➹ Cap. 8
📌 Europa del Este
Durante varios años, Nicolette y Kol recorrieron Europa del Este, dejando un rastro de caos y muerte a su paso. Sus acciones hicieron que los originales se convirtieran en una leyenda temida, conocidos por su brutalidad y el sinfín de criaturas que engendraban.
Los vampiros que creaban pronto se convirtieron en una plaga, esparciendo el terror y la destrucción en su camino. Para Kol, aquello no era más que un juego; disfrutaba viendo cómo sus criaturas descontroladas devastaban pueblos enteros solo por diversión.
Para evitar la molestia de cazar personalmente, Kol obligó a algunos vampiros de su línea a servirle, encargándoles la tarea de traerle humanos cuando no tenía ganas de buscar sus propias presas.
Nicolette no era muy diferente. Sus asechanzas habían sembrado el miedo en toda Europa, y su nombre era susurrado con terror entre los mortales. Ella y Kol formaban un dúo letal, disfrutando del caos que desataban, sin preocuparse por las consecuencias de sus actos.
Los dos originales se habían convertido en un tema recurrente entre los seres sobrenaturales. Su reputación los precedía, y muchos los consideraban los más despiadados de su linaje. No era una exageración ni un rumor infundado; ellos mismos se aseguraban de demostrarlo con cada acto de violencia y destrucción.
Tras su partida del Castillo de Martel, Nicolette había cambiado. Algo en ella se había quebrado, aunque se negaba a reconocerlo. Dejar atrás a Lucien le había afectado más de lo que quería admitir. Lo había amado de verdad, y tratar de olvidarlo se le hacía casi imposible.
El simple pensamiento de que él podía haber muerto de vejez, o peor aún, en algún accidente mientras seguía siendo esclavo de los Martel, la atormentaba en silencio. Pero jamás lo decía en voz alta. Mostrar vulnerabilidad frente a sus hermanos era un lujo que no podía permitirse.
Incluso con su humanidad reducida al mínimo, recordar a Lucien era lo único que mantenía su mente en equilibrio. Sin él, su existencia se sentía como un caos sin sentido.
Ser inmortal tenía sus ventajas, pero también sus condenas, y Nicolette estaba experimentando la peor parte. Saber que no podía morir, que estaba atrapada en la eternidad sin escape, le provocaba una frustración constante. Por momentos, el peso de su propia inmortalidad se volvía insoportable.
[...]
Kol dejó caer el cuerpo inerte de la joven al suelo sin el menor remordimiento, habiendo drenado hasta la última gota de su sangre.
─ Si Elijah nos viera así, diría que somos unos completos salvajes ─ comentó Nicolette con burla, cruzándose de brazos mientras observaba a su hermano.
Aquella era precisamente la razón por la que ambos se habían separado del resto de los originales. Pasar tiempo con ellos solo traía conflictos, especialmente porque desaprobaban su forma de alimentarse. Siempre con su moralidad desgastante, queriendo que fueran más discretos, más cuidadosos. Pero Nicolette y Kol no veían el punto de contenerse.
Kol soltó una carcajada al escucharla.
─ Típico de nuestro hermano. Para él, nosotros siempre somos los malos ─ dijo con una sonrisa mientras tomaba asiento.
Nicolette rodó los ojos. En el fondo, sabía que Elijah tenía razón.
─ En realidad, lo somos ─ admitió encogiéndose de hombros.
La última vez que había visto a Elijah, él se había enfurecido con ella por haber masacrado un pueblo entero. No solo la había reprendido, sino que también se había preocupado de que semejante acto atrajera la atención de Mikael.
Sin embargo, Nicolette sabía cómo calmar a su hermano cuando era necesario. Solo bastaba con fingir remordimiento, insinuar que quería redimirse o, mejor aún, recordarle el juramento que habían hecho antes de huir del Nuevo Mundo. Elijah quería creer en ella, en su familia, y eso era algo que Nicolette podía usar a su favor cuando le convenía.
En ese momento, un recuerdo cruzó la mente de Nicolette: la promesa que había hecho con dos de sus hermanos hacía tantos años.
Instintivamente, dirigió su mirada hacia Kol. Según lo que había visto en el programa, él nunca se sintió realmente parte del “Siempre y para siempre” que Elijah, Klaus y Rebekah defendían con tanta devoción.
Kol frunció el ceño al notar la forma en que su hermana lo observaba fijamente.
─ ¿Qué? ─ preguntó con cierta incomodidad.
A pesar de ser feroz y despiadado, Kol no podía negar que a veces le inquietaba la manera en que Nicolette lo miraba, sin parpadear, como si estuviera leyendo cada uno de sus pensamientos.
Desde que habían huido de Francia, su vínculo se había fortalecido. Se entendían en un nivel que los demás no podían. Ella compartía su frustración por haber perdido la magia, y él comprendía su resentimiento por tener su lado lobuno sellado por su madre.
Nicolette rompió el silencio.
─ Hace muchos años, Elijah, Rebekah y yo hicimos un juramento ─ dijo con voz tranquila, sacándolo de sus pensamientos.
Kol bufó y rodó los ojos.
─ El famoso Siempre y para siempre ─ murmuró con desinterés.
Nicolette asintió con la cabeza.
─ Sí. Prometimos cuidarnos mutuamente y elegirnos sobre todos los demás ─ explicó mientras tomaba un vaso de sangre y bebía un sorbo.
Kol alzó una ceja, sin entender a dónde quería llegar con todo aquello.
─ ¿Y? ─ preguntó con escepticismo.
Ella lo observó en silencio por unos largos segundos antes de hablar.
─ Quiero que tú también te sientas parte de ese juramento, Kol.
El vampiro se atragantó con su propia saliva.
─ ¿Qué? ─ exclamó Kol, mirándola sorprendido ─ creí que desde hace tiempo ya formaba parte de esa promesa.
Nicolette soltó una risa mientras asentía de nuevo.
─ Lo eres ─ confirmó ─ solo quiero hacerlo oficial, como con Elijah y Rebekah.
En ese instante, Kol comprendió a dónde quería llegar Nicolette. La propuesta lo tomó por sorpresa, pero, por alguna razón, no le desagradaba.
─ ¿Siempre y para siempre? ─ repitió ella, extendiendo su mano hacia él, esperando su respuesta.
Kol la miró por un momento, evaluando la situación. Luego, con una leve sonrisa, colocó su mano sobre la de su hermana.
─ Siempre y para siempre ─ juró él, mirándola a los ojos.
Una sonrisa entusiasta se dibujó en el rostro de Nicolette al escucharlo.
─ ¡Bien! ─ exclamó con emoción ─ ¡ahora vamos a cazar!
Sin esperar respuesta, la original se giró y comenzó a caminar con decisión.
Kol soltó una carcajada y la siguió de inmediato. Después de todo, ¿qué mejor manera de sellar un juramento que con un poco de caos y sangre?
[...]
Nicolette observó con satisfacción cómo el último humano que había dejado con vida comenzaba a sanar tras beber su sangre. El resto de sus víctimas yacían sin vida a su alrededor, pero a él lo había perdonado… por ahora.
Kol, por su parte, se limpió la boca con la manga de su ropa tras terminar su festín. Luego, miró a su hermana con curiosidad y cierto escepticismo.
Habían salido a cazar a un pueblo cercano, un sitio donde estaban quedándose temporalmente, y aunque matar humanos era parte de la rutina, Nicolette parecía haber hecho una excepción con uno de ellos.
─ ¿Y por qué no lo matas? ─ preguntó Kol, señalando al hombre que permanecía de pie, aún bajo la influencia de la hipnosis.
─ Es lindo ─ murmuró Nicolette con desinterés, examinándolo de cerca.
Kol arqueó una ceja y luego frunció el ceño.
─ No me digas que lo quieres como amante, por favor ─se quejó, cruzándose de brazos.
Nicolette se rió y asintió con la cabeza.
─ Es bonito, no puedo matarlo ─ dijo con indiferencia.
Kol soltó un suspiro de fastidio y, sin pensarlo demasiado, se movió con rapidez. Antes de que Nicolette pudiera reaccionar, le rompió el cuello al humano con un chasquido seco.
─ Problema resuelto ─ anunció con una sonrisa satisfecha.
Nicolette gruñó, fulminándolo con la mirada.
─ ¡Kol! ─ se quejó Nicolette ─ le di mi sangre para curarlo. Ahora lo vas a aguantar hasta que me aburra.
Kol resopló con irritación. La idea de un intruso en su dinámica con su hermana no le agradaba en absoluto, y menos si era un amante.
─ Pues tendrás que matarlo ─ soltó él.
─ No lo haré ─ respondió Nicolette con firmeza.
Kol chasqueó la lengua con molestia.
─ Será una molestia y lo sabes. Tendrás que enseñarle a cazar, mantenerlo encerrado todo el día para que no se convierta en polvo bajo el sol… Es un maldito problema y una pérdida de tiempo ─ dijo Kol, mirándola.
Nicolette bajó la mirada hacia el suelo, donde el hombre yacía inmóvil. Luego, volvió a mirar a su hermano.
─ Ya hemos convertido a otros. No habrá problema con él ─ insistió, convencida.
─ Los otros son diferentes ─ replicó Kol.
─ ¿Por qué?
─ Porque sí ─ respondió Kol con exasperación ─ mátalo cuando despierte.
Nicolette lo observó con atención. Su actitud era extraña. Kol no solía reaccionar de esa manera por algo tan insignificante. Entonces, una idea cruzó su mente, pero de inmediato la descartó… No podía ser, ¿o sí?
─ ¿Estás celoso? ─ preguntó con una sonrisa burlona. Sabía lo celoso que podía llegar a ser su hermano.
Kol la miró fijamente, su expresión endureciéndose. Sin decir una palabra, gruñó y, en un arrebato de furia, arrancó un trozo de madera del suelo y lo clavó con fuerza en el corazón del humano antes de que pudiera despertar de su transición.
─ Asunto resuelto ─ soltó con frialdad antes de darse la vuelta y alejarse del lugar.
Nicolette se quedó inmóvil, sorprendida. En ese momento, lo comprendió: Kol no solo estaba molesto por la presencia del humano… estaba celoso. Quizás temía que ella dejará de prestarle atención, que alguien más se interpusiera entre ellos.
Una sonrisa divertida se dibujó en su rostro. Quizás, después de todo, su hermano no era tan indiferente como le gustaba aparentar.
¡CAPÍTULO 8!
¿Qué les pareció el nuevo capítulo?
¡NICOLETTE HIZO EL JURAMENTO CON KOL!
Kol y Elijah celosos serán
un jodido dolor de cabeza para Nicolette.
[ CAPÍTULO EDITADO Y CORREGIDO ]
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