1. 𝐩𝐚𝐬𝐭
(Pasado)
Era una noche elegante en la mansión de los Beresford, donde los murmullos de conversaciones adultas llenaban el aire. Los padres de Clay y Arabella estaban sentados en la mesa del comedor, discutiendo sobre futuros acuerdos comerciales, el crecimiento de sus respectivas empresas y los planes de expansión. Sin embargo, en una esquina del amplio salón, Clay, Arabella y su hermana menor, Anne, se encontraban sumidos en su propio mundo.
—¡Vamos a jugar a las escondidas! —propuso Clay, sus ojos brillando con emoción mientras miraba a Arabella, quien estaba vestida con un delicado vestido rosa que le daba un aire encantador.
—¡Sí! —respondió Arabella, con una sonrisa traviesa—. Anne, ¿quieres jugar con nosotros?
—¿Puedo? —preguntó Anne, emocionada, aunque un poco tímida. Clay y Arabella eran como dos imanes, y aunque a menudo dejaban de lado a su hermana menor, Anne siempre encontraba una forma de unirse a sus juegos.
—Claro, pero no te enojes si te encontramos primero —dijo Clay, guiñándole un ojo a Arabella.
La pequeña Anne se unió al juego, pero a medida que contaba hasta veinte, se dio cuenta de que estaba siendo desplazada una vez más. Clay y Arabella intercambiaron miradas cómplices y comenzaron a correr, escondiéndose detrás de las enormes cortinas del salón.
—¡Uno, dos, tres! —contó Anne, su voz resonando en el silencio, mientras su hermana y el pequeño Beresford se movían rápidamente para encontrar el lugar perfecto para ocultarse.
Cuando Anne terminó de contar, comenzó a buscar. Primero miró detrás del piano de cola, pero solo encontró la polvorienta botella de vino que había sido olvidada. Al darse cuenta de que los dos mejores amigos se habían esfumado, decidió investigar la biblioteca, donde los libros estaban alineados en estanterías que llegaban hasta el techo.
—¡Los voy a encontrar! —gritó Anne, riendo a medida que avanzaba.
Mientras tanto, Clay y Arabella se reían en sus escondites, compartiendo sus sueños de grandeza en sus murmullos.
—Cuando sea grande, quiero ser astronauta —dijo Clay, con una mirada brillante en sus ojos—. ¡Voy a volar a la luna!
Arabella se rió.
—Eso es genial, Clay, pero yo quiero ser antropóloga. Quiero viajar por el mundo y descubrir nuevas culturas.
Ambos se sintieron invadidos por la emoción de sus sueños, completamente ajenos a las conversaciones de sus padres.
—¡Bingo! —gritó Anne al descubrir a Clay, quien salió corriendo de su escondite.
La cena pronto se anunció desde el comedor. Los tres niños corrieron hacia la mesa, con el cabello revuelto y la risa en sus rostros. Al entrar al comedor, los padres de Clay y Arabella les sonrieron, complacidos de ver a los niños tan felices.
—¿Qué hacen ustedes tan revueltos? —preguntó la madre de Clay, alzando una ceja.
—Jugando a las escondidas Señora —respondió Arabella, sentándose en su silla con una sonrisa amplia.
Mientras los adultos comenzaban a servir la cena, las conversaciones se centraron nuevamente en el futuro de las empresas familiares. Los padres intercambiaron miradas de satisfacción, conscientes de que sus hijos eran la próxima generación, los futuros líderes de los negocios que habían construido con tanto esfuerzo.
—Sin duda, Arabella y Clay llevarán las riendas de nuestras compañías algún día —dijo el padre de Clay, brindando con su copa—. Son el futuro.
Arabella, escuchando, se sintió emocionada y nerviosa a la vez. Mientras tanto, Clay miraba a Arabella y sonrió, pensando en las aventuras que les esperaban en el futuro. Sin embargo, ninguno de ellos imaginaba cuán equivocados estaban sobre lo que realmente les depararía la vida.
La cena avanzó con risas y platillos gourmet, pero los sueños de Clay de convertirse en astronauta y la aspiración de Arabella de ser antropóloga se desvanecieron lentamente, eclipsados por las realidades que aún no habían llegado a comprender. La inocencia de aquellos momentos era un recordatorio de que, a veces, los sueños de la infancia son solo eso: sueños.
(Actualidad)
Arabella Kaplan se sentó en su oficina, rodeada de documentos y estadísticas. La luz del sol se filtraba a través de la ventana, iluminando el rincón donde había colocado una fotografía enmarcada de su infancia. En la imagen, ella y Clay Beresford sonreían, con la inocencia de aquellos días reflejada en sus rostros. Arabella suspiró profundamente, anhelando volver a esos momentos en los que eran inseparables y se entendían sin palabras. Ahora, la distancia entre ellos era palpable; cualquier intercambio se cargaba de sarcasmo y competencia.
En ese momento, la puerta se abrió y su hermana menor, Anne, entró con un rostro serio. Llevaba una carpeta en la mano, y Arabella notó de inmediato que algo no estaba bien.
—¿Qué sucede? —preguntó, aunque su tono reflejaba una mezcla de curiosidad y preocupación.
Anne le entregó la carpeta, y Arabella la abrió con desánimo. Las estadísticas de la empresa estaban claramente detalladas, y su mirada se detuvo en una línea en particular. La compañía Beresford había superado a los Kaplan, colocándose delante de ellos en el ranking.
—Genial, simplemente genial —murmuró Arabella, dejando escapar un suspiro frustrado. Comenzó a maldecir por lo bajo, pensando en cómo podría avanzar y superar a Clay.
—¿Sabes? Tal vez deberías dejar de pensar en esto como una competencia —sugirió Anne, intentando aliviar la tensión—. Quizás deberías invitarlo a un café y...
Arabella levantó la mirada, su expresión transformándose en una mezcla de incredulidad y enojo.
—¿Un café? ¿Con Clay? —interrumpió, riendo irónicamente—. Eso sería como invitar a un zorro a cuidar a las gallinas.
Anne, sintiendo el ambiente cargado, simplemente se encogió de hombros y se marchó, dejando a Arabella sola con sus pensamientos.
Arabella se sintió abrumada por la presión. Sabía que su padre no dudaría en reprenderla por esta situación. En medio de su angustia, su teléfono sonó, rompiendo su tren de pensamientos. Al mirar la pantalla, se extrañó al ver que era su madre.
—¿Qué quieres? —respondió, un poco brusca.
La voz de su madre, dulce pero insistente, resonó al otro lado de la línea.
—Arabella, cariño, ¿Cuándo iremos a ver tu vestido de novia?
Arabella apretó los dientes, sintiendo cómo la frustración se acumulaba dentro de ella.
—No tengo tiempo para eso ahora, mamá —replicó, su voz tensa—. Estoy ocupada.
Sin esperar respuesta, cortó la llamada, decidida a centrar su energía en crear un plan para destruir a Clay. Mientras tanto, en el edificio de enfrente, Clay sonreía con satisfacción al ver que había superado a los Kaplan en las estadísticas.
—¡Carajo!, ¡Soy el mejor! —exclamó, disfrutando de su victoria. Sin pensarlo dos veces, marcó el número de Arabella, ansioso por provocar una reacción.
—¡Hola, Cel! No puedo creer que sigas intentando, a pesar de que claramente has perdido la batalla. ¿No te sientes un poco ridícula tratando de alcanzar mi sombra?
Arabella apretó los dientes, su paciencia comenzando a desbordarse.
—¿Ridícula? No, Clay, eso eres tú, empeñado en creerte el rey de la colina solo porque un par de estúpidos te aplauden. Deberías saber que la gente no respeta a los que solo saben jugar sucio.
—Por favor, ¿quién es la que se queja? ¿La misma que usa sus artimañas para intentar escalar en la empresa? ¿Esos trucos de patio de escuela no funcionan aquí, Cel —respondió Clay, cada palabra llena de desprecio.
—¡Lo que no funciona es tu ego desinflado! Tienes la sutileza de un elefante en una tienda de porcelana. Solo porque tus padres te han dado todo en una bandeja de plata no significa que tengas talento. Eres un fraude, Clay —replicó Arabella, su voz cortante como un cuchillo.
—Dices eso porque sabes que no estás a mi nivel. Tal vez deberías dejar de jugar a la empresaria y volver a tus cuentos de hadas. La realidad no es un sueño en el que siempre ganas, y no soy yo quien se aferra a una fantasía —Clay dejó escapar una carcajada, disfrutando de la rabia que podía provocar en ella.
Arabella sintió que la ira le subía por el cuello, deseando poder atravesar la pantalla y golpearlo.
—¿Acaso no te cansas de ser un niño mimado que no sabe cómo lidiar con la competencia? Te crees mejor que todos, pero en realidad eres un cobarde que se esconde detrás de su apellido —arguyó Arabella, sus palabras fluyendo como veneno.
—¿Un cobarde? ¡Por favor! Mientras tú te retuercen en tu inseguridad, yo sigo ganando terreno, y ni siquiera has podido tocarme —Clay contestó, disfrutando de la tensión palpable—. ¿Qué estás haciendo?, ¿Esperando que la fortuna te sonría con tu novio judío de papel?
Arabella sintió una punzada en su pecho, su voz temblando de rabia.
—No tengo tiempo para jugar tus juegos de idiota. Eres un arrogante que no entiende que el verdadero trabajo duro supera a la herencia. ¡Los Kaplan no necesitamos hacer trampas para ganar, pero claramente tú sí!
—Dices eso mientras te agarras de tu vestido de novia como si eso fuera a salvarte. Te aseguro que con esa actitud ni siquiera te dejarán entrar en la sala de juntas —Clay contraatacó, sintiéndose cada vez más fuerte.
Arabella respiró hondo, intentando controlar la furia que amenazaba con desbordarse.
—En serio, Clay, si fueras tan brillante como te crees, no tendrías que intentar aplastarme para sentirte mejor contigo mismo. La verdad es que necesitas mi nombre en tu boca para que la gente sepa quién eres realmente —dijo con una sonrisa sarcástica.
—¿Y qué hay de ti, Cel? Si no hubiera sido por mí, aún estarías en la sombra de tus sueños estúpidos. Así que quizás deberías darme las gracias por la inspiración en lugar de intentar derribarme. Es patético, incluso para ti —Clay dijo, sintiendo que la victoria estaba a su alcance.
—La única inspiración que necesito es ver cómo alguien como tú se convierte en el fracaso que siempre serás. Veo que no has cambiado nada desde que éramos niños, solo que ahora eres un niño mimado con un traje y una corbata —Arabella escupió, sintiéndose invencible.
La discusión se intensificó, cada palabra afilada como un cuchillo, hasta que Arabella fue interrumpida por Noah, quien entró en la oficina y notó la tensión palpable.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, tomando aire antes de acercarse a Arabella para quitarle el teléfono y colgar la llamada. —Pierdes el tiempo discutiendo con Clay, Bella —dijo Noah, con una mezcla de preocupación y determinación—. Recuerda lo que dice la Torah sobre insultar a un hermano.
Arabella frunció el ceño y respondió con desdén.
—Ese idiota no es ni una pizca de hermano, Noah. Es un engreído y mi rival a muerte.
A pesar de tener una foto de ambos de niños que le recordaba momentos felices, en ese instante, solo podía sentir el peso de la rivalidad que los separaba. La carga de sus responsabilidades y el dolor de la traición marcaban cada uno de sus pensamientos, mientras se preparaba para luchar en un juego que una vez fue de amigos.
Continuará................
✩ ─── 「coment」─── ✩
Es un poco de introducción de esta historia, ¿Comentarios?.
Esta historia es un poco enemies to lovers, aunque me inclino más a Rivals to lovers.
Estoy muy ansiosa por desarrollar más sobre esta historia.
En fin
SIN MÁSSSSS.
¡NOS LEEMOS PRONTOOOOO!
XX Ali <3
✩ ─── 「༻ ✡ ༺」─── ✩
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