Único
──¿Ya te cansaste de jugar a ser el héroe Gi-Hun?.── Preguntó el hombre enmascarado sentado en su cómodo sillón de cuero.
Lágrimas espesas bajaban de las mejillas del jugador 456, todo su esfuerzo no había válido la pena, tres años de esfuerzo, de planeación, espionaje y paciencia para ésto... El peor final de todos, volver a perder ante un hombre que jamás antes había visto en su vida y claramente el otro sabia todo sobre él.
──Aquí los tienes a todos... Todos ellos han muerto por tu culpa ¿Quién es el verdadero monstruo?.── La burla en sus palabras era palpable.
El hombre se puso de pie caminando hacia una esquina de la habitación en donde dando varios golpes algo que aparentemente tenía una forma esferica fueron rodando hasta Gi-Hun. El cuál soltó un grito horrorizado, soltando blasfemias e intentando liberarse.
──Jugador 390... Eliminado... Jugador 388 eliminado... Jugadora 120... Eliminada.── Dijo aquellos números mientras sonreía detrás de aquella máscara.
Aquello que había rodado hacia Gi-Hun eran las cabezas pertenecientes a dichos jugadores los cuales desataron un enfado considerable sumado a la enorme impotencia que tenía porque muy en el fondo sabía... Sabía que esas muertes, las anteriores, las de ahora y las del futuro dentro de ese juego iban a ser completamente suyas.
Gi-Hun no podía moverse, sus manos temblaban mientras intentaba apartar la mirada de las cabezas qué se habían detenido justo delante suyo, viendo esos ojos sin vida, con el iris completamente blanco, pero lo que más le dolió fue ver el de Jung-bae... Su mejor amigo había muerto y era por su culpa, no podía dejar de mirarlo y recordar una y otra vez ese último momento de vida de su mejor amigo... Era su culpa.
Y eso lo podía ver el hombre enmascarado el cual disfrutaba con demencia ver la culpabilidad en el rostro de su mascota.
──¿Todavía no lo entiendes Gi-Hun?.── Le preguntó In-Ho con su voz envolvente en donde la burla era palpable en donde solo se inclinó hacia adelante en su sillón apoyando los codos en las rodillas. ──No eres más que un engranaje en ésta máquina... Pensaste que podías cambiar algo, pero todo lo que has logrado es hacerla más eficiente.──
El jugador 456 apretó los dientes con fuerza tras relamer sus labios rotos sintiendo las lágrimas bajar por sus mejillas, no podía creer que existiera tanta maldad en el mundo para hacerle eso a una persona.
──Tú... Tú eres el monstruo aquí ¡Tú los mataste a todos.── Lo acusó con una rabia inmensa en ella en donde los recuerdos de esas personas pasaban como una película por su cerebro.
El líder solo pido reír suavemente ante las tiernas acusaciones del otro ¿Cómo podía existir un hombre de su edad tan ingenuo? Sin duda su Gi-Hun era un caso extraño y fascinante, eso le encantaba y volvía loco por él.
Así que tras unos segundos de suspenso se volvió a poner de pie para caminar lentamente hacia el otro con una calma perturbadora en donde el eco de sus pasos era lo que se escuchaba a parte de los llantos del menor.
──¿Yo?.── Repitió con una sorpresa entre ironía y molesta ante tal acusación y se puso enfrente del adverso viéndolo desde arriba mostrando su superioridad en todo sentido de la palabra. ──Yo solo soy el anfitrión, en cambio tú decidiste volver a jugar, volver aquí sabiendo que son más que los juegos que jugábamos de chicos ¿Qué persona cuerda hace eso jugador 456? Solo tú y eso debería de preocuparte.──
Gi-Hun quiso responderle a ese sujeto pero apenas le vió alzar la mano cerró la boca y bajó la cabeza.
──No me importa lo que pienses, no eres nada ni nadie.── Continuó hablando con suficiencia. ──Lo que importa es que aprendas.──
¿Aprender? ¿Qué demonios debería aprender? Sentía que ya nada tenía sentido en realidad y quizás, solo quizás todo aquello era un mal sueño y despertaría en aquel lugar siendo movido por Young-il diciéndole que es su turno de vigilar mientras los demás dormían.
No quería admitir ni procesar qué todas las personas que quería estaban muertas y que era por su maldita culpa.
In-Ho inclinó más su cuerpo en donde su máscara oscura se reflejaba en las luces del techo. Pese a que su rostro no estuviera expuesto el jugador 456 podía sentir la intensidad de su mirada, como queriendo demostrar quien era el macho alfa.
──¿No vas a decir nada más? Normalmente siempre tienes algo que decir.── Preguntó aquel hombre en un tono de voz aterciopelado si su voz casi fuera una mezcla de burla y amenaza. ──¿O acaso ya estás empezando a aceptar lo que realmente eres?.──
Gi-Hun alzó la mirada lentamente, sentía su cuerpo temblar y no sabía la verdadera razón de ello, si era miedo, enfado o agotamiento, podían ser tantas cosas o quizás eran todas juntas, no lo sabía pero era tan confuso que sentía un horrendo nudo en su garganta. Las palabras de ese sujeto sentía que se incrustaba en su mente, como si el otro quisiera meterse en su cabeza y hacerle creer cada una de sus palabras.
──N-no... No voy a aceptar nada de lo que digas, no vas hacerme cambiar de opinión.── Dijo firme más su voz se notaba rota, era un error que quería camuflar. ──Todavía puedo terminar con ésto, todavía puedo acabar contigo.──
In-Ho inclinó la cabeza de forma lateral como un lobo mirando a su presa, un conejo indefenso qué deseaba mostrarse fuerte cuando en realidad era un animal herido y sangrante. Le resultaba tan gracioso que una persona como él, con absolutamente todo qué perder aún intentara verse fuerte, eso le hizo soltar una carcajada de desprecio y burla, era su total devoción pero también le resultaba tan idiota.
──Oh Gi-Hun ¿No te das cuenta? Eso es lo que siempre dices, pero hay algo curioso... ¿sabes qué es lo más trágico? Siempre fallas y cada vez que lo haces, me haces más fuerte.── El hombre sonrió con suficiencia aún siendo consciente de que no podía verlo.
Así que el líder se giró y comenzó a caminar hacia la esquina de la habitación en donde una pequeña mesa estaba cubierta por un paño negro.
──Quizás ésta vez te ayude a entender su posición en éste juego.── Con un gesto bastante dramático retiró el paño negro revelando una serie de objetos cuidadosamente dispuestos, un collar de cuero negro con una placa metálica, una correa y algo que parecía un pequeño dispositivo de choque.
Gi-Hun sintió cómo un escalofrío recorría su espalda ¿Para qué eran esas cosas? Y lo peor ¿Qué iba hacerle con ellas?.
──¿Qué… qué es eso?. ── Preguntó aunque temía la respuesta que quizá era muy evidente.
In-Ho tomó aquel collar y se giró hacia el jugador 456 sosteniéndolo frente a su rostro.
──¿Ésto? Esto es lo que eres ahora.── Usó aquel tono era frío ya que no iba admitir que el otro se negara. ──Un engranaje en la máquina... Mi engranaje y como todo buen perro, aprenderás a obedecerme.──
Gi-Hun retrocedió lo más que pudo, sentía su corazón latir a mil por segundo y el pánico se apoderada de su cuerpo al ver como el otro se acercaba con aquel collar en su mano.
—No… No voy a dejar que hagas esto, no lo hagas.── Aquel ruego sonó tan humillante que sintió que se estaba degradado a si mismo.
El adverso rió con burla, no tenía mucho apuro, solo debía ser antes de que los VIP llegaran a ver como terminaban aquellos juegos.
──¿Dejarme? Pero Gi-Hun... Ya no tienes elección, nunca la tuviste en realidad.── Le lanzó a la cara aquella fría y cruda realidad.
Con un movimiento rápido In-Ho se agachó frente a él y colocó el collar alrededor de su cuello en dónde lo ajustó con precisión viendo como Gi-Hun luchaba por no tener aquella cosa pero el final fue inevitable, aquél click fue el inicio de todo.
──Perfecto.── Suspiró con sufucienfi el otro enganchando la correa al collar y tiró de ésta obligando al otro alzar su cabeza. ──Ahora estás exactamente donde perteneces.──
Gi-Hun apretó los dientes intentando no ceder, aquello que el otro le había puesto solo le degradaba y ver lo que decía aquella placa sentía que le quitaba todo aquello que lo hacía humano y lo diferenciaba de los animales.
"Gi-Hun
Good Pup"
──Eres un monstruo… No puedes hacerle ésto a una persona.── Murmuró preso de la rabia con varias lágrimas bajando por sus mejillas rojas.
In-Ho se detuvo al oír esas palabras sintiendo su cuerpo rígido por un instante, se tomó el tiempo necesario paga soltar un suspiro ciertamente frustrado en donde con movimiento lentos se quitó aquella capucha y de forma ciertamente dramática nuevamente pero calculado se quitó aquella máscara seguido de pasar su mano por su cabello oscuro.
Al ver el rostro de aquel sujeto Gi-Hun sintió que el aire abandonaba sus pulmones ¿Cómo era posible?.
──¿Un monstruo dices?.── Preguntó In-Ho mientras retiraba la máscara, dejando al descubierto un rostro familiar que Gi-Hun nunca había pensado volver a ver.
Para el jugador 456, el tiempo pareció detenerse.
──Young-il...── Susurró Gi-Hun en donde sus ojos mostraban incredulidad y horror.
El hombre sonrió, pero no había calidez en su expresión, no esa calidez qué le mostraba al otro cada vez que tenía que formar equipo y le hizo creer que eran amigos que irían a beber algo juntos.
──Sí Gi-Hun ¿Enserio volviste a confiar en el jugador 001?.── Su voz estaba cargada de burla. ──El hombre que creíste muerto... Pero ahora estoy aquí, pese a todos los indicios aún creíste en mi.──
Gi-Hun no podía quitarle los ojos de encima, trataba de razonar aquello porque había escuchado por el intercomunicador que le habían disparado y que había muerto, no podía ser cierto, no podía creer que había estado conviviendo con el enemigo.
──Pero… Tú… Tú moriste… Oí como te disparaba... ¿¡Y eres el líder de todos ellos!? ¡Hijo de perra! ¡Yo confíe en ti!... Yo confíe...── Dijo en un ataque de tristeza tan aguda que creería que moriría por la enfermedad de corazón rotó y desearía que cada arteria de su corazón se rompiera para morir de un infarto por dicha enfermedad.
In-Ho se arrodilló frente a él teniendo su rostro ahora a centímetros del de Gi-Hun.
──Eso es lo que quería que pensaras, que mi sacrificio fue noble, que me fui luchando por algo más grande... Acabar con éstos juegos y aún así me creíste.── Se inclinó más cerca en donde voz destilaba veneno. ──Pero la realidad es mucho más sencilla, Gi-Hun... Nadie escapa de esto, ni siquiera yo en su momento.──
La revelación cayó sobre Gi-Hun como un golpe y todo lo que podía hacer era mirar fijamente a un hombre que, en algún momento, había considerado un amigo... Quizás incluso algo más.
──Ahora entiendes todo ¿Verdad?.── Continuó In-Ho en dónde su rostro parecía imperturbable pero con apoyó su pie sobre la cabeza del otro para obligarlo a quedarse de rodillas dente suyo. ──No hay héroes en este juego, solo sobrevivientes y el más astuto... Gana.──
Y con eso, la última esperanza de Gi-Hun pareció desvanecerse en él aire.
In-Ho miraba a Gi-Hun desde lo alto gozando de cada segundo mientras el hombre luchaba contra la humillación que le había puesto, tenía en su mano izquierda aquella correa para tener un agarre y control absoluto sobre él.
──Levántate.── Ordenó el hombre mayor tirando de la correa de una forma que el otro terminó siendo forzado arrodillarse primero y luego intentar ponerse de pie en donde sus piernas temblaron
El líder lo condujo en dirección a uno de los espejos de la habitación quedándose parado enfrente del mismo, se movió de tal forma de quedar detrás de Gi-Hun colocando sus manos de forma pesada y firme sobre sus hombros obligando a que viera su propio reflejo... Era humillante.
──Mírate.── Ordenó con voz fría y calculadora inclinando su cuerpo lo suficiente como para que su aliento chocara contra el oído de Gi-Hun. ──Esto es lo que eres, no un hombre, no un héroe... Solo un perro bien entrenado.──
Gi-Hun apartó la mirada ante el asco que comenzó a sentir al verse en esa posición tan humillante pero In-Ho fue rápido en sujetar su mentón haciendo que volviera a verse en el reflejo.
──¡No! Quiero que lo veas... Qué veas lo patético que te has vuelto.── Dijo en un tono de voz excitado y su voz algo jadeante.
Su mano bajó lentamente por el cuello de Gi-Hun rozando la línea del collar, jugando con aquella placa de metal tan humillante que catalogaba al más alto por lo que era, un perro y así bajó hasta su pecho de forma lenta y pausada.
──¿Acaso no te resulta liberador?.── Preguntó con un tono casi burlón, pese a que no mostraba ni una sola sonrisa quizás eso lo hacía más tenebroso en donde sus dedos se detuvieron en el borde de la camisa de Gi-Hun antes de arrancarla con un tirón brusco. ──No tienes que fingir ser algo que no eres.──
La humillación que el más alto sentía era palpable en su rostro, sentía que no podía apartar la mirada del reflejo viendo su pálido cuerpo musculado recordando esa vez que en un baño público se quitó aquel chip en la parte posterior de su cabeza. Pero había algo diferente, la persona que se veía en el reflejo no era él, no sentía que fuera él... Era alguien roto y doblegado.
──Ponte en cuatro patas.── Ordenó In-Ho de repente soltando su agarre y dándole un fuerte empujón hacia el suelo.
Gi-Hun dudó, sentía su orgullo luchando contra la orden, pero sabía que resistirse solo lo haría peor, Young-il tomaría represalia contra los demás jugadores y quizás si obedecía y era su mascota dejaría a las demás personas libres y en ese momento para él era la mejor opción de todas.
Con sus manos temblorosas obedeció aquella orden apoyando las palmas de sus manos y rodillas en el suelo sintiendo que quizás no podría llegar a caer más bajo y sentía que el otro disfrutaba de aquello.
In-Ho lo rodeó lentamente, como un depredador a su presa mientras que aquella correa colgaba floja en su mano. Sus pasos eran deliberados, calculados en busca de hacer sentir al otro inferior a él.
──Así está mucho mejor.── Murmuró de forma aprobatoria deteniéndose justo detrás de él alzando su pie izquierdo para apoyarlo en la espalda baja del otro haciendo que arqueara su espalda. ──Un perro siempre sabe cuál es su lugar.──
Gi-Hun cerró los ojos en un vano intento de ignorar el calor que subía por su rostro debido a la vergüenza absoluta que sentía por ser tratado como un perro.
──Abre los ojos, mírate de nuevo en el espejo... Quiero que veas lo bajo que has caído.── Le ordenó en un tono de victoria sabiendo que lo haría y que tan bajo había caído.
La voz de In-Ho era un susurro, era como un pampero que acaricia una bandera en la mañana pero estaba cargada de firmeza y dominancia.
Gi-Hun obedeció, al ver su propio reflejo soltó un leve sollozo, era tan degradante, jamás en su vida hubiera imaginado que estaría haciendo eso pero lo peor era ver como el otro le miraba.
──Dime Gi-Hun.── Relamió sus labios inclinando su cuerpo para hablarle a su oído. ──¿Qué harías si te tratara como el perro que dices ser?.──
Gi-Hun mantuvo un silencio sepulcral el cual no duró mucho ya que In-Ho jaló de la correa cosa que le hizo alzar la cabeza debido a que estaba arrodillado en el suelo y sus ojos rasgados vieron como el puto se arrodilló frente a él sintiendo su pesado aliento con olor alcohol contra sus labios, estaban muy cerca y eso le estremeció.
──Vamos, responde ¿Qué tan bajo estás dispuesto a caer por mí?.── Su tono burlon era enorme mientras acariciaba su cabeza como un perro.
──Lo que tú quieras...── Susurró Gi-Hun con su voz temblorosa. ──Lo que tú quieras mientras no me hagas nada a los demás.──
La sonrisa de In-Ho se ensanchó, oscura y triunfante, el otro parecía apreciar tan poco su propia vida y dignidad por los demás, mientras que los demás no hacían nada por él.
──Eso me gusta escuchar.... Pero las palabras no significan nada sin acciones.── Siseo con triunfo apretando el mentón del menor.
Con un movimiento rápido tomó a Gi-Hun por el cabello y lo obligó a mirarlo a los ojos antes de inclinarse y morder su labio inferior con fuerza logrando lamer aquella sangre, sin duda su sangre era dulce y eso le hizo volver a probar aquella sangre escuchando como el otro jadeaba de dolor. El sabor de la sangre se mezcló con el calor abrasador del beso, Seong Gi-Hun era suyo.
In-Ho se separó, dejando que sus dedos rozaran los labios hinchados de Gi-Hun.
—Eres mío, Gi-Hun y voy a asegurarme de que nunca olvides eso, mi lindo perrito.── Dijo con una sonrisa socarrona en dónde se abalanzo a él.
Ya era suyo, suyo completamente en cuerpo y alma.
Dueño de su mente, alma, cuerpo y consciencia.
El aire en la sala VIP era espeso y cargado con el aroma del tabaco importado y licores exclusivos, lo mejor de lo mejor para hombres adinerados y morbosos. Las luces doradas apenas iluminaban los rostros de los presentes, ocultos tras máscaras doradas brillantes que representaban animales majestuosos o exóticos.
Frente a ellos estaba Gi-Hunel cual se sentía más pequeño de lo que ya estaba obligado a aparentar, encadenado con una correa negra que sostenía In-Ho con una calma inquietante forzado a estar en cuatro patas en donde su metro ochenta era reducido totalmente.
La máscara de perro que cubría su rostro no solo ocultaba su identidad, sino que marcaba su degradación. Era un diseño grotesco, ojos hundidos, orejas caídas y una lengua sobresaliendo que parecía a punto de babear. La textura casi realista hacía que cada mirada de los VIP estuviera cargada de burlas en susurros y risas que, aunque contenidas, resonaban en su cabeza.
──Quédate detrás de mí.── Ordenó In-Ho jalando ligeramente de la correa en donde su voz era baja pero firme, dejando claro quién tenía el control.
El jugador 456 obedeció caminando con pasos lentos y pesados en sus cuatro extremidades, cada tirón de la correa era un recordatorio de que era un accesorio, una mascota traída para el entretenimiento de aquellos que se mofaban de la desgracia de otros.
Cuando llegaron al centro de la sala una de las figuras con una máscara de tigre se acercó.
Su voz era profunda y burlona, le causaba inquietud y repulsión al pensar que esos hombres habían visto como mataba a Sang-Woo, aún recordaba sus últimas palabras que fueron llamando a su madre.
──¿Un perro?.── El hombre dejó escapar una carcajada antes de dar un sorbo a su copa de champán. ──Siempre te superas, Front Man, pero una pregunta ¿De dónde sacaste algo tan... Patético?.──
In-Ho no respondió de inmediato, en cambio solo tiró de la correa obligando a Gi-Hun a mantener su postura de perro pero a su lado como toda mascota fiel
──Éste no es un perro cualquiera. ── Respondió In-Ho finalmente en un tono cargado de ironía mientras acariciaba la parte superior de la máscara de Gi-Hun como si lo estuviera elogiando. ──Es un perro entrenado y muy obediente.──
──¿De verdad?.── Intervino otro VIP el cual tenía una máscara de águila. ──Entonces muéstranos ¿Qué tan bien se comporta?.──
In-Ho no esperó a que le insistieran, debía demostrar que su mascota era un buen chico que obedeció sus órdenes así que jaló otra vez de la correa para agacharse y susurrar a su oído.
──Ladra para ellos.──
Gi-Hun apretó los puños contra el suelo sintiendo una mezcla de vergüenza y rabia ¿Por qué debía ridiculizarse por esos hombres millonarios? Cada fibra de su ser quería resistirse, pero la mirada de In-Ho la cual era fría y desafiante le dejó claro que no tenía opción.
──¡Ladra!.── Repitió In-Ho pero ésta vez más alto, lo suficiente para que los VIP lo escucharan. ──O no cumpliré mi promesa.── Susurró a lo último para que solo él lo escuchara.
De pronto un pequeño ladrido escapó de sus labios pero era tan penoso debido a la vergüenza que sentía de tener que ser y comportarse como un perro, pero todos fue peor cuando se escucharon las risas de los VIP, esas risas eran crueles y viles.
──¡Más fuerte!.── Ordenó In-Ho jalando la correa con fuerza quitándole la posibilidad de respirar por unos segundos.
Ésta vez los ladridos se escucharon más fuertes debido a la desesperación pero para él la vergüenza y humillación había alcanzado un nuevo nivel y era totalmente... Inhumano.
Pero pronto se escucharon unos aplausos proveniente de uno de los hombres con máscara de tigre.
──Increíble, realmente lo tienes bien domesticado ¿Lo trajiste solo para ésto o también sabe hacer otros trucos?.── Preguntó hambriento de poder hacerse con ese chico.
In-Ho se enderezó, dejando caer la correa con un gesto de desprecio absoluto.
──Tiene muchas habilidades, pero por ahora creo que es suficiente entretenimiento, ustedes vinieron por los juegos y ahora debes observar.── Comentó con cierta educación mientras la pantalla de iluminaba mostrando a todos los jugadores.
Con un chasquido de dedos In-Ho señaló un cojín en el suelo junto a su asiento en dónde le indicó a Gi-Hun que se quedara allí arrodillado.
El hombre obedeció sintiendo el calor abrasador de las miradas sobre él mientras los demás VIP se acomodaban en sus sillones.
En la pantalla gigante los jugadores restantes eran conducidos a un campo abierto, rodeados por muros altos que les impedían escapar. En el centro del campo había una mesa qué exhibía una colección de armas antiguas cómo espadas, mazos y lanzas.
──Bienvenidos al Juego del Gladiador.── Anunció una voz.
—Este siempre es uno de mis favoritos, pensé que no lo volverían hacer por querer hacer todos sus jueguitos coreanos que no entendemos, ésto es más entretenido, dinos que trajeron leones para que se los coman como en el gran coliseo romano.── Comentó con entusiasmo el hombre de la máscara de ciervo mientras se servía otra copa de vino.
In-Ho no despegó los ojos de la pantalla, aunque su atención no estaba realmente en el juego así que con su pie izquierdo empujó ligeramente la pierna de Gi-Hun recordándole su presencia.
──¿Te gusta lo que ves, perrito?. ── Preguntó In-Ho con su tono neutral pero cargado de condescendencia.
Gi-Hun no respondió, estaba negado a ver tal acto animal.
──Responde cuando te hablo.── Dijo molesto In-Ho ahora pateando con más fuerza.
──No... No me gusta.── Murmuró Gi-Hun sintiendo que su voz se ahogaba los vitoreos de esos hombres con máscara.
In-Ho se inclinó hacia él tirando de la correa para levantarle la cabeza y obligarlo a mirar la pantalla.
──Míralo bien, éstos son los extremos a los que se llega aquí, lo sabes, ya estuviste en una posición similar pero el día de hoy deberías sentirte afortunado.── Le recalcó para que fuera viendo lo afortunado que era, era parte de su plan.
La pantalla mostraba a los jugadores luchando entre sí, el sonido del acero chocando y los gritos de agonía llenando el aire. El jugador 100 cayó al suelo con rostro bañado en sangre mientras otro jugador al cual se le dificultó diferenciar levantaba una lanza victoriosa.
──Tal vez algún día te lleve ahí, Gi-Hun, para que recuerdes lo que es pelear por tu vida.── acontinuó In-Ho sonriendo detrás de su máscara. ──Aunque dudo que sobrevivas, los perros no son buenos con las armas después de todo.──
La risa de los VIP lo acompañó pero Gi-Hun apenas podía escucharla, su mente se cuestionaba absolutamente todo y se percataba de que la promesa del otro era una vacía, lo había vuelto a engañar porque había gente muriendo en ese horrendo show que se solía dar hace tantos años atrás.
Los gritos en la pantalla se mezclaban con las carcajadas y los murmullos en la sala VIP. Los jugadores en el campo se convertían en espectáculo puro, desesperación en sus rostros,la adrenalina, la crueldad de sus movimientos, la brutalidad de cada golpe, cuando el ser humano se ve amenazado se vuelve un animal salvaje capaz de matar a quien sea por procurar su existencia, era un animal egoísta.
Mientras que los VIP observaban con fascinación, comentando como si fueran críticos de arte ante una exhibición grotesca.
Gi-Hun arrodillado junto al asiento de In-Ho intentaba no mirar. Pero cada vez que apartaba los ojos, sentía un tirón en la correa, como si al que una vez llamó Young-il supiera exactamente cuándo su atención flaqueaba.
──No te distraigas perrito.── Ordenó sin siquiera mirarlo, su voz era baja pero firme. ──Observa y aprende.──
Gi-Hun levantó lentamente la cabeza obligado a enfrentar la carnicería en la pantalla, ver como un hombre caía al suelo, gimiendo mientras otro jugador le clavaba una espada en el estómago, pudo ver como la sangre salpicó el suelo como una mancha que se extendía rápidamente.
──¿Qué piensas de eso?.── Preguntó In-Ho girando ligeramente la cabeza hacia su mascota de forma calma como si aquella masacre no fuera nada.
Gi-Hun tragó saliva sintiendo cómo su garganta se secaba, él podía estar ahí, siendo otro peon, otro engranaje.
──Es... Inhumano.── Murmuró de forma apenas audible.
In-Ho soltó una risa seca casi inaudible para los demás los cuales estaban concentrados en el espectáculo siendo atendido por los demás hombres que le traían bebidas y las mujeres que hacían parte de la decoración. Así que sabía que solo Gi-Hun sería capaz de orilo y era lo único que le importaba.
──¿Inhumano?.── Repitió tirando de la correa para acercar a Gi-Hun más a su asiento. ──¿Y qué te hace pensar que tú eres más humano que ellos? Mírate... De rodillas con esa máscara ridícula, eres menos que ellos mascota.──
Los VIP notaron el intercambio y uno de ellos con una máscara de león se inclinó hacia adelante con interés.
──¿Así que tu perro también opina?.── Dijo con una sonrisa burlona. ──Quizás deberías entrenarlo mejor, Front Man, los perros no deberían hablar.──
──Tienes razón.── Respondió In-Ho con su tono frío como el acero en dónde giró su cabeza hacia Gi-Hun sujetando su mandíbula con una mano enguantada. ──¿Escuchaste eso? Los perros no hablan.──
Gi-Hun cerró los ojos sintiendo el peso de las palabras y el agarre firme de In-Ho.
──Abre los ojos, perro.── Ordenó. O rudeza In-Ho.
Gi-Hun obedeció, sentía como sus párpados temblaban mientras miraba al hombre detrás de la máscara de In-Ho.
──Dime ¿Quién eres?.── Preguntó en un tono de voz que solo su mascota podía oírlo.
──Yo... Soy...── Gi-Hun tragó saliva luchando contra la vergüenza y la humillación. ──Soy tu perro... Señor.──
La sala estalló en risas los hombres VIP se entusiasmaron con la escena levantando sus copas como si estuvieran brindando por el espectáculo.
──Eso es lo que quería escuchar.── Respondió con suficiencia soltando su mentón con un gesto brusco para luego recostarse se recostó en su asiento como si la conversación no hubiera ocurrido.
El Juego Continúa
La voz en la pantalla anunció el final del primer enfrentamiento. Solo tres jugadores quedaban de pie respirando con dificultad, cubiertos de sangre y sudor.
──¡Magnífico!.── Exclamó uno de los VIP. ──Al fin un juego el cual entendemos y disfrutamos.──
──¿Cuál será el próximo juego?.── Preguntó otro algo impaciente.
In-Ho se levantó de su asiento tirando de la correa para obligar a Gi-Hun a seguirlo.
──Tendrán que esperar y ver.── Dijo In-Ho en un acto servicial ante sus acaudalados clientes. ──En tanto pueden disfrutar de los servicios que les ofrecemos aquí.──
──¿Te llevas al perro contigo?.── Preguntó el VIP de la máscara de tigre riendo entre dientes. ──Qué considerado.──
──Siempre lo llevo conmigo. ── Respondió sin molestarse en mirar hacia atrás.
Gi-Hun lo siguió sintiendo sus rodillas temblando y adoloridas al tener que están apoyado en sus cuatro extremidades pero era oculto bajo la máscara pesada y las miradas de los VIP que lo atravesaban como cuchillas. Mientras gateaba básicamente por el pasillo que conducía a una sala privada tuvo el atrevimiento de hablar por cuenta propia tras mucho tiempo.
──¿Por qué haces esto? ¿Qué necesidad había de volverte mi amigo?.── Preguntó como si creyendo que por el poder del amor y la amistad el otro se volviera bueno.
In-Ho se detuvo de golpe girándose para enfrentarlo. El silencio en el pasillo era asfixianre en donde solo se escuchaba la respiración acelerada de Gi-Hun.
──¿Por qué?.── Repitió In-Ho de forma irónica inclinándose hacia él. ──Porque puedo y quería estar contigo... Ver la razón de volver a éste juego porque nadie en su sano juicio lo haría.──
El peso de esas palabras cayó sobre Gi-Hun como una bolsa de arena. No había respuesta que pudiera darle consuelo, ninguna justificación que lo hiciera sentir menos insignificante, al contrario le hacía ver que el culpable de todas las muertes era él.
Cuando llegaron a la sala privada, In-Ho lo obligó a sentarse como un perro mientras le hacía verse en el espejo nuevamente.
──Mírate.── Ordenó nuevamente tirando de la correa para levantarle la cabeza. ──¿Qué ves?.──
Gi-Hun no respondió, no lo haría porque si lo hacía sería como firmar su contrato de muerte... Pese haberlo dicho frente a esos asquerosos hombres.
──Responde.── Gruñó el hombre dándole una fuerte patada en su costado.
──Veo... Veo a un perro.── Susurró decaído en dónde sus palabras estaban llenas de amargura.
In-Ho se inclinó hacia él en dónde su voz fue un susurro frío en su oído el cual lamió con descaro.
──Exacto y nunca olvides quién te puso en esta posición... Tú.──
La sala principal de control estaba envuelta en la oscuridad, la uncia iluminación era por el resplandor de los monitores que mostraban las imágenes de los sobrevivientes restantes.
El eco de los pasos de Gi-Hun resonaba en los pasillos, cada paso pesado por aquellas botas parecían marcar su llegada, el peso de sus decisiones por salvar a la gente que quería no valió la pena y solo cedió a ser parte de aquel sistema.
La máscara con el símbolo del cuadrado cubría su rostro y lo único que lo diferenciaba de los demás es que su mameluco no era rosa sino negro. Parecía que era una clase de burla respecto a por lo que había luchado y al final perdido... Sumado a lo que se había convertido.
Las puertas se abrieron revelando a In-Ho, el líder detrás del enigma de los juegos. Estaba de pie frente a la pared de monitores, su máscara negra parecía ser el camuflaje idóneo en aquella sala más no se movió al escuchar la llegada de Gi-Hun... No necesitaba hacerlo ya sabía que era él, sabía diferenciar un empleado de su mascota.
Gi-Hun se detuvo a unos pasos de distancia en donde contigo la respiración por un momento en dónde contempló la figura de In-Ho, ese hombre que lo había doblegado, que lo había llevado a traicionar todo lo que alguna vez había defendido. Y aun así, no podía apartar la mirada de él... No podía negar el magnetismo romántico y enfermo que lo mantenía encadenado a él porque ya no tenía nada que perder y el otro le dió un propósito.
In-Ho finalmente se dignó hablar en dónde su voz baja pero cargada de un poder que hacía temblar las piernas del más alto.
──Mírate....── Susurró mientras se giraba lentamente hacia él en dónde sus ojos invisibles tras la máscara pero sabiendo que su perrito sabía como era que lo miraba. ──El gran jugador, uno de los finalistas, el sobreviviente que juró destruirnos. Y ahora mírate... Mírame a mí, Gi-Hun.──
Gi-Hun obedeció, no podía evitarlo, era su amo, su dueño, su devoción y razón de vivir. Sentían como sus manos temblaban mientras ajustaba la máscara sobre su rostro, ese símbolo de su sumisión, de su derrota absoluta.
Tragó saliva antes de hablar, debía ser muy cudiadoso a la hora de hablarle a su amo pero su voz apenas fue un susurro al aire.
──Hice lo que pediste, terminé con ellos.── Dijo en un tono que aparentemente era indiferente.
──Claro que lo hiciste.── La voz de In-Ho fue cómo un látigo, cortante y precisa seguido de dar un paso hacia él reduciendo la distancia entre ambos. ──Porque sabes que yo soy el único que puede darte lo que necesitas, la libertad... El propósito... O tal vez algo más simple... Mi aprobación perrito.──
Gi-Hun bajó la cabeza, las palabras de In-Ho perforaron cada capa de resistencia que aún pudiera quedarle y la verdad es que dudaba bastante qué existiera a esas alturas. Había sido parte de los juegos, pero no como un jugador. Había sido el verdugo, el que había eliminado a los sobrevivientes restantes, aquellos con quienes había luchado, sufrido y sobrevivido durante su segunda instancia en ese infierno y no sabía como demonios podía dormir en las noches junto al hombre detrás de todo eso y que lo veía dormir tan tranquilo... Como un jodido bebé.
Había eliminado a la jugadora 222, la que alguna vez había sido su aliada, al jugador 007 y a la jugadora 149 que había compartido momentos entre ellos en donde había ayudado a todos en su rol ciertamente maternal y de confianza. Todos muertos por su mano, mientras que los VIP observaban, riendo, apostando, divirtiéndose con sus muertes.
──No tienes nada más allá de esto, Gi-Hun.── In-Ho se detuvo justo frente a él levantando una mano para quitarle la máscara en dónde sus ojos se encontraron y el de su mascota estaba bañado en sudor y lágrimas reprimidas. ──Todo lo que eras, todo lo que soñabas... se acabó, ya no eres un héroe... Eres parte de ésta maquina que jamás va a parar.──
Gi-Hun apretó los puños pero no respondió, no podía, no debía desobedecer a su amo. Las palabras de In-Ho eran verdad, dolorosa y absoluta, se sentía vacío, como un cascarón que solo existía para servir a los caprichos de este hombre.
In-Ho inclinó la cabeza observándolo como un amo examina a su perro más fiel, había algo diferente en su mirada, algo que mezclaba satisfacción con un retorcido afecto.
Con un movimiento lento casi paternal, levantó una mano y acarició la mejilla de Gi-Hun
──Eres mío ahora, Gi-Hun, siempre lo has sido.── Su voz era un susurro, pero cargada con una verdad aplastante. ──Y te recompensaré por ser un buen chico.──
Gi-Hun cerró los ojos, las palabras de In-Ho envolviéndolo como tentáculos qué lastimaban más no lo soltaba... Había llegado al final del camino, pero no era el final que había imaginado.
No era un héroe, no era un salvador.
Solo era un engranaje más en la maquinaria de los juegos, una herramienta en manos de alguien mucho más poderoso que él.
Cuando abrió los ojos, In-Ho ya había dado la vuelta, regresando a su posición frente a los monitores. La pantalla mostraba a los nuevos jugadores llegando al juego, sus rostros llenos de ilusión de poder saldar sus deudas y por un momento recordó su primera vez ahí ya forma en la cual le sonrió a la cámara... El recuerdo de como odiaba las armas y se asustaba ante su detonación pero ahora tenía en un arnés colgando un arma de alto impacto a corto alcance.
Él sabía que pronto estaría en la arena nuevamente, no como jugador, sino como una extensión de la voluntad de In-Ho... La voluntad de ese morboso juego.
Mientras las puertas se cerraban tras él, sintió que el último gramo de su humanidad se desvanecía.
Ahora solo quedaba el perro fiel, listo para obedecer a su amo en su juego.
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