~ 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒄𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 ~
Aquellos tres estaban ahí de pie, en la sala dónde Shuji y yo nos adentrábamos.
—Bien, está decidido —Kisaki hablaba con los demás—. Nosotros cuatro detendremos a Hakkai.
—¿Cómo que cuatro, y yo qué? —pregunté de mala gana.
—No quiero que te metas en esto —contestó Shuji al instante.
—¿Perdona? Me niego. Kisaki, somos cinco, ¿vale? —le sonreí, intentando intimidarle.
—Eso le estaba diciendo a Hanma, pero es insistente —me devolvió la sonrisa y se acercó hacia donde yo estaba, posando una mano en mi hombro—. Aunque yo no pienso ser quien te detenga si quieres acompañarnos.
—¿Somos tontos? Pues claro que voy a acompañaros. Mejor cinco que cuatro, ¿no?
Shuji no parecía muy convencido de aquello, aún así, no le quedó de otra que aceptarlo y resopló.
—Está bien, pero te vas a quedar a mi lado todo el rato y harás lo que te diga. No quiero tener que verte como el día de la pelea con Agatsu. Además, recuerda que soy tu capitán.
Por una vez, no me pareció que dijera nada de aquello en broma. Lo decía bastante en serio y con una mirada penetrante.
—¿Por qué se supone que crees que trabajaríamos contigo, Kisaki? —Chifuyu nos detuvo antes de que saliéramos de la habitación.
—Ya os lo he dicho —Kisaki se volvió hacia el de ojos verdes y Takemichi, ambos permanecían estáticos al lado de los sofás—. Mikey no está en su mejor momento y a este paso... si los integrantes empiezan a abandonar la ToMan, esta se disolverá... ¡Tenemos que apoyar a Mikey! Aunque sea en secreto. No podemos contar con nadie más de los que estamos aquí en esta sala, y no somos muchos... así que, si vosotros no pensáis hacer nada, lo haremos nosotros tres, aunque lo mejor sería que vosotros dos también colaboraseis —miró hacia Takemichi—. ¿No era esto lo que querías hacer? Pues adelante, ya sabemos todo lo necesario
Hizo una pausa que generó cierta tensión en el ambiente. Pero continuó:
—Si solo somos nosotros tres no tendremos ninguna opción. Por eso os necesitamos también a vosotros y, además, Takemichi —bajó un poco el tono de su voz—. Odio perder el tiempo, para mañana quiero tu respuesta. O estáis en esto, o nos las apañamos entre Hanma, Ryoko y yo. Vosotros decidís.
Y sin decir nada más, abandonó el lugar.
Shuji comenzó a andar detrás de él y me quedé ahí plantada, entre él y los otros dos. Por un momento no supe qué hacer.
—¿Vienes? —me preguntó Shuji haciendo un gesto con la cabeza y asentí, echando una última mirada hacia Takemichi y Chifuyu.
Creí... No, sabía de sobra que ir solo nosotros tres era una locura, así que esa mirada que les lancé fue de ruego, para que dieran su brazo a torcer en esto. Al menos, si éramos cinco, tendríamos más posibilidades de impedir algo el día de Navidad.
De verdad que no quería que ella se metiera en esto. Kisaki andaba planeando algún movimiento, eso lo tenía por seguro, pero aún no podía imaginarme lo que estaría pensando aquel al que desde hacía poco tiempo y al ver que empezó a llevarse mejor con mi chica, había comenzado a considerar como un amigo.
Las veces que ambos habíamos conversado sin que ella estuviera presente, o en las que no estaba escuchando, todo lo que me decía me había dado a entender que había dejado la idea de hacer nada que pudiera perjudicarla. De hecho, recurrí a él para pedirle si podía ayudarme a averiguar algo más sobre eso que la atormentaba tanto, pues yo estuve dando palos de ciego como un loco intentando averiguar algo de su pasado.
Sin resultado alguno, por supuesto.
Él, para mi sorpresa, aceptó al momento, aunque no había vuelto a sacar el tema de conversación.
Pero siempre ha sido así desde que lo conocí; él averigua y planea las cosas y te las dice cuando cree que es el momento conveniente. Sin embargo, y si es que había conseguido obtener, aunque fuera un poco de información, su respuesta siempre era un "aún no sé nada" o "¿puedes dejar de llamarme todos los días para preguntarme lo mismo?", así que pensé que lo mejor era dejarle hacer y confiar en él.
En ese momento caminábamos por las calles sin un destino fijo, hasta que llegamos a la altura de un establecimiento que estaba abierto y ella dejó de hablar con Kisaki para acercarse hacia mí.
—Oye, voy a comprar tabaco y algo de cenar —miró de nuevo hacia Kisaki—. ¿Quieres venir a cenar con nosotros a casa? Así me explicas ese plan genial que tienes pensado para lo de Navidad. No tengo tan seguro que esos dos vayan a acompañarnos, así que por si acaso estaría bien que pensáramos en alguna alternativa si solo quedamos nosotros tres.
—Sí, gracias por la invitación Ryoko, iré con vosotros.
—¡Vale! Pues no tardo. No os vayáis a ir sin mí, ¿eh? —sonrió y entró casi corriendo por las puertas de aquella tienda.
Pensé que quizá sería mi oportunidad de preguntarle a Kisaki sobre sus planes y eso hice, acercándome a él para hablar en un tono más bajo. Sin embargo, no hizo falta que yo dijera nada.
—Hanma, si te dijera que he averiguado algo que puede servirnos en caso de que todo saliese mal el día de Navidad... —hizo una pausa—. ¿Tú seguirías a mi lado?
—Supongo que sí, pero dependería de ella.
—No he terminado de hablar.
—Pues no hagas esas pausas tan dramáticas y ve al grano, coño.
Él sonrió, ladeando la cabeza.
—Quizá haya una manera de hacer lo que tengo pensado el día de Navidad y... —parecía pensarse mucho las palabras que estaba diciendo—. En caso de que la cosa se torciera y finalmente Taiju quede con vida, ten por seguro que nosotros no aguantaríamos mucho más en la ToMan. ¿Crees que ella los dejaría para irse contigo?
La respuesta era fácil. La conocía demasiado bien.
—Ni de coña. A ver, sus amigos han estado distantes con ella desde hace tiempo, pero no creo que solo por eso quiera abandonarlos para venirse conmigo... y más si se supone que vamos a hacer algo en Navidad que pueda perjudicarles, ¿no? Voy a quedar como la mierda con ella...
Me detuve un momento. Me dolía pensarlo, pero estaba seguro de que eso era así. O que, al menos, si ella se viera en aquella tesitura, la decisión quizá le costaría, pero me daba la sensación de que siempre iba a escogerlos a ellos, y me daba rabia.
Aunque, por otro lado, no soportaría verla mal solo por querer arrastrarla conmigo. De hecho, hasta en ese momento pasó por mi cabeza la idea de que, en ese supuesto, podría quedarme con ella en la ToMan. Pero no pude evitar sentir una sensación fría recorrerme el cuerpo. A diferencia de ella, todos aquellos chicos no provocaban en mí nada nuevo; ninguna sensación ni emoción que pudiera asemejarse, siquiera un poco, a lo que ella o Kisaki me producían.
—¿Qué piensas tanto, Hanma?
—Nada, no creo que haya forma de que ella viniera con nosotros, la verdad, por más que lo piense.
—Si seguimos mi plan, probablemente sí tengamos una opción. Tú solo encárgate de hacer lo que te diga.
Le observé con los ojos como platos. No sabía cómo siempre lo hacía para tener una salida a todo, algo que pudiera darle la vuelta a la situación y ponerla a su favor. Era increíble y me fascinaba la manera en cómo movía los hilos desde las sombras. Y, mientras no supusieran ningún tipo de mal para ella, no veía el motivo para no seguir disfrutando del espectáculo que este enclenque me ofrecía.
—¿Acaso averiguaste algo de-
—¡Sh! Calla, ahí viene —me interrumpió.
Venía dando saltitos desde la puerta de la tienda mientras abría con prisas el paquete de tabaco y se encendía un cigarro.
De verdad que, aunque estuviera fumando y eso la hiciera parecer adulta, a veces sus acciones y movimientos eran como las de una niña pequeña; toda contenta por haber comprado algo para cenar que le gustara. Sonreí como un bobo sin desfijar mi vista de ella.
—Volví. He comprado algo de comida precocinada, pero es una empanada que tenía una pinta buenísima, mira Kisaki, huele, ¿no se te hace la boca agua? —literalmente le estaba metiendo la bolsa en las narices a Kisaki.
—Sí. Huele bastante bien, seguro que está buena.
Me sorprendía la tranquilidad con la que Kisaki siempre la trataba. Nunca se había alterado, en ningún momento. Siempre mantuvo esa postura sosegada al tratar con ella.
Eran un par inusualmente curioso...
Mientras que ella era un torrente de emociones, como una corriente que podía arrastrarte hasta los confines del océano sin siquiera notarlo, Kisaki era el capitán de un navío surcando tranquilo y confiado esas aguas. Un conocedor del destino y del rumbo por el que navegaba.
¿Y yo? ¿Quién o qué era yo en comparación a esos dos? Seguramente, el barco. La nave que se dejaba acariciar por las suaves olas que ella hacía chocar en mí, siguiendo sus corrientes hacia donde quisiera llevarme, pero siempre bajo la orden de alguien más; de ese capitán que guiaba el navío por los mejores caminos y evitando tempestades.
Ni el capitán podría navegar sin su barco, ni el barco sin corrientes.
Joder, soy todo un poeta, bromeé para mis adentros.
—¿Yo también puedo oler la empanada? —me acerqué a ella, pasándole un brazo por los hombros y quitándole el cigarro que estaba fumando—. Qué pronto te olvidas de mí... claro... como ha aparecido ese noviecito tuyo...
Kisaki me miró extrañado, a lo que le contesté con una mueca para que no le diera importancia y hacerle entender que estaba de broma con ella para picarla. Cosa que era bastante habitual y nada raro.
—Tienes razón Hanma... —¿Cómo me había llamado?—. Lo siento, debí decírtelo antes... Pero llevo una doble vida, ¿sabes? Tú no eres más que mi amante... Lo siento, el amor de mi vida es él.
Kisaki desvió la mirada sin que me diera tiempo al ver su expresión, pero la mía cambió al instante.
—Será broma, ¿no?
Tragué saliva.
—Pues claro imbécil, ¿no te gusta bromear? Pues a mí también, ya lo sabes.
Empezó a reírse y escuché a Kisaki soltar una risita disimulada antes de sacudir la cabeza y comenzar a caminar hacia el frente. Nosotros le seguimos unos pasos por detrás.
—¿Entonces yo sí soy el amor de tu vida? —le susurré para que Kisaki no pudiese oírme, tampoco quería que me escuchara siendo así con ella.
—Aún es pronto para saberlo, Shuji ¿Yo sí lo soy o qué?
—Bueno, como tú bien dices, aún es pronto para saberlo, enana.
Nuestra pequeña conversación se interrumpió por el tono de un teléfono que empezó a sonar en el bolsillo de Kisaki.
—Ajá, de acuerdo... —decía este con la oreja pegada al aparato—. Nos vemos allí en veinte minutos —colgó la llamada.
—¿Quién era? —pregunté, dándole una última calada al cigarro.
—Takemichi, parece que ya han decidido lo que van a hacer —miró hacia Ryoko—. ¿Estás segura de querer venir?
Ella asintió efusivamente y la mirada de Kisaki se dirigió hacia mí.
—A ti ni te pregunto, tú sí vienes —hizo una breve pausa—. Bien, démonos prisa y averigüemos qué ha decidido finalmente ese par.
Ella tomó mi mano y nos encaminamos por dónde Kisaki nos iba guiando. Continué pensando en todo aquello que se me había ocurrido antes mientras nos dirigíamos a encontrarnos con esos dos.
Hacía un tiempo pensaba que ambos tiraban en direcciones opuestas de mí, pero, por alguna razón, pareciera si como en ese momento ambos se hubiesen puesto de acuerdo para dejar de hacerlo; comenzando a tirar en el mismo sentido.
Sí, definitivamente, con estos dos a mi lado me sentía capaz de todo.
Llevábamos un rato esperando a que llegaran, se estaban demorando demasiado y empezaba a hacer un frío de cojones. Ella estaba ahí dando saltitos intentando entrar en calor con la bolsa colgando de las manos.
—Si sigues saltando así al final vas a hacer un agujero en el suelo. Ven aquí anda.
—Joder, tenía que haber cogido algo de abrigo y encima, al final, vamos a cenar a las tantas —miró su móvil para comprobar la hora mientras se acercaba a mí y apoyaba su espalda en mi pecho para intentar entrar en calor entre mis brazos—. ¿Dónde coño se han metido esos dos?
—Ahí están —Kisaki señaló hacia el principio de aquel puente en el que habíamos quedado.
—Ya podíais haber quedado en otro sitio. No veas que puto frío al lado del agua Kisaki, eres muy listo, pero en serio, qué lugares más raros para quedar escoges —bromeé mientras pasaba mis manos por los brazos de ella para que dejase de tiritar y pareció funcionar.
—Han sido ellos los que han dicho de quedar aquí, ¿te crees que yo no tengo frío o qué ...A.. Achís —un estornudo interrumpió sus palabras y nosotros dos nos echamos a reír hasta que vimos que Takemichi y Chifuyu estaban ya lo bastante cerca.
Kisaki se incorporó para recibirlos.
—Al final no habéis tenido que pensarlo mucho —les habló en un tono serio, aunque se le notaba algo nervioso por conocer la respuesta que tenían para él—. ¿Ya sabéis lo que haréis?
Uno de ellos tragó saliva. Parecía dudoso.
—Estamos juntos en esto, Kisaki, pero solo hasta que la Navidad pase —Takemichi fue quien tomó la palabra y pude ver como Kisaki relajaba los hombros.
—¡Bien! Di que sí, Takemichi. Ya me tenías preocupada de que no quisieras ayudarnos a detener a Hakkai.
La enana salió disparada hacia él y tomó sus manos, aunque el rubio no parecía responder al entusiasmo con el que ella había hecho aquello. Tampoco lo hizo el otro que le acompañaba, quien simplemente había desviado la mirada. Arqueé una ceja con desaprobación ante cómo habían reaccionado a las palabras de ella, pero me quedé en silencio observando la escena.
—Bien, realmente seréis de ayuda —Kisaki les sonrió a ambos, pero el de la cara de peluche le contestó no de muy buena gana; argumentando que sólo se nos unían por Hakkai, que no serían amigables con nosotros.
Ese chico, Chifuyu, me producía sentimientos encontrados. Apenas lo conocía de nada, salvo de las veces que ella me había hablado de él y de las dos o tres palabras que habríamos cruzado en algún momento en este año. Pero cuando ella me hablaba de él, casi siempre terminaba contándome de lo raro que estaba con ella desde todo lo del pasado octubre.
Si tanto era su amigo antes de aquello, ¿por qué él era el que más parecía haberse distanciado de ella, más aún que todos los demás?
—Shuji, estás muy callado, ¿en qué piensas?
Estaba tan absorto divagando, que no me había dado cuenta de que todos se habían apoyado en la barandilla de aquel puente. Salvo ella, que volvió a colocarse entre mis brazos, temblando de nuevo.
—No pienso en nada, bueno, en que quiero irme ya a casa, eso sí. —murmuré.
Ella resopló y echó algo de aire en sus manos para calentarlas.
—Y yo, no veas qué hambre tengo. ¿Qué están hablando estos?
—Ni idea, no estoy prestando atención.
—Pues deberías. Se supone que ahora los cinco somos un equipo.
Eché un vistazo a los otros tres que estaban allí y reí para mis adentros. Era verdad, habíamos formado un pequeño equipo de cinco personas, a cada cual más diferente una de la otra.
—Oye, ¿cómo se llamará nuestro equipo? —llamé la atención de los demás—. ¿Los Hanmas?
—Ni de coña, seremos "Los ángeles de Ryoko", suena mucho mejor que "Los Hanmas" —replicó ella, riéndose—. Además, de momento no planeo ponerme tu apellido, Shuji.
—Nah, no soy ningún ángel... ¿y qué tal "El equipo mata-todos"?
—Valiente mierda de nombre Shuji. Denegado.
—¿Entonces cuál? Di tú uno a ver.
Los demás no parecían hacer caso de la cantidad de sandeces que empezamos a discutir entre nosotros dos. De hecho, abandonamos aquel lugar aún peleando por ponerle un nombre al grupito.
Sin darnos cuenta del paso del tiempo, habíamos llegado a la puerta de casa los dos solos. Kisaki quizá se habría quedado en el camino; me pareció escuchar que decía algo de que al final no vendría con nosotros a cenar pero, estaba tan concentrado rebanándome los sesos pensando en algún otro estúpido nombre que ponernos, que ni le había prestado la suficiente atención para darme cuenta de que se había ido.
—Oye, ¿y Kisaki? —preguntó ella mirando hacia todos lados.
Me reí, ella tampoco se había dado cuenta. Seguro había estado igual que yo todo el camino.
—Creo que nos abandonó hace rato, no querría seguir escuchando tus ridículos nombres. Sigo diciendo que el primero que propuse es el mejor.
—Agh... ya me he cansado de pensar, está bien, lo que tú digas, siempre tienes que salirte con la tuya, ¿no?
Sonrió en mi dirección con las mejillas y la punta de la nariz coloradas. Le sentaba bien el frío. No me refiero a que quisiera que se congelara o algo así, no soy tan macabro, pero la manera en que hacía que su cara palideciera y se le sonrojaran de esa manera aquellas partes del rostro la hacían ser más bonita de lo que ya era.
Tras comer la empanada que había comprado para la cena, no tardamos mucho en acostarnos en la cama y taparnos con todas aquellas mantas que ella había colocado hacía poco tiempo, cuando el frío empezó de verdad a traspasar las paredes desde el exterior. Se acurrucó a mi lado, apoyando la cabeza sobre mi hombro y abrazándome el torso con uno de sus brazos.
Le gustaba quedarse dormida así, y a mí no me molestaba en absoluto, decía que era "calentito" y a mi me hacía gracia que lo pensara pues, en mi mente, cada vez que me llamaba así, no pensaba precisamente en que mi temperatura corporal fuera elevada; me imaginaba que me lo decía con un doble sentido y nunca podía evitar esbozar una sonrisa socarrona.
Me giré para colocarme de costado mirando hacia ella, que estaba ya con los ojos cerrados intentando conciliar el sueño. Le pellizqué un moflete para despertarla.
—Oye enana, ¿qué se siente ser parte de "Los Hanmas"? ¿Te gusta llevar mi apellido, a que sí?
Apartó mi mano haciendo un movimiento de cabeza.
—Ay, ya, para, déjame dormir —se quejó en un bostezo—. Además, no llevo tu apellido. Para eso hay que casarse, imbécil.
¡Holita!
Evidentemente "Los Hanmas" Besto Team. JAJAJ deseando que lo animen, que ya encima anunciaron oficialmente que está en producción y yo no puedo ser más feliz.
Muchísimas gracias por seguir hasta aquí la historia, de verdad, me hace muy feliz cada comentario que leo de que os gusta la historia ^^
Frase random para preguntitas, si es que las tenéis, puedo intentar resolverlas sin hacer spoilers.
Besitos para todos y por si acaso no me da tiempo de actualizar antes de Navidad, espero que lo paséis genial y disfrutéis :) Se os quiere a todxs.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top