𝟗. 𝐈𝐟 𝐲𝐨𝐮 𝐭𝐡𝐢𝐧𝐤 𝐢𝐭'𝐬 𝐚 𝐣𝐨𝐤𝐞, 𝐲𝐨𝐮'𝐫𝐞 𝐰𝐫𝐨𝐧𝐠.



Take my hand
Take my whole life, too
For I can't help falling in love with you

Can't Help Falling in Love- Elvis Presley


Clayton POV

La oscuridad envolvía el estacionamiento de la escuela, iluminada solo por las luces del gimnasio que escapaban entre las puertas abiertas. El eco de risas y música se mezclaba con la brisa nocturna. Me encontré deambulando afuera después de horas de socializar, en busca de algo de aire. Entonces la vi.

Arabella estaba apoyada contra una de las columnas, su vestido azul oscuro contrastando con el rojo encendido del cigarrillo en su mano. Su cabello, ligeramente despeinado tras horas de baile, caía en ondas suaves sobre sus hombros. Me acerqué despacio, casi temiendo interrumpir ese momento de calma.

—¿Puedo unirme? —pregunté, señalando el cigarrillo.

Ella levantó la mirada y esbozó una sonrisa ladeada.

—Claro, pero solo porque es la última. —Me tendió el paquete vacío con una broma en sus ojos.

Clay se acerca y se sienta junto a Arabella, cruzando los brazos mientras observa el estacionamiento vacío.

—¿Sabes? No pensé que iba a sobrevivir este año escolar. Entre los exámenes, los proyectos finales y el equipo de fútbol, estoy seguro de que envejecí al menos cinco años— dice, mirando hacia adelante con una ligera sonrisa en los labios.

Arabella suelta una risa suave mientras exhala humo de su cigarrillo, sin apartar la vista de él.

—Eso explica las canas que te están saliendo— responde, con una sonrisa divertida.

Clay finge indignación, levantando una ceja y señalando su sien.

—¡Oye! No todas son culpa mía. Seguro que las de este lado— señala hacia su sien— se deben a la señora Callahan y su manía de revisar nuestros ensayos con lupa.

Arabella sonríe con nostalgia, recordando los días pasados en la escuela.

—¡Ay, Callahan! ¿Recuerdas cuando atrapó a Dylan copiándose en medio del examen de literatura?— dice, su tono mezcla de sorpresa y diversión.

Clay ríe, soltando una pequeña carcajada.

—¿Cómo olvidarlo? Intentó esconder las respuestas en su botellita de agua, pero derramó todo sobre el escritorio. Creo que fue la única vez que la señora Callahan se rio en toda su vida— añade, recordando con alegría el caos que siguió.

Arabella se echa hacia atrás en la silla, encogiéndose de hombros.

—Bueno, al menos él se atrevió. A mí me sorprendió cuando Rachel trató de "encantarla" para pasar la materia— comenta, levantando una ceja con una sonrisa irónica.

Clay se lleva las manos al pecho, como si fuera una tragedia.

—¡Cómo olvidarlo! Llegó a clase con flores y chocolates. Todo el mundo pensó que estaba enamorada... hasta que le dio un poema a Callahan pidiéndole que le subiera la calificación— dice con sarcasmo, una sonrisa burlona en el rostro.

Ambos estallan en carcajadas, recordando el caos de aquel día.

Arabella se seca una lágrima de la risa con la palma de la mano y luego lo mira, todavía sonriendo.

—Este año fue... caótico, pero divertido. Supongo que, al final, lo echaremos de menos, ¿no?— dice, mirando al frente, como si estuviera reflexionando sobre esos momentos.

Clay asiente lentamente, su tono cambiando a uno más serio, aunque aún con una sonrisa nostálgica.

—Sí. Aunque todavía no entiendo cómo sobrevivimos al experimento de ciencias con el señor Hartman— responde, encogiéndose de hombros.

Arabella lo mira con incredulidad, levantando una mano como si fuera a hacer una exclamación.

—¿Cómo sobrevivimos? ¡Por poco quemas el laboratorio!— exclama, con una sonrisa llena de sarcasmo y diversión.

Clay se pone defensivo, levantando las manos.

—¡Fue culpa de Ethan! Él era el que tenía que vigilar el mechero— responde, como si se sintiera inocente en la situación.

Arabella no puede evitar reír, cubriéndose la boca con una mano.

—Y tú eras el que lanzó alcohol directamente al fuego. ¡Nunca olvidaré la cara de Hartman cuando nos gritó "¡Salgan antes de que explote todo!"!— dice, con una risa aún contenida.

Ambos estallan nuevamente en carcajadas, dejando que la risa se apodere de ellos durante unos segundos. Luego, la risa se calma y ambos se quedan en silencio, sonriendo.

—Pero bueno, fue un buen año. Con altibajos, pero... aquí estamos— dice Arabella, mirando a Clay con una sonrisa cálida.

Clay asiente, su expresión volviéndose más suave y pensativa.

—Sí, y no lo hubiera cambiado por nada. Bueno, tal vez excepto el incidente con el laboratorio— dice, con un tono sincero, casi melancólico.

Arabella se ríe mientras apaga su cigarrillo. Desde el gimnasio, la música cambia, y la voz de Elvis Presley comienza a llenar el aire. Ambos se quedan en silencio, escuchando los primeros acordes de "Can't Help Falling in Love."

—¿Te das cuenta de que esta es nuestra canción, verdad?— le pregunta mientras la mira de reojo.

—Siempre lo ha sido.— le confirma con una sonrisa de nostalgia la castaña.

Clay se pone de pie y le extiende una mano.

—¿Un último baile, señorita?

—Pensé que nunca lo pedirías.— responde sarcástica la israelí, pero también toma la mano del castaño.

Y así, ambos se pierden en su propio pequeño mundo, recordando no solo los momentos caóticos de la escuela, sino también las pequeñas alegrías que los llevaron a esa noche inolvidable.

—Recuerdo cómo insistías en enseñarme a bailar cuando éramos niños —dijo con una sonrisa.

—Y tú decías que nunca aprenderías, pero mírate ahora —respondí, girándola suavemente bajo la luz tenue.

El final de la canción nos encontró más cerca que nunca. Sentí su respiración calma contra mi cuello, y sin pensarlo, incliné mi rostro hacia ella. Arabella no se apartó. El beso fue suave, casi tímido, pero lleno de una ternura que llevaba años construyéndose entre nosotros.

Cuando nos separamos, nuestras frentes se quedaron juntas por un momento.

—Supongo que eso fue... algo, ¿no? —murmuró ella con una sonrisa, jugando con el borde de mi chaqueta.

—Algo, sí... algo increíble.

La noche de graduación quedó grabada en mi memoria como un recordatorio de lo que teníamos, lo que éramos, y lo que nunca quise perder.

La quietud de la sala de operaciones se volvía aún más pesada a medida que Clay comenzaba a perderse en el recuerdo de su primer beso, ese momento tan dulce y simple, tan inesperado. El beso que marcó el inicio de todo. Aquel primer beso con Arabella, en el estacionamiento de la preparatoria, en la noche del baile de graduación. Era uno de esos recuerdos que, aunque el tiempo pasara, nunca dejaría de atesorar.

Clay sonrió ligeramente, como si pudiera sentir aún el leve roce de los labios de Arabella, tan suaves, tan tímidos al principio, pero tan llenos de promesas. Recordaba el nerviosismo en sus cuerpos, el calor de la noche, las luces parpadeantes del gimnasio que se filtraban por las ventanas, las risas apagadas de los compañeros dentro. El mundo entero parecía haberse detenido cuando sus labios se encontraron por primera vez, en un beso sincero, lleno de algo más que simples ganas: algo profundo. No podía evitar pensar que ese beso había sido una señal, algo predestinado, la llave que había abierto todo lo que vendría después.

Aunque su cuerpo estaba inmóvil sobre la mesa de cirugía, su mente parecía estar completamente despierta, absorbiendo cada sonido, cada palabra. No entendía cómo podía sentir tanto, como si su alma estuviera atrapada entre el mundo de los vivos y el de los muertos, incapaz de escapar de lo que estaba sucediendo. En su mente, Arabella seguía ahí, como siempre, su rostro, su risa, sus caricias. Pero también sentía la presencia de algo oscuro, algo que lo aterraba, y no podía evitar escuchar las voces que le llegaban de fuera, voces de los doctores que hablaban sin saber que él podía oírlos.

—No puedo seguir con la cirugía. —la voz del Doctor Harper sonaba tensa, frustrada, como si estuviera luchando con algo que le costaba.

—¿Por qué? — preguntó Puttnam pero su tono era frío, impaciente—. Larry ya se fue, no hay vuelta atrás. La cirugía tiene que seguir, y tú sabes que no podemos perder más tiempo.

—No se trata solo de eso, Puttnam. No sé cómo seguir, no puedo hacerlo sin que se note.

—Escucha, Jack. Larry no es un espía, es un alcohólico. —hubo una breve pausa, seguida de una risa burlona—. Lo que tenemos aquí no es más que un pequeño obstáculo. Sabes cómo hacerlo, no seas tan sentimental.

Clay no podía creer lo que oía. Estaba paralizado, con el alma atrapada en un torbellino de horror y confusión. ¿Cómo podía Jack, su amigo, estar involucrado en algo así? No podía entenderlo. La voz de Jack vaciló, pero el plan seguía ahí, en el aire, como una sentencia.

—No es tan fácil, Puttnam. Sabes que no puedo... no puedo simplemente... hacer eso.

—¿Por qué no? Inyecta el corazón del trasplante y acabamos rápido con esto. Es lo que tienes que hacer, no hay más. Y si nos atrapamos en tus dudas, será peor para todos.

Clay, con el pánico creciendo en su pecho, escuchó cómo la conversación continuaba, cómo la oscuridad rodeaba todo. No podía creer que su vida dependiera de lo que estaban discutiendo tan fríamente.

—Voy a salir a vigilar a Larry, no quiero que regrese pronto. —dijo Penny con una voz distante, como si no estuviera completamente involucrada en lo que sucedía.

Mientras los doctores seguían hablando, Clay trató de concentrarse, de aferrarse a algo que lo hiciera sentir vivo, algo que lo sacara de este infierno. Entonces, sin pensarlo, sus recuerdos de Arabella comenzaron a invadir su mente. Arabella, la mujer que siempre había sido su refugio, la mujer que había estado a su lado durante toda su vida.

Arabella... —se dijo a sí mismo, como si pudiese invocarla con solo pensarlo. Intentó concentrarse en ella, en los momentos especiales que habían compartido, en esos besos que solo ellos entendían. ¿Cómo había llegado a amar a alguien con tanto poder, con tanta profundidad?

Recordó la primera vez que se besaron, el roce de sus labios temblorosos, la emoción palpable en el aire, la sensación de estar en el lugar y el momento perfectos. Pero hubo más, mucho más.

Se acordó de aquella tarde de verano en la casa de los Kaplan, cuando se entregaron por completo, el uno al otro. La sensación de sus manos recorriendo su piel, sus cuerpos unidos en una danza lenta y plena, cada caricia, cada susurro. Los jadeos de Arabella resonando en sus oídos, cada palabra de amor que intercambiaban sin decirla realmente, cada mirada, como si todo estuviera lleno de promesas y deseos silenciosos. Clay cerró los ojos en su mente, recordando cómo su cuerpo había respondido al de ella, cómo se había sentido completo en sus brazos, cómo se había entregado por completo, en cuerpo y alma.

Esto es lo que soy para ti, Arabella, —pensó, como si pudiera sentirla cerca, como si ella pudiera salvarlo, como si, en alguna forma inexplicable, pudiera traerla a este lugar oscuro y solitario.

Pero ese refugio que le daban sus recuerdos, esa sensación de estar abrazado por Arabella, comenzó a desvanecerse nuevamente cuando el sonido de las voces de los doctores lo volvió a arrastrar a la cruda realidad. Su mente luchaba por mantenerse en esos recuerdos, pero la conversación seguía acechando como una sombra.

 —Mira, Jack. Si no sigues, todo esto se va a complicar. Ya sabes lo que tenemos que hacer.

—No sé si puedo hacer esto. —respondió con un susurro que sonaba lleno de desesperación—. No puedo... no quiero perderlo.

—Entonces, hazlo rápido. No hay tiempo. Si quieres que todo esto termine bien, inyecta el corazón y acaba con la vida del chico. ¡Es la única manera!

Clay, atrapado en su mente, ahora comenzó a sentir un dolor punzante en su pecho, como si estuviera siendo arrastrado hacia la oscuridad. ¿Por qué todo esto estaba sucediendo? Necesitaba que Arabella estuviera aquí, necesitaba escuchar su voz, sentir su toque. Necesitaba saber que no todo se acabaría así.

Arabella... Recordó cómo ella lo había mirado aquella primera vez, cuando eran niños, cómo se había sentido cuando la vio por primera vez, cómo la admiraba sin saber que algún día sería el amor de su vida. No pudo evitar sonreír al pensar en lo que había sido su historia: no solo amigos, sino almas conectadas, siempre entrelazadas.

De repente, el pánico lo invadió por completo. No podía morir aquí. Necesitaba despertar, necesitaba huir. Su mente, desesperada, comenzó a luchar con todas sus fuerzas. ¡Arabella, ayúdame!

Intentó moverse. Intentó levantarse. Pero, como si fuera una sombra de sí mismo, su cuerpo no respondía. Se veía a sí mismo sobre la mesa de operaciones, los doctores a su alrededor, discutiendo sobre su vida sin saber que él los oía todo.

¿Cómo podía estar atrapado en este lugar?

La desesperación se apoderó de él, su alma luchaba, buscando la salida, buscando una razón para seguir. Pero en ese momento, cuando el pánico lo consumía por completo, pensó en Arabella, y cómo su amor por ella era lo único que le quedaba. Si ella estuviera aquí, él podría soportarlo, podría luchar. Pero ahora solo quedaba su alma, suspendida en el vacío.Arabella, por favor, ven.


━━━━☆🫀☆━━━━━━━━

Arabella se encontraba afuera del hospital, en un rincón apartado, buscando consuelo en el humo del cigarrillo que llevaba entre los dedos. El aire frío de la noche le rozaba la piel, pero lo único que podía sentir era un nudo en el estómago, esa presión constante que le hacía pensar en Clay. ¿Estaría bien? Lo deseaba con todas sus fuerzas. Pensaba en él, en lo mucho que lo necesitaba, en lo que significaba para ella. El cigarro se estaba consumiendo rápidamente, pero aún no lograba calmarse.

Sacó el teléfono de su saco con manos temblorosas, la pantalla se iluminó y abrió la galería de fotos. Allí estaban, las imágenes que atesoraba, recuerdos de su infancia, de su adolescencia... fotos en las que siempre estuvo Clay. Recordaba aquellas tardes interminables en las que compartían secretos, las risas cómplices en el colegio, y el recuerdo más dulce de todos: el baile de graduación. Sonrió, la imagen de ambos bailando en la pista, la canción sonando de fondo, sus miradas tan llenas de promesas que parecían a prueba del tiempo.

Cerró los ojos un momento, reviviendo el primer beso. Aquella noche, con la música en el aire, Clay la había besado por primera vez, y aún podía sentir la suavidad de sus labios sobre los de ella, la calidez, la emoción palpable en el aire. Se quedó allí un momento, con el teléfono en las manos, sumida en el recuerdo. Pero entonces, un dolor punzante en su pecho la sacó de su ensoñación, como si su corazón intentara advertirle algo.

Se llevó una mano al pecho, intentando respirar con calma, pero el dolor no cedía. ¿Era posible que estuviera tan conectada con él que sintiera su sufrimiento a través de la distancia? El sentimiento de miedo creció, y con rapidez apagó el cigarrillo, decidida a volver al interior del hospital.

Al entrar, el ambiente dentro no era mucho más reconfortante. Sam estaba de rodillas, recogiendo con cuidado algunos botecillos de medicamento. Arabella los reconoció al instante: eran los medicamentos de Clay. Ella observó en silencio mientras Sam los guardaba en una bolsa, y con una voz suave, comenzó a enumerar los nombres de los medicamentos. Lilith, de pie cerca, parecía incómoda, aunque no lo mostraba con claridad.

 —Son de Clay. Me pidió que los tuviera siempre cerca. Confía en mí, aunque ahora, con lo que pasó, ya no los necesitará. Su corazón ya no será el mismo. —La tristeza en sus palabras era palpable.

Arabella tomó asiento en medio de la sala, el dolor en su pecho aún punzando. Su voz se oyó firme, aunque su expresión estaba teñida de duda.

—Procura que tome siempre sus medicamentos... —dijo, mirando a Sam con cierta insistencia.

Sam, con el ceño fruncido, la miró un momento, confundida, y luego replicó con suavidad:

 —¿A qué te refieres exactamente?

—Clay tiene alergias, sobre todo cuando comienza la primavera. Es alérgico al polen y a las abejas... —respondió brevemente la israelí, sin querer profundizar demasiado en el tema, pero con la seriedad que le requería la situación.

Sam sonrió con nostalgia, como si ese detalle tan sencillo fuera una pequeña revelación de todo lo que le había tocado vivir al lado de Clay, pero la señora Beresford no se detuvo allí. Observó a Arabella, y con un tono decidido, le entregó a Clay de manera simbólica, como si ya no fuera su responsabilidad directa.

 —Solo procura estar siempre al pendiente de él... ya sabes cómo es. Eso no significa que iré a visitarlos cada semana... —su voz se quebró ligeramente, y una lágrima asomó en sus ojos, aunque se apresuró a limpiársela, manteniendo una fachada tranquila.

Sam se levantó, se acercó a Lilith y la abrazó con suavidad. Lilith aceptó el abrazo, aunque tensada, como si no pudiera relajarse completamente. Después, le dijo, casi con brusquedad:

 —No es necesario... —la voz de Lilith era más firme ahora, y su expresión se suavizó levemente.

Sam, sin embargo, parecía sincera en su agradecimiento.

—Gracias. Haré lo mejor que pueda. Amo mucho a su hijo, le prometo que soy una buena persona—dijo, apartándose un poco de ella, pero sin dejar de mirarla con calidez. Luego, con una leve sonrisa, continuó—Solo quiero pedirle algo, si no es demasiada molestia, poder decirle a Clay que está bien que me ame a mí también... y que debe saber que su padre estaría muy orgulloso de cómo maneja la empresa.

Arabella, desde su asiento, suspiró, sintiéndose tensa por la situación, sus nervios al límite. Se mordió el labio inferior, mirando de reojo a Lilith, que no dejaba de mirar a Sam. Lilith le sonrió apenas, como si algo en su interior estuviera dejando escapar un sentimiento de orgullo por su hijo.

—Clay siempre a notado mi apoyo. —dijo, en un tono que reflejaba tanto afecto como tristeza—. Él siempre a sabido que es mejor que su padre. Y siempre le he dicho que estoy muy orgullosa de él.

Sam las miró con una expresión de emoción contenida, con una sonrisa que parecía de esperanza, de reconocimiento. Pero la atmósfera seguía tensa, y Arabella no pudo evitar seguir comiéndose las uñas nerviosamente. Su mente era un caos, y cada palabra que pronunciaba Lilith la hacía sentir más distante de lo que había sido en el pasado, cuando todo parecía estar en su lugar.

Lilith observó a Arabella, y sin pensarlo demasiado, acercó su mano hacia su rostro, retirándola suavemente de su boca. Arabella, algo avergonzada, le sonrió, consciente de la tensión que estaba creando sin quererlo, y dejó de morderse las uñas, aunque el nerviosismo seguía latente en su interior.



Continuará....................




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¡Ayyyyy!, ya se llegó a la parte donde Clay comienza a saber todo lo que sucede, ¿Les gusta la manera en que se escribió este capítulo?

¿Tienen ideas o sugerencias?

¡Sin mássssssssssss!

¡Nos leemos prontooooooooo!

xx Ali <3

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