Capitulo 6: 𝐑𝐞𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐘 𝐓𝐞𝐧𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬
Kore estaba sentada en la cama de su habitación temporal, aunque por cómo están yendo las cosas, parece que se convertirá en su habitación permanente, al menos por un tiempo, ya que el emperador había insistido en que se quedaran el tiempo que quisieran. Honestamente, ese hombre le causa escalofríos y algo de repudio, se siente mal por sentirse así hacia el hombre al que le causo tanto dolor, pero simplemente se sentía así a su alrededor.
De todos modos, él no era su principal preocupación ahora, Benela Verdi, por otro lado...
Esperaba no tener que volver a ver a esa mujer nunca más, esperaba poder ignorar su existencia durante el tiempo que estuviera en el palacio y esperaba que ella fuera lo suficientemente inteligente como para mantener su distancia de ella.
Después de esta tarde, quedo claro que no lo era.
—Caballeros ¿Serian tan amables de permitirme un momento con la señora Infernis?
Justo después del juicio, poco antes de poder ingresar a su habitación, la concubina del emperador, la rosa roja, apareció detrás de Kore, sus hijas y los dos guardias que se encargaban de escoltarla.
—Lo lamento, madame Benela –Respondió uno de los guardias– Pero tenemos órdenes del emperador de escoltar a la señora Infernis hasta su habitación.
—Oh, no se preocupen, yo terminare de escoltarla, su habitación ya queda cerca de todos modos.
Los guardias se miraron entre ellos y luego a Kore, como si esperaran una orden de ella.
—Está bien señores, por favor lleven a mis hijas al cuarto, estaré allí en un segundo –Hablo Kore con una voz tranquila.
Sin estar del todo convencidos de dejarlas solas, pero Benela era una concubina y si la otra mujer está de acuerdo, no hay mucho que pudieran hacer al respecto.
Simplemente dieron una leve reverencia y dejaron solas a las dos mujeres.
Un gélido silencio se formó en el momento en el que quedaron solas. Benela miraba a Kore con una sonrisa pretenciosa, mientras que la contraria mantuvo un rostro neutro en el momento que escucho la voz de Benela.
—Kore, querida, cuanto tiempo, la última vez que nos vimos fue hace años –Benela fue la primera en romper el silencio, le hablo con un tono de voz tan dulce que era enfermizo.
—¿Qué quieres? –Por el contrario, la voz de Kore era fría y monótona.
—Oh~ No seas así de dura, solo quiero ponerme al día con una vieja amiga.
—No somos amigas ¿Qué quieres?
—Que cruel eres Kore ¿Así le hablas una vieja amiga después de tanto tiempo sin vernos? –Su rostro cambio a una mirada triste, como si sus palabras la hubieran lastimado. Pura basura a los ojos de Kore.
—¡Oh, por favor Benela! No me estarías hablando ahora a menos que quieras algo de mi –Su tono de voz se volvió más fuerte mientras su rostro seguía igual de inexpresivo, Benela incluso dio un pequeño brinco al escuchar su tono de voz elevado– Deja los juegos y ve al grano ¿Qué quieres?
Benela quito su cara lastimera para convertirse en una más seria.
—Escucha, Kore, tú sabes exactamente lo que quiero y es tu silencio –El tono de voz lastimero había desaparecido, para ser cambiado por un tono amenazante– Simplemente no digas nada que pueda comprometerme; a menos que quieras mantener tu vida, claro está.
—¿Eso es todo? –Kore no parecía impresionada, mucho menos intimidada– Por dios, Benela ¿Que acaso no recuerdas quien hacia tu trabajo sucio? No me intimidas.
A Benela no le impresionaba esa respuesta y no dudo en demostrarlo en su rostro. A Kore no le importa y se da la vuelta para irse.
—Ya entendí, no te importa, sin embargo, tal vez te puede interesar si le pasara algo a tus hijas.
Kore no dio ni un paso más, ni siquiera se dignó a dar la vuelta.
—Se que te preocupas mucho por esas niñas, tu petición al emperador es la mayor prueba, seria horrible si algo les pasara si decides abrir la boca ¿No crees?
Benela sonreía con superioridad a la mujer, quien no se había movido ni un musculo.
Poco a poco, Kore empezó a dar la vuelta y camino en dirección a Benela, mientras mantenía la mirada en el suelo. Al estar frente a frente, Kore levanto la mirada, a primera vista, parecía que solo tenía un leve ceño fruncido, pero Benela la conocía, conocía esa mirada, la mirada en sus ojos eran de pura ira.
—Escúchame bien, Madame Verdi –Hablo con la voz más helada que había escuchado en su vida– No hay forma de que mis hijas salgan perjudicadas en este desastre. Estas aquí porque sabes que si yo digo algo, la más perjudicada serás tú, y créeme Benela, no me importa caer porque voy a arrastrarte conmigo.
Benela quedo descolocada por unos segundos, no estaba esperando esta respuesta de parte de ella.
Apenas y se pudo recomponer cuando Kore relajo su mirada y suspiro agotada.
—Mira Benela, no diré nada por respeto a nuestro pasado y por lo que alguna vez fuimos, pero ten bien en claro que este es el último favor que voy a hacerte, así que por favor, aléjate de mi vida.
Después de poner especial énfasis en lo último, Kore dio media vuelta y dejo a Benela sin poder decir una palabra, esta vez la mujer roja no hizo ningún intento por detenerla.
—¿Mamá? ¡Mamá!
Kore se sobresaltó en su lugar, ni siquiera se había dado cuenta que se perdió en sus recuerdos hasta que escucho la voz de su hija menor.
—Mamá ¿Estas bien? –Pregunto Ceres, su hija mayor.
—Pareces distraída ¿Paso algo con esa mujer? –Pregunto Eris, su hija menor.
Kore pudo notar que sus hijas estaban preocupadas ¿Tanto tiempo se había ido?
—No se preocupen pequeñas, estoy bien, son solo cosas de adultos, no tienen por qué preocuparse.
Forzó lo mejor que pudo una sonrisa para sus hijas, lo último que quería era que se preocuparan por su culpa, lo que sea que pasara con Benela era su cruz para cargar.
Ceres asintió a lo que dijo su madre, pero sin estar del todo convencida, Eris no estaba para nada convencida, sabía que tuvo que pasar algo, pero prefirió no demostrarlo, de todos modos, no hay nada que pudiera hacer por ahora.
Por ahora, Kore solo espera que Benela sea lo suficientemente lista para cerrar la boca y mantenerse alejada de ella.
Benela hacia un rato que había llegado a su habitación, se había vuelto a encerrar nada más llegar, ni siquiera se había dignado a dirigirle la palabra a sus hijos. Ahora estaba sentada en cama, mirando la pared desde hacía un buen rato.
"—Mira Benela, no diré nada por respeto a nuestro pasado y por lo que alguna vez fuimos, pero ten bien en claro que este es el último favor que voy a hacerte, así que, por favor, aléjate de mi vida."
Esas últimas palabras no salían de su cabeza, solo en eso es él lo que podía pensar, para ser exactos, en una parte en específico.
"Por respeto a nuestro pasado y por lo que alguna vez fuimos"
Habían pasado tantos años que casi había olvidado lo que alguna vez fueron... Si, casi.
Se levanto de su cama y se agacho para buscar algo debajo de su cama, hasta el fondo, oculto de todo.
Cuando saco el objeto, aun sentada en el piso observo cada detalle, una pequeña caja de madera, el polvo sobre ella delataba que no había sido tocada en años, probablemente desde que fue puesta y olvidada en ese lugar.
Del fondo de su cajón, Benela saco una pequeña llave que uso para abrir la cajita sin dificultad.
Dentro había cosas que no parecían más que baratijas; cartas viejas, brazaletes y collares hechos no más que de viejos hilos y piedritas de colores, flores marchitas y fotos antiguas. Benela rebusco entre las fotos hasta que encontró la que buscaba; una vieja foto desgastada, pero aún se podía distinguir a las personas en ellas.
Una hermosa joven de cabellos castaños y ojos rosados vestía un sencillo, pero hermoso vestido blanco y en su cabella una corona de flores blancas, ella sostenía la mano de un hombre al lado suyo, de cabellos negros y ojos azules, vestía el traje más formal que había encontrado con una flor en uno de los bolsillos de su traje, ambos poseían una gran sonrisa. Era claro, eran Kore y Aidoneus de jóvenes, y era su boda.
Y justo a su lado, una joven Benela sostenía el brazo de Kore, estando allí para apoyarla como su dama de honor.
Kore Infernis, su única amiga, lo más cercano a una hermana y ahora también sería su verdugo si se atrevía a hacer algo en contra de ella y sus hijas.
Este probablemente era uno de los momentos mas vergonzosos en la vida de Bavilo.
—Vamos Bavi~ Di aaah.
—Athena, Bavilo ya no es un Bebé, no lo trates como tal.
—Déjala ser hermano Ares, hay que recuperar el tiempo perdido ¿No?
Habían pasado un par de días desde el juicio y los gemelos imperiales habían invitado a Bavilo y Kamal a un pequeño almuerzo privado. Apenas el día de ayer habían invitado a Haveron a comer y al principio no les extraño que no los invitaran a ellos, las cosas les estaban yendo demasiado bien para ser verdad, pero esta mañana los habían sorprendido encontrar a Athena en el palacio rojo para invitarlos a almorzar personalmente, y como sería muy grosero rechazar una invitación dada personalmente, no les quedo de otra que aceptar y ahora estaban en el jardín de los príncipes.
Y ahora Athena le extendía comida de un tenedor como si fuera un bebé, Ares intentaba regañarla y Kamal se lo estaba pasando de lo lindo molestándolo.
—Eemm Hermana Athena, no es necesario que haga todo esto –Dijo tartamudeando, se esperaba un almuerzo incomodo hablando de cosas mundanas cuando aceptó la invitación del almuerzo, no... Lo que sea que sea esto.
—Por favor llámame Athena, "hermana Athena" suena demasiado formal –Pidió con una sonrisa, mientras aun extendía el tenedor con un postre– O también puedes llamarme "Thena", solo Ares me llama así, pero como eres mi hermanito puedes hacerlo.
—¡¿Q-Que dices?! –Esto último le sorprendió– ¡No! Sería una falta de respeto.
—Ay, no te preocupes por eso –Athena le restó importancia, aunque finalmente alejo el tenedor de su cara.
—¿Entonces yo te puedo llamar Thena? –Pregunto Kamal.
—Kamal, no-
—¡Por supuesto! –Interrumpió Athena a Bavilo– Todos mis hermanitos son libres de llamarme así.
Athena y Kamal hablaban alegremente, Athena ahora le daba de comer a Kamal y este solo disfrutaba ser consentido, aun se sentía raro llamar y considerar a alguien tan parecida a Roserice, quien es tan aterradora y fría con él, como una hermana mayor, más considerando que la única referencia de "hermana mayor" que tiene es Ariana y no es exactamente la mejor. Pero esta mujer quería consentirlo y tampoco se va a negar a ser mimado; tampoco es que este planeando confiar en ella de inmediato, solo se aprovecha de la situación.
Mientras tanto, Bavilo los miraba como si se hubiera vuelto loco, al mismo tiempo Ares tomaba de su té con tranquilidad, acostumbrado al comportamiento de Athena y que, al parecer, comparte con su hermanito.
—Por favor disculpa a mi gemela, hermano, suele ser así de precipitada –Dijo Ares de manera calmada y serena, el contrario completo de su hermana enérgica y aventada.
—N-No te preocupes, hermano Ares –Bavilo dio un brinquito en su lugar al escuchar la voz de otro, todo esto era una situación tan surreal para poder procesarla.
—Puedes llamarme Ares si lo deseas –Dejo su taza en la mesa y lo miro directamente, una mirada tranquila, pero cálida– Entiendo que es difícil acostumbrarse a todo lo que ha pasado, solo me gustaría que sepas que es una opción. No quiero que te sientas presionado para hacerlo, solo si te sientes cómodo puedes llamarme así.
Ares le dio una cálida sonrisa a su hermanito, Bavilo solo sintió sus mejillas sonrojar, nunca recibe este tipo de atención y calidez, ni siquiera de sus propios padres. Que estos tipos llegaran y les diera tanto cariño de la nada se sentía tan extraño, no estaba acostumbrado a lidiar con esto.
—¿N-No deberían pasar este tiempo con nuestro padre y la emperatriz? –Bavilo intento cambiar de tema– Estoy seguro de que deben estar ansiosos de pasar más tiempo con sus hijos perdidos.
—Está bien, de todos modos, ellos están muy ocupados ahora, lidiar con todo el papeleo que implican los príncipes que regresaron de la muerte es mucho trabajo para ambos –Respondió aun con calma– Ya habrá tiempo para estar con ellos.
—De todos modos, también ansiábamos pasar tiempo con nuestros hermanitos –Agrego Athena, mientras limpiaba con una servilleta la mejilla de Kamal.
—En ese caso ¿No preferirían pasar más tiempo con Ariana? Ya saben, su hermana de padre y madre.
Tan pronto como Bavilo menciono el nombre de Ariana, el ambiente incomodo, pero ameno, se había vuelto en uno pesado y los príncipes ahora tienen una mirada fría. Por supuesto, los príncipes menores lo notaron de inmediato.
—Puede esperar, no es una prioridad –Finalmente rompió el silencio Ares, quien ahora actuaba como si nada hubiera pasado y simplemente volvió a tomar de su té.
—Ella no es alguien tan relevante de todos modos –Athena también empezó a actuar como si nada pasara, pero Kamal noto que empezó a cortar su postre con más fuerza de la necesaria.
Era una teoría que Bavilo y Kamal tienen desde el día de la prueba de paternidad, pero al escuchar el rencor en sus palabras y ver el cambio que hubo en el ambiente con tan solo escuchar su nombre, sumado a las circunstancias en las que fueron traídos al palacio, prácticamente estaba confirmado a sus ojos.
Los gemelos odian a Ariana, o al menos la desprecian con pasión.
Antes de que alguien más pudiera decir algo, dos sirvientas llego al jardín.
—Disculpen la interrupción, sus altezas –Dijo una de las sirvientas mientras los reverenciaba– Pero están buscando al príncipe Ares y la princesa Athena.
—¿Nos buscan a nosotros? –Pregunto Athena.
—Creí haber especificado que no recibíamos visitas por el momento –Comento Ares, no a modo de regaño, pero molesto por la interrupción.
—Si lo hizo, alteza, pero ellos están siendo muy insistentes en verlos –Respondió apenada la otra sirvienta– Por mucho que les digamos, ellos siguen insistiendo en verlos.
—Agh, no puede ser –Ares se apretó el puente de la nariz a modo de frustración ¿Que querían estas personas?
—Hermanos, no se preocupen por nosotros –Intervino Kamal– Vayan a atender a su invitado, suena que es alguien importante.
—Nosotros terminaremos de almorzar y no iremos, no se preocupen –Dijo Bavilo.
Ares miro a sus dos hermanos, algo decepcionado de que su almuerzo fuera interrumpido tan abruptamente, pero si estos invitados no deseados le estaban causando problemas a la servidumbre no tenia de otra.
—Por favor lleven a los invitados a nuestro salón –Ordeno Ares a una de las sirvientas, quien los reverencio y fue a cumplir su encargo– Lamento que tengamos que interrumpir el almuerzo tan abruptamente, hermanos –Se disculpo mientras se levantaba de su lugar– Pero necesito arreglar esta situación.
—Necesitamos arreglar esta situación –Intervino Athena, también levantándose de su asiento– Ustedes disfruten del resto del almuerzo, tómense su tiempo para disfrutar de la comida, por favor.
Ambos hermanos se despidieron con una reverencia y les mostraron una sonrisa antes de irse. La reverencia estaba de más, pero ambos hermanos recordaron que ellos solían trabajar para familias nobles ¿Acaso será una costumbre arraigada despedirse de ese modo?
De cualquier modo, los gemelos se retiraron, dejando a los dos hermanos solos.
—Vaya... Nuestros hermanos mayores son muy interesantes ¿No crees? –Dijo Kamal, quien procedió a comer el resto de su almuerzo con total normalidad... Y servirse más postre, de paso.
Bavilo miro molesto el descaro de Kamal, pero tuvo que estar de acuerdo con él.
Los hermanos caminaron al pasillo siguiendo a la sirvienta de cerca.
—¿De quién crees que se trate? –Pregunto Athena a su hermano en un susurro.
—No lo sé, debe ser alguien importante para que la servidumbre considerara el informarnos, aun siendo tan insistentes –Contesto su hermano.
Unos segundos más tarde, llegaron a la entrada de su salón, donde la otra sirvienta ya estaba esperándolos al lado de la puerta.
—Los invitados los esperan adentro, sus altezas –Dijo la sirvienta.
—Muchas gracias, por favor, esperen aquí afuera –Ordeno Ares, antes de mirar a su hermana, quien le dio un asentimiento.
Ares abrió la puerta y entraron, las sirvientas cerraron la puerta detrás de ellos.
Dentro de la habitación, había un joven y una dama sentados en el sofá. El hombre tenía el cabello negro y ojos dorados como el sol, la mujer era igualmente de cabellos negros, atados en una coleta alta y los ojos plateados cual la luna, probablemente eran hermanos. Ambos se levantaron al notar la presencia de los dos príncipes y se inclinaron ante ellos.
—Saludamos al primer príncipe y la primera princesa de Arbezela –Hablo el joven, aun ambos reverenciando.
—Un gusto el conocerlos, es una sorpresa el tenerlos aquí, aun cuando especificamos que no recibimos visitas por el momento –Hablo Ares en un tono calmado, pero severo.
—Escuchamos que estuvieron insistiendo mucho en vernos ¿Puedo saber a qué se debe la urgencia? –Esta vez hablo Athena, en un tono menos amable.
—Lamentamos mucho el importunarlos, sus altezas –Contesto el hombre de ojos dorados, mientras ambos se enderezaban– Pero será mejor para todos si nos reunimos lo más pronto posible.
—¿Por qué? si se puede saber –Pregunto Athena.
—Sus altezas ¿Acaso no se acuerdan de nosotros? –Hablo la dama esta vez– No los culpo, después de tanto tiempo es lógico que no nos recuerden.
—¿Recordarlos...?
Ambos príncipes se vieron confundidos ¿Acaso ya se conocían de antes? Intentaron recordar, rebuscar entre sus memorias de Arbezela, en las que hace mucho no pensaban.
Y en un segundo, el recuerdo de los jóvenes en frente de ellos llego como un destello.
—¡¿Apolo/Diana?! –Gritaron los gemelos al mismo tiempo, al reconocer a sus más preciados amigos de la infancia.
Hola :D
Si, se que tarde en publicar un nuevo capítulo, pero ya estoy empezando a tomar un orden para las actualizaciones.
En fin ¿Que les pareció?
¿Alguna teoría?
Cuídense, tomen agua, bye~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top