eso.
— Cállate, Jungkook —le dijo Taehyung solamente, tomándole de nuevo la mano y echando a correr—. Tenemos que llegar al palacio, no me perderé ese banquete por absolutamente nada.
Jungkook lo seguía a penas porque aún no podía procesar lo que le acababa de suceder.
Durante la cena, Taehyung fue tan estrambótico que Jungkook sólo podía bajar la mirada apenado y disimular una sonrisa. Hasta que, para rematar la noche, el Rey de Nusf anunció que su hijo, el príncipe Jeon Jungkook, se comprometería en casamiento la próxima luna nueva.
Jungkook, que estaba haciendo el esfuerzo de comer durante el banquete, se atragantó al escuchar aquello y, de inmediato, comenzó a asfixiarse. Todos los presentes, a excepción de Taehyung, entraron en pánico, incluído el Rey que simplemente no supo qué hacer. Nadie sabía qué hacer, Jungkook se estaba muriendo ahí mismo con un bocadillo atorado en su garganta y nadie podía hacer algo. El único que reaccionó finalmente fue Taehyung el cual fue corriendo hasta llegar detrás de Jungkook, lo levantó de la silla y le rodeó el abdomen con sus brazos.
Todos estaban con los ojos como platos observando esa escena bochornosa de Taehyung presionando repetidamente el abdomen de Jungkook contra su propio cuerpo, hasta que finalmente el príncipe expulsó por la boca el alimento que casi lo mata.
Finalmente, Jungkook fue llevado a su habitación. Y sí, así fue cómo Taehyung le salvó la vida por primera vez.
Taehyung, el héroe de la noche, había pasado de ser un granuja pretencioso a ser un hombre audaz y digno del absoluto agradecimiento de Su Majestad, el Rey de Nusf.
Astuto como era, el estrafalario veinteañero se reservó su recompensa de agradecimiento para un momento más adecuado; y, aún más audaz, se dio modos para colarse en la habitación de Jungkook en pleno bochinche de media noche.
— Oye Jungkook, ayúdame.
Jungkook se sobresaltó en su cama al reconocer esa voz. Volteó y vio la cabellera azul de Taehyung asomar por el marco de su ventana. Incrédulo, fue para ayudarlo a entrar.
— Taehyung, tú realmente no tienes límites.
— No creas que disfruto de asaltar habitaciones por la ventana a menudo —respondió Taehyung arreglándose el traje—. Vine porque tengo asuntos pendientes contigo.
Jungkook levantó sus cejas antes de que lo invitara a sentarse en el suelo. Se sentaron uno al lado del otro y Taehyung le dió la noticia: Ya no volvería al río Fern. En los últimos días, debido a la gran cantidad de pacientes, su padre había logrado obtener un remedio más efectivo en base a otra fórmula que había llegado a ser casi sintética.
— Tu padre realmente está logrando muchos avances...
— Ese no es el punto.
— Cuál es entonces.
— Hay una eminente pandemia azotando los umbrales del reino y, tu padre "el altísimo y honorable etc. Rey", no está hacién...
— Espera ¿Pandemia? Qué significa eso, hombre, en serio.
— ¿No lo sabes?
— No.
Taehyung, presuntuoso como era, adoraba usar palabras extrañas sacadas de libros de medicina. Pero al final, sabía muchas cosas que otros aún desconocían, como por ejemplo la maniobra que había empleado para el atragantamiento de Jungkook. Había estudiado mucho, lo suficiente como para formular sus propias teorías y no, no era curandero.
— En fin, dile a tu padre el Rey que haga algo al respecto ¿Quieres?. No estoy en contra de los fiestones, pero hay mucha gente padeciendo al final del pueblo y necesitamos muchos recursos. Mi padre no es un dios, hace lo mejor que puede, pero...
— Hablaré con el Rey —le dijo Jungkook con seriedad—. No te preocupes, haré todo lo que esté en mis manos, te doy mi palabra.
— La palabra de un príncipe casto y honorable... qué bien.
— Cállate, Taehyung.
— Maldición ¿Quieres dejar de callarme...?
— Taehyung —Jungkook tenía la mirada perdida de nuevo— ¿Te ausentarás por mucho tiempo?
— No volveré —dijo Taehyung ladeando su cabeza hacia Jungkook—. Qué, ¿acaso vas a extrañarme?
— No podrás lograr que te diga eso... nunca.
— Jungkook —Taehyung se giró para verlo de frente—, mírame.
Los ojos brillantes del Príncipe se plasmaron en aquella mirada oscura. Con una sonrisa, Taehyung sacó su delineador y, con cuidado se acercó a Jungkook; éste, al comienzo dudó, pero finalmente se dejó delinear los ojos por Taehyung. Estuvieron en ese afán, hablando de cosas triviales, alumbrados tan solo por la luz de la gran y brillante luna.
— Te quedó bien —observó Taehyung cuando hubo terminado de delinearle los ojos—. Eres un muchacho muy, muy simpático.
— ¿Esa es una declaración? —sonrió Jungkook.
— ¿Hm? —Taehyung se hizo el tonto—. ¿Me dejas ver tu habitación?
Jungkook accedió y Taehyung se puso a explorar encontrando muchos libros, instrumentos musicales y colecciones de cosas extrañas. Finalmente encontró los escritos "prohibidos" de Jungkook...Y Taehyung no se sorprendió al leer su nombre escrito con adorable caligrafía en varios de ellos.
— Oiga, Su Majestad —le dijo Taehyung, acercándose con unos papeles—, definitivamente estoy convenciéndome que sus intenciones románticas conmigo pueden derivar a planos eróticos...
— Dame eso, Taehyung, dámelo, no leas nada de eso... —Jungkook entró en pánico.
— Ya los leí. Admiro esa lírica... metáforas eróticas... vaya... ¿Quién sospecharía? Con ese rostro inocentón...
Ambos forcejearon entre risas un momento. Hasta que Jungkook tropezó y ambos cayeron al suelo. Taehyung rezongó de dolor y se dió cuenta que Jungkook estaba sobre él con el rostro a centímetros del suyo, sus piernas estaban entrelazadas y...
— Bien, esto es incómodo —dijo Taehyung solamente, mirando a todos lados tratando de no sonar muy nervioso.
Jungkook sonrió, apoyado contra el pecho de Taehyung, lo miró fijamente para susurrarle:
— Quieres que te bese ¿No es cierto, Taehyung?
— Definitivamente no.
— Yo creo que sí —le dijo Jungkook acercando sus labios a los suyos.
— Oye, detente... —dijo Taehyung soltando una risa nerviosa. Pero Jungkook no se alejaba, es más, hasta ya había cerrado los ojos— Jungkook, no... —Taehyung estaba entrando en pánico, no se sentía listo y, sin embargo, ese roce suave de los labios de Jungkook contra los suyos le detuvieron el corazón y la vida.
— Creo que...estoy... —susurró Jungkook, embriagado en el aroma y la calidez de Taehyung.
— ... demente...
— ... condenadamente...
— ... demente...
— Taehyung, por qué eres así —le reprochó Jungkook apartándose un poco.
— Así me amas, ¿no?
— Qué...
— No me molesta, siento lo mismo... supongo.
— ¿Supones?
— Oye, te estoy diciendo que me fascinas...y me estoy arriesgando, eh.
— No es cierto... —se echó a reír Jungkook.
— Qué... —rió Taehyung también— No me dejas respirar, quítate...
— No te dejaré respirar nunca —dijo Jungkook acercando su rostro de nuevo.
Taehyung suspiró, realmente le encantaba tanto ese principito. Deslizó una mano hasta la nuca de Jungkook y lo atrajo lentamente y, sin poder resistirse más, le dió un beso suave en los labios, y luego otro y otro... Los besos suaves se volvieron más intensos y ya nada más importaba, porque nunca creyeron que esto podría llegar a sentirse tan bien.
Ya para la madrugada, ambos se habían quedado dormidos. Taehyung se despertó de milagro y, con cierta pena, se deslizó del abrazo de Jungkook para irse por la ventana y que el día le recordase su mísera realidad plebeya.
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Y así fue como Jungkook llegó hasta el páramo donde vivía Taehyung después de un tiempo de no saber nada de él. Llegó por pura desesperación y con un motivo bien claro.
Después de ser recibido con sorpresa por el padre de Taehyung, Jungkook, sin reparos, le pidió la mano de su hijo en casamiento.
— ¿Acaso estás malditamente demente? —le increpó Taehyung a Jungkook cuando su padre, serio, le llamó para que arreglara ese asunto en el que se había metido.
— El Rey ya me presentó al hombre con el que me casaré —dijo Jungkook— No me quiero casar con esa persona, prefiero morir o ...
— ¿Casarte conmigo es una mejor opción?
Jungkook guardó silencio apoyándose contra un árbol sin dejar de mirarlo.
— ¿Sabes que te enloqueceré? —le reprochó Taehyung— Vas a matarme al primer mes. No me voy a casar contigo, maldito demente.
— Esto no hubiera sucedido si me hubieras dejado morir en aquel banquete. Es tu responsabilidad, yo soy tu responsabilidad ahora.
— Ajá... —lo miró Taehyung incrédulo.
— Además estás enamorado de mí, te conviene.
— Detente ahí.
— El matrimonio es un pacto de conveniencia...
— Yo no gano nada casándome contigo, no quiero ser Rey...
— Taehyung...me amas —suplicó Jungkook con los ojos tristes—, ayúdame...
— Bien —suspiró Taehyung, rendido ante aquella mirada—. Haremos algo, confía en mí.
Taehyung, entonces, recurrió a aquel favor de agradecimiento que el Rey le debía. No obtuvo la mano de Jungkook pero sí un torneo. Sucede que Taehyung además de todo, sabía de armas y técnicas de combate lo suficiente como retar al otro pretendiente de Jungkook y, estaba tan j*didamente enamorado del p*nche príncipe inocentón de líricas pervertidas que... podía... podía malditamente morir por él. Sí quería casarse con Jungkook, pero quería ganárselo; porque sabía que en mil años el Rey de Nusf le dejaría a él, un donnadie, casarse con su único hijo que además sería el futuro Rey.
Y cuando Taehyung estuvo a punto de vencer en combate, sucedió lo inesperado: Jungkook, que había estado disimulando los síntomas de aquella nueva enfermedad que se expandía por el Reino, colapsó debido a que había llegado a un estado irreversible en el cual ya no había cura conocida, ni siquiera el padre de Taehyung con todo su esfuerzo había podido lograr revertirlo. Jungkook simplemente perdió el conocimiento quedando catatónico.
Taehyung, aturdido, dejó de lado todo y se enfrascó en la búsqueda de una cura. Pasó varias lunas estudiando el caso de Jungkook, la enfermedad en sí, todos los posibles tratamientos. Cada noche la pasaba a su lado mirándolo dormir y le besaba para que supiera que aún estaba ahí y que jamás lo dejaría.
Hasta que un día, después de mucho, Taehyung logró hacer que Jungkook recuperara la consciencia.
Había logrado no sólo salvarle la vida a su gran amor por segunda vez, sino que había encontrado la cura a una de las enfermedades más extrañas de aquella tierra. Sus estudios y las circunstancias de su descubrimiento, plasmaron su nombre para la posteridad.
Y así fue como a Kim Taehyung logró casarse con el príncipe Jeon Jungkook. Ambos llegaron a ser reyes justos y certeros en tiempos difíciles; y, además, llenaron las páginas de la historia de Nusf con sus líricas, su ciencia y su sincero amor... por siempre, por siempre y un día más.
FIN.⚘
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