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Lealtad.

Una palabra que Min Agust lleva tatuada en su pecho y bajo él, el nombre de su organización y el de su hermano idéntico Min Suga. Es a lo único que le debe algún tipo de respeto y quien ose tocar lo que anhela debe saber que su sentencia es próxima.

La mirada de Suga hacia su hermano fue sutil. Se conocían a la perfección que solo por la mirada de su ejecutor supo lo que estaba pensando. Jugaban a menudo a ser un solo individuo.

—Es hora de rezarle a tu Dios —mencionó Agust soltando el humo de su cigarro sobre la cara de la escoria que intentó venderlo el otro día—. Tienes dos segundos —Suga apuntó hacia su rostro mientras oía las súplicas en segundos y sin parpadear soltó el gatillo manchando a los presentes de la dulce sangre de la venganza—. Dime que ha dejado algún beneficio.

—Lo ha hecho. Jackson tiene la información arriba.

—Termina con esto y sube —su hermano asintió mientras apuntaba a la cabeza del otro hombre atado a su lado que también era un traidor en su mundo.

Min Agust no se andaba con rodeos, cualquiera que lo conociera sabía que no manejaba las traiciones, no desde que su hermano idéntico Min Yoon Gi se convirtió en Judas. Suga tomó la decisión más estratégica y se quedó en la organización D-Day, no sería tan estupido como para ir en contra de las palabras de Agust, su jodido Dios.

Su familia no se destacaba por ser la más justa o leal. Habían sido criados por la peor de las escorias vivientes y una madre adicta que no estaba interesada en ellos. Agust se destaca como mayor de al menos tres minutos con diferencia con Yoon Gi, y de Suga seis, así que era el considerado mayor de los trillizos, la figura de seguridad que sus hermanos tenían.

Todo lo que conocían era la muerte y el dolor. Su padre era el jefe de una organización muy grande, pero la estupidez nunca logró combatir con la habilidad nata que Agust tenía en sus venas, aprendió rápido a defenderse y a soportar todo tipo de torturas, cada vez que caía se levantaba más su odio y era lo único que lo motivaba para no matarse, su hermano Suga soportaba lo necesario, pero Yoon Gi era el más débil de los tres y quién Agust protegía más, incluso se ofrecía a ser golpeado en lugar de su hermano.

El sufrimiento una vez acabó para los trillizos cuando entre las golpizas de su padre, Agust tomó lo primero que encontró para defenderse a él y sus hermanos. Clavando un par de palillos de madera sobre el cuello de su padre, una y otra vez con tanta fuerza y odio que cuando se percató de lo que estaba haciendo el hombre ya estaba inerte sobre él.

Lo dejó caer al suelo y miró los ojos de sus hermanos que no le miraban con miedo, sus ojos eran alivio, como si miraran a un héroe. Miró los palillos de madera cubiertos de sangre y sonrió levemente aliviado.

Lealtad.

Ese día conoció esa cualidad en las personas. Con diecisiete años Min Agust lanzó la cabeza de su padre a los hombres que lo seguían fielmente, proclamándose como el nuevo líder de la organización, de ahí nació D-Day.

Agust era quien se encarga de todo por ahí, conocía mucho de los negocios, pero tuvo la única ayuda de la persona que menos creyó que la tendría, la mano derecha de su padre Ko Yazu, un hombre japonés ya viejo, besó su mano en honor a su lealtad. Sus ojos brillaron de placer al sentirse poderoso, él era un Dios.

Ko Yazu era su mano derecha, su hermano Suga había preferido ser parte de los ejecutores y Yoon Gi sin duda estaba harto de tener que seguir en ese ambiente de maldad. Agust lo sabía, el sadismo en los ojos de Suga no eran lo mismo que en los ojos de su otro hermano. Él se encargaba de la seguridad, era muy ágil con la tecnología y había pedido estar alejado de lastimar inocentes.

Agust y Suga no veían a esos tipos como "inocentes" y Yoon Gi dejó de verlo de esa manera cuando uno de esos tipos lo mantuvo secuestrado. Fue Agust quien dio su vida por la de su hermano, aunque la lealtad solo estaba para los suyos, en medio del intercambio hubo una intersección y D-Day cobró venganza. Yoon Gi aprendió una lección ese día, odiaba a los tipos como el que lo secuestró, odiaba ese mundo, odiaba la organización, odiaba lo que Agust representaba.

"Di mi vida por la tuya" recordó Agust mientras tomaba una copa de vino y esperaba a que Suga volviera de hacer su trabajo. Jackson lo miró sutilmente sin decir una sola palabra, cuando su jefe se perdía en sus pensamientos era mejor no molestarle.

El día que Yoon Gi decidió traicionarlo fue el día en que juró matarlo si lo volvía a encontrar, la redención sería dada de su mano y al Judas no se le iba a perdonar. Había escapado con información de sus clientes y rutas, lo primero que hizo con ello fue entregarlo a la policía, a cambio de su libertad, lo que su hermano no sabía era que Agust tenía hombres vigilandolos a ellos dos todo el tiempo sin que lo supieran, porque la confianza en ese momento era inestable y tuvo razón. Cuando los agentes llegaron al sitio donde se ubicaba D-Day, estaba deshabitado por las cabezas de altos mandos.

Suga había mirado a su hermano ese día y le dio una opción, su lealtad o la muerte. Entonces cortándose el rostro con su cuchillo favorito le mostró lo que era capaz de hacer por su lealtad, la sangre roja del cuchillo cayó sobre la piel de Agust quien también se cortó en el pecho para mostrar su lealtad. Era un pacto silencioso. Ese día juraron funcionar sin Judas.

—Estoy aquí —se anunció Suga mientras caminaba hacia su hermano que permanecía con la mirada perdida—. Agust —llamó repetidas veces hasta que los ojos oscuros del jefe lo miraron.

—Jackson, dinos lo que has descubierto —mencionó Agust sin mirarlo.

—Min Yoon Gi es el responsable —la sangre de Agust burbujeó en su cuerpo.

—Se llama Judas. Nunca más digas su jodido nombre o te mataré —amenazó Suga en el helado ambiente. Miró a los ojos del jefe y este sonrió por un momento sin mirarlos.

—Así que es su culpa que mi hombre de confianza esté muerto, bien. Le haré tragar su propia mierda. Quiero que me entregues toda la información que exista sobre él —Suga miró detenidamente a su hermano.

—Se supone que lo ignoramos.

—No esta vez, me tiene las pelotas en la garganta. Se está volviendo un dolor de cabeza. Si cae en la trampa entonces es el momento.

—Entonces lo has decidido.

—Lo hice y si te complace dejaré que lo desmiembres primero —no dijo ni una palabra. Nunca habían hablado a profundidad de matar a su trillizo, sabía que era un plan a largo plazo, uno que comenzó cuando tenían veintiuno, ahora con treinta y ocho años encima creyó que Agust había dado su brazo a torcer y solo lo ignorarían como siempre—. Todo sobre él, Jackson, y no regreses hasta que no tengas todo lo que quiero saber —el hombre asintió antes de irse—. Suga, ¿por qué estás molesto?

—No siento tal cosa. Me ha sorprendido que Judas todavía se moleste en perseguirnos como a unas cucarachas.

—Todo tiene un precio y tomaremos todo lo que le importe. Se ha creído que puede andar por ahí matando a mis hombres, pero se ha equivocado, tan equivocado y lo sabrá.

—Estoy seguro que ha estado todos estos años ideando la forma de atraparnos, pobre bastardo, solo alcanzó a tocar un dedo de la mano derecha —Agust sonrió, eso era verdad, pero estaba decidido a extirpar todo lo que le importara.

El alto mando de la Inteligencia Coreana miró a Yoon Gi —Esto es un problema, debían venir con vida y por su culpa más de mis agentes están en sus manos.

El operativo había salido mal, era consciente de ello. Se había localizado un automóvil de la organización D-Day cerca de Busan, el plan era atacar, pero no contaban con que el auto no estaba solo en la zona.

Yoon Gi había atacado sin estrategia, solo quería tenernos en las manos y ser dueño de un avance en su investigación, pero fracasó, y él fue salvado de ahí, pero sus colegas fueron atrapados por los hombres de Min Agust, su trillizo.

Jungkook miró a su jefe entrar a la oficina —¿Está molesto? —su pregunta lo irritó—. Disculpa...

—Es obvio que la he cagado, solo puedo rezar que esos hombres atrapados sean rescatados próximamente, si no es toda mi culpa.

—Estaban haciendo su trabajo, Yoon Gi —vio a su jefe sentarse frente a su escritorio.

—No, debí llevar el operativo de otra manera. Fui imprudente. Esto puede sacarme del caso. Estoy suspendido por un mes, hasta entonces solo estoy a cargo del caso de Park —la expresión de Jung Kook había dicho mucho por él. Sabía que le fastidiaba, pero eran compañeros de cama, lo demás era su trabajo.

El agente cerró la puerta con seguro y se acercó al inspector Min —Puedo ayudarte con ello, el estrés —aclaró. Yoon Gi mantuvo silencio mirando cómo el muchacho caía en sus rodillas frente a sus piernas, tiró la silla hacia atrás dejando que el agente se metiera bajo el escritorio y entre sus piernas.

—Joder —jadeó acariciando los cabellos castaños del agante que jugaba con su polla medio dura, la suavidad de la boca cubrió su longitud. Tomó sus cabellos con delicadeza mientras el menor trabajaba para él.

En realidad estaba estresado, el caso de Park había comenzado hace más de cuatro meses y no había ningún tipo de resultados que fuera elemental para el caso, su objetivo parecía no tener idea de los negocios sucios que su padre llevaba, no podía creer que fuera así, algo de valor debe tener escondido.

Su segundo caso y el que le ha tomado casi quince años estaba relacionado con la organización D-Day y sus hermanos. Sabía que algo jodido debería tener cuando en su sistema saltaba la justicia más que la venganza, él no era como sus hermanos idénticos, nunca encajó en el sadismo desenfrenado por la muerte como ellos.

Se había corrido en su boca, menos tenso y manso, eso le sucedía mucho. Jung Kook subió a su regazo besándose con fuerza —Ven al departamento después —susurró sobre su oído—. Debo irme, ahora. Necesito descansar —el menor asintió con los ojos llenos de ilusión. Compañeros de cama no era como Jungkook los describiría, pero era lo que debía aceptar.

Abrió la puerta de su departamento encontrando a su novio, debía parecer contento de verlo, quizá lo estaba, pero no era un buen momento —Yoon Gi —dijo el castaño al acercarse—. Te lastimaron —murmuró tocando su rostro. Asintió besando sus abultados labios.

—Ha sido un día largo, tuve un operativo y todo se salió de control, pero estoy bien. Debiste haber avisado.

—Quería sorprenderte, solo eso... pero hice la cena, podemos comer —él asintió tomando la mano de su novio para que lo consintiera—. Suspendieron las clases de mañana, pensaba en quedarme contigo... —mencionó dejando el plano sobre la cerámica de la isla—. Puedo cuidarte.

—Tú eres mi cura, Ji Minie —tomó su mano y la beso mientras que sus ojos lo miraron con cariño, un cariño que lo confundía todo el tiempo, la mentira de su trabajo había cruzado sus caminos de forma equivocada. A veces deseaba a Ji Min para él, otras veces lo quería muy lejos, estaba jodiendo todo su sistema. Ji Min no era suyo, era el caso Park.

Cerró los ojos entre un suave clímax perdido entre el placer que su hombre le ofrecía, sintió las caricias entre su pecho y cuello hasta que el mayor cogió su rostro para besarlo profundamente mientras lo jodía.

Había gemido suave al correrse sintiéndose lleno mientras el peso de Yoon Gi lo arrulló, se besaron en silencio hasta que el mayor se apartó cuando el timbre de su móvil comenzó a sonar.

—Ji Min —murmuró besando su mejilla—. Me iré a dar una ducha —el menor asintió mirando como dejaba la cama. Cubrió su cuerpo con algunas prendas cercanas y se acostó hacía un lado usando la cobija como refugio, tomó una de las almohadas abrazándola para sentir menos soledad. Su novio no era el mismo con él desde hace un tiempo, a veces cálido, a veces frío.

Trató de dormir aun cuando sintió el peso de Yoon Gi en la cama, pero ni siquiera lo tocó. No estaba seguro de cuánto tiempo transcurrió desde que intentó dormir, pero el peso en la cama se había ido otra vez. Miró hacia atrás cuando escuchó el cierre suave de la puerta del dormitorio.

Tomó asiento en la cama pensando en si seguirlo, cogió un suéter que estaba en el cesto de la ropa sucia de novio y lo vistió antes de salir del dormitorio con cautela.

—Ji Min está aquí, olvidé decirte —su andar se detuvo cuando escuchó la voz de su pareja jadeante, los sonidos de besos y jadeos eran evidentes para él. Mirando desde la esquina de una pared vio como su pareja se medio se enrollaba con Jeon Jung Kook, un compañero de trabajo—. Mierda —gruñó cuando los ojos del mayor y los suyos se miraron. El agente se apartó jadeante mirando como poco a poco los ojos de Ji Min se llenaban de lágrimas.

Corrió al dormitorio tomando sus ropas mientras se cambiaba, esa no era su casa, era el departamento de Yoon Gi, no tenía nada que hacer por ahí si su novio no tenía ningún tipo de decencia, la puerta de entrada aún estaba abierta mientras lo engañaban.

—Ji Min —la voz acelerada de Yoon Gi se escuchó a sus espaldas—. Lo siento.

—Me lo hubieras ahorrado, imbécil —mencionó dejando el suéter en la cama—. Sabía que algo andaba mal contigo, pero no esperaba este jodido cinismo —se apartó y Yoon Gi no lo detuvo, no podía hacerlo porque tenía razón.

No había manera de confesarle que sus intenciones reales las habían determinado para su misión de investigar al padre de Ji Min, Park Dong Hyun un jefe de la mafia de Busan al que ha estado persiguiendo desde hace un tiempo, aunque su atracción por él estaba siendo afectada por lo que sentía por su colega.

Cuando salió no vio a Jung Kook por ninguna parte, estaba molesto y herido. Conocía a Yoon Gi desde hace seis meses, sabía de la existencia de Jung Kook, pero siendo un amigo, no podía creer que lo estaban traicionando en sus narices. Cogió las llaves de su automóvil con las manos temblorosas, condujo hasta su departamento.

Entre lágrimas se dejó caer sobre la cama y se abrazó a sí mismo hasta que consiguió aliviar su dolor.

Se había sentido amado e idealizado por un hombre que lo hacía sentir especial, pero una vez más ahora se sentía solo y perdido en el destino de su vida. 

Muchas gracias por leer 💜
-: ✧ :-゜・.FairyWinB

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