🍊「CAPÍTULO 2: 𝗣𝗘𝗥𝗥𝗢」🍊
Capítulo 2 | 𝗣𝗘𝗥𝗥𝗢
—¿Acaso no te había dicho su nombre? — preguntó Rubén arqueando sus cejas teniendo el vago recuerdo en su mente de ya haberlo hecho.
— Creo que sí, pero pocas veces pongo atención a las estupideces que me dices. — soltó cortante, aunque, al ver la mueca de tristeza que hizo Rubén, no pudo evitar soltar una carcajada.
— Ya no te contaré nada. — puchereo.
— Pero que acabó de escuchar. — se presenció una femenina voz en medio de su conversación, y al escucharla no pudieron evitar blanquear sus ojos, girando la cabeza hacia la derecha viendo como la dueña de la voz se acercaba. — ¿un lindo piar de un pollito... o un asqueroso graznido? — cuestionó sarcástica la chica de cabello teñido.
Silvia Tomey, ese era su nombre, la omega de largos blanquecinos cabellos, pero de raíces oscuras que lo había estado molestando desde el inicio de bachillerato por su contextura gruesa. Aunque, a veces Lolito se preguntaba como tenía cara para molestarlo por su peso cuando ella no estaba muy lejos de parecérsele.
Claro que Lolito era una linda y bonita naranja.
— Pues si estás hablando de tu voz, seguro es una irritante risa de hiena. — se defendió. El pelinaranja raras veces le ponía atención a sus palabras, prefería ignorarla, pero hoy realmente estaba de muy mal humor.
Aunque, cada vez que sus ojos se cruzaban, su omega interior le gritaba: "¡Corre!", y eso era lo más lógico, ya que él era un simple pollito y ella una bestia salvaje, por eso, si no fuese porque Rubén era un osezno, no se atrevería a confrontarla.
— No me tientes, gallina asquerosa. — mientras sus palabras iban saliendo entre sus dientes, sus rostros se iban acercando. — Porque podría devorarte.
— ¿Devorarme? — cuestionó alzando sus dos cejas naranjas tratando, con todas sus fuerzas, de reprimir su miedo. — ¿Planeas transformarte enfrente de la escuela y que todos vean el poco control que tienes sobre tu animal? — mostró una sonrisa divertida al ver cómo su expresión cambiaba de una furiosa a una nerviosa, dándose cuenta del círculo que se estaba empezando a formar a su alrededor.
— Te salvaste esta vez, gallina. — Sus dos palmas empujaron los hombros de Lolito quien cayó al suelo golpeándose el trasero, y hubiera podido ser peor si no fuese por el castaño sosteniéndolo por detrás. Y antes de irse, la omega soltó aún con la mirada sobre ellos: — La próxima vez no me detendré. — chasqueo los dientes para abrirse paso entre la multitud gritando: "¡Apártense!".
Todos intimidados por su animal se dispersaron, sin mostrar la más mínima intención de ayudar a Lolito, aunque no es como si el pelinaranja quisiera ayuda, en realidad era todo lo contrario, detestaba ser ayudado, sentirse inútil.
— ¿Estas bien? — habló Rubén, cuando ya todos habían perdido interés en la escena, intentando levantar a su amigo, aunque este se resistió a su toque y se paró por sí mismo.
— Sí... — respondió sacudiendo la parte trasera de su pantalón, lo cual lo molesto más, ya que ese que llevaba puesto era su único pantalón negro y nuevo que tenía, y que le quedaba a la perfección. No le ajustaba en la cintura o en la entrepierna, pero tampoco le quedaba muy suelto. — Rubén. — Lo llamó buscando entre la multitud aquella melena blanquecina que tanto odiaba mientras avanzaba hacia la entrada del centro educativo.
— ¿Sí? — lo siguió.
— ¿La última vez quién ganó?
— Si no me equivoco, fue ella, Loli. — el mencionado apretó sus puños.
— Bien... — suspiró. — consigue todo lo necesario. — una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios. El castaño sólo asintió con la mirada sería, aunque por dentro se moría de la emoción por saber que haría su primo esta vez.
— Se nos va hacer tarde para entrar a clases. — gritó en susurró Rubén mientras abría su mochila mirando de un lado hacia otro esperando y rogando porque ningún profesor se apareciera. — Además, Mangel me puede estar buscando.
— ¿Quieres callarte por un momento? — ordenó en tanto que con sus ágiles manos abría el casillero de aquella chica teñida. — Ahora... alambre.
— Alambre. — por cada cosa que Lolito empezó a pedir, Rubén lo sacaba de su mochila y se la daba.
— Alicate. — La sonrisa en el rostro del peinaranja se volvía cada vez más grande, sin embargo, no estaba llena de felicidad, sino de malicia.
— Alicate. — Y Rubén se mantenía muy atento y muy callado como un buen secuaz, como si fuesen un dúo perfecto como Batman y Robin.
— Liga.
— Liga.
— Imán.
— Imán.
— Y por último... — el castaño saco un apetitoso trozo de pastel de chocolate algo aplastado, debido al movimiento, para colocarlo también dentro del casillero. — ¿Crees que deberíamos colocar un balde de pintura en vez de una torta?
— Cre-creo que una torta estará bien... — opinó nervioso, no había día en que no apoyase a su primo, pero ya estaba comenzando a sentir miedo, una razón era porque ya se hacía tarde y la otra era porque en cualquier momento los podrían encontrar con las manos en la masa. — por si nos descubren.
— Nadie lo hará, confía en mí. — volvió a sonreír y tan pronto como colocó la torta, cerró el casillero.
— ¡Oigan ustedes! — Los dos omegas se tensaron al escuchar el fuerte grito de su superior.
— ¡Corre! — gritaron en unísono antes de empezar a hacer lo que habían mencionado, lo más rápido posible, aunque, obviamente para Lolito era más difícil.
— ¡Te veo en la salida! — avisó Rubén antes de dirigirse hacia la izquierda, con una velocidad inigualable. Nunca creyó que llegaría el día en el que anhelaría estar dentro de un aburrido salón de clases, tanto como hoy.
El pelinaranja asintió mientras buscaba con sus ojos unas escaleras para ir hacia su aula la cual quedaba en el cuarto piso. Él no solía quejarse de cosas como estas, ya que podía imaginarse que clase de insultos recibiría si se lamentaba de subir escaleras, lo cual era muy hipócrita por parte de todos, ya que sabía que a nadie le gustaba usar las escaleras, pero ahora realmente odiaba tener que subir tres pisos, si él era de un grado menor, lo lógico sería que su salón quedara en uno de los primeros pisos.
— Y cómo te iba diciendo, las clases de matemáticas no son importantes porque si fueras a un parque con tu omega no te pondrías a calcular el área de un triángulo formado por la sombra de un árbol y las veredas, ¿verdad? Preferirías estar... tu ya sabes-
— ¡Apártense! — La voz del pelinaranja se hizo presente mientras terminaba por subir la tercera y última escalera, muy cerca de su salón y lejos de que el profesor lo atrapase.
Los dos chicos que se encontraban en medio de esta voltearon rápidamente al escuchar el chillido, y uno de ellos empujó al otro, al instante, para que Lolito pudiera pasar.
— ¡Hey! ¡Cuidado que me aplastas naranja gorda! — gritó a sus espaldas el que antes estaba hablando de matemáticas. Lolito se detuvo algunos escalones más arriba y apretó los puños, ya no le importaba si lo regañaban o expulsaban, se había dejado molestar por muchos meses, ya no lo soportaría.
Era un omega rellenito, pero no era el omega rellenito de nadie, era fuerte, independiente y hermoso.
— Oye- — El chico que se encontraba a su lado iba a llamarle la atención por gritar tal ofensa, pero antes de poder hacerlo un puño se clavó sobre su quijada empujándolo hacia atrás, con tanta fuerza que cayó raspándose parte de sus palmas.
— ¡La próxima vez que me llames gordo, te pateare en los huevos!
— Hey, hey... — murmuró el que antes lo había insultado, más el pelinaranja no se dio cuenta de que había golpeado a la persona errónea.
— ¡Chúpame el pene, idiota lamepollas! — volvió a gritarle, sin intención que escuchar explicación alguna. Cuando todo quedó en silencio, se giró y desapareció lo más rápido posible antes de que se orinara del miedo, ya que tarde se dio cuenta de que se había enfrentado a un Gran danés, la raza de perros más grandes en el mundo, y a un rinoceronte. Los dos alfas.
— Pero, ¿Qué demo-
— Pfff... — interrumpió la risa de su amigo, que segundos antes se había caído, mientras se frotaba el mentón el cual había terminado bastante rojo, tratando de levantarse, aunque al parecer, también se había lastimado el tobillo. Su amigo fue en su ayuda, colocando uno de sus brazos alrededor de su hombro para llevarlo a la enfermería.
"¿Qué clase de insulto fue ese?", pensó con la vivida imagen de aquel rostro tan rellenito en su cabeza y el delicioso olor a naranjas surcando sus fosas nasales.
Lolito no se dio cuenta que a quien acababa de golpear, no era ni más ni menos que el mejor amigo de su primo, Mangel Rogel.
🍊* Si no saben quien es Silvia Tomey, aquí una foto:
Recalco: no tengo nada en contra de ella, la verdad se me hace muy tierna.
🍊* Segundo, la historia es omegaverse, pero los personajes son cambia-formas, por lo que se pueden transformar cuando quieran en el animal que son, y más cuando están enfermos ya que se vuelven débiles.
🍊* Si quieres que te dediquen un capítulo, clic aquí. Gracias por su apoyo y darle una oportunidad a esta ^°^
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