VI. Rainy day

La lluvia no paraba, y por cómo el cielo gris oscuro se veía desde mi ventana, parecía que no lo haría en horas. Estaba atrapada en casa, sola, mientras mis papás y mis hermanos habían salido a hacer no sé qué cosa. Les dije que no quería ir porque prefería evitar empaparme. La verdad era que me sentía agotada, y una tarde tranquila viendo mi serie favorita, The Walking Dead, sonaba como la mejor terapia.

Estaba acurrucada en mi cama, rodeada de almohadas, con mi manta favorita cubriéndome hasta la barbilla. Había un tazón de palomitas al alcance de mi mano, aunque ya se estaba vaciando peligrosamente, y el control remoto descansaba en mi regazo. Estaba en plena maratón, justo en una escena donde los personajes hacían algo estúpido, como siempre.

—¡¿Por qué entraste ahí?! ¡Obvio que hay zombis! —grité a la pantalla, arrojando una palomita en señal de frustración.

De repente, el timbre de la puerta sonó, interrumpiendo mi queja.

—¿Qué rayos? —murmuré, pausando la serie.

Me quedé inmóvil por un momento, tratando de recordar si mis papás habían mencionado que alguien vendría. No tenía ni idea de quién podría ser. Bajé lentamente las escaleras, ajustando mi sudadera y asomándome por la ventana al lado de la puerta. No vi ningún auto, y la lluvia seguía cayendo como si el cielo estuviera furioso.

Abrí la puerta con cautela y ahí estaba él. Walker.

—¿Walker? —exclamé, completamente sorprendida.

Estaba empapado de pies a cabeza, su cabello goteaba, pegado a su frente, y su sudadera chorreaba agua en el porche. Parecía una escena sacada de una película romántica, solo que él se veía más como un desastre que como un galán.

—Hola, Linda —dijo con esa sonrisa que siempre lograba que olvidara cualquier cosa que estuviera haciendo.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¡Pareces un perro mojado!

—Gracias por eso. Necesitaba escuchar algo tan halagador. —Rodó los ojos, pero su sonrisa se mantuvo. —Me aburrí en casa y... no sé, pensé en venir a verte. Subestimé la lluvia, claramente.

Lo miré por un segundo, incrédula. ¿Quién sale con este clima? Pero bueno, era Walker. Él hacía cosas que no tenían sentido todo el tiempo.

—Pasa antes de que te resfríes. —Le hice señas para que entrara.

Apenas cruzó la puerta, dejó un charco gigante en el piso.

—¡Por favor, Walker! ¡Estás arruinando mi entrada! —me quejé, llevándome las manos a la cabeza.

—¿Tienes una toalla? —preguntó con una inocencia tan exagerada que me hizo fruncir el ceño.

—Espera aquí —suspiré, subiendo las escaleras hacia la habitación de Milo. Entré rápidamente y saqué un par de pantalones deportivos y una camiseta vieja que pensé que le quedaría bien a Walker. Regresé al primer piso con las cosas en las manos.

—Toma. Cámbiate. —Le lancé la toalla y la ropa. —Vete al baño antes de que mojes toda la casa.

—Gracias, Linda. Sabía que podía contar contigo. —Guiñó un ojo y se dirigió al baño, dejando un rastro de agua detrás de él.

—¡Y limpia eso después! —grité, aunque sabía que no lo haría.

Unos minutos después, volvió. Llevaba la ropa de Milo, que le quedaba un poco ajustada, especialmente en los hombros. Traté de no mirarlo demasiado porque, bueno, lo hacía lucir mejor de lo que esperaba.

—¿Entonces qué estamos haciendo? —preguntó mientras se secaba el cabello con la toalla.

—Estaba viendo The Walking Dead hasta que tú decidiste llegar como un desastre.

—Genial. Me encanta The Walking Dead. ¿Te importa si me uno?

—¿Como si tuviera opción? —le respondí, fingiendo molestia mientras subía de nuevo a mi habitación.

Walker me siguió y se dejó caer en la cama junto a mí como si fuera su casa. Tomó un puñado de palomitas sin pedir permiso, y yo simplemente lo miré, incrédula.

—¿En serio? Al menos podrías preguntar antes de robar mis palomitas.

—Linda, sabes que no necesito permiso para eso. —Me dio esa sonrisa despreocupada que siempre lograba sacarme de quicio y a la vez me hacía reír.

—Deja de llamarme Linda —le dije, dándole un codazo suave.

—Nunca. Es el apodo perfecto para ti. —Sonrió de lado, como si hubiera ganado una batalla.

Suspiré, encendí la tele y puse el siguiente episodio.

Pasamos el resto de la tarde así, con la lluvia golpeando las ventanas y los gritos de los personajes llenando el cuarto. Cada vez que yo saltaba o gritaba por una escena de tensión, Walker me miraba de reojo, tratando de no reírse.

—¿Qué? —le dije en un momento, girándome para mirarlo.

—Nada, solo es divertido ver cómo te emocionas tanto.

—Cállate.

No respondió, solo tomó otra palomita y siguió mirando la pantalla, pero no podía dejar de notar que había algo en su expresión, algo suave y... diferente.

Esa tarde, viendo zombis y compartiendo palomitas, me di cuenta de algo. No era solo mi mejor amigo. Era Walker. Mi Walker. Y aunque nunca lo admitiría en voz alta, había algo especial en la forma en que me llamaba "Linda".





El sol de la mañana brillaba con intensidad, secando los últimos rastros de lluvia de la tormenta del día anterior. La escuela estaba más ruidosa de lo habitual porque todos hablaban del partido de fútbol que se jugaría al día siguiente contra un equipo rival importante. La emoción flotaba en el aire, y aunque yo no estaba directamente involucrada, había terminado arrastrada al caos.

Bueno, no exactamente.

—¡Annaka! —gritó Dior, corriendo hacia mí en el pasillo mientras yo intentaba sacar algo de mi casillero. —Hoy necesitamos ensayar las rutinas, ¿vienes?

—¿Rutinas? Dior, tú sabes que no soy porrista.

—Lo sé, pero no digas eso en voz alta, o Lily se pondrá histérica. Tú eres parte de las "muestras de gimnasia artística" y eso cuenta. —Hizo comillas con los dedos mientras decía eso, rodando los ojos.

Suspiré, cerrando mi casillero y siguiéndola hacia el gimnasio. Claro, técnicamente no era una animadora, pero el equipo de porristas siempre me pedía que hiciera exhibiciones de gimnasia artística para los eventos grandes. Según ellas, "hacía que todo se viera más impresionante". Lo que realmente querían era que yo hiciera los saltos y volteretas que nadie más podía.

El gimnasio estaba lleno de ruido: las porristas ensayando sus rutinas, los jugadores de fútbol practicando en la cancha al aire libre, y un grupo de estudiantes mirando desde las gradas. Me quedé junto a Dior y Summer mientras Lily, la capitana de las porristas, repartía instrucciones como si fuera la dueña del mundo.

—Annaka, necesitas ensayar tu voltereta con Gwen para la entrada. —Lily me miró con esa actitud autoritaria que siempre me hacía querer rodar los ojos.

—Sí, claro, lo que digas, jefa —murmuré, ajustando mis muñequeras.

Después de unos minutos de práctica, me encontré mirando hacia la cancha. Walker estaba ahí, con su uniforme deportivo, practicando pases con sus compañeros de equipo. Sus movimientos eran fluidos y seguros, y su sonrisa aparecía cada vez que lograba un pase perfecto.

—¿Lo estás mirando otra vez? —preguntó Dior, dándome un codazo.

—No estoy mirando a nadie —respondí rápidamente, aunque sabía que era mentira.

—Claro, claro. Solo es una coincidencia que cada vez que Walker está cerca, tu atención se desvíe hacia él.

—¿Puedes callarte? —dije, aunque una pequeña sonrisa escapó de mis labios.

Terminamos el ensayo justo cuando el equipo de fútbol tomaba un descanso. Las porristas comenzaron a dispersarse, pero yo me quedé en la cancha, estirándome un poco más.

—¡Linda! —gritó Walker desde el otro lado de la cancha, acercándose con una botella de agua en la mano.

—¿Qué haces aquí? ¿No tienes que seguir entrenando? —le pregunté, aunque no pude evitar sonreír cuando lo vi.

—Ya terminamos por hoy. —Se detuvo frente a mí, pasándose una mano por el cabello húmedo de sudor. —¿Y tú? ¿Qué tal el mundo de las porristas?

—No soy porrista. Ya te lo he dicho mil veces.

—Claro, pero estás aquí haciendo volteretas y saltos como si lo fueras.

Lo miré, entre divertida y exasperada. Siempre encontraba la forma de molestarme de la manera más tierna posible.

—¿Tú crees que van a ganar mañana? —pregunté, cambiando de tema.

—Por supuesto. ¿Dudas de mí? —Sonrió con esa confianza despreocupada que siempre lo caracterizaba.

—No dudo de ti, solo de tus compañeros. —Le guiñé un ojo, y él soltó una carcajada.

—Vas a estar ahí, ¿cierto?

—Sí, aunque no sé por qué siempre termino metida en esto.

—Porque me quieres, Linda. —Dijo eso con una sonrisa pícara antes de darse la vuelta para regresar con su equipo.

Me quedé ahí


El día del partido llegó con la misma emoción y nervios que habíamos sentido toda la semana. La escuela estaba decorada con los colores del equipo, los estudiantes llevaban camisetas con el número de sus jugadores favoritos, y los gritos de apoyo resonaban en cada esquina. Era imposible no contagiarse de la energía que se respiraba.

Dior, Summer y yo estábamos en las gradas con el resto del grupo de gimnasia, listas para hacer nuestra exhibición en el medio tiempo. Las porristas estaban al frente, lideradas por Lily, pero sinceramente no les prestaba mucha atención. Mi mirada estaba enfocada en la cancha, donde Walker y su equipo se preparaban para el inicio del partido.

Él estaba en su uniforme azul oscuro, ajustándose las espinilleras y bromeando con sus compañeros. A pesar de la multitud y el ruido, se veía tranquilo, como si nada pudiera desconcentrarlo. Pero yo lo conocía lo suficiente como para notar el pequeño gesto que hacía cuando estaba nervioso: frotarse el cuello con una mano.

—¿Por qué no le dices algo? —preguntó Dior, notando hacia dónde estaba mirando.

—¿Decirle qué? —respondí, fingiendo desinterés.

—No sé, algo como "¡Walker, eres increíble!" o "¡Me muero por ti!".

—Cállate, Dior —murmuré, sintiendo el calor subir a mis mejillas.

Ella solo rió y siguió animando al equipo con los demás.

El árbitro dio el pitazo inicial, y el partido comenzó. Los primeros minutos fueron intensos. Ambos equipos estaban muy igualados, y los jugadores iban de un lado a otro de la cancha con una rapidez impresionante. Cada vez que Walker tocaba el balón, los gritos en las gradas aumentaban, y yo me encontraba aplaudiendo sin siquiera darme cuenta.

Cuando el primer tiempo terminó, el marcador estaba empatado 1-1. Salimos a hacer nuestra exhibición junto con las porristas, y aunque todo salió bien, apenas podía concentrarme. Mi mente estaba en Walker, esperando que lograra marcar un gol en la segunda mitad.

El segundo tiempo fue aún más intenso. El equipo contrario comenzó a presionar más, y Walker estaba en el centro de todo, dirigiendo a sus compañeros y haciendo pases clave. La tensión en el ambiente era palpable. Faltaban solo cinco minutos para que el partido terminara, y el marcador seguía empatado.

Entonces ocurrió.

Walker recibió un pase perfecto cerca del área rival. Con un movimiento rápido, esquivó a dos defensores y levantó la mirada hacia la portería. Todo parecía detenerse mientras preparaba el disparo.

—¡Vamos, Walker! —grité sin darme cuenta, mis manos apretando los bordes del asiento.

Y luego lo hizo. Pateó el balón con fuerza, directo al ángulo superior izquierdo de la portería. El arquero se lanzó, pero no llegó a tiempo.

El estadio estalló en gritos y aplausos mientras el balón golpeaba la red. Walker levantó los brazos en señal de victoria, y sus compañeros corrieron a abrazarlo. Pero mientras todos celebraban, él giró hacia las gradas, buscándome con la mirada.

Cuando nuestros ojos se encontraron, señaló hacia mí y sonrió.

—¡Ese gol es para ti, Linda! —gritó, tan fuerte que estoy segura de que todos lo escucharon.

Mi corazón se detuvo por un segundo. ¿Acaba de dedicarme un gol frente a todo el mundo? Sentí mis mejillas arder mientras Dior y Summer gritaban y me empujaban juguetonamente.

—¡Te lo dijo! ¡Lo dijo frente a todos! —exclamó Dior, riendo como loca.

—Cállate... —murmuré, pero no pude evitar sonreír.

El partido terminó poco después, y el equipo de Walker ganó 2-1. Todos corrimos hacia la cancha para felicitarlos, y aunque Walker estaba rodeado de sus compañeros y otros estudiantes, de alguna manera logró abrirse paso hasta donde yo estaba.

—¿Entonces? ¿Qué te pareció mi gol? —me preguntó con una sonrisa llena de confianza.

—No estuvo mal. —Intenté sonar casual, aunque sabía que no lo estaba logrando.

—"No estuvo mal", dice. —Walker fingió estar ofendido, pero luego su sonrisa se hizo más suave. —En serio, Linda, lo hice por ti.

No supe qué decir, así que solo lo miré, tratando de no sonreír como una tonta. Él se inclinó un poco más cerca, pero antes de que pudiera decir algo más, Tanner apareció de la nada.

—¡Walker, deja de coquetear y ven a tomarte una foto con el equipo! —gritó, riendo.

Walker rodó los ojos y me lanzó una última mirada antes de irse con su hermano.

—Nos vemos luego, Linda. —Dijo eso con una sonrisa antes de alejarse.

Me quedé ahí, con el corazón latiendo como loco, mientras Dior y Summer me daban miradas de "te lo dijimos". Y aunque intenté actuar normal, sabía que ese gol, y ese momento, eran algo que nunca olvidaría.

El ambiente en el set de Percy Jackson era eléctrico como siempre. Las cámaras, los focos y el equipo corrían de un lado a otro ajustando los últimos detalles. Walker y yo estábamos sentados en nuestras sillas con nuestros nombres impresos, esperando que nos llamaran para grabar una de las escenas más importantes de la temporada.

—¿Estás nerviosa? —preguntó Walker, girándose hacia mí mientras jugaba con el guion en sus manos.

—¿Por qué estaría nerviosa? —respondí, aunque sabía exactamente a qué se refería.

—Oh, no sé... Quizás porque vamos a besarnos frente a toda esta gente. —Sonrió con esa expresión de suficiencia que siempre me volvía loca, para bien o para mal.

Lo fulminé con la mirada, aunque mi corazón latía un poco más rápido de lo normal. Sí, estaba nerviosa, pero jamás le daría el gusto de admitirlo.

—Es solo una escena. Es actuación, Walker. —Intenté sonar despreocupada, pero él arqueó una ceja, claramente divertido por mi respuesta.

—Claro, claro. Actuación. —Hizo comillas en el aire, imitando mi tono.

Antes de que pudiera responderle con algún comentario sarcástico, el director nos llamó. Nos levantamos y nos dirigimos al set, donde el equipo ya había preparado todo. Era una escena importante, el momento en el que nuestros personajes finalmente se confesaban lo que sentían y se daban un beso bajo las estrellas.

El escenario estaba decorado como un claro en el bosque, con luces colgantes que imitaban estrellas y un suave humo que le daba un aire mágico. Todo estaba tan bien hecho que casi olvidé que era un set y no un lugar real.

—Bien, chicos, esta es una de las escenas clave. Quiero que se sientan cómodos y naturales. Tómense su tiempo, ¿de acuerdo? —dijo el director, dándonos una sonrisa alentadora.

Walker y yo nos colocamos en nuestras marcas, listos para empezar. Él estaba frente a mí, mirándome con esa mirada intensa que siempre usaba cuando se metía en el personaje. Pero esta vez, había algo más en sus ojos, algo que no parecía parte del guion.

—Acción —gritó el director, y todo comenzó.

Mi personaje, Lizana, daba un pequeño paso hacia adelante, mirando a Percy con incertidumbre.

—"Siempre pensé que tú eras solo un héroe más. Un chico que no podía quedarse quieto y que siempre buscaba problemas" —dije, tratando de mantener mi voz firme.

—"¿Y ahora qué piensas?" —respondió Walker en su papel de Percy, acercándose un poco más.

Respiré hondo, siguiendo el guion.

—"Que eres mucho más que eso. Eres alguien por quien vale la pena luchar".

Hubo un silencio en el set mientras nuestros personajes se miraban. Era el momento del beso, el momento épico de la escena. Walker dio un paso más y, con una suavidad que me tomó por sorpresa, colocó una mano en mi mejilla.

—"Y tú eres todo para mí, Lizana" —susurró, antes de inclinarse lentamente hacia mí.

Nuestros labios se encontraron en un beso suave, cálido y sorprendentemente natural. Por un momento, me olvidé de las cámaras, del equipo y de todo lo que nos rodeaba. Solo éramos Walker y yo.

—¡Corten! ¡Perfecto, chicos! —gritó el director, y la magia del momento se rompió.

Me alejé rápidamente, sintiendo cómo mi cara se calentaba.

—Nada mal para ser solo actuación, ¿no? —murmuró Walker mientras se inclinaba hacia mí con una sonrisa burlona.

—Cállate, Scobell —respondí, intentando sonar molesta, pero él solo se rió.

Caminé hacia mi silla, tratando de ignorar las miradas del equipo y el latido acelerado de mi corazón. Walker me siguió, claramente disfrutando de mi incomodidad.

—Oye, Linda, deberíamos practicar más este tipo de escenas, ¿no crees? —dijo en voz baja, para que solo yo pudiera escucharlo.

—Walker, juro que si dices una palabra más, te voy a golpear.

—Ya bésense!!!— se escuchó la voz de Dior

Él solo rió, como siempre. Y aunque quería matarlo por ser tan insoportable, no pude evitar sonreír.




























Holaaa como andan, no se olviden de comentar y de votar🫶🏻

Este capítulo va dedicado a isabe12s que me apoya en todo los fanfics que tengo. I love you Manu🫶🏻






Memes!!!



Annaka con Walker a dedicarle un gol






Annaka cada que puede con Walker







Dior cuando ve que Anncel y Walk no se besasen

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