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Londres estaba debajo de una lluvia torrencial y lúgubre que hacía de cortina para el caso que estaba a punto de destaparse. Les quedaba solo esa tarde, ya que mañana sería el funeral y por ello, debían descartar de inmediato cuáles serían los siguientes posibles objetivos de lo que parecía ser un nuevo tipo de justicia que nadie se había puesto a pensar en las cuestiones morales que ese tipo de justicia significaba.

...

Ratigan y Bell se habían infiltrado en uno de los carruajes humanos, iban a la dirección. Estaban en el entretecho esperando a llegar en silencio hasta que la coneja habló en voz baja de forma insistente.

"Entonces tú y Basil..." empezó a decir ella de manera insistente.

"¿Por qué a la gente le importa tanto lo que pase entre él y yo?" fingió molestia mientras evitaba responder, porque tampoco sabía qué responder, más que nada porque parecían estar mejorando pero aun estando estancados.

"A ver, en primera, yo soy la interesada porque escucharte hablar dormido es como ver leer una novela romántica clásica, claramente me importa saber cómo termina y también porque... heh, tú fuiste un entrometido con el tema de mi nombre así que shhh, calladito" le respondió soltando una risa burlesca.

"¿Cómo que hablaba dormido...?" preguntó avergonzado y molesto el Napoleón del crimen mientras la coneja se hacía la tonta mirando hacia afuera.

"Uy, un gato, creo que está perdido, o no, se ve muy gorda, seguro solo está lejos de casa" comentó la coneja mientras asomaba la mirada entre el entretecho y seguía a una gata gorda color crema ocultarse entre la basura.

"¿¡Felicia!?" gritó Ratigan mirando y buscando con desesperación su campana casi por mero instinto, pero claro, no era su auténtico traje y por ende no la tenía con él...

"¿Esa gata te importa...?" preguntó Bell, y al ver que su jefe no jefe asentía con la cabeza por instinto puso sus patas en el borde y se dispuso a bajar casi que en automático.

"¡No tienes que hacer todo por mí, mujer!" le regañó la rata mientras la volvía a meter en el entretecho. "¡Perfecto, ahora estás mojada, tú eres la médica, no te puedes matar como si nada!"

"Perdón..."

...

La lluvia parecía empeorar y no detenerse para su mala suerte, y era una pena porque cuando llegaron a la ubicación y ambos se habían bajado, la tormenta parecía solo avanzar mas y traer un mal augurio.

Ratigan apenas vestía su traje chamuscado y el frío era insoportable. Bell solo vestía de igual forma con un simple abrigo delgado. Al menos sabían por dónde meterse para que la lluvia no los mojara y pasar desapercibidos.

"No te has preguntado qué pasa si te ven así? Eres el peor criminal de todos, no sé si te recibirán de buena gana" comentó la coneja mientras intentaba no pisar los charcos de agua sospechosa.

"Conozco a esa familia, me deben un favor... aunque dudo que me escuchen si nos ven así..." comentó de mala gana la rata mientras miraba por dónde pasar. Era el peor día para salir pero era ahora o nunca, debían descartar sujetos antes del funeral, seguramente Sineye lo usaría para hacer un ataque.

El Napoleón del crimen sintió cómo tiraban de su traje. Estaban debajo de una mampara de una tienda cerrada, la coneja le señaló cómo había una apertura con un pequeño cartel de abierto. Había una tienda de abrigos para ellos.

"¿Tú... tienes dinero?" preguntó el mayor.

"No, pero tengo frío" respondió la menor mientras lo miraba fijamente.

Ambos sabían lo que pasaría a continuación, después de todo, hacía frío y era una necesidad. Además, era la mejor forma de infiltrarse entre los ratones adinerados y gente de clase alta. Después de todo, ese tipo de gente no dejarían pasar a una rata y a una coneja solo porque sí.

Tanto el criminal como la médica entraron a la tienda y solo usando las palabras "por favor" de manera amable mientras sonreían, con el Napoleón del crimen imponiendo con su figura y la simple señorita de la noche lo apuntaba con un ramillete de agujas.

---

Mientras tanto, el detective y sus compañeros volvieron a la casa de aquel camarógrafo en busca de sujetos para descartar.

La madre y la hija murciélago estaban más afectadas por la desaparición del último integrante de su familia y por ello, Basil y Dawson le pidieron a Caprice que se encargara de ellas.

"¿Yo, por qué?" preguntó nervioso el capibara antes de entrar.

"Eres un capibara, el animal más pacífico de todos, además, ya noté que eres bastante bueno leyendo emociones", comentó Dawson mientras asentía suavemente y empujaba al roedor de gran tamaño para que hablara con ellas.

Eso permitió que el cuarto de Nollan estuviera completamente despejado, habría mucho que revisar, ya que pese al orden impoluto de aquel pequeño espacio cuadrado los archivos parecían miles.

"Tiene que haber algún cajón secreto por algún lado..." comentó en voz alta Basil mientras empezaba a tocar las paredes y golpearlas levemente en busca de algún pasadizo o alguna pista. Vio un cuadro familiar colgado de la pared, su instinto le decía que seguro había algo ahí detrás.

Y, en efecto, lo había. Su instinto de detective jamás le fallaba y, en realidad, estaba feliz de que las cosas fueran fáciles, tomó el marco del cuadro familiar confiado pero... Detrás del cuadro había un pedazo de pared hueca, pero en vez de haber una pista, solo había una carta de burla.

"Los ratones solo usan sus ojos y sus oídos, pero ninguno está desarrollado al máximo. Si lees esto es porque eres un idiota, ingenuo, mentecato..." Basil dejó de leer en voz alta con decepción. "Pista falsa..."

Dawson iba a comentar algo al respecto, pero al ver el estante y cómo había un espacio apartado únicamente dedicado a los libros de Sherlock (y como en este faltaba uno).

"Claro... murciélagos, tienen el oído más desarrollado y son mayormente ciegos, si esconde algo no será con un cuadro..." comentó el detective en voz alta, monologando como siempre y chasqueando los dedos una vez que se le ocurrió una idea. "Los murciélagos usan el ultrasonido, pero de usarlo todo el edificio lo sabría, por ende, solo usaría un sonido común pero que produzca eco. Sigo creyendo que debe haber algo entre las paredes..."

Por mientras, el médico se había puesto a revisar las cosas del estante. En la caja de partes habían miles de partes de cámaras y otras que parecían partes de todo tipo de cosas. Había partes de armas, pero también partes de lámparas, frascos con aceites, pólvora y tintas. Eran como partes sobrantes de todo lo que se pudiera imaginar, y entre esas cosas habían tubos de metal completamente huecos que hacían ruido al ser chocados entre sí. Eso le dio una idea a Dawson. Miró cómo en la ventana había un pequeño adorno de esos que suenan al soplar el viento. Basil insistía en que había algo raro en las paredes, y ahí fue cuando unió todos los puntos.

"Basil, usa esto", le dijo el ratón de baja estatura entregándole dos tubos metálicos. "Si hay algo raro en las paredes, debe ser..."

"Debe ser alguna perturbación en el sonido efectuado entre los metales", terminó la frase el detective mientras cerraba la ventana para no distraerse y, de paso, apagaba las luces para así 'desarrollar' más su oído. No es que los ratones tuvieran un mal oído, pero tal y como mencionaba el murciélago, debía perfeccionarlo aún más.

Concentró su oído y golpeó ambos metales con cuidado. En la pared no se sentía nada, solo se sentía algo raro en la parte donde estaba la pista falsa. De lleno, todo se escuchaba igual. Si no fuera porque se sentía el sonido ahogado por la parte del estante, es decir, como si hubiera una mancha que cubriera algo. Seguro estaba escondido ahí. Se acercó al estante y volvió a golpear. Todo se sentía igual hasta que fue haciendo sonar los metales sección por sección. En la parte más baja logró escuchar algo.

En el apartado de libros, en el espacio donde faltaba uno de los libros de Sherlock, se sentía como el ruido se ahogaba, como "moría" el sonido de los metales.

Y, en efecto, al prender las luces y quitar los libros, comprobaron que la pared en esa zona no era de madera, sino que había cartón pintado para distraer. Al moverlo, había un compartimiento secreto con una carpeta enorme, pero esta tenía un mecanismo que funcionaba a manera de mantenerla cerrada. No había dónde poner una llave ni nada. Al contrario, había una línea donde solo algo filoso como un cuchillo podría entrar. Eran inconscientes de que, en realidad, esa carpeta no era para ellos. El cerrojo había sido diseñado para Sineye, pero Nollan jamás logró entregársela.

"Con esto ya tendremos todo resuelto", comentó Basil mientras tiraba uno de los archivos de la carpeta que estaba por salirse. Era una foto del callejón detrás del banco, ahí se veían dos figuras borrosas (dado a que las fotografías necesitaban tiempo de exposición): una era figura pequeña con ropas que el detective reconoció fácilmente, era uno de los ratones de la mafia china y la otra era la figura del banquero. Ambos estaban estrechándose la mano con dos maletas que seguramente tendrían dinero ajeno.

"Nunca esperaría que alguien como el banquero estaría trabajando con la mafia china..." susurró con decepción Dawson.

"Bueno, luego usaremos las pruebas para meterlos en la cárcel, a todos ellos y a Sineye también. No tiene derecho a decidir que la muerte es la mejor de las justicias... por eso hay entidades que se encargan", respondió molesto Basil. Le molestaba que su ciudad estuviera corrupta, pero también... estaba de acuerdo de que los criminales obtuvieran su merecido y fueran cazados, pero no con la muerte blanca acechando por ahí. Otra vez estaba conflictuado referente a su moralidad y el escenario no parecía ser el mejor, al menos el sonido de la lluvia atenuaba la voz de su conciencia.

...

Al salir del cuarto, ambos vieron una escena que casi les hacía olvidar que el tiempo corría y que estaban investigando un caso de corrupción de escala mayor.

Todas las luces estaban encendidas, la niña murciélago estaba dormida en el sillón y la madre recostada en otro contándole sus problemas al capibara, quien escuchaba atento.

"Si... por eso sentía que mi esposo nunca me amó en realidad, sé que haría todo por protegerme a mí y a Christine, pero no había besos, ni abrazos, ni siquiera apodos bonitos. Siento que me trataba como una amiga", comentó ella con la mirada perdida hacia el techo.

"Mh, bueno, es una situación complicada si me permite decir", respondió Caprice mientras revisaba sus notas y se callaba el hecho de que sabía perfectamente a qué se debía esa frialdad por parte del señor Ikon.

"¿Q-Qué?" cuestionó el ratón de baja estatura.

"Caprice...", lo llamó de manera silenciosa Basil, ocultando la carpeta en su abrigo.

"Un momento", dijo el capibara de manera tranquila, anotando algo en un papel y entregándoselo a la mujer. "La veo a esa hora en esa dirección, ya seguiremos hablando."

"¿Eres psicólogo?" le cuestionó el ratón de baja estatura mientras lo veía acercarse.

"De hecho, sí, pero nunca pude sacar mi profesión a adelante. Ahora solo uso mis habilidades para ayudar a ratones alcohólicos con sus problemas. No soy tabernero por nada."

"Luego pueden seguir con su charla, hay un caso que destapar", les dijo Basil un poco apurado, dado a que ya estaba empezando a maquinar las posibilidades sobre el caso, no en el buen sentido, sino el psicótico.

---

El Napoleón del crimen y su compañera llegaron a la casa de los ratones de alta clase, vestían abrigos y demás ornamenta que los hacía ver de la misma clase alta y no como las escorias que eran.

Los había recibido la hija de la familia, Odette Moutesquiev, quien supo inmediatamente quién se había presentado en su portal.

"Ratigan..." saludó ella de manera un poco fría y sin mostrar miedo "y... tú, ¿no eras la chica que espiaba ayer?" Encaró la ratona a la coneja, quien vestía un abrigo largo como vestido con una pequeña capa y con una enorme cinta roja.

"Odette, ha pasado un tiempo..." la saludó de manera igual de fría mientras miraba a su amiga casi a manera de regaño, como si la reprendiera internamente. "Vengo a cobrar mi pequeño favor"

"...bien, pasen." Dijo la joven de manera esquiva mientras se hacía aún lado para que pasaran y parecía evitar mirar a la coneja, no con repudio, sino una especie de vergüenza.

Y una vez dentro, ambos fueron recibidos con lo que era una mansión, con paredes tapizadas en telas, cortinas enormes, muebles de madera decorados y adornados con patrones elegantes, todo bien acomodado e iluminado con un gran candelabro dorado que resaltaba la opulencia de la familia.

La menor de las hijas estaba sola en casa, sus padres habían salido a hacer asuntos empresariales.

"Entonces... ¿a qué se debe su visita, ex-tutor?" Preguntó la ratona de forma cortés pero seca mientras los invitaba a sentarse en la sala.

"Quería saber qué relación tenía tu familia con un tal... Nollan Ikon, digamos que está en deuda conmigo" mintió Ratigan mientras se quitaba su nuevo abrigo y entraba en su papel de criminal, como si volviera a su vieja gloria.

"Oh, es el fotógrafo personal de mi familia, ha sacado cada una de las sesiones de foto familiar, está con nosotros desde que tengo memoria" respondió Odette evitando responder y de manera distraída, concentrando su vista en la compañante del criminal y cómo esta chillaba porque se quemó la lengua con el té.

Ratigan se inclinó en su silla, con las manos apoyadas en su barbilla y los codos en sus rodillas, manteniendo un semblante tranquilo y una voz tanto melodiosa como tranquila.

"Mh, en ese caso esperaré a tu padre para tener más información de él, me imagino que estará encantado de escuchar que su fotógrafo personal y su hija tienen secretitos guardados..."

"Tsk, bien... te diré todo lo que quieras saber, pero antes, iré por algo de agua fría" Odett parecía mantener sus modales pese a toda su molestia y frialdad en su voz y una vez que salió de la sala, Bell miró a su jefe.

"¿Qué clase de favor le debe una chica como ella?"

"Digamos que ella me debe a mí, está pagando mi silencio... era una chica muy lista en la escuela hasta que llegó a los últimos cursos, ahí yo ya no estaba en la escuela y era un profesor de universidad, sus padres me contrataron para ayudarla, pero en su lugar, ella me pedía ayuda para hacer trampa en sus exámenes por un pago extra, está desesperada por que sus padres no sepan ese secretito, haría lo que fuera para que no se enteraran de que su hijita perfecta no es más que una farsa"

"Oh, ya veo, pero no acabas de romper tu voto de silencio?" Cuestionó ella mientras veía a la ratona entrar nuevamente.

"El trato es que sus padres no se enteren, tú estás fuera del trato"

"¿Le acabas de contar a ella!?" Chilló frustrada la ratona "me estoy cuestionando si eres un hombre de palabra..." dijo ella volviendo a sus modales en lo que le servía agua fría a la coneja.

"¡Muchas gracias!"

"No eres la persona exacta para hablarme de ser una persona de palabra, ¿verdad?, señorita notas perfectas" se burló en voz baja Ratigan sin quitar los ojos de encima de la primogénita.

"Bien, te contaré todo, pero te quedas calladito y yo no tuve nada que ver, ¿trato?"

"Me parece bien, soy todo oídos."

Odett contó todo lo que sabía, que en realidad, era una situación igual de compleja y relacionada estrechamente a la corrupción. La familia Moutesquiev financiaba los proyectos de Nollan, no solo los referentes a la fotografía, sino también los de espionaje. Lo habían contratado con el fin de exponer la corrupción de los grandes puestos con el único fin de encasquetar a un familiar o afiliado en el puesto. ¿Quién había muerto, el médico de cabecera del hospital más prestigioso? Justo la familia Moutesquiev tenía un recién graduado en medicina y pagarían lo que fuera para ponerlo en el puesto, así con cada cosa, con el fin de que su familia tuviera renombre. Solo faltaba Odett.

"Y no tienes idea de dónde pueda estar ese espía tuyo?" Volvió a insistir el Napoleón del crimen.

"Desapareció un día, suponemos que dejó el trato una vez recibió la mitad del pago, pero tengo el presentimiento de que no nos defraudará, lo contratamos de espía precisamente porque estaba desesperado por dinero"

"Comprendo, y con respecto a Sineye no saben nada?" Volvió a preguntar.

"Él no tiene relación con nosotros, pero se veía cohibido mientras nos preguntaba por Nollan también, genuinamente dio pena, no pensé que una rata podría transmitir tanta desesperación solo con los gestos y la voz" comentó la aristócrata recordando la imagen de la rata blanca bajando su sombrero y agradeciendo de forma débil la poca información que le habían dado.

"Comprendo, en ese caso gracias por la información, Odette" agradeció el criminal mientras se levantaba de su asiento y volvía a acomodar su abrigo "me despido, siempre es un gusto volver a ver a una alumna mía, bueno, falsa alumna"

"Un gusto igualmente..." respondió la aludida un poco molesta e intentando ignorar el comentario, se levantó y dirigió ambos hacia la salida.

"Muchas gracias por atendernos, me gustó mucho tu té" le agradeció Bell mientras hacía una reverencia educada pero exagerada, tomando el borde de su nuevo abrigo y agachando su cabeza y orejas.

"N-no es nada, es lo correcto a la hora de atender visitas, esperadas o no" respondió un poco fría la aristócrata mientras desviaba la mirada y sus orejas se teñían de un tono suave de rojo. "Me... Me gusta tu moño, es bonito" dijo con mejor tono a los pocos segundos, señalando la cinta en el centro de la capa del abrigo de la coneja.

"Si, es lindo, ¿no?" Ambas se habían quedado solas frente al umbral de la puerta, Ratigan ya había salido y Bell, como su amiga no amiga, tenía que seguirlo "toma, te lo doy" rápidamente la coneja le dio la cinta sin mirar atrás, en un simple gesto inocente que hizo que Odette soltara un leve chillido solo audible para un roedor.

Rápidamente la coneja alcanzó a su jefe en el portal, aún llovía y estaban analizando la mejor ruta para volver.

"Después te enseño cómo coquetear con mujeres" comentó él a manera de burla mientras esperaba un carruaje al cual infiltrarse, si no, tendrían que caminar por el suelo mojado otra vez.

"A-Ah, ¿qué vino eso!?" Chilló ella mientras lo miraba "a-además, tú no eras Gay...?"

"Sí, ajá, no estabas coqueteando- e-espera, ¿cómo me acabas de llamar!?"

Ambos detuvieron su conversación debido a que a la lejanía escucharon los pasos de un caballo, se alegraron al creer que no tendrían que caminar, pero no era un caballo, era un pony que se acercaba a ellos y se notaba pese a la penumbra al ser más pequeño que un caballo y se detuvo frente a ellos, sobre el equino se encontraba una rata blanca con su gran sombrero subriendole el rostro de manera sombría. Rápidamente Bell atinó y empezó a rociar perfume encima a ella y a su jefe no jefe ya pensando en por qué Sineye estaría por ahí.

"Ratigan, Mandam, que sorpresa verlo aquí" los saludó Sineye mientras se bajaba de su equino y se quedaba en el portal con ellos "senti el aroma de Basil por aquí y vine a investigar, pero se le perdió la pista, sí que es un ratón escurridizo ese maldito...."

"Si... qué escurridizo" respondió primero la coneja pateando la botella de perfume hacia otro lado aprovechando que la rata blanca solo se concentraba en la rata de colores oscuros.

"Hablando de Basil, Señor Ratigan quería hablar con usted, tengo un nuevo plan para matarlo y me parece que se ajusta muy bien a sus métodos, si me deja llevarlo a mi nuevo hostal se lo mostraré con gusto, es ahora o nunca" dijo el vaquero de manera dulce y casi alegre, como si no estuviera hablando de matar a alguien y en su lugar hablara de lo bonito que es el campo. "Por la lluvia no se preocupen, es cerca, tormenta china nos llevará rápido hacia ahí"

"Bien, iremos contigo, pero más vale que sea rápido" le respondió el Napoleón del crimen con seguridad y una sonrisa falsa.

"Uy se me quedó algo en la casa de Odett, a lo mejor debería ir y buscarlo-" intentó excusarse Bell antes de que le agarraran de las orejas en señal de que estaba obligada a ir.

...

Los criminales llegaron a donde Sineye se hospedaba, se estaba quedando ahora en un pequeño cuarto improvisado en un departamento humano abandonado en la primera planta, abrió la ventana y los dejó pasar.

"¿Te estás quedando en la casa de un humano...?" Preguntó la coneja, siendo la última en entrar por la ventana y agitando brazos y cabeza intentando quitarse toda la humedad de la lluvia.

"Este piso está abandonado y no estoy solo es cuarto compartido" comentó tranquilamente la rata blanca mientras prendía una hoguera.

El techo estaba infestado de murciélagos salvajes, no los decentes.

"¿No son adorables...?" Comentó en un susurro suave con una boba sonrisa mientras encendía la hoguera.

"Si... mucho..." respondió Bell escondiéndose detrás de Ratigan. "E-Espera, Tú no trabajabas con uno Ratigan?"

"Fitget, era un cría, no era así de salvaje, solo... maniaco" respondió el criminal mientras se quitaba el abrigo (y de paso fingia demencia para evitar mas preguntas) y miraba cómo el extranjero armaba un caballete improvisado, poniendo sus ropas encima y acercándolo al fuego para que se secara.

El extranjero se había quitado su poncho y su sombrero dejando a la vista mas de su apariencia, lo que mas resaltaba era horrible herida en su ojo, como un arañazo horrible que iba desde la ceja hasta atravezar el labio, "pongan sus abrigos a secar al menos, les traeré una manta para que se abriguen" les dijo antes de desaparecer en la oscuridad.

"Está siendo... muy amable" cuestionó Bell en voz baja mientras se acercaba a la hoguera en busca de calor.

Ratigan no cuestionó en su lugar simplemente miró desconfiado el ambiente mientras se preparaba para cualquier cosa, aun que ademas de una desconfianza tremenda empezó a sentir como un leve dolor le subia por la columna, por lo que además del abrigo se quitó su saco, pidiéndole a su enfermera personal que le aplicara anestesia, ya tocaba sus dosis y ya habia aprendido a que a la minima señal de dolor aplicar inmediatamente.

"Pronto, mi amigo, dejarás de necesitar de estas inyecciones, estuve trabajando en algo grande, estuve haciendo medicina~" dijo ella de manera entusiasta como una sonrisa melosa mientras miraba la aguja de anestesia vacía, la rata iba a cuestionar y empezar a tener miedo pero cuando calló un rayo y vio cómo ella se ponía a temblar y casi llorar, se le quitó el miedo, bueno, más o menos, al pobre casi le había dado un infarto.

"¿Quieren comer antes?" Preguntó Sineye mientras les lanzaba una manta para ambos y traía consigo más tablas para armar otro caballete.

...

Ambos criminales estaban sentados cerca del fuego mientras miraban cómo en este mismo fuego el extranjero había puesto a hervir una olla llena de verduras y brotes, haciendo un caldo improvisado.

Mientras hervía el caldo, Sineye contó que su plan era usar a Ratigan como carnada en el funeral, que este hiciera una gran pretensión malvada y de más parafernalia, así, Basil aparecería, era un plan simple, pero ambos quedarían contentos en la opinión de Sineye, Ratigan podría ser todo lo teatral que quisiera y él podría simplemente acabar su trabajo, había dejado al banquero para después.

"Y entre nosotros... ¿por qué quieres acabar con Basil?" Le encaró de forma firme Ratigan mientras sentía que la lluvia empeoraba.

"¿Nunca lo dije?, bueno... es porque sé que tú y él son una tapadera, ustedes no son más que una forma de que la gente no se entere de los trapos sucios de los millonarios de esta ciudad..." explicó frío la rata blanca mientras le servía un poco de caldo de verduras. "Tú te salvas porque primero elimino los de cuello blanco, solo porque dan mas asco, ya luego los demás criminales tendrán miedo de cometer crímenes porque sabrán lo que se viene, y si no lo tienen...una bala es suficiente para dejar en claro que no se quedaran sin castigo, además..." tomó una leve pausa, como si estuviera triste de lo que fuera a decir "pareces ser la única rata aquí, no me parece justo matarte..."

Ratigan se quedó sin respuesta, con la sonrisa torcida y sintiendo cómo la palabra rata lo resquebrajaba por dentro. Pero cuando iba a responder y asegurarle que ni él y ni Basil eran parte de esto, la rsta blanca volvió a hablar.

"No podría matarte aunque quisiera... fuiste mi inspiración..." confesó Sineye mientras tomaba de su sopa.

"D-Disculpa?" Se desconcertó el de colores oscuros mientras miraba cómo su compañera se iba quedando dormida sobre su hombro.

El vaquero se quedó mirando el fuego en silencio dejando que el sonido de la lluvia invadiera el lugar, hasta que en un suspiro no pudo evitar contestar.

"Cuando era muy joven... mis padres me vendieron a una familia de ratones millonarios, un día recibieron a una familia de inventores, ahí un murciélago me habló de que en su universidad había un estudiante brillante, un estudiante que al igual que yo era una rata, un estudiante impecable que pese a todo era hábil y mostraba su valía, su nombre era Padraic Ratigan.

Siempre me había considerado únicamente mano de obra pese a que todos me decían que era incluso más inteligente que la familia que me había comprado hace años, me gustaba la física, la matemática y la caligrafía, pero jamás quise ser más porque yo solo era una sucia rata de pueblo, mano de obra nada más, pero cuando escuché de ti... me hizo querer dejar a mis dueños y explotar mis conocimientos, porque si una rata podía ser el estudiante más inteligente de su clase, a lo mejor yo también lo era..." explicó de forma solemne la rata blanca mientras miraba su reflejo en el caldo, recordando a su versión joven que era obligado a tallar el piso durante horas o que tenía que enfrentarse solo a los gatos que amenazaban con comerse a la familia. "Desde ese día no me pareció justo que las ratas fueran tratadas como mano de obra de donde vengo y luego una cosa llevó a la otra y pensé que ratón, rata o criatura, nadie merecía ser mano de obra, todos tienen derecho de explotar sus propias habilidades natas"

"Solo porque entré a la universidad...?"

"Debes verlo desde mi perspectiva, es como si un esclavo viera a uno de los suyos volverse el dueño de una parcela, lo conozca o no, no sentir admiración es casi imposible..." el vaquero calló unos segundos antes de hablar con profunda decepción "fue triste saber que te habías convertido en un criminal... una apuñalada dolía menos por que te habías transformado en aquello que la gente creía de ti..."

Ratigan no tuvo nada que decir al respecto...

...

El detective se encontraba en la mesa de la taberna analizando el contenido de la carpeta y las fotos. El último candidato era un banquero; debían protegerlo a toda costa, atrapar a Sineye y luego llevar al banquero frente a la justicia con las pruebas.

La cabeza del detective estaba entre aristas diferentes. Una parte de él estaba de nuevo en el juego de ser un detective; la otra, estaba tan enojada y molesta de que su ciudad, la que siempre buscó proteger, estuviera tan sucia. Se había concentrado tanto en atrapar a su mayor rival que nunca miró más allá, nunca miró a las plagas de cuello blanco. Se sentía parte de aquel juego macabro. Era tonto pensar en culpas, pero cuando tu moral está tan dañada, es difícil pensar con claridad.

"Él no va a comer nada...", susurró Caprice desde la cocina mientras terminaba de cocinar la cena.

"No, aún no. No hasta que se le pase la emoción de haberlo resuelto", respondió Dawson. "Y... ¿qué cocinaste esta vez?"

"Solo hice pan. Es difícil cocinar para ustedes los ratones. Aún no sé qué pueden comer. Yo como de todo entonces..."

Y de la nada, Basil golpeó la mesa con euforia, decidiendo celebrar un poco y sentirse mal después. "¡Caprice! Necesito que me des la mejor cerveza que tengas".

"Y ahí está, la euforia", mencionó Dawson, aliviado de que ahora todo fuera por buen camino. Casi que lo hacía olvidar la horrible tormenta que no cesaba.

"Se la voy a cobrar...", susurró el capibara mientras buscaba una jarra.

A los pocos minutos, como había dicho, por fin llegaron los dos faltantes, completamente empapados por la lluvia y con sus abrigos nuevos totalmente mojados dándoles el aspecto de no ser tan nuevos.

"Tenemos el próximo plan de Sineye", anunció Ratigan quitándose el abrigo e intentando ignorar toda el agua que hacía que su ropa se pegara a su cuerpo de una manera incómoda. Al ver que les habían dado un aventón en pony, pues... se estaba arrepintiendo de no matar a Sineye.

"¡Nosotros tenemos su próximo objetivo!", le anunció de vuelta Basil mientras se acercaba y se sorprendía por verlo en ese estado.

"Yo... los dejo solos...", susurró Bell mientras se apartaba de la escena.

La tensión entre el criminal y el detective era extraña, pero no se sentía mal, solo profundamente extraña. Aunque parecía que habían hablado las cosas, no lo era todo. Al mirarse, solo pudieron recordar lo que habían pasado cada uno en sus sueños. Basil aún seguía engañándose a sí mismo únicamente concentrándose en lo lindo que pudo ser... y Ratigan estaba de nuevo recordando el horrible sonido del hueso crujiendo y rompiéndose. De inmediato, tuvo el impulso de tomarle de las manos y disculparse, pero él no estaba acostumbrado a sentirse así, por lo que las palabras no salían de su garganta...

"Entonces... ¿vamos a planear un plan, juntos...?" Preguntó de forma torpe el criminal, mientras se quedaba inmóvil en su sitio sin apartar su vista del contrario.

"Sí, precisamente. Pero... ve a cambiarte primero, se te ve un poco incómodo...", asintió Basil mientras apartaba la mirada. Al estar tan afectado por la idea de sus recuerdos, simplemente lo hicieron actuar como si fuera un joven estudiante otra vez, actuando estúpido, impulsivo y sin pensar en la razón. Sí, solo es una forma poética de decir que Basil se estaba fijando/aprovechando de que un traje mojado tiende a ajustarse y pegarse en la figura de quien lo porta. Básicamente, nuevamente pudo escuchar a su conciencia recriminarle: "¡Oh, tú pervertido... aprovechándote de un pobre hombre que está completamente empapado para ver más de lo que debería! ¿Extrañas ese cuerpo sobre ti, no es así...?"

Ratigan pudo ver cómo el detective desaparecía en un instante, yendo a la cocina y dejándolo completamente solo, excusándose con alguna excusa tonta que no alcanzó a escuchar.

"Ah... es como dar dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás...", dijo en un suspiro el criminal mientras soltaba un estornudo.

"¡Enfermate y te mato!", gritó Bell desde la cocina.

...

Ya todos estaban informados con respecto al plan que se haría. Ratigan y Bell se encontrarían con Sineye, fingirían que trabajarían con él y luego, después de fingir una persecución, lo llevarían lejos del funeral semi real hasta lo que era uno de los departamentos abandonados para tenderle una trampa junto a los oficiales.

"Así no saldrá nadie herido y la gente podrá asistir al funeral sin problema", terminó de explicar Basil mientras iba por la sexta taza de café por alguna razón, seguro para entrar en ambiente como en los viejos tiempos. "Agradezco los dibujos y los esquemas, Caprice. Fueron de ayuda para explicar", agradeció finalmente el ratón mientras tomaba de su café.

"Se va a morir de un infarto...", le susurró la coneja al ratón de baja estatura.

"Siempre he pensado que su corazón se hizo inmune en algún punto...", respondió con preocupación.

Los dos escucharon una pequeña risa maniaca por parte del detective mientras sonaba un fuerte trueno de fondo por la tormenta, muy acorde a la situación.

"Una vez eso pase, todo volverá a la normalidad. Bueno, parcialmente. Te mandaré a la cárcel, escaparás y todo estará bien otra vez", habló el detective ya en un estado psicótico mientras miraba con detalle el plan y buscaba algún fallo.

"Entonces... ¿ese es todo el plan? ¿Qué tal... un pequeño repaso otra vez?" Preguntó Ratigan a Basil con una sonrisa rota, como si tuviera miedo de irse a dormir, como si tuviera miedo de volver a ser un rey...

...

En el escondite de Sineye se escuchó un fuerte golpe y madera rompiéndose, al unísono con la fuerte lluvia y un gruñido violento proveniente de él.

"¿Dónde estás? ¡Oh, amor mío, dónde puede estar!" Volvió a gritar frustrado mientras rompía y rasgaba madera podrida en busca de calmarse, estaba completamente desesperado.

Los murciélagos salvajes del techo soltaron chillidos asustados, lo que lo devolvió a la realidad. La rata blanca dejó de golpear y rasgar cosas y, en su lugar, tomó asiento cerca de la fogata, disculpándose con los murciélagos a su alrededor.

"Lo siento, todo está bien... todo estará bien..." intentó consolarse a sí mismo mientras sacaba de debajo de su poncho una foto de Nollan y su familia junto a él. "Voy a matar a quien sea que te haya hecho desaparecer, voy a encontrarte Nollan, por mí y por Christine y Harley... y una vez que te encuentre, volverás a casa..." habló en voz alta con tono triste y comenzaba a negar con la cabeza. "Otra vez hablo solo... si tan solo Nollan... ¿dónde estás? Hacías que mis noches no fueran tan solitarias..."

Todos le habían dicho que había desaparecido desde que lo fue a ver después de la guerra civil, la cosa es que... Nollan jamás llegó.

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