❛ 𝐃𝐀𝐘 𝐎𝟑 ❜
❛𝑬𝒏 𝒔𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒆 𝒈𝒊𝒕 𝒎𝒂 𝒎𝒐𝒓𝒕 𝒆𝒕 𝒎𝒂 𝒗𝒊𝒆.❜
MILLE ODYSSEES AVEC TOI
—¿Bien? ¿Qué opinas?
Yoru despertó de su ensoñación para dirigir su vista hacia donde era requerida su atención, a su lado, su compañera Camilla le mostraba una revista de atrevida lencería femenina, no entendía porque estaban viendo ese tipo de cosas, en horario laboral y tampoco porque era ella el objetivo de la rubia mujer cuando Sharon y Millie eran sus amigas.
Aunque, desde que Camilla se había tomado el tiempo para enseñarle a cocinar, se habían vuelto extrañamente cercanas, podría decir que ahora su relación era calificada como una inusual amistad y no simplemente como un vano compañerismo; claro que, no eran inseparables, para nada, que todos los días en su tiempo de almuerzo se sentarán hablar de cosas triviales o disfrutaran de su compañía no las volvía mejores amigas.
—¿Eh? ¿Qué me decías?
—Dios, Yoru, estás tan distraída, ¿qué rayos te pasa?
—Lo siento Camilla, es solo que no puedo sacar algo de mi mente.
Al parecer eso la emocionó y dejando su revista de lado, se acomodó mejor en su puesto para interrogar su inquietud.
—Cuéntame.
Yoru la observó algo cautelosa, no sabía sí ella era la mejor para aconsejarla, pero tampoco es que tuviera muchas amigas en quién apoyarse. Con eso en mente, y bebiendo un largo bocado de café, se dispuso a contarle sus grandes problemas a su amiga.
—Es que... Mi esposo tiene una cicatriz en su... su... —Yoru se cubrió el rostro con sus manos, roja como un tomate—. Su pecho.
Camilla parpadeó unas cuantas veces antes de soltar una chillona carcajada, la sicaria se encogió sobre su asiento y sus hombros empezaron a temblar, quería gritar en ese momento y salir corriendo debido a la pena que la dominaba.
—La tímida Yoru no quita de su cabeza la imagen del pecho desnudo de su esposo.
—¡No, no! Su cicatriz, no me quito su cicatriz de la mente, ¡no digas cosas que se pueden malinterpretar Camilla!
Yoru simplemente no cabía en su vergüenza, no es que haya querido ver a su esposo desnudo por propia iniciativa, todo sucedió muy rápido, ella creía que no estaba en casa cuando llegó de hacer las compras matutinas y cansada, con grandes anhelos de tomar una ducha, dejó las bolsas en la cocina y sin miramientos entró al baño encontrándose con el cuerpo desnudo de su esposo y nada más que protegido por una toalla alrededor de su cadera.
—Yoru...
—L-L-Loid...
—Espera, espera, antes de que-
En esos momentos ella pudo retratar todo su cuerpo, grabándose lo bien formado que estaba aunque no lo quisiera, su pecho musculoso, sus brazos gruesos, pectorales redondos y abdominales finamente marcados, sin olvidarse de sus piernas largas. Las gotas que recorrían cada pedazo de piel lo hicieron tentador a su tacto, y no era una mujer que se considerara pervertida pero, por todos los cielos, Loid era muy sexy. Ni hablar de su cabello mojado, hizo de ella un manojo de pensamientos que no creyó tener.
Pero entonces, su mirada fue atraída especialmente por una cicatriz que cruzaba unos de sus pectorales, el izquierdo para ser exactos, y como sicaria pudo reconocer fácilmente que correspondía a una cortada, de un cuchillo de corto alcance; no era muy profunda y había sido hecha como mucho hace una semana.
Y esa cicatriz, fue lo que termino de destruir su cordura.
—¡Aaaaaah! ¡Lo siento, lo siento!
Lo último que recordaba de su esposo era escuchar por su parte un quejido, lo que lo atribuía a que seguramente le arrojó algo a modo de defensa.
—Lo siento Yoru, pero no entiendo tu vergüenza, con un año de matrimonio ya deberías conocer ese cuerpo ¿no? ¿todavía te da vergüenza mirarlo?
—¿Co-conocer?
—Yoru, no me digas que después de todo este tiempo aun no te has acostado con tu esposo.
Si antes el color rojo cubría su rostro, ahora sentía todo su cuerpo de ese tono.
—¡Por supuesto que sí! ¡Lo hacemos muchas veces!
Silencio.
Yoru abrió sus ojos y su alma salió del cuerpo, no había controlado su tono de voz y todos los que se encontraban en la sala de descanso en ese momento voltearon a verla con diferentes sentimientos, entre vergüenza e indignación, y Camilla, bueno, ella intentaba con todas sus fuerzas no estallar en carcajadas.
—Que alguien me entierre viva...
Ese día había sido un desastre total.
Incomodidad no era la palabra que describía la situación en la casa Forger, posterior a la llegada de Yoru de su trabajo, ambos padres se limitaron a saludarse y no dedicarse otra palabras, Anya, ciertamente confundida por la situación decidió leer su mente pero los esposos estaban tan dispersos que al final, quedó con la duda. No quiso emitir palabra alguna por temor a aumentar el enojo entre sus progenitores, así que comió en silencio.
Inclusive Bond estaba temeroso al encontrarse detrás de Anya.
—Ya acabé.
—Muy bien Anya, ve a cambiarte y a lavar tus dientes. —indicó Loid con una sonrisa—. Cuando estés lista para dormir, iré arroparte.
—Chi.
De un solo brinco, la pequeña telépata se bajó de su asiento y corrió seguida de su mascota, huyendo por el pasillo en pocos segundos y por fin respirando tranquilos al librarse de esa pesada atmosfera. Loid por el contrario, acabó en silencio con sus platillos observando a su esposa de reojo de vez en cuando, tratando de descifrar sus pensamientos, aunque, con la mujer era una tarea bastante complicada.
Honestamente, para él la situación no significaba un gran problema, fue un simple accidente; en parte había sido su culpa por no informar de su temprana llegada, así que para nada estaba enfadado con Yoru, sin embargo antes de que pudiera calmarla o explicarse su razonamiento, una botella de champú le fue lanzada, y ahora tenía una pequeña cicatriz surcando sobre su frente a razón de la fuerza del golpe.
—Lo siento, Loid.
—No tienes por qué disculparte.
—¡Es que entré en pánico y a decir verdad no me fije en lo que agarré!
Él espía observó con gracia los torpes movimientos de manos de su esposa.
—Ya pasó todo, ya curé la herida y no paso a mayores, soy yo quién te debe una disculpa.
Para Twilight no era algo nuevo que lo hayan observado en paños menores, y Yoru no era la única mujer que lo había visto así, su experiencia con el público femenino a lo largo de su vida como espía no solo se resumía en miradas lascivas o un contacto físico.
Sin embargo, y para su estupor, encontrarse de frente con su esposa cuando no estaba completamente vestido fue un gran golpe a su equilibrio, sintiendo la vergüenza dominarlo por completo. Con Yoru sentía emociones que suponía controladas. Era un constante sube y baja, desde el inicio de Strix su vida tenía todas las características para ser clasificada como caótica o extremadamente "divertida". A palabras de su hiperactiva hija.
—Bueno, supongo que debe ser algo extraño para ti ver a un hombre con cicatriz de cortada, lo siento si te asuste.
—No es como si haya visto solo cicatrices a lo largo de mi vida... En realidad, yo también tengo cicatrices, solía pelearme mucho con niños que molestaban a Yuri. —susurró enredando sus manos—. Estoy acostumbrada, tranquilo.
—Ya veo.
—Además, tu cicatriz... —Loid elevó una de sus cejas, intrigado—. Te veías muy guapo.
—¿Eh? ¿Qué? Yoru...
—¡Buenas noches!
Forger se quedó congelado en su asiento sin poder detener la huida de su esposa, para cuando despertó de su letargo fue gracias al estruendoso cierre de puerta de la habitación de su pareja; su mente trataba de procesar todo lo acontecido en segundos y grande fue su frustración al no encontrar una respuesta esperada.
Pero algo era notorio, su rostro estaba tan rojo como una manzana y su corazón latía de forma anormal.
Y, por primera vez, sentía que sus cicatrices no eran tan malas.
Sí, a este ritmo, no quedaría nada del autocontrol que le costó tanto construir.
Era toda una odisea.
22.06.2022
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