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Esa mañana fue extraña. Los personajes secundarios, es decir, el compañero del detective y los dos secuaces del criminal, se encontraban los tres tomando desayuno, esperando que algo pasara.

"Qué raro se siente despertar antes que Basil", comentó Dawson un poco extrañado mientras probaba un poco de mate que Caprice había servido.

"Sí... ¿por qué será?", dijo nerviosa Bell mientras apartaba la mirada. 'Creo que le di a Basil una de las dosis para rata. Por favor, que no esté muerto. Si eso pasa aquí, todos me hacen sopa', pensó ella mientras fingía demencia y desayunaba su pan y mate.

En uno de los cuartos de arriba, específicamente en el cuarto de Ratigan, este despertó de la forma más miserable posible. Sus ojos dolían y su pecho se sentía sumamente adolorido en la zona del corazón, pero no era por las heridas, era otro tipo de dolor... o a lo mejor si eran las heridas, en su situación podian ser ambas.

Se levantó a duras penas y vio su reflejo demacrado en un pequeño espejo de mesa. Su cabello estaba desordenado, su barba a medio crecer, su mirada cansada, ojeras marcadas y, en general, un aspecto que lo hacía despersonalizarse y decir "ese no soy yo".

Se levantó a duras penas y vio que en el mesón había dos cajas: una era su caja de maquillaje y la otra era una caja con navajas de afeitar que nunca había visto. Esta tenía una nota, era un regalo de Caprice.

Había sido una noche de mierda. Definitivamente, tenía que remontar de alguna forma, porque si quería volver a sus viejas glorias, tenía que empezar con su aspecto. Al menos... eso pensaba cada mañana.

Se levantó y se dirigió al cuarto de baño del piso superior y empezó a arreglarse: recortar y peinar su cabello, arreglar su barba, aplicarse su característico maquillaje color malva pálido. Básicamente, volver a construir su imagen de genio malvado. Verse al espejo en ese nuevo estado le devolvía toda la confianza que necesitaba. Se sentía como un rey, casi le hacía olvidar ese dolor en el corazón que lo atormentaba. Y no, no era el colesterol, Bell se lo había confirmado.

Se arregló su camisa y su pañuelo, abrió la puerta del cuarto de baño y encontró a Basil, uno adormilado con párpados cansados, la mirada muerta, ojeras mucho más profundas y el cabello alborotado.

Ambos se miraron por un segundo; el criminal arrugó la nariz y lo miró molesto porque literalmente le había confesado todo y el ratón había huido y encerrado en su cuarto. Por su parte, Basil solo atinó a bajar la cabeza intentando ignorarlo. Estaba intentando pasar de él, pero también estaba ocultando un profundo sonrojo mientras escuchaba la risa de su conciencia que decía en una broma tortuosa "no si no lo amas, para nada, tu pequeño pervertido".

Ratigan notó cómo las orejas de Basil se ponían rojas. Eso lo hizo soltar una leve risa. Iba a decirle algo, pero su traje fue jalado apartándolo de la puerta y haciendo que nuevamente el ratón escapara, solo que ahora se había encerrado en aquel cuarto de baño.

"Heh... yo sé que aún me amas...", susurró de forma solemne mientras se alejaba. Porque por mucho que se quejara, él también era en parte un cobarde y uno muy emocional. Pudo confrontarlo, pero prefirió pasar página...

...

El criminal bajó las escaleras. Se veía como nuevo, su figura imponía y mantenía su pecho inflado y una sonrisa confiada. Se quedó parado en la escalera esperando la reacción de los demás.

Bell soltó un chillido mientras se levantaba de la mesa y gritaba "¡oh sí!, ¡Ratigan volvió al juego!"

Caprice solo contestó asintiendo con la cabeza y dando un leve aplauso.

"Buenos días", saludó el criminal con cortesía a sus secuaces para luego mirar al ratón de baja estatura, "Dawson", lo saludó con un tono seco.

"Ratigan", le respondió el mencionado mientras lo seguía con la mirada y como este tomaba asiento, dejando al capibara y a la coneja en medio.

"Entonces... ¿va a mostrarle la guarida de Sineye a Basil?", le preguntó Caprice con calma mientras le servía té y algo de pan.

"Ese es el plan", Ratigan pudo sentir cómo la mirada de Dawson no se apartaba de él, y era obvio por qué. "Ustedes se encargan del gordito. Él fue a la guerra, a lo mejor sabe algo de bombas. No sé, solo hagan que no se entrometa", dijo de manera tranquila mientras empezaba a comer. "No te preocupes, Basil estará bien" le dijo directamente al raton de baja estatura "Bonnibell..."

Antes de que Dawson pudiera quejarse, el pobre calló noqueado por un sedante.

"Nosotros nos encargamos, jefe", afirmó el capibara mientras ponía uno de los brazos del ratón de baja estatura en su hombro para poder cargarlo.

"Sí, yo iré para reunirme con Sineye. Recuerde que le dijo que lo vería en su guarida. Yo me encargo", le dijo la coneja.

"Sí, asegúrate de que no vuelva a su cuarto hasta más o menos las 6, ¿hecho?", dijo la rata con confianza.

"¡Hecho!", afirmó ella mientras sacaba un bolso lleno de inyecciones y bombas de humo. "Esto no servirá contra él, pero será divertido".

"No vas a pelear, solo tienes que entretenerlo...", la regañó en lo que esperaba que Basil bajara las escaleras.

"Cierto, toma, te preparé una pasta de opio especial, asi no te tienes que inyectar porque te da miedo hacerlo solito-"

"Solo dame el opio y ya, ¡no tienes que decir nada mas!

...

Basil había bajado las escaleras después de bastante tiempo. Ratigan tenía preparado un discurso enorme sobre su plan, sin mencionar lo que había ocurrido en la noche, pero en su lugar todó se quedó solo en su cabeza, ya que el detective simplemente tomó la delantera.

"Entonces... ¿nos vamos?" preguntó en un tono sin vida, sin siquiera mirarlo. Únicamente miraba al suelo, aunque al dedicarle una sutil mirada, rápidamente cambió su comportamiento, intentando actuar como si estuviera bien. "Vamos, hay pistas que recolectar y el tiempo corre", le dijo mientras levantaba la cabeza y hablaba con ese tono de voz altanero.

El criminal alzó una ceja asumiendo que algo iba mal, pero a este punto, sentía sus sentimientos tan rotos que simplemente se sintió apático. Era contradictorio, pero sabía que preguntar no serviria de nada, que Basil le respondiera era algo que jamás iba a pasar.

"Sí, en lo que vamos hacia allá te cuento sobre Sineye, él fue... muy honesto".

Ratigan pasó por al lado de Basil, y casi aprovechando que cerca de la puerta no había nadie, este último le tiró levemente del saco chamuscado sin decir palabra alguna, como un gesto sutil que buscaba algo de cercanía, como si quisiera en el fondo abrazar con desesperación a su peor enemigo.

Había un evidente cambio, uno que seguro era justificado en su subconsciente, uno que seguro había estado castigándolo toda la noche.

Mientras iban al pequeño cuarto del extranjero, el Napoleón del crimen contó todo lo que la rata blanca pensaba. Solo digamos que la visión de este individuo era una incógnita en el sentido de lo moral.

Por ejemplo, mientras iban al campo de pruebas, aquella rata blanca decidió contar un poco del porqué usaba explosiones y armas en vez de planes tan complejos y el porqué necesitaba pasar desapercibido.

La conversación había sido:

"Es porque es rápido, silencioso e indoloro. Nunca doy un mal disparo, siempre directo a la cabeza. Odio la filosofía de disparar a las piernas porque es condenar a una persona a una vida de sufrimiento. Prefiero solo acabar con ello", explicó el vaquero mientras se bajaban de un carruaje humano que los había llevado hasta un campo alejado de la ciudad.

"Ah, eres de esos criminales..." susurró el Napoleón del crimen sin interés pero prestando atención por necesidad.

"No soy un criminal, solo imparto justicia a mi manera y por ello uso bombas. Me da tiempo a destruir mis rastros, a que la atención no vaya hacia mí, porque no me importa que la gente sepa que soy yo quien mata a los criminales, porque no necesito que la gente me alabe ni que sepan de mi".

"¿Y qué tiene que ver Basil en todo esto?"

"Digamos que... no tiene precisamente las manos limpias", dijo de forma fría y sombría mientras sonreía a la nada mientras movía un poco la hierba, mostrándole así un sistema de cuerdas, una vela, un mechero junto a una caja de TNT tamaño rata y tamaño humano, solo que estas estaban rotas y abiertas. "¿Sabían que la TNT humana es más potente que la creada por los roedores?"

De ahí en más no hubo nada coherente. El resto de su discurso y lo poco que se pudo sacar es que Sineye quería limpiar Londres, quería que las cosas se igualaran ya que había notado que aquí las ratas no eran tratadas como iguales y eso le molestaba, no le parecía justo.

"Y entonces, ¿por qué querías trabajar conmigo? ¿No soy yo un criminal?", le encaró Ratigan después de que la rata blanca le había mostrado el alcance de combinar ambas TNT. Este rápidamente se cubrió sus orejas y vio un poco preocupado cómo Bell tiraba de sus orejas en busca de no escuchar la explosión, Sineye solo se había quedado tranquilo mirando el fuego y... ¿aplaudiendo?

"...Eres un criminal, pero eres enemigo de Basil. Me conviene hacer una pequeña alianza. Admiro tu inteligencia. De hecho, he escuchado mucho de ti, pese a todo lo malo que has hecho. Heh, de donde vengo, eres una inspiración, lo cual, aunque me molesta, no te alaban por tu historial criminal, sino por que eres la muestra de que una rata puede salir adelante. No muchas tienen un título, al menos no aquí".

"¡Él no es una rata!" gritó Bell medio sorda, intentando hacer una buena acción, pero solo provocó más molestia y extrañeza por parte de Ratigan, al grado de darle un pequeño coscorrón.

Después de eso, solo se escucharon explosiones, disparos y el sonido de pasto terminándose de quemar. Sus bombas eran intensas porque se concentraban más en el tamaño de la explosión que en su capacidad para generar fuego y mantener calor; era el mismo mecanismo que el de un arma de fuego...

Pero dejando de hablar en pasado, en el presente, no les tomó mucho tiempo llegar al cuarto de Sineye. El camino era fácil de memorizar. Lo único es que había que pasar entre tuberías, partes estrechas y, claro, aquel pasillo icónico lleno de trampas para cazar ratones/ratas, solo que ahora estaban puestas más juntas y apenas había espacio entre una y otra.

"No estaban así antes. Me imagino que así las pone cuando no está para asegurarse de que nadie entre", comentó Ratigan un poco desconcertado.

Basil apenas había hablado durante todo ese tiempo, y esa no fue la excepción. Simplemente asintió fingiendo pensar. Se notaba que no quería hablar y aunque fingía actuar el papel de detective con sus gestos y leves comentarios, seguía sin ser tan elocuente.

Ambos intentaron pasar con cuidado entre las trampas, pero era imposible. Habían espacios donde apenas se podía pisar sin miedo de que la trampa se activara. Tal vez porque la cabeza de Basil estaba en otro lado, este sin querer perdió el equilibrio, casi cayendo de espaldas a una de las trampas.

Ratigan rápidamente jaló del saco del detective, atrayéndolo hacia su lado para que no saliera lastimado, aunque se sintió más que eso. La cabeza del ratón chocó con el pecho de la rata debido al tirón brusco, un segundo le bastó para sentir ese calor y esencia que había extrañado sentir hace tanto, al grado de que ese simple segundo le bastó para rememorar lo bien que se sentía ser abrazado y reconfortado por esa gran figura, había recordado en un segundo lo seguro que se sentía al ser sostenido por esas manos ajenas y escuchar el palpitar del corazón ajeno, se le estaba nublando la razón...

El Napoleón del crimen los sostuvo en sus brazos y creyendo que la mirada perdida del detective era por el repentino golpe de adrenalina (y porque ya estaba actuando medio raro desde la mañana), decidió empezar a moverse con él en brazos, sosteniéndolo como en un gran abrazo mientras empezaba a avanzar entre los espacios entre trampa y trampa.

En algún momento, se sentía como un vals, como si estuvieran bailando gracias a los movimientos suaves del criminal, casi que eran una calca del pasado traída al presente.

Era como si volvieran a tiempos mejores, hace 15 años atrás, cuando un joven estudiante de universidad había empezado a salir con su profesor, cuando dos almas solitarias se habían vuelto a encontrar una con la otra.

Era como volver a estar en aquel primer departamento, cuando compraban un nuevo disco de zarzuela y ambos se ponían a escucharlo mientras bailaban abrazados.

Pero esos tiempos ya habían pasado y eso nunca volvería a pasar...

Como sea, el pequeño vals entre las trampas llegó a su fin cuando lograron llegar a otro lado. Ratigan soltó a Basil mientras suspiraba y se hacía a un lado, ahora era el turno de la rata de ser esquivo porque simplemente estaba cansado, por muy preocupado que estuviera, estaba harto de que sus sentimientos simplemente fueran pasados por alto.

"Bien, vamos entonces", dijo la rata antes de que su saco chamuscado fuera jalado otra vez.

"Yo... soñé cosas por tu culpa...", susurró Basil cabizbajo, ya completamente cansado por su lado. Toda la noche su conciencia lo había atormentado de la forma más cruel posible, lo abrazaba, le decía cuánto lo amaba y luego lo soltaba dejándolo solo.

"Y ahora quieres hablar de eso?"

"Ratigan, ¡yo te escuché! ¡Ahora escúchame a mí!", le reclamó Basil antes de entrar.

"Te voy a escuchar, solo... no aquí...", respondió el mencionado intentando tranquilizar a su contrario sin entender por qué estaba actuando así, ¿qué clase de noche habría tenido alguien como Basil para que quisiera ahora hablar las cosas?. "Tengamos todas las pistas, luego, conversemos esto en el balcón, ¿sí? A mí también me interesa atrapar a este bastardo y es solo por ti, así que por favor, solo espera un poco, ¿sí?" Intentó consolarlo aturdido. "Yo tuve que esperar 15 años para poder hablar las cosas, así que tú no te quejes".

El detective se quedó en silencio mientras veía a su contrario mover las tablas para que ambos pudieran entrar.

El cuarto estaba vacío. Solo quedaba el baúl vacío y la cama. Lo demás ya no estaba, no había pistas, no a plena vista al menos.

"En ese caso... busquemos pistas, siempre se olvidan de algo, será rápido...", comentó el detective fingiendo buen ánimo.

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Solo encontraron una pista debajo del colchón, era una dirección, la dirección de una de las casas de la clase alta de los humanos. Aunque ahí, además de ellos, se aglomeraban los ratones de la clase alta, donde el dinero y el estatus mandaban.

"Se cómo llegar, ya tenemos otra pista", comentó Ratigan mientras sostenía el papel. "Por cierto, nunca me dijiste qué decía la carta. Bell me contó que la resolviste".

"No mucho, solo era él agradeciendo por un arma y una cámara y cómo había atrapado y matado a un banquero y a un alcalde. Pensaba decifrar las demás esta noche, en realidad".

El Napoleón del crimen apartó la mirada pensativo. Una parte de él también había sentido cosas por tener de nuevo a su amado y enemigo entre sus brazos nuevamente.

"¿Qué te parece si lo resolvemos juntos esta noche?, si te tardaste tanto es porque obvio era un reto dificil para ti, tal vez alguien tan inteligente como yo podria ayudarte", preguntó de manera solemne e imperturbable el criminal, mientras podía sentir cómo el aire frío de la ventana entraba y le chocaba en la espalda.

Basil no respondió verbalmente; al contrario, simplemente se lanzó a abrazarlo, ocultando su rostro en el pecho ajeno y presionando sus manos de manera desesperada.

"Entonces no iremos a buscar pistas a esa dirección de inmediato...?" Preguntó el criminal un poco en shock

"..."

"¿Qué clase de sueño tuviste?"

"El peor de todos...", susurró el detective en respuesta.

...

En otro lado, en aquella guarida de Ratigan se encontraban Bell y Sineye. La rata blanca estaba sentada con un pequeño tic en la pierna, golpeando el tacón de su bota y haciendo resonar el tintineo de su espuela.

"Entonces... Ratigan no va a venir, ¿dices...?", expresó la rata algo frustrada, mientras su acento americano lo hacía sonar como un siseo.

"Por tercera vez, ¡que no! ¿Por qué te haces tanto problema?"

"Iba a conversar con él ya que quería hablar de los planes para matar a Basil... estuve leyendo algunas cosas sobre él y creí que nos podría servir para acabar con él. Pareciera que Basil tiene cierto interés por Ratigan", comentó Sineye con malicia. "Ademas, queria mostrarle mis planes para estallar el Banco central de los ratones"

"¿Y a qué viene eso?"

"El banquero tiene un historial negro, digamos que si pusiste dinero en deposito ya no esta"

"E-espera que!?, mis invesiones!, e-espera un momento, ¿qué es eso tan malo que hizo Basil? Nunca nos dijiste" comentó ella intentando saber las intenciones de este... 'criminal no criminal'.

"No te incumbe. Eso lo hablo con tu jefe, no contigo", esquivó la pregunta el vaquero con calma.

"¡Arg, qué aburrido!" hizo puchero ella, antes de ser agarrada rápidamente de las muñecas. "¡Oye...!"

"Las ratas tenemos buen olfato, ¿lo sabías? Tus manos huelen a Basil y también huelen a Capibara... ¿acaso hay algo que debas decir...?", susurró Sineye mientras apretaba el agarre.

Bell tragó saliva un poco intimidada pero aun manteniendo su sonrisa tonta y esa actitud infantil pese a todo, pero en el fomdo sabia que esta no era cualquier rata, era una especimen tan raro, era blanco pero no albino, no era ciego del todo, no tenia los ojos rojos y por alguna razon a él si se le notaban los vigotes.

"¿Qué te puedo decir? Ratigan me envió a la calle Baker para obtener información de él y sus ayudantes", mintió ella rápidamente, intentando no mostrar miedo. "Recuerda lo que te dijo Ratigan, tienes que usar sus métodos. Él me ordenó hacer eso, así que ve calmándote, vaquero mediocre. Aquí tú viniste pidiendo la ayuda del Napoleón del crimen, así que apégate a su plan, yo solo sigo ordenes" dijo ella de manera rapida intentando soltarse del agarre.

"Solo quiero ver si Ratigan estaría dispuesto a ser la carnada de mi plan... como sea, si él no viene, no vale la pena quedarse aquí", dijo la rata blanca mientras la dejaba caer y empezaba a revisar sus bolsillos. "De mientras, voy a ir a hacer mis cosas... tú... ¿sabes dónde queda el barrio rico de esta ciudad?", preguntó con un tono más amable, como si se le hubiera perdido algo, algo como un papel.

"No diré nada hasta que me trates bonito", le dijo ella, mientras se levantaba y arreglaba su vestido.

"Madam... me disculpo por mi comportamiento... no estoy en mi mejor momento..." se disculpó el extranjero, mientras se quitaba su sombrero y hacía una pequeña reverencia. "Es que... estoy un poco cansado. Estoy buscando a una persona y aún no encuentro nada sobre él".

"Eso... no justifica que me trates mal", le encaró ella, molesta, creyendo que le estaban tomando el pelo, pero en la mirada de aquel alguacil había un brillo desesperanzador en su único ojo. Tal vez no era mentira. "Esta bien... te perdono supongo"

Por otro lado mientras el criminal y el detective iban de vuelta a la taberna ocultos en un carruaje humano, este último no pudo evitar quedarse dormido, como si los años de dormir mal le pasaran factura por fin...

'Pensé que me reprocharia y en su lugar iriamos a buscar pistas inmediatamente, pero en su lugar ahora quiere pasar tiempo conmigo, ni si quiera se molestó porque dije que necestiba ayuda... ¿tanto le afectó lo que le dije?' Pensaba Ratigan mientras veia como el detective dormia, apoyando su cabeza en su hombro y viendosele aun asi, totalmente inquieto.

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Parecía haber un patrón en mis sueños, ya era el tercero donde estaba en mi departamento, con ese horrible frío y con esa... cosa estando junto a mí. Aquella cosa que había apodado como 'Ratigan Ceniza' me sostenía en sus brazos y se mantenía en silencio un buen tiempo. Al menos hasta que empezó a hablar, esa parte es la qur no me gusta...

"Te diste cuenta de lo desesperado que estás, ¿no es así? ¿Lo solo y culpable que te sientes? Dios... eres un saco de problemas... y cada uno de ellos lo has escondido muy bien bajo la alfombra. ¿Tienes algo que decir a tu favor?"

"..."

"Presiento que no eres el único que ha cargado con culpa y soledad... después de todo, imagina que haces algo que aleja a tu pareja de ti y nunca más vuelves a buscar otra. Eso me suena a problemas de abandono y una falta de control emocional".

"Por favor, ¿puedes simplemente quedarte en silencio? ¿Aunque sea un segundo?" le pregunté, ya harto de sermones y que me reprocharan mis acciones, aunque una parte de mí se sintiera en paz ya que también parecía tirarle los palos a Ratigan. Sería el colmo que solo a mí se me castigara.

Aquella calca de mi némesis y amado no me respondió, de la nada me soltó y simplemente desapareció por completo. Se había convertido en ceniza en un segundo y ya no podía aferrarme a nada ni a nadie. Me había quedado únicamente con la ceniza escurriendo entre mis manos...

"No, espera!" Grité desesperado casi por instinto, odiaba esto, esta era la razón por la cual no queria pensar mas, deberia estar pensando en el caso, en que hay alguien buscando mi cabeza, pero en su lugar estoy aqui, pensando de manera egoista en mi...

"¿De qué te quejas? Así has vivido toda la vida. ¿Tan mal estás que te muestran una leve pizca de amor y ya estás rogando? Es tu castigo por haberme ignorado ¿cuantos? ¿15 años...?" susurró esta vez de manera acusatoria hacia mí. Su voz resonaba entre las paredes y hacía que me doliera la cabeza. "Oh, caballero blanco... la espada de la culpa y la espada del amor están atravesando tu pecho. ¿Cuánto tiempo te queda hasta que caigas de rodillas?"

"..."

"Negarlo es imposible. ¿O quieres que vuelva a leer tus preciadas cartas?" preguntó aquella voz desde las paredes.

"Yo... voy a hablarlo todo pero por favor no otra vez..."

*Sentí como una mano fria pasaba por mi espalda y antes que me diera cuenta ahi estaba de nuevo, la figura de ratigan totalmente nublada hecha de ceniza, me sustuvo de la espalda con una de sus manos y con la otra tomó de mi menton acercandolo peligrosamente al mio.

Se sentia tan real, como si fuera el Ratigan de verdad, estaba tan cerca, podia sentir su calor, casi que podia sentir su cariño como si fuera real, era como si me hiciera por momentos olvidar que estaba en los brazos de un asesino, no, él no disparo el arma, pero aun asi... fue él quien puso la idea sobre la mesa...

"Vamos, di que lo deseas, que quieres un beso, solo estoy cumpliendo lo que tu subconciente desea..." dijo él en un tono tranquilo, casi maquiavélico mientras unia sus labios con los mios.

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¿Y quien se quedó cuidando la taberna?, la respuesta era obvia, Dawson y Caprice, ambos sentados en la sala hablando cosas, nada en especifico mas allá de que habian terminado de leer el periodico, se iba a celebrar un funeral a lo grande dado la muerte del jefe de la guardia real, nadie sabia como habia sido posible, el jefe solo estaba en su casa cenando con su familia cuando de la nada recibió un balazo directo en la nuca.

"Un funeral casi real, nada bueno pasa cuando hay mucha gente aglomerada..." susurró Dawson desconcertado

"Precisamente, apenas vuelvan hay que decirles sobre esto, porque aun que es malo para el comun de la gente... claramente eso significa que Sineye va a usarlo a su favor para hacer algo, por ende-"

"Hay probabilidades de atraparlo" terminó de decir el raton de baja estatura. "Em, si, perdona que lo vuelva a preguntar pero, referente a lo que hablamos hace rato... ¿Basil y Ratigan?"

"Basil y Ratigan" afirmó el capibara

"No me siento muy cómodo sabiendo eso, vi como se intentaban matar..." comentó preocupado el señor.

"Si pero asi son las cosas, ademas, oh si supieras las cosas que murmura Ratigan dormido...~, te enterarias de unas cosas, pero no soy nadie para ventilar lo que la gente dice de manera inconciente"

De la nada, la puerta se abrió de golpe, habian vuelto los aludidos, y el que mas destacaba era Basil ya que en vez de saludar simplemente se excusó y escapó de nuevo escaleras arriba hacia su cuarto, habia fingido un poco que no estaba en completo pánico.

"Que le hizo a Basil?" Preguntó de inmediato el raton de baja estatura levantandose de su silla

"Esta vez yo no he hecho nada, esta actuando raro desde la mañana..." respondió la rata de manera rapida pero extrañada al ver como el capibara empezaba. A olfatear el ambiente.

"Huele a... problemas emocionales" susurró Caprice mientras se acomodaba sus lentes "eso y daddy issues"

"A que cosa...?" Le cuestionaron ambos sin entender sus palabras

"No se preocupen, el que huele asi es Basil, supongo que hay mucho trabajo que hacer, tambien huele a crisis de los 30, lo cual me hes raro porque 30 años no tiene" comentó finalmente el capibara

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