❝SOLO ÉRAMOS UNOS NIÑOS,  INCAPAZ DE  HACER DESTRUCCIÓN❞

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CAPÍTULO DOS

INFANCIA PERDIDA

27 DE MAYO DE 1986

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EL CIELO ESTABA DESPEJADO LO QUE PARECÍA SERIA UN HERMOSO DIA EN EL ORFANATORIO, CUANDO SUCEDIÓ AQUELLO QUE LES CAMBIARIA SUS VIDAS PARA SIEMPRE. Esa mañana del 27 de mayo, se cumplían 6 años desde el nacimiento de los cuatro niños como también la caída del Señor Tenebroso, las personas celebraron por todas las calles de Inglaterra el derrocamiento de este, siendo totalmente olvidado a lo largo de estos años como todo el miedo que alguna vez ejerció durante su reinado oscuro. Las personas del mundo mágico al escuchar los rumores de que este había sido vencido por un pequeño niño, (el cual hizo que su hechizo revotara por el sacrificio de su madre activando un cantamiento antiguo), no podrían creerlo al inicio, ya que muchos no creyeron que algo así podría pasar que era una clase de broma, pero la verdad era que todo eso era cierto. Por lo que la profecía de cuatro jóvenes que llegarían se volvió solo un rumor que termino en el olvido de todos, algunos pocos  con el paso del tiempo la contaran de una forma tan exagerada como errónea hasta el punto de ser increíblemente tontas. 

Los niños de ahora 6 años de edad habían crecido de una manera tan perfecta para su corta edad, pues estos tenían ligeros facciones de su familia paterna pese que estaban siendo controlada por su esencia materna, nadie que no tuviera sangre Lombrad, Grellert, Snow y Lexigton pudiera poseer una belleza inigualable en cambio su inteligencia era parte de sus padres, se podría decir que hacían honor a sus apellidos. Pese a ser los niños mas perfectos del orfanatorio su vida no se volvió fácil y menos lo era cuando en los últimos días en que ninguna pareja deseaba adoptarlos, no había nadie que los llegara a amar. Ese misma día en la tarde parecía estar tranquila, cuando sucedió lo que para muchos podría solo ser un mal sueño o pesadilla, pero para ellos cuatro solo el inicio de su historia.

–Lyssa, ¿Te gustaría venir a jugar con nosotros? —preguntó un niño de cabellos rizados.

–Gracias Jones, pero estaré jugando aquí con mis muñecas. –respondió con una sonrisa, aquel niño le devolvió el gesto dándose la vuelta yéndose.

Jones logró ser el único amigo que de Lyssa, pues a pesar de todo lo que decían sobre ella Jones no le importó y siguió siendo su único amigo, hasta que ella conoció a Jack y Damián, quienes un día la defendieron de unos niños más grandes que ellos. Aquellos niños más grandes le llegaban a pegar por todo el cuerpo, quedando a veces sangrando con la escusa de simplemente por ser diferente llamándola ''Monstruo'' o ''Rara'' acompañado de pintura por todo escrito ya fuera en los juguetes que solía usar o en las sábanas de su cama, pues poseía unos ojos de un color escarlata pero sobre todo las personas que estaban al rededor decían que cosas extrañas pasaban al estar alrededor de ella; un día estaba jugando como de costumbre cuando sintió sus manos calentarse quemando su muñeca, desde ese entonces la empezaron a molestar.

En cuanto a Damián y Jack se encontraban en el patio jugando con una pelota, ambos se volvieron mejores amigos en las últimas semanas gracias al constante abuso por parte de los mismo niños que molestaban a Lyssa, varias ocasiones mientras los perseguían llegaban a parecer en el techo del edificio sin saber la manera en como llegaron pero siendo rodeados por una especie de energía azul y amarilla. Una ocasión Damián estaba tan enojado por los constantes maltratos de estos que solo pudo sentir una calidad energía que lo rodeaba, cuando sintió que fue dejado de golpear abrió los ojos lentamente para asegurarse que fuera verdad, al abrirlos se dio cuenta que los niños que lo golpearon estaban en el suelo rodeados de una especie de electricidad amarilla.

A Jack le pasó algo parecido a Damián pero en cambio los niños salieron volando por una energía azul, lo más extraño era que solo esto pasaba cuando sentían que estaban en peligro. A pesar de que varias personas que ayudaban al orfanatorio veían como sufrían a manos de la mayoría de niño, ninguno de ellos les ayudaban pues creían que se lo tenían merecido al tener un aspecto tan diferente como lo eran el color de sus ojos, pues estos cambiaban cada vez que se sentían en peligro.

La peor parte quien se llevaba era Athena ya que hasta las personas mayores quienes los cuidaban terminaba lo que los niños empezaban. No pasó mucho tiempo para que los cuatro lograran convertirse en muy buenos amigos. Sin importar que la esencia de sus familias por parte de sus madres eran presente con cada acción que hacían para lograr salvarse.

Como era de costumbre la pequeña Athena se encontraba sola en los columpios, observando el césped recién dejando salir un largo suspiro cansada por toda esta situación que tenía vivido. Los cuatro en algún punto llegaron a pensar el como hubiera sido su vida al poder tener una familia, la cual nunca obtuvieron por culpa de personas que los odiaban solo por ser hijos de personas que cometieron errores.

–Crees que algún día nuestros padres vendrán por nosotros. –comentó Jack observando el cielo.

–No lo creo Jack, por algo nos dejaron este asqueroso lugar. —decia el castaño imitando la acción de su amigó.

–Otro día más, en el cuál nosotros no seremos capaces de ser adoptados. – mencionó el pelinegro soltando un suspiro de frustración. –Qué suerte tienen algunos de poder ser adoptados.

–Algún día nosotros, tendremos una familia. – respondió Damián con una leve sonrisa. —Siento que el día de hoy será diferente.

Tenía razón Damián ya que el destino tenía algo planeado algún suceso ese mismo día que permitiría cambiar todo lo que conocen.

Athena estaba siendo acompañada de Lyssa ambas sentadas encima de una cobija apunto de romperse para no ensuciarse del césped, rodeadas de los juguetes rotos que los demás niños ya no querían se los daban. La pequeña Athena no sintió que era observada por unos ojos verdes, Damián amaba ver a la pequeña desde hace un tiempo; recordaba hacerlo cuando empezo a tener uso de razón, desde que la conoció  un sentimiento empezó no podía evitar sonreír cada vez que la miraba.

El día transcurrió con normalidad como cualquier otro día más, uno que otro niño habia sido adoptado logrando cada vez más las esperanzas de poder ser ellos adoptados. La noche no tardo en caer trayendo consigo un aire tan frío que chocaba contra las ventanas del edificio, pero aun así el cielo estaba despejando permitiendo apreciar la luz de luna llena siendo acompañada de unas cuantas estrellas. Todos los niños ya se encontraban en sus respectivas habitaciones, los únicos que compartían  habitación eran los cuatro, Damián, Athena, Lyssa y Jack esto empezó desde que llegaron al orfanatorio.

Jack observaba por la ventana el hemoso cielo nocturno, el toc toc de su corazón hizo que pensará que algo malo podría pasar. En cuanto a los tres niños cada uno estaba en sus cosas sin poner atención a su amigo, de un momento a otro un pequeño dolor empezó a surgir en el pecho de estos, con cada minuto el dolor seguía aumentando logrando ser insoportable las lágrimas recorrían sus caras, pero como pudieron los cuatro llegaron hasta la enfermería del orfanatorio. Para su suerte una mujer rubia con rizos seguía trabajando, al ver a los niños en la forma que estaban dejó lo que estaba haciendo.

–¿Qué les sucedió niños?– preguntó alarmada la mujer dirigiendo a los pequeños niños frente suyo.

–Nos... duele...el pecho...—respondieron con dificultad los cuatro. La mujer los examinó a cada uno pero no notó nada raro mientras los revisaba solo un leve fiebre de 39°.

–Están bien físicamente, lo único  que tienen es un poco de fiebre.—les comentó la mujer rubia.—Será mejor que se vuelvan a sus camas, no se preocupen pasare cada 15 minutos a revisarlos

Los cuatro asintieron regresando a su habitación, el dolor seguía siendo el mismo dificultando le lograrán conciliar el sueño.

Era pasada de la media noche todos se encontraban durmiendo a excepción de Lyssa quien estaba sentada al borde de la cama provocando por el dolor insoportable en el pecho camino unos cuantos pasos pero el dolor era tanto que no aguantó, este hizo que esta se callera al suelo su cuerpo ardía por dentro sentía que algo dentro de ella quería salir no tenía las suficientes fuerzas para poder gritar; Una gran cantidad de pelaje cubrió todo su cuerpo este era blanco como la nieve con pequeños toques grises de sus dientes empezaron a salir colmillos aquellos ojos ya no eran de color escarlata estos se convirtieron en un color amarillo con toques naranja.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a la enfermera está dio un gritó horrorizada al ver tal criatura en la habitación corrió hacía la salida, su grito provoco que Damián se despertara este se paro de su cama sentandose en la orilla; Se percauto que todavía era de noche dirigió su mirada a toda la habitación en una esquina noto un par de ojos amarillos observándolo, poco a poco esté se fue acercando a la persona a quien le correspondía aquellos ojos brillantes pudo ver quien era gracias a la poca luz de la luna que entraba por las cortinas lo más raro para el es que no sentía miedo hacia aquella criatura.

Se sorprendió al darse cuenta que era un lobo estaba paralizado sintió como su cuerpo se erizaba entonces habló. – ¿Te encuentras bien?. – Dijo acercándose lentamente a la pequeña loba, la cuál dio unos pasos atrás asta toparse con la pared quedando sin una salida. – No te voy a hacer daño. – Acercó su mano para poder acariciarla dando se cuenta de quién era por el collar en su cuello.

Un momento que otro sintió como una energía recorrer todo su cuerpo primero, este dirigió su mirada a su mano notando cómo está se movía a una velocidad sorprendente de esta dejaba caer pequeños destellos de electricidad amarilla. Sus ojos se convirtieron en tormentas del mismo color que los destellos cada parte de su cuerpo se movía a una velocidad inimaginable corrió un poco provocando que chocara contra una pared nuevamente corrió salió de la habitación corriendo sin rumbo atrás de él iba Lyssa.

Scarlett soltó una niebla densa juntó con copos de nieve flotanban en la habitación al igual que una o otra cosa congelada, excepto a Jack quien seguía durmiendo apesar del ruido que se hizo antes, el cabello de la niña Scarlett cambió a estar café miel a uno blanco como la nieve misma cambiado sus ojos también cambiaron eran azules con un toqué de blanco está despertó percatandose que dos de sus compañeros no estaban, tomo rumbo hasta la salida. Las personas corrían de un lado a otro gritando, ¡Son unos monstruos! ¡No debieron de haber nacido! ¡Deben morir! ¡Que alguien los mate! Entre varías otras frases más.

Jack abrió sus ojos de golpe encontrando todas las cosas congeladas cómo rodeadas de energía azúl flotando pot toda la habitación, unos segúndos todo se callo provocando un fuerte ruido. Esté se levantó de la cama dirigiendose a la puerta se asomó si alguien estaba ahí pero no había nadie, en uno de los pasillos cercanos a la habitación provenían varios gritos aterradores junto con unos rasguños.

– ¡Ayuda! ¡Por favor! – Jack salió por completo de la habitación encontrándose con una pequeña loba

que se hizo hacía atrás, está estaba cubierta de sangre.

– Hey tranquila todo estará bien, no te voy a ser nada de acuerdo. – comentó acercándose a ella lentamente. Dentro de el sintió que aquel lobo no le aria nada.

– Jack que bien que estés bien, veo que encontraste a Lyssa. – decía una voz, el mencionado voltio a ver a quien era.

– ¿Está loba es Lyssa? Como es posible. –respondió drigió su mirada a la mencionada. – Porque están empapados de sangre, que pasó.

– No sabemos que está pasando. –comentó bajando la mirada al suelo. – Y lo de la sangré es mejor que no te cuente.

La noticia no tardó mucho a llegar a los oídos de lo que había sucedido en el orfanato Wool, el Ministerio de Magia mando a sus mejores Aurores para que estos fueran capturados. No podría permitir que el mundo mágico fuera revelado, podría perjudicarlo al igual que al mundo mágico sobre esta noticia. Al estar capturados fueron llevados hasta el Ministerio de Magia dónde fueron resguardados en una habitación blanca sin ventanas donde su vigilancia era las 24 horas.