~ 𝑻𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒔𝒆𝒊𝒔 ~
~ 6 de marzo de 2012, 21:15 p.m. ~
Tú, enviado el 6 de marzo a las 21:30
¿Estás segura de querer venir? De verdad que no hace falta que lo hagas
Enana, recibido el 6 de marzo a las 21:45
Ya me estoy montando en la moto, asique tarde, si no quieres que vaya no iré
Tú, enviado el 6 de marzo a las 21:48
Solo por verte un rato si quiero que vengas. Aunque aquí solemos tener más lío que en tu tienda, así que perdona si no puedo estar muy pendiente de ti. Si eso no te importa, el bar está en la calle X, lo verás enseguida, es uno que tiene un cartel pequeño de neones amarillo y algo viejo.
Enana, recibido el 6 de marzo a las 21:49
Vale. ¿Has cenado?
Tú, enviado el 6 de marzo a las 21:50
No
Enana, recibido el 6 de marzo a las 21:51
Te llevo algo para que comas. ¿Solo a ti se te ocurre ir a trabajar sin cenar o qué? Luego soy yo la problemática. ¬¬
Tú, enviado el 6 de marzo a las 21:52
Gracias, igual me da tiempo a comer antes de que empiece a llegar la gente, esto aún está vacio. Te dejo, tengo que fregar unas copas. Ya tengo ganas de verte.
Dejé el teléfono a un lado y me puse a trabajar. Como le había dicho, aún no había llegado nadie al bar, aunque no tardarían en empezar a entrar personas y a ocupar las pocas mesas que había así como los asientos de la barra.
Fregué unas cuantas copas y las coloqué en su sitio. Puse las botellas de alcohol en su lugar correspondiente y comprobé que las neveras tuvieran lo necesario, reponiendo algunos botellines de cerveza que faltaban para que se fueran enfriando.
Esa noche mi compañero regresó de recuperarse del accidente y estábamos los dos. Era un chico algo mayor que yo, mucho más bajito; Casi como la enana, aunque se manejaba mejor que yo en el bar, pero siempre tenía esa cara de aburrimiento. No hablaba mucho pero tampoco me importaba, lo único que quería era que las horas de trabajo pasaran rápido para irme a casa.
Quizá esta noche tenga algo más de entretenimiento. Pero no puedo distraerme.
Al poco empezaron a llegar algunos hombres que ocuparon una mesa de al fondo y mi compañero fue a atenderles. Serví lo que pidieron y él se lo llevó.
Miré la hora del móvil, las once menos cuarto ¿Qué está haciendo esta muchacha? Empecé a preocuparme pensando si se habría caído con la moto.
—¿Esperas a alguien? —preguntó mi compañero.
—Una amiga, decía que se pasaría por aquí.
—Ah... pues guárdale un asiento en la barra, ¿no? Está empezando a llegar gente al bar y al final se va a llenar por lo que parece.
—Tienes razón —aparté una de aquellas sillas altas que había detrás de la barra para que nadie la ocupase.
La puerta no paraba de abrirse hasta que en una de esas vi que ella entraba con una bolsa y se acercaba a la barra. Iba sencilla, pero estaba guapa; con unos vaqueros ajustados color negro, una camiseta blanca no muy larga y una chaqueta negra de cuero abierta. Se había recogido el pelo en una coleta alta.
—Hola enana, te he guardado un sitio, ¿qué estabas haciendo?
—No encontraba nada abierto para comprar comida, al final he comprado algo más por si acaso—miró detrás de mí—. ¿Oye, tú has cenado o eres como este idiota?
Mi compañero se giró y se quedó mirándola con los ojos abiertos.
—¿¡Tú!?
—¡Venga ya! ¿¡Waka!? ¡Qué de tiempo! —gritó ella y mi compañero salió de la barra y le dio un abrazo. Arqueé una ceja ¿se conocían? La gente del bar miraba la escenita.
—¡No sabía que trabajabas aquí! No te he visto desde...bueno, desde aquello, ¿qué tal? —ella me miraba—. ¡Shuji! Él es un amigo de Shinichiro, lo conozco casi desde que era una cría aunque... bueno, dejamos de vernos cuando todo aquello pasó, al final ha sido buena idea venir. —estaba sonriendo.
—¿Estás con él? —preguntó Wakasa. Ella me miró, con indiferencia.
—Ya te contaré si quieres en otro momento, estáis trabajando. Toma, para que cenéis, hay de sobra para los dos.
—Gracias, pequeña —le tocó la cabeza suavemente y volvió dentro de la barra.
Ella se sentó en la silla que le había reservado y comprobó que Wakasa no nos viera. Yo estaba del otro lado de la barra apoyado en la encimera en frente de ella, que se reclinó usando la silla como elevación para levantarse un poco y darme un beso corto.
—Hola guapo —me susurró—, ¿me pones una cerveza? —sonrió.
—¿Conoces gente en todos lados?
—Eso parece —rio—. Yo también me he quedado de piedra, pero me alegro de haberle visto —lo miraba con cara risueña y me invadieron los celos.
Puse los ojos en blanco y fui a prepararle la cerveza. Wakasa estaba abriendo el contenido de la bolsa y me miró.
—Hanma, parece que ella se preocupa por ti, si no, no habría traído esto. Además, como recuerdo que hacía, se ha pasado tres pueblos con la comida. De pequeña a veces le traía dulces a Shin de su casa y terminaba viniendo con una bolsa entera como para veinte personas —¿estaba sonriendo? nunca lo había visto sonreír.
—Si, ya me han dicho que es así de exagerada —contesté mientras ponía el vaso en el grifo de cerveza—. ¿Crees que podremos cenar en algún momento? Tengo hambre.
—Bueno, podemos ir picando de vez en cuando, yo tampoco he cenado.
Mis celos estaban en aumento cada vez más. Seguramente no tenía que preocuparme de nada, pero aun así sentía una presión en el pecho. Vi que ella estaba dando una vuelta con la mirada por todo el bar, dando toquecitos con los dedos en la barra.
—Ya te dije que no era nada del otro mundo —le dije mientras le dejaba la cerveza en la barra.
—Gracias. No, no es nada del otro mundo, pero no está mal. Hay una diana al fondo, ¿no? —señaló a unos hombres que estaban jugando a los dardos.
—Sí, aunque a veces no marca bien las puntuaciones.
—Igual luego lo intento —sonrió.
—Seguro que hasta en eso eres buena ¿no? —le acaricié la mano que sostenía la cerveza y vi que se sonrojaba. Reí y decidí volver al trabajo.
Entraron más al bar, habitualmente no se llenaba tanto, pero al parecer los empleados de una empresa decidieron celebrar el cierre de un contrato importante esa noche, así que estábamos casi hasta los topes. Wakasa y yo no parábamos de dar vueltas por la barra. En algunos momentos vi que se paraba a hablar con ella, pero nada raro, reían y charlaban sin más. Alcancé a escuchar algo de lo que decía.
"¿Cómo está Take?"
"Seguro que Senju está guapísima, recuerdo jugar con ella"
"¿qué? ¿Tienes novia?"
"¿Te acuerdas cuando le robabas los ligues a Shinichi?"
Quizá exageré un poco con los celos de antes. Ella de vez en cuando dirigía su mirada hacia mí mientras reía con Wakasa.
—Hanma —él llamó mi atención en voz baja mientras estaba colocando una botella que acababa de utilizar en su sitio.
—Dime.
—¿Ella te gusta, no?
—¿Por?
—Venga ya, aparte de que seguro tengo más experiencia que tú en esto, se te nota a la legua, tío.
—Sí, me gusta, ¿pasa algo? —no iba a perder nada por decir la verdad una vez. Además, solo por si acaso, lo hice para marcar territorio de alguna manera.
Él y yo nunca habíamos cruzado tantas palabras en la misma noche. En realidad no sabía nada de él ni al contrario. Pero pareció calarme en un segundo.
—No, no pasa nada, no te conozco más que de aquí. Mira, no creo que seas mal chaval, a pesar de las pintas que llevas y sabiendo que la conoces... puedo hacerme una idea de que seguís con el tema de las pandillas, ¿me equivoco? El hermano pequeño de Shinichiro siempre tuvo su grupito y jugaban a imitarnos.
—¿A imitaros?
—Si bueno, eso fue hace tiempo, no hace falta que te cuente mi vida ahora mismo —se puso serio—. Escucha, Hanma, aunque esa niña y yo nos distanciáramos, digamos que era como una hermanita más para Shinichiro, y los amigos de este al final le cogimos cierto cariño, ¿habéis hecho algo? Tú y ella me refiero.
—No creo que eso te incumba, Wakasa.
—Es cierto, es su vida al fin y al cabo. En fin, vosotros sabréis, yo paso ya de líos —cogió un palillo que llevó a su boca y lo empezó a mordisquear. Siempre estaba con alguna paleta en la boca, pero en el trabajo no podía comerlas y solía ponerse palillos, imagino que tenía cierta adicción al dulce. Aunque bueno, yo cada dos por tres salía a fumar, así que no era quién para hablar de vicios.
—¿Tú también vas a decirme que tenga cuidado, que la cuide y esas cosas o qué?
—¿Yo? No, ¿Quién te lo ha dicho?
—Un tipo medio calvo con un dragón en la cabeza.
—¿Draken? —rio alto—. Siempre se han llevado muy bien, es normal que te lo diga, y más cuando él es de los pocos que escuchó algo de aquello.
—¿Algo de qué?
—De los rumores que se oían por la zona cuando llegó a casa de su abuela. Creía que ella te habría dicho algo.
—Dice que no recuerda casi nada de su infancia.
Mientras hablábamos seguíamos sirviendo copas a quienes las pedían y vi que ella había ido a probar suerte en la diana; había varios hombres mirándola y chasqueé la lengua. Wakasa se dio cuenta del gesto.
—No te preocupes, si mal no recuerdo, puede defenderse solita.
—Wakasa, ¿qué rumores eran esos?
—Mhm —dudó por un momento—. Supongo que ya es todo agua pasada. Te lo contaré pero mejor que ella siga sin recordarlo, en cierto modo... —la miró cómo acertaba un dardo justo en el centro de la diana y se giraba hacia nosotros gritando "¿has visto eso?" Ambos le sonreímos.
—Ahora parece más feliz que antes, y si tú eres la razón, sinceramente me alegro por ella —él se apartó un poco hacia el otro lado y empezó a recoger botellines vacíos de la barra—. Verás, cuando ella llegó, o quizá antes, no lo recuerdo bien, el hermano mayor de Mikey y algunas personas más solíamos pasar mucho tiempo por el barrio de su abuela. Había rumores de que un matrimonio joven había tenido un accidente de coche y que la hija que tenían en común vivía por allí.
—¿Qué tiene de malo eso? —No entendía el problema.
—Nunca se supo, pero por lo visto aquel accidente tenía a la mafia implicada...así que se hablaba de si en verdad fue un accidente o un ajuste de cuentas. Ya sabes, ese rumor hizo que en el barrio por aquel entonces surgiera un poco de miedo entre los vecinos y algunos no le quitaban el ojo de encima a la pequeña, imagino que pensarían que la mafia aparecería por allí en cualquier momento, pero pasaba el tiempo y nadie aparecía, así que al final parece que todo el mundo se olvidó de aquello y todo quedó en que sus padres tuvieron un accidente y ella sobrevivió —paró para beber un poco de agua—. Luego, un amigo de Mikey, Pah, la trajo un día y nos enteramos de que esa niña pequeña era de la que todo el mundo hablaba. Draken nos escuchó un día hablando de ello, pero prometió no decir nada nunca, no quería que su amiga volviese a revivir el estar apartada de las personas. Al parecer la pobre era objeto de burla de varios niños que no entendían que no tuviese padres.
Hizo otra pausa y la señaló con el vaso de agua.
—Esa niña era muy pequeña para saber todo lo que se hablaba en el barrio o quizá para entenderlo, por eso es mejor si no lo recuerda. Eso es todo lo que sé.
No supe qué decir, pero tuve un recuerdo fugaz de su vecina, quien siempre parecía estar observándola. Me quedé mirándola, cómo reía y se burlaba de aquellos hombres, que debido al alcohol iban perdiendo en los dardos. ¿De verdad no recuerdas nada? Ese rumor...
—Wakasa.
—¿Qué?
—¿Hace cuánto que ella vive en ese barrio?
—No sé, pero hará quince o dieciséis años, ella era muy pequeña cuando llegó y nosotros la cocimos varios años después de eso... no sabría decirte con exactitud.
Intenté explorar todos los rincones de mi mente, pero no surtía efecto. No conseguía recordar nada. Ese rumor, me sonaba haber escuchado algo similar cuando era pequeño. La imagen de mi madre llorando escondida en la habitación vino como un pequeño flashback a mi mente.
—Bueno —dijo Wakasa, sacándome de mis pensamientos—. Se acabó la charla, volvamos al trabajo.
Eso hicimos, aunque yo me quedé serio toda la noche mientras la observaba. Cuando me miraba le devolvía una sonrisa, parecía estar pasándolo bien y al final sí resulto ser buena en la diana. Estaba ganando a todo el mundo y cada vez que lo hacía daba saltitos y esos hombres la miraban. Empecé a observar a un par de ellos que claramente la estaban analizando de arriba abajo mientras cuchicheaban.
—¡Shuji! ¿Has visto? Tremenda paliza les he metido —reía, despreocupada—. Oye voy a salir a fumar, ¿vale? No tardo, al final me lo estoy pasando genial —Me besó en la mejilla y le di un cigarro de los míos.
Se puso la chaqueta y se acercó a la puerta. Uno de los hombres que cuchicheaban pareció decirle algo y ella le sonrió asintiendo con la cabeza. Salió y el hombre fue detrás. Antes de salir, este giró su cabeza sonriendo a su amigo con el que estaba hablando antes.
¿Qué cojones...? Me quedé vigilándola desde la barra, intentando ver qué pasaba a través del ventanal que daba a la calle. Pude ver que ella sacaba su paquete de tabaco y le daba un cigarro al hombre, pero solo pude ver por un momento, pues sus figuras se escondieron de mi vista tras los muros en los que no había ventanales.
Al poco, vi salir al hombre al que el que estaba fuera con ella le había dirigido la mirada.
Esto no es bueno. Cada vez intenté asomarme un poco más. Veía el humo del tabaco flotando en el aire, pero no a ellos. Vi su espalda por un momento, parecía que la habían empujado. Lo último que vi fue su brazo tirando el cigarro violentamente. No lo pensé dos veces. Me apresuré a salir de la barra para ir a ver qué coño pasaba ahí afuera. Pero Wakasa me detuvo.
—Tranquilo —mordisqueó un poco el palillo mientras sonreía— si sigue como recuerdo, no necesita ayuda, a Mikey lo tumbaba en tres movimientos. Y él era el mejor del Dojo del abuelo.
—No me jodas, Wakasa, son dos tíos.
—Bueno, adelante, tú sabrás, yo me quedo aquí —él entró a la barra y se quedó mirando.
Salí por la puerta y la escena que vi se me quedaría en la memoria para siempre.
—¡Maldita perra! Joder... —decía entre quejidos uno de los hombres, que se aguantaba la entrepierna tirado en el suelo.
—¿¡Esto es lo que quieres!? ¡Puto puerco! Tenía que haberte tirado un dardo a los cojones, a ver si así los seguías teniendo en su sitio en este momento. ¡Habla! ¡Pide perdón o te los arranco aquí mismo!
Ella estaba agarrando la entrepierna del otro con fuerza mientras el hombre se retorcía de dolor y le pedía que parase. Intentó darle un puñetazo pero ella apartó la cabeza y lo desvió con la mano, con la misma le dio un puñetazo en la nariz, partiéndosela. El que estaba en el suelo empezó a correr al verme salir por la puerta. El otro me miró con la nariz llena de sangre y vi que ella agitaba el puño en el aire, como intentando calmar el dolor por un momento. Le miré la cara, tenía un poco de sangre en el labio.
¿Soy un puto loco si digo que en ese momento el corazón me fue a mil por hora al verla así? Parecía que Wakasa, bueno, todos, tenían algo de razón. Encendí un cigarro.
—Ah, hola Shuji, mira lo que he pescado —dijo sonriendo y apretando aún más el agarre de su mano. El hombre se estaba poniendo morado.
—¿¡Y este quién es!? ¿¡Tu novio!? ¡Nos dijiste que no tenías! ¡Pedazo de puta!
Me acerqué a él dándole una profunda calada al cigarro y con mis ojos entrecerrados a causa de la rabia.
—Mire —le di una calada al cigarro y se lo di a ella—, ni le importa, pero creo que tiene problemas más grandes que averiguar quién soy. Enana, suéltale —ella asintió y se fue a la pared de afuera del bar a fumar. Agarré del cuello de la camiseta al hombre—. Ni se os ocurra volver por aquí.
Iba a darle un puñetazo, pero tampoco quería problemas en el trabajo, y ya había tenido bastante por lo que parecía, así que le solté y el hombre salió corriendo detrás del otro.
Giré mi vista hacia ella, estaba fumando con la mirada perdida y se tocaba el labio. Me acerqué y le levanté la cara con los dedos.
—¿Estás bien? —ella asintió—. ¿Qué coño ha pasado?
—Nada, me pidieron un cigarro y estábamos charlando tan normal mientras fumábamos y de repente uno se abalanzó sobre mí, casi me tira al suelo —sonrió—. Asique les he pegado, perdona, si han dejado algo sin pagar yo te lo pago —me miró con preocupación.
—¿Eres tonta? No tienes que pagar nada, ven conmigo anda, voy a curarte el labio.
Entré con ella en el bar y vi que Wakasa le miró la cara, ella le lanzó una sonrisa y levantó la mano como diciendo "Todo OK", éste rodó los ojos riendo.
La llevé a la zona donde guardábamos las bebidas. Allí teníamos un botiquín que abrí y cogí una gasa con agua oxigenada.
—¿Cómo te han hecho esto?
—El loco ese, que cuando se tiró encima de mí me pegó un mordisco.
Igual si tenía que haberle dado el puñetazo.
—Te dije que aquí no había buena gente... perdón por esto.
—¿Por qué me pides perdón? Si me lo he buscado yo solita, por ser tan ingenua y pensar que no todo el mundo es igual —hizo una pausa y se puso seria—. Además, no es como que quiero que me protejan siempre, como bien sabes, no eres mi novio para estar haciéndolo, ¿no? Estoy harta de tener que explicar qué coño eres para mí, o qué somos, mejor dicho.
La miré con el ceño fruncido.
—¿A qué viene eso?
—No sé, Shuji —se levantó—. ¿Tú qué quieres conmigo? Porque de verdad que muchas veces no sé si solo quieres quedar para follar, si quieres estar conmigo porque te lo pasas bien, o si es por aburrimiento, no tengo ni idea de lo que se te pasa por la cabeza.
—Oye, tranquila, te estás alterando —intenté calmarla.
—¿Y cómo coño quieres que no me altere? Siempre apareces cuando algo pasa, como si fueras una especie de príncipe azul o algo así. Shuji, no pienso sufrir con todo esto si solo estás jugando conmigo para tu diversión. El juego terminó hace tiempo. Me gustas muchísimo y lo sabes, no eres tonto. Agh... —se tocó el labio con expresión de dolor—. Mira, piensa en lo que quieres por el momento y lo que quieres en tu vida. Y cuando lo sepas, me lo cuentas. Pero no juegues más conmigo.
—Mira, yo no estoy... —¿en qué momento todo se ha vuelto negro? no entendía esa actitud repentina.
—Que te lo pienses he dicho, no me sueltes una de tus ingenuidades, párate a pensar las cosas una vez en la vida, y hazlo en serio —se volvió a sentar—. Y dame un cigarro por favor.
—¿Estás enfadada conmigo o con la situación?
—No te preocupes, no estoy enfadada contigo, ni voy a dejar de hablarte ni nada de eso, pero necesito que de verdad pienses las cosas un poco más en cuanto a esto... porque no es solo cosa mía... y de verdad, necesito saberlo, porque no pienso sufrir en mi vida sin motivos... Siempre me he asegurado de ello en estas cosas, pero necesito saber.
—Está bien, lo pensaré, ¿vale? —intenté acariciarle la cara, pero ella se apartó sin brusquedad.
—Me voy a ir por hoy, creo que ya he montado bastante numerito aquí... Perdona por liarla en tu trabajo, lo siento.
—No te preocupes por eso... te acompaño a la puerta, venga —estaba tenso, no sabía cómo manejar esa situación, me había pillado completamente desprevenido.
La acompañé a la puerta, antes de irse ella le dio un abrazo a Wakasa y se despidieron.
—Bueno —se montó en su moto y encendió un cigarro—, supongo que nos vemos en unos días, ¿no?
—¿En unos días?
—Vaya capitán estás hecho... ¿Agatsu, lo recuerdas? Quieren tener una "conversación" con la ToMan dentro de una semana —le dio una calada al cigarro—. A saber qué coño quieren, por lo visto al final sí que han conseguido bastante apoyo y casi nos igualan en número. Aún estamos pensando en si deberíamos ir todos los miembros... en fin... toma —me dio la mitad del cigarro.
—Enana...—intenté hablarle antes de que se marchase.
—Piénsalo hasta entonces ¿vale? Me voy —me pareció ver que reprimió las ganas de girarse mientras arrancaba la moto.
Solo cuando la quemazón del cigarro que ella me había dado y que no estaba fumando tocó mi mano pude reaccionar. ¿Qué ha sido todo eso? ¿No quiere que nos sigamos viendo?
Joder enana, de verdad que lo de intensita se te queda corto... está bien... dije que lo haría, así que intentaré responderte.
¿Qué quiero en mi vida?
♡
No todo pueden ser besitos y abracitos.
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