𝟎𝟏|𝐭𝐡𝐞𝐫𝐞 𝐨𝐧𝐜𝐞 𝐰𝐚𝐬 𝐚 𝐥𝐨𝐬𝐭 𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐚𝐧𝐝 𝐚 𝐠𝐫𝐞𝐚𝐭 𝐪𝐮𝐞𝐞𝐧






Hace muchos años, un hijo de Adán llegó a Narnia a través de una puerta de una habitación, o como la gran reina lo llamaba, "bitación".

Alexander Sloan, hijo de Adán, gran rey del cálido norte de Narnia, el rey perdido. Siendo el mejor guerrero de Narnia, Alexander se dedicó a impresionar a la que antes fue su enemiga; esperando que algún día el pudiera ser mejor guerrero que Reverie Armyson.

Reverie Armyson, con un hermoso cabello largo y platinado y orejas puntiagudas. Siendo la última gran elfa, líder de las tropas de Narnia y gran reina del oscuro cielo nocturno y estrellas de Narnia, lideró a sus soldados a capturar a aquel humano, sintiéndose amenazada ante un ser desconocido en Narnia.

- ¿Crees qué puedes vencerme con una rama? - preguntó Reverie desde su caballo con su fiel compañera, la general Amidala a su lado - No te tenemos miedo - mencionó viendo cómo el humano se ponía a la defensiva

- Por eso trajiste refuerzos, por qué no me tienes miedo - preguntó con ironía haciendo que Reverie se bajara de su caballo con firmeza - no estás asustada de un simple hombre con una rama ¿o si, princesa? - dijo mientras la retaba observando cómo llevaba una corona en su cabeza

De un solo movimiento, Alexander cayó contra el duro suelo de Narnia, tosiendo mientras intentaba recuperar su aire. La general Amidala rió ante la escena, sabiendo que el humano nunca podría desarmar a su amiga.

- Es Reina - corrigió mientras sacaba su espada y la apuntaba hacia el cuello de Alexander - y tu vas a venir conmigo - dijo mientras lo levantaba



Dos meses después

Reverie había presentado a Alexander frente a Aslan hacía ya varias semanas. Aslan anunció que Alexander no era ningún peligro para Narnia, pero debía permanecer ahí para ayudarlos a pelear frente a males que estaban por avecinarse.

- Deja de moverte tanto - ordenó Reverie con su espada firme frente a Alexander

- Es difícil concentrarse cuando tienes una espada en tu cuello - dijo haciendo que Reverie girara los ojos

- Confía en tus instintos - aconsejó mientras se acercaba a él - no eres un guerrero si no confías - le mencionó mientras vendaba sus ojos

- ¿qué haces? - preguntó con pánico mientras la detenía

- Confía - susurró Reverie con calma, haciendo que Alexander la soltara - yo también estaré vendada, confía en tus instintos, escucha mis pasos - explicó mientras se alejaba de el - en guardia - dio la orden, así que comenzaron con la pequeña batalla amistosa

El sonido de las espadas chocando una con la otra, las hojas de los árboles sonando gracias al aire en Cair Paravel, el sonido de los pájaros que volaban a su alrededor, los pasos que Reverie daba con tanta coordinación que sonaban como una bella danza expresando todas sus emociones, resonaban en los oídos de Alexander como una melodía que jamás quería dejar de escuchar.

De pronto, Alexander se concentró y encontró los pasos de Reverie. Se acercó y comenzó a hacer que Reverie retrocediera para evitar los golpes con la espada.

Un árbol detrás de Reverie cada vez era más cercano, ambos aún vendados lo sabían porque el el sonido de las hojas aumentó. Alexander se defendía de Reverie con valentía pero con miedo al igual. La gran reina peleaba con mucha facilidad, había liderado a las tropas hacia ya varios años.

La espalda de Reverie chocó contra el tronco del árbol, haciendo que jadeara y Alexander puso su espada en el cuello de Reverie.

Alexander quitó la venda de sus ojos y se dedicó a mirar a Reverie, la cual aún vendada se veía muy impresionada, con la boca ligeramente abierta. Con su mano libre, Alexander quitó la venda de la platinada, los ojos azules de la chica eclipsaron a Alexander, tenían un brillo especial; el nunca se había tomado un segundo para analizarla, se veía hermosa con su cabello plateado cayendo por sus hombros y espalda y aún teniendo un vestido algo ajustado, lograba dar pelea con una espada.

- ¿nada mal para un humano? - dijo Alexander aún sin quitar su espada de el cuello de Reverie

- Nada mal para un humano - confirmó sonriendo, pero de un movimiento a otro, ahora Alexander estaba chocando con el árbol - pero eres un narniano ahora - le mencionó sonriendo con victoria

Reverie se alejó de el y comenzó a caminar con clase hacia Cair Paravel. El la miró irse y rió por lo bajo con una sonrisa.

- ¡¿qué esperas?! - gritó la gran elfa mientras se giraba sonriendo. Alexander con una sonrisa corrió hacia ella para alcanzarla y al llegar a su lado ambos rieron



Un año después

Ambos eran llamados Venus y Adonis. Incluso en el mundo real existían historias sobre ellos con muchos nombres diferentes, pero todos llevaban a la misma historia con el mismo final.

Lo que alguna vez fue odio y algo mucho menos que amistad; ahora era un noviazgo, pero ellos estaban destinados a algo diferente.

- ¡Aslan, debes escucharme! - exclamó la Reina hacia el gran león con Alexander detrás de ella

- No hay nada más que hablar, querida - dijo con calma - hay una profecía, el futuro que nos depare nos llevará a ella - explicó mientras se alejaba

- ¡Esa profecía proclama una guerra! - exclamó siguiéndolo - mis tropas, los narnianos, niños, todos morirán - dijo con un nudo en la garganta - nosotros moriremos - agregó mientras giraba a mirar a Alexander, el tomó su mano, apoyándola

- Debe de haber algo que podamos hacer - mencionó Alexander con un poco más de calma - eso no puede ser todo - dijo aún con esperanza

- El futuro ya está escrito, hijos míos - dijo mirándolos - No hay nada más que hacer - y así se fue y desapareció entre la gral flora de Narnia

- Debe de haber algo - susurró Reverie afligida con la mirada baja. Alexander se acercó a ella y tomó su mano, levantando su mentón con la otra

- Encontraremos otra manera - murmuró besando la frente de su amada, intentando que lo que estaba diciendo fuera real.



5 años después

Un eclipse se había formado en el cielo de Narnia y ese no era cualquier evento. La reina del cielo oscuro de la noche y las estrellas se unía de por vida con el rey del claro sol y el cálido Norte de Narnia.

- Hoy, frente a Narnia, jurando a los cuatro puntos cardinales, frente al claro sol y la fría luna, los declaro marido y mujer - exclamó Aslan entre la gran reina Reverie y ahora el gran rey Alexander - puedes besar a tu reina - le mencionó a Alexander haciendo que el mencionado tomara por la cintura a Reverie y la besara, soltando los gritos emocionados de los narnianos

La música narniana sonaba por todo el campo de la boda. Amidala bailaba con una elfa que había conocido un par de años atrás. Los Narnianos eran criaturas llevas de vida como una flama que se avivaba con la suave brisa que era la presencia de unos con otros.

Reverie y Alexander bailaban al ritmo de la música con euforia mientras a su alrededor los narnianos aplaudían al ritmo. Dos amantes bajo la luz dorada de un cálido sol contrastando a aquella fría luna las cuales miraban a los amantes recargados el uno con el otro con miedo a perder el calor que irradiaban sus cuerpos.

Niños aventaban pétalos de rosas a los recién casados con emoción, llenando con un nuevo concepto a la idea del amor llenando de ilusión a sus pequeñas cabezas sobre lo que algún día podrían ellos sentir, aquel amor, creando una hermosa escena, hasta que fue destruida.

- Parece que interrumpo algo - la Bruja Blanca había aparecido, con su aspecto tan frío, la profecía que hacía ya años había sido descubierta había comenzado a suceder hace un par de años - tengo que aceptar que estoy muy resentida al no haber recibido una invitación - dijo fingiendo resentimiento y tristeza

- No hay lugar para ti aquí - le respondió Reverie con una mirada fría mientras Alexander hacía lo mismo detrás de ella

- No eres bienvenida - dijo Alexander frio, mientras la general Amidala se acercaba al reciente matrimonio

- Al parecer el matrimonio no les sienta bien - respondió con gracia - He venido a hablar con Aslan, no con un par de niños - dijo con desagrado

- Ellos son tu rey y reina - respondió Amidala a la defensiva, posicionándose frente a sus reyes, protegiéndolos

- ¿estás segura de eso? - preguntó riendo. De pronto, con una señal, la bruja blanca ordenó a sus tropas que estaban escondidas a atacar

Una flecha atravesó el abdomen de Amidala, haciendo que el bullicio comenzara. Reverie gritó lo más fuerte que pudo al ver como su mejor amiga caía al suelo. Todo parecía suceder en cámara lenta, como los pequeños elfos gritaban con horror y los minotauros corrían hacia ellos para llevarlos a algún lugar seguro. Rápidamente corrió hacia Amidala, protegiéndola con su propio cuerpo. Alexander recogió su espada y escudo y se acercó a su esposa para llevársela de ahí. Reverie con las fuerzas que le quedaban cargó a Amidala mientras Alexander las protegía.

Reverie recostó a Amidala y la dejó con un fauno, esperando que pudiera ayudarla.

- Dame mi espada - le pidió a un narniano y el hizo lo que le pidió

- No - respondió Alexander rápidamente

- No puedes detenerme - dijo Reverie intentando pasar, pero el la detenía - déjame ir - ordenó con rabia

- No voy a dejarte ir - dijo con voz suave a pesar de que Reverie lo golpeaba para dejarla ir

- Suéltame - pidió al borde del llanto - suéltame - susurró mientras sus golpes bajaban de intensidad

- Amidala te necesita - le dijo suavemente aún sin dejarla ir - yo te necesito aquí, a salvo - susurró y los golpes de Reverie se detuvieron

- Ellos me necesitan - dijo viendo cómo todos los grandes elfos, su familia eran masacrados

- No puedes salvarlos a todos - murmuró mientras la abrazaba - quédate aquí, solo estaré tranquilo si se que estás a salvo - el beso la frente de quien ahora era su esposa y salió a pelear.

Reverie corrió hacia en donde estaba Amidala, miró rápidamente al fauno, el negó con su cabeza triste. Los ojos de Reverie se llenaron de lágrimas al ver como su mejor amiga no lo lograría, rápidamente se limpió sus lágrimas y se acercó a Amidala.

- Hay algo creciendo en ti, Revie - le dijo con voz cansada cuando Reverie se había arrodillado a un lado de ella

- ¿Qué? - preguntó Reverie confundida mientras acariciaba la cabeza de Amidala

- Hay una luz creciendo en ti - explicó con los ojos entrecerrados- las estrellas brillan con mayor intensidad esta noche, ¿no lo crees? - preguntó con voz débil mientras sonreía. Reverie puso una de sus manos sobre su estómago mientras miraba al cielo

- Amy - susurró al borde del llanto

- Esa, es Andromeda - mencionó mientras que apuntaba a la constelación con la poca fuerza que le quedaba - voy a regresar como una de ellas - dijo con ilusión sin despegar la vista de el cielo estrellado

- te buscaré cada noche - respondió Reverie evitando llorar, Amidala se giró a verla con una sonrisa y luego volvió a ver el cielo. En un momento, Amidala cerró sus ojos y dió un último respiro.

Reverie comenzó a llorar desconsolada al perder a su mejor amiga, ambas grandes elfas, habían crecido juntas y habían logrado liderar al ejército de Narnia juntas. Como una sola.

Luego de unos minutos, Reverie dejo de llorar y cambió con seriedad. Miró al fauno y le pidió que se quedara con Amidala, con mucha delicadeza se levantó del suelo y subió al techo de Cair Paravel con un arco.

Uno tras otro, los soldados de la bruja blanca comenzaban a caer por flechas con las plumas de Reverie. Alexander notó que el soldado con el que peleaba caía al suelo gracias a una flecha, se giró a ver de donde venía y vio a su esposa con arco y flecha. El le sonrió agradeciéndole agitando su cabeza y regresó a la pelea.

- Mi reina, la necesitan en tierra - dijo uno de los grandes elfos que quedaban

Reverie asintió y bajó velozmente hacia el campo en donde en algún momento su boda se estaba celebrando. Aún con su vestido blanco, lleno de la sangre de su mejor amiga llegó a la batalla.

- ¡Mi reina! - exclamó uno de los soldados entregándole su espada - ya no quedamos muchos - le informó exhausto

- ¿en donde está el rey? - preguntó preocupada, ya no quedaban muchos grandes elfos, su propósito era defender Narnia, y al pelear, cada vez fueron haciéndose menos

- ¡Está en medio de todo, eso queríamos decirle mi reina! - un minotauro le avisó preocupado, Reverie no tardó ni un segundo y corrió hacia el centro de la guerra.

- ¡Alexander! - gritó Reverie intentando encontrar a su marido - ¡Alex! - gritó esperando que siguiera con vida

- ¡Princesa! - exclamó Alexander llegando a su lado, cubierto de sangre, en ese punto no sabía si era sangre suya o de los contrincantes - se supone que estarías adentro - mencionó preocupado mientras acariciaba el cabello de su esposa el cual ahora estaba sucio lleno de sangre seca.

- Me necesitas aquí - le respondió con ternura y se acercó a besarlo

- Te necesito a salvo - le respondió juntando sus frentes - No voy a poder protegerte - susurró sobre los gritos de guerra

- Estás hablando con la líder de las tropas Narnianas - respondió con arrogancia mientras se alejaba y comenzaba a pelear

- ¡No te alejes de mi! - exclamó concentrándose en ella

- ¡Mantente con vida! - le gritó de vuelta mientras peleaba

Los minutos se volvieron en horas y las tropas se hacían cada vez menos, los narnianos peleaban con valentía y lealtad mientras que el ejército de Jadis peleaba de igual manera. En un punto, Alexander y Reverie se perdieron de vista.

Reverie era la última gran elfa que quedaba. Todo su pueblo había muerto en batalla, jurando su lealtad eterna a ella y a Narnia. Era la última en su clase o al menos esa era la realidad de ese momento.

- ¡¿En donde está mi reina?! - gritó Alexander en medio de la batalla. Un minotauro señaló hacia la izquierda con mucho pesar

Reverie peleaba alrededor de guerreros ella sola, intentando defenderse de los ataques. Ahora débil y preocupada, no podía hacer nada más que eso, recibir golpes. Pero se mantenía fuerte, por ella misma, por Alexander y por su hija que ahora crecía dentro de ella.

- ¡Reverie! - gritó al ver como un soldado se acercaba por detrás de ella, el sacó una de sus dagas y con precisión la lanzó hacia el hombre

- ¡Alex, detrás de ti! - gritó Reverie asustada. Un soldado tomó a Alexander del cuello, amenazándolo con una daga. Reverie tomó su arco y una flecha, apuntándole a aquel soldado pero el disparo era muy impreciso, el estaba muy cerca de Alexander

- No lo hagas, niña - dijo el soldado. Jadis había ordenado retirada pero el permanecía ahí, siendo el único de sus tropas que quedaba en los patios de Cair Paravel - o tu novio morirá - susurró con maldad, apretando la daga contra el cuello de Alexander, haciendo que sangrara

- Baja tu arma - ordenó Reverie aún en guardia - eres el único que queda de tus tropas, no tienes otra opción más que obedecer - explicó tensando su arco

- ¿crees que me da miedo morir? - preguntó con ironía mientras reía, Alexander solo veía a Reverie, como sus ojos se llenaban de preocupación y su lenguaje corporal rebosaba de ansiedad

- No tienes que morir, podemos encontrar una manera en la que todos ganemos - ofreció Riverie haciéndole una señal a sus refuerzos para que retrocedieran

- ¿y estar encerrado en un calabozo el resto de mi vida? Paso - dijo apretando más a Alexander

- Por favor - suplicó por la vida de su marido y este solo la veía con el corazón roto

- Arrodíllate - ordenó el soldado con una sonrisa - y consideraré soltar a tu amado, tienes hasta la cuenta de cinco - Reverie no destensó su arco, afinó su puntería pero aún era muy difícil

- Uno

Los refuerzos comenzaron a acercarse

- Dos

Reverie tomaba fuertes respiraciones, calculando su siguiente disparo

- Tres

Alexander conectó sus ojos con los de Reverie, queriendo que lo ultimo que viera fuera a su querida esposa.

- Cuatro

- estaremos bien, mi reina - susurró Alexander despidiéndose de Reverie

- Cinco

Con un suspiro, reverie soltó su flecha e impactó en el soldado. Pero había sido muy tarde.

El cuerpo de el rey Alexander Sloan yacía sobre el campo de Cair Paravel, ensangrentado y sin vida. Reverie corrió hacia su amado pero no había nada más que sangre. Ella gritó con todas sus fuerzas, dejando que su dolor se esparciera por toda Narnia, el llanto que ahora se confundía con la lluvia que había comenzado a caer y los gritos desgarradores que se distorsionaban con los truenos.

Reverie Armyson lo había perdido todo.


Nueve meses después

- Olie, asegúrate de que los faunos cuiden de ella - le pidió a un minotauro el cual estaba al lado de ella, su cuerpo pálido y lleno de sudor y lágrimas mientras luchaba por su vida

- Resista, mi reina - pidió el minotauro con esperanzas de que Reverie sobreviviera

- Me uniré con mi esposo en el estrellado cielo de Narnia. Finalmente, estaremos juntos de nuevo - sonrió pálida ante aquella idea

- ¿cómo la llamaremos? - preguntó un fauno que también estaba atendiendo el parto

- Andromeda, Justo como la constelación más brillante esta noche - sonrió al ver por el balcón como la constelación se asomaba

Reverie había muerto durante el parto, dejando a su hija huérfana. No había logrado superar la muerte de su marido ni la de su mejor amiga que la fuerza no fue la suficiente para salvarse a ella misma. Ahora, Riverie descansaba junto a su marido, ambos siendo estrellas que conforman la constelación Amidala.

Ahora en el cielo habían dos estrellas, de las más bellas y más brillantes dentro de la constelación que abarcaba gran parte del cielo Narniano, incluso muchos decían que si te concentrabas lo suficiente, el brillo de aquellas estrellas hacía parecer que estaban de alguna manera conectadas.

Llamada en honor a la constelación más brillante en su nacimiento y gracias a la general Amidala, Andromeda Armyson, líder de los hombres, la siguiente Reina de Narnia y la hija de valientes guerreros. Nació con una profecía por detrás "cuando el hijo de Adán y la hija de los grandes reyes se encuentren, al fin llegará la paz en Narnia" cargaba con mucho peso en sus hombros incluso antes de nacer.

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