𝟎𝟎𝟏 - 𝐠𝐚𝐥𝐥𝐢𝐜𝐮𝐬 𝐭𝐚𝐜𝐭𝐮𝐬
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—¿Y, ella quién es? —preguntó Rory, sin despegar la vista de la puerta de madera del hogar de sus abuelos. Era viernes en la noche, lo que significaba la usual cena a la que cualquiera creería que las Gilmore ya se habían acostumbrado.
—Emm, prima mía, tía tuya. —le respondió Lorelai, moviendo ansiosamente su pie sobre el pavimento de la entrada de la casa de su infancia.
—Me sigue pareciendo raro que mi tía tenga casi mi edad. -arrugó la nariz la menor.
Lorelai se encogió de hombros. —Algo francés. —bromeó.
—¿Tendré que decirle tía?
—No lo creo, cielo. —le sonrió, tranquilizadoramente.
El par de Gilmore suspiró al unísono. Y como si lo hubieran planeado, dieron dos pasos al frente, para que Lorelai pudiera tocar el timbre y hacer saber de su presencia.
A los segundo apareció la mismísima Emily Gilmore del otro lado de la puerta, mostrando una sonrisa que solo causó escalofríos en su hija.
—¡Son ellas, Richard! —avisó a su esposo en voz alta para hacerse escuchar hasta la sala. Se volvió al ver a ambas chicas con emoción. —¡Qué bueno que llegan! Vamos, vamos. Pasen.
Madre e hija atravesaron la puerta y dejaron que Emily las guiara hasta el salón en el que ya las esperaban.
—Debe ser realmente un ángel si logra que Emily tenga esos ánimos. —le susurró Lorelai a su hija mientras caminaban detrás de su madre. —Eso o una bruja de la que no me molestaría aprender unos cuantos trucos. —Rory sonrió, acostumbrada a las descabelladas frases de la mayor.
En la sala estaba Richard, riendo a carcajadas que hizo que Lorelai y Rory se miraran extrañadas pero divertidas con ver al hombre divertirse.
—¡Oh, Emily, no sabes lo que hizo Gilles! —expresó entre risas.
—Creo que puedo imaginarlo. —le sonrió su esposa. —Amelia, estas son Lorelai y Rory.
Las chicas Gilmore dirigieron su mirada a la castaña a lado del carrito de licores de la sala. Lorelai sonrió grandemente al distinguir la misma aura inocente que su hija compartía; definitivamente era una chica adorable, con ojos verdes y una sonrisa contagiosa.
—¡No puede ser! Oh, Lorelai, estaba tan emocionada de conocerte. —habló por primera vez Amelia, con un acento francés palpable, dejando la bebida que antes preparaba a un lado para correr y envolver en un efusivo abrazo a la Gilmore.
—Oh, vaya. —rio entre dientes al sentir el impacto. —Es un gusto, Amelia.
—¡Ah! —la exclamación de parte de Rory hizo que todos se volvieran a verla. Esta miraba a la pequeña creatura que la había sorprendido al pasar por sus piernas.
—Ah, él es Papaya.—rio Amelia, acercándose para tomar al animal en sus brazos.
—Amelia, te acabas de lavar. —recriminó Emily, viendo al gato anaranjado restregar su rostro sobre el pecho de su sobrina. La de ojos verdes se acercó a saludar a Rory, quien veía con emoción a la mascota.
Lorelai aprovechó su alejamiento para ponerse a lado de su madre, quien miraba con frustración la escena.
—Así que un gato, ¿eh? —sonrió divertida. Emily suspiró profundamente.
—Sí, lo sé, lo sé. Por el momento no parece ningún inconveniente, ¡pero lo encuentro en todas partes! —expresó con ligero horro, haciendo que la sonrisa en su hija creciera. —¡Y no hace nada! ¡Literalmente nada! Come, duerme y existe, es todo lo que hace. ¡Y Hope no me dio aviso alguno! Pude haberme preparado con anticipación.
—¿Prepararte para qué?
—Los animales traen enfermedades, Lorelai. Ahora tengo que reemplazar todas las sabanas de los cuartos por unas hipoalergénicas, sino es que el colchón entero.
Lorelai rio por los gestos de disgusto y angustia que su progenitora mostraba, causando que esta la mirara con curiosidad.
—¿Te estás burlando de mí?
—¡No! —exclamó con rapidez, sin poder quitar la sonrisa de su rostro. —No, mamá, no. —Emily la miró dudosa, pero lo dejó de lado para pasar a pedirle a la parisina que subiera a asearse y dejar a la mascota con la que había viajado en su habitación.
Amelia se disculpó y subió obediente. Las Gilmore, que seguían de pies, tomaron asiento en los sillones de la sala, y Richard se levantó, ofreciéndoles de beber a las recién llegadas.
—¿Y, cómo es ella? —les preguntó Lorelai a sus padres una vez que tuvo una copa de vino en su mano.
—Lorelai, no es educado hablar de las personas a sus espaldas. —dijo solemne Richard, retomando su lugar en uno de los sillones individuales del lugar. El silenció se esparció por la sala, haciendo que Rory y su madre se incomodaran, pero la menor decidió hablar:
—Parece agradable. —sonrió dulcemente.
—¡Oh, es maravillosa! —exclamó Richard con veracidad, dejando atrás la altiva imagen con la que antes hablaba. —Es la jovencita más brillante que he conocido.
Lorelai frunció el ceño. —Lleva solo dos días aquí.
Emily asintió en consideración. —Son pocas las veces en las que la veíamos, pero es una huésped excelente. Además, —rio entre dientes. —Richard siempre a estado enamorado de la niña desde que nació.
—¡Es asombrosa! Te agradará, Rory; también gusta de leer y viajar, ¡sabe cuatro idiomas! ¡Cuatro! Oh, y ahora entrará a Yale... Ella tiene un gran futuro por delante.
Lorelai asintió lentamente, degustando de su vino y dejando que sus padres siguieran despotricando del esplendido comportamiento de la francesa desde que había llegado, y dejando que su cerebro la transportara a algún lugar en el que no sintiera la abruma que repentinamente la invadía.
—Como que está haciendo calor aquí, ¿no? —habló, interrumpiendo la anécdota que su padre contaba en el momento.
Emily alzó ambas cejas. —¿De qué hablas, Lorelai?
—Sí, hace más calor.—arrugó la frente, tratando de explicarse.
—Oh, sí, definitivamente sí. —se escuchó detrás de ella. Todos se volvieron a las escaleras, de donde bajaba Amelia, ahora portando un vestido ligero en lugar del par de pantalones con los que la habían visto. —Espero no te moleste, tía Emily, pero sigo sin acostumbrarme al clima veraniego de aquí.
—Ja, dos atuendos para la cena. —se jactó Lorelai por lo bajo, dejando que su hija escuchara perfectamente su comentario. Rory frunció el ceño con confusión, pero no dijo nada al respecto.
—Para nada, Amelia. —le sonrió Emily, ignorante del comentario de su hija en el sofá frente suyo. —Ven, cuéntale a Rory de tu elección universitaria. Pronto ella tendrá que realizar las solicitudes y seguramente le servirá la información para hacer la mejor opción.
—Claro. —sonrió Rory, dispuesta a escuchar.
Amelia caminó hasta el asiento a lado de su tía y empezó su discurso:
—Mi padre siempre había querido que estudiara en la Sorbona igual que él. Pero me temo que las facultades de letras tienen un aspecto mucho más extenso del que me hubiera gustado. Además, siempre he querido venir sin compañía de mis padres. —rio, haciendo que el resto la acompañara. —El departamento teatral y de filosofía de Yale es maravilloso, no podría pedir nada mejor. Y estoy segura de que tú también encontraras un lugar que te beneficie. —miró dulcemente a Rory.
Ella asintió, sonriente. —Eso espero.
—Lo harás. —la apuntó Richard con su whisky en mano.
—Entonces, ¿estudiaras teatro? —preguntó Lorelai.
—Literatura. —aclaró Amelia, sonriendo grandemente, contenta.
—Una futura Jane Austen. —felicitó Emily, alzando su vaso con jubilo.
Lorelai se volvió a verla con incredulidad. —¿Tú lees Jane Austen?
La sonrisa de Emily cayó al instante, detectando la condescendencia en la voz de su hija.
—Sí, Lorelai. —dijo, tratando de ser suave, pero fallando completamente al poder percibirse la dureza en su voz.
Lorelai alzó ambas manos en un gesto de rendición, decidiendo callar. Para la suerte de todos los presentes, una empleada llegó a avisar que la cena se encontraba lista, y todo el grupo paso al comedor, donde Lorelai pudo ver la adición de una silla más a lado de su usual asiento en los viernes por la noche.
—Ah. —rio nerviosamente Lorelai, volviéndose a su madre. —Se sentará junto a mi. —señaló el lugar.
Emily la miró con confusión y cansancio. —Sí, Lorelai. ¿Pensabas que Amelia ocuparía lugar en el jardín? —habló con sarcasmo.
—No, no. Solo que nadie nunca se sienta allí, siempre soy yo sola. Me-me alegra no estar sola esta noche. —sonrió tensamente. Emily asintió, optando por ignorar el extraño comportamiento de la ojiazul y tomó asiento junto a los demás.
Lorelai tardó unos segundos más en sentarse, viendo como cada uno se situaba en el lugar de siempre, a excepción de Amelia que tomaba su lugar, dejando la silla que se encontraba un poco más desplazada a la izquierda vacía. Era loco como habían decidido solo colocar la silla extra a lado de la silla original que se situaba perfectamente en medio, deshaciendo toda proporción en los espacios de la mesa.
Tragó y fue al lugar restante, justo a tiempo para que las empleadas empezaran a servir la comida. Con hastío intentó no tener que desarrollar los múltiples pensamientos negativos que empezaban a producir su mente, así que cuando un recuerdo de la semana se asomó por su cabeza, sonrió con alivió.
—Oh, oh, Sookie quería saber si ambos estaban dispuesto a asistir a su boda. —anunció.
Emily y Richard alzaron ambas cejas con interés.
—¿En serios? —preguntó la mujer.
—Sí, será genial. Sencilla, discreta, pero divertida. Ella misma hará la comida, así que será una delicia. —sonrió, empezando a cortar el filete que tenía en el plato.
—¿Quién es Sookie? —se escuchó la voz curiosa de Amelia a su lado.
—Es amiga mía. —se redujo a contestar.
—Es una magnifica chef. —agregó Emily, alegre con el recuerdo que tenía de la mujer en cuestión. -Trabaja junto con Lorelai en el hotel que administra.
—Oh, el Hotel Independencia, claro. —atinó a decir, rememorando la conversación que había tenido con Emily días atrás. —Dale mis más grandes felicitaciones. —le sonrió, tocándole el brazo con brevedad. Lorelai no pudo evitar querer alejarse por un momento, pero se contuvo.
—¿Cuándo es, Lorelai? —preguntó Richard.
—En una semana.
Pareció que su respuesta causó un desagrado grupal, porque sus padres y prima detuvieron sus acciones para mirarla con detenimiento.
—¿Una semana?
—Así es... —tanteó. Lorelai podía observar como la menor a su lado apretaba los labios en un gesto de incomodidad, un gesto que irritó de sobremanera a Lorelai.
—¿La boda es en una semana? —preguntó Emily.
—Sí.
—¿Entonces es una invitación por lástima? —el tono de su madre era el mismo que siempre usaba para recriminarle, y en esa ocasión no podía evitar avergonzarse sabiendo de la presencia de una desconocida en la mesa.
—¿Eso qué significa? —le preguntó, tratando de suavizar su voz y no sucumbir a la locura que le invadía detectar los ojos juzgones que Amelia ponía.
—Significa que alguien canceló a última hora y para no tener sillas vacías Sookie te pidió invitarnos. Qué amable. —terminó con notable sarcasmo.
—Eso no fue lo que sucedió. —mintió Lorelai, ya que efectivamente eso había pasado el día anterior en el que había hablado con su intima amiga.
—No hay problema. No se crea que quiero estar en la lista principal de invitados. —sonrió Emily con falsedad. —No te preocupes.
—Mamá, no es por lástima. Ella de veras quiere que vayas.
—¿En serio? —murmuró Amelia por lo bajo, no queriendo intervenir en la conversación. Pero los oídos de Lorelai la escucharon a la perfección, ya que se volvió a verla con dureza, diciendo con tosquedad:
—Sí, en serio.
Amelia se sobresaltó en su lugar, pero, extrañada, siguió degustando de las verduras que acompañaban su cena.
—¿Dónde está nuestra invitación? —averiguó Emily con cinismo.
—¿Qué dices?
—Nuestra invitación. Digo, al menos debió darte una invitación para nosotros.
—Pensó que sería más especial si yo misma los invitaba. —logró inventar Lorelai, no queriendo dejar que su madre creyera eso de Sookie.
—Entonces no le quedaban más invitaciones. Nunca me había sentido tan especial. -le sonrió a Amelia a su lado, de una manera cómplice que solo hizo aumentar el disgusto en Lorelai. No solo la juzgaba, sino que ahora era también amiga de su madre. Eran como esas chicas pesadas del colegio que miraban con falsa compasión a los que sudaban en educación física. -Me sorprende que no me hayas hecho la invitación por teléfono antes de venir. -siguió Emily.
—No malinterpretes las cosas. —dijo la ojiazul, apretando los dientes.
—¿Podemos elegir entre pollo o pescado, o debemos llevar nuestra propia comida?
—Ya basta.
—Tal vez quiera que compremos hielo camino a la boda o ayudemos a aparcar los autos.
Lorelai suspiró profundamente, dejando la servilleta que antes había puesto sobre su regazo en la mesa.
—Iré por un refresco. —se levantó de su lugar y se dirigió a la cocina.
El silencio se abrió pasó en el gran comedor, la pareja mirándose mutuamente y comunicándose sin siquiera necesitar palabras.
—Entonces, ¿no irán? —preguntó Rory cuando su madre salió del lugar.
—Por supuesto que iremos. —le dijo Emily, verdaderamente confundida de por qué pensaba eso su nieta.
Rory apretó los labios, y miró a la chica frente a ella, totalmente perdida.
—No hay que preocuparse por nimiedades. —concluyó Amelia, devorando una porción de su plato.
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Lorelai cerró con fuerza la puerta del auto cuando ella y Rory lograron subir al acabar la noche. Rory podía detectar su mal humor con facilidad, había aventado su pequeño bolso a la parte trasera con fastidio y apretaba sus labios en una mueca que le desfiguraba el rostro. Rory tragó, y con la esperanza de no presionar ningún botón que empeoraría la noche, habló:
—Ella es li-
—No me agrada. —interrumpió Lorelai.
—¿Qué? —expresó Rory en confusión, frunciendo el ceño y girando su cuerpo para poder ver de frente a su madre, quien buscaba las llaves con frustración. —Me agrada, me platicó sobre como los practicantes del pitagorismo no podían hornear pan. —sonrió grandemente, fascinada con los datos curiosos que su tía le había dicho.
Lorelai pasó su lengua por la fila de sus dientes, sacudiendo su cabeza con lentitud. Colocó las llaves y encendió las luces, lista para partir y dejar la entrada de la casa.
—No... No me a- —decía, pero fue cortada por el cuerpo que las luces del auto dejaron ver. Amelia estaba de cuclillas a unos pasos del jeep; miraba el balcón por el que había saltado con una enorme sonrisa victoriosa. La francesa se volvió a ver al coche, sin deshacerse de su emoción, y despidió a ambas Gilmore con un gesto de mano antes de correr a la salida de la propiedad con sus zapatos de tacón en mano.
—¿Qué rayos...? —soltó Rory al ver desaparecer la figura de Amelia entre la oscuridad.
Lorelai jadeó, sin poder creer haber visto a su prima saltar del balcón de su habitación. Giró las llaves y arrancando el motor del auto.
—Definitivamente no me agrada.
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WOhoo primer capitulo de Hope. Ay, la neta si me tarde, una disculpa jsjsj
En fin, quería empezar algo diferente, y por eso todo es describiendo el punto de vista de Lorelai. Pero les aseguro que el siguiente podrán conocer más sobre Amelia. Pero hasta ahora... ¿qué opinan de ella?
Tardará un poco en conocer a Logan, eso se los aseguro, pero tendremos muchos encuentros emocionantes con otra clase de personajes. También me gustaría formar bien su relación con todos los Gilmore antes de que vaya a Yale, que será antes de lo que se esperan y de hecho una temporada antes que Rory.
En fin, eso era todo lo que quería decirles, espero les haya gustado. Estuvo cortito pero luego fue la intro nomás :)) Nos leemos en el siguiente capitulo, chau!
(Gallicus tactus: un toque de francés).
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