~ 𝑻𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒅𝒐𝒔~

Recomendación: Streets (Slowed) - Doja cat

~ 12 de febrero de 2012, 3:07 a.m. ~

Salimos casi corriendo de la fiesta, intentando que nadie notara nuestra ausencia. Me iba casi arrastrando de la muñeca unos pasos por detrás de él hasta que llegamos de nuevo al lateral de la nave. Se detuvo cuando estábamos casi al final de la pared y me apoyó sobre ésta, colocando sus brazos a mis lados.

Se abalanzó sobre mi boca, sin darme tiempo a decir nada. Me estaba devorando como nunca antes lo había hecho, en un beso frenético y lleno de deseo. De vez en cuando nuestros labios se separaban para respirar y luego volver a juntarse.

Su lengua y la mía bailaban en un frenético compás cada vez que nuestros labios se entreabrían.

Una de sus manos bajó hacía mi muslo y empezó a acariciarlo, haciendo que las cadenas de aquella liga que llevaba se movieran un poco y me cosquillearan la rodilla.

 —Al final voy a tener que agradecerle a tu amiguito por esto —dijo con la voz ronca sin separar sus labios de los míos. Sus dedos acariciaban la tela negra que apretaba mi muslo.

Siguió subiendo su mano hasta mi culo, el que empezó a amasar mientras dejaba la otra en mi cuello para seguir besándome. Posé las mías en su pecho, acariciándolo por encima de la camiseta, fui bajando para meterlas por debajo de ésta y tocarle el abdomen. Se notaba que cuidaba su cuerpo, pues se sentían todos y cada uno de los abdominales, sobre los que pasé mi dedo, delineándolos.

Pasé mis manos a su espalda, atrayéndolo más hacia mí y aprentándole la piel con mis uñas.

Lentamente, me estaba consumiendo con él mientras la música sonaba de fondo dentro de la nave.

Empezó a dejar besos en mi cuello y en el lóbulo de mi oreja, lo que me hizo emitir un pequeño gemido mientras él seguía acariciándome. La mano que no estaba en mi culo empezó a manosear uno de mis pechos, apretando cada vez más.

Me alzó contra la pared, solo le bastaba un brazo para sujetarme en alto. Abracé su cintura con mis piernas y él continuó los besos por debajo de mi barbilla, levanté la cabeza y él continuó recorriendo un camino con sus labios hasta llegar al medio de mis pechos, donde empezó a dejar pequeñas mordidas.

Mis brazos reposaban en sus hombros y mis manos acariciaban su pelo. En cierto momento decidí darle un tirón de uno de los mechones, a lo que él respondió con un suave gruñido y acercó su entrepierna a la mía, devolviendo su rostro frente al mío, para seguir besándome.

Le noté sonreír burlonamente mientras recobrábamos una vez más el aire. Me bajó al suelo de nuevo y su mano empezó a levantar el vestido por la parte delantera, acariciando despacio el interior del muslo. Posó su mano en mi ropa interior.

Estaba ardiendo y, atontada como estaba a causa del alcohol, la situación estaba excitándome más que ninguna otra en mi vida. Y seguro que aquello se reflejó en la humedad que Shuji habría notado al posar sus dedos en esa prenda.

Empezó a mover los dedos sobre ella, como la última vez, de arriba abajo con dos de ellos, los que de vez en cuando bajaba para intentar introducirlos por encima de la tela, haciéndome desear que me la arrancase de ahí.

Esta vez, no tardó en hacerla a un lado para que sus tocasen directamente mi piel, le noté sonreír de nuevo mientras besaba mi cuello.

 —Veo que estabas deseándolo —dijo en voz baja y, de nuevo, no me dio tiempo de contestar. Mi respuesta fue un gemido al notar como había introducido esos dos dedos con los que jugueteaba en mi interior. Empezó a moverlos mientras con su pulgar me estimulaba el clítoris directamente.

Mis manos bajaron a su pantalón para empezar a acariciarle por encima de éste. Tardé poco en introducir una de mis manos en la prenda para hacer lo mismo que él me estaba haciendo a mí, quería que él sintiera el mismo placer que me estaba provocando con sus manos.

Claramente estaba tan excitado como yo, pues parecía haber estado esperando que lo tocase desde hacía un rato. Empecé a masturbarle, de arriba abajo dentro, lo notaba palpitar entre mis dedos, que se movían suavemente mientras que de nuestras bocas solo salían gemidos entre beso y beso.

Cada vez notaba que su miembro se endurecía más, y sólo por pensar que yo estaba provocando aquello hacía que varios escalofríos placenteros recorrieran mi cuerpo, erizándome la piel.

Se me escapó un gemido más alto.

 —Shuji...

 —¡Ryoko! ¿Dónde estás? ¡Vamos a jugar a "Yo nunca"! —se escuchaba a Mikey gritar desde la puerta.

Lo siento Mikey, esta vez no.

 —Ni hables —le dije en el oído mientras le tapaba la boca con la mano que tenía libre y mi otra no había parado de tocarle el coño. Le di la vuelta, haciendo que su espalda quedase en mi pecho y me apoyé en la pared, intentando que la oscuridad nos cubriera.

Con mi mano izquierda aun tapándole la boca, continué tocándola con la derecha.

 —Shuji... —suplicaba entre jadeos.

Le eché la cabeza un poco hacia el lado y llevé mi lengua a su cuello, para rozarla lentamente desde detrás de su oreja hasta casi el hombro, provocando que sus estremecimientos fueran aún más fuertes.

Se escuchaban las voces que la buscaban, pero no podían vernos, y mejor que no lo hicieran. Empecé a meterle los dedos cada vez más rápido y a mover mi pulgar en donde más iba a gustarle. Noté que se estaba agitando demasiado.

Sus manos fueron hacia su espalda para volver a mi pantalón para tocarme.

Voy a hacer que te corras aquí mismo, mientras los demás te buscan. Vas a correrte solo con mis manos y voy a ver la cara que se te queda.

Esos sucios pensamientos solo provocaban que mi erección fuera mayor. Saqué los dedos de su interior y empecé a frotarle el clítoris de arriba abajo con las yemas de esos dedos que había tenido dentro hacía unos segundos y, que a causa de esto, estaban húmedos. Demasiado mojados.

Notaba sus jadeos en la palma de mi mano que le cubría la boca, también, que sacó la lengua en algún momento.

Le faltaba poco para correrse, estaba seguro, pues el agarre de su mano dentro de mis pantalones se estaba volviendo discontinuo y apretaba más fuerte de vez en cuando. No me hacía daño, solo me ponía más cachondo todavía. Empecé a mover más rápido mis dedos, dando toquecitos de vez en cuando y otras apretándolos un poco más fuerte.

 —Para... si sigues haciendo eso... —me pidió, casi retorciéndose sobre ella misma.

 —¿El qué? ¿Esto? —no paré, volví a meterle un par de dedos y cogérselo con toda la mano—. Hazlo.

Le quité la mano de la boca y le giré la cara para morderle el labio inferior, ella pasó una de sus manos —la que no me estaba tocando— a mi cara. 

Estaba toda colorada y el corazón se le iba a salir del pecho, pues pude ver que le subía y le bajaba de manera descontrolada con ese escote. 

 —Quiero que te corras, aquí mismo —le dije y la mano que tenía libre bajó a uno de sus pechos. La metí por dentro del vestido y del sostén, noté que había algo ahí que cayó al suelo, pero pasé de eso; le empecé a estimular el pezón a la par que la masturbaba. Eso pudo con ella.

 —No pares, no pares —rogó casi en un susurro. Aún oíamos voces buscándonos. Ahora también gritaban mi nombre.

Empezó a gemir cada vez más, ahogando la voz y, al final, la noté retorcerse en mis brazos. 

Mis dedos se mojaron un poco más y decidí darle uno de los mejores orgasmos del mundo.

Estaba a punto y si su mano seguía moviéndomela de esa manera, al final yo también me iba a correr. Intensifiqué una última vez mis movimientos, le pellizqué el pezón más fuerte y saqué mis dedos, para moverlos en su clítoris por última vez, rápidamente.

 —¡Mhm! —ahogó el gemido que más cachondo me ha puesto en mi vida, casi se deja caer con mis manos aún en ella. Echó su cabeza hacia atrás y tuvo que taparse la boca con las dos manos para no gritar de placer allí mismo. Sonreí mientras la veía temblar de gusto.

Se giró y menuda cara; los ojos entrecerrados, colorada, parecía haberle gustado más de lo que esperaba. Saqué mi lengua y la pasé por sus labios a modo de burla. 

 —¿Bien? —pregunté, sonriéndole y claramente satisfecho de lo que había conseguido provocarle.

 —Shuji —dijo, acercándose y volviendo a meter la mano en mi pantalón—, llévame a tu casa.

 —¿A mi casa? —le agarré de la cintura.

 —¿Quieres que vuelvan a aparecer aporreando la puerta? Créeme que no vas a querer eso. Vámonos —dejó un beso en mis labios—. Ahora me toca a mí.

Reí y humedecí mis labios. Me volvía loco.

 —Me encantas —le dije dejando otro corto beso en su frente. Saqué su mano de mi pantalón. Me fijé que lo que había caído al suelo era una pequeña bolsita con un cigarro. Lo cogí, saqué el cigarro y lo encendí.

 —Así que ahí es donde lo guardabas —ella sonrió—. Ya entiendo porque no querías que mirase aquella vez —la agarré de la mano y la llevé hacia la parte delantera de la nave.

 —¡Ahí estáis! ¡Vamos a...! —Mikey estaba gritando pero vi que Emma le daba un codazo al ver que su amiga le hacía un gesto.

 —Emma, me encuentro mal, ¿me va a llevar a casa vale? —gritó la enana.

 —¡Tened cuidado! —dijo la rubia, despidiéndose mientras reía y arrastraba a Mikey dentro de la fiesta, el cual no paraba de preguntarle que por qué nos íbamos. 

Vi que Draken se acercó a la puerta y nos miró. No pude evitar sonreír. Pasé el brazo por encima de los hombros de la castaña y la acerqué a mí. No había nadie más mirando, así que le agarré el culo y giré mi vista a Draken por encima del hombro, enseñándole el dedo de en medio.

 —Eso por interrumpir la otra vez, chucho —dije en voz baja. Ella pareció no darse cuenta de nada.

Llegamos a la zona donde todos los vehículos estaban estacionados. Ella parecía buscar algo con la mirada.

 —¿Y tu moto? 

 —No he venido en moto, te dije que estaba liado con unas cosas hace unos días ¿no? —saqué las llaves del bolsillo—. Esto era lo que estaba haciendo —apreté un botón y las luces del coche se encendieron.

 —¿Has comprado un coche? —preguntó, sorprendida—. Mejor, tú conduce, ¿no has bebido mucho, no?

Prácticamente me empujó contra el coche, parecía ansiosa. Volví a notar cómo mi cuerpo se encendía sólo con verle la expresión de deseo que tenía.

 —Puedo conducir bien —dejé un beso en sus labios—. Pero no me distraigas mucho.

Le abrí la puerta del copiloto y se montó. Entré al asiento del conductor y, en ese momento, ella se abalanzó sobre mí. Comenzó a rozarse, besando mi cuello.

 —No puedes hacer eso que has hecho antes y pretender que te vaya a dejar así —dijo, mordiendo suavemente mi cuello.

Resoplé.

 —Créeme que no va a ser la única vez que te sientas así esta noche —la cogí por las piernas y la volví a colocar en el asiento del copiloto—. Pero, si no quieres que nos vean, vámonos de una vez de aquí, quiero escucharte gritar —ella esbozó media sonrisa.

Empecé a conducir, la miraba de reojo, mi vista iba desde los mechones de pelo que se le habían soltado de la coleta hasta sus piernas, donde estaba la liga. Pasé una de mis manos del volante a su muslo y la empecé a acariciar, apretando con mis dedos de vez en cuando. Ella miraba y se quitó la chaqueta. Apartó mi mano y se quitó el cinturón.

 —Mira al frente —dijo mientras se ponía de lado y empezó a tocarme de nuevo la entrepierna por encima del pantalón. Noté que acercaba su cabeza a donde tenía la mano.

Estaba ardiendo. Jamás me habían hecho sentir así. Me había corrido con sus manos, con la tensión de que no nos encontrasen lo hizo aún más excitante. Shuji... eres peligroso, lo noto, pero me gusta. Y ahora me toca a mí.

 —Tú conduce —volví a decir antes de bajarle la cremallera del pantalón. Aún no se le había bajado el calentón de antes, el bulto que tenía en los bóxers me lo confirmaba. La saqué y empecé a masturbarle nuevamente mientras mi boca le besaba el abdomen suavemente. Le escuché gruñir y sonreí.

Saqué mi lengua, que caminó desde su abdomen hasta el glande, donde mi lengua empezó a lamer en círculos para luego ir bajando y recorrer todo su miembro suavemente. Se estaba excitando cada vez más, se removió un poco en el asiento. Posé mis labios en la punta y suavemente los fui abriendo e introduciéndolo en mi boca. Moví la cabeza de arriba abajo suavemente, apretando los labios y dejando que mi lengua se rozase acompañando al movimiento.

 —Buf... —le escuché resoplar y posó su mano en mi cabeza, sin hacer fuerza, y esta acompañaba a los movimientos que yo seguía haciendo mientras le daba placer. 

Su mano pasó a acariciarme la espalda y noté que me apartaba la coleta para hacerlo mejor, llegó a tocarme el culo y agarrarlo con fuerza mientras volvía a resoplar. Noté que me estaba mirando la espalda. Paré de mover la cabeza y saqué su miembro de mi boca. 

 —Te he dicho que conduzcas, deja de mirarme el culo.

 —Es fácil decirlo —dijo casi en un gemido y volvió su mirada al frente—. Ya estamos llegando, y menos mal, estoy a punto de parar aquí mismo el coche y llevarte atrás.

Sonreí y mientras continuaba conduciendo empecé a masturbarle con la mano de nuevo y volvía a metérmela en la boca. En una de esas no dudé, y la metí entera, haciendo que chocase con mi garganta. Dio un frenazo y, agitadamente, echó el freno de mano.

 —Se acabó, vamos, ya —salió del coche subiéndose la cremallera y fue corriendo a la puerta del copiloto. Me sacó en un instante de allí y me cargó en el hombro. Yo reía al verlo así de agitado. De seguro eso último le había gustado más de lo que esperaba.

Habíamos llegado a un bloque de apartamentos, aquellos en los que estos son prácticamente como habitaciones. Subimos por las escaleras, él aún cargándome en el hombro y tocándome el culo. Al ser tan tarde ya no había nadie por la calle. Sacó unas llaves y abrió la puerta. 

No pude ver mucho del piso, pues estaba todo a oscuras, pero era pequeño, ya que llegamos a la habitación en lo que me parecieron cinco segundos. Me tiró en la cama bocarriba y se puso encima mía, besándome con ansias una vez más.

 —Date la vuelta, déjame verte esa espalda —gruñó en mi oído. 

No hizo falta que yo hiciera nada, él me giró e incorporó mi cuerpo, haciendo que estuviese de rodillas encima de la cama con él detrás de mí. Me soltó la coleta y mi melena se deslizó por la espalda, aunque lo apartó echándolo hacia delante y pasando sus manos a ambos lados de mi cuello y por mis hombros, apartando los tirantes del vestido, que cayeron hacia mis brazos lentamente.

Empezó a acariciarme la espalda, recorriendo mi columna para después acariciar el tatuaje que cubría mi piel.

 —Si tú supieras que llevo toda la noche mirándote —susurró.

 —Lo sé —contesté y noté que sonreía en mi nuca.

 —Me pones muchísimo... y esto...aún más —agarró mi cintura y acercó mi culo a su entrepierna, donde yo hice por apretar más y notar la erección que había provocado con mi boca en el coche—. Pienso follarte hasta que no puedas andar ¿oyes? 

Agarró mi nuca e hizo que mi cuerpo se echase para delante, apoyándolo contra la cama pero con las caderas levantadas.

Arqueé una ceja y me reí. Me solté de su agarre y me giré. 

Me puse de pie en la cama delante de él, que estaba de rodillas. Apoyé mi pie en su pecho y le eché hacia atrás, él sonrió ante esa situación. Me tiré encima de él y le quité la camiseta casi sin pensármelo. 

Empecé a morderle el cuello y a moverme encima de él, que apretaba mis muslos con sus manos. Arrancó la liga y la tiró a un lado de la habitación y empezó a tocarme de nuevo, pero ya no iba a esperar más.

Me quitó el vestido y el sostén casi sin ninguna complicación y volvió a tenderme en la cama boca arriba. Sólo me quedaban las bragas puestas. Cuando hizo ese movimiento, él aprovechó para quitarse el pantalón junto con los bóxers y empezó a moverse encima de mí, intentando introducirlo por encima de la tela.

 —Abre ese cajón —dijo en un gruñido señalando a la mesita de noche. Alargué mi brazo y lo abrí, él sacó un condón que se puso en un momento y apartó mi ropa interior hacia un lado. Me agarró ambas muñecas con una de sus manos y las subió por encima de mi cabeza.

Empezó a acercar la punta de su miembro hacia mi entrada.

 —Si quieres que pare, dímelo ahora.

Me mordí el labio inferior a modo de respuesta, quería atraerlo hacia mí pero no podía mover las manos a causa de su agarre. Rodeé su cintura con mis piernas e hice que me la metiera al atraerlo, aunque no del todo. 

Noté que le dio un escalofrío y resopló de placer, empezó a hacer movimientos lentos, intentando meterla cada vez más. Esos pequeños movimientos hacían que mi espalda se arquease; quería tocarle, agarrarle la cabeza y tirarle del pelo, y aún no podía, sus manos habían apretado aún más mis muñecas y otra de sus manos agarraba mi cintura con fuerza mientras él se movía. 

Se sentía apretado, y él iba poco a poco haciendo que me mojase aún más y me retorciera con cada movimiento. Entró por completo, y a partir de ahí los movimientos fueron acelerándose, cada vez más rápido, yo miraba como su cintura se movía al vaivén de las embestidas y al fin soltó mi agarre de las manos.

Posé una de mis manos en su cintura e hinqué mi pulgar en ella, bufó e inclinó su cuerpo hacia delante, sin parar de embestirme. Puso una de sus manos en mi cuello y apretó suavemente mientras empezaba a besarme. 

Mis manos fueron a su espalda y recordé lo que me dijo una vez de los arañazos. Sonreí para mis adentros y apreté mis manos en su espalda, arrastrando suavemente mis uñas para tampoco hacerle daño, solo provocarle placer.

Fue un éxito.

Me agarró de la cintura y me levantó, haciendo que quedásemos los dos sentados en la cama, conmigo encima de él. Empecé a moverme de arriba abajo y de delante hacia atrás mientras notaba como su miembro se movía en mi interior, provocándome un gusto inmenso. Él empezó a acompañar mis movimientos. 

Nuestras respiraciones no podían estar más agitadas, estábamos sudando a pesar del frío y nuestros cuerpos se notaban tan calientes que podían haber encendido una hoguera con facilidad.

Eché mi cabeza hacia atrás y él recorrió con su mano desde mi cuello hasta mis pechos. Empezó a masajear uno de ellos sin parar de moverse, acercó su boca al que no estaba tocando y comenzó a pasar su lengua por el pezón. 

Con cada embestida fuerte daba un suave mordisco en él.

Me puso boca abajo y levantó mi cadera, introduciéndose de nuevo. Dejó caer su peso sobre mí y yo bajé mi mano para tocarme mientras me penetraba. Cada vez lo hacía más rápido y noté que mi interior empezaba a contraerse. En esa postura lo notaba dentro de mí aún con más intensidad. 

Agarró varios mechones de mi melena y tiró de ellos, haciendo que mi cabeza se inclinase hacia atrás, con la otra mano apoyada en la parte baja de mi espalda.

Gemí casi gritando y noté de nuevo su sonrisa. Empezó dar embestidas fuertes pero entrecortadas, parándose cada vez que tocaba fondo. Lo escuchaba gemir y jadear cada vez que hacía eso, parecía que iba a correrse en breve. Decidí acompañar sus movimientos moviendo mi cadera de delante atrás, completamente sincronizados en los movimientos.

 —No puedo más... y si haces eso... —soltó su agarré en mi cabello y aprisionó mis caderas fuertemente con sus manos, follándome más rápido y más fuerte.

Pasó una de sus manos hacia delante para tocarme mientras se seguía moviendo de esa manera. Me volvió loca. Apreté las sábanas entre mis manos con fuerza.

Tenía el orgasmo en mi garganta, deseando salir, y eso hizo. 

Gemí de nuevo, más alto que antes, notando ligeros espasmos en mi interior, que se contraía y ensanchaba conforme yo dejaba salir el orgasmo contenido. Lo escuché a él de la misma manera, mientras aún daba ligeras embestidas, resoplando y gimiendo. Noté como descargaba todo lo que había estado aguantando mientras aún la tenía dentro de mí.

Se dejó caer a mi lado, también boca abajo. Acababa de hacerme sentir otro de los orgasmos más placenteros de mi vida. Lo miré, tenía toda la cara roja y estaba intentando recuperar el aliento. Posé mi mano sobre su mejilla y le aparté algunos de los cabellos que casi le rozaban los ojos y le sonreí.

 —Por si no te lo había dicho ya —empezó a hablar mientras acercaba su cara a la mía y dejaba un beso en los labios—, eres increíble.

 —¿Segunda ronda? ¿O tercera para mí? —pregunté, entre risas.

 —Claro, dame cinco minutos, estoy en el cielo ahora mismo.

 —Qué apropiado, ¿no? —él entendió a lo que me refería y rio acariciándome la mejilla.

Aquella noche estuvimos toda la noche haciéndolo. Parecía que no hubiese nada que pudiera detenernos, nos deseábamos el uno al otro hasta límites que ni yo misma sabría describir. No recuerdo si fueron dos o tres veces más, igual de placenteras, en alguna incluso nos caímos de la cama y terminamos riéndonos.

Cuando ya estábamos exhaustos, nos dimos una ducha juntos mientras seguíamos tonteando, y, a pesar de que casi estaba amaneciendo, me puse una de sus camisetas, que me quedaba enorme, cambiamos las sábanas de la cama, pues estaban empapadas, él se colocó unos shorts de pijama y nos acostamos a descansar un poco. Shuji no me soltó en ningún momento, me quedé dormida en su hombro mientras él acariciaba mi cabeza con su mano y de vez en cuando dejaba besos en mi frente. Había sido increíble y pensé, justo antes de dormir, que podría acostumbrarme a esto en mi día a día.

Ea puro capítulo de Lemon, que se habían hecho de rogar.

Gracias por seguir a estos dos hasta ahora ♡

No olvidéis votar y comentar pls :)

Osq

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