~ 𝑺𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐 ~
~ 30 de enero de 2013 ~
—¿Qué hacéis aquí? —mi mirada iba de uno a otro sin cesar.
Todos los que había en aquella azotea hablaban entre ellos. La reunión no parecía haber empezado aún, así que igual antes podría averiguar el motivo de que esos tres estuvieran aquí, y más que eso, vistiendo el uniforme de Tenjiku, por lo que no lo pensé mucho y caminé con Shuji a mi lado hacia ellos.
—Hola bananita y... —Koko miró hacia Shuji y esbozó una pícara sonrisa—. No sé cómo te llamas, pero te llamaré "mechita".
—¿Ah? —Shuji pareció molestarse—. Veo que te sobran dientes, ¿no?
—Koko, basta, es Hanma Shuji, él es... —¿acaso no se habían presentado antes o qué? —. Es mi novio, ¿recuerdas que me lo preguntaste?
—Sí, claro que lo recuerdo —admitió, entrecerró los ojos sonriendo aún más y me dio un par de toquecitos en la cabeza—. Pero ya sabes como soy, ¿no?
—Bueno, la cosa es... —miré hacia los otros dos—. ¿Qué hacéis vosotros aquí? ¿Y la ToMan?
Vi que los ojos de Sanzu rodaron y pude escuchar, desde debajo del cubrebocas negro, lo que se asemejó a un resoplido de pesadez.
—Pequeña —Muto dio un paso hacia mí—. ¿Recuerdas el día que te conté de la correccional?
Asentí. Había sido hacía tiempo, pero sí recordaba que nos contó que allí hizo un grupito con el que se sentía cómodo tal y como era, y que había uno de ellos por el que sentía cierta admiración. Siempre fue tan misterioso que no entraba en detalles de nada, por lo que esa era la única información que tenía de él y de su pasado. De todos los que formábamos parte de la ToMan, Mikey y Sanzu parecían ser los que sabían más de él.
—Pues Izana era ese chico del que te conté —continuó Muto.
—¡Yo me acuerdo de esa época! ¡Qué buenos tiempos! ¿Verdad Rin? —Ran apareció desde detrás, junto con Rindou, que seguía sus pasos a metro escaso. Este último se detuvo y se quedó mirando a Sanzu de manera extraña.
—¿Rin? ¿Estás ahí? —su hermano llamó la atención del de gafas, mirándolo extrañado.
—¿Y ese cubrebocas por qué? —Rindou ignoró a su hermano y se dirigió a Sanzu directamente.
—¿Qué te importa? —Sanzu pareció ofenderse. Sabía de sobra que no le gustaba que le dijeran nada acerca de eso, por lo que me acerqué a ellos antes de que la cosa fuera a más.
—¿Tan feo eres? —Rindou soltó con burla.
—¿Quieres que me la quite? Aunque no sé si podrás verme, por esas gafas que me llevas podría decir que estás medio ciego, ¿verdad? —Sanzu respondió en el mismo tono.
—Ya, por Dios. Vosotros también, parad —me llevé una de mis manos a la frente y la froté con la palma con cierta pesadez—. ¿Por qué los hombres tenéis que estar siempre intentando demostrar quién es el gallo del corral? Madre mía, qué aburridos. En serio, me dais una pereza terrible a veces.
Escuché a Shuji soltar una pequeña risita de fondo y Ran le lanzó una mirada de complicidad.
—A ver, entonces, para que me quede claro, vosotros dos —señalé a los hermanos y luego mi dedo fue hacia Muto—, y tú, estuvisteis juntos en la correccional, ¿no? Con Izana, obviamente. ¿Alguien más?
—Sí, Madarame y Mochizuki también estaban allí —Rindou contestó, aun mirando a Sanzu de reojo.
—Ajá... O sea, que nosotros somos los acoplados aquí —bromeé y solté una carcajada—. En fin, como sea.
Mi mirada se fijó en Sanzu de nuevo; lo conocía demasiado bien como para saber que él no estaba aquí por Muto pero, sinceramente, ahora mismo tenía otras cosas en la cabeza como para encima andar pensando en las locuras de Sanzu y en qué coño hacía en Tenjiku. ¿Un encargo de Mikey? No lo creía... Sanzu era de los que actuaban por su cuenta. Además, en la división en la que esos dos estaban siempre habían tenido todo el derecho de hacer lo que quisieran...
Aunque, pensándolo bien, si esos dos estaban aquí...
—Sanzu, ¿qué ha sido de la quinta división? —pregunté con interés.
—Se ha disuelto, ya te contaré en estos días.
Lo miré extrañada, pero no me pareció raro. No le gustaba hablar de temas serios con personas ajenas delante, así que simplemente asentí y decidí asaltar al último que quedaba: Koko.
—¿Y tú? — Koko, quien había estado todo el rato hablando con Shuji sobre Dios sabe qué mientras yo interrogaba a los demás, ahora me miraba con cara de sorpresa ante mi repentina llamada de atención a su persona, y Shuji lo hacía de la misma manera—. No, espera, no me lo digas —sonreí—. "La viabilidad de esta empresa es mejor que la otra, ¿no?" —ni le dejé responder, pero puso media sonrisa que me pareció algo forzada, y que, aun así, me dio a entender que llevaba razón—. Lo sabía. Al final te metiste de lleno en el tema de las pandillas, Koko.
—Eso parece. Tú también tienes cosas que contarme, ¿no? Ya averigüé algo, pero, ¿qué pasa con aquel numerito del santuario? Me asusté al verte así.
Shuji le dirigió una mirada entre incrédula y extrañada. Ya le conté la relación que había tenido con Koko, por lo que en realidad, no era tan raro que él me dijera aquello, pero al parecer Shuji lo tomó como una especie de flirteo por parte de Koko y me tomó de la mano para acercarme a él.
—Deberíamos ir donde Kisaki, parece que esto va a empezar —susurró.
Miré hacia donde me había indicado con la cabeza y allí estaba el moreno con gafas, al lado de Kakucho e Izana.
Tal y como decía Shuji, una vez llegamos al lado de Kisaki, Izana comenzó a hablar.
Era diferente a como cuando lo hacía Mikey; hablaba casi en un susurro, pero era tal el silencio que había en aquella azotea, que podía escuchársele perfectamente. Era directo y no se andaba por las ramas, a diferencia de Mikey.
Mientras lo miraba, las ganas de preguntarle si él era ese Izana del que Emma me había hablado aumentaban por segundos, pero no veía en qué momento tendría la oportunidad de poder hablar con él. Además, no parecía ser una persona muy accesible que digamos, no tanto como para mantener una conversación fluida con él... Y esas personas sin duda eran las que más pereza me daban: a las que había que sacarles las palabras casi con un rascador. No sabía por qué, pero siempre me habían puesto de los nervios. Y, de hecho, en cierta manera las evitaba.
—Dentro de poco pelearemos con la ToMan. Id preparándoos para estar listos en cualquier momento, no creo que sea dentro de mucho tiempo —hizo una pausa y vi cómo Kakucho le decía algo en voz baja—. Sí, ya habéis visto que hay gente nueva. Aunque la mayoría los conocéis, así que no creo que hagan falta presentaciones, tampoco estamos aquí para eso...
Definitivamente, esta pandilla era totalmente diferente.
No habló mucho más allá de los planes que tenía para enfrentar a la ToMan y, sinceramente, tenía la mente en tantas cosas que la mayor parte del tiempo la pasé distraída. Hasta que algo consiguió captar mi atención:
—Y básicamente eso es todo. Ya se os avisará para la pelea con la ToMan... Acabaremos con ellos... Y con su líder.
¿Con Mikey? Lo dudaba mucho, la verdad, pero bueno, al parecer iba a tener que encontrarme con ellos de nuevo... Que entrase en la pelea ya era otra cosa. Aquí nadie me había prohibido el ir a ninguna pelea, pero tampoco me habían dicho si podía decidir entrar en ella o no. De momento, no tenía ninguna gana de volver a verlos, de eso estaba segura, pero sí tenía curiosidad por saber cómo había quedado la ToMan después de mi partida. Y quizá Sanzu podría contarme algo con respecto a eso. O incluso Koko.
Izana no dijo nada más y la breve reunión concluyó. En mi mente rondaba la pregunta del por qué de esa fijación de Izana con Mikey, pero no me atrevía a preguntar. Desde la primera vez que lo vi me di cuenta de que ese chico era la persona que más respeto me había infundido en mi vida, y me daba más rabia todavía el no saber cómo acercarme a él para averiguarlo todo.
Kisaki, en cambio, sí que parecía hablar con él cuando los demás no prestaban atención. Quizá lo mejor sería preguntarle a él.
—Shuji, voy a hablar con Ran y Rindou un momento, ¿vale? Cuando termine vamos al médico.
—¿Y eso?
—Quiero aclararme de una vez con el tema de mi familia, sólo es eso...
—¿Quieres que te acompañe?
—¡Hanma! Ven un momento —Kisaki le llamaba desde la cornisa de la azotea y le hacía un gesto con la mano.
—No te preocupes, ve con Kisaki, luego te lo cuento todo, ¿vale?
Asintió y me acarició la espalda antes de dirigirse hacia donde estaba Kisaki, Esos dos siempre andaban juntos para todo lo que atañía a las pandillas, hacían un dúo bastante curioso, pero que, si se lo proponían, podían llegar lejos juntos.
—En fin... —Decidí dejar que ellos hablaran de sus cosas y busqué a mis primos entre la gente.
No fue difícil dar con ellos debido a que sus uniformes negros resaltaban entre toda la marea roja de Tenjiku.
—¡Ran! —grité para captar su atención antes de que él y su hermano abandonaran la azotea, un poco más y no los hubiera pillado—. ¿Podemos hablar un momento?
—Claro, Reika. Dinos.
—Ehm... —eché un vistazo alrededor, aún había bastante gente y, además, Koko estaba con ellos dos. Tampoco quería que esa conversación fuera un secreto a voces, por lo que prefería tener algo de intimidad—. Quiero preguntaros sobre ya sabéis qué.
—No te preocupes, él está al día de todo —Rin señaló a Koko con pesadez—. Este tipo es la persona más irritante que me he topado en la vida. Apenas suelta prenda sobre lo que sabe y no.
—Ya... lo sé —sonreí—. Qué remedio, ¿tenéis tiempo ahora? Podemos ponernos por allí y así nos sentamos que me duelen las piernas de subir aquí arriba y estar de pie.
Nos apartamos de los que ya iban abandonando el lugar y nos dirigimos hacia una de las cornisas laterales del edificio. Solo Koko y yo tomamos asiento, los otros dos permanecieron delante nuestra de pie. Saqué un cigarro y lo encendí, iba a necesitarlo para digerir y pensar bien tras escuchar la respuesta a lo que iba a preguntarles.
Aunque, sinceramente, no sabía ni por dónde empezar.
—Ran, ¿podéis hablarme de esa mafia? Más a fondo... Es decir, qué controlan, cuántos son... Esas personas que quieren derrocar a los cabecillas... Todo lo que podáis decirme me viene bien.
Él se rascó la nuca e hizo una mueca. Tras resoplar, miró a su hermano y ambos se encogieron de hombros.
—Tienen muchos negocios, como te dije. Prácticamente controlan la mayor parte del país desde aquí. Que sepamos, no tienen una sede establecida, parece que están dispersas. Esos negocios incluyen de todo lo peor que te puedas imaginar; prostitución, alcohol, contrabando, drogas, asesinatos, menores... Vamos, que tienen el lote completo.
Escuchar aquello me dio muchísimo asco. Pero también miedo. ¿De verdad mis padres estaban metidos en todo aquello? Joder...
Por unos instantes, sus caras en las fotografías que tenía en el salón vinieron a mi mente. No podía ser...
Inspiré profundamente, tratando de calmarme antes de continuar:
—Imagino que para poder llevar todo eso serán bastante numerosos, ¿no?
—No te creas... —Ran continuó—. Es decir, sí que es verdad que tienen a miles de matones, pero ahí los que toman decisiones e importan son los que están al mando. No sabemos cuántos serán, pero no más de unos diez o quince... Y estoy tirando por lo alto.
—Comprendo... ¿Y qué con esos que quieren sacar a la familia que está al mando?
—Eso ya es más complicado. Solo se han escuchado habladurías sobre el tema. Si eso se supiera a ciencia cierta entre todo el mundo, todos esos que desean la derrota de quienes gobiernan estarían muertos —Rindou fue quien hablaba ahora, se había colocado los lentes y se explicaba de manera seria y directa—. Aunque nosotros, teniendo en cuenta el lugar donde residimos, podemos decir a ciencia cierta que esas habladurías son verdad; allí va mucho loco que se emborracha y habla más de lo que debe. El tiempo que estuvimos investigando pedimos que nos contaran todo lo que se escuchase relacionado con ese tema, aunque al final no fue mucho, pero nos sirvió para saber sobre ese planteamiento de los que reivindican la caída del liderazgo actual del "Lirio de la Muerte".
—¿Y sabéis por qué me buscaban? ¿De verdad creen que sigo viva? Se me hace difícil de creer.
Ran ladeó la cabeza antes de contestar:
—Quizá con el paso de los años se ha perdido un poco esa creencia... Aunque aún hay algunos que siguen intentando averiguar algo, pero parece que no han tenido éxito. Por eso, Reika, la decisión es tuya. Tú decides si querrás presentarte ante ellos y desvelar quién eres realmente.
—Ya... Pero para eso necesito saber si de verdad es necesario. No sé la causa de que mataran a mis padres, Ran. No me gustaría empezar una guerra sin un motivo cimentado en algo... —no sabía muy bien cómo explicar aquello, y empecé a titubear—. En algo que implique el mismo tipo de actos que esa mafia hace hoy día, ¿comprendes? Además, ¿quién me dice a mí que los que quieren quitar de en medio a los jefes no son peores incluso que ellos? O que solo me quieran utilizar como un trampolín para conseguir su objetivo a base de mi apellido... No sé.
Estaba empezando a agobiarme. La balanza que tenía en mi mente empezaba a inclinarse hacia una negativa a la venganza, pero aún no se decidía.
—¿Ya no sabéis nada más? —volví a cuestionar, rompiendo el silencio que por un corto tiempo se había creado.
—Ya te hemos dicho todo —Rindou resopló y se sacudió las manos en la gabardina negra.
—Lo único que sí podemos añadir es que nosotros te apoyaríamos, al igual que todo Tenjiku. No todos están al tanto de lo que pasa, pero tampoco es necesario. Con decirles lo que tienen que hacer es suficiente, y con Izana al frente nadie se atrevería a rechazar una orden.
—Ya, ya... Bueno, gracias por eso, supongo... —sin embargo, la balanza no podía equilibrarse con contar con el apoyo, seguía faltándome lo más importante: saber qué hizo que mis padres murieran—. ¿De verdad no sabéis nada sobre mis padres?
—Nada, Reika... —dijo Ran, con pesadez—. Pero no eran malas personas... No al menos con nosotros. Ni parecían serlo con los demás. Pero si estaban ahí dentro, algunas manchas tendrían en el expediente, como todos nosotros.
Volví a sentir que caía a un pozo demasiado profundo.
El problema no eran esas manchas. Era la idea de pensar que ese "expediente" estuviera empapado de tinta; que hasta goteara y ensuciara a los demás... Y creí que no quería saber aquello...
Quizá lo mejor sería vivir en mi propia mentira. Al menos un poco más. Y dejar todo este tema de lado. ¿De qué serviría ahora? Nada iba a devolvérmelos. Ni a ellos, ni a nadie.
Resoplé y miré a quien estaba a mi lado, Koko no había abierto la boca durante toda la conversación, pero seguramente se habría quedado con todos y cada uno de los detalles de esta.
—Bueno, ¿y tú qué? Te enteraste de esto cuando me peleé con Draken imagino, ¿no?
—Pues... —se frotó las manos y me sonrió—. La verdad es que algo sospechaba desde el principio.
—¿A qué principio te refieres, Koko? —alcé una ceja, algo indignada ya de que todo el maldito mundo supiera esto menos yo.
—Desde el día que nos conoci-
—¡Enana! ¿Has terminado? —Shuji me gritó desde la puerta de la azotea.
Estaba ahí, apoyado y fumando. Me pareció extraño que no se hubiera acercado a curiosear. De hecho, volvía a estar igual de raro que horas antes, cuando le dije lo de mi retraso.
—Bueno, Koko, me lo explicas otro día, ¿vale? Tengo que ir a un sitio ahora —Me acerqué a los otros dos— Adiós Ran, Rin. Gracias por contarme.
Dejé a ambos un beso en la mejilla y fui donde Shuji esperaba.
No podíamos tener un crío ahora. Ni de coña. Era imposible. ¿Cómo podríamos cuidarlo? Y más aún, ¿por qué me estoy rayando la cabeza con el cómo podríamos sacarlo adelante? No podemos tenerlo y punto. Si nos mantenemos a nosotros mismos a duras penas...
Y además, no quiero niños. Son una molestia aún más grande que cualquier otra. Preferiría mil veces tener que cuidar a un viejo que a un crío. Pero si lo estaba... ¿Qué íbamos a hacer? ¿Ella querría tenerlo?
No había parado de darle vueltas a lo mismo una y otra vez, pero no creía que tuviéramos tanta puntería como para que, el primer mes que ha estado sin tomarse las pastillas se haya quedado embarazada, ¿no?
Además, no lo habíamos hecho tantas veces...
Sonreí para mí mismo. Me había puesto a contar las veces que nos habíamos acostado ese mes, y no eran tantas veces como otros, pero aun así habían sido muchas.
—¿Aún no pillas cobertura o qué? ¿Hola? ... Tierra llamando al ladrón de nubes... —ella chasqueó los dedos en mi cara y reaccioné—. ¿Qué piensas tanto? Llevo un rato preguntándote que si nos vamos.
—¿Nos vamos? —pregunté, confuso y con esos ojos oscuros clavados en mi cara—. Sí, vámonos.
Solo quería llegar a la dichosa clínica y que nos dijeran que no pasaba nada. A pesar de que antes intenté tranquilizarla, tampoco quería discutir con ella en este momento. Ni tenía intención de hacerlo por un olvido; podría habernos pasado de cualquier otra manera.
Echamos un último vistazo a la azotea. Kisaki se había quedado hablando con Izana, volvía a mover los hilos una vez más, y yo había estado más pendiente de mis pensamientos que de lo que estaban hablando. Aunque tampoco oí nada interesante. Solo se planteaban lugares posibles para poder pelear contra la ToMan y, sinceramente, a mi me daba igual el sitio, si eso me permitía darle al chucho una paliza y cobrarme lo que no pude el día de la última reunión de la ToMan.
Íbamos en la moto hacia la clínica que estaba más cerca de casa y ella apretaba con fuerza sus manos contra mi pecho. Habíamos estado en silencio desde que nos fuimos de aquel edificio.
Tras un rato, apartó las manos de golpe y noté que se echaba hacia atrás en la moto. Mierda. Seguro que se había molestado por no hablarle. Igual volvía a pensar que estaba enfadado, y no era así; lo que tenía era un comedero de cabeza increíble... Así que decidí quitarme ese lío de golpe:
—Oye —llamé su atención—. ¿Tú querrías tenerlo?
—¿El qué? —Miré hacia atrás y vi que estaba fumando mientras yo conducía.
—¿Puedes al menos agarrarte a la moto con una mano? ¿Y qué coño haces fumando? Tira eso.
—Shuji, no creo que esté embarazada. Ya te dije que tenía problemas con las hormonas y por eso me tomaba las pastillas. De todas formas, nunca se me ha retrasado la regla gracias a ellas, por eso estamos yendo al médico. Además, ¿te acuerdas cuando se nos rompió el condón y no pasó nada?
¿Se estaba intentando autoconvencer? Sí. Volvía a estar nerviosa y dando explicaciones, así que sí, estaba intentando calmarse de nuevo.
—¿Y tú? —terminó cuestionando lo que me temía que iba a preguntar—. ¿Tú querrías tenerlo?
—No sé... No creo que fuera el momento, enana, la verdad...
—Ajá... —se puso seria y tiró el cigarro hacia atrás—. Bueno, pues primero a ver que nos dicen, ¿no?
Estrés.
Se le había retrasado la regla por el estrés... O eso es lo que parecía.
Le habían hecho una prueba y salió negativo. Aún así, el médico le había echado una buena bronca. Hacía años que no se realizaba un chequeo, y más aún tomando las pastillas, debería habérselo hecho mínimo una vez al año.
—Quizá por eso te sentaban mal todas las pastillas que te tomabas antes.
—¡Ay ya! No me eches la bronca tu también. Odio venir al hospital.
—Por eso tienes uno montado en casa, ¿no?
—Básicamente. Y para evitar líos con la policía también es otra de las razones.
—Como sea... Sólo tenías unos días de retraso, ¿qué día te han dicho que te repiten la prueba y te hacen la analítica?
Hojeó los papeles que le habían dado en la consulta.
—En unas tres semanas, ¿no es mucho? Me han dicho que me espere al siguiente mes a ver si me viene la regla. Hasta que no me venga no puedo volver a tomarme las pastillas, así que ya sabes... Hay que comprar condones.
—Eso parece.
La verdad que, con todo este lío, lo último que me apetecía era tener otro susto. No iba a estar tranquilo siquiera usando preservativos.
Ella seguía mirando los papeles, preocupada por la fecha de la próxima analítica.
—Enana, sí, es mucho tiempo. Pero bueno, son médicos, ellos sabrán de lo que hablan, ¿no? —traté de calmarla.
—Sí —suspiró—, parece que aún no seremos padres Shuji. Qué pena. Y yo que te imaginaba con un mini tú correteando por ahí y partiéndolo todo —bromeó entre ligeras risitas.
No le contesté, solo dejé salir una vaga carcajada y con eso nos pusimos de nuevo rumbo a casa. Yo también me había quedado más tranquilo, y ahora lo que necesitaba era sentarme en el sofá a descansar el poco tiempo que me quedaba hasta que tuviera que irme a trabajar.
Sin embargo, noté una pequeña sacudida en mi interior. Una parecida a cuando comenzaba a conocerla.
~ Mientras tanto, en la azotea de aquel edificio ~
Izana y Kisaki se encontraban, al igual que las demás veces que habían hablado, al borde de aquel edificio, con la vista de la ciudad al frente. Sin embargo, lo que pasaba por la mente de cada uno de ellos no podía ser más diferente.
Mientras que uno planeaba tener a toda esa ciudad bajo sus pies con un único objetivo, para el otro, el plan era tener no a una ciudad entera, si no solo a una persona bajo sus pies.
—Quiero hundir a Mikey, ¿sabes? Tanto como él me hundió a mí. Por su culpa todo lo que amé alguna vez en la vida me fue arrebatado, la única persona que tenía murió... —el peliblanco confesaba en tono calmado.
—Izana, ahora mismo, la situación que tiene Mikey es la peor de todas. Son pocos miembros en comparación a nosotros y ha perdido a algunos de sus mejores integrantes.
—Sí. Puede que así sea, pero quiero que se hunda. Quiero que se quede vacío del todo. Así podrá experimentar lo que yo sentí.
Izana estaba decidido a hundir a Mikey. Y eso era algo que a Kisaki le venía demasiado bien.
—¿Y qué has pensado? —preguntó el de lentes.
—Cuando sea el momento te lo diré. ¿Aún nada con respecto a lo de esa chica?
—No, aun nada —Kisaki resopló con pesadez.
—Bueno, tampoco es que su vida me interese mucho, pero nos vendría bien que tomara una decisión pronto. Ya sabes que tienes a tu disposición a los demás, sobre todo esos de Agatsu... Parecen tener especial interés en que ella decida vengarse. Si lo hace, se alejará aún más de Mikey, ¿verdad, Kisaki? ¿Crees que eso podría afectar a Mikey también?
—Así es... Mikey nunca ha querido tener nada que ver con ese tipo de organizaciones... No al menos cuando se encontraba al cien por cien. Por eso, si ve que su amiga de toda la vida llega a ser la cabecilla de una, de seguro le afectaría.
Izana sonrió, complacido con esa respuesta.
—Pues ya sabes, apresúrate en que eso ocurra. Y, si no, ya te dije lo que debías hacer. Aunque imagino que tú mismo has planeado algo, ¿no? No pareces querer deshacerte de ese novio suyo.
Kisaki pensó su respuesta.
—Bueno... digamos que es un buen aliado.
"Aliado"... Esa palabra no entraba dentro del razonamiento lógico con el que Kisaki había planeado todo. Una vez más, todas las posibles situaciones estaban calculadas al milímetro. Para él seguían importando más sus planes, por mucha confianza que hubiera cogido con el del mechón rubio, si las cosas se torcían, sabía de qué manera actuar para que todo terminase a su favor.
Aunque, antes de abandonar el edificio, algo en su interior deseó por un momento que todo saliera bien. Fue la primera vez que sintió la más mínima pena por algo.
Pero eso ya no dependía de él, había dejado que aquel chico se labrara su propio destino, tal como le había dicho desde que se conocieron: "sus acciones dependerían de la opinión de él mismo".
Si ese era el plan, si las acciones de Hanma dependerían principalmente de lo que este pensara... Kisaki decidió que también debería hacerse responsable de las consecuencias que tendrían.
Y eso, a él, no le provocaba la más mísera de las lástimas.
Para él, cada cual se labraba los propios éxitos.
Pero también los fracasos.
~ 30 de enero de 2013, 21:45 p.m. ~
Shuji acababa de salir por la puerta para irse al trabajo.
Parecía que, al final y después de todo este tiempo, aún no tenía claro ciertas cosas. Se había presentado el "problemita" de mi retraso y volvió a dudar. Sobre todo, a no saber si quería una cosa o la otra; podía notarlo en sus movimientos, gestos y en las pocas palabras que había dicho aquella tarde.
Comprendía las dudas, pues yo también las había tenido. Pero no me fue tan difícil el imaginar un futuro para los dos.
Y sabía que él también se lo imaginaba, aunque con dudas.
¿Siempre sería así?
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