~ 𝑫𝒊𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆 ~

~ 16 de noviembre de 2011, 00:30 a.m. ~

Me duché y me tiré en la cama, asimilando las novedades y los cambios que había habido en la ToMan. Ahora formaba parte de una nueva división al cargo de Hanma. Él ya había estado al cargo de una banda y seguro que no tenía problema en controlar a tanta gente, se le veía muy seguro de sí mismo, aun así, me inquietaba la manera en la que me hablaba.

¿Me intimidaba? Para nada.

Siempre había estado rodeada de chicos problemáticos y parece ser que yo era un imán para ellos. Todos los que había conocido en mi vida eran de este mundo, quitando algunos amigos que hice en los años de colegio e instituto, con los que, si era sincera, nunca terminaban de llenarme, me acababa aburriendo si no había algún problema de por medio.

Hice memoria de todas las personas que habían pasado por mi vida, algunas con las que ya ni siquiera mantenía el contacto pero que por algún motivo habían significado algo para mí en un momento de mi vida; Los chicos de la ToMan, Emma, Hina, Yuzuha, aquél chico del instituto con el que salí durante un par de meses pero que finalmente me dejó y por el que tuve que convencer a Draken y a Pah de que no fueran a darle una paliza... pobrecillo...ahora que lo pensaba, ¿a quién si no más que a mí se le ocurre tener de novio —por llamarlo de alguna manera, ya que en realidad nunca lo consideré nada oficial— a un chico tan normalito? Solo a mí, porque cuando se me metía alguien en la cabeza era difícil que saliera de ahí. Pero bueno, todo eso es ya agua pasada, como dicen.

Debo admitir que no era una santa con los chicos, lo sé, pero cuando alguien me atrae me desconozco.

La imagen del chico pelinegro con un mechón rubio apareció por mi mente de pasada y me incorporé en la cama, quedando sentada. 

¿Hanma? Nah, ni de coña. 

Quizá es solo por la forma que tiene de hablarme y de mirarme que me estoy haciendo ideas falsas. Él era únicamente un chico con el que el destino había tenido el deseo de que nos conociéramos y, finalmente, por un motivo u otro, habíamos terminado en el mismo bando. 

Son cosas que suelen pasarme, este tipo de casualidades son bastante comunes en mi día a día.

Mi teléfono empezó a vibrar en ese preciso momento. Miré la pantalla y vi que era un número que no tenía guardado.

 —¿Hola? —dije, descolgando la llamada.

 —Hola, enana.

 —¿Hanma? —¿veis lo que os decía de las casualidades?

 —El mismo.

 —¿De dónde has sacado mi número? —En ese punto, el poco sueño que tenía se había esfumado.

 —Se lo pedí a Mikey antes de irnos, pensé que sería bueno tener algún método para contactar contigo, ya sabes, estamos en el mismo grupo y esas cosas, de algún modo tendremos que comunicarnos ¿no?

 —Maldito enano desgraciado —maldije.

 —¿Yo? —pude notar un tono de sorpresa ante mis insultos.

 —No, no, tú no, Mikey.

Escuché cómo se reía al otro lado del teléfono.

 —Pues sí que tienes confianza con el comandante para estar insultándole así como así .

 —Más de la que te piensas

 —Oye, oye, que voy a ponerme celoso —otra vez provocando.

Sonreí pícaramente.

 —¿Por? ¿Te gusta Mikey o qué? 

Volví a escuchar risas.

 —Ni de lejos, de momento permanezco con mi heterosexualidad intacta.

Me lo puso demasiado fácil. Tenía el presentimiento de que con este tipo podía bromear abiertamente.

 —¿De momento?

 —Sí, no te empieces a montar películas de mí con otro chico, porque no, heterosexualidad intacta e inamovible —Perfecto, había conseguido picarle.

 —A sus órdenes, jefe —intenté aguantar la risa.

Se quedó callado por un momento hasta que habló.

 —¿Cómo me has dicho?

 —¿Eres el capitán de la división, no?

 —Ah, ya...sí... —lo noté algo nervioso por un instante—. Por eso te llamaba, vas a tener que contarme cómo manejáis las cosas en la pandilla. No creo que sea cómo lo hacíamos nosotros en Valhalla, ¿podemos vernos en esta semana y me explicas?

 —¿No te lo ha explicado Mikey?

 —No mucho, sinceramente, me dijo que tú me darías todos los detalles —Mikey siempre quitándose el bulto de encima.

 —Buf... —resoplé. No me suponía ningún problema tener que explicarle todo lo relacionado con la pandilla, pero siempre me daba pereza—. Está bien, te llamaré en un par de días para hacer de profesora.

 —No te preocupes, soy buen alumno, aprendo rápido

 —Ehm...sí...vale —No podía negar que esa respuesta hizo que de nuevo notara cierta inquietud—. Bueno, te llamo en un par de días. Si alguien más tiene dudas de cómo funcionan las cosas, que venga contigo y así me ahorro tener que repetir las cosas cuarenta veces.

 —De acuerdo. Quedamos así —y, sin decir nada más, colgó.

Definitivamente Mikey era de lo que no había. Ya pensaría en cómo me pagaría el tener que ocuparme de estos asuntos.

Guardé el número de Hanma en la agenda de mi teléfono y, mientras lo hacía, de nuevo la sonrisa volvió a instaurarse en mi expresión. 

"H.S. Amable Desconocido"

Me encantaba poner nombres así en la lista de teléfonos. A todos les tenía puesto algo similar; "Draken el dragoncito", "Mikey el enano", "Mitsuya el hilos", y cosas por el estilo.

Volví a tenderme en la cama con intención de dormir pero mi teléfono volvió a vibrar, esta vez era un mensaje.

 —Jooooder, nada, que hoy no me van a dejar dormir... —Resoplé de nuevo mientras encendía el teléfono una vez más.

H.S. Amable Desconocido, recibido el 16 de noviembre a las 00:47

"Por cierto, buenas noches"

Se me escapó una sonrisa.

Tú, enviado el 16 de noviembre a las 00:49

"Buenas noches, ¿podréis dejarme dormir algún día?"

H.S. Amable Desconocido, recibido el 16 de noviembre a las 00:50

"Sí, hoy sí"

¿Eh? Nada, lo que yo diga. Me lo imaginaba con esa sonrisa de ingenuo en la cara mientras me mandaba el último mensaje y decidí que ya era hora de dormir, sino, íbamos a seguir así hasta que se hiciese de día

Aunque no pude evitar quedarme dormida con media sonrisa que no se iba de mi rostro.

~ 19 de noviembre de 2011, 15:00 p.m. ~

Terminé mi turno en el trabajo y saqué el teléfono. No había recibido más llamadas ni mensajes de Hanma en esos días, parece que por lo menos tenía en cuenta lo que le dije de que yo le llamaría. Busqué su contacto y pulsé la tecla que iniciaba la llamada.

 —¿Hanma?

 —Menos mal, pensaba en llamarte yo.

 —¿Dije que te llamaría no? Tengo una vida aparte de la ToMan, ¿sabes? No puedo dividirme en dos para hacerlo todo a tiempo —le dije en un tono neutro—. Bueno, ¿puedes quedar hoy?

 —Claro, dime hora y lugar.

 —Vente en una hora a mi casa, ahí vamos a estar más tranquilos para explicártelo todo.

 —De acuerdo, no hace falta que me mandes la dirección, recuerdo dónde vives.

 —Eso ha sonado un poco como de acosador ¿no?

 —Tonta, a mí no me hace falta acosar a nadie —escuché a alguien hablando de fondo—. Ah, por cierto, viene alguien más conmigo, como dijiste que podía venir me ha preguntado y le he dicho que sí.

 —Vale, mejor así. Venís dos entonces, ¿no?

 —Sí, nos vemos en un rato.

Seguramente se traería a alguno de los antiguos miembros de Valhalla, o eso pensé.

Al llegar a casa preparé el salón para recibirlos, dejé unos cuantos papeles por si tenían que apuntar algo, aunque conociendo de sobra el perfil que tenían todos los de las pandillas, seguramente me escucharían y ya. Preparé algo de té y, justo cuando la tetera empezó a pitar, llamaron a la puerta.

Abrí la cancela de fuera con el telefonillo y dejé la puerta de dentro entreabierta.

 —¡Pasad! Ahora voy, que si no va a empezar a salir agua por todos lados de la tetera —les grité desde dentro de casa.

 —Con permiso —escuché dos voces mientras terminaba de quitar la tetera del fuego. Fui hacia la entrada y ahí estaba Hanma,  quitándose los zapatos para entrar. 

Iba vestido con ropa de calle y llevaba el pelo hacia abajo. Ya lo había visto con el cabello de esa manera el día del festival, pero aquella vez fue a causa de la lluvia y, en esta ocasión parecía que se lo había dejado así a propósito, 

Así está más guapo .

Pensé sin quererlo y me sonrojé con mi propio comentario, por lo que decidí dejar de mirarle y darles la bienvenida para evitar que me viesen así.

 —Llegáis pronto —miré al chico que acompañaba a Hanma algo sorprendida—. Creo que aún no nos han presentado, soy Ryoko.

 —No, creo que no —él me miró de arriba abajo y esbozó una ligera sonrisa que me puso los pelos de punta—. Soy Kisaki, encantado.

 —Encantada. Bueno, pasad. No os quedéis ahí —me di media vuelta mientras podía sentir la mirada de ambos clavada en mi espalda. Estaba algo nerviosa, de entre todas las personas que podía haber acompañado a Hanma tenía que ser la única persona de la que me era incapaz saber en qué pensaba.

 —Sentaos donde queráis —les dije señalando a ambos sofás de la sala—. Voy a servir algo de té y vuelvo, vamos a estar un buen rato aquí, así que si queréis ir al baño o algo —señalé una puerta que había enfrente del salón—, es ahí. Sentíos como en casa.

 —¿Vives sola? —preguntó Kisaki.

 —Ya te dije que sí —contestó Hanma.

 —¿No crees que es peligroso vivir sola? —escuché que me preguntaba mientras yo estaba en la cocina.

 —¿Peligroso? Peligroso será para el que se atreva a entrar en mi casa sin permiso —contesté mientras me dirigía a la mesita con una bandeja y los tres vasos para el té con algunas bolsitas y la tetera con el agua caliente.

Hanma se levantó con una sonrisa contenida en la cara.

 —Deja que te ayude, anda —no me dio ni tiempo a responder y él me quitó la bandeja de las manos, rozándolas con las suyas, haciendo que una corriente recorriera desde las palmas de ellas hasta mi nuca. 

Él dejó la bandeja en la mesita y me dispuse a colocar los vasos. Se habían sentado cada uno en un sofá; Hanma en el más grande y Kisaki en el que estaba en perpendicular a éste, que era algo más pequeño.

Me senté al lado de Hanma, pues era el sofá al que más espacio le quedaba para no estar tan apretados.

 —Bien, supongo que es lógico que hayáis venido los dos —comencé con lo que sería mi explicación—, sois los capitanes más recientes de la ToMan, así que está bien, así conoceréis cómo funciona todo y lo podréis aplicar en vuestras divisiones, que son las que tienen mayor número de nuevos miembros.

 —Oye Ryoko, ¿no debería ser Mikey quién nos explicase todo esto? —Kisaki me interrumpió.

 —No le hables de Mikey, te lo aconsejo —le respondió Hanma rápidamente, haciendo un gesto con la mano indicándole que no tocase ese tema. Sonreí al verlo.

 —Sí, debería ser así —suspiré con resignación—. Pero digamos que a mí se me dan mejor estas cosas.

 —Comprendo —respondió el rubio.

Les expliqué todo acerca de la ToMan; cómo estaba dividida, de qué se encargaba cada división y quiénes formaban parte de cada una de ellas, todo con muchos detalles. En realidad me gustaba explicarlo, hasta les hice un esquema en un folio. Les conté un poco la historia de cómo la pandilla había ido creciendo con el paso de los años hasta el día de hoy. Y de cómo se habían planeado algunas peleas y evitado otras.

Pasaron casi dos horas y yo no había parado de hablar, tiempo durante el cual Hanma no hacía más que mirarme, observaba todos los movimientos de mis manos y de mis gestos. Solo me interrumpió una vez para preguntarme si podía fumar, a lo que yo asentí y a partir de ahí, de vez en cuando él encendía un cigarro, el cual me pasaba siempre antes de terminarlo para que yo fumase mientras seguía explicándome.

Kisaki le miraba raro cada vez que hacía eso y luego su vista volvía a pasar a mí, aunque... la forma de mirarme de este último era diferente, parecía analizarme en todo momento. Eso hizo que en algunos instantes de la explicación me quedase callada, ya que perdía el hilo debido a la mirada que me dirigía y sentía como si se me clavara en el cuerpo.

Cuando terminé de explicarles todo al detalle, le di un sorbo a mi taza de té, que estaba intacta.

 —Puaj, se ha quedado frío, qué asco —exclamé y empecé a recoger la mesa—. Bueno, eso es todo lo que yo puedo contaros. Si tenéis alguna pregunta es el momento de hacerla.

 —No por mi parte —dijo Hanma—. ¿Tú has entendido todo, Kisaki?

Precisamente lo de las preguntas lo decía por ti, Kisaki parece haberlo entendido todo. Tú pareces más tonto, la verdad.

  —¿Cuáles son los próximos planes de la ToMan? — preguntó el otro.

 —Pues sinceramente, creo que de momento no hay ninguno, y espero que por una temporada todo esté más calmado, ¿algo más? —contesté.

 —Creo que no...aunque...hay algo que aún no me explico —dijo y yo dejé de recoger la mesa para mirarle como se inclinaba hacia delante en el sofá, colocando sus manos entrelazadas delante de su boca. Volvió a mirarme de esa manera frívola

 —¿Cómo es que una chica está en la ToMan? y más aún, pareces más inteligente que los demás ¿no te iría mejor otra forma de vida?

Dudé por un segundo en si su pregunta tendría segundas intenciones, pero no parecía el caso.

 —Mhm... —adopté una postura pensativa—. Respecto a lo de ser una chica...podría decirte que eso no es realmente importante para nadie. Cuando éramos más pequeños recuerdo un par de tipos que se metieron con los chicos por decir que se llevaban a una de sus novias a una pelea...

Eso captó la atención de Hanma, que me interrumpió sin ningún ápice de educación. Aunque, la cara que puso hizo que aquello ni me molestase.

 —¿Y qué pasó? —me miraba bastante atento. 

Era gracioso. Tenía reacciones que llamaban mi atención al instante.

 —Pues que al final, la "novia" los dejó tirados en el suelo sin ganas de volver a decir tonterías —le contesté con una sonrisa enorme e irónica en el rostro a lo que él no pudo evitar soltar una carcajada.

 —Bien hecho —me dijo, aún entre risotadas.

Kisaki simplemente nos miraba.

Recogí el último vaso y pasé un paño por la mesita para limpiar las gotitas que habían caído de la tetera. 

 —Y bueno, ¿me iría mejor otra forma de vida? —paré de pasar el paño para dirigir la mirada hacia Kisaki—. Definitivamente no. Me encanta mi vida tal y como está hasta ahora; me divierto, tengo amigos y un trabajo que puedo compaginar con todo eso. Podría decirse que mi vida está completa al setenta y cinco por ciento.

 —¿Setenta y cinco por ciento? —Hanma parecía algo confuso.

 —Siempre quedan más historias por añadir a la vida de una persona, por lo que nunca está completa al cien por cien —respondí.

Kisaki pareció complacido con la respuesta y se limitó a exclamar un "Já" mientras se incorporaba para levantarse del sofá.

 —¿Te vas? —preguntó Hanma.

 —Sí, hablamos después —se dirigió hacia la puerta de la casa—. Gracias por tu amabilidad —yo iba detrás de él para despedirle mientras Hanma permaneció en el salón.

 —Gracias a vosotros por escucharme y por hacerme caso, los demás no suelen hacerlo cuando me pongo a hablar tanto tiempo —le contesté acercándome a la puerta.

Antes de que cruzase la puerta, Kisaki se giró hacia mí y parecía comprobar que no había nadie más en la entrada de la casa.

 —Aun así... —se acercó y levantó una de sus manos, la cual acercó a mi cara y quitó un mechón que la cubría, pasándolo por detrás de mi oreja, a la que se acercó y dijo casi en un susurro—: Sigo pensando que el que vivas sola podría ser peligroso.

Me quedé plantada en el sitio mientras lo veía irse por la puerta. ¿Qué ha sido eso? No sabía si entenderlo como una amenaza o como un consejo. Había conseguido que, por un momento, perdiese toda la confianza que tenía en mí misma, solo con una simple frase. Todas las alarmas de mi cabeza se encendieron en ese momento y mi desconfianza hacia Kisaki aumentó ligeramente.

Sacudí la cabeza, decidiendo dejar esos pensamientos para cuando tuviera tiempo a solas para pensar bien y volví al salón, donde estaba Hanma, aún allí sentado en el sofá y fumando un cigarro.

 —¿Y tú qué? ¿No tienes nada que hacer ahora? —pregunté y él se giró para mirarme.

 —Pues la verdad es que no, no tenía nada pensado ¿quieres que me vaya? ¿tú tienes planes? 

 —Ninguno aparte de arreglar un poco la casa, que está hecha un desastre —le miré y por un momento, el pensamiento de quedarme en mi casa a solas con él tensó todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo. Pero no en el mal sentido, su presencia no me incomodaba.

 —Puedes quedarte si quieres, pero me vas a ver en modo "loca del orden" y no sé si ya has tenido suficiente de mí por hoy.

Me miró de una manera que me hizo estremecer, erizando todos y cada uno de los vellos de mi piel. Con esos rasgados ojos entrecerrados y sosteniendo el cigarro entre sus labios, que esbozaban una sonrisa de lado. Pícara.

 —Podré soportarlo. Me quedo.

Holis <3

¡Hemos llegado a 1K lecturas, muchísimas gracias a todos! No olvidéis dejar vuestros votos y comentarios, que me encanta leerlos y es la única manera en la que puedo saber qué os está pareciendo la historia ^^

Si tenéis preguntas podéis dejarlas por aquí :)

¡Gracias! <3


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