💠[1.3] access denied


































—Así es, como les venía comentando, la idea que mi equipo y yo les ofrecemos es... —esta era la tercera vez que sonaba el celular de Mar reflejando el número de la escuela de los chiquillos. La mexicana se disculpa en su junta virtual por unos segundos para atender la llamada.

Le notifican que Rhaegar había sido llamado a la oficina de la directora ante un incidente que pasó en el recreo de la escuela. Mar suspira de la frustración pues no podía abandonar esta junta importante por petición de su jefe, por lo que llamó primero a Vianey para que ella fuese pero igualmente estaba atrapada en su trabajo.

Así que le mandó mensaje a Liz para ver si podía lidiar con la situación a lo que la inglesa le dio el sí haciendo sentir a Mar un poco más aliviada.

La rubia se apresura a ir al colegio llegando primero a la recepción— En qué la puedo ayudar? —pregunta la señorita.

—Vengo a ver a Rhaegar Barrueco, me informaron que ha sido llamado a la oficina de la directora —indica Liz.

La recepcionista revisa en su computadora— así es, el joven Barrueco está momentáneamente castigado por una pelea que tuvo unos minutos atrás. Usted es la sra. Barrueco?

—No. Soy la madrina de Rhaegar.

Esto pone en dudas a la empleada— ya veo, me permite su identificación para verificar que se encuentra en los contactos de referencia del alumno? —pide y Liz le entrega su licencia. La chica se pone a investigar en los registros con un rostro que ya le daba mala espina a la rubia—. Lo siento, me temo que no se encuentra en los contactos de referencia.

—Cómo?! Pero si su mamá me envió en su lugar porque ella está en el trabajo. Le aseguro que la conozco y a los pequeños —defiende Lizbeth.

—Lo siento mucho, pero por seguridad de los niños no la puedo dejar entrar. Son las medidas preventivas que la escuela nos pide tomar —explica la recepcionista.

La británica se frustra— bueno, qué contactos son los que están registrados? —intenta buscar una solución.

—Disculpe, pero no le puedo otorgar esa información.

Liz sale a tomar aire ante el rechazo doble que vivió. Una vez más calmada empieza a analizar sus opciones: quizá el primer contacto de auxilio sea el padre de Mar, pero en estos momentos él estaba en un viaje de trabajo. Luego pensó en Vian pero se acordó que andaba ocupada con entrevistas de trabajo. Descartando ideas, se le vino a la mente una bastante descabellada.

Podría ser?

Podría ser que el mismo argentino fuese un contacto de emergencia? Después de todo en el acta de los mellizos venía el nombre de Lisandro como el papá. Valía la pena el intento. Además de que ayudaría en restaurar la relación entre los padres.

Marca el número de su novio para investigar si aún no se iba del entrenamiento. Marcus le contesta que apenas habían terminado las prácticas, así que Liz abre paso a su problema y solución que tiene. Rashi acierta para avisarle al latino y con ello la llamada finaliza.

El moreno se dirige con Lisandro para decirle del plan— Martínez, hoy es tu día de suerte —comienza Marcus.

Lisandro se extraña por las palabras de su compañero— estoy confundido.

—Citaron a Mar en la escuela de tus hijos por un problema pero ella no puede ir, y a Liz no la dejan porque no está dentro de los contactos de confianza.

—Y qué te hace pensar que yo si? —cuestiona el argentino desanimado.

Scott se les une a la conversación— Dios! Hasta menso nos saliste, Martínez! —se burla—. Tú al ser el padre, no te pueden negar el acceso a ver a tu hijo.

Aquello hace ilusionar un poco a Lisandro, así que se apresura para arreglarse e ir a la escuela de su hijo llegando más rápido de lo que se esperaba. Lizbeth se asoma al notar que los futbolistas se aproximaban a la entrada. El argentino es quien pide más detalles de la situación y Liz le explica del asunto.

Con ello, Lisandro y compañía ingresan a la escuela resaltando que era el padre de Rhaegar. La recepcionista le pide su identificación y este se la da. La empleada revisa sin confiarse tanto del futbolista. Al principio también lo rechaza pero en eso, este le pide que revise el acta del pequeñín para corroborar que Lisandro es el padre. Esto resulta en un éxito y permiten que el atleta ingrese a la oficina de la directora donde también estaba Rhaegar.

—Papá...? —reconoce el chiquillo asombrado de ver a su padre.

—Hey, campeón! —sonríe Licha y desvía la mirada a la directora—. Buenas tardes, me dijeron que viniera con usted?

—Efectivamente, padre de familia —ejecuta la directora—. No pensé que usted estuviera presente en la vida de Rhaegar.

Lisandro traga saliva— si... yo... El problema es que la srta. Barrueco y yo estamos separados —idea apresurado.

—Ya veo. Lo entiendo, por favor tome asiento —pide la docente y el defensa hace caso. La directora procede a explicarle de la pelea de su hijo junto con otro estudiante de la escuela, seguido de anunciar la suspensión de una semana por haber iniciado la pelea. Finalmente padre e hijo salen de la oficina no sin antes preguntar si podía también recoger de una vez a Myrcella para irse los tres juntos a lo que la directora accede.

Estos se encaminan a la salida en espera de que la melliza salga igualmente. Los demás se fijan que se encaminan hacia ellos buscando de respuestas pero Lisandro les pide privacidad con su hijo y que ya habrá tiempo para decirles de lo acontecido. Agrega hacia Liz que él mismo dejará a sus hijos en casa de Mar para hablar con ella con respecto a Rhaegar y la rubia acepta.

Ya una vez solos y en espera de Myrcella, Lisandro se acerca a platicar con su hijo—. Quieres contarme tu versión de la pelea?

Rhaegar le regala una mirada tímida a su padre—. Se estaba burlando de mi jersey diciendo cosas malas del United. Claro que no me iba a dejar que me insultaran! Me tenía que defender! —explica con las mejillas rojizas.

El argentino aprieta con su mano el hombro de su hijo—. Lo sé, amor. Está en tus genes el ser desafiante.

—Lo siento, papá. No volverá a pasar —promete—. Por favor no le digas a mamá —pide nervioso.

—Me temo que fue ella quien primero se enteró de la situación, Rhaegar. Pero puedo intentar que no te ponga un tan terrible castigo.

Esto hace sonreír al pequeño y comparte un leve abrazo con Lisandro. Y más tarde Myrcella llega extrañada de ver a su padre recogerlos de la escuela. Durante el camino, el argentino le explica de la situación.

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