𝟏𝟎. 𝐈'𝐝 𝐫𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐝𝐢𝐞 𝐭𝐡𝐚𝐧 𝐥𝐨𝐬𝐞 𝐲𝐨𝐮
But if one of us dies
I hope I die first'
Cause I don't wanna live without you
I don't wanna ever learn
How to fall asleep without you
Die first- Nessa Barett
Arabella se encontraba en la sala de espera, su mente atrapada en una maraña de pensamientos mientras el tiempo parecía detenerse. No había noticias de Clay. Cada minuto que pasaba sin información sobre su estado se sentía como una eternidad. Sam, al ver la angustia de las mujeres, decidió que iría ella misma a preguntar por el estado de Clay, convencida de que necesitaban respuestas.
Sam les lanzó una mirada tranquila, como queriendo asegurarles que todo estaría bien, antes de caminar hacia el pasillo en busca de los médicos. Arabella, con las manos inquietas en su regazo, las apretó con fuerza al ver que la mujer se alejaba. Lilith la observaba en silencio, pero su rostro mostraba la misma preocupación que Arabella sentía.
Luego de que Sam intentara preguntar a unos Doctores que estaban en el pasillo, un médico que estaba en llamada decide interferir con información valiosa.
—Todo va bien, todo sigue según lo planeado —dijo con una sonrisa que parecía más forzada de lo necesario.
Sam lo miró con desconfianza, algo en su postura no le inspiraba seguridad. Arabella se tensó en su asiento al escuchar la conversación desde la distancia. La mirada de Sam se posó en los bolsillos de Larry, donde algo brillaba tenuemente en uno de ellos. Era una botella de metal, un termo pequeño, aparentemente inofensivo, pero Sam lo reconoció al instante como uno que a menudo se usa para ocultar alcohol.
—Usted no es médico de este hospital, ¿verdad? —preguntó con una mezcla de curiosidad y sospecha.
Larry levantó una ceja, algo molesto por la insinuación, pero su sonrisa se mantuvo intacta.
—Soy Larry Lupin, el anestesiólogo de Clayton. Mucho gusto —dijo, extendiendo la mano hacia ella con demasiada confianza.
Sam dudó un momento, pero finalmente estrechó su mano, sin dejar de analizarlo. Después, sin decir nada más, se dio la vuelta y se alejó, marchándose en dirección contraria, mientras Larry se quedaba allí, algo dudoso pero decidió irse al otro lado, a la cafetería para comer algo seguramente.
Arabella seguía observando desde la distancia, notando la interacción que parecía sospechosa. Aunque Sam había desaparecido de su vista, la incertidumbre seguía apoderándose de ella. ¿Qué había querido decir Larry? ¿Por qué su comportamiento parecía tan extraño? La inquietud la estaba matando, pero lo que sucedió después la hizo temblar aún más.
Minutos después, la puerta de la sala se abrió, y la Señora Kaplan, entró junto a Noah. Arabella, algo sorprendida, se puso de pie rápidamente y los saludó con una sonrisa forzada, intentando ocultar la ansiedad que sentía.
—Hola mi nena linda, creímos que lo mejor fue venir a apoyar un poco más a Clay,—le expresa a su hija mientras le da una sonrisa tranquilizadora.
—Hola Mamá.........gracias....., enserio...— dijo apenas la israelí, apenas y podía hablar, estaba pensando en la interacción de Sam y el Doctor Lupin aún.
—Iré a hablar con Lilith, para ver como va todo, ¿vale?— le dice a Ara, la cual apenas asciende con la cabeza.
Alessia, la madre de Arabella se sentó junto a Lilith, y comenzaron a hablar sobre la operación de Clay. Mientras tanto, Noah, con una expresión seria, se acercó a Arabella, claramente preocupado.
—Arabella, tenemos que hablar de algo muy importante —dijo con voz baja, mirando a su alrededor antes de continuar—. Sam no es quien dice ser.
Arabella lo miró confundida. No comprendía por qué Noah estaba tan agitado. Noah, en lugar de esperar más, sacó su teléfono de abrigo y lo desbloqueó. Pasó rápidamente por algunas imágenes, hasta que llegó a una foto que mostró a Arabella. En la pantalla, un informe con dos apellidos diferentes apareció claramente, uno era el de Sam: Lockwood, y el otro, Tunnell.
Arabella, al ver la imagen, sintió cómo su estómago se revolvía, como si el mundo de pronto se desmoronara a su alrededor. Sus ojos se agrandaron en shock, incapaz de entender lo que estaba viendo. ¿Cómo era posible que Sam tuviera una doble identidad? ¿Por qué no lo había investigado antes?
Lilith, que había estado escuchando, miró la pantalla con incredulidad. Arabella la miró, intentando procesar la información, y fue cuando Lilith rompió el silencio.
—Jamás confié en ella. No sé qué está tramando, pero no me sorprende.
Arabella seguía en shock, aún intentando comprender qué estaba sucediendo. Sin pensarlo más, sacó su iPad de su bolso y comenzó a revisar la cuenta bancaria de Clay. Sus manos temblaban mientras veía la pantalla, pero se sintió aliviada al ver que la cuenta de Clay seguía intacta. Rápidamente, revisó la suya y también estaba en orden. Algo le decía que esta no era la única jugada que Sam estaba intentando hacer.
La Señora Kaplan, al ver la situación escalar tan rápido, pensó en una posible acción. Señaló la silla de donde Sam había dejado su bolso, ahora vacío.
—¿Por qué no buscamos en su bolso? Quizá haya más respuestas allí.— sugirió la mujer rubia.
Las miradas se cruzaron entre las tres mujeres, y aunque la incertidumbre aún las dominaba, sabían que debían hacer algo. Noah, rápidamente, vigiló la puerta, asegurándose de que Sam no regresara pronto. Alessia y Lilith comenzaron a revisar el bolso de Sam, pero lo que encontraron dentro las dejó heladas. Aparte de varios medicamentos, habían cartas de correos con dos apellidos diferentes, Lockwood y Tunnell.
Las tres mujeres se miraron, con los ojos llenos de sorpresa y miedo.
Noah, sin dudarlo, tomó su teléfono y comenzó a marcar rápidamente el número de la policía.
—Voy a llamar a la policía ahora mismo. Esto no puede quedarse así. —Su tono era decidido.
Pero Arabella no pudo esperar más. Se levantó rápidamente, el pánico en su pecho era insoportable. No podía quedarse de brazos cruzados, Clay necesitaba ayuda. Sin pensarlo, comenzó a caminar hacia la puerta, con paso firme.
—No voy a dejar que esto siga. No puedo quedarme aquí. —dijo, con determinación.
Noah, Lilith y Alessia gritaron al mismo tiempo, pidiéndole que no fuera, que lo pensara dos veces. Pero Arabella ya no podía frenar su impulso. Corría hacia el pasillo, su mente solo pensaba en Clay. Tenía que llegar a él, aunque las dos mujeres y Noah trataban de detenerla.
Pero Arabella no podía, no iba a dejar que su vida se desmoronara. El amor de su vida estaba en peligro, y nada la iba a detener.
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La habitación estaba cargada de tensión, y el aire se sentía denso como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Clay, aún inmovilizado sobre la mesa de operaciones, tenía el corazón latiendo con fuerza mientras escuchaba las voces alrededor. No podía hacer nada más que observar, impotente, pero cuando la puerta se abrió y los tacones de Arabella resonaron contra el suelo, algo cambió en el ambiente. Ella entró con la elegancia y la determinación de una reina dispuesta a recuperar su reino.
Arabella avanzó hasta detenerse en el centro de la sala, su mirada fría y calculadora recorriendo a cada persona presente. Jack, quien estaba sentado en un rincón, intentó balbucear algo, pero fue rápidamente interrumpido.
—¿Qué mierda está pasando aquí? —su voz, cortante como una daga, hizo que todos se tensaran.
Nadie respondió al principio, pero finalmente fue Sam quien se adelantó, tratando de mantener la calma.
—Arabella, no es lo que parece. Esto... esto es más complicado de lo que crees.
Arabella soltó una risa amarga, su expresión transformándose en una mezcla de incredulidad y desprecio.
—¿Complicado? —repitió con sorna—. No me vengas con tonterías, Sam. Escuché todo. ¿Qué quieren? ¿El dinero? Díganmelo de una vez.
Jack trató de intervenir.
—Arabella, esto no es personal...
—¿No es personal? —Arabella lo interrumpió, fulminándolo con la mirada—. Están tratando de matar a Clay, y tú me dices que no es personal. Explícame cómo eso no es personal, Jack.
Sam dio un paso adelante, levantando las manos en un gesto conciliador.
—Escucha, Ara, podemos ayudarte. Si te unes a nosotros, todos ganamos. Tú te libras de Clay, y nosotros conseguimos los recursos para pagar las demandas. Es un trato justo.
—¿Unirme a ustedes? —Arabella arqueó una ceja, su tono lleno de desdén—. ¿Qué tienen ustedes para ofrecerme? Nada. Absolutamente nada.
Sam, frustrada, intentó cambiar de enfoque.
—Podemos darte algo mejor. La satisfacción de ver cómo Beresford Capital se derrumba, cómo tu competencia desaparece. ¿No sería ese un final dulce?
Clay, desde su posición, quiso gritar, suplicar que Arabella no cediera. Su mente era un torbellino de emociones, y aunque no podía articular palabras, deseaba con todas sus fuerzas que ella se mantuviera firme.
Arabella no necesitó mucho tiempo para responder.
—¿De verdad crees que eso me haría feliz? —dijo con una sonrisa fría—. ¿Que destruir a Clay y su empresa llenaría algún vacío en mi vida? No me subestimes, Sam.
Mientras hablaba, sus ojos se desviaron hacia una jeringa cercana, su contenido claramente letal. Con una calma inquietante, Arabella la tomó en sus manos, lo que hizo que todos los presentes reaccionaran.
—¡Déjala! —gritó el Doctor Puttnam, su voz cargada de pánico.
Arabella los ignoró, observando la jeringa como si fuera un objeto cualquiera. Luego, con un gesto aparentemente descuidado, la dejó caer al suelo, aplastándola con el tacón.
—Uy, qué torpe de mi parte —comentó con una sonrisa irónica—. Ahora, escuchen bien: la policía ya viene en camino. Les sugiero que empiecen a salir de aquí antes de que sea demasiado tarde.
El caos se desató. Penny, en un arrebato de rabia, se lanzó hacia Arabella, pero ella fue más rápida. Con un movimiento preciso, la golpeó en la cara, haciéndola retroceder mientras un hilo de sangre comenzaba a brotar de su nariz.
—¿Alguien más quiere intentarlo? —preguntó Arabella, mirando a los demás con desafío.
Uno por uno, los implicados comenzaron a abandonar la sala. El Doctor Puttnam fue el primero, Jack fue el penúltimo, deteniéndose un momento antes de cruzar la puerta.
—Seguiré con la cirugía. No le haré daño a Clay —dijo, casi en un susurro.
Arabella no retrocedió ni un paso.
—No te atrevas a tocarlo, Jack. Lárgate.
Jack titubeó, pero finalmente salió de la sala. Arabella apenas había terminado de hablar cuando Sam, llena de rabia, con clara intención de atacar. Se abalanzó sobre ella, sus movimientos llenos de furia.
—¡Eres una maldita entrometida! —gritó, intentando derribar a Arabella.
Pero Arabella estaba preparada. Con un movimiento rápido, esquivó el golpe inicial y contraatacó, golpeando a Sam en el abdomen. La sala se llenó con los sonidos de sus forcejeos mientras ambas intentaban dominar la pelea. Aunque Sam logró conectar un par de golpes, Arabella no se dejó intimidar. Finalmente, con un movimiento decisivo, empujó a Sam contra una pared, dejándola sin aliento.
—¡No te metas conmigo otra vez! —le advirtió Arabella con voz firme, sus ojos llenos de determinación.
Sam, al darse cuenta de que no tenía ninguna oportunidad, salió corriendo de la sala, lanzando insultos y amenazas. La respiración de Arabella era pesada mientras trataba de recuperar el aliento. Sus ojos se dirigieron hacia Clay, aún expuesto en la mesa de operaciones.
Se acercó lentamente, con cuidado, tomó una tela estéril y cubrió el área, como si con ese gesto pudiera protegerlo del caos que acababa de desatarse. Luego, se puso un equipo especial para no comprometer la esterilidad del área. Con delicadeza, se inclinó hacia él, su mano temblando ligeramente mientras apartaba la red médica que cubría el cabello rubio de Clay. Apenas lo tocó, pero ese gesto fue suficiente para reconfortar su corazón.
—Todo va a estar bien ahora, Clay —le susurró, sus labios rozando suavemente su frente—. Los profesionales están en camino, y la policía se encargará de esto. Todo este infierno acabará pronto. Te amo, Clay.
La voz de Arabella era un susurro cargado de amor y desesperación. Clay, desde su perspectiva del alma, observaba cada movimiento de ella con admiración y gratitud. Su sonrisa nostálgica fue lo último que vio antes de que ella se apartara. En ese momento, Clay supo que Arabella era el amor de su vida, su fuerza en la tormenta.
Pocos minutos después, la puerta de la sala de operaciones se abrió para revelar al Doctor Jonathan Neyer y su equipo. Su presencia trajo consigo una calma que hacía mucho tiempo que no se sentía.
—Gracias por venir —dijo Arabella, con la voz aún firme, aunque su interior temblaba.
El Doctor Neyer le dedicó una mirada seria y profesional.
—Haremos nuestro mejor trabajo. Él está en buenas manos.
Arabella asintió, confiando plenamente en ellos. Dio un último vistazo a Clay antes de salir de la sala. Mientras avanzaba por el pasillo, una sonrisa aliviada apareció en su rostro, aunque sus ojos reflejaban el cansancio de lo que acababa de pasar. Al llegar a la sala de espera, se encontró con Noah, su madre y Lilith, quienes la rodearon de inmediato.
—¿Qué pasó? —preguntó su madre, visiblemente preocupada.
Arabella suspiró profundamente antes de responder.
—Jack, su equipo y Sam intentaron matarlo. Todo estaba planeado, pero logramos frustrarlos.
Lilith bufó, sus ojos brillando de rabia.
—Idiotas, van a pagar por esto sin duda . Además ahora, con el Doctor Neyer a cargo, todo saldrá bien.
Noah se alejó para hablar con un policía, transmitiendo rápidamente la información sobre los doctores implicados. Pronto, las órdenes se extendieron, y el hospital comenzó a llenarse de oficiales listos para detener a los culpables.
Arabella, al quedarse sola con su madre, no pudo contener más las lágrimas. Se hundió en sus brazos, llorando de alivio y agotamiento. Su madre la sostuvo con fuerza, acariciando suavemente su cabello.
—Todo pasó, cariño. Clay estará bien —susurró con voz reconfortante.
Mientras tanto, en la sala de operaciones, Clay se dejó llevar por una sensación de calma que no había sentido en horas. Confiaba plenamente en el Doctor Neyer, y su mente comenzó a repasar todo lo que tenía que hacer una vez que saliera de esta. Pedir disculpas a su madre, agradecer a Arabella y, sobre todo, anular su matrimonio con Sam. En su corazón, ya no había dudas: Arabella era la única que merecía ser su esposa.
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La cafetería del hospital estaba tranquila, con el murmullo lejano de conversaciones y el tintineo de tazas al ser recogidas. Arabella, con un vaso de café en mano, miraba distraídamente por la ventana mientras sostenía el teléfono junto a su oído.
—No puedo creer que realmente hayan arrestado a Sam y a esos doctores —dijo Anne al otro lado de la línea. Su tono era una mezcla de incredulidad y alivio.
—Ni yo lo creí al principio —respondió Arabella, tomando un pequeño sorbo de café—. Todo fue tan surrealista, Anne. Pensé que en cualquier momento alguien iba a entrar y decir que era una broma de mal gusto, pero no... realmente intentaron matar a Clay.
—Siempre lo supe, Ara —replicó su hermana con una pizca de indignación—. Sam nunca me dio buena vibra. Había algo en ella que me hacía desconfiar, como si siempre estuviera tramando algo.
Arabella asintió, aunque sabía que Anne no podía verla.
—Sí, bueno... ahora eso ya no importa. El Doctor Neyer está a cargo y parece que todo está saliendo bien. En unos minutos deberían darnos noticias.
—Espero que así sea, Ara. Clay es un buen hombre, y después de todo lo que has hecho por él, merece otra oportunidad. Pero, por favor, cuídate también. No puedes salvar a todo el mundo si tú misma estás agotada.
Arabella sonrió, sabiendo que Anne tenía razón.
—Lo haré, te lo prometo. ¿Cómo va tu viaje?
La conversación cambió de rumbo hacia temas más ligeros: el viaje de Anne, recuerdos compartidos, y algunas bromas sobre la cafetera del hospital, que, según Ara, parecía haber sobrevivido varias guerras. Finalmente, ambas se despidieron, y Arabella colgó el teléfono, sintiéndose un poco más aliviada.
De regreso en la sala de espera, encontró a su madre y a Lilith profundamente dormidas, sus cabezas apoyadas una contra la otra. La imagen le arrancó una sonrisa; después de todo, ambas habían estado tan preocupadas como ella. Noah estaba sentado a un lado, revisando algo en su iPad. Arabella se sentó junto a él sin decir nada y, después de unos momentos, dejó caer su cabeza sobre su hombro.
Noah levantó la vista, sonriendo suavemente, y depositó un beso en su cabello. —¿Cómo te sientes? —preguntó en voz baja.
Arabella cerró los ojos por un instante, dejando que la calidez de la pregunta la envolviera. —En paz... Solo quiero que nos digan que todo salió bien.
—Lo hará —dijo Noah con seguridad—. Neyer es de los mejores. Clay está en buenas manos.
Poco a poco, el cansancio acumulado de las últimas horas venció a Arabella, que terminó quedándose dormida apoyada en Noah.
Treinta minutos después, un enfermero del equipo del Doctor Neyer llegó a la sala de espera. Noah, al verlo, despertó suavemente a Arabella, que abrió los ojos de golpe.
—Hay noticias —le dijo.
Su madre y Lilith también se despertaron rápidamente, y todos se acercaron al enfermero, que llevaba una expresión serena.
—El trasplante fue un éxito —anunció—. Clay está estable y será trasladado a observación antes de asignarle una habitación.
Un suspiro colectivo de alivio recorrió el grupo. Lilith y Arabella se abrazaron con fuerza, las lágrimas de gratitud corriendo por sus rostros.
—Gracias por estar aquí, Ara. No sé qué habría hecho sin ti —dijo la progenitora de Clay.
—No tienes que agradecerme nada —respondió Arabella, estrechándola aún más fuerte—. Lo importante es que Clay está bien.
Arabella luego abrazó a su madre, que le susurró.
—Esto fue un milagro, Ara. Clay estará bien, y todo esto quedará atrás.
La sala de espera se llenó de sonrisas y lágrimas de alivio. Lo importante era que Clay estaba a salvo, y por primera vez en horas, la esperanza parecía más real que nunca.
Continuará............................................
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¡Un poco corto el capítulo pero necesario!.
¡Espero les haya gustado el capítulo tanto como a mi al escribirlo jeje!.
¡Sin másssssssssssssss!
Nos leemos prontoooooooooooo
xx Ali <3
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