✧05. Blood For Blood

"ESTÁBAMOS CORROMPIDOS, PERO ESTAR JUNTOS NOS MANTENÍA A SALVÓ. POR LO QUE SI TOCAN A ALGUNO TENDRÁN UN COMPLETO CAOS"

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CAPÍTULO CINCO

SANGRE POR SANGRE

10 DE AGOSTO DE 1994

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DESDE QUE SIRIUS BLACK ESCAPÓ DE AZKABAN, LA SEGURIDAD HABÍA AUMENTADO MÁXIMO SIENDO VIGILADOS LOS PRISIONEROS CONSTANTEMENTE POR LOS DE SEGURIDAD DEL LUGAR, EVITANDO QUE NINGÚN OTRO PUDIERA ESCAPAR. Los cuatro jóvenes les fue raro que Sirius hubiera escapado de un día para otro, ellos sabían que no lo haría por ningún motivo a experiencion de algo importante. Aún así, entendían su motivo del por qué lo había hecho, sentían demasiados celos de que su escape fuera provocando por la angustia de saber que casi perdía a su querido ahijado, Harry Potter. El cuál era su persona menos favorito del mundo a excepción de Montgomery, el cuál detestaban igual que a Harry. Esa mañana todo parecía estar tranquilo en Azkaban, lo cuál lo era de extrañarse para ellos puesto que en los últimos meses todo era más tranquilo y silencioso desde que su papá Sirius no estaba. Pero eso no era lo único que había cambiado en los meses, ya que, Dorian Montgomery los golpeaba, ahogaba, incluso los torturaba más de lo acostumbrado. El era la única persona del mundo que sabía cómo dañarlos, pero sin alcanzar a corromperlos por completo, con el paso del tiempo se fueron acostumbrando a sus maltratos. Odiaban cuando venía a visitarlos, sabían que no pararía hasta dejarlos todos cubiertos de sangre.

Ambas chicas se habían convertido en una réplica de sus madres tanto físico como mentalmente, en cambió los chicos se habían convertido en la viva imagen de sus padres. Uno de los prisioneros se había encargado de ellos desde que Sirius ya no estaba, pero no era el único que se había encargado de ellos ya que varios prisioneros a través de los barrotes de las celdas lograban ver a los chicos, enseñándoles algunos hechizos oscuros que sabían. Los que más se encargaban de ellos eran Bellatrix y un hombre que desconocían, estos influyeron en los cuatro jóvenes durante los últimos meses ayudándoles con sus poderes y que pudieran saber más sobre el mundo mágico.

La oscuridad era envuelta por el lugar en el cual se podrían escuchar a través de sus paredes los lamentos combinados con las risas psicópatas de los prisioneros logran hacer que fuera el mejor lugar para poder perder la poca cordura de aquellos que fueron corrompidos, la palabra "horror" era lo primero que se les venía a la gente cuando pensaban en Azkaban, tal vez era la palabra para describir aquello "bueno" que estaba en lo más recóndito de este, sin embargo eso bueno se estaba tornando en algo oscuro pues a pesar de ser su tercera reencarnación la vida para ellos no era nada comparado a sus dos encarnaciones anteriores, aunque las personas supieran que eran las encarnaciones de los cuatro grandes magos que ha tenido la historia los hubieran tratado un poco mejor, pero eso ya no importaba nada cambiaría al respecto.

—Por qué tardan tanto las chicas, su castigo debió de haber terminado hace unos minutos. —mencionó Damián mientras caminaba por la pequeña celda. —De seguro el idiota de Montgomery las debe de estar torturando hasta el cansancio.

—Cálmate Damián, o vas a hacer que mi paciencia se acabe. —respondió Jack, acostado en el suelo mientras observaba el techo.

—¡¡Cómo quieres que me calmé!! —exclamó con enfado golpeando la pared de piedra. - Ese maldito, siempre que las está torturando les deja unas marcas peores que las de nosotros.

La celda se abrió dejando ver a ambas chicas llenas de golpes en sus brazos como en sus piernas al igual que uno u otro en la cara, rápidamente ambos chicos se acercaron a ellas.

—Mira cómo los dejó ese idiota de Montgomery. - decía tomando el rostro de Athena entre sus manos.

—No te preocupes estaremos bien en unas horas. —respondió Athena acariciando sus manos que estaban en su rostro.

- ¡¡No lo soporto, tengo que hacer algo ante ese maldito bastardo!! - gritó Damián, sus ojos habían cambiado a un tono amarillo intenso.

- ¿Cómo qué? Si hacemos algo van a separarnos Damián. - respondió Lyssa incrédula. Provocando una mueca en los labios de este.

- Ahs, odió esto. - mencionó Damián mientras ponía los ojos en blanco. Separándose de la joven Snow para recargarse en la pared fría. - Athena. - musitó el chico Lombrad, llamando la atención de esta, se colocó a un lado tomando sus manos de la chica con las suyas. - Te amo Athena... - susurró para que sólo ella pudiera oír.

Athena sintió como sus ojos se cristalizaron, abrazó a este sin importarle si los demás observaban esa escena escondiendo su rostro en el hombro de este, Damián aceptó con gusto su abrazo. Cerca de su oído de este, hablo.

- Perdóname. No puedo corresponderte...

Al escuchar aquellas palabras pudo sentir como algo dentro suyo se rompía sus pensamientos fueron interrumpidos, por un sollozo que salía de los labios de Athena, asintió, aunque está no pudo verlo, para luego susurrar en su oído. - Lo sé, pero está bien de todas formas, porque aún te amo.

- No, no lo estás. - corrigió Athena separándose poco de su amigo, poniéndose enfrente de éste. Damián observaba como su amiga tenía los ojos rojos y cristalinos.

- Estoy bien, Te amo a pesar de todo y lo seguiré haciendo. - siguió insistiendo, antes de poder decir algo más fue interrumpido.

- Algo no está bien... - Susurró Lyssa provocando la mirada de los presentes. Estos la observaron con confusión.

- ¿A qué te refieres Lyssa? - preguntó Jack con una ceja alzada, colocándose a su lado. Sabían que cada vez que Lyssa tenía un presentimiento algo no estaba bien, algo malo iba a pasar esa misma tarde.

- No lo sé ... - agregó mirando el suelo. - Pero algo va a pasar.

Unas horas después varios Aurores entraron, agarrando de la fuerza a ambas chicas por los brazos, mientras que los chicos solo veían aquella escena ya que se encontraban sujetados de los brazos contra la pared lo único que podrían hacer era gritar.

- ¡No! ¡No! ¡Se las lleven! - exclamó el chico de cabello castaño, se encontraba en la pared sujetado del cuello por uno de los Aurores, mientras que otro lo apuntaba en la cara con su varita.

- ¡Llévenme a mí! ¡Suelta a los malditos bastardos! - exclamó cayendo al suelo por un golpe por parte de un Auror. - ¡Maldita sea! - maldijo para sí mismo.

Había pasado algunas horas desde que la noche había caído y con ella la Copa de Quidditch. Durante la celebración de está, la marca tenebrosa apareció en el cielo provocando terror y sustos, está hizo que varios Aurores fueran mandados a la prisión de Azkaban en busca de la sobrina del Señor Tenebroso junto a los supuestos cómplices de esta. Aunque estos no supieran absolutamente nada sobre su regresó o de quién era, pero aun así eso no impidió que los Aurores más corruptos se divirtieran con ellos un poco.

- ¡¡A partir de ahora los cuatro estarán separados!! - gritó el hombre de cabellos oscuros. - Son unos bastardos debieron de haber muerto como lo hicieron sus padres, son la misma basura que ¡¡Ellos!! - exclamó enojado Montgomery observando a los cuatro jóvenes. - Si el ministro hubiera dado permiso cuando llegaron para poder matarlos con mis manos, en este momento no estaríamos pasando por esto.

- ¡Si no hemos hecho nada malo!

- La Marca tenebrosa fue mostrada al mundo mágico hace unas horas en ¡El Torneo de Quidditch! - exclamó acercándose a Athena. - ¡Habla ahora, niña tonta!

- ¡No sé nada, lo juró! - soltó, dos magos que estaban al frente de ella estaban dispuestos a conseguir información de cualquier manera. - ¡No lo conozco! ¡Y nunca lo he visto!

- ¡Mientes! - gritó abofeteando a la chica Snow, la cual llevó su mirada al suelo sintiendo su mejilla arder. Los chicos observaban aquella escena con tanta irá que surgía dentro de su ser. - ¡Ahora dime la verdad mocosa!

- ¡Déjenla! Ella ya les digo que no sabe nada. - dijo desesperada Lyssa mirando al Auror que siempre los molestaba. Este rodeó los ojos un poco fastidiados.

- ¡Déjala! ¡No la toques! ¡Juró que te mataré Montgomery! ¡Pagarás por todo lo que nos has hecho!

El hombre Montgomery soltó una risa un tanto hipócrita por más palabras de Damián.

- ¿Me vas a matar? ¿A mí? Por favor. - comentó con burla. - ¿De la misma manera de que tú madre asesinó a mi esposa, su hermana!? ¿Que podría hacer una basura como tú? No me hagas reír.

- Voy a matarte, grábate claramente mis palabras y acabaré contigo. - Montgomery observó a Jack, para después sonreír. - Lleven se las, pero antes de darles un castigo, torturarlas será más que suficiente para ambas.

La joven castaña como pudo deshacerse del amarre de los Aurores, siendo libre de estos, abrió su mano en donde una llamada de fuego saliera en forma bola, lanzandolo a ambos Aurores que sostenían a Athena, al hacerlo estos dos gritaban de dolor provocando que el fuego les causará quemaduras de tercer grado. Las llamas casi fueron apagadas por unos cuantos hechizos que lanzaban otros dos Aurores pero aun así estás no se apagaban era como si el fuego fuera inmune a sus hechizos, pero antes de hacerles lo mismo recibió un golpe en la cabeza dejándola inconsciente. Montgomery quedó sorprendido ante aquella escena, no sabía lo que ellos podrían hacer.

-¡Lyssa, No! - gritó Athena al ver cómo caía al suelo gracias al golpe. Nuevamente fue sujetada.

-¡Eres un hijo de perra! - Ambos chicos respondieron al mismo tiempo observando al de hombre con sus ojos azules y grises, sus miradas se dirigieron hacia las chicas, estaban siendo arrastradas de los brazos por algunos de los Aurores, mientras la joven Athena pataleaba para que pudiera soltarla sus intentos eran fallidos

-No se preocupen después seguirán ustedes. - declaró Damián colocando sus manos en el cuello de este, haciendo que su agarré fuera más fuerte sintiendo como bajaba lentamente su pulso. - Voy a amarte. - exclamó haciendo que sus ojos se convirtieran en tormenta, se notaba que sus ojos se convierten en tormentas y estaba cada segundo más enojado. - Y no es una amenaza.

-Lo dudo mucho. - soltó Montgomery pegado a la pared, sentía su respiración cada vez más débil. - Sabes tú padre si tenía las suficientes agallas de asesinarme, mientras que tú no... así que muévete mocoso. -exclamó el Auror intentando tocar al chico Lombrad pero al hacerlo fue expulsado por un rayo, causándole una quemadura en su cuerpo. - ¿Qué mierda fue eso? - preguntó sorprendido con algo de asustó. -¡Son iguales a sus padres!

-Si es necesario que lo seamos, para que nos tomen en serio, entonces en este momento seré tu mayor temor, ahora dime ¿Qué se siente tener miedo ahora eh? - preguntó con una sonrisa en su labios, Damián al ver el temor de aquel hombre que los atormento lo hacía sentir bien.

-¡Nos tomen en serio, lo vamos a hacer entonces! -grito Jack, en sus puños una energía azul eléctrica salía a punto de explotar.

-Podemos tener un trató mocoso. - dijo el hombre provocando una mirada en ambos chicos.

-Tu que dices Jack, aceptamos un trató con esta escoria de basura.

-No claro que no Damián. - Decía con una sonrisa divertida. - hay que hacer que pague por todo. - Hay que hacer que pagué por lo de hoy.

- Oh, no que mal. - Apretando aún más su agarré. -Tu final llegó gracias a qué tocaste a mi querida Athena y que te quede claro que nadie la toca.

-Veremos cuántas agallas tienes. - Escupió sus palabras lo más que pudo, ya que no tenía suficiente aire en los pulmones por el agarré.

-Ya no soy aquel niño de ¡ANTES! Montgomery. - decía con una sonrisa victoriosa. - Ahora seré yo seré el que te castigue y seré tu ¡¡pesadilla!! ... tu ¡MALDITA PESADILLA POR EL RESTO DE LA VIDA!

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