~ 𝑶𝒏𝒄𝒆 ~

~ 4 de agosto de 2011, 15:30 p.m. ~

Salí antes de trabajar. No por ningún motivo en especial, simplemente la dueña de la tienda decidió cerrar antes, y, sinceramente, hoy me venía de perlas salir a esa hora, así que genial.

Bien, primera parada, la casa de Mitsu. Me subí a mi moto y arranqué para ir en dirección a la casa de mi amigo. Llevaba mi yukata en una bolsita, lo había lavado esa misma mañana y aún estaba un poco húmedo, pero se terminaría de secar en su casa y con suerte igual podría arreglar los pequeños agujeros que tenía en varios lados...aunque estamos hablando de Mitsuya, él es capaz hasta de sacar una prenda completamente diferente de una camiseta vieja, estaba segura de que lo arreglaría, no me gustaría tener que tirarlo o dejarlo para trapos.

No tardé mucho y ahí estaba él en la puerta esperándome. Me acerqué saludándolo con la mano. Me recibió con una sonrisa.

 —Buenas tardes, pequeño demonio —dijo, con burla.

 —Jo, Mitsu, ¿tú también? Ya ha pasado mucho tiempo de eso — me quejé, pero no me molestaba, él me lo decía para escuchar cómo refunfuñaba. Siempre le había hecho bastante gracia picarme.

 —Mira, te he traído el yukata —lo miré, aún dudando de que fuera verdad que me lo iba a arreglar—. Te pagaré el arreglo, no te preocupes.

 —Mira que eres terca, que no me pagues nada — acarició mi cabeza—. Además tengo algo para ti. Ven, pasa.

Entré a su casa. Él vivía solo con sus dos hermanitas pequeñas que, en ese momento, parecían no estar ahí. Me entristecí un poco de que no estuvieran, esas dos enanas siempre venían corriendo a saludarme y a llenarme de besos.

 —Están en el parque —dijo mientras sacaba el yukata de la bolsa para colgarlo en una percha en mitad de la sala.

 —Oye ¿Me has leído la mente?

 —No, pero si siempre que vienes te pones a jugar con ellas es normal que las estés buscando ¿no? —sonrió.

 —Es que son tan monas con sus trajecitos y sus caritas redonditas —le hice una mueca apretándome los mofletes, a lo que el rio mientras miraba espantado aquella prenda que colgaba.

 —Te lo regaló tu abuela ¿no? —asentí.

 —Pues se tiene que estar revolviendo en su tumba —le di en el brazo—. Es broma, es broma —dijo mientras se tapaba con las manos y reía ligeramente—. Vuelve a ser un angelito venga, no me pegues. No te preocupes, tiene arreglo. Eso sí, voy a tener que empezar ya si quiero terminar a tiempo para la reunión de después, así que...

Se dirigió a un armario que tenía en la sala y donde tenía varias chaquetas colgadas, pero no cogió ninguna de ellas, si no un paquetito envuelto que había en una balda del armario.

 —Toma —me lo tendió con ambas manos—. Sé que aún faltan unos días para tu cumpleaños, pero bah, así soy el primero en darte el regalo, ¿soy el mejor o no?

 —¿¡Un regalo!? El mejor del mundo mundial 

Di saltitos de emoción mientras lo cogía y abría con cuidado el papel, dejando ver una caja no muy grande y fina. La abrí y no pude contener la emoción.

 — ¡Mitsu! ¡Es precioso!

Era un haori de color oscuro que me probé al instante. Me quedaba como un guante.

 —¡Tienes mejor gusto que yo! —me lancé a darle un abrazo que él correspondió algo tímido.

 —Sí, sí...venga anda, me alegro que te haya gustado —me separé de él con los ojos brillantes y mirándome de nuevo al espejo. Decidí guardar mi regalo de nuevo en la cajita y ponérmelo más tarde.

Al poco me fui de su casa. ¡Qué buena manera de empezar la tarde! 

La reunión era en unas tres horas, así que fui a casa a ducharme y arreglarme un poco. La idea era recoger a Emma e ir para allá casi cuando estuviera terminando. Total, al final siempre nos aburríamos de escucharlos hablar cosas que comentaban también por las tardes con nosotras, así que nosotras nos íbamos a merendar o a tomar algo y ya luego nos encontrábamos con ellos. Aunque ese día le dije que la recogería directamente para ir al santuario, antes quería hablar con Baji.

~ 4 de agosto de 2011, 19:00 p.m. ~

Lo estuve llamando durante toda la tarde, pero no me contestaba. No cogía el teléfono. ¿Qué mosca te ha picado, Baji? 

Definitivamente había veces que no le entendía. 

En fin. Tampoco voy a darle muchas vueltas, hay tres opciones posibles, o se ha encontrado a un gato en la calle y ahora su atención es 100% para el gato, se ha quedado dormido o está por ahí peleándose con alguien. 

Me reí de mí misma pensando esas cosas, aunque eso no quitaba que seguía algo preocupada por la manera en que se había ido ayer.

Llamé a Emma y decidimos quedar un poco antes en su casa. Así que cogí mi haori nuevo y me lo puse encima de la camiseta de tirantes blanca, junto con mi pantalón pitillo oscuro y por supuesto, mis zapatillas. Me subí a la moto y fui donde Emma.

Al llegar, ella estaba en la puerta de casa esperando. Vi que su cara todavía estaba algo hinchada, así que me acerqué a darle un abrazo que ella no rechazó.

 —¿Has podido dormir? —pregunté y ella asintió—. ¿Y has hablado con Draken?

 —Sí —de repente le cambió la cara y sonrió—, iré a verle mañana, ¡ven conmigo si quieres! 

 —Tengo trabajo Emma, pero ve tú. Seguro que le hace mucha ilusión que vayas a visitarlo —amplió aún más su sonrisa.

 —Venga anda, vámonos —me miró de arriba abajo.

 —¿Y ese haori? 

 —¿Has visto? ¡Regalo de Mitsu por mi cumpleaños! me lo ha dado por adelantado —giré sobre mí misma dándole la espalda a Emma—. Mira, mira, qué fresquito y qué cómodo es, así no tengo que ir con sudadera o chaquetas siempre.

 —Es precioso, siempre te quedó bien ese color, ¿te cuento un secreto? Yo tengo el haori de Draken escondido en mi armario —me reí y le puse el casco de la moto.

 —Entonces ese haori ya no es de Draken, es tuyo.

Nos montamos en la moto y nos fuimos riéndonos de nuestras tonterías.

Al llegar al santuario ya estaban todos allí. La ToMan al completo, con Mikey al frente subido a aquellas altas escaleras. Nosotras pasamos lejos del gentío; algunos nos saludaban y les devolvimos el saludo desde lejos. Mikey también nos hizo un gesto con la mano mientras hablaba y nosotras le respondimos levantando la mano para decir "hola", no queríamos interrumpirle.

Nos quedamos sentadas en una roca que había detrás de Mikey, por lo que éste quedaba dándonos la espalda y, aunque estaba algo lejos, podíamos escuchar lo que decía.

 —La próxima pelea será contra Valhalla, dentro de poco. Y no somos suficientes en la ToMan —cogió aire—. ¡Por lo que se ha decidido que la ToMan se unirá con miembros de Moebius!

Algunos entre los del público se quejaron.

 —¡Silencio! — Alguien de entre la multitud gritó y todos callaron.

 —Bien —prosiguió Mikey, que echó la vista hacia nosotras por un momento para luego volver a mirar a los integrantes de la pandilla. Pude distinguir a Takemichi ahí, con ropa de calle era el que más destacaba entre todos ellos, que iban uniformados con sus trajes de la banda—. Tengo otra noticia que daros —Mikey volvió a captar mi atención—. ¡Va a haber un cambio en la tercera división de la ToMan! ¡Nombraremos a su nuevo capitán! 

Yo miraba intrigada, ¿cómo sería?

 —¡Kisaki Tetta! Adelante.

Me asomé un poco para verle mejor, un chico bajito y rubio con gafas se empezó a acercar a Mikey mientras algunos murmuraban con tono de desaprobación, pude escuchar algunos de sus comentarios "¿Y qué pasa con...?" "¡Nosotros sólo seguimos sus órdenes y las de nadie más!" "¡Él no va a mandarme!". Cosas de este estilo. 

Miré fijamente a quienes conseguí escuchar. Poco a poco el silencio fue volviendo.

Ese chico, Kisaki, se presentó a los integrantes. Me fijé en Takemichi, parecía nervioso, pero estaba muy lejos como para preguntarle qué le pasaba. 

La reunión estaba por concluir y todos estaban ya dirigiéndose hacia las afueras del cementerio cuando Takemichi se abalanzó sobre Kisaki y le dio un puñetazo en la cara. Me quedé con la boca abierta, aunque no pude evitar soltar una risita.

Ese chico está loco. ¿A qué ha venido eso?

Empezaron a discutir.

 —Ahhh, siempre están igual —Emma se quejaba—. Si no acaban en peleas ajenas, las terminan buscando ellos mismos.

 —Tienes razón —contesté—. No tienen dos dedos de frente...aunque ese tipo —miré a Kisaki—. No sé, Emma...no me transmite confianza, la verdad.

Los chicos estaban empezando a gritarse unos a otros, hasta que una voz resonó desde un poco más allá. Era Baji.

Un momento. ¿Baji? Él no podía venir al santuario. ¿Qué hace aquí? Me preguntaba, aunque enseguida lo averiguamos.

 —¡Abandono la ToMan!¡Me voy con Valhalla! —gritó.

¿Cómo?

Joder, de verdad que no estaba entendiendo nada. ¿Se le había ido la puta cabeza hoy a todo el mundo o qué?

No entendía si aquello que el pelinegro acababa de decir era una simple rabieta o si de verdad lo decía en serio. Dudaba, ya que no lo creía capaz de abandonar a sus amigos de toda la vida. Baji no era así.

Empezó a pegarle a Takemichi sin ningún motivo aparenté y yo me sobresalté por un momento. 

 —¡Baji, para! —le gritaban. Pero no se detuvo hasta que Mitsuya intervino, aunque se zafó de él, emprendiendo el camino hacia fuera del santuario. Decidí seguirle sin que los demás se dieran cuenta.

 —Emma —susurré—, ahora vengo, quédate con Mikey o ve con él si quieres en la moto de vuelta, ya luego me iré yo.

 —¿Dónde vas? —me miró con sus grandes ojos color miel.

 —Necesito que me explique —señalé a Baji, a lo que ella no dijo nada más y me instó a que me fuera. 

Corrí intentando esconderme entre los árboles, mientras miraba de lejos a los que allí quedaban. Pude ver a Takemichi, quien parecía recoger algo del suelo mientras se levantaba y, justo antes de comenzar a bajar las escaleras tras Baji, observé a Kisaki, parecía sonreír y movía los labios como murmurando algo por lo bajo. Un escalofrío bastante desagradable me recorrió la nuca.

Una vez fuera de la vista de los demás, empecé a correr tras Baji y a llamarle.

 —¡Oye! —llamé su atención lo mejor posible para que los demás no me escucharan.

 —Déjame.

 —¿Qué dices? ¿Cómo que dejas la ToMan? ¿De qué va esto Keisuke?

Sabía que si lo llamaba por su nombre por lo menos conseguiría que dejase de andar. Precisamente, correr mientras hablaba no era mi punto fuerte, así que quería que se parase.

 —Tengo mis motivos.

Me acerqué a él y lo agarré del brazo suavemente.

 —Venga, cuéntame. Además, esta tarde me has dejado tirada, me debes una explica-

Él me apartó de mala manera zarandeando el brazo al que estaba agarrada, haciendo que tropezara sobre mí misma y me cayera al suelo. Me quedé ahí sentada un momento, procesando la situación.

¿Qué ha hecho? 

 —¿Baji? —alcé mi mirada para encontrarme con la suya, la cual no sabría decir si era de arrepentimiento por haberme tirado o de rabia contenida. Mis ojos no podían creer lo que acababa de hacer. Me quedé estática mirando su profunda mirada. Aquello me dolió.

 —Me voy, ya nos veremos — sentenció y comenzó a caminar de nuevo, aunque tras dar dos o tres pasos se detuvo y me miró por encima de su hombro—. Ah...por cierto...te sienta bien ese haori.

Me quedé ahí parada, otra vez, notando cómo el viento mecía algunos mechones de mi pelo mientras veía a Baji alejarse cada vez más rápido. Hasta que al final su figura desapareció por completo.

Me levanté y giré mi cuerpo con intención de volver con Emma, acariciándome el brazo y cabizbaja, hasta que llegue al principio de la escalera. Levanté la mirada y vi a Mikey ahí sentado.

Él lo había visto todo.

Holi.

Lo dicho con lo de las fechas de este fanfic en relación a la historia original, que igual no coinciden los días y cosas así, pero no pasa nada, solo disfrutad de la historia jaja^^

Ojalá os esté gustando <3

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