~ 𝑶𝒄𝒉𝒐 ~
~ 2 de agosto 2011, 19:00 p.m. ~
El mes de julio había pasado como otro cualquiera.
Al día siguiente de lo ocurrido con Pah-chin toda la Toman se reunió en el santuario, como solían hacer cada vez que querían dar algún anuncio importante, aunque el que se dio aquel día tampoco extrañó a nadie, de hecho, lo aceptaron bastante bien.
A las chicas no les solían dejar ir a las reuniones pero, aquel día y por insistencia mía, Mikey accedió a que fueran.
Como decía, el resto del mes había sido algo aburrido. Pasamos las tardes juntos, como siempre, quitando alguna que otra en la que los chicos se metían en pelea, pero nada destacable.
En este momento, nos encontrábamos en el césped de al lado del río. No estábamos haciendo nada especial, solo beber algo y charlar.
Al día siguiente había un festival y las chicas estábamos deseando ir. Hablábamos sobre qué queríamos ponernos y a qué puestos queríamos ir primero. Nos divertíamos pensando en los festivales de años anteriores, pues siempre íbamos todos juntos.
—Este año también iremos ¿no? —dijo Emma mirando a Draken con cara de ilusión.
—Claro —le respondió éste.
—¡Oh, Hina! ¡Tienes que venir con Takemichi! Os lo vais a pasar genial ya veréis, los chicos siempre se pelean entre ellos por ver quién consigue tirar más figuritas en los tiritos. —gritó Emma mirando a la chica pelirrosa que estaba en frente de nosotras.
Tachibana Hinata. Aquella chica era la novia de Takemicchi, nos la presentó poco después de lo sucedido con Pah y ella encajó con nosotras rápidamente. Ahora éramos cuatro chicas en el grupo: Emma, Yuzuha, Hina y yo, que no podía estar más contenta de tener una amiga nueva con la que poder quedar cuando las demás no pudiesen.
—¡Claro! Takemichi, ¿iremos al festival con ellos, verdad? —Hina sonreía. Ella también parecía contenta de tener nuevos amigos.
—Ehh...—el mencionado se sonrojó—. C-claro...
Era el chico más vergonzoso que había conocido hasta la fecha. A la mínima que le dirigías la palabra parecía ponerse nervioso y su cara se tornaba casi del mismo color que el pelo de su novia, la cual, por cierto, aún me preguntaba cómo había llegado a tener.
Es que no me imagino en qué momento este tipo ha conseguido declararse a una chica, de verdad. Aunque, por cómo se comportan, seguramente fue Hinata la que se lo dijo primero.
—Vamos Takemicchi, aprovecha que será una cita —Draken rió por lo bajito con Mikey. Esos dos llevaban ya un rato cuchicheando.
Los demás que estábamos allí nos reímos al ver cómo Mikey hacía morritos, como dando besitos al aire.
Miré a los demás esperando para ver qué decían con respecto al festival.
Yuzuha y Hakkai dijeron que no podían. Hakkai tenía una sesión de fotos y no podía faltar pues les hacía falta el dinero. Cosa que no entendía porque su familia podía limpiarse el culo con billetes de dos mil yenes si querían. Pero bueno, quizá fue por aquello que nos mencionó de que quería buscarse la vida por él mismo. Yuzuha parecía secundar aquello.
Mikey dijo que no le apetecía ir al festival este año y Mitsuya también achacó que no podría ir porque estaría ocupado cosiendo un uniforme de la pandilla.
Yo, viendo que al final solamente íbamos a ir Draken, Emma, Hina, Takemicchi y una servidora, decidí retirarme de la quedada.
Pero tenía que dar una excusa creíble, sino no me dejarían tranquila.
—Ah ... —suspiré con cara de pena pensando que si iba solo iba a estar de sujetavelas de las dos parejitas—. Yo también tengo cosas que hacer...esto...limpiar la casa...y esas cosas.
En cierto modo, eso era cierto. Tenía la casa hecha un desastre.
—¡Venga ya! Eso puedes hacerlo otro día —gritó Emma, parecía algo enfadada.
—No, en serio, id vosotros, ya nos contaréis después qué tal. Si termino pronto me pasaré a comer algo con vosotros ¿vale? —le sonreí como buenamente pude.
Baji, que estaba ahí sentado mirándome y aún no se había pronunciado, habló.
—Oye idiota —me dio un pequeño golpe en el hombro—, si quieres yo te acompaño para que no vayas de violinista a una cita doble —se rio y los demás lo miraron preguntándose que a qué se refería, aunque al cabo de un segundo cayeron en la cuenta que yo estaba intentando evitar el ir para no estar con ellos, que claramente iban a tener cada uno una cita con sus novias.
—¿¡De verdad!? —casi grité cuando recobré toda la ilusión y él se sonrojó al ver como mi cara cambió de pena a felicidad en tan solo un instante—. ¡Gracias, gracias! Ya me había imaginado que tendría que irme en mitad del festival para no ver besitos por todos lados.
Todos se rieron.
—Siempre igual de considerada, no seas tonta, queremos que estés con nosotros. Aunque no vayamos a darte besitos a ti también —Draken me sonreía desde donde estaba, había dicho aquello con burla y le miré con una ceja alzada.
—Draken —hablé cortante.
—¿Qué?
—¿Quieres que te conteste?
—No, mejor no. Deja tus porquerías tranquilas por un rato, anda.
Emma se empezó a reír y yo con ella. Pero giré mi vista inmediatamente hacia Baji.
—Avisa también a Chifuyu ¿no?
—No puede, tiene que estudiar — me contestó y yo inflé mis mofletes a modo de enfado. Tenía ganas de ver a Fuyu, hacía tiempo que no pasábamos los tres un rato juntos.
—¿Quién es Chifuyu? —preguntó Takemicchi.
—¿Ah? ¿Aún no lo conoces? —le dije —. Es otro renacuajo como tú, no te preocupes, es muy amigo de Baji, lo conocerás tarde o temprano, al fin y al cabo, la pandilla tiene muchos miembros, aunque siempre nos juntemos los mismos, hay mucha más gente.
Me acordé de una persona que hacía tiempo no veía por ningún lado
—Por cierto, ¿Dónde está Peyan?
Hacía algunos días que Peh no venía con nosotros, o, si lo hacía, era por muy poco tiempo y siempre se iba al poco de llegar.
—Ni idea, por lo visto está liado últimamente —me contestó Baji algo pensativo y no le di más importancia. Si Baji no se preocupaba, yo tampoco tenía por qué hacerlo, eso pensé.
—Bueno, como sea, pero luego le mandáis un mensaje avisándole por si quiere venir ¿vale?
Asintieron y volvimos a cambiar de tema. Las chicas estuvimos hablando de a qué puestos iríamos y qué comeríamos al día siguiente. Se nos hacía la boca agua solo de pensar en palomitas o en dulces que solo vendían en esos festivales. Mientras, los chicos hablaban de lo de siempre, motos y poco más, que si tubos de escape o pegatinas nuevas para ponerle, en fin, cosas de ellos que a mí poco me interesaban.
Yo tenía mi motito, que me conseguí comprar con los ahorros de mis primeros sueldos y, aunque la cogía muy poco —ya que siempre iba con alguno de ellos en sus motos—, me encantaba. A veces, por las noches cuando me aburría en casa, cogía la moto, el paquete de tabaco y algo de beber —esas veces sin alcohol, que tenía que conducir y tampoco era tan temeraria— y me iba a cualquier sitio alejado a pensar en mis cosas.
Se hizo casi de noche y las chicas decidimos que al día siguiente quedaríamos juntas para arreglarnos e ir todas en grupo al festival. Nos encontraríamos con los chicos allí.
Intentamos convencer a Yuzuha, pero no hubo manera, era una chica muy responsable en cuanto a su hermano, así que decidimos no agobiarla más con el tema y tras eso todos nos despedimos y nos fuimos a nuestras casas.
—¡Hasta mañana Hina, Emma! Nos vemos aquí a las cinco de la tarde! No lleguéis tarde y ... — se me ocurrió de momento y no lo pude evitar— ¡acordaros de poneros ropa interior sexy debajo del Yukata! Que a esos dos seguro que les alegráis el día —me reí y fui corriendo dentro de mi casa, cerrando rápidamente la puerta antes de que la furia de Emma se me echara encima.
—¡Tonta! ¡Pervertida! Siempre pensando en lo mismo —gritaba ella desde el otro lado.
—Grita chucho, que no te escucho —le decía yo desde el interior, entre risas.
Escuché a los demás alejarse mientras reían.
—¡Adiós! — les grité desde dentro del patio de mi casa.
—¡Adiós pequeño angelito maligno! —escuché la voz de Draken mientras se alejaban.
—¡¡¡No me digas así!!! — contesté riéndome. Me acordé de cómo mi abuela me llamaba cosas así cuando iba a la calle y ellos se reían. No lo hacían para meterse conmigo, sino porque les hacía gracia que mi abuela me llenara de besos antes de irme diciéndome cosas como "mi pedacito de cielo", "mi angelito", "mi pequeñita", a pesar de que ya era mayorcita.
Estaba emocionada de ir al festival con mis amigos, así que nada más entrar me puse a preparar las cosas para el día siguiente. El yukata que me había comprado mi abuelita unos años atrás y que, como yo tampoco es que hubiera crecido mucho desde entonces, aún me valía. Me lo puse encima de la ropa que llevaba, probándomelo y haciendo que me emocionase aún más.
—¡Ya quiero que sea mañana!
Fui a acostarme, no sin antes darle las buenas noches a mis padres y a mi abuela en el altar de la salita.
~ 3 de agosto de 2011, 18:30 p.m. ~
Hina y Emma estaban en mi casa. Teníamos música puesta, cantábamos y bailábamos mientras nos vestíamos. Hina terminó primera.
—¡Hina, qué guapa vas! —le dijo Emma.
—¡Tú también!
Las dos estaban genial; con sus peinados y sus yukatas puestos. Yo siempre tardaba más. Nunca sabía qué hacerme en el pelo, lo tenía largo por la cintura y siempre se me cansaban los brazos peinándome, así que al final Emma se ofreció a ayudarme mientras Hina hablaba con Takemichi por teléfono, al parecer los chicos estaban ya de camino al festival.
Emma, sabiendo que Hina no nos escuchaba, aprovechó para preguntarme.
—Oye —se acercó un poco más a mí—. ¿Tú con Baji qué?
—Shh, calla, que ya sabes que no quiero que lo sepa nadie —hice un gesto con la mano para que bajara la voz—. Nada, ya sabes, lo de siempre, somos amigos —Emma me miró extrañada.
—Ya...eso dices ahora, al final acabaréis juntos —sonó divertida.
—No, no siento esas cosas por él, ya lo sabes —me puse algo más seria—. Y él tampoco, sólo nos divertimos juntos de vez en cuando y ya. En realidad me gusta más así, si fuera de otra manera no podríamos estar como hasta ahora —Emma no pareció convencida con la respuesta.
Ella era la única que lo sabía y porque un día se presentó en mi casa sin avisar y vio que Baji estaba durmiendo allí semidesnudo, así que no tuve más remedio que contárselo, pero bueno, no me importaba que lo supiera, al fin y al cabo, era mi mejor amiga y nos lo contábamos todo.
—Ya sabes que no me importaría enamorarme, pero siento que con Baji es solo eso, nos acostamos y ya, todo sigue igual. Somos amigos con derechos, sí, podría decirse así —me reí y esa respuesta parecía convencerla algo más.
—Ya verás, el día que te enamores de verdad no vas a poder despegarte del desafortunado al que le toque —por un momento la miré con la ceja alzada, pero tardamos poco en romper a reír juntas.
—Pues sí, pobrecito de al que le toque aguantarme —le dije, aún entre risas— pero no me negarás que soy algo divertida.
—Sí, sí, lo que tu digas —me devolvió la sonrisa mientras le daba los últimos retoques a mi peinado.
Pasaron unos diez minutos y ya parecía que estaba terminando de arreglarme el cabello.
—¡Listo! Corre, ponte el yukata y vámonos —me dijo cuando terminó de peinarme.
Me miré al espejo, Emma me había hecho un semi recogido, dejando algunos mechones de mi cabello sueltos. Le había quedado genial, como siempre.
—¡Muchas gracias, Emma!
—De nada, ¡he de admitir que me has quedado de revista!
Me coloqué bien el yukata color azul eléctrico con flores blancas y motas doradas y ambas se quedaron con la boca abierta.
—No vale, ¡estás guapísima!, tienes que arreglarte más a menudo —Emma daba vueltas a mi alrededor y su mirada me recorría de arriba abajo.
—Sí, sí, lo tendré en cuenta. Venga vámonos que los chicos tienen que estar ya allí y como esperen más nos van a matar —le dije haciendo un aspaviento con la mano. Definitivamente yo no servía para vestir bonito como ellas hacían. Me daba pereza arreglarme y al final siempre iba con el pelo suelto y ropa cómoda.
Cogimos nuestros pequeños bolsitos a juego con los trajes y fuimos hacia el festival.
Al llegar allí, Draken, Takemichi y Baji estaban esperándonos.
—¡Menos mal! Íbamos a irnos sin vosotras —espetó Draken.
—No te atreverías —le di un golpe con el bolsito.
Nos reímos y Emma agarró a Draken por el brazo. Hina hizo lo mismo con Takemichi y empezó a andar detrás de ellos.
—¡Venga, vamos! —exclamó Draken, que iba al frente de todos.
Miré a Baji, que aún no había dicho nada y no hacía más que mirarme el pelo.
—¿Qué pasa?
—Nada, estás muy bonita, pequeña —me dio un beso en la frente y yo me aparté sobresaltada.
—Oye, oye, los cariñitos ahora no, Baji — él se reía al ver cómo me había sobresaltado.
—No pasa nada, venga vamos, que nos quedamos atrás.
Estuvimos todos juntos en los puestos de juegos, y, como bien había predicho, Baji y Draken acabaron picándose a ver quién conseguía el peluche más grande. Al final ninguno de los dos consiguió nada, y nosotras no podíamos reírnos más.
—¡Draken! —gritó Emma señalando otro puesto diferente donde había visto otro peluche aún más grande — ¡Mira aquello! Yo quiero.
Miré a Draken. Emma lo tenía totalmente dominado, así que esperaba su respuesta.
—De acuerdo —resopló y echó la vista atrás, a donde estábamos nosotros—. Chicos ahora venimos.
Se fueron al puesto que había un poco más a la izquierda y desaparecieron entre la multitud.
Centré mi atención en la otra parejita, que, a diferencia de Emma y Draken...
—Hina, ¿tienes hambre? —Takemichi le acariciaba el brazo a Hina, qué mono es.
—Un poco, ¿vamos a por algo de comer? —Hina le respondió agarrándole de las manos y tirando un poco del rubio.
—¡Claro! —miraron hacia donde estábamos Baji y yo, y les hice un gesto como diciéndoles que estuvieran tranquilos y fueran a dónde quisieran.
—No os preocupéis, yo quiero ir a un puesto de pulseritas, tiene que haber alguno por aquí. Nos juntamos cuando terminéis en la entrada del festival, si veis a Draken y Emma avisadles —agarré a Baji del brazo y lo arrastré conmigo andando hacia delante.
—¡Suerte, Hina! —le dije dándole fuerzas desde la distancia mientras Baji me miraba algo extrañado. Tuve que explicarle.
—Es que Takemicchi es algo cortón y le cuesta besarla, no como a otros ¿Sabes? — le di un pequeño pellizco que le hizo retorcerse.
—¡Ah! Bueno, tampoco todas están tan salidas como tú ¿sabes? —se acarició donde le había dado el pellizco y me miró mordiéndose el labio inferior.
—¿Yo? ¿De qué estás hablando? —le sonreí de manera juguetona y empecé a caminar hacia delante.
Nos habíamos quedado solos y yo iba buscando el puesto del que hablaba. No era mentira, quería mirar pulseritas, pero el maldito puesto parecía esconderse de nosotros. No lo veía por ningún lado y, de hecho, pasamos un buen rato caminando y buscándolo.
—Oye —Baji me asaltó de repente.
—¿Sí? Dime —estaba algo distraída mientras movía la cabeza hacia todos lados buscando las dichosas pulseritas.
—Escúchame...—vi cómo se ponía algo nervioso. Creí saber lo que me iba a decir y, la verdad, intenté evitarlo.
—¡Mira! —dije señalando a un puesto donde tenían colgantes, pendientes y todo tipo de abalorios— ¡Ahí está el maldito puesto!
Escuché a Baji chasquear la lengua.
Lo siento, Baji, si es lo que creo que estabas por decirme...no quiero hacerte pasar un mal rato...aunque quizá ahora mismo me odies, pero así es mejor para los dos...creo, pensé.
Mientras miraba los pendientes del puesto, Baji volvió a intentar decirme algo:
—Pequeña —esta vez decidí escucharlo, esperando que no fuera lo que me imaginaba.
—Hay algo que no me gusta de todo lo que pasó el día de lo de Pah —mi mente no podía más que pensar en aquella noche y lo que hicimos, pero no entendía por qué no le gustaba, aquella no era la primera vez así que lo miré algo extrañada.
—Mira... —volvió a interrumpir mis pensamientos—. Tengo que hacer algo y no te va a gustar, pero tengo que hacerlo —me hablaba y tenía toda mi atención ahora mismo—. Voy a tener que dejar... —Un estruendoso ruido empezó a sonar en el bolsillo de su pantalón.
Baji sacó el teléfono y cortó todo aquello que me estaba diciendo. No sabía con quién hablaba, pero le acababa de cambiar la cara de repente.
—¿Cómo? —se puso tenso—. Oye —me miró—, busca a Hina y a Emma, quedaos las tres juntas e iros a tu casa.
—¿Qué pasa Baji?
—Algo que me olía —contestó y dejó un beso suave en mis labios— hazme caso, búscalas y vete.
Se fue corriendo y me dejó allí. Sola.
—¿Qué? —dije para mí misma.
Por el momento decidí hacerle caso, sin entender muy bien que estaba pasando. Corrí por todo el festival, pero no las encontré. Chocaba con la gente y empecé a despeinarme. Me estaba agobiando así que decidí sentarme en un peldaño y encender un cigarro, pensando que igual si me esperaba quieta en un sitio las vería pasar.
Pasó como media hora, pero no aparecían. Me puse a buscarlas de nuevo pero no daba con ellas. Ya había mirado en todo el festival y nada. Desde luego que cuando el destino se ponía en mi contra era horrible.
Y, de repente, se puso a llover.
Genial, lo que me faltaba.
El agua empezó a caer cada vez con más fuerza.
—Joder, y yo sin paraguas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top