Capitulo 2: 𝐑𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬

El silencio reino en el gran salón del trono, una confusión paralizante azoto a toda la familia imperial, en especial a la emperatriz que parecía que soltaría en llanto en cualquier momento, mientras el emperador miraba sin estar convencido al par de hermanos, quienes aún se mantenían firmes esperando una respuesta.

—¡¿Cómo se atreven?! Mis hijos fallecieron hace años ¡Yo mismo vi sus cuerpos!

—Sin embargo, lo que le decimos es verdad, su majestad –Contesto la joven aun conservando la calma y compostura.

—¿Tienen alguna forma de probarlo? –Finalmente la emperatriz intervino, tomando del brazo a su esposo para apaciguarlo.

—Obviamente estamos dispuestos a someternos a una prueba de paternidad para probar nuestra identidad, pero, si les sirve de algo también tenemos esto.

El joven volteo a ver a su hermana a lado suyo, está entendiendo lo que le quería decir, sacó un papel doblado de la bolsa de su vestido y lo extendió al emperador y la emperatriz.

Con recelo tomaron el pequeño papel y lo extendieron, cuando los emperadores vieron lo que era sus caras se pusieron pálidas, alertando a Benela.

El papel era en realidad una vieja foto gastada por los años, en ella estaban los príncipes Ares y Athena de ocho años, al su lado estaban un pequeño Bavilo de cuatro años y una Ariana de dos años, en sus brazos, Ares cargaba a un pequeño Haveron de tan solo un par de meses. Parecía que la foto había sido tomada en un salón de baile.

La emperatriz recordaba muy bien la noche en la que fue tomada, fue la última noche en la que vio a sus pequeños con vida. Esa noche había un banquete en el palacio, sus tres pequeños bailaban en el salón junto a Bavilo y con su hermano bebé en brazos.

Fue esa misma noche al irse a dormir que ocurrió la tragedia.

—Esta foto... –Roserice tomo la foto de las manos de Jaider para mirarla en más detalle– Estaba en la habitación cuando mis hijos fallecieron, creí que se había perdido...

—Eso es porque nosotros nos la llevamos, la tomamos cuando nos fuimos.

El emperador miro serio a los mellizos que aun con todas las miradas acusadoras aun mantenían la compostura.

—Suponiendo que lo que dicen es verdad ¿Cómo es posible? Yo mismo vi los cuerpos.

—Eso puedo explicarlo yo, su majestad.

La mujer de la cara vendada finalmente hablo, ganándose la mirada de todos en el salón, en especial la mirada sorprendida de Benela que rápidamente se volvió una de ira al reconocer a la mujer.

El emperador lo medito por unos segundos.

—Hablemos de esto en otro lugar.

Todos se movieron a una habitación privada, solo estaban en la sala los emperadores, las dos concubinas, los príncipes, la princesa y soldados de la familia Phantom, quienes se encargaban de custodiar a los supuestos "príncipes", la mujer y las dos niñas que aún se aferraban a ella. Los custodiados estaban sentados frente la familia real.

—Entonces, dijiste que podías explicar lo que supuestamente paso ¿No? Habla entonces.

Decreto el emperador mientras miraba frio y amenazante a la mujer, quien a pesar de la dura mirada no demostró en su rostro temor alguno, sin embargo, la niña de pelo castaño jalo levemente la ropa de la mujer y la miro preocupada.

—Mamá...

—Está bien, cariño, merecen saber la verdad.

Le mostro una sonrisa calmada a la que suponían era su hija que logro calmarla un poco, para después volver a mirar al emperador. La mujer podía sentir una mirada asesina sobre ella, de reojo ve a la rosa roja mirándola con rencor y un mensaje implícito.

"No digas nada de lo que te puedas arrepentir"

Sabiendo esto inhalo profundamente y empezó a contar la historia.

—Todo empezó hace 18 años, mi esposo y yo solíamos pertenecer al grupo de los paganos, en ese entonces solíamos ser de los miembros más fieles y devotos de la secta.

El emperador junto a la princesa miró amenazantes a la mujer al saber que ella era una pagana y fiel seguidora, ella ya se esperaba esta reacción, así que solo tomo aire y continuo su relato.

—En ese entonces, nosotros hacíamos todo tipo de trabajos para el culto, más de las que puedo recordar, pero hubo una que no podíamos cumplir –Dudo antes de continuar la historia, no era fácil ver a los emperadores a los ojos y decirles lo que ha hecho, pero merecían saber la verdad– Nos pidieron asesinar a los príncipes.

El emperador y la princesa casi saltan de su asiento en contra de la mujer cuando escucharon sus palabras, pero fueron detenidos rápidamente por la emperatriz, quien parecía más interesada en lo que tenía que decir.

—Por favor continua.

La mujer asintió y continuo.

—Nosotros no éramos capaces de hacer eso, habíamos hecho muchas cosas de las que ahora me arrepiento en el pasado, pero jamás habíamos llegado a lastimar a un niño, sin embargo, sabíamos que, si no éramos nosotros, alguien más del culto lo haría, aun así, no éramos capaces de hacer algo así o dejar que eso pasara, pero también temíamos por lo que nos harían a nosotros si fallábamos.

Todos los presentes se mantuvieron neutrales y expectantes al relato, el emperador y la princesa todavía se mantenían alerta, la emperatriz esperaba impaciente el resto del relato y la rosa roja parecía nerviosa de lo que pudiera decir.

—Fue así que decidimos fingir todo, esa noche fue el quien entro al palacio y se llevó a los príncipes y dejo los cuerpos disfrazados con magia en su lugar, nadie se dio cuenta de que no eran los príncipes. Yo me fui con los príncipes fuera de Arbezela mientras mi esposo les informaba lo que supuestamente habíamos hecho, y que dejaríamos a los paganos, se unió a nosotros poco después. Así es como escapamos con los príncipes sanos y salvos hasta ahora.

La sala se quedó en silencio, nadie estaba seguro de lo que decir o en si creer o no, además que Benela se sentía aliviada de cierto modo.

Fue el emperador quien rompió el silencio.

—Aún hay algo que no entiendo, puedo entender que disfrazaron los cuerpos, pero ¿De dónde sacaron los cuerpos en primer lugar?

Ariana recordó el ataque en la ceremonia del sol y como disfrazaron un cuerpo como el de Jade, fue gracias a Raymond que lograron descubrir el engaño, pero parecía tan real, puede entender como cayeron en la trampa.

—No lo entiendo ¿Cómo pudieron? ¿Acaso sabes el sufrimiento que causaste? ¿El dolor que es perder a un hijo?

Fue la emperatriz quien hablo esta vez, en su voz se podía escuchar el dolor que sentía y en sus ojos se contenían las lágrimas que se negaba a dejar salir, no frente a esa mujer.

—Por desgracia, su majestad, lo sé –Respondió con amargura y tristeza en su voz– En ese entonces mi esposo y yo teníamos gemelos de la misma edad, cuando nos dieron la tarea en un principio nos negamos, nunca nos habíamos negado, ni una sola vez y en sus palabras, éramos los mejores, fue cuando ellos nos mostraron lo que nos pasaría si n-no cumplíamos.

Su voz empezó a temblar en este punto, a pesar del tiempo que había pasado desde ese entonces nunca era fácil hablar de eso.

La emperatriz miro a las dos niñas al lado suyo, ninguna pasaba de los trece, si está diciendo la verdad y esos jóvenes son sus hijos ¿Entonces dónde están los hijos de ella, que tienen la misma edad? Por desgracia ya se daba una idea, una muy mala.

—Nos dimos cuenta muy tarde, pero ellos h-habían... Envenenado a nuestros niños.

La concubina Cryna y su hijo jadearon horrorizados, la emperatriz puso sus manos en su boca al ver que su hipótesis era cierta y los demás en la sala solo mantuvieron el silencio, consternados, después de todo ¿Qué podrían decir? Pero ahora era Benela quien sentía la discreta pero filosa mirada llena de odio sobre de ella.

—Respecto a los cuerpos que encontraron, eran los cuerpos de nuestros hijos, fue una decisión muy dura, pero, queríamos proteger a los príncipes como no pude proteger a mis hijos.

Antes de que ninguno pudiera hacer algo, la mujer se levantó de su asiento y se arrodillo frente a los emperadores, con las manos en el suelo y su cabeza apoyada sobre estas.

—¡Lamento tanto el haberles causado tanto dolor! No tenemos excusa, debimos habernos entregado y a los príncipes cuando todo paso, en cambio fuimos egoístas y huimos con sus hijos, no hay nada que pueda hacer para remediarlo, lo siento tanto.

Sus hijas al igual que los supuestos príncipes se levantaron de su asiento al verla arrodillarse, también tomo desprevenidos a los demás presentes.

—Levántese y levante la cabeza mujer.

La mujer obedeció y se levantó del suelo con un rostro apenado. El emperador la miro de pies a cabeza con cierto interés.

—¿Cuál es tu nombre?

—... Mi nombre es Kore Infernis, su majestad.

—Durante toda la historia mencionaste a tu esposo ¿Dónde está el ahora?

Noto como la mujer tembló un momento y una de las niñas soltó un sollozo.

—M-Mi esposo-

—Falleció.

Toda la atención se posó en el gemelo mayor, el supuesto príncipe Ares, su mirada estaba ensombrecida al igual que la de su hermana que lo tomaba del brazo.

—Murió en la intervención del día de hoy, cuando el duque Phantom llego a nuestra residencia.

El emperador volteo a mirar frio al duque Phantom que se encontraba al lado de la princesa Ariana, él sabía que el duque solo actúa bajo las órdenes de su hija, por lo que esa mirada también era dirigida a Ariana.

Ambos solo desviaron la mirada apenados, Ariana no estaba acostumbrada a que su padre la mire de esa forma y lo odiaba, solo a sus hermanos mira de esa forma, no a ella, jamás a ella.

Decidió ignorarlo, probablemente son las emociones del momento, ya se le pasara.

—Continuaremos con esto mañana, ahora todos vallan a descansar, la prueba de paternidad se programará lo antes posible y se tomará un testimonio apropiado de lo dicho por la señora Infernis.

—Su majestad ¿Realmente va a confiar en la palabra de esa mujer? ¿Cómo está seguro de que no lo está engañando? –Protesto con disgusto al ver que no encerrarían a la mujer

—Ten calma Benela, para eso se hará una investigación adecuada, por ahora escolten a la señora Infernis y a sus hijos a una habitación y se queden haciendo guardia.

—¿V-Va a dejar que se queden en el palacio? Su majestad, no creo que-

—¿Estas dudando de mis decisiones, Madame Verdi?

—¡P-para nada su majestad! Solo estaba preocupada por su seguridad y la integridad del palacio.

Esquivo con falsa preocupación la interrogante del emperador, no le quedo de otra que resignarse por ahora, ya tomaría cartas en el asunto mañana, por ahora se limitó a mirar con desprecio a la mujer, gesto que fue correspondido por ella.

Sin embargo, el emperador debía reconocer que ella tenía un buen punto ¿Cómo sabía que no lo estaba engañando? Si bien podría ser el ferviente deseo que sus hijos mayores estén vivos, al ver a los gemelos frente a él... Llámenlo corazonada, pero a esos jóvenes que mantenían la compostura en todo momento, al verlos a los ojos podía ver el miedo que sentían y una emoción y alegría cada que volteaba a verlos.

Simplemente no podía aceptar la idea de que no fueran ellos, eso destrozaría a Roserise, eso lo destrozaría a él, y el los destrozaría si descubre que es una mentira.

—Guardias, lleven a estos jóvenes a la antigua habitación de los príncipes y vigilen que nadie entre o salga.

Los guardias asintieron y llevaron a los jóvenes, la mujer y las niñas fuera de la habitación, los demás miembros de la familia real se fueron retirando uno a uno, exceptuando al emperador, la princesa y el duque Phantom.

—¿Desde cuándo está pasando esto?

—Padre, nosotros-

—Estuvieron buscando al asesino de mi hijo y no pensabas decirme?

—... Fue una mala decisión no decírtelo padre, quería que fuera una sorpresa el atraparlo, no esperaba que nada como esto pasara.

—¿Quién más sabia de esto?

—Solo el duque Phantom, yo y un par de sus subordinados, lo prometo.

El emperador miro fríamente a la princesa quien lo miraba nerviosa e inocente mientras jugueteaba con sus manos, Nell solo mantenía la cabeza y orejas bajas con vergüenza.

Finalmente, el emperador suspiro y su mirada sobre la princesa se suavizo.

—Hablaremos de esto en más detalle mañana, ahora ve a descansar, ha sido una noche larga.

La princesa y el duque reverenciaron antes de retirarse también, en medio de los pasillos, lejos del oído del emperador el duque hablo.

—Lo lamento princesa, debí manejarlo mejor.

—No te disculpes Nell, no teníamos ni idea de que algo así pasaría.

Acaricio la mejilla del Nell, lo que hizo sentir mejor de inmediato al duque.

—¿Y tú que dices? ¿Son ellos? –Pregunto refiriéndose a los jóvenes.

—Aun faltaría la prueba para estar seguros, pero el poder mágico que sentí de ellos no podría provenir de alguien más que de la familia real en mi opinión, aunque, aun cabe la posibilidad de que sean prodigios.

Ariana solo suspiro, si resultaban ser ellos de verdad o no podría cambiar mucho la situación dentro del palacio, sin embargo, podría tomar ambas situaciones como una ventaja.
Mañana hablaría con limón en cuanto a la estrategia a tomar en ambos casos, por ahora sería mejor descansar.

Los guardias en compañía de unos sirvientes llevaron a los gemelos a la habitación qué les habían indicado, era una habitación grande con dos camas grandes y cómodas a simple vista, decorada de colores blancos y azules qué apenas y se podían notar en la habitación iluminada solo por la luz de la luna que entraba por la gran ventana y el balcón.

—No... Creí que volvería aquí algún día ¿Y tú? –Pregunto la menor de los dos, la primera princesa del imperio, Athena de Secramise, quien sostenía fuertemente del brazo a su hermano mayor.

—Algunas veces soñé que pasaría, pero nunca creí que volvería realmente... –Respondió el mayor de los gemelos, el primer príncipe del imperio, Ares de Secramise, quien sostenía de la mano que su hermana mantenía en su brazo.

—... Ha cambiado tanto, pero al mismo tiempo sigue igual.

Ambos hermanos se mantuvieron en silencio en el mismo lugar, tenían una mirada cansada en sus rostros, solo miraban la habitación donde habían pasado los primeros ocho años de su vida.

—... Snif.

—¿Athena?

Ares sintió que el agarre en su brazo se hacía más fuerte y su manga se humedecía, al ver a su lado su hermana había empezado a llorar en su brazo.

—Papá... papá...

Su hermano se limitó a abrazarla y bajar la mirada mientras poco a poco las lágrimas también salían de sus ojos.

Había sido una noche larga, agotadora y difícil, habían mantenido una postura firme y serena todo el tiempo y durante todo el viaje hasta el palacio, para no alterar a las pequeñas niñas que eran como sus hermanas, para no hacer las cosas peores para la mujer que los crio como una madre.

Pero ahora que estaban ellos solos podían dejar salir todas esas emociones que habían retenido hasta ahora, todo era un infierno desde que aquel hombre toco la puerta de su hogar, desde que se atrevieron a lastimar a su madre y hermanas y desde que uno de los Phantom clavo una espada en el pecho del hombre que los había salvado, crio y amo como si fueran sus hijos.

Miedo, incertidumbre, confusión, todo eso sentían al mismo tiempo, además de estar preocupados por lo que les pasarían a Kore y las niñas, pero un sentimiento destacaba por sobre lo demás.

Furia, sentían una gran furia, ira y resentimiento por quienes habían causado esto y sabían exactamente quienes eran las dos culpables.

"Juro por Astotelia que este crimen no quedara impune, no mientras viva"

Juro en silencio mientras guiaba a su hermana y a el mismo a una de las camas mientras se despedían de la vida que habían conocido.

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Bueno, esto quedó más largo de lo que creí.

En fin, este fue el segundo capítulo, uno lleno de revelaciones, pero ¿Esa será toda la historia?

¿Que pasara cuando se compruebe qué son los príncipes?

¿Que pasara con Kore y las niñas?

¿Les esta gustando la historia?

Para el siguiente capítulo los gemelos tomarán más protagonismo y veremos algo de su vida antes de llegar al palacio.

Cuídense, tomen agua, bye~

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