𝐈𝐕
Empezaba a hacer calor. El sudor empezó a resbalar por la frente de Marth. Tenía la necesidad de retirarse la túnica para estar más fresco, pero temía que en cualquier momento el mercenario abriera la puerta y lo viese sin camisa. Probablemente lo disfrutaría.
- Maldita sea...no puedo aguantar esto mucho más tiempo...
Recordó lo que estuvo a punto de hacer. La tentación de tocarse era cada vez más fuerte. Aunque se resistía a sus deseos, teniendo en cuenta la situación en la que estaba, no tardaría en sucumbir a ellos. Se cubrió los ojos con su brazo.
"¿Qué se sentirá?"
" Nadie lo sabrá, ¿verdad?"
" Sólo estamos Ike y yo..."
Se acostó de lado en el colchón. En ese momento, su mente volvió a traicionarle. Empezó a imaginarse a Ike, mirándolo con una expresión seductora.
- Mierda...ahora no...
Fue a peor. Ahora se lo imaginó sin camisa y estando cerca de él.
- N-no...basta...
"Eres malo, Marthy~"
Su rostro se puso aún más rojo de lo que ya estaba. Empezó a sentirse incómodo. Comenzó a sentir que sus pantalones le apretaban, que su temperatura aumentaba. Por lo visto, la fortuna no le sonreía.
-¿Por qué me pasa esto a mí?
Marth no pudo soportar el ambiente y se quitó la túnica, dejando su torso expuesto. Pero aún así tenía calor. Empezó a jadear. Y la tentación era cada vez mayor. Cerró los ojos intentando aislarse de su entorno. Antes de darse de cuenta se quedó dormido.
"Marth..."
Escuchó su nombre en un susurro. Decidió ignorarlo y seguir durmiendo.
"Marth...soy yo..."
Esa voz le resultaba familiar. Era Ike. Pero su voz sonaba tranquila y suave, sabiendo que era él de verdad. El mercenario que robó su corazón hace tiempo. Abrió los ojos. Supo que estaba soñando cuando descubrió que tenía toda su equipación. Enfrente suya estaba él. Su chico.
- Ike...
- Hola, Marth...
El príncipe rompió en llanto y no dudó en abrazar al mayor. Ike correspondió el abrazo.
- Creí que no volvería a verte así...
- Marth, escúchame.
Marth se separó y lo miró preocupado.
- ¿Qué ocurre Ike?
- Tienes que ayudarme.
- ¿Pero qué te pasa? Necesito saberlo.
- Ese ser de luz me ha hechizado. No puedo controlar mis acciones. Tú eres el único que me puede ayudar.
- ¿Pero cómo?
El mercenario sostuvo el rostro de Marth entre sus manos, notando como se sonrojaba.
- Eres un chico fuerte y listo. Seguro que se te ocurre algo. Yo confío en ti.
- ¿C-crees que soy l-listo?
Ike sonrió y le limpió algunas lágrimas de la mejilla con el pulgar y le sonrió.
- Y también muy lindo.
Sin que se lo esperara, el mercenario le besó suavemente. Era tal la delicadeza que parecía que con aumentar un poco la presión, el príncipe se rompería.
- Ahora tienes que despertar, mi príncipe.
Marth se despertó sobresaltado. De manera inconsciente se tocó los labios. A pesar de haber sido un sueño, ese beso se sintió muy real.
- Aguanta Ike.
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Nuestros héroes decidieron separarse para cubrir más terreno. Roy se fue con Joker. El bosque era tan grande que era fácil perderse. Para empeorar las cosas, había empezado a llover. Lo curioso, es que la lluvia sólo cubría el bosque. Tuvieron que refugiarse en una cueva.
- Mierda...no pensé que llovería.
Roy entró en la cueva. Estaba empapado y traía unos pequeños troncos.
- ¿Y eso?
- Leña. Tendremos que calentarnos de alguna forma.
- ¿Y cómo encendemos el fuego? La leña está húmeda.
El pelirrojo soltó la leña y empuñó su espada. Se concentró y en un momento, la espada estaba en llamas. La acercó a la leña y ya tenían una hoguera.
- Listo. La lluvia no amaina, así que tendremos que quedarnos aquí un rato.
- Eso ha sido increíble.
- Me lo dicen mucho.
Ambos se rieron. El pelirrojo empezó a retirarse la armadura y el resto de la ropa de su torso. El azabache, por alguna razón, se puso rojo.
- ¿Q-qué haces?
- Si nos dejamos la ropa mojada pillaremos un resfriado. Deberías quitártela también.
El pelinegro asintió y comenzó a retirarse la ropa. No pudo evitar volver a mirar a Roy y se quedó petrificado. El pelirrojo se escurría su cabello, mientras gotas de agua resbalaban por su torso. Aún tenía los vendajes.
- ¿Te encuentras bien Akira? Te noto distraído.
- ¡A-ah! S-sí tranquilo, no es nada...
- ¿Seguro? La nariz te está sangrando.
El azabache rápidamente se tocó la nariz y efectivamente había sangre. Se limpió con la manga y desvío la mirada. Roy se sentó a su lado y los cubrió a ambos con su capa. Ambos se sonrojaron por la cercanía. O tal vez por algo más...
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Marth estaba en trance. No sabía exactamente cómo ayudar a Ike. Su mente estaba confusa y su corazón también. Había pasado una hora. El mercenario aún no había regresado. Y sus pantalones cada vez le incomodaban más.
- Me estoy asando...
Se sobresaltó cuando vio la puerta abrirse. Marth se puso aún más nervioso cuando vio que era el mercenario. Con una sonrisa en el rostro. Y esa mirada que lo paralizaba.
- Veo que no aguantas el calor princesa.
- Cállate.
Cuando quiso ponerse su ropa de nuevo, Ike le detuvo. Ni siquiera lo escuchó moverse. Lo tumbó y le agarró las muñecas por encima de su cabeza. Con la otra mano le agarró el mentón.
- ¿No lo entiendes princesa? Cuanto más te resistes, más me excito.~
- Lo entiendo perfectamente. El que no lo entiende, eres tú.
- Vaya princesa. Admito que estás resistiendo más de lo que esperaba. A ver cuánto puedes seguir aguantando princesa.~
Marth sonrió. Recuperó su orgullo y su confianza. Se acordó de lo que había soñado. Puso su plan en marcha.
- Adelante, mercenario.
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