~ 𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒆~

~ 20 de noviembre de 2011, 00:30 a.m. ~

 —Sí que has tardado, ¿y esa moto?  

 —De Ryoko, ha insistido en que no me fuese andando.

Kisaki observaba la moto detenidamente.

 —¿Has estado hasta ahora con ella? —parecía sorprendido.

 —Sí, hasta hace un rato —encendí un cigarro, aún sin bajar de aquella moto que me quedaba algo pequeña.

 —¿Y? ¿Has avanzado algo? 

 —Puede —miré para otro lado y no pude evitar recordar el momento en el que había tenido sus bragas en la cara. Se me escapó una sonrisa. 

 —¿Puede? Hanma, si tú no eres capaz tendré que intentarlo yo —me dijo con una mirada de perversión. La imagen de Kisaki poniéndole las manos encima revolvió todos los órganos de mi cuerpo.

 —No, yo me encargo.

 —Al fin y al cabo, que estemos en esta situación es tu culpa. ¿Qué te pasa con ella? No la conoces de nada y no te hiciste cargo el día de Halloween —parecía enfadado.

 —Nada, es divertida, solo es eso —contesté con la misma seriedad.

 —¡Venga ya! ¡No me vengas con eso! ¡Solo es la puta de la ToMan! ¡¿Es que no lo ves?! Con lo fácil que sería deshacerse de ella y ya —se había alterado y alzaba la voz.

Me acerqué a él y le miré desde mi altura, agachando la cabeza de manera intimidante.

 — Mira, Kisaki. No somos amigos, solo estoy contigo porque me aburro y tú pareces tener planes interesantes —le di una calada al cigarro para después tirarlo al suelo, justo al lado de donde Kisaki estaba parado. 

Di un paso al frente para apagarlo con la planta del pie y exhalé el humo.

 —Pero si tus planes se interponen con mis propias decisiones... ten por seguro que lo que primará serán estas últimas. Así que ten cuidado con lo que dices —hice especial hincapié en esto último. 

 —Tú sabrás lo que haces —fueron sus últimas palabras antes de marcharse.

Volví a montarme en la moto aún molesto por el comentario. Saqué el teléfono del bolsillo y vi que tenía una notificación de mensaje.

"Ryoko , 👼"recibido el 20 de noviembre a las 00:10

Avísame cuando llegues a tu casa

Sonreí.

Tú, enviado el 20 de noviembre a las 00:36

¿Te preocupas por mí? ;)

"Ryoko , 👼"recibido el 20 de noviembre a las 00:37

Me preocupa más mi moto 

Tú, enviado el 20 de noviembre a las 00:37

Está en buenas manos, no te preocupes

"Ryoko , 👼"recibido el 20 de noviembre a las 00:38

Ok. Buenas noches. Gracias por la cena por cierto.

Tú, enviado el 20 de noviembre a las 00:38

De nada, buenas noches enana, gracias por lo de las bragas por cierto

"Ryoko , 👼"recibido el 20 de noviembre a las 00:38

¬¬ , imbécil

Tú, enviado el 20 de noviembre a las 00:39

Jaja lo que tu digas. Mañana te llevo la moto. Descansa enana ;)

"Ryoko , 👼"recibido el 20 de noviembre a las 00:40

Por la tarde, a la mañana tengo trabajo, pero que no sea muy tarde, que he quedado a las 18:00, descansa.

Volví a guardar mi teléfono. 

Cuando hablaba con ella por mensajes me notaba nervioso. Me gustaba picarla, me imaginaba las caras que ponía cuando le enviaba esos mensajes. 

Definitivamente me atrae, ya no puedo negarlo más. Quiero creer que yo a ella también, aunque, por cómo se comporta conmigo, me da a entender que sí.

El tacto de sus manos en mi espalda unas horas antes me excitó, pero no creí que fuera adecuado en ese momento abalanzarme sobre ella, quizá la asustaría. No nos conocíamos de tanto tiempo, apenas nos habíamos visto tres veces, aunque, por cómo nos tratamos, es como si la conociese desde hace más tiempo. 

Quizá ella sea así con todos, así de cercana y bromista.

Jamás en mi vida me había cruzado con una chica que con decirle dos palabras no cayera rendida a mis pies. Sin embargo, ella no parecía igual.

No podía negar la tensión que había en su casa, pero me gustaba demasiado este juego y además... tampoco podía negar que, el hecho de que fuera alguien prohibida debido a la protección que tiene detrás con todos esos de la ToMan... esa maldita situación sólo hace que me excite más.

Joder... soy un puto loco.

Recomendación de canción para lo que resta de capítulo: Inferno - Bella Poarch y Sub urban

~ 20 de noviembre de 2011, 17:00 p.m. ~

Estaba de camino a su casa, algo distraído mientras conducía. Vivíamos algo lejos el uno del otro por lo que durante el camino estuve pensando en qué haría después. ¿Ir a algún salón de juegos? ¿A beber algo? ¿Llamar a Kisaki? La tarde pintaba aburrida al tener en cuenta el día más entretenido que pasé ayer.

Sin darme cuenta llegué a su casa y toqué la bocina de la moto.

 —¡Ya voooooy! Un momento —la escuché gritar desde el interior del edificio. Miré hacia la casa de los vecinos. Había una anciana asomada a la ventana, parecía estar cotilleando. 

Le sonreí de manera ingenua y escuché como se abría la puerta de la casa de la enana, quien se acercó a mí.

 —¡Hola, mi motito preciosa! ¿Te han cuidado bie-

No la dejé terminar de hablar y agarré su muñeca para acercarla a mí. Rodeé su cuello con mis brazos, sin dejar de mirar a aquella anciana cotilla mientras jugaba con su larga melena entre mis dedos.  Le guiñé un ojo a la anciana, que, aparte de no tener cara de ser una mujer muy agradable, puso una expresión aún más fea si cabía y se fue de la ventana corriendo las cortinas con furia. Me reí aún sin soltar mi agarre de ella.

 —Hanma —dijo ella, aún con la cara pegada en mi pecho.

 —¿Mhm? —mascullé, aguantando la risa.

 —¿Quieres quedarte estéril antes de ser padre? —empezó a pellizcar uno de mis costados.

Me aparté dejándola ir y pude verla mejor. Llevaba un vestido largo y ajustado de color negro, con una chaqueta vaquera y un bolso. ¿Se había maquillado? 

 —Joder, que guapa estás... —pensé en alto, sin querer. 

Bocazas de mierda, eres gilipollas.

 —¿Cómo dices? —reprendió—. Hanma, ¿a qué coño ha venido eso?

 —Shh, calla —dije rodeándola de nuevo con el brazo tapándole la boca con la mano—.  Vamos a dejar la moto y te cuento de camino.

 —¡Pefo qu...aces! —ella intentaba hablar a través de la mano.

La tenía agarrada con un brazo mientras con la otra mitad de mi cuerpo empujaba la moto hacia dentro del patio de la casa.

Cuando había dejado la moto en el sitio donde estaba la noche anterior, la solté para poder echarle la pata al vehículo y cubrirla con la lona.

 —Definitivamente tú quieres morir —escuché en mis espaldas.

 —Tienes una vecina un poco cotilla, ¿lo sabías? — hablé en voz baja y señalé a la ventana donde estaba la anciana hacía unos minutos—. Había una señora ahí, mirándome, y he pensado que igual darle algo de espectáculo le alegraba el día —reí, aunque de seguro me esperaba otra cachetada como la del día de la pelea en el desguace, así que hice un ademán de cubrirme el cuerpo casi por instinto, para minimizar daños.

 —Ah...esa señora...—¿no me iba a pegar?—. Haberme avisado, hubiera hecho algo mejor. Esa mujer es una bruja y le encanta el chisme.

¿Cómo? Me quedé mirándola con los ojos como platos. Esta enana iba a volverme loco.

 —¿Algo mejor? —pregunté, aún sorprendido.

 —Desde luego, un abrazo solo dará para hablar una tarde —se llevó la mano a la boca y colocó un par de dedos en sus labios. Me fijé en ellos, se veían exactamente igual que aquel día bajo la lluvia—. La próxima vez que esté mirando me avisas y le damos un buen espectáculo.

Sonrió y empezó a dirigirse a la puerta. Yo me quedé ahí, mirando sus movimientos y cómo el pelo le ondeaba en la estrecha espalda conforme sus pasos avanzaban. 

 —Me tengo que ir,  ¿puedes salir, por favor? —preguntó mientras miraba hacia atrás en mi dirección.

 —Claro, perdona —contesté dirigiéndome a la puerta.

Cerró la puerta con las llaves mientras yo observaba sus pequeñas manos. 

 —Bueno, gracias por traerme la moto —ella miró un reloj que llevaba en la muñeca, donde también llevaba una pulsera—. Tengo que irme, no quiero llegar tarde. 

 —De acuerdo, nos vemos otro día entonces.

Empezó a caminar por la misma dirección que yo tenía que tomar, aunque me quedé varios pasos detrás de ella, que iba caminando lentamente mientras parecía mirar la pantalla de su teléfono. Al cabo de unos cuantos metros se detuvo y giró su cuerpo.

 —¿Me estás siguiendo?  

 —Qué va, tengo que ir por aquí también —le dije sin ningún ápice de maldad.

 —¿Y qué haces ahí atrás entonces? Ven aquí anda —la poca vergüenza que tenía seguía dejándome fascinado. No parecía que mi presencia le intimidase y, además, me trataba como a alguien común y corriente. 

De vez en cuando pensaba en que la razón de que yo intentase ganarme su confianza formaba parte de los planes de Kisaki, sin embargo... creo que mis planes con ella comenzaron mucho antes de saber que ella era su objetivo. 

Recordé las palabras que le dije la noche anterior al chico: "mis decisiones primarán" . Ese hecho era una especie de mantra para mí. Ya que, definitivamente, si había algo que no quisiese hacer en algún punto, no iba a hacerlo.

Me acerqué a ella y empezamos a caminar uno al lado del otro.

 —Veo que puedes caminar bien, ¿no te duele el tobillo? —pregunté,  mirando hacia sus pies.

 —Sí, parece que el hielo sirvió para algo, aun así estoy teniendo cuidado de no hacer movimientos bruscos —se quedó pensando un momento—.  Aunque antes estuve a punto de tumbarte de una patada, que lo sepas.

 —¿A mí? —me señalé a mí mismo y sonreí con burla—. Nah, no hubieras podido.

 —No me retes —me miró fijamente mientras seguíamos avanzando.

Continuamos en silencio por un rato. De vez en cuando yo miraba por el rabillo del ojo su perfil. Tenía esa nariz chata y las mejillas algo coloradas por el frío que hacía ese día.  Pensé que ojalá hiciese frío todos los días, se veía bien con ese enrojecimiento en la cara. Me fijé en sus pestañas, de perfil parecían aún más largas, sería por el maquillaje que llevaba puesto el cual, definitivamente le sentaba de escándalo, el delineador de ojos que le alargaba la mirada le favorecía muchísimo.

 —Te estoy viendo, deja de mirarme, ya sé que estoy rara —me pareció ver que hacía un puchero con los mofletes. 

 —¿Rara? ¿Por qué?

 —No suelo arreglarme.

Giré la vista un momento hacia ella, recorriendo su cuerpo con la mirada una vez más. 

 —A ti no te hace falta arreglarte... Todo eso te sienta bien, pero... 

 —¿Pero? —me miró sonriendo pícaramente.

 —Nada, nada...—negué con la cabeza, no iba a darle el gusto de escuchar un cumplido mío después de haberme mirado así—. ¿Con quién has quedado que has decidido arreglarte tanto? 

Ella pareció dudar por un momento si contestarme o no, aunque luego esbozó de nuevo una sonrisa burlona y me miró.

 —Digamos que... tengo una cita.

Sentí como si un pequeño puñal se me clavase en el pecho. ¿Celos? Ahora no me iba a quedar tranquilo hasta saber con qué patán habría quedado.

 —Ajá...comprendo... —me limité a contestar.

Recorrimos varias calles en un silencio abrumador. Estaba tenso, nunca me había sentido celoso de nada ni de nadie hasta el momento, notaba sudores fríos en las manos. No sé por qué seguí caminando con ella hasta llegar a una calle comercial, donde había multitud de restaurantes, cafeterías y tiendas. Definitivamente quería saber con quién iba a estar. No pensaba hacer nada, pero quería saber la clase de chicos que le gustaban como para tener citas con ellos.

 —Debería estar por aquí —dijo mientras buscaba a alguien entre la multitud y sonreía.

Agudicé mi vista sin que ella se percatara, en busca de algún chico que pareciese estar esperando a alguien. Había unos cuantos, pero no sabría decir si alguno de ellos era a quien ella buscaba. 

 —¡Ah! Ahí estás —hizo un aspaviento con la mano, como saludando a alguien y empezó a andar más rápido en dirección a un muchacho que estaba en la puerta de una cafetería fumando. 

¿Con ese?

 —Enana, yo me voy ya —le dije.

 —No, ven, que voy a presentarte a alguien —  me agarró del brazo y tiró de mí, arrastrándome con ella.

 —No es buena idea, créeme —contesté, pero ella hizo caso omiso y siguió guiándome, agarrada ahora de mi mano.

Apreté un poco mis dedos en el agarre.

Cada vez nos acercábamos más a la puerta de aquella cafetería. Yo veía como el chico que estaba fumando nos miraba de manera seria y como intentando aparentar. Si seguía haciendo eso le iba a dar un puñetazo, no me gustaba que me mirasen de esa manera.

Para mi sorpresa, cuando ya estábamos a escasos metros de la cafetería, el chico tiró su cigarro y entró al local. Ella me soltó la mano y corrió hacia una chica que estaba allí también y, de la cual yo ni me había dado cuenta.

 —¡Emma! Perdona por llegar tarde, he tenido un contratiempo —¿me estaba señalando? Ah...comprendo... Empecé a sonreír maliciosamente mientras me acercaba al par de chicas.

 —¿Ella es tu cita? 

 —¿Cita? ¿De qué está hablando? ¿Y quién es? —dijo la rubia que estaba al lado de ella.

 —Sí, ella es mi cita —su amiga aún la miraba confusa.

 —No sabía que te gustaban las chicas —le dije mientras sacaba un cigarrillo.

 —Y no lo hacen, aunque si me gustasen —ella le pasó un brazo por la cintura a la otra chica—,  de seguro que ella sería mi novia, ¿verdad Emma? 

Parecían llevarse bastante bien pues la otra parecía corresponderle a los gestos.

 —Claro, aunque tendrías a Draken de competencia, no sé si te iba a ser fácil conquistarme — ambas rieron a carcajadas.

 —¿Draken? —pregunté dándole una calada al cigarro.

 —Cierto, os presento —la castaña sacó un cigarro de su bolso y lo encendió—. Ella es Emma, mi mejor amiga y la novia de Draken, ¿conoces a Draken, no? —me miró burlona. Yo miré a la chica, parecía alguien normal, era guapa y algo más bajita que ella. 

 —Sabes que sí lo conozco, ¿a qué viene esa pregunta? —la miré alzando una ceja. 

 —Emma, este es Hanma Shuji, el nuevo capitán de la sexta división de la ToMan, vamos, mi jefe —hizo comillas con los dedos.

 —Ah...—Emma me miró de arriba abajo—, así que ha entrado a la pandilla. 

 —Yo no sabía nada de esto, pero las cosas son así, no lo juzgues, no es mala persona —le explicó la otra. 

Emma pareció convencida y me tendió una de sus extremidades, para saludar.

 —Está bien, si Riri lo dice será porque es así, encantada, pues —le di la mano—. Pero... como me entere de que le haces algo... ya sabes a quién voy a mandarte. 

Me reí al entender que, estas chicas, al estar con chicos de la ToMan, parecían no tenerle miedo a hacer amenazas tan a la ligera y que eran más atrevidas que las demás.

 —No tienes de que preocuparte —le dije a la rubia—. De hecho, creo que ella y yo nos vamos a llevar bastante bien —la miré mientras soltaba la mano de Emma. 

Tiré el cigarro, dispuesto a dejarlas solas.

 —Bueno chicas, os dejo con vuestra "cita" —hice comillas, riendo—. Yo me voy. 

Me encaminé alejándome de ellas hasta que noté algo tirando de mi chaqueta.

 —Espera —me giré y ella estaba ahí. Agarró una de mis manos, haciendo que mi cuerpo se inclinase un poco, de manera que mi oído quedó a la altura de su boca y mi cara casi tocaba su cuello. 

Noté su respiración en el mío, podía oler el perfume que llevaba y se me erizó el vello de la nuca. Era un olor dulce que me invadió por completo los sentidos.

Escuché cómo ella separaba los labios para hablar en voz baja, rozando suavemente el lóbulo de mi oreja con ellos en ese acto.

 —Te debía una.

Giré un poco mi cabeza, de manera que nuestros rostros quedaron, una vez más a escasos centímetros. La miraba algo confundido, preguntándole con la expresión que a qué se refería.

 —Por lo de los arañazos en la espalda, te dije que yo también sé jugar a este juego —me dijo casi en un susurro que escuché perfectamente y con total nitidez a pesar del bullicio de la gente que allí había—. Me voy, no quiero hacer esperar a mi "cita".

Dejó un beso en la mejilla y se fue corriendo mientras la escuchaba reírse. 

 —Nos vemos en la próxima reunión —gritó desde lejos.

Aún asimilando el gesto, me quedé ahí clavado, mirando cómo se alejaba. Y sonreí.

 —Enana, vas a ser mía —dije para mí mismo. Me fui con aquella sensación que provocaba cierto entusiasmo en mi cuerpo.

~ 20 de noviembre de 2011, 18:30 p.m. ~

Emma y yo caminábamos tranquilamente mirando escaparates. No podía evitar la sonrisa que tenía en mi rostro. Le había devuelto la broma de los arañazos de una manera sobresaliente, su cara fue digna de ver cuando le dije que iba a tener una cita.

 —Oye Riri —Emma interrumpió mis pensamientos—. ¿Es ese Hanma? 

 —¿A qué te refieres? —pregunté.

 —Ya sabes, el día de Draken...el hospital...

 —Parece ser que sí, es él —me puse seria por un momento.

 —Ten cuidado con él, no parece mala persona, pero no sé...

Emma era muy protectora conmigo en cuanto a chicos se refería.

 —¿Por qué debería tener cuidado? Emma, ahora estamos juntos en la ToMan, según tengo entendido...todo lo que ha salido mal hasta el momento en la pandilla...él no quiso que nada de eso pasara...así que por eso...además...¿sabes que lo conocía de antes? Coincidí con él un par de veces antes de saber quién era realmente. Él me llevó al hospital el día de lo de Draken. 

 —No me habías contado nada de eso. 

 —Pensaba que Draken te lo habría dicho, él sí sabía eso, se lo conté el día que Hanma se unió a la pandilla.

 —Qué va —resopló—, él no suele contarme nada de las cosas de la ToMan.

 —Pues ya lo sabes —le sonreí.

 —Aun así, ten cuidado, no quiero verte sufrir —la miré desconcertada y vi que ella tenía cara de preocupación.

—¿Por? 

—Amiga... —me miró—. Porque ese chico te gusta.

¿Qué?

Holis!

Muchas gracias a todos por leer y lo de siempre, preguntitas por aquí.

<3
























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