𝐱𝐯𝐢. ¿𝚗𝚎𝚎─𝚜𝚊𝚗?
La solitaria flor, se enfrenta a otro amanecer, esta vez uno diferente.
。゚゚・。・゚゚。
゚。16 。゚ La personalidad del otoño
゚・。・゚ había abrumado la estación, y..., cierta noche, ella decidió dormir afuera.
Saory ya tenía diez años... Y hoy, era el décimo día del décimo mes del año, el día en que sus padres murieron.
Ella durmió en la tumba de sus padres, acurrucada como una bolita, abrazándose fuertemente a sí misma. Era su segunda visita después de varios años de duelo.
La niña huérfana ya no lloraba, pero seguía sufriendo. Esa despedida y esa añoranza sólo ensombrecían sus mañanas sin sentido.
Como hoy... Otra mañana ensombrecida.
Sus ojos seguían cerrados, pero apretaba el puño con fuerza, y una frustración creciente llenaba su corazón.
Minato Namikaze y Kushina Uzumaki hicieron un legado, pero dejaron sola a su hija.
Para una niña inteligente como ella, que nunca olvida nada, ella sentía que estaba olvidando algo, algo así como una pieza perdida.
Diez de octubre...
Olvido algo...
¿Algo? Más bien...
─. . . -¿San?─
De repente, hubo un golpe en su mejilla.
Eso despertó su conciencia.
─¿Nee-san? ¿Estás bien?─
Saory frunció las cejas ante el sonido de un niño agudo. Abrió ligeramente un ojo y, con un movimiento brusco, apartó la mano de ella. La joven se levantó de su descanso y se movió unos centímetros hacia atrás, como si hubiera visto algo que le disgustara. Miró fijamente al chico, un contorno de resentimiento pintó su cara.
─Oh, lo siento... ¿Te he sorprendido, nee-san?─
Sus miradas eran intensas -iniciando un ambiente poco acogedor- pero el chico sólo la miraba inocentemente.
Ella gruñó, molesta, cambiando su mirada bruscamente a la derecha.
El mismo chico le robaba su capacidad de responder. Desgraciadamente, de todas las personas que hay en el universo, este chico fue el que la encontró.
─¿Por qué estás durmiendo aquí sola, nee-san?─
A primera vista, el chico tenía una personalidad irritante y persistentemente entrometida. Pero tenía razón. ¿Por qué durmió aquí?
No es de tu incumbencia.
Se atrevería a decir, pero mantuvo la boca cerrada.
El 10 de octubre...
Claro, eso era...
Su supuesto hermano.
Ni siquiera se molestó en recordar su nombre. Que fastidio.
En los años que estuvo bajo su fachada de Mei, nunca llegó a cruzarse con él, y no tenía la intención de hacerlo. Pero bueno, el momento llegaría tarde o temprano.
Tch.
Saory chasqueó la lengua entre dientes. Nunca reconoció su existencia, y parecía que nunca tendría el corazón para hacerlo. Nunca.
Cuando la primogénita estaba a punto de marcharse, el chico planteó unas palabras que ella no esperaba.
─¡Tus padres deben estar preocupados por ti, nee-san!─
Eso la molestó aún más, que él pudiera decir eso con una cara agradable y ligeramente empática. Y sí, delante de sus tumbas.
Huh, debería estar devastado porque él es la razón por la que nunca más tendrán padres que se preocupen por ellos.
Este pequeño enano nunca tuvo unos padres que le guiaran mientras crecía.
Por lo menos, aunque por poco tiempo, se sentía bastante orgullosa de haber conseguido ser criada por sus padres.
Sin embargo, ¿cómo podía estar segura de que éste era su hermano?
Un sentimiento de amargura estrangulaba continuamente sus pulmones y su garganta, no podía aceptar los hechos.
Saory se levantó, convencida de borrar de su mente lo que había visto tras despertar. Había razones por las que no podía mirarle directamente a la cara... Por ejemplo, el color de su pelo y sus ojos que se parecían mucho a los de su padre, y la personalidad un poco irritante y energética de su madre.
Gruñó con frustración y amargura para sí misma. Este mocoso...
La joven pensó que si se marchaba sin decir nada, este chico la dejaría en paz... Sin embargo, para su sorpresa, el chico la seguía, entusiasmado.
─Nee-san, nee-san'ttebayo─ Coreaba, retozando.
Sólo la cabreó aún más provocando que una vena palpitara en su frente.
¡INCLUSO TIENE ESE MOLESTO TIC DEL HABLA!
Tenía tantas ganas de gritar y arrancar un árbol de cuajo.
El chico no se dio cuenta de lo irritada que estaba y se limitó a sonreír pensativo. ─Dime, nee-san─ Citó. ─¿no encuentras el camino de vuelta? Puedo ayudarte a buscar tu casa─
Y eso fue lo que cortó el último hilo de su paciencia. Los ojos insondables de Saory brillaron como los de un depredador, tratando de espantar al chico.
─Déjame en paz─ Dijo sombríamente, haciendo acopio de toda el aura terrorífica que pudo.
Sin más palabras, se alejó, y fue como si unas oscuras nubes grises la siguieran mientras daba zancadas entre los árboles.
¿Cómo se atreve...?
Saory arrugó el rostro, con las pupilas dilatadas en total agravio.
No tenía derecho a hablar de que no había encontrado el camino de vuelta a casa cuando le había quitado todo en el momento en que nació, Naruto Uzumaki.
Saory no soportaba ni siquiera escuchar el nombre del mocoso.
No puedo, es imposible.
No se imaginaba que ese día llegaría. Más bien, no quería que llegara.
Después de la escuela, al igual que un pájaro liberado de su jaula. La muchacha caminaba por los caminos con una expresión contrariada.
─¿Qué pasa?─
Alguien golpeó ligeramente la parte superior de su cabello desde atrás, haciendo que se detuviera. Saory supo de quién se trataba sin volverse.
Kakashi la encontró en un estado de candidez inquietante.
El Hatake se mostró indiferente al saludar a la joven, y en un intento de provocarla habló: ─Tienes una cara de como si estuvieras a punto de cagar─
Saory puso aún más cara de fastidio. ─Hmph, cállate─
─¿Y entonces? ¿Hay alguien que te molesta en la escuela? ¿O algo?─ Aunque Kakashi sabía muy bien que no había manera de que los niños de su edad pudieran intimidarla. Saory-Mei era la intimidante. Todavía no podía creer lo drásticamente que había cambiado su personalidad. Su amabilidad era selectiva, sólo la usaba con Itachi y Shisui... y, en parte, con el propio Kakashi.
─No, peor─ Refunfuñó ella, cruzando los brazos sobre el pecho.
─Si no me lo dices, sólo podré entender tu problema cuando aprenda a adivinar─
Saory arqueó una ceja, molesta. ─No te molestes en intentar adivinar...─
Ofendido como estaba Kakashi, una vena de fastidio asomó por encima de su ceja. ─Pequeña...─
La chica solo hizo una cara mientras copiaba satíricamente las expresiones del mayor.
El oficial ANBU de pelo gris siempre estaba pendiente de la chica desde las sombras, vio cómo crecía.
La orden del Tercer Hokage de que no se conociera su verdadera identidad la seguía frenando para no destacar.
Algunos días, por alguna razón, Kakashi la observaba en su salón, mostrando que Saory -más bien Mei- era la solitaria de la clase y rara vez mostraba emoción en su rostro. Y parecía que a la chica no la incomodaba ni un poco.
Pero bueno, si ella no quería hablar del tema, está bien entonces. Kakashi sólo se encontró con ella en el camino, desviándose de su verdadera agenda: buscar algo para cenar.
─Entonces, me voy a ir-─
De pronto, hubo alguien que caminó hacia ellos con las manos levantadas en alto para saludar a Saory y Kakashi. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la joven. El mocoso, que ahora estaba a un metro de ellos, hizo un gesto con las manos.
─¡Es la nee-san del cementerio! ¡Kon'nichiwa!─
Era el propio Naruto.
Mostró una gran sonrisa mientras daba un paso hacia la chica malhumorada. El chico le resultaba muy familiar, por lo que no tardó en enfadarse y repudiarlo. El rubio dijo su "Hola"─ mientras que Kakashi y Saory no dijeron nada. La joven no le miraba directamente, preguntándose si les seguiría molestando, pero gracias a Dios, pasó de largo.
Primero, hubo un pequeño silencio entre ellos. Pero luego, Kakashi soltó una risita, tan presumida como siempre.
─Oh-ho~ ¿'nee-san'? ¿Tú?─ Kakashi volvió a irritar a la joven señorita, llevándose los dedos a la barbilla. ─Y ¿el cementerio?─ Fue rápido para relacionar las cosas. ─¡Eh, noticia de última hora! Has visitado a tus padres, ¿no?─
Sus labios se movieron hacia abajo, y luego frunció el ceño sólo para dar la razón a las especulaciones de Kakashi.
─Sólo sucedió... sólo una coincidencia─ Fue su defensa, aunque había un significado subyacente en sus palabras.
─¿Hmm?─ Kakashi tarareó, inclinando un poco la cabeza hacia la izquierda. ─A mí me ha parecido que ese chico Naruto te conoce desde hace mucho tiempo─
─Fué ayer cuando me conoció─ Resopló. ─Me tiene un cariño ciego... A mí, que no quise verlo nunca más, un minuto después de sus muertes─ Expresaba sus pensamientos con énfasis, haciendo saber a Kakashi a que se refería.
El muchacho de cabellos plateados observó su expresión para ver si había algún disgusto en su rostro, pero se alivió al no ver nada.
Sus padres ya se habían ido de este mundo, y eso dejó una enorme cicatriz en Saory... Y el hecho de que no hubiera señales de que se avecinaba una tormenta, permitía suponer que ella lo había aceptado. Al menos esa cicatriz había sanado -no completamente, pero casi-.
─Bueno, tampoco puedo expresarlo exactamente con palabras─ Musitó Kakashi mientras la mirada de su ojo descubierto se dirigía al cielo, pensando. ─Será por una ¿sensación de conexión? supongo─
Saory se mostró indiferente al respecto.
Sensación de conexión, ¿eh?
Caminando y caminando...
Todos los días, sin cesar.
A estas alturas se dió cuenta de que pasaba mucho tiempo vagando por el mismo lugar: Konohagakure, su lugar de nacimiento. Cuántos pasos, cuántas respiraciones, cuántos pensamientos... No importaba lo que recordaba o lo que había olvidado, simplemente vagaba una y otra vez, y todavía había lugares que no habían sido tocados por sus pies.
Siempre estaba dando paseos, yendo a lugares hermosos y tranquilos donde pudiera ver las nubes y los árboles en sus fases siempre cambiantes, pensando qué la hacía feliz, qué la hacía triste y qué la hacía sentir más viva. La joven, en la mayoría de las ocasiones, se dejaba atrapar por las distracciones.
Poco después, había llegado a un acantilado cerca de las afueras de la aldea, al monumento del Hokage.
El acantilado ya le resultaba familiar, pues era un lugar que Itachi, Shisui y ella conocían. Debajo del acantilado, que se elevaba perpendicularmente al suelo, había un río que serpenteaba.
─Saory─
Al sentir un aura detrás de ella, la chica se giró.
Eran muy pocas las personas que la llamaban por su nombre real, por lo que era fácil imaginarse de quién se trataba.
Pronto, se encontró con un par de ojos de color obsidiana que eran como nubes de tempestad, las más oscuras existentes.
Saory sonrió con todo su corazón.
─Itachi─
El joven Uchiha se acercó a ella. ─Estás aquí, ¿por qué?─
─Oh, sólo decidí dar un pequeño paseo─ El "poco" al que se refería sonaba demasiado a mentira, sabiendo que había estado caminando desde que terminó su clase.
Itachi dejó escapar una risita. ─Eso es tan típico de ti─ Luego le acarició suavemente el pelo.
─¿Y tú?─ Era su turno de preguntar. ─¿Por qué estás aquí?─
─Acabo de terminar una misión─ Explicó él. ─Esperaba que Shisui terminara su misión y se reuniera aquí también, pero parece que aún no termina─
Los dos Uchihas estaban muy ocupados últimamente.
Saory se limitó a extender la mano a Itachi, indicándole que la acompañara. ─Entonces, ¿damos un paseo más?─
Itachi sólo tarareó de acuerdo, tomando amablemente su mano mientras respondía con una brillante y pequeña sonrisa. ─Sí, vamos─
Caminaron juntos, dirigiéndose a un camino sin rumbo. Bajo sus pies estaba el manto de hojas secas, mostrando los rastros distintivos del otoño.
Pocos pasos después la chica dijo: ─Pero pensándolo bien─ Hizo una breve pausa. ─deberíamos descansar; vienes de una misión, ¿no?─
De nuevo, Itachi tarareó, significando ahora un amable "no". ─Es mejor caminar contigo─
Era cierto que Itachi debería estar descansando, pero la misión que tubo no era tan pesada. Este era el encuentro después de días de no pasar tiempo juntos. Aunque Itachi podía admitir que le estaba dedicando más tiempo a la joven que a su propio hermano Sasuke.
Porque había algo en el otoño que cualquier estación no podía proporcionar.
Ambos caminaban bajo la luz del sol que se desvanecía a horas de la tarde, y cada hoja que se caía era agraciada por la luz que se reflejaba en ella. Mientras, en el cielo lejano, estaban los cuervos al acecho.
Y para él, no había tiempo perdido si estaba con ella. Incluso en pleno silencio.
Bajo la melodía del otoño, allí estaban, una estación de él y ella.
Él le robó una mirada, y esta se alargó, sus emociones eran evidentes, ambos tenían una gran conexión. Saory lo notó, y sonrió al ver que los ojos de él eran más que diferentes, más suaves de lo que ella sabía que podían ser.
Entonces, pronunció, como una hoja caída que susurraba: ─Yo visité su... tumba─
─Oh─ Contestó Itachi, genuinamente sorprendido, aunque lo registró un poco más lento de lo que suponía. ─¿Entonces?─
─Hmm, y...─ Ella sonrió ligeramente tímida, inclinando la cabeza de lado. ─Vi a ᵐⁱʰᵉʳᵐᵃⁿᵒ─
Su cara se vistió de un rojo intenso, apenas dijo las dos últimas palabras.
Itachi volvió a sonreír, soltando una carcajada baja, mientras una nueva oleada de alivio y diversión lo llenaba ante la noticia de Saory.
Y si había algo que contrastaba el carácter de Saory con el de Itachi, era la forma de tratar a sus hermanos pequeños.
Sasuke adoraba mucho a Itachi, y viceversa; y como hermano mayor, debía protegerlo.
En cuanto a Saory...
Nunca preguntó ni habló de sus padres, ni siquiera de su hermano pequeño, porque no quería que le recordaran cosas dolorosas. Pero ahora ha empezado a hablar de ello. Era algo nuevo y conmovedor, y él quería escuchar más.
─Nunca tuve la intención de verlo, o al menos de que se cruzara conmigo─
─¿Por qué?─ El joven Uchiha podía empatizar, pero aun así planteó una pregunta.
─¿Por qué dices por qué?─ Su pregunta desconcertó a la pequeña señorita. ─Tú y todo el clan Uchiha os convertisteis en víctimas por ello también, ¿verdad?─
Para la aldea, particularmente para Saory, el incidente de las Nueve Colas había dejado una cicatriz más profunda que cualquier otra. Así como a los Uchiha, al ser sospechosos de haber controlado al Nueve Colas. El propio Itachi había sido calumniado más veces de las que podía recordar por ello.
Sin embargo, no culpaba al niño: Naruto Uzumaki. Él nunca eligió nacer, ni que pasara eso, por lo que era injustificable echarle la culpa a un niño inocente.
─Tu hermanito también es una víctima aquí─ No estaría de más que la reprendiera un poco. ─Tal vez, deberías considerar no culpar al niño por consecuencias que él no eligió, Saory─
Ella entendía muy bien lo que quería decir, incluso en sus momentos de soledad, esas palabras suyas habían vagado por su mente. Saory se mordió el labio. Si alguna vez hubo un momento para decir lo que había que decir, era ahora, pero no aprovechó la oportunidad; probablemente nunca sería lo suficientemente honesta.
Inclinando la cabeza hacia abajo, le tomó la mano un poco más fuerte.
─Supongo...─
Después de lanzar sus cuatro kunais -dando simultáneamente a cada objetivo en el centro-, de repente, un niño se presentó abruptamente en su área de entrenamiento.
─¡Whoah! Nee-san, ¡qué increíble!─ El niño de cabellos rubios vitoreó, el asombro se le notaba en la cara. Y en sus manos, el niño Naruto llevaba una cesta llena de setas.
Saory sólo suspiró desde lo más profundo de sus pulmones, caminando perezosamente hacia las marcas y retrayendo sus kunais, mientras perdía su entrenamiento de concentración.
Naruto, que estaba sentado con las piernas cruzadas cerca de ella, aplaudió felizmente con sus rechonchas manos. ─¡Hazlo de nuevo, hazlo de nuevo!─
¿Soy una especie de entretenimiento?
─¿No te he dicho que me dejes en paz?─ La joven señorita sonaba muy disgustada, suspirando una vez más para desahogar su irritación.
─Dattebayo─ Dijo con un tono juguetón. ─es que estás en mi camino, nee-san─
La comisura de los labios de Saory se curvó hacia arriba, podría parecerse a una sonrisa, pero la sensación desprendía una amarga aversión.
─Espera, ¿estás enfadada o algo así, nee-san?─
El chico se dio cuenta, pero su despistado comentario la había enfurecido mucho.
Saory probablemente negaría y se iría, pero sólo se quedó callada. Ella perdió a su padre y a su madre hace cuatro años. El dolor se podía sentir de diferentes maneras, y la forma en que ella lo manejaba no era la misma que otros. No era sólo tristeza o resentimiento. Para ella, era siempre la sensación de haber olvidado algo. Y darse cuenta constantemente de que estaba cargando con una ausencia.
Y por mucho que quisiera apartarse ahora mismo, estaba reacia a admitir que nunca tuvo un hermano; tuvo un recuerdo de las palabras que Itachi dijo: [...] Tal vez, deberías considerar no culpar al niño por consecuencias que él no eligió, Saory [...]
Pero...
─Tal vez, sí─
─Oh, ¿por qué?─
Saory comenzó a apuntar a los objetivos de nuevo, agarrando un kunai entre sus dedos pulgar e índice. Saory giró el brazo rápidamente hacia delante con un movimiento, soltando el kunai. Pero esta vez, falló.
Dentro de esa pausa, suspiró mientras hablaba: ─Últimamente estoy viendo una molestia, y me cabrea, quiero cavar un agujero y enterrarlo. Pero no puedo...─
Naruto hizo largo sonido de ohhh.
─¡Entiendo lo que quieres decir, nee-san!─Respondió con característico entusiasmo. ─¡Como las setas, dattebayo! ¡son un fastidio! Aunque no hay que enterrarlas, porque siguen brotando por todas partes y saben muy mal─
Saory se sintió indiferente mientras escuchaba lo despreocupado que estaba.
─Una vez comí una seta en mal estado y empecé a vomitar y tuve calambres por todas partes y diarrea...─
La chica hizo una mueca, con los ojos entrecerrados formando una expresión de desconcierto.
Eso es, pensó, es un simplón.
─Me sorprende que sigas vivo a estas alturas─ Dijo de forma plana y sarcástica.
─¡Sí!─ A pesar de lo que había vivido, todavía tenía ese optimismo enredado en su carácter. ─¡Pero ya estoy bien!─
─Y─ Señaló con tono aburrido. ─veo que no has aprendido la lección─
Al ver su cesta, Saory fue consciente de que, mezcladas con las setas buenas para comer, estaban las malas y venenosas.
─Pero ¡está bien! ¡Todavía estoy averiguando cosas! Puede que al principio no se note, pero con el tiempo seré el más sabio y perrón que exista dattebayo─
Parecía que Naruto había dicho algo significativo...
Como si esas palabras pudieran remover el corazón de la joven y cambiar su punto de vista sobre él.
No, ni miércoles. Ni en lo más mínimo. Baaaaah.
Con esa continua actitud catatónica, se dirigió hacia el objetivo más cercano y tiró sus kunais.
─Sí─ Murmuró con un insulto inaudito.
Estaba convencida.
─Eres un simple tonto─ Perdió la cuenta de cuántas veces suspiró mientras recogía sus cosas.
Ya estaba preparada para irse cuando Naruto se acercó a ella, ahora de pie detrás con una amplia sonrisa.
─¿A dónde vas, nee-san? ¿Has terminado tu entrenamiento? ¡Enséñame'ttebayo! Lanzamiento de Kunai y shuriken!─ Le pidió, en voz alta, tratando de ganarse su reconocimiento.
Saory lanzó una dudosa mirada de reojo al niño mientras él la miraba con cara de esperanza. Después de un rato, le dijo con voz desapasionada:
─¿Qué tal si primero aprendes más sobre los hongos?─
Entonces empezó a caminar de nuevo, esta vez, optó por guiarle hacia donde se plantaban las setas comestibles. Podría mostrarle las tierras de cultivo del pueblo. Ella aprendió mucho de los granjeros, eso la ayudó inmensamente a seguir adelante.
Dicho esto, el niño Uzumaki siguió a la joven Namikaze totalmente -sin siquiera preguntarse quién era o cómo se llamaba-. Era como si, por arte de magia, confiara muchísimo en ella.
Ella le estaba enseñando algunas habilidades y trucos útiles para que no se matara por accidente debido a su falta de sentido común e instinto de supervivencia.
Mientras, el chico escuchaba, pero la mayoría de las veces la miraba con una admiración absorbente.
─¿Acaso estás escuchando?─ Lo regañó, sintiendo un escalofrío en su médula ante la constante atención que le prestaba.
─¡Claro que sí, dattebayo!─
─Claro que no─ Replicó ella, sintiendo ahora el cansancio sólo por socializar con él. Saory se quitó la suciedad que se había pegado a su vestido mientras se levantaba.
Era casi el atardecer, quizás era el momento de separar sus caminos. Ya le había enseñado bastante, ahora, recordar todos los conocimientos que le enseñó le correspondía a él.
─¡Muchas gracias por esto, nee-san!─ Sonrió alegremente, la luz dorada del sol poniente bañaba todo su rostro.
Se limitó a encogerse de hombros. El niño se dirigía a su casa con la cesta llena de setas que se podían comer.
─No comas hongos envenenados o lo que sea-─ giró sus talones y comenzó a alejarse ─No me importa, de cualquier manera─
Naruto solo se rió de eso, firmemente decidió ir a casa y cocinar esos hongos. Por fin consiguió algo decente para cenar.
─¡Jaa ne!─ Se despidió con su canasta en mano, y se alejó.
─Qué día más agotador...─ exhaló, con los hombros hundidos por el cansancio.
Saory esperaba no volver a encontrarse con él.
Se preguntó qué sentiría él si se enterara de la muerte de sus padres. Sobre cómo había destruido a esas personas tan importantes para ella.
No era posible que siguiera enfadada a estas alturas.
La joven señorita no podía seguir dándole vueltas a esas cosas. Tampoco debía sentirse obligada a hacer algo por el mocoso. Ni debía preocuparse por él.
De repente, en el cruce de caminos, resonaron en sus oídos voces agudas de mujeres.
─¡¡¡PERVERRRRTIDO!!!─
Su minuto de tranquilidad, se acabó en ese momento.
Había un hombre en la calle, corriendo por su vida.
El hombre tenía el pelo blanco y había líneas rojas bajo sus ojos que se extendían por su cara.
Y así, su día se arruinó más.
Jiraiya.
Le daban ganas de vomitar sólo con escuchar el nombre dentro de su cabeza.
Seguro que está espiando a las mujeres en sus horas de baño. Otra vez.
Estaba a punto de llegar hasta donde ella estaba, pero Saory se mantuvo firme, impidiendo el paso del anciano.
Jiraiya no tardó en reconocer a la chica, a pesar de que el color de su pelo había cambiado. Su rostro brilló un poco, era como si encontrara su salvación.
─¡Saory...─ Pronunció aliviado. ─¡Rápido! ¡Ayúdame a esconderme de ellos!─
La joven permaneció indiferente. Y las palabras que salieron de la boca de Saory estaban llenas de desprecio.
─Asqueroso trozo de inmundicia─
Le lanzó al adulto estrujándole hasta el alma.
─¡OII! ¿Quién te ha enseñado esas palabras?─ Gritó, ya que no esperaba que la niña hablara así.
Pronto, patrullas se acercaban, preparadas para apresar al viejo mirón.
Tan rápido como pudo, miró a derecha e izquierda para encontrar un lugar perfecto para esconderse. Tuvo la suerte de encontrar uno. A su derecha, había una librería, las estanterías del interior eran lugares perfectos para escapar de los perseguidores.
Jiraiya entró, actuando con normalidad como si nada hubiera pasado.
Saory dejó escapar un resoplido.
Ese viejo es tan pesado...
Las patrullas, vieron a Saory y le hicieron una pregunta.
─Señorita, ¿has visto por casualidad a un anciano de pelo blanco que pasaba por esta zona?─
Como niña que era, puso una cara honesta e inocente para convencer a los oficiales.
─¡Sí, oficial!─ Incluso cambió el tono de su voz: urgente y lleno de convicción, pero aún así muy educado. ─¡Entró en esta librería!─ Dirigió su mirada hacia el lugar.
Una chica como ella, no podía estar mintiendo.
Los oficiales entraron de inmediato en dicho local, siguiendo los bramidos de frustración del viejo pervertido que había dentro.
Saory resopló mientras sacudía la cabeza. ─Te lo mereces, baaaaka─
¿Cómo podía ser tan vergonzosa una persona que llevaba un nombre respetable? Ahora se mostraba escéptica de que todos sus gallardos honores en las guerras pasadas fueran verdaderos, algo que podía tachar de historias falsas e inventadas. Siempre se iba de aquí para allá, y luego aparecía de la nada para llevar a cabo sus corruptas formas de espiar a las mujeres.
Sin embargo, recordó, Jiraiya le había dicho antes que viajaba constantemente de un lado a otro no sólo para reunir información para sus "libros", si no que viajaba buscando a una persona, alguien que se convertiría en un revolucionario que traería paz, o, que traería dolor y sufrimiento al mundo. Para cumplir esta profecía, Jiraiya dejó Konoha, ahora viajando continuamente.
Ella no lo entendía del todo... Quizás... ¿es demasiado joven para hacerlo?
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