➹ Cap. 6

Con el paso de los meses, los hermanos Mikaelson, conocidos en el castillo de Martel como los Guise, finalmente se habían asentado. A pesar de ser vampiros, hacían todo lo posible por vivir como humanos, al menos cuando era necesario para pasar desapercibidos. Adaptarse a esa vida, sin recurrir a su verdadera naturaleza, era un desafío constante, pero se habían acostumbrado a las rutinas diarias que les permitían mantener el control.

Nicolette, en su particular estilo, había jugado un papel crucial en asegurar su estancia en el castillo. Usó su habilidad de hipnosis para manipular al Conde Martel, asegurándose de que no hiciera preguntas incómodas ni sospechara nada fuera de lo común. Nadie más en la familia sabía de la hipnosis; para ellos, todo parecía transcurrir con normalidad.

Aunque en la superficie todo parecía ir bien, las tensiones aumentaban durante las cacerías de Kol y Nicolette. Ambos tenían una naturaleza salvaje, y no era raro que las cacerías se volvieran más violentas de lo que la situación requería. Afortunadamente, hasta ahora, no habían sido descubiertos, pero el peligro de ser atrapados siempre acechaba en el aire, como una sombra constante que los obligaba a mantener sus guardias altas.

Una tarde, mientras Nicolette se encontraba sola, perdida en sus pensamientos, la voz de Lucien la sacó de su ensimismamiento.

─ ¿En qué piensas? ─ preguntó, su tono suave pero lleno de una curiosidad que ella no podía ignorar.

Nicolette lo miró, notando la ligera preocupación en sus ojos, aunque intentaba disimularlo con una sonrisa. En ese momento, se dio cuenta de que había estado pensando demasiado en lo que podría suceder si las cosas no seguían como planeaban.

Con el paso de los meses, había desarrollado una cercanía con Lucien que no había anticipado. Su relación había crecido de manera inesperada, algo que, en principio, había intentado evitar. Sin embargo, el destino tenía otros planes para ella. Lucien había llegado a ser más que solo un compañero de estancia; se había convertido en alguien con quien compartía momentos, pensamientos y, a veces, inquietudes.

Elijah, siempre cauteloso y protector, le había advertido sobre lo arriesgado que era involucrarse con alguien como Lucien, pero Nicolette, al principio reacia, había ignorado sus palabras. Al final, hizo lo que sentía. Vivir una vida completamente diferente a la que conocía, con una identidad que no le pertenecía, había sido un desafío inmenso. Y a pesar de todo, los recuerdos de su vida pasada seguían apareciendo de vez en cuando, como fantasmas en su mente, dificultando aún más la adaptación.

La vida en el castillo de Martel no era tan sencilla como había pensado al principio. La constante tensión de tener que ocultar su verdadera naturaleza, las interacciones diarias con los humanos, y la vigilancia continua hacían que todo pareciera un juego peligroso. Y, aunque trataba de convencerse de que todo saldría bien, la incertidumbre seguía pesando en su pecho.

─ Pensaba en dónde iremos mis hermanos y yo después de aquí ─ comentó Nicolette, su voz suave pero cargada de una melancolía que no pudo ocultar. Sus ojos se encontraron con los de Lucien, y por un momento, la preocupación se reflejó en su mirada.

Lucien frunció ligeramente el ceño, desconcertado por sus palabras. El tono de Nicolette no pasó desapercibido para él, y una sombra de preocupación se instaló en su rostro.

─ ¿Irse? ─ replicó, su voz cargada de incredulidad ─ pero nadie sospecha nada de ustedes aquí, ¿por qué irse?

Nicolette suspiró, alejando sus pensamientos de las dudas que la asaltaban. Sabía que Lucien no entendía del todo la situación. Para él, todo parecía ir bien, pero para ella, la permanencia en el castillo era cada vez más peligrosa. Había algo en su interior que le decía que no podrían quedarse mucho tiempo.

Nicolette sonrió de lado al escuchar la reacción de Lucien. Había algo en su expresión que la hacía sentir una mezcla de satisfacción y tristeza, como si esa conversación fuera un recordatorio de lo efímero que podría ser todo lo que había construido en ese lugar.

─ Ya lo sé, pero no estaremos aquí para siempre. Cuando Mikael empiece a sospechar de nosotros, debemos irnos para evitar que nos encuentre ─ murmuró Nicolette, su tono grave y lleno de una preocupación que no podía esconder. No era algo que quisiera discutir con cualquiera, pero Lucien, por alguna razón, siempre se había ganado su confianza. Aunque el futuro seguía siendo incierto, ella sabía que tendrían que moverse en algún momento.

A pesar de lo arriesgado que era compartir esos detalles, Nicolette había decidido contarle a Lucien algo sobre Mikael, el hombre que en el futuro sería su principal enemigo. Sabía que el humano no diría una palabra a nadie, pero incluso a ella le costaba pensar en ese futuro oscuro que se avecinaba. Mikael era una amenaza, y aunque en ese momento estuviera tranquila en el castillo, la realidad era que su situación podía cambiar en cualquier momento.

Lucien la miró en silencio durante unos segundos, sus ojos reflejando una mezcla de duda y desconfianza. La revelación de Nicolette lo había dejado inquieto, y no era difícil entender por qué. La idea de que los Mikaelson, o los "Guise", como se hacían llamar ahora, pudieran irse del lugar no era algo que Lucien viera con buenos ojos. Había algo en su interior que lo hacía rechazar esa idea, pero no sabía exactamente qué era.

─ ¿No hay alguna otra forma de evitar eso? ─ insistió, su tono lleno de frustración ─ quiero decir, no pueden huir de él para siempre. ¿No hay algún modo de enfrentarse a eso, de hacerle frente?

Nicolette lo miró por un momento, su expresión enigmática, como si estuviera evaluando sus propias emociones antes de responder. Finalmente, dejó escapar un suspiro, encogiéndose de hombros con una indiferencia calculada.

─ Mikael me quiere solo a mí. Si me encuentra, probablemente me mataría, ya que no soy su hija. A los demás no creo que les haga nada ─ explicó Nicolette, sin darle mucha importancia a la amenaza. Había algo en su tono que indicaba que había aceptado esa posibilidad, como si la muerte fuera una solución sencilla frente a las complicaciones de seguir huyendo.

Aunque sus palabras eran frías, en su mente había un conflicto mucho más profundo. En el fondo, Nicolette se debatía entre la resignación y la esperanza, entre la aceptación de su destino y el deseo de seguir luchando. La idea de ser perseguida por Mikael era aterradora, pero a veces, la desesperación la empujaba a pensar que tal vez terminar con todo sería una forma de liberarse. Por otro lado, había algo en su interior que la mantenía viva, que la instaba a seguir luchando, aunque no tuviera claro por qué.

Un sentimiento de admiración por Klaus, comenzó a crecer en ella. Él había pasado por tanto, y aún así había logrado sobrevivir. Si él pudo enfrentarse a todo lo que la vida le había lanzado, ella también podría. O al menos lo intentaría.

Lucien la observó, su rostro reflejando una mezcla de comprensión y preocupación. Sabía que Nicolette estaba lidiando con sus propios demonios, pero la idea de que pensará en la muerte tan abiertamente lo inquietaba.

─ No deberías pensar en eso, Nicolette. Hay más por lo que luchar. No te rindas tan fácilmente ─ dijo, su voz suave pero firme. No quería que ella se dejará consumir por sus propios pensamientos oscuros.

Nicolette le dedicó una mirada rápida, pero no dijo nada. En su corazón sabía que Lucien tenía razón, aunque sus dudas seguían pesando en su mente. ¿Qué tan largo podría ser su camino? ¿Cuánto tiempo podría seguir huyendo? Pero por ahora, esa incertidumbre quedaba a un lado. Tenía algo más importante en mente: sobrevivir, al menos un poco más

Nicolette se cruzó de brazos, una sonrisa burlona se dibujó en su rostro al escuchar las palabras de Lucien.

─ ¿Te preocupa mi vida? ─ preguntó con tono despectivo, la sonrisa apenas se desvaneció mientras lo miraba ─ vaya, Lucien, no sabía que me querías tanto.

Aunque su voz era cargada de sarcasmo, Nicolette sentía una contradicción interna. La verdad era que, de alguna manera, Lucien sí le importaba. Podía burlarse de él, intentar minimizarlo, pero en el fondo sabía que él ocupaba un lugar en su vida, aunque fuera un lugar oscuro y complicado. Su corazón, acostumbrado a la frialdad y el distanciamiento, no estaba preparado para reconocer que se preocupaba por alguien, especialmente por un humano. Pero ahí estaba, un sentimiento débil pero persistente.

Lucien, por otro lado, no se dejó intimidar por la burla de Nicolette. De hecho, la ignoró completamente. Había algo en su interior que lo impulsaba a actuar, aunque todo su ser le advertía sobre el riesgo de acercarse demasiado a la original. No podía explicarlo, pero no quería verla desaparecer, no de esa manera. Aunque no lo admitiera, ella había comenzado a significar algo para él.

─ No quiero que mueras ─ susurró Lucien, su voz suave pero llena de sinceridad. Su mirada fija en ella mientras se acercaba, sin importarle que alguien pudiera verlos tan cerca. Sabía que arriesgaba mucho al hacer esto, sobre todo porque Tristán lo observaba constantemente. Sin embargo, algo lo empujaba a actuar sin temor, sin pensar demasiado en las consecuencias.

Con una valentía que no sabía que poseía, Lucien tomó con sus manos la cintura de Nicolette, acercándola más a él. La reacción de la original fue inmediata. Aunque se mantenía fría por fuera, una chispa de sorpresa recorrió su cuerpo. Nicolette lo miró fijamente, con una expresión que no podía esconder la confusión y la inquietud que sentía en su interior. Lucien le alteraba de una manera que no podía comprender completamente.

A pesar de su apariencia inexperta, Nicolette seguía siendo una joven con el corazón lleno de emociones no resueltas. Aunque estaba atrapada en el cuerpo de alguien que ya vivía con siglos de historia, seguía siendo vulnerable en ciertos aspectos, especialmente cuando se trataba de sentimientos no deseados. Lucien, aunque humano, despertaba algo en ella que preferiría ignorar, pero no podía.

Lucien era atractivo. Recordó los momentos cuando lo vio en The Originals, con su cabello corto, su porte confiado... en esa época, él era simplemente irresistible. Pero incluso con el cabello largo, en está época actual, Lucien no dejaba de ser atractivo. Había algo en él que la atraía sin remedio, algo que no podía simplemente negar.

Al darse cuenta de lo que estaba sintiendo, un torrente de miedo la invadió. Por primera vez en mucho tiempo, Nicolette experimentó un tipo de temor que no entendía. Temía sus propios sentimientos. ¿Qué significaba todo esto? ¿Cómo podía alguien como ella, comenzar a sentirse vulnerable de esa manera? La idea de permitir que esos sentimientos crecieran era aterradora, pero, al mismo tiempo, no podía evitarlo.

Por primera vez, la poderosa original se sintió perdida, dudando de sí misma, y eso la aterraba.

Oh, no. Fue lo único que Nicolette logró pensar con claridad antes de que Lucien la besara.

No era el primer beso entre ellos. De hecho, su relación había comenzado de una manera inesperada. Un mes después de conocerse, Nicolette lo había tenido como una especie de "bolsa de sangre personal", utilizándolo para saciar su sed sin pensarlo mucho. Pero con el tiempo, las cosas cambiaron. Empezaron a hablar más, a compartir pensamientos, y lo que comenzó como un simple acuerdo de supervivencia se transformó en algo más profundo. No era solo sobre sangre; ahora era también sobre emociones, sobre una conexión que ninguno de los dos esperaba. Pronto, su relación se había vuelto secreta, oculta de los ojos de los demás.

La única que sabía de ello era Rebekah, porque Nicolette no pudo evitar contárselo. Rebekah, como siempre, había mantenido su secreto, sin hacer preguntas ni emitir juicios. Sin embargo, los demás Mikaelson no eran tan ingenuos. Sospechaban algo, pero no tenían pruebas definitivas. Nicolette sabía que sus hermanos estaban alertas, pero se sentía tranquila al menos por el momento.

Elijah y Kol, sin embargo, estaban lejos de estar tranquilos con la situación. De hecho, eran los más disgustados. Kol, siempre impulsivo y a menudo destructivo, casi había matado a Lucien en varias ocasiones. Desde el principio, el humano no le había agradado, y la idea de que estuviera involucrado con su hermana solo aumentaba su desprecio. Si dependiera de él, Lucien ya no existiría en éste mundo. Elijah, por otro lado, no tenía nada en contra de Lucien como persona. Sin embargo, algo en su instinto le decía que había algo más detrás de esa relación, algo que no podía dejar pasar por alto. Sabía que Lucien estaba demasiado cerca de su hermana, y eso lo incomodaba profundamente.

A pesar de todo eso, Nicolette había seguido adelante con sus sentimientos, desafiando las advertencias de sus hermanos, ignorando la constante presión de mantener su relación oculta. Pero en momentos como éste, cuando Lucien la besaba con tanta urgencia, una parte de ella se sentía culpable por no haber escuchado esas advertencias. Sin embargo, la atracción era innegable, y en esos momentos, todo lo demás parecía desaparecer.

[...]

─ ¿Sales con él, cierto? ─ preguntó Elijah, su tono grave resonando en el aire una vez que estuvieron en un lugar más privado, alejados de las miradas curiosas.

Nicolette lo miró con una falsa confusión, intentando desviar la conversación.

─ No sé de qué hablas ─ respondió con una sonrisa tensa, procurando mantener la calma para evitar que su hermano hiciera más preguntas.

Trató de irse, pero Elijah fue más rápido, sujetándola firmemente del brazo.

─ Nicolette ─ gruñó él, dejando en claro que no iba a dejarlo pasar tan fácilmente ─ te vi con él, te besaste con Lucien. ¿Te das cuenta de lo que pudo haber pasado si hubiese sido Tristán quién los viera? ─ Su voz sonó baja, pero cargada de preocupación.

Elijah estaba visiblemente alterado por la situación. Había notado la creciente cercanía entre su hermana y Lucien, y se preocupaba por las repercusiones que eso podría tener. Sabía lo peligrosa que podía ser la situación, sobre todo con Tristán, que nunca aceptaría que alguien como Lucien se acercara a Nicolette.

Nicolette, por su parte, no soportaba la presión y le respondió con tono indiferente.

─ Si ya lo sabes, entonces no preguntes, Elijah ─ replicó, encogiéndose de hombros ─ además, nadie lo sabrá, y por favor, evita decírselo a Kol. No quiero que nuestro hermano le haga algo a Lucien.

Elijah se quedó mirándola, su expresión empeorando al ver la seriedad con la que Nicolette hablaba.

─ ¿Te preocupas tanto por el humano? ─ preguntó, frunciendo el ceño con una mezcla de incredulidad y desconfianza.

Nicolette desvió la mirada hacia el suelo, sintiendo el peso de sus palabras. No podía mirarlo directamente, no podía enfrentar la verdad en sus ojos.

─ Solo un poco ─ murmuró, casi sin fuerzas, como si lo estuviera confesando a sí misma más que a él.

Elijah apretó los dientes, frustrado. Su hermana no solo había cruzado una línea con un humano, sino que parecía estar perdiendo el control sobre lo que sentía por él. La ira y la preocupación llenaron su pecho al darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Sabía que no estaba en sus planes, ni en los de ninguno de los Mikaelson, que ella se enredara emocionalmente con alguien como Lucien.

─ Esto no está bien, Nicolette ─ gruñó, más para sí mismo que para ella. Pero Nicolette no dijo nada, ya no había nada que pudiera decir. Sabía que, por más que su hermano intentará protegerla, no podía detener lo que ya había comenzado a suceder.

¡CAPÍTULO 6!

Hola, aquí les dejo un nuevo capítulo después de tanto tiempo sin actualizar está historia.

¡Nicolette no te enamores del enemigo!

Kol cuando se entere de que su hermana Nicolette anda con Lucien: meto cuchillo saco tripas.

[ CAPÍTULO EDITADO Y CORREGIDO ]

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