Capítulo 2: El objetivo oculto.
— Vamos a repasar tu situación otra vez.
Heinrich Zemo estaba de pie, con las manos entrelazadas a sus espaldas, mientras trataba con su único hijo un asunto muy importante: su futuro.
El muchacho tenía 17 años y estaba sentado con porte erguido frente al escritorio de su padre. Acababa de retornar de la capital, Novi Grad.
— Cuándo comienzas el Programa de Bachillerato Internacional.
Heinrich tenía una voz firme y agradable propia de un orador innato. Su porte y su aura transmitían autoridad y confianza. Era esta apariencia una de sus más ventajosas virtudes. Helmut, su hijo, respondió:
— El 26 de junio del próximo año.
— Y luego qué harás
— Luego de mi graduación, haré el servicio militar.
— ¿Y luego?
— Estudiaré Sistemas y Tecnologías de la Información en la Universidad de Belgrado.
Heinrich comenzó a caminar lentamente rodeando a su hijo, y finalmente lo cuestionó:
— Y con qué objetivo.
Helmut respondió sin vacilaciones:
— Para asumir la dirección de este país devastado.
Heinrich no se inmutó con la respuesta de su hijo, aunque en el fondo aún la consideraba inmadura, y luego apoyó su mano sobre el escritorio procurando rozar con sus largos dedos la correspondencia que Helmut había traído consigo al ingresar al estudio.
Helmut, por su parte, desvió fugazmente su mirada para percatarse del gesto de su padre, y luego volvió a fijar sus intensos ojos marrones en aquella mirada gris. Entonces, Heinrich, volvió a preguntarle:
— Y cuál es el verdadero objetivo.
Helmut puso una expresión que denotaba absurdez ante tal pregunta. Y, sonriendo casi burlescamente, respondió:
— Dominar el mundo (?)
Heinrich se irguió, volvió a caminar lentamente y le dijo:
— Me preocupa que te estés tomando ésto como si se tratase de un juego, sin dejar de lado que no me agrada en absoluto.
Helmut siguió los pasos de su padre con la mirada sin dejar de sonreír.
— ¿Cuál era el nombre de la carrera que, dijiste, estudiarás?
— Sistemas y tecnologías de la información.
— Una ambiciosa carrera; sin embargo, irás a una academia en Estados Unidos, y olvídate del servicio militar. Y ahora, vendrás conmigo, quiero que entiendas de una buena vez el verdadero concepto de, lo que tú llamas, "dominar el mundo".
Heinrich se dirigió a paso firme hasta la puerta del estudio. Helmut se levantó de la silla con las cejas enarcadas y los labios apretados, dispuesto o resignado a seguir a su padre.
— No
olvides traer la correspondencia.— le dijo Heinrich antes de salir.
*******
Heinrich y Helmut pasaron cerca de las jaulas de los mastines que sólo eran mansos ante su amo, llegaron hasta las caballerizas, se detuvieron frente a la cuadra de Tzar, el caballo favorito de Heinrich, y ambos ingresaron dentro.
Tzar los recibió satisfactoriamente, bajó su cabeza cuando Heinrich colocó respetuosamente la mano sobre su frente, y miró con sus grandes ojos oscuros la mirada gris de aquel hombre al que conocía tan bien, tal vez más que cualquier ser en esta tierra.
Helmut, por su parte, alternaba su mirada entre el caballo y su padre, el caballo y su padre, el caballo y...
— Ahora, dime, cómo ingresamos.
Helmut ladeó su cabeza extrañado al escuchar la pregunta que su padre, tan sosegadamente, le había hecho.
Qué, Heinrich asumía que Helmut ya había intentado, y hasta logrado, ingresar a su espacio secreto, y que de seguro ya sabía todo, o casi todo, respecto a él y su causa.
Helmut, en realidad, nunca había ni siquiera intentado descubrir el "secreto" de su padre, por el simple hecho de que no le interesaba demasiado. Antes de éso tenía otras prioridades en mente, por qué dedicaría un poco de su esfuerzo mental a descubrir un hecho que de todas formas su padre terminaría enseñándoselo.
Pero ahora, Helmut tenía que improvisar. Alzó su cabeza y observó detenida pero velozmente cada sector de la cuadra, tenía que existir algo...
Comenzó a caminar lentamente mirando a ambos lados y, aparentemente, no había nada fuera de lugar, nada sugerente...Se detuvo frente a la pared del fondo de la cuadra, ¿éso era todo?, ¿y el botón oculto?, ¿y la palanca camuflada?...
Helmut giró su cabeza para mirar a su padre y al caballo.
"Tzar, si puedes oírme, dime dónde se encuentra el sitio secreto de tu amo"
Helmut gustaba de jugar a que tenía dotes telepáticos, y que además podía comunicarse con los animales y las plantas; pero, en la situación en la que se encontraba, de verdad, deseaba que éso fuera real. Volvió a mirar a la pared y entonces supo que había sido demasiado estúpido al no darse cuenta que al otro lado de las caballerizas solo se encontraban unos almacenes que verdaderamente no tendrían ninguna relación con el sitio secreto que estaba buscando, la respuesta estaba en el piso, cómo pudo haber sido tan tonto. Comenzó a golpear suavemente con su pie el piso de la cuadra y su padre, al verlo, se sintió sumamente decepcionado.
— Helmut, ¿en serio?.
Helmut levantó su cabeza hacia su padre y lo cuestionó con la mirada.
— Creo que el sistema educativo suizo te está atrofiando el cerebro.
— ¿El suyo ya lo está?. Recuerde que también asistió a Le Rosey.
— En su momento supe abrir mi mente. Es cuestión de iniciativa.
Helmut seguía dando zapateos sobre el piso de la cuadra sin mirar a su padre. No parecía existir ninguna trampilla en el suelo. Heinrich no podía creer que a su hijo le estuviera tomando tanto tiempo descubrir algo tan sencillo.
Entonces Helmut se detuvo, colocó sus manos sobre sus caderas, aún sostenía el sobre de la correspondencia en una mano, y miró a ambos lados del suelo. Había una trampilla, éso era seguro, pero dónde...ah, claro, cómo había sido tan estúpido de nuevo. Volvió a mirar a Tzar, el caballo a la vez lo estaba mirando y hasta se podía percibir un reproche en sus grandes ojos. La trampilla estaba debajo del caballo.
— Tzar debe moverse.
Heinrich dirigió a Tzar hacia el fondo de la cuadra dejando libre el espacio del cual no se había movido desde que lo metieron allí. Helmut se agachó y comenzó a retirar las laminillas de aserrín del suelo y allí estaba, la trampilla que tanto le había costado encontrar, jaló la manija y la abrió pudiendo ver una angosta escalinata cuyo fin estaba sumido en las penumbras.
Heinrich volvió al lado de su hijo y le dijo:
— ¿Y?. Baja.
Helmut se levantó y se dispuso a bajar por la escalinata. Heinrich fue tras de él no sin antes darle instrucciones de guardia a Tzar con la mirada.
Mientras descendían, Heinrich le dijo a su hijo:
— De verdad me preocupa tu escaso interés respecto a este asunto, y aún más que no lo estés asumiendo con la seriedad correspondiente.
Helmut no respondió y siguió descendiendo. Llegaron a un pasillo y la luz se encendió automáticamente. Siguieron caminando hasta que llegaron a una puerta cuyo acceso estaba resguardado con una cerradura biométrica y un código de seguridad.
— Si te pido que la abras...no, pasaríamos toda la noche aquí.- le dijo Heinrich a su hijo. Ya le había quedado claro que Helmut no había tenido el interés de estar allí antes.
********
Lo que encontró allí abajo, para Helmut, no era nada más allá de lo que podría haber esperado.
"Un traje presuntuoso, un pasamontañas púrpura, y aires de ocultismo", pensó Helmut mientras su padre le seguía explicando el por qué de la máscara púrpura que tenía en frente, la verdadera razón de todo lo que estaba ocurriendo en el mundo, y sobre lo que Hydra significaba en tales circunstancias.
"¿Hydra?", siguió pensando Helmut, "¿Ese el nombre de la organización que domina el mundo?, no está mal, aún más sabiendo que al parecer la crearon unos extraterrestres fracasados". Helmut volvió a echarle un vistazo a la máscara púrpura, "¿A ésto se dedica mi padre?. No puedo creer que él pretenda que éste también sea mi futuro. Me pregunto si no se le atrofia el cerebro por falta de oxígeno dentro de este...¡parece un calcetín!".
— Conozco esa expresión. No te está interesando nada de lo que te estoy hablando, ¿verdad?.
Helmut lo miró frunciendo su entrecejo mientras ladeaba ligeramente su cabeza. Heinrich se armó con toda la paciencia posible, y se dirigió hasta un arcón de mediano tamaño, se agachó y lo abrió, sacó una pequeña caja de madera y la llevó ante Helmut. La abrió frente a él revelando una antigua tela púrpura con algunos detalles dorados en sus bordes. Heinrich levantó la tela mostrándole a su hijo que se trataba de otra máscara.
"Otra máscara, y también es púrpura...", pensó Helmut, sin ningún ánimo, al verla.
— Ésta era de tu abuelo.
"Por favor, que no vuelva a contar la historia del abuelo Herman otra vez ..."
Helmut lo miró sonriendo descaradamente y con tono sarcástico le preguntó:
— ¿Y la mía?
Heinrich bajó la máscara de su padre, y miró a su hijo con cierto pesar en su mirada.
— Helmut.
— ¿Sí?
— De verdad, deseo y necesito tanto que entiendas todo ésto...
— Y lo entiendo.
— Pero no te interesa.
— No es que no me interesa, solo lo encuentro un tanto absurdo.
— ¿Te parece absurdo todo lo que te dije?
— Dije "un tanto".
Helmut se sentó en la silla frente al escritorio y su padre se sentó frente a él señalando la superficie del escritorio diciéndole:
— Éste es el escenario del mundo, la mayoría de las personas lo ven desde aquí, - dijo Heinrich colocando su palma a 5 cm. de la superficie del escritorio -, las más aventajadas lo ven desde aquí, - subió su palma unos 3 cm. más -, nosotros lo vemos desde aquí, - alzó repentinamente su palma a una altura por encima de su cabeza -, necesito que tú lo veas desde allá.- y señaló el techo, haciéndole entender que ni siquiera éso era el límite.
— Y estoy en éso.
— ¿En serio?
— Escuché, entendí, y saqué conclusiones respecto de todo lo que me ha dicho hoy y toda mi vida. Existe una razón por la cual ha estado involucrado en ésto hace tantos años; sin embargo, esa razón aún no es lo suficientemente fuerte en usted porque ahora tiene serias intenciones de meterme en una academia "del mal" al otro lado del Atlántico. Ahora, padre, mire su vida y la de nuestros antepasados, y dígame: ¿De verdad quiere que ésto para mí?.
— Por supuesto que sí.
— Por supuesto que no. Lo hace porque no tiene otra opción. Usted también fue a la Academia Preparatoria de Hydra, y no podrá admitir que ahí le lavaron el cerebro, le cerraron las posibilidades, le mostraron el escenario que ellos querían que usted viera de la forma que a ellos les convenía. Y ahora, está tan comprometido en estas...estas "causas" que no tiene otro camino más que entregarme a mí también. Y yo, qué puedo hacer. No tiene que decirme que no estoy en posición de decidir sobre mi futuro.
— ¿Estás insinuando que, a pesar de todo lo que te dije, no estás de acuerdo con la causa de Hydra?
— Claro que no. Porque para comenzar esa no es una causa, es solo una obsesión elitista y supremacista de un grupo de gente insana que se esconde tras una organización conspirativa con tintes ocultistas cuya única gran aspiración es crear conflictos para camuflar sus fútiles y absurdos experimentos con el objetivo de "dominar el mundo". Padre, por favor...
— ¿Te das cuenta que acabas de insultarme?
— ¿A usted?, por qué, ¿porque crees es parte de ese círculo elitista?. No, usted no es parte de éso, usted es sólo una marioneta...dese cuenta, ¿no percibe que lo utilizan?.
— Es suficiente.
— Escúcheme...
— Dije que es suficiente.
Helmut quería decirle que entendía sus causas, las suyas; sin embargo, Hydra no tenía intenciones de cumplir esos objetivos al final del camino.
Heinrich, ordenó a su hijo que abriera la correspondencia y leyera el contenido de las tres cartas que allí se encontraban.
Helmut obedeció a su padre, y abrió el primer sobre. Con voz de locutor leyó:
Sr.
Heinrich Zemo PhD.
Viceprimer ministro de economía y finanzas de la Provincia Autónoma de Sokovia
Presente.
Por medio de la presente carta se lo convoca a la reunión del Consejo Ejecutivo de la Provincia Autónoma de Sokovia, que se realizará el día 17 de diciembre de 1996 a horas 5,00 pm. en el edificio del Consejo Provincial.
Se debatirá y asumirá una postura respecto a las recientes acciones del gobierno en curso sobre la autonomía de la provincia y el liderazgo político local.
Por atención a la presente carta anticipo mis más sinceros agradecimientos.
Atentamente
Mtr. Juzuf Zejnullahu
Primer ministro y presidente del Consejo Ejecutivo de la Provincia Autónoma de Sokovia
Helmut levantó la mirada en dirección a su padre y enarcó una ceja. Heinrich le ordenó que continuara leyendo la siguiente carta. Helmut abrió el sobre y, apenas vio el encabezado, supo que las penumbras se aproximaban por su alrededor.
Barón Zemo
Le deseo una amena estadía en Bucarest.
Espero verlo en la reunión de bienvenida de la familia real del príncipe Alexandru.
Atentamente
Barón von Strucker
¡HH!
“Qué se supone que significa HH, ¿Hydra Hydra?”, pensó Helmut con el entrecejo fruncido. Volvió a mirar a su padre, sintió una punzada en sus entrañas, “Los intestinos perciben”, pensó. Tomó el último sobre y se dio cuenta que se trataba de una invitación, al abrirlo pudo ver el logotipo del escudo de la Casa Real de Rumania, y decía:
Sus Majestades los Reyes
(q.D.g.)
y en Su nombre
el Jefe de Su Casa
tienen el honor de invitar a
Heinrich Zemo, Barón de Zemo
a la reunión de bienvenida, que se realizará en el Palacio Elisabetta de la ciudad de Bucarest, el sábado 19 de diciembre de 1996, a las 7,00 de la noche, con motivo del retorno de la distinguida familia real a la capital rumana.
Hora límite de llegada: 7,30 de la noche.
Caballeros: Esmoquin.
Señoras: Vestido largo, traje cóctel.
Esta invitación es válida para dos personas.
Helmut se quedó mirando severamente a su padre, esperando una explicación. Heinrich lo observaba con una expresión triunfante en su rostro, y finalmente éste le dijo:
— Tú vendrás a Bucarest conmigo.
— ¿A la reunión de bienvenida de “su majestad”? – le preguntó Helmut con tono sarcástico en la última frase.
— Así es, creo que no es mal momento para… “presentarte en sociedad”.— respondió Heinrich con tono casi burlesco.
— Todavía tengo 17 años…
— ¿Y éso a quién le importa realmente? Tu tendrás 18 años y asistirás a esa reunión social como mayor de edad.
— Pero no puedo decidir sobre mi futuro como mayor de edad…
— ¿Decidir? — Heinrich controló una pequeña risa. — ¿Acaso ahora tienes un plan para tu vida? ¿Qué quieres ser? ¿Ingeniero en Sistemas de la información? ¿En dónde? ¿En la República Federal de Yugoslavia?. Este ya no es tu país. Tu país es Sokovia. Así como se dividió Yugoslavia quedándose solo con Serbia y Montenegro, así mismo ambas se dividirán. El comunismo murió, el socialismo muere. Esta Yugoslavia dejará de existir, y entonces Sokovia por fin podrá separarse de Serbia, será un estado independiente, nunca más estará bajo la administración de Serbia ni bajo el gobierno de Yugoslavia. Sokovia se convertirá en el paladín del nuevo orden mundial, y tú estarás allí, en lo alto del mando dominante.
— Toda su carrera política fue parte del partido socialista. Siempre supe que su ideología política era fingida. Ocultó sus inmensas riquezas en el extranjero quedándose solo con esta “sencilla” finca, menospreció su título nobiliario, y sigilosamente atribuyó mi educación a la benefacción de su tía. Hydra supo colocarlo, como la buena ficha que es, en la posición adecuada, y todo para que al final…lo que hará en el Consejo…
— Dimisión.
— Supo conducir muy bien a Zejnullahu. Todo este tiempo lo influenció, sutilmente, para que hiciera lo que usted quería. Todos dicen que usted es el que verdaderamente gobierna en la provincia.
— Como sabes, los líderes al final…
— …siempre caen.
— Los líderes son la fachada de los movimientos y los voceros de tus pretensiones. Nunca seas un líder, Helmut. Sé El hombre que susurra al oído del rey. Los cabecillas siempre son los primeros en caer, y tú siempre permanecerás intacto porque sabrás retirarte de la partida en el momento justo.
— ¿Usted ya se está retirando?
— Poco a poco, sutilmente como dices, en el momento adecuado. La situación así lo amerita, porque el momento ha llegado.
— Milošević no aceptará sus dimisiones.
— Claro que no, aún. Pero enviará a sus acólitos a presionar los cargos en las demás provincias y ciudades para garantizar el apoyo a su gobierno. Entonces surgirán las primeras trifulcas…el partido socialista hegemónico se resquebrajará.
— Desestabilización.
— Muchos miembros del partido dimitirán, entonces el partido se dividirá y surgirán nuevas agrupaciones políticas para defender a ciertos sectores…y a ciertos intereses.
— Y qué partido defenderá los intereses de Hydra.
— Aquel que apoye al movimiento de las masas…
Helmut apoyó su cabeza en el respaldo de la silla y se puso a analizar…” ¿Un movimiento?”. Recordó las manifestaciones que había visto con indiferencia aquel día, las noticias…represión, protestas, arrestos masivos, desapariciones, violaciones, acusaciones de tortura, crimen…¿una dictadura?. El gobierno de Milošević era una dictadura.
— Ustedes colocaron a Milošević.
— Sí, un personaje fundamental. Desde aquel discurso, hace siete años, cuando fue posicionado como presidente de Serbia…
“Aquel discurso”, recordó Helmut, “todo comenzó con ese discurso”.
— Un discurso, Helmut, con tintes extremadamente nacionalistas y de instigación bélica. Milošević defendió su ideal de La Gran Serbia frente a una mayoría albanesa, anulándoles toda posibilidad de independencia que pudieran abrigar, y denotando que estaba dispuesto a sacar las armas para defender su posición si así lo ameritaba. Desde entonces surgió la disconformidad en la población albanesa que vivía en Sokovia, y esa disconformidad se convirtió en odio.
— Ahora Milošević es presidente de Yugoslavia…
— Y está dispuesto a sacar las armas…
— Represión.
— Dura represión…aviva las llamas del odio.
Helmut miraba fija y severamente a su padre, casi podía ver en su interior.
— Entonces los nuevos partidos tratarán de buscar infructuosamente una separación pacífica de Serbia, y por ende de Yugoslavia, que no apaciguará los exacerbados ánimos de una población golpeada. Al final, como sabemos, para lograr grandes cambios se requieren grandes acciones.
— Confrontación…
— La gente necesita defenderse.
Helmut se sobresaltó, miró con severidad y preocupación a su padre. Lo había leído en un periódico. No habían nombre, solo era una organización…aún.
— El ELS…el ELS…¿Ustedes crearon el ELS?.
— ¿Te refieres al Ejército de Liberación de Sokovia?. No lo creamos directamente. En estas circunstancias tan terribles, siempre surge una persona, y luego un grupo de personas… Así que digamos que colocamos a una persona en el momento adecuado y con las ideas adecuadas.
— Cuál es su nombre.
— Si no recuerdo mal…Thacsi, Hazhim Thacsi. Junto a un grupo de jóvenes con un fuerte y adecuado espíritu de lucha. Una cualidad propia de los estudiantes universitarios albaneses. El ELS defenderá el sentimiento de una población oprimida. Para que Sokovia sea independiente, la única forma que beneficie a todos, es u…
— Una guerra. Crearán una guerra.
— Que se unirá a las demás guerras que están ocurriendo en la región en pro de la democracia y la independencia del régimen socialista. Los nuevos países surgirán, las nuevas ideologías los gobernarán, y Sokovia será parte de ello. Hydra por fin podrá avanzar en el establecimiento su nuevo orden mundial.
— ¿Y cuando dice “todos”, se refiere a sus amigos de Hydra?
— Hydra está en todas partes, Helmut. Tiene a un miembro en cada organización, en cada territorio, en cada sector, en cualquier organismo, en cada gran industria…
— Industrias armamentistas.
— Hay muchos intereses de por medio en esto, Helmut. Es más grande y complejo de lo que puedes imaginar.
— Monstruoso…
— Éso es poco. Ni el cielo es el límite, literalmente.
— Abominable…
— Nada es imposible. No existe nada este mundo, tan sólo en este mundo, que sea imposible o inimaginable.
Helmut no respondió, y ambos se quedaron mirándose en silencio.
Un minuto después, Helmut estaba sentado despreocupadamente con los codos apoyados en los brazos de la silla y las manos entrelazadas, miraba a su padre escudriñándolo con la mirada. Finalmente, Helmut lo cuestionó:
— ¿Realmente cree que Sokovia se convertirá en el paladín del nuevo orden mundial?
— Sí. ¿Tú aún no?.
— Creo que Sokovia se convertirá en el paladín, no del nuevo orden mundial, sino de la basura experimental de Hydra.
Heinrich miró a su hijo con reproche, sus facciones tranquilas se tornaron severas. Helmut continuó:
— Algún día, ya que no quiere aceptarlo ahora, tendrá que asumir que a Hydra no le interesa este lugar de la forma que usted cree. Lo único que Hydra quiere es caos, porque el conflicto es el camuflaje de sus actividades. Usted está promoviendo el inicio de una guerra, bien, pues sepa que aunque que Sokovia logre su independencia, a costa del beneficio de una élite y del sufrimiento de un pueblo, jamás será un territorio estable. Usted más que nadie debería saber que las guerras jamás son el camino más inteligente para lograr cosas, pero claro, ahí está su grupo con sus grandes intereses de por medio, ¿verdad?. Sokovia difícilmente conocerá la paz en los próximos años, y lo peor es que quien tendrá que hacer frente a esos años seré yo, yo y toda esa generación destruida de allí afuera. Ha traicionado sus ideales primigenios, padre, y lo más reprochable, es que en realidad le han hecho traicionar esos ideales.
Heinrich no respondió. Ambos se quedaron en silencio. Afuera estaba nevando, los mastines dormían con los ojos abiertos, y Tzar mantenía con orgullo su guardia.
Entonces, Heinrich se levantó de su silla, guardó su máscara y la de su difunto padre. Hasta que finalmente, se dirigió a su hijo para decirle:
— Realmente es urgente que vayas a la Academia de Hydra.
Helmut resopló suavemente denotando absurdez. Heinrich se dirigió a la salida y le dijo:
— Cierra y cubre bien la trampilla cuando salgas.
Dicho eso, Heinrich se marchó.
********
Aquella noche, luego de haber hablado con su padre, Helmut se quedó hasta muy tarde, en penumbras, apoyado en el marco de la ventana de la sala principal. Oeznik estaba a su lado, hablaban tranquilamente sobre todo lo que había pasado, lo que Heinrich había dicho, lo que estaba haciendo, y sobre lo que iba a suceder en los próximos días.
Helmut miraba por la ventana cómo la nieve caía suave y despreocupadamente sobre la finca. Al fondo, un paisaje montañoso cubierto de un manto blanco se alzaba de una forma increíblemente nostálgica...hasta el punto de ser agobiante.
— Qué es lo que verdaderamente salió mal con el abuelo Herman.
— Tomó decisiones arriesgadas que le acarrearon consecuencias desagradables.
— Tú comenzaste a trabajar para mi abuelo siendo muy joven. Cuántos años tenías, ¿menos de veinte?.
Oeznik sonrió al recordar aquellos lejanos años de su vida.
— A decir verdad, mi familia siempre estuvo al servicio de la suya de una u otra manera. Mi padre fue el mayordomo de su abuelo hasta que enfermó gravemente, y lastimosamente falleció.
— Mi sentido pésame.
— Señor, fue hace tanto, pero de todas formas gracias.
Helmut inclinó graciosamente la cabeza a un lado y sonrió con carisma.
— Como le decía, luego de que mi padre falleciera, unas tías mías que vivían en el área rural de Varsovia se llevaron a mi hermana menor. Yo tenía 18 años y tenía que trabajar para enviar dinero para el sustento de mi pequeña hermana. Entonces su abuelo me nombró el sucesor de mi padre. Asumo que fui de su agrado desde el primer momento, me gané limpiamente su confianza, y lo serví con la lealtad correspondiente.
— ¿Supiste pronto lo de su máscara?
— Más pronto de lo que usted imagina y de lo que su abuelo, que en paz descanse, pudiera creer.
— Hm, no lo dudo.
— Su abuelo fue un hombre sumamente aristocrático y excepcionalmente próspero. Había estudiado Derecho, Ciencias y Letras, dominaba varios idiomas, y era por demás demasiado culto y elegante. Había nacido en Alemania, pero creció en Rumania. Sus frecuentes cambios de lealtades políticas lo condujeron a su lamentable final.
— ¿Y el Barón Zemo?.
— El Barón Zemo ha vivido en su familia por generaciones. Hasta un cierto punto ha alcanzado un aspecto mítico y casi legendario. El Barón Zemo vive por sí mismo, es un personaje que existe independientemente de la persona y la situación que lo ocupen.
— ¿Y Hydra?
— Usted ya sabe lo que es Hydra, incluso más que su padre y más de lo que yo podría saber. En cuanto al Barón Zemo, él y Hydra siguen caninos independientes. Ellos se juntan de acuerdo a las necesidades que uno requiera del otro. En el caso de su padre, Hydra se convirtió en su mayor medio para lograr sus objetivos, pero a la vez, éstos lo han cegando.
— ¿Se lo has dicho?
— Usted ya lo hizo, ¿no es cierto?
— Sí.— respondió Helmut suspirando y volviendo a mirar por la ventana.
— ¿Y lo tomó en cuenta?
— Pues la verdad, creo que no.
— Imagínese a mí.
Helmut rió brevemente, y volvió a mirar a Oeznik.
— Has estado con él prácticamente toda su vida, creería que al menos te tendría alguna consideración.
— Nada supera la posición de un hijo, créame, Señor.
— En esta situación creo que Hydra nos está superando a todos.
Ambos sonrieron y fijaron su vista en el ventanal. Después de un rato, Oeznik le dijo a Helmut:
— Mi padre solía contarme sobre su abuelo. Él decía que fue ministro durante el régimen de Carol II en Rumania, paralela y secretamente el Barón Zemo existía para someter y sofocar cualquier intento de desestabilización del régimen y también, con gran ingenio, creaba armas químicas para el uso de las tropas su majestad. Pero cuando la Guardia de Hierro se enfrentó al gobierno de Carol, su abuelo supo que sus días allí ya no tenían sentido ni agrado para él. Abandonó sin pena a Carol, y junto a su familia dejó Rumania y se fue a Alemania. Un par de años después, cuando comenzó la segunda guerra mundial, su abuelo mostró sigilosamente apoyo al nazismo, allí fue bienvenido por su antiquísimo y noble linaje germano, y por supuesto, por su astucia y su carácter determinado. Y allí también, el Barón Zemo encontró el lugar ideal para aflorar en sus hazañas, conoció y se unió a Hydra, y pronto se convirtió en parte fundamental de aquella organización. En secreto, creó armas químicas, biológicas y de destrucción masiva para la Wehrmacht. En ese entonces comenzó a usar la máscara, para mantener su anonimato, y de alguna forma esa máscara se convirtió en el mismísimo rostro del Barón Zemo.
— Pero al final cayó.
— Con el fin de la segunda guerra mundial. Ese también fue el fin, momentáneo, de Hydra. Entonces su abuelo no tenía ningún asidero. Sin una organización que lo respalde, sin objetivos, perseguido por los soviéticos...tuvo que huir a Suiza. Fue en ese entonces cuando yo comencé a trabajar en casa de su familia, ayudando a mi padre el cual ya estaba en los comienzos de su enfermedad. Era tan joven...
Oeznik miraba a través del gran ventanal, y Helmut lo veía a él.
— Entonces, nos mudamos a Sokovia, cuando los enemigos se olvidaron del Barón Zemo, o mejor dicho, cuando subestimaron su existencia. Aquí nació su padre.
— Y luego...
— En Rumania existía un declive de los partidos tradicionales, y en ello su abuelo vió una oportunidad política. Él fue, solo, a Rumania, e intentó instaurar un comunismo basado en la propiedad privada. Fue objeto de burlas por parte de la prensa y del Partido Nacional Campesino.
— Cómo estaba de salud mental.
— Pues, a decir verdad, no muy bien, Señor.
Helmut movió negativamente su cabeza.
— Aún así, siguió intentando mediar entre el PNC y los comunistas, pero al final fue rechazado por ambos. Entonces formó su propia agrupación. Era vigilado por el gobierno y por los comunistas. Perdió credibilidad ante la sociedad, y ante su propio partido, éste se disolvió rápidamente. Su abuelo, que ya se encontraba enfermo en ese momento, tuvo que retirarse de la vida pública. Regresó a Sokovia.
— Tenía cáncer, ¿verdad?.
— Sí, de pulmón. Procure evitar el tabaco, Señor.
Helmut frunció sus labios y asintió despacio con la cabeza mirando seriamente a Oeznik.
— Y el final usted ya lo conoce.
— Como si hubiera estado ahí.
— Éso sucedió un año y medio después de que el señor Herman regresara a Sokovia. Él ya era un enfermo terminal.
— Y una mañana la policía secreta de Yugoslavia se lo llevó.
— Irrumpieron en la casa, su abuelo estaba postrado en su lecho, yo estaba a su lado, recuerdo ese día. Él sabía que venían por él, y lo ayudé a vestirse. Ante todo, era un caballero. Abrió las puertas, estaba sumamente pálido, pero se entregó con absoluta elegancia.
— Es lo que mi padre siempre recuerda...
— Lo dejó impresionado, a él y toda su familia, incluso a los propios hombres que venían por el señor Herman. Recuerdo muy bien lo que dijo mientras se lo llevaban: "Ustedes los comunistas sí que son muy duros si le tienen miedo a un viejo moribundo como yo".
Helmut sonrió y bajó la mirada.
— Nunca más lo volvimos a ver. Supe que lo entregaron a la Securitate en Rumania, falleció unos meses después en una prisión de Sighet. Debió sufrir mucho en sus últimos días, cada vez que pienso en aquéllo me invade un profundo pesar.
La madre de Heinrich había fallecido un año después de que se llevaron a Herman. Heinrich Zemo quedó huérfano a los 10 años. Su hermana Otilia, que vivía casada en Suiza, se lo llevó a vivir con ella, y Oeznik se fue con él.
— Su abuelo me encomendó a su padre mientras convalecía su enfermedad. Lo que su padre le ha dicho esta noche, me encargué de decírselo a él a medida que iba creciendo. Siento mucho que a usted se lo haya explicado de forma intensiva; pero, usted es demasiado perspicaz, su cerebro aún debe estar intacto.
— ¿Quieres que te diga la verdad?
— Si éso le hace sentir mejor...
— No sé lo que quiero. Estoy en medio de la vida.
— Muy diferente a su padre. Desde que él vió al señor Herman por última vez, y a medida que le fuí mostrando la situación, él tomó sus propias decisiones para su vida. Siempre supo lo que quería, quién era, y lo que haría. Asistió a Le Rosey hasta antes de la preparatoria. Luego, Hydra, que no había olvidado que Herman Zemo tenía un hijo y que el Barón Zemo aún vivía mediante él, lo encontró. Se lo llevaron a esa academia a la que ahora usted asistirá. Nunca quiso que nadie fuera a visitarlo. Cuando retornó, sus ideas habían evolucionado de forma radical y extraña. Vivía con dos pensamientos mal amalgamados en su interior. Él fue y aún es mi más grande preocupación.
— Y ése es mi futuro.
— No, usted es diferente, en parte es debido al carácter de su madre. Para comenzar, está claro que usted no quiere internarse en esa academia por dos años con todo lo que ésto involucra; en cambio, su padre ansiaba y realmente quería ser parte de ello. Hydra es para su padre su mayor asidero en la vida. Todos necesitamos algo por qué luchar, algo en que creer, un medio, un camino. Hydra es todo éso para su padre.
— No significa nada de éso para mí. Y no juzgo a mi padre por creer en Hydra. Me coloco en su posición y entiendo sus razones; pero al final, yo soy solamente yo, y todo lo que yo he vivido es mío, y todo ésto no me impulsa en la dirección que él desea.
— Así que, ya que no tiene una idea clara de su existencia, señor, asumo que solo le quedará seguir la dirección que su padre le ha encomendado.
Helmut con la cabeza apoyada en el marco de la ventana, cerro sus labios entreabiertos y se quedó mirando fijamente a través del cristal.
— Piense y analice bien todo ésto, señor. Las decisiones que vaya a tomar forjarán su vida, y como usted dice, al final esa vida es suya. El día de mañana, nosotros ya no estaremos, usted se quedará con las consecuencias de sus decisiones.
Helmut permaneció en silencio mirando a través de la ventana. Unos minutos después, le preguntó a Oeznik:
— Cuándo supo mi madre sobre ésto.
— En el momento adecuado. Aunque creo que en el fondo de alguna manera lo sabía. Fue muy diplomática con la situación. Ella estaba ahí cuando su padre uso la máscara por primera vez, él estaba tan ansioso porque tenía todo planificado en su vida, y ese era un momento que había estado esperando por mucho tiempo.
— Era el Barón Zemo...
— En todo su esplendor.
— Y qué dijo mi madre, cuando lo vió.
— Le preguntó si ya estaba listo. Y su padre respondió: "He practicado con anterioridad, así que, supongo que sí".
— Siento que ella no se lo tomaba con demasiada seriedad...
— Exactamente como usted.
Helmut sonrió y frunció su entrecejo. Deseó que su madre estuviera allí, la necesitaba ahora más que nunca. Su madre había fallecido hace dos años.
— Ella solía decir que la máscara que usaba su padre se asemejaba a un...
— ¿Calcetín?
Oeznik respondió riendo:
— Así es, un calcetín púrpura. Cuando estaba digustada con él, solía llamarlo "cabeza de calcetín".
Ambos rieron en medio de la oscuridad.
— Usted no estaba presente para ser testigo de esas discusiones, ya que siempre estaba en algún lugar...en la escuela, en clases particulares, en algún campamento... Luego lo enviaron al internado.
— Una hora al día, cuando yo estaba en casa, sólo podía verlos una hora al día.
Oeznik suspiró, y finalmente le dijo a Helmut:
— Su padre sí que supo mover los hilos de este territorio, y su madre estaba ahí al lado. Fue una mujer sumamente preparada, brillante. Era, incluso, mejor economista que el señor Heinrich. Ella tenía un carácter demasiado fuerte.
— Cómo la extrañamos.
— Siempre, señor Helmut, siempre.
El reloj marcó la media noche, y la penumbra ya era parte de sus vidas.
— Hablando de temas, tal vez, más amenos, señor, ¿qué opina de la que será su primera gran reunión social?.
— Que no me emocionaría en lo más mínimo de no ser porque mi padre se reunirá después con sus colegas de Hydra.
— Le daré una pista, necesitará un anillo.
— Qué, ¿un anillo de "la hermandad"?
— Así es, señor.
— Y luego cómo no pensar que bordean la ridiculez.
— Así creen asegurarse que solo sus miembros ingresan a las reuniones.
— Necesitaré El sueñitos.
— Señor, le advierto nuevamente que esa sustancia no debe ser usada como si el asunto fuera un juego.
— Según mi padre ya soy mayor de edad, así que no te preocupes, sabré usarlo adecuadamente.
— Bueno, ya que es mayor de edad, asumo que sabrá darse modos para conseguirla. Yo cumpliré mi parte de desvíar mi mirada de la puerta.
— Y se te agradece nuevamente, Oeznik.
— No olvide las indicaciones, una gota es suficiente para 250 ml. en personas adultas.
— Oeznik, sé usar El sueñitos, disminuye tu cuidado.
— Oh, y su padre encargó un esmoquin exclusivamente para usted.
— ¿Conoce mis medidas?
— Por supuesto, es su padre.
— Qué miedo.— respondió irónicamente Helmut, mientras se percataba que Oeznik parecía estar emocionado con el asunto de la fiesta más que él mismo.
— Llegará de Inglaterra mañana. Un diseño exclusivo, la tela de la más fina seda...
— Espera, este sábado Ismail Kadaré presentará su último libro antes de marcharse a Francia. Y además, tenía entrenamiento de tiro. Sólo vine aquí para éso...
— Ahora tiene otra misión, señor. Además a usted le gustan las fiestas.
— Depende la naturaleza y el contexto de la fiesta. Y ésta no me atrae en lo más mínimo. Mis intestinos lo perciben.
— A éso se le llama ansiedad, señor Helmut.
— ¿Recuerdas a esa muchacha de la que te hable hoy?
— Livia, ése era su nombre.
— Creo que le sucederá una desgracia.
— Usted me dijo que, debido a su carácter, alguien terminaría por manipularla, y que si no se levantaba moriría. ¿Morirá, señor?.
— Aún no lo sé, pero su desgracia está establecida. Y en las circunstancias del conflicto que se viene... ésto le sucederá muy pronto.
— ¿Cree que algún día la vuelva a ver?
— No lo sé. Ojalá no termine muy mal.
Ambos se quedaron en silencio unos minutos más, luego se fueron a sus respectivas habitaciones. Mientras tanto, en algún lugar de Sokovia, las armas estaban prestas para alzarse, todo estaba planificado, y el destino de una región estaba escrito.
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N.A.
Hola, primero, perdón por haber tardado en publicar; y segundo, perdón por haber borrado accidentalmente el capítulo ayer (quería cambiar la canción del encabezado y me arrepiento profundamente 😅😄😆).
Me calmé, y me puse a resolver el asunto. Quería escribir en la madrugada, pero me dormí por loser. Así que le eché las pilas esta mañana.
Gracias por esperar y leer. Ésto del borrón no volverá a suceder. Ojalá les guste el capítulo.
Con amor, yo. 😪😄
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