𝐕𝐈𝐈𝐈

El mercenario quedó impactado por cómo lo llamó Marth. Muy pocas veces lo había oído. Un escalofrío le recorrió la columna cuando el príncipe se lo dijo con una expresión de preocupación en su rostro.

— Aiku…por favor…tú…no eres así…

Su tono era suave con un toque de angustia y dolor. No era el Ike que conocía, el que robó su corazón ni mucho menos el que le escucharía.

— Tú no sabes nada. Llevo tiempo queriendo tenerte única y exclusivamente para mí, ¿y me rechazas de esta forma?

— No te estoy rechazando, Aiku. Sólo quiero recordarte lo que realmente eres, cómo eres.

La mente de Ike comenzó a divagar. Para él, el príncipe de cabello verdiazul era irreemplazable. Entonces le llegó otro recuerdo.

(Flashback)

La habitación estaba en silencio. Lo único que perturbaba dicho silencio, eran los suaves gemidos de Marth cuando Ike comenzó a acariciar su torso y espalda.

— Ike…te quiero…

Eso estremeció a Ike. Si había algo que lo excitara de una manera indescriptible, eso sería la suave voz susurrante de Marth. No dudó en lamer ligeramente los dulces labios del príncipe, como pidiendo permiso. Marth se lo concedió y lo besó abriendo levemente su boca para dar acceso a la lengua del contrario.

Debido a la falta de oxígeno, ambos espadachines se tuvieron que separar. Sus ojos se encontraron y brillaban con deseo y pasión. El mercenario escabulló una mano y frotó la espalda baja del príncipe.

MmmAiku

Ike se detuvo y miró a Marth. Era la primera vez que lo escuchaba hablar en su lengua materna.

— Marth…¿Acabas de…decir mi nombre…en japonés?

El príncipe lo miró preocupado. A lo mejor no fue buena idea.

— ¿Te molesta?

El mercenario negó. — Me encanta…~

Y se volvieron a besar. Esta vez, fue suave y lento, sin desesperación, sintiendo la calidez del otro.

— Yo también te quiero, Marth…

(Fin flashback)

— Eres un buen chico, Aiku…no dejes que esa criatura te controle…

En la mente de Ike había una niebla muy espesa. Sin embargo, tal y como había dicho Marth, tenía que luchar contra el ser que lo estaba manipulando. En su conciencia, estaba luchando contra aquella cosa. Golpeaba una y otra vez una pared que le mostraba lo que ocurría en la realidad.

— ¡Mierda!

— Te veo alterado.~

El mercenario se volteó y vio a una sombra púrpura de ojos dorados igual que él.

— Desgraciado…casi lo violas.

— Para nada, fuiste tú. Yo sólo disfrutaba del espectáculo.

La sangre de Ike hervía como el magma de un volcán. Por cada palabra, tenía que aguantar el darle un puñetazo.

— Por cierto, tengo que admitir que tiene una piel perfecta. Tan blanca y tan suave…

Con una furia incontenible Ike intentó golpearle, pero la sombra lo esquivó. Le agarró los brazos y los forzó en su espalda y luego lo tumbó al suelo. Con la otra mano le agarró fuertemente el pelo y le obligó a mirar a la pantalla.

— Que maleducado. Ahora, ¿por qué no disfrutas de un nuevo espectáculo? Tendrás asiento de primera fila.~

Ike intentó resistirse, pero fue inútil. Su sombra era muy fuerte.

— ¡MARTH, HUYE!

Mientras tanto, en la realidad, el joven monarca volvía a estar a merced del mercenario. Ike había volteado al príncipe sobre su espalda y le había agarrado las muñecas.

—Tu novio es muy insistente.~

— Sabía que no eras Ike.

— Lo sabías, pero aún así te dejaste llevar todas aquellas veces que te besé.~

Marth sonrió orgulloso. Todas las veces que se besaron, él pensó en Ike.

— ¿Y en quién crees que pensaba cuando lo hacías?

El mercenario quedó impactado. Marth supo que había descubierto su punto débil. Y todo gracias a su amante. Soltó un quejido cuando el agarre en sus muñecas se intensificó y sintió como la rodilla del otro hacía presión en su entrepierna. Un suave gemido salió de su boca.

— ¿Crees que me enfrentaría solo contra ti sin tener ningún plan?

— Es inútil. Tengo más fuerza que tú.

— Lo dices sólo porque estás en el cuerpo de alguien más…seguro que tú solo no podrías ganar…

La presión que el mercenario ejercía con la rodilla incrementó, haciendo que Marth volviera a gemir. Aún así, el príncipe no se dejaría llevar.

— Ike es mejor que tú…es más fuerte, más guapo…me pregunto cómo será en-

Sintió más presión. Empezó a calentarse, y la paciencia del mercenario se estaba acabando poco a poco.

Mientras tanto…

Hace un rato que Roy se quedó dormido, apoyado contra una roca. La magia de hielo que utilizó Sora pudo adormecer el dolor latente del golpe.

Los otros dos estaban alrededor de la hoguera, asando unas bayas que encontraron hace poco.

— Estoy preocupado. Marth puede estar en peligro, y conociendo a Roy, es posible que vaya a buscarle solo.

— Pero eso demuestra que se preocupa por él. A mí me parece muy valiente. Igual que Cloud.

— ¿Lo conoces?

— Sí, aunque nos conocimos de una forma bastante…inusual.

— ¿Inusual?

— Un dios del infierno le pagó para luchar contra mí en un coliseo.

— Pues si que es inusual.

Escucharon un quejido. Roy se removió el flequillo y abrió lentamente los ojos. Aunque el dolor volvió, era menos intenso.

— Mierda…¿cuánto tiempo llevo dormido? ¿Y por qué parece que he bebido alcohol?

El pelinegro fue el primero en atenderle.

— Unas dos horas, y estás así por unos calmantes que te administrado.

— Eso explica el dolor que tengo en el brazo izquierdo.

Los dos vieron cómo Sora se apartaba del campamento. Al parecer, iba a hacer guardia. Akira se sentó al lado del pelirrojo. Roy se palmeó la cara.

— Soy un inútil…

Akira lo miró atónito. — ¿Por qué dices eso?

— No he podido proteger a Marth…él…siempre me ha defendido…a pesar de que me metía con él…nunca me dejó solo.

Las lágrimas cayeron por sus mejillas. En ese momento, el joven marqués se sentía impotente. Ike siempre fue mejor que él. Más fuerte, más alto, más resistente…nunca llegó a entender qué vió en el mercenario.

Nunca había ganado contra él. Cuando volvió al torneo, no pudo sentir nada más que celos y envidia. Si no hubiera sido por Marth, esos dos se habrían matado a golpes.

— Deja de decir eso Roy. Eres un buen chico y he visto en primera línea que te preocupas por él. Incluso te enfrentaste a él sabiendo que estabas en desventaja.

Roy se retiró la mano. Aún con los ojos acuosos, el pelirrojo miró sorprendido al contrario. Sin poder soportarlo más, Roy abrazó a Akira y se desmoronó enseguida. El pelinegro sólo le frotó la espalda.

La cara del chico estaba como un tomate al sentir la piel desnuda del otro. Pero no podía pensar en eso. Lo único que se le ocurrió, fue consolarle. Después de unos minutos, se separaron, pero Roy seguía llorando.

— ¿Te sientes mejor Roy?

— E-eso…creo…t-te lo agradezco…

— ¿Y por qué…sigues…llorando?

— N-no…no lo sé…

Se miraron a los ojos. En ese momento, lo único que se escuchaba, era el crujir del fuego quemando la leña. Antes de darse cuenta, sus labios se habían juntado. Sin notar, que unos ojos curiosos los observaban desde unos arbustos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top