~ 𝑪𝒖𝒂𝒓𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐 ~
~ 29 de agosto de 2012 ~
En la tienda ya se iba notando que los turistas no eran tan numerosos. Pues estaba aburriéndome muchísimo durante esos días.
Me dedicaba a recolocar las estanterías una y otra vez, a contar el dinero de la caja otras tantas veces y a pasar la escoba por la entrada cada que alguien salía de la tienda. Salía a fumar cada media hora, no porque tuviera ganas, sino por el mismísimo aburrimiento y, también, para no empezar a morderme las uñas, que siempre que empezaba acababa con heridas en los dedos y luego me tenía que lamentar cuando me escocían.
—¡Madre mía, qué coñazo! —grité dentro de la tienda.
No había nadie que me escuchara y llevaba sin pronunciar palabra casi tres horas; necesitaba hablar, aunque fuera sola.
—Joder, qué susto.
Giré mi mirada hacia la puerta y pegué un brinco, menos mal que era él.
—Hola bonito, ¿qué desea de nuestro humilde establecimiento? —le dije, frotándome las manos y acercándome a él como si fuera una ancianita.
—¿Qué mierdas dices? —empezó a reír—. Vengo a por ti, ¿quieres acompañarme esta tarde a verles? Te espero a que salgas del trabajo.
—¿Podemos ir los dos? —pregunté.
Hacía tiempo que no me pasaba por allí, aunque había estado mandándome cartas con ambos, pero igual ya era hora de ponerles al corriente de las cosas. Aún no sabían nada de lo de Shuji y quizá se enfadaran, pero, al menos, tenía que contárselo a él.
—Claro, yo fui el otro día con Mikey. No hay problema.
—¡Vale! ¿Qué pasa, me echas de menos? Me podrías haber mandado un mensaje, ¿sabes?
—Emma me ha obligado a venir, dice que como te mandase un mensaje de seguro ibas a decir que no.
—Qué mona es mi amiga enviando a su novio en vez de venir ella.
—Nah, sabes que ella no va a ir allí.
Desde el día que todos vieron los tatuajes que nos habíamos hecho a juego, estaban raros.
A ver, igual eran imaginaciones mías, pero Yuzuha parecía estar en otro mundo y casi no la veíamos, Fuyu prácticamente utilizaba monosílabos para responderme, Mitsuya no era de hablar mucho, pero ahora lo hacía aún menos y Mikey... bueno, dentro de lo que cabe, él seguía igual, aunque a veces cuando estaba con él se quedaba pensativo y mirándome fijamente. No entendía nada.
Hacía tiempo también que no veía a Takemichi y a Hina. Un día me los encontré pasando por la tienda y entraron a saludar.
Ese día Takemichi parecía otro. Más infantil. Pero bueno, él era así; algunos días parecía una persona adulta y mínimamente responsable, y otras un simple chico que se lo pasaba bien con su novia. Si era sincera, prefería la versión infantil, ya que cuando se ponía profundo decía cosas bastante raras y se le veía agobiado todo el rato.
Draken se enfadó conmigo, muchísimo, me dijo que estaba loca haciéndome tatuajes con Hanma, a quien prácticamente no conocía de nada. Que eso era para siempre y que no podía ir haciéndome tatuajes de cualquier cosa que me gustara.
Aunque el enfado se le quitó de golpe cuando le recordé que el garabato de su cabeza fue algo similar, y que Mitsu también lo tenía. No tuvo con qué contestarme y se resignó. Era el único que había estado viniendo de seguido y llamándome de vez en cuando. Menos mal que al menos él y Emma seguían igual.
No pasó mucho tiempo más y cerré la tienda.
Tú, enviado el 29 de agosto a las 16:05
Voy a ir con Draken a ver a Pah y Kazutora. He comido aquí algo rápido así que no me esperes para comer. Perdóname por avisarte así de pronto, luego te lo compenso... Creo que llegaré antes de que te tengas que ir al bar, si no, acuérdate de llevarte la cena para Waka y para ti. Tq
Por cierto, ¿quieres que le de recuerdos tuyos a Kazutora?
Tardó un rato en contestar. Mientras, aproveché para subir a la moto con Draken y él empezó a conducir despacio hacia el centro donde Pah y Kazutora se encontraban cumpliendo condena. Noté mi teléfono vibrar en el bolsillo del pantalón y lo saqué a ver qué me había contestado, estaba segura de que era él.
Shuji ♡, recibido el 29 de agosto a las 16:30
Estaba en la ducha. Vale, no se me olvida. ¿Podré sobrevivir una tarde solo? No sé, igual se nos quema la casa.
Tú, enviado el 29 de agosto a las 16:35
¿Esa es tu manera de decir que me vas a echar de menos?
Shuji♡, recibido el 29 de agosto a las 16:37
Puede.
Ah, y no te preocupes por Kazutora. Tampoco es como si hubiéramos llegado a ser amigos aquella vez. Luego me cuentas.
—Agárrate a la moto y deja el móvil, ¿por qué eres tan temeraria? —me dijo Draken mirándome por encima del hombro.
—¡Venga ya, Draken! Sabes que no me he caído nunca aunque mire el teléfono, tú eres el que debería mirar hacia delante —le giré la cabeza para que mirase al frente y le escuché reír.
Tardamos un rato en llegar al centro. Aquel sitio me provocaba escalofríos. No era la primera vez que venía pero era un edificio imponente y me provocaba una ligera incomodidad.
Pasamos los controles de seguridad y nos sentamos en la sala de espera hasta que los guardias nos avisaran de que podíamos pasar a la sala de visitas.
—¿Qué tal viviendo con él? ¿De verdad te trata bien? —Draken me miraba fijamente.
—Sí, ¿sabes? A él se lo he dicho muchas veces, pero creo que tú y Shuji os parecéis más de lo que os creéis...
—Lo dudo.
—¡Pero si es que hasta dais las mismas respuestas! —recriminé elevando un poco la voz. Vi que uno de los guardias me había lanzado una mirada acusadora y me disculpé al instante—. Draken... —hablé en voz baja.
—No hace falta que susurres, imbécil, con que no chilles es suficiente.
—Mira, de verdad estoy bien, pero quiero preguntarte una cosa, ¿por qué-
—Ryuguji Ken y su acompañante, pueden pasar —gritó un guardia que apareció por la puerta justo en ese instante.
—Luego me dices, vamos a ver a Pah.
Literalmente, al entrar en la sala me abalancé sobre la silla y descolgué con prisas el teléfono que permitía que conversáramos con Pah.
—¡Peque! No sabía que venías a verme.
—¿Cómo estás? ¿bien? Te ves más delgado. ¿Estás comiendo? Pah... Te echo muchísimo de menos. ¿Te estás portando bien? Si lo haces saldrás antes, ¿no?
—Para, para, no lo agobies —me dijo Draken, dándome una palmadita en la cabeza.
—No te preocupes Draken, yo también la echaba de menos. ¿Qué es eso de las muñecas?
Draken rodó los ojos.
—Cuéntale, anda, cuéntale —habló con pesadez.
Le conté todo lo ocurrido con Shuji; la pelea con Agatsu, cómo me había defendido y que, de no ser por él, quizá yo no estaría aquí, o quizá sí, quién sabe. Intenté detallarle todo al máximo para que no cuestionase mi relación. Le conté sobre los tatuajes y él reía, diciendo que eso era propio de mí.
—Venga ya, ¿esa cursilada significan los tatuajes? —espetó Draken aguantándose la risa. Lo fulminé con la mirada y él desvió la cara hacia el otro lado, seguro que iba a meterse con Shuji más tarde por esto, pero me daba igual. Ahora mismo solo quería hablar con Pah.
—Oye peque... ¿tú sabes que Hanma era de Moebius, no?
—¿Qué? Bueno, sí, pero nadie me lo dijo, más bien até cabos y suponía que era así.
—Bueno, no creo que él estuviera implicado en todo lo que pasó con mi amigo, ese fue Osanai... Pero ten cuidado, Ryoko. Si tú eres feliz con él, y me dices que te está cuidando, a mí me dejas más tranquilo —su mirada se cruzó con la de Draken por un momento y este asintió.
Aquí está pasando algo que no me cuentan, me llevo dando cuenta ya bastante tiempo y me está empezando a mosquear.
Estuvimos con él un rato más, parecía estar bien, dentro de lo que cabe, si tenía buen comportamiento al final saldría de allí en pocos años, así que con suerte no tardaríamos mucho en volver a estar todos juntos. Draken estuvo hablando con él de cosas sin importancia hasta que el guardia indicó que el tiempo de visita con Pah se había terminado.
—Pah, ¡escríbeme más a menudo! Te quiero mucho, le daré recuerdos a la abuelita de tu parte —me despedí sonriéndole y él imitó mi gesto asintiendo con la cabeza.
No abandonamos la sala. Draken estaba callado y con los brazos cruzados en el pecho.
—Draken, ¿qué coño os pasa a todos?
—Lo sabrás en su momento.
—¿De qué hablas? Suelta la lengua, ya.
—No puedo hacerlo, Ryoko, créeme, es mejor así.
¿Más secretos a mis espaldas? Bien, si a eso vais a jugar conmigo, empezaré a buscar respuestas por mi cuenta. Sabían de sobra que odiaba los secretos entre nosotros, al menos los que parecían ser importantes. Pero, sin duda, lo que más odiaba en ese momento, era no tener ni puta idea de a lo que se podrían estar refiriendo. No tenía nada, ni un hilo del que tirar para soltar cuerda. ¿Quizá es por algo relacionado con lo de Agatsu? ¿Por qué estuvieron intimidándoles todos estos años para que no se acercaran a mí? No hacía falta tanto esfuerzo, no tenían apoyo...espera... los Haitani... quizá ellos sepan algo.
La puerta que había al otro lado de la mampara se abrió de nuevo. Un chico con el pelo negro y mechones rubios lo atravesaba, tenía el cabello más largo que antes. Se sentó en la silla de enfrente y, al igual que con Pah, volví a coger el teléfono con prisas.
—¡Hola platanito! —Kazutora se reía. Estaba muchísimo más animado que la última vez que vinimos a verle.
—¡Hola mocosa! ¿Cómo estás? ¿Tienes que contarme algo no?
Miré a Draken, confundida.
—Mikey, que se le soltó la lengua el otro día. Kazutora ya sabe lo de Hanma.
Se me subieron los colores a la cara y me aguanté de no darle un jalón de la trenza. Resoplé y volví a mirar a Kazutora.
—Pues eso, misterio desvelado. Yo que te lo quería contar en persona —dije con resignación y me crucé de brazos.
—No te preocupes, no es mal tío, está un poco de la olla, pero bueno, ninguno de nosotros está bien del todo. Sin embargo... ¿él sigue llevándose bien con Kisaki, no?
—Sí, no sé porque todos estáis tan preocupados por ese chico, si no ha hecho nada malo, al menos de momento o que nos hayamos enterado, ¿no?
—Cierto, aun así seguimos dudando un poco de esos dos.
¿Todavía? A ver, quizá de Kisaki podría entenderlo, estaba siempre más callado que un muerto, pero igual el chico es tímido y ya, ¿no? Aunque yo tampoco olvidaba aquellas últimas palabras que Baji dijo.
—Draken, ¿puedes dejarnos un momento a solas?
Él asintió y dejó la sala, despidiéndose de Kazutora.
—¿No vas a volver?
—No, te espero fuera, yo ya hablé con él la otra vez, es más. De hecho, él me pidió que te trajese.
Abandonó la sala y el guardia volvió a cerrar la puerta. Era mi momento de conseguir averiguar algo más.
—Kazu.
—Oye...
Hablamos casi al unísono y él me sonrió de esa manera que siempre me había encantado; la sonrisa de cuando éramos pequeños y nada era tan difícil.
—Dime tú primera.
—Baji nos dijo "Kisaki es el enemigo" antes de...
—Sí, Baji se infiltró en Valhalla y descubrió que Kisaki había movido hilos para que aquella disputa ocurriera... Yo... Bueno, yo conocí a Hanma a través de Kisaki... Sigo sin entender el porqué de que, tras presentarnos, él abandonara a Hanma y se fuera con Mikey... de verdad que no lo sé, pero bueno, ahora estáis todos en la ToMan, así que no creo que sea ningún problema, ¿no?
—No te preocupes, pienso averiguarlo. Aun si los demás no me quieren decir nada de lo que está pasando, voy a enterarme. De una manera u otra.
—No vas a cambiar nunca, ¿eh? Qué testaruda has sido siempre, desde pequeña.
—Ya sabes que sí —reí, pero en realidad, estaba preocupada por lo que me había contado—. ¿Qué ibas a decirme tú?
—Nada importante, una tontería —lo vi dudar—. Me gusta que estés tan contenta. Aunque ahora me da pena. No podremos repetir ya, ¿no? No me gustaría ver a Hanma celoso, la verdad, tiene pinta de serlo.
—Guarro.
—Siempre, ya lo sabes.
Reímos y mis preocupaciones desaparecieron durante el resto de tiempo que estuvimos hablando.
El guardia no tardó mucho más en indicarme que tenía que salir de la sala y me despedí de Kazu, le prometí que volvería a verle pronto y que le escribiría mucho más a menudo.
—¡Draken! Ya podemos irnos —grité saliendo del edificio. Él estaba esperándome sentado en su moto.
Encendí un cigarro y me monté en la parte trasera.
—¿Estás enfadada conmigo? De verdad, algún día te contaré.
—No lo estoy —era una mentira a medias, me molestaba, pero no era para enfadarme. Seguro que al final ni era tan importante como lo estaban haciendo ver. Además, había salido medianamente contenta de allí como para pelearme ahora por una tontería con Draken. Solo quería llegar a casa y ver a Shuji.
Estaba atardeciendo y la brisa me rozaba los pómulos. Volvía con un cúmulo de emociones; rabia, tristeza, resentimiento, alegría e indecisión. Iba a necesitar ordenar todos los sentimientos para empezar a averiguar el porqué mis amigos se comportaban así... por mucho tiempo que me llevara... al igual que intentaría averiguar si Kisaki estaba tramando algo en realidad.
Miré el paisaje mientras reposaba la cabeza en la espalda de Draken para cubrirme un poco del viento y fumar antes de que este consumiera el cigarro. Quedaba poco de verano. Me daba pena, era cuando más cosas hacíamos juntos debido al buen tiempo, aunque, mi época favorita del año siempre ha sido el otoño.
Puede parecer una época triste, pero me encanta ver como los vivos colores del verano van tornándose a tonos dorados y cobrizos, como si una puesta de sol inundara toda la ciudad. Me encantaba observar esas tonalidades en las cosas más simples del mundo: las copas de los árboles, los rayos de sol que entran por las tardes en casa cálidamente, un cielo en un atardecer de esos en los que se pueden observar cómo los colores van desde el rojizo hasta un violáceo intenso...
Sí, sin duda ese es mi color, el dorado del otoño.
Recomendación de canción: Double Take - dhruv
~ 20 de septiembre de 2012, 18:30 p.m. ~
Pasaron los días y el final del verano era inminente. No pude averiguar nada nuevo tras la visita a mis dos amigos. Por lo que mi vida continuó con normalidad hasta el día de hoy. Como siempre, Shuji y yo estábamos en casa, terminando de ver otra película en el salón.
—Vaya pastelada me has hecho ver —me decía dándome palmadas en las piernas—. La próxima vez elijo yo la película.
—¡Pero si es preciosa! No me vas a decir que no es bonito lo que hace por ella —le recriminé.
—Es rarito y da mal rollo.
—Vete a la mierda, ojalá hicieran algo así por mí.
—¿Acaso quieres que me esté muriendo para ir dejándote notitas por ahí? ¿Eres tonta?
—No joder, pero es bonito, le prepara un viaje... ¿Acaso a ti no te gustaría viajar o qué?
Vi que se puso pensativo. Hizo ademán de abrir la boca un par de veces para hablar, pero volvía a adoptar la misma pose de nuevo. Me senté a horcajadas sobre él en el sofá y dejé mi cabeza reposar en su hombro.
—¿Dónde te gustaría ir, Shuji?
Noté que le había dado un escalofrío al sentir mis palabras en su cuello.
—En realidad, así que se me ocurra, sólo hay un sitio que me da curiosidad, nunca he ido a un onsen y mi madre siempre me decía que, alguna vez, cuando tuviéramos el dinero suficiente, nos escaparíamos de vacaciones y lo primero que haríamos sería ir a uno. ¿Y tú? ¿No tenías una lista?
—No la encuentro —me reí y dejé un ligero beso en su cuello para incorporarme y mirarle a la cara—. ¿Quieres hacer una nueva conmigo? —le dije, sonriente.
Pensé que igual sería divertido imaginar que en algún momento tendríamos suficiente dinero como para viajar juntos.
—Pero si yo no tengo ni idea ni de lo que quiero cenar, ¿te crees que sé a dónde coño quiero ir de viaje?
—Vale, pues ahí te quedas, ya la hago yo sola —me levanté del sofá y fui a buscar un trozo de papel y algo con lo que poder escribir. Cuando lo tuve, volví a la mesita del salón y me senté en el suelo. Shuji me miraba sonriendo.
—¿De qué te ríes, payaso?
—Eres como una niña pequeña a veces.
—¿Y? ¿Algún problema?
Se levantó del sofá y se sentó detrás de mí en el suelo, pasando sus piernas a mis lados, rodeándome con sus brazos por la cintura y apoyando su mentón en mi cabeza.
—Ninguno, a ver, enséñame a dónde quieres ir.
Acaricié sus manos y me incliné hacia la mesa para empezar a escribir.
"Lugares que visitar con el patas-largas.
~ Un onsen.
—¿Cómo que patas largas? —me arrebató el papel y el bolígrafo y tachó esas palabras escribiendo algo encima del tachón—. Toma, ahora está mejor.
"Lugares que visitar con el mejor de todos
~ Un onsen.
—Eres un creído.
—Lo sé, venga, escribe, ser inferior —dijo burlonamente.
Reí y volví a apoyarme en la mesita y me puse a pensar.
Siempre había querido viajar y ver varios lugares de nuestro país, pero nunca había tenido la oportunidad ni la estabilidad económica suficiente como para permitírmelo, pero bueno, ¿soñar es gratis, no?
Él se recostó hacia atrás apoyándose con un codo en el suelo y me cosquilleaba la espalda con la otra mano, no le presté mucha atención, pues mi mirada estaba fija en ese trozo de papel.
"Lugares que visitar con el mejor de todos
~ Un onsen (creo que los de Akita son bonitos)
~ Aomori y la nieve.
~ Shirakawa, pueblo con casas típicas.
—¿Cómo que Aomori y la nieve? Tú sabes que eso está a tomar por culo, ¿no? —dijo, incorporándose nuevamente.
—Una vez vi una foto de un puente rojo lleno de nieve con una pagoda al fondo, era bonito. Y, por cierto, ¿vas a dejarme pensar o me vas a interrumpir cada vez que escriba algo? Tú deberías hacer lo mismo, por si se te ocurre algún otro sitio, yo tengo los míos —lo empujé suavemente hacia atrás.
—Vale, vale, voy a pensar —se tumbó en el suelo con las manos detrás de la cabeza. Encendí un cigarro y continué escribiendo en el papel.
~ Templos de Kioto
Intentaba recordar los que tenía escritos en mi antigua lista. La busqué hace unos meses pero seguramente se había perdido entre el caos de los cajones de mis armarios y, sinceramente, me daba pereza buscarla a fondo.
Otro lugar vino a mi mente y me dispuse a escribirlo, pero su voz me hizo dar un respingo.
—Pon Nara, quiero ver los ciervos —su cabeza estaba de nuevo al lado de mi oído y su dedo daba toquecitos en el trozo de papel.
—Iba a poner Nara ahora, estúpido, quiero ver el Todai - ji.
—¿Te gusta ver templos o qué? En todos esos sitios que has puesto hay varios.
—¿Y a ti te gustan los ciervos? ¿O los cuernos? Me gusta ver la estructura de ese tipo de edificios y los caminos que llevan a ellos suelen ser bonitos, solo es eso.
Rodó los ojos resoplando, pero sonreía. Me hizo a un lado y me quitó el papel de las manos. Escribió algo.
~ Nara, los putos ciervos y el puto templo Todai-ji
—Así me gusta, que colabores —le di un beso corto en los labios y le quité el bolígrafo de las manos. Miré lo que había escrito y reí.
—Oye, tienes la letra bonita, ¿sabes?
—No te pienso escribir una carta de amor —sonrió y me quitó el cigarro que estaba fumando—. Y trae esto, que al final te lo vas a fumar entero.
—Tampoco lo espero, aunque sería gracioso leer una de tu parte, la verdad —es cierto, si lo hiciera, pensaría que alguien está suplantándole la identidad o algo así. Shuji no es para nada romántico, o sea, tiene detalles, pero no es el típico que te traería flores y bombones para mostrarte su amor.
Ya no se me ocurrían muchos lugares a los que de verdad quisiera ir, había apuntado los que tenía en la lista que una vez hice. Apoyé el codo en la mesa para reposar mi cabeza en una mano, me llevé el bolígrafo a la boca y empecé a mordisquearlo. Él me abrazaba por la espalda y comenzó a darme besos en la nuca y en el cuello.
—¿Quedan muchos sitios por apuntar? —preguntó en un susurro.
Había pasado una de sus manos por debajo de mi camiseta y me empezó a acariciar el abdomen, subiendo poco a poco hacia mi pecho. Giré mi vista hacia él.
—¿Te aburres? —cuestioné, arqueando una ceja.
—No —siguió dando besos por mi cuello hasta llegar a la oreja—. Pero yo sé de un sitio donde podríamos ir ahora mismo, y solo hay que subir unas escaleras.
Ya empezaba. Sabía cómo hacerme temblar, no de miedo, todo lo contrario, tenía seguro que había notado el escalofrío que acaba de recorrerme la columna, pues sentí sus labios curvarse en una sonrisa mientras me lamía el lóbulo de la oreja suavemente. Su mano apretaba uno de mis pechos con delicadeza. Apagó el cigarro que sostenía su otra mano y con ella empezó a acariciar mi abdomen, bajando para meterse por dentro de mis shorts.
—¿Qué quieres? ¿Apunto la cama en la lista? —bromeé en voz baja.
Lo escuché reír y me giró para sentarme sobre él, pasándole mis piernas por la cintura. Aún estábamos en el suelo, besándonos mientras se escuchaba la televisión de fondo, estaban pasando algunos comerciales en ese momento; de perfumes, comida, series que televisarían en esa semana... Yo no prestaba mucha atención a lo que decían, simplemente los oía como ruido de fondo. Noté que Shuji estaba distraído y dejó de besarme para mirar a la pantalla.
—Mira.
Giré mi vista yo también para ver qué era tan interesante como para atraer su atención. Un enorme castillo apareció en la pantalla, era un comercial de destinos turísticos.
—¿Quieres ir? —le pregunté
—Sí, apúntalo, además, mira, así puedes ver otro edificio de esos que te gustan —dijo burlonamente.
—Tonto —me incliné hacia atrás y apunté un último destino en el papel.
~ Castillo Himeji
—¡Listo! Ahora solo nos falta tener dinero —solté una risita cogiendo el papel con las manos, aunque por poco tiempo, pues volvió a arrebatármelo.
—Ya iremos, no te preocupes por el dinero, al fin y al cabo, el dinero está para gastarlo, no tiene mucho sentido si lo guardas y no quieres para nada, ¿no? Si quieres algo lo compras y ya —hizo una pausa—. Aunque para todo esto sí que vamos a tener que ahorrar.
—¿Entonces vas a querer venir conmigo?
—¿No se supone que sí?
La última vez ni sabía lo que quería hacer cuando le pregunté sobre el futuro. El hecho de que, al menos, tuviera el plan de hacer algo conmigo más allá de la rutina, me hizo feliz. No por mí, sino por él. Desde siempre he tenido la sensación de que no le motiva nada, y, si al menos puedo hacer algo por él que le saque de esa monotonía, quiero hacerlo. Y no solo ahora, siempre.
—¿Me prometes que iremos? Mira que si me lo prometes lo tienes que cumplir, ¿eh? —sonreí mientras él dejaba el papel en la mesa. Oí que chasqueó la lengua y me acercó a él apretándome el trasero con sus manos, yo pasé las mías hacia su nuca y empecé a acariciarle el pelo. Me estaba mirando fijamente la cara, parecía estar en otro mundo.
Me quedé mirándole de la misma manera, esperando su respuesta y cuestionándome a mi misma la de veces que me había quedado embobada mirándole los ojos, perdiéndome en la profundidad del color de su mirada, del mismo color dorado del otoño.
Sus ojos se entrecerraron a causa de la sonrisa que esbozó.
—Te lo prometo.
Ambos, entre risas, volvieron a fundirse en un beso más intenso que los anteriores, sus manos recorrían el cuerpo del otro, una vez empezaban no podían detenerse. Se querían, aunque de puertas para afuera pudiera parecer que ellos se la pasaban insultándose y peleando, solo ellos entendían que su relación se cimentaba en la complicidad que tenían.
Sin despegarse un solo momento tras elaborar aquella lista de destinos, abandonaron el salón para ir al que parecía ser el lugar favorito de los dos: la habitación.
En la casa solo podían escucharse las risas provenientes del piso de arriba, algún que otro gemido que hubiera hecho que aquella vecina cotilla hubiera tenido tema de conversación para más de un mes con sus amigas, el correteo de ambos huyendo el uno del otro mientras jugaban a quién sabe qué, y más risas.
En esa casa, en la que por mucho tiempo el silencio fue la única armonía, ahora se veía acompañada por una melodía de felicidad a causa de la presencia de aquellos dos.
Una de las últimas brisas veraniegas ondeaba las cortinas de los ventanales del salón, haciendo que el pequeño pedazo de papel que había en la mesa tambalease sobre ella.
Holi ♡
Desde hace unos días está viniendo bastante gente a leer la historia así que miles de gracias a todos, se os quiere ^^
El título del episodio es una canción de Calle 13.
No soléis preguntar nada, pero por si acaso, podéis dejar vuestras dudas aquí.
Besitos
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top