~ 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒕𝒓𝒆𝒔 ~

Aún estaba flipando. Si había algo que estuviera controlando mi vida desde el cielo o desde dónde fuera me gustaría que dejara de hacerlo, ya me estaba empezando a dar un poco de miedo.

 —¡Vaya! ¡Mira quién está aquí! —dijo, quien evidentemente era quien yo creía, sonriendo y sacando la lengua como siempre había hecho—. Luego hablamos ¿vale? 

Los demás miraron en mi dirección atónitos, aunque la que más sorprendida estaba de encontrarse con él era yo, eso no cabía ninguna duda.

Asentí y me quedé estática al lado de Shuji, quien no paraba de mirarme a mí y a Koko de manera intermitente. Pasó uno de sus brazos por mis hombros y se acercó a mi oído.

  —¿Qué tienes que contarme?

Giré mi cara hacia la suya.

  —En casa te cuento, ahora no es el momento, idiota —toqué su nariz con el dedo índice y le sonreí. En cierto modo, me gustaba cuando se ponía celoso así de la nada.

 —Bueno, bueno, ¿y qué hago yo ahora con vosotros? —Koko elevó la voz e hizo que todos tornásemos nuestras miradas hacia él.

 —No hemos venido a pelear —Kisaki tomó la palabra.

 —Está bien... Supongo que puedo deciros lo que queréis saber... —Koko sonreía, tenía la ligera sospecha de que es lo que venía a continuación—. Pero serán cien mil.

Kisaki sacudió la cabeza y le entregó el sobre con dinero que había en la mesa. Todos menos él estábamos nerviosos. Podía notarse en cada uno por los diferentes gestos que hacíamos; Takemichi se frotaba las manos, Chifuyu jugaba con algunos mechones de su cabello, a mí me empezó a tamborilear un pie contra el suelo y Shuji... bueno, él daba toquecitos con los dedos en mi hombro. Él era el único que, si se había puesto nervioso, no era por la situación que teníamos en frente, sino por el hecho de que yo hubiese reconocido a aquel chico que había interrumpido en la habitación.

 —Queremos saber de tu jefe, ¿ya que es tu jefe, no? —preguntó Kisaki, a lo que Koko asintió—. Bien, lo que queremos saber es cuándo está solo.

Koko comenzó a hablar, contándonos que, durante el día de Navidad, su jefe —Taiju, el hermano mayor de Yuzuha— se quedaba solo para ir a rezar a la iglesia, al parecer Taiju era todo un devoto, su hermana nunca me lo había comentado y me pareció lo más extraño del mundo. A ese robusto hombre no le pegaba nada esa faceta.

Sin embargo, lo que aún me extrañaba más, era el hecho de que Koko estuviese con él. Nunca me pareció el tipo de persona que se integraría en el mundo de las pandillas, la verdad. Tampoco es que en aquella época llegase a conocerlo mucho.

Me distraje en mis recuerdos y al final casi ni me enteré de qué más habían hablado, que tampoco debió ser nada importante, pues Koko no tardó en levantarse de su asiento y dirigirse hacia la puerta de aquella sala.

Me incorporé de inmediato para seguir sus pasos.

 —Ahora vuelvo, dadme cinco minutos —les dije a aquellos cuatro.

Pasé por al lado de Takemichi, que estaba de pie tras haber intercambiado un par de palabras con Koko, y salí de la sala cerrando la puerta tras de mí. Miré hacia el final del pasillo y allí estaba, recostado en la pared con un pie apoyado en ella y mirando en mi dirección.

 —Sabía que saldrías —dijo sonriendo una vez estuve lo bastante cerca—. No pararás quieta nunca, ¿eh?

 —Koko, ¿qué haces en una banda? —no quería tardar mucho, así que fui directa al grano—. Creo recordar que no te gustaban absolutamente nada. Nunca paraste de repetírmelo.

 —Bueno... tuve que cambiar de opinión por una causa mayor, pero no es el momento para contarte eso... hablando de novedades, ¿quién es "el mechitas" que te pasaba el brazo por el hombro? ¿Tu novio?

 —Sí, ¿algún problema? —me puse seria con él, aún no olvidaba el hecho de que hacía unos años se alejase sin dar ninguna explicación.

 —¡Ninguno! Me alegro mucho por ti "Banana"

 —¡Koko! Te dije mil veces que no me gusta que te burles de eso, no sé en qué momento decidí decírtelo —le di con el puño en el brazo y sonreí.

 —Ya sabes, soy muy persuasivo cuando quiero —guiñó un ojo y yo resoplé.

 —Aun así, me gusta ver que estás bien. Me alegro de habernos encontrado, aunque sea en esta situación.

 —Sí, ha sido toda una casualidad —él comprobó la hora y se apartó de la pared en la que estaba recostado—. Tengo que irme ya —me dio un par de palmaditas en la cabeza y empezó a alejarse—. Supongo que nos veremos por ahí, o quizá no... ¿Quién sabe?

Le vi alejarse, con esa gracia que tenía al caminar y que recordaba a la perfección, al fin y al cabo, el par de meses que compartimos juntos, a pesar de no haber sido los más intensos ni los más destacables en cuanto a mis relaciones, sí que habían influido bastante en otros ámbitos de mi vida, principalmente, en lo académico y en la manera de aprender a gestionarme económicamente.

Flashback

 —Disculpe, ¿tienen este libro por aquí? 

La bibliotecaria empezó a revisar en el ordenador la localización exacta del libro que necesitaba para realizar un trabajo del instituto. Podría haber buscado toda la información en internet, pero me agobiaba estar siempre delante de una pantalla y, además, no tenía un ordenador en casa, por lo que tenía que recurrir a los cibercafés y allí concentrarme era imposible. ¿Mi única solución? Buscarlo todo en los libros de la biblioteca.

 —Sí, lo tenemos, debería de estar en el pasillo de "Sociedad y economía", el tercer pasillo comenzando por el final.

 —¡Gracias! 

Me alejé con prisas, pues más tarde había quedado con los demás, y quería aprovechar el único par de horas que tenía libre para intentar entender todo aquello que me había estado costando tanto desde principio del trimestre.

Nos habían mandado realizar un trabajo para la asignatura de Economía, en él, deberíamos "crear" una empresa ficticia y hacer una simulación de todo lo que ello conlleva, y, como me gustaba tanto complicarme la vida y siempre intentaba hacer todo con el más mínimo detalle, decidí simular las ventas de la empresa que había creado para al menos unos siete años... ¿consecuencia? El profesor me dijo el otro día que, si le hacía la contabilidad de todo aquello, y lo hacía bien, me pondría un sobresaliente. 

Solo imaginarme tener un sobresaliente en una asignatura en la que lo más que había conseguido era un notable raspado, me hizo aceptar el desafío del profesor.

En serio que a veces debería no dejarme llevar tanto por mis impulsos y pensar un poquito más las cosas... mira ahora qué plan tienes, estúpida... 

Pensaba mientras caminaba hacia el pasillo que me habían indicado. Esta asignatura era, con diferencia, la que más me costaba de todas, y mira que me parecía súper entretenida, pero en el momento en el que se me atascaban uno o dos conceptos mi mente caía en la desesperación. Y el tema de hacer la contabilidad de mi empresa ficticia lo había hecho con creces, ya no sabía que más hacer para entenderla. 

Había intentado pedirle ayuda a una compañera, que era bastante buena en la asignatura, pero se negó en rotundo diciendo que "el trabajo era algo individual y que teníamos que apañárnoslas cada uno", pero bien que ella me preguntaba sus dudas en otras asignaturas y yo no tenía ningún problema en resolvérselas. En fin, hay gente para todo.

Suspiré y empecé a buscar el libro entre las estanterías, pero no estaba por ningún lado. Justo cuando más necesitas algo no lo encuentras, eso es ley de vida. El resultado fue que esa desesperación que tenía empezó a convertirse en un nerviosismo incontrolable, faltaba apenas una semana para la fecha límite de entrega del trabajo y en el apartado que tenía por título "Contabilidad" estaba totalmente en blanco.

 —¿Acaso buscas este libro? —escuché una voz a mi izquierda. 

Giré mi vista y comprobé que allí había una mano que me tendía justo el libro que andaba buscando y mi cuerpo se llenó de una emoción incomparable, que era, más que nada, de alivio.

 —No sabes la alegría que acabas de darme, esto va a salvarme la nota, si es que consigo entender algo, claro —sonreí hacia la figura masculina que estaba plantada enfrente de mí. 

Un pelinegro más alto que yo, que sonreía de una manera bastante peculiar, pero sin ningún ápice de maldad. Llamó mi atención en el instante en el que abrió los ojos y pude comprobar que su mirada era una de las más penetrantes que me había cruzado nunca.

Me devolvió la sonrisa e hizo ademán de abandonar el pasillo, pero lo detuve, si tenía ese libro...igual podría pecar de atrevida con él en ese momento.

  —Perdona, ¿sueles venir mucho por aquí? —giró su vista hacia mí, al menos había conseguido detenerle. Pero me miraba algo extrañado.

Vaya pregunta más estúpida. Ni que esto fuese un bar.

 —Solía venir bastante, sí, pero ya no necesito nada más de aquí... —noté pesadez en esas palabras—. Y tú aún vas al instituto ¿no? —señaló mi uniforme de arriba abajo—. ¿Qué haces interesada en contabilidad? No creo recordar que se llegase a esos contenidos en ese centro.

 —¿Ibas a mi instituto? —sus palabras me dieron a entender que era así.

 —Sí, pero terminé hará un par de años, déjame adivinar —noté que se fijó en mi rostro un poco más—. ¿Último año?

 —¡Sí! Oye... ¿Cuál es tu nombre? Quizá nos hayamos cruzado en algún momento por allí.

 —Hajime Kokonoi, pero no lo creo, estaba siempre metido con las narices en los libros, no era muy popular, que digamos —noté que empezaba a relajarse mientras hablábamos. Bien, estaba avanzando, solo un par de cosas más e igual podría pedirle su ayuda, no sabía por qué, pero emitía un aura de persona inteligente—. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

 —Yo soy Ryoko.

 —Ese es tu nombre, ¿no? No tenemos tanta confianza —reía—. Quizá sería más apropiado que te llamase por tu apellido, ¿no crees?

Me tensé. Siempre lo había odiado, pues al pronunciarlo pareciera hacer alusión a una fruta que, si bien no detestaba, ya algunos niños cuando entré al colegio tuvieron la genial idea de empezar a llamarme de manera similar. Menos mal que un día dejaron de hacerlo, pero desde aquella época decidí que simplemente me presentaría con mi nombre de pila y ya.

 —¿Me lo vas a decir? —insistió Kokonoi, parecía tener un interés real en conocerlo.

Se me ocurrió una idea, no sabía si daría resultado, pero al menos podría intentarlo.

 —Oye, ¿tú entiendes este libro? ¿No? Tiene pinta de que sí.

Asintió.

 —Pero ¿qué tiene eso que ver con qué me digas tu apellido?

 —Si te lo digo, y decides no burlarte, ¿considerarías ayudar a una pobre estudiante como yo a sacar la nota más alta de la clase con un trabajo?

 —Eres ambiciosa... —murmuró y se llevó los dedos a la boca, adoptando una pose pensativa—. Bueno, primero dime tu apellido, y veré si merece la pena que invierta mi tiempo en ayudarte.

 —Si prometes no burlarte de cómo suena te lo digo.

 —¿Por qué iba a burlarme?

 —Porque suena a "Banana" y lo odio.

 —No será tan horrible, venga, suelta.

 —Higanbana... —desvié mi mirada tímidamente, esperando escuchar una carcajada o algo similar como respuesta. Pero no, en su lugar, lo único que se formó en su rostro fue una expresión de estupefacción la cual no supe cómo interpretar.

 —¿Tienes un apellido bastante peculiar no?

 —Te dije que era horrible.

 —No lo digo por eso. Te ayudaré —le oí chasquear la lengua—. No suelo hacer de profesor gratis, pero haré una excepción contigo.

Y así fue. Nos vimos todas las tardes desde ese día, hasta que conseguí entender todo lo que aquel libro contenía y finalmente pude terminar el trabajo con la ayuda de Koko.

Era bueno explicando todo lo que tuviera que ver con ese tema, según me contó, se interesó hacía unos años en aprender todo lo relacionado con el manejo del dinero, hasta que se empapó de todo lo que necesitaba saber. Yo le conté sobre mi vida, obviando un poco el tema de la ToMan, pero sí le hablaba de mis amigos, aunque a él eso no parecía interesarle mucho.

Siempre he sido una persona cercana, y con él la confianza tampoco tardó mucho en aparecer.

Nos hicimos cercanos en apenas unos días y, con todas las bromas entre ejercicio y ejercicio, las risas entre sus explicaciones de los términos que no entendía, y con las felicitaciones por cada nuevo logro que iba consiguiendo, en mi interior se empezó a fraguar una atracción hacia él, que no sabía muy bien si era correspondida o no, pues sus gestos eran ambiguos. A veces se quedaba mirando fijamente a mi cara cuando sonreía, como si intentase seducirme, y decía recordarle a una sonrisa de una persona muy querida para él. 

Sin embargo, otras veces se le veía melancólico y como si sus pensamientos estuvieran en alguna otra parte que no fuera en su cabeza.

El día que me dieron la nota del trabajo salí gritando de felicidad del instituto. Por supuesto fue de sobresaliente y con una nota del profesor felicitándome, decía no haber visto nunca nada tan completo y con tanto detalle en un alumno, salvaguardando una ocasión en la que un chico le entregó algo parecido y yo pude imaginar de quién estaba hablando.

Se supondría que aquella tarde hubiera sido la última que ese chico, Koko, y yo nos veríamos, pues ya no tendría nada que enseñarme o explicarme, ninguna duda más que resolver. Y eso me apenaba.

 —Oye Koko, muchas gracias por todo, en serio, al final me has enseñado más de lo que esperaba. Tengo la sensación de haberme convertido en una crack de los números gracias a ti —reí dándole un ligero golpecito en el brazo y dejando mi mano ahí, dándole una pequeña caricia con la yema de los dedos.

 —Sabía que lo harías bien "Bananita" —bromeó acariciándome la mejilla—. Se te ve contenta.

 —¡Koko! ¡Basta, ya deja de llamarme así! —le recriminé entre risas.

Me había pillado por él en tan poco tiempo que hasta me hacía gracia el hecho de que usase esa palabra para referirse a mí. De no haberme atraído, seguramente mi mosqueo hubiese sido enorme.

Sin dejar de tocarme la cara bajó su rostro hacia el mío para que ambos quedasen a la misma altura.

 —No. Si quieres que pare, págame —susurró, acariciando mi mejilla con la yema de uno de sus dedos.

Tenía una de las sonrisas más bonitas que le había visto poner hasta entonces.

Fin Flashback

No sé aún por qué aquel día reaccioné a esas palabras plantándole un beso en los labios.

Aunque nunca pareció molestarle. Lo digo, porque tras ese día estuvimos viéndonos durante un par de meses, aunque nunca pasásemos de besos tontos y algún que otro manoseo por mi parte, pero siempre me detenía por alguna razón. Así fue hasta el día que decidió "dejarme", si es que hubiera algo que dejar, ya que ni estábamos juntos ni lo veía como nada más que un lío, aunque me hubiera pillado de él un poco.

Lo que no pude negar era que me había dado pena. Nos llevábamos tan bien y nos reíamos tanto juntos que, el hecho de que quizá no lo volviese a ver, me deprimió.

Aunque no por mucho tiempo, pues al poco empezó mi historia con Baji.

Recordaba también que ese día quedé con los demás y les conté sobre aquel chico cuando me vieron con la cara más larga que de costumbre. Draken se envalentonó y empezó a exigirme que le dijese su nombre, que iría a buscarlo por las calles para aporrearle por hacerme sentir así, pero, al final, le convencí de que no hacía falta, que yo misma me lo había buscado.

 —¡Tú! Enana, ven aquí.

Shuji estaba en la puerta de la sala donde aún quedaban los demás. Me aproximé hacia él y, antes de entrar me detuvo por un instante.

 —¿Tuviste algo con él en el pasado? ¿Verdad?

Asentí.

 —¿Has estado mirando o qué?

 —Un poco... Quizá, ¿a qué venía eso de "Banana"? —se había acercado a mi rostro lo suficiente para que pudiera ver perfectamente su expresión. En serio, me encantaba verle así y sonreí sin quererlo—. ¿De qué te ríes?

Pasé mis brazos por su cuello y le besé.

 —¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Soy tuya Shuji —volví a dejarle un beso corto en los labios—. Y tú eres mío —hice bastante hincapié en eso—. No hace falta que te pongas así con todos los chicos con los que me cruzo. Toxiquito

 —Lo acepto, pero me ofende, no me gusta imaginarte en brazos de otros —reía en voz baja mientras nos separábamos y volvíamos de nuevo a la sala. 

De nuevo vuelve a pasarme, este capítulo iba a ser mucho más largo, pero lo voy a dividir en dos, no si es lo que yo digo. 

Una preguntita que dejo por aquí así para dar pistas... ¿Koko de verdad se acercó a ella sin ningún motivo aparente o quizá había algo más?

Casi 13K de lecturas, de verdad, miles de gracias, osquiero <3

Imágenes de apreciación para los affairs de la rayis, ya nos hemos dado cuenta de que su prototipo de chico es pelinegro ¿no? Bien, llegó el momento de hacer recuento (lo dije en la presentación de la historia, y TODOS estaban previstos desde el principio jaja, Koko fue el único con el que tuve un conflicto entre poner a él u otro personaje, pero al final se quedó él). 

| Hanemiya Kazutora |

| Hajime Kokonoi |

| Baji Keisuke |

| Hanma Shuji |

Aka: mi hombre. Y pongo otra más de él porque no puedo decidirme nunca :')

| Ryuguji Ken |



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