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En la habitación de aquel extranjero se había creado una atmósfera pesada dada las palabras de Sineye, y más cuando su invitación recibió una respuesta por parte del Napoleón del Crimen.

"Lo siento, no estoy interesado en colaborar con nadie para esto", comenzó su discurso con una calma impoluta y una sonrisa forzada, pese a la mirada confundida de la rata contraria. "Verás, Basil ha sido mi peor enemigo durante años, ha sido quien ha perturbado mis planes y mis noches de sueño. Arrebatarle la vida es algo mío, ¿lo entiendes?"

Sineye se quedó en silencio unos segundos antes de que señalara a la coneja mientras decía casi escupiendo odio y confusión: "¿Y ella qué?"

"Ella no quiere matar a Basil, tú y yo sí, y yo en esa tarea trabajo solo", reafirmó Ratigan con una sonrisa forzada mientras se levantaba. "¿Eso es todo lo que querías hablar conmigo, novato?"

"¿Novato...?" Preguntó el extranjero un poco ofendido mientras terminaba de comer de su lata.

"Pues sí, ¿qué clase de mente maestra del crimen haría un plan así? Usar dinamita fue un detalle bueno, sí, pero me parece un poco soso querer pasar desapercibido, ya sabes, un poco cobarde, ¿Querías matar al detective más grande de todos y no quieres que la gente lo sepa? ¿Qué clase de mediocre eres?" Le cuestionó el Napoleón del Crimen de manera áspera y crítica mientras arrugaba la nariz y mantenía una sonrisa presumida.

"Supongo que... nuestros métodos son diferentes..." respondió en un susurro siseante el vaquero mientras veía a su contrario levantarse y tirar de su 'protegida'. "Entonces no va a-"

"Te recomiendo alejarte de Basil, él es mío. Solo yo tengo derecho de ponerle las manos en el cuello y acabar con él", le respondió de forma brusca pero manteniendo su compostura mientras se apoyaba en el marco de la puerta para salir.

'Supongo que mis suposiciones son ciertas... no, no, no, no puede ser... él jamás tendría una relación así, su corazón huele a dolor, que Basil tenga una foto de él enmarcada no signufica nada...', pensó el extranjero mientras miraba con decepción el suelo.

Ya afuera de aquel cuarto pero antes de llegar a la parte de las trampas, Bell detuvo a su jefe y le tiró de la camisa para hablarle al oído con cuidado.

"¿No crees que sería mejor trabajar con él y así... sacarle información y/o acabar con él de ser necesario? Sería más fácil, ¿no?" Le cuestionó ella con cuidado recibiendo la mirada disconforme de su jefe pero asintiendo, su disconformidad era tal que inclusó suspiró con desgana.

"Bien, trabajaré contigo, pero tendrás que acomodarte a mis métodos", gritó a viva voz Ratigan mientras se retiraba sabiendo que el contrario lo escucharía.

"¡Lo veo en su guarida cerca del muelle entonces!" Le gritó devuelta con una sonrisa satisfecha.

...

Basil y lo que ahora parecían ser sus dos compañeros fueron preguntando en todos lados sobre el paradero de Nollan, y siempre llevaba a lo mismo, desde importadoras, amigos de profesión, los de la fábrica, todos respondían con un "no se le ha visto desde que fue a un viaje en Estados Unidos".

Poco a poco con una seguidilla lograron llegar a lo que era su domicilio. En una casa abandonada se encontraban varios departamentos, todos pertenecientes a murciélagos. Era un lugar oscuro y lleno de pequeños ruiditos que atravesaban las paredes de cada departamento. No había luz alguna, por lo que solo les quedaba contar puerta por puerta hasta encontrar el departamento 13.

"No sé si esto sea buena idea... si nadie lo ha visto desde un viaje es porque no va a volver..." susurró Caprice mientras mantenía la mirada fija en el suelo, en las tablas de madera, intentando ignorar la profunda oscuridad.

Tanto Basil como Dawson hicieron callar al carpincho al estar frente a la puerta indicada. Al tocar, la puerta se abrió levemente dejando ver a un pequeño murciélago de tamaño reducido, casi como un infante, de igual manera era un murciélago de la fruta y tenía lentes y el cabello negro que caracterizaba a Nollan.

"Hola pequeña, queríamos saber si..." comenzó a hablar Basil.

"Papá no está en casa", respondió rápidamente ella en un tono seco, como si estuviera acostumbrada a decirlo. Aunque dada la oscuridad del lugar parecía casi una declaración turbia.

Aunque de la nada, y casi como si un halo de esperanza le iluminara el rostro, la pequeña murciélago levantó la mirada y vio al gran detective.

"¿Usted es... Basil?, ¿usted va a buscar a mi papá!?" Chilló ella emocionada. "Escuché de usted antes".

Basil puso los ojos en blanco unos segundos y apartó la mirada queriendo negarse, pero a este punto, desde que había ayudado a Olivia, a aquella ratoncita que había ido en busca de él para pedirle la misma petición, su corazón se había ablandado con los niños, al menos un poco.

"Sí, pequeña, solo necesito saber... em... ¿hay algún otro adulto con el que pueda hablar?" le pidió el detective mientras se agachaba a la altura de la infante y tenía cuidado con sus palabras, ya había aprendido a no preguntar por padres o madres porque se ponía en situación desfavorable.

La niña murciélago dio un chillido espeluznante y luego volvió a mirarlos con esa expresión de ternura y esperanza que le había iluminado el rostro. "Mi mami dice que ya viene".

Los tres pasaron adelante intentando no tropezar por la penumbra y la perturbadora oscuridad, pero gracias a Dios, la madre murciélago prendió la luz además de ofrecer té de durazno que daba una atmósfera disonante, porque el espacio generado en el vestidor alumbrado por una tenue luz más el aroma cálido frutal daba vibras de ser una fiesta de té, pero el resto y más allá de la luz parecía una masa de oscuridad que podría tragárselos en cualquier momento.

"¿E-en qué puedo ayudarlos?"

"Queríamos información sobre Nollan y sobre... si conoce a una rata blanca..." empezó a hablar Basil mientras mantenía la mirada fija en la mujer y cedía su taza de té al capibara, quien encantado la recibió dispuesto a beber de las dos tazas.

"Sineye?, oh sí, Nollan y él son amigos cercanos. Hace unos meses le pidió que lo visitara en Estados Unidos, tenían un proyecto ambicioso juntos, pero nunca nos dijo sobre qué trataba", explicó la mujer con cuidado mientras parecía dispersa, como si en la mirada tuviese grabado en letras rojas 'sé que mi marido va a volver'.

"¿Y no tiene algún estudio o lugar donde podamos encontrar información de su proyecto?" Preguntó Dawson mientras veía cómo Caprice empezaba como a olfatear algo en el ambiente.

"Claro, podría llevarlos a su estudio, síganme por favor", les invitó ella a pasar mientras dejaba el té en una mesita.

La casa era más como un pasillo con varias puertas y en las paredes llenas de fotos y retratos producidos de la familia y en uno de ellos, se veía un retrato de aquella rata blanca, posando con la familia muy unido a ellos como en una foto normal, destacándose como en esa foto no tenía la horrible cicatriz en el ojo y estaba apegado a Nollan.

...

Sineye se encontraba en su pequeño cuarto, revisando los archivos y notas que había robado del departamento de Basil, papeles y archivos relacionados a ambos. Estaba sentado leyéndolos con calma mientras apreciaba sus cosas guardadas en un gran saco. De vez en cuando apartaba la vista de los papeles y miraba la puesta de sol, y cuando el sol se ocultaba en el horizonte... sacó un fusil y con un movimiento rápido lo disparó en la ventana dándole al edificio de enfrente, a un espacio entre dos tablas cubiertas con una cortina.

Por que entre esas tablas del edificio de al frente se encontraba el jefe de la guardia real, o mejor dicho, ex jefe de la guardia real.

"Bien, matar a la reina aún es muy ambicioso, Basil... voy por ti..." pensaba la rata blanca mientras guardaba los papeles y soltaba una leve risa. "Heh, tal vez deba ir por el banquero primero..."

Mientras se escuchaba el sonido del papel siendo guardando, aún se podía escuchar el cartucho de bala en el suelo resonando en el suelo moviéndose tenuemente, en lo que el sol del atardecer iluminaba el cuarto con su cálida luz que contrastaba la imagen completa, la imagen de un asesino que en vez de estar bañado en sangre se mantenía con esa impresión tan apacible, cuasi divina bañado en luz cálida gracias al resplandor del padre sol que chocaba con el cartucho de bala, que chocaba con el humo que aún desprendía el arma, viéndose como una suave caricia, como si en vez de un arma, aquel humo saliera de un café recién preparado.

"Sí... iré por el banquero primero..." concluyó el vaquero totalmente apacible en su cuarto mientras miraba la ventana con una sonrisa tranquila antes de desaparecer "Si tuviera suficiente tiempo, me haría un pan con mermelada..."

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