𝐈.

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Present «ten years later»

       🌬️🪽🌫️══════ 𝐔𝐍𝐀 𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐀 de diez onomásticos recién cumplidos. En aquella presunta antes del alba.

En transpiración despertó empapada. La abrumación cegaba de lleno su juicio.

Sus orbes deslizándose en diferentes direcciones, alerta, apunto de querer sobre salir de sus cuencas. El pánico invadía su sistema. Pesadillas como sombras de la espesa oscuridad la acechaban sin falta alguna cada día que continuará.

Un suspiro tembloroso escapó de sus tensos labios. Retiró con sutilidad, las calidas mantas que la cubrían; descendiendo con sigilosidad de su lecho.

Analizando a su alrededor, a pesar de la espesa oscuridad que rodeaba la habitación de los principes. Terminando en el lecho de su mellizo, quién se encontraba en el profundo reino de Morfeo.

La gelidez que emanaba del suelo de sus aposentos, le helaba la planta de los pies. "¿Le causaba escalofrío?" Sí, pero no haría gesto alguno, únicamente apretujo sus manos en un puño.

Acercándose a su armario de abrigos; sostuvo un pequeño rebosó hecho de finas telas, suaves y calidas, siendo acompañadas por la suavidad de la lana de ovejas. No era agradable para la pequeña princesa dicha información.
Pero tampoco se dejaría atrapar por un resfriado.

Miles de pensamientos se abastecían en la mente de la pequeña Alysanne. Mientras que sobre sus hombros ahora reposaba el pequeño y elegante reboso.

Con pasos cortos, Pero sigilosos. Se acercó a las enormes puertas que permitían el cruce y salida en aquellos enormes aposentos.

Dando un corto vistazo en dirección a la cama de su hermano, asegurándose de que este continuará en el mundo de los sueños.

El diminutivo sentimiento de la envidia se poso en su pecho. La envidia de que él tan siquiera podía descansar y soñar todo lo que se le apeteciera sin alguna intrucion de las pesadillas.

Alejó con desdén aquellas represalias. Marchando de aquellos aposentos. Teniendo una sola ubicación en mente; la habitación de su viejo abuelo, el antiguo rey de Liones.

Sus acciones se habían vuelto una rutina después de tener pesadillas qué atormentaban su sueño. Ella marchaba a los aposentos de su viejo abuelo: Al cuál le confesaba cada ocasión -con cierta dificultad.- Sus sueños de cada noche, su abuelo en cada oportunidad que se presentaba, le recordaba aquellas palabras de su parte.

"Cada sueño tiene su propio significado, algunos son claros otros son ilustros. "

Continúo con el trayecto a pesar de la pesadez de éste. Una vez más, suspiró con lentitud. Tallando con suavidad sus párpados, tratando de centrarse en seguir el conocido caminó.

Aún era la hora del búho en la capital de Liones, por lo que los pasillos solamente eran alumbrados por la eminente luz de la Luna.

Por lo qué con ciertas complicaciones; avanzaba con su caminó. Deteniéndose en ciertos momentos, para verificar que no hubiesen guardias en los pasillos en los que ella cruzaría y no obstruyeran su camino.

La sigilosa niña, a pesar de su edad. Se encontraba consiente de la dificultad para camuflarse entre las sombras. La luz de los rayos de la Luna eran un problema, con tener contacto alguno con algún mechón de su cabello, Iluminaba todo a su paso, con su máximo esplendor.

Sus orbes grisáceos se dirigieron velozmente hacía la dirección en la cuál; un extraño ruido resonó en el extenso pasillo, claramente poniéndola en alerta.

Una misteriosa sombra se ocultaba en la profunda oscuridad de aquel rincón, causando dudas en el ser de la pequeña.

Un reflejo dorado se destello en la orbes de aquella persona oculta. ────── ¿Madrina...? ──── Murmuró de manera ida, tratando de enfocar mucho más su mirada tratando de identificar a la persona nombrada.

Una pintoresca sonrisa, fue lo que recibió. Sonrisa que sin dudar algunas la pequeña reconocía. Con pequeño gesto, una enorme sonrisa se plantó en el rostro de porcelana de la platinada.

Quién sin evitarlo más. ────¡Madrina! ─── Exclamó en un bajo susurró; acercándose con rapidez en su dirección, mientras que la misteriosa mujer salía de las sombras, siendo recibida por los cortos brazos de la pequeña.

Quién la había envuelto en un cálido abrazo, con una inocente felicidad de encontrarse una vez más a dicha mujer.

La cuál en un suave movimiento, cargó en sus brazos a la pequeña niña de preciosos cabellos aperlados.

Una pequeña sonrisa se instalo en su rostro. ────Pequeña Dama . . . ─── En un bajo susurró, la mujer de cabellos cortos mientras cargaba a la pequeña.

La cuál; se apegó a ella cuál felino a su madre. Disfrutando de aquella, acción la mujer de apariencia atractiva; comenzó arrullar en sus brazos a la pequeña niña la cuál, en la calma se empezó a regocijar con cada segundo qué pasaba.

Hasta finalmente caer en los brazos de Morfeo, cayendo en un profundo sueño siendo velada en esta ocasión, por aquella mujer a la cuál le tenía profundo apreció.

Sin embargo está mencionada; se encontraba sumergida en sus pensamientos. Tratando de abastecer aquella inquietud en su pecho, la cuál solamente le recordaba lo que sucedería con su pequeña niña...

Con cierta dificultad, abasteció su propio sollozó. Llegando a su mente, el bastó recuerdo del porque se encontraba en el reino. En el cuál posiblemente ya la tomaban como a una enemiga.

Mientras que manteniéndose en silencio, cargando con la pequeña princesa de aquel reino. Se dirigió en distinta dirección a la qué la pequeña se dirigía anteriormente.

Ella trataba de aferrarse a la pequeña, sin querer soltarla o apartarse de ella... Pero conocía con exactitud qué sí continuaba manteniéndose a su alrededor. Atraería más dificultades al reino, poniendo en peligro a la pequeña que tanto estima le tenía.

Pero cómo lograrla juzgar, una bruja de miles de años que optó por crecer su apariencia física con tal de llamar la atención de su vago amor platónico.
Siendole completamente inútil... Ya habían pasado diez años desde que dicha información fue revelada hacía sus anteriores camaradas.

Ahora sólo optaba por cuidar y proteger a la pequeña niña, qué sin importar el rencor, su aspecto hacía que recordase a su hermana mayor...

Sin embargo sus acciones, traerían consigo un problema mayor. Ella estaba consciente de éso. Pero nunca estuvo en sus planes que una vaga y bromista promesa entre el ahora nuevo rey de Liones y el portador del caos.

Sentenciaran un destinó de un alma inocente, del cuál lastimosamente se terminó encariñando de dicha portadora de aquella alma.

No deseaba perder a su pequeña niña no a ella... Cometió el error una vez no deseaba perderla también a ella...

Cada uno de sus pasos resonaba en un eco con cierto toqué de elegancia por los vacíos pasillos, teniendo claramente cuidado al hacerlo.

Encaminandose a los aposentos compartidos, de los pequeños príncipes del Reino de Liones.

Sigilosamente, entró a la recamara de los pequeños príncipes de aquel reino, adentrándose en esta con suma sigileza. Tomando cuidado, con cada paso que daba al irse acercando cada vez más al lecho de la pequeña princesa.

Con inexplicable suavidad, recosto a la pequeña entre la suavidad de su lecho. Aún manteniéndose en su propia serenidad. Comenzó a abrigar con las aterciopeladas y calidas mantas a la pequeña. para que en aquella hora del búho, la gelidez que aquella noche emanaba no llegase a ella.

Usando la poca fuerza de voluntad que le restaba; se aparto de aquel lecho donde se encontraba ahora postrada la pequeña niña de cabellos plateados. Se dedicaba a observarla a la pequeña de cabellera plateada, con absoluta lastima en su mirar.

« La Divinidad renacerá de su propio legado... Más que, una guerra habrá para decidir quién tomará el control del recipiente dónde el poder fue situado..»

Aquellas palabras la comenzaron a atormentar desde el día que se le fué profetizado. hace menos de una semana.

Se arrepentía desde el fondo de su corazón de sus acciones que hizo hace diez años con exactitud, había condenado a una niña inocente a un futuro conllevado por caos.

Y aquello le pesaba en su conciencia al momento de recordarlo.

Exactamente hace diez años, la hechicera que anteriormente fue un miembro del grupo de caballeros sacros Los siete pecados capitales. Cometió en un acto de molestia, imponer el poder de la divinidad con poder santo, quién se creía desvanecido. En el ser de la pequeña hija de sus anteriores camaradas.

Qué con dicho poder traería también consigo el renacer de dicha deidad ya conocida para algunos. Pero no contaba que la pequeña chiquilla al crecer se terminaría encariñando con ella.

Destrozándole el alma a la hechicera. La verdad le carcomía la culpa en su ser. Tras sus acciones, entró en razón después del arrebato de furia de lo que había hecho.

El poder impuesto en la pequeña, la condenaría a permanecer con el poder mágico de su creador, Caos. Cómo relata según lo dicho. El rey demonio y la deidad suprema, fueron creaciones de Caos. Prácticamente sus hijos, y qué la pequeña de sangre mestiza posea en lo más profundo de su ser, el poder Divino de su relacionada "abuela."

La convertía en un blanco facil y llamativo a sus actuales onomásticos.

Merlín, estaba consciente que ella había condenado con sus propias acciones a la pequeña. Que inconscientemente empezó a querer como a una hija, aún que no fuera realmente así.

Al igual de que tarde o temprano su antigüo alumno se comenzaría a interesar en la pequeña Y todo por sus acciones. Y era lo que más temía la hechicera, por lo qué en aquellos diez años.

Se dedicó a crear a dos seres que la mantendrían lejos del Caos. Siendo prácticamente guardianes. Durante la guerra que se avecina.

Por lo que de igual manera optó por entregarles una apariencia inocente. Y ella misma se había encargado de que ese mismo día se le sean entregados. En su cumpleaños número diez.

Ella había escuchado entre las sombras, algo que la alertó con ímpetu. La razón misma, tomo aquella decisión. El poder que ella había colocado en el cuerpo de la pequeña se empezaría a manifestar a partir desde sus diez onomásticos.

Puesto que la magia se haría finalmente presente en el pequeño recipiente. Una niña... Con el poder divino de una deidad. "¿Que no podría suceder..?"

Respirando profundamente, desapareció finalmente la recámara de los pequeños príncipes de Liones.

Un caos estaba por desencadenarse... Y ella había sido la culpable.

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約束

🌬️🪽🌫️══════ 𝐂𝐎𝐍 𝐄𝐋 𝐒𝐔𝐄Ñ𝐎 aún en su sistema. decidió finalmente abrir sus orbes de color grises y llamativos tonos plateados. El caluroso sol se había presentado nuevamente ocasionando su despertar en el proceso.

Con frustración, se dió de la falta de presencia de su mellizo. Frustrandola, puesto qué el pequeño platinado no se había tomado la importancia de despertarla.

Con delicadeza empezó a retirarse las mantas cálidas de encima suyo. Para así bajarse de la acolchonada cama. Comenzó a indagar perdidamente por la habitación que compartía con su mellizo. Tomando asiento en una de las dos pequeñas sillas que estaban colocadas cercas de su juego de Té.

Entreteniendosé delineando el borde de una pequeña taza de porcelana de su juego de Té. Con el que en ocasiones su mellizo la acompañaba a jugar -Lo obligaba- para que así no estuviera sola en los enormes aposentos que ambos compartían.

Podría afirmarse que la mayoría de veces la princesa era la ayudante en las travesuras de su mellizo. Más que nada porque le daba la gana en ocasiones. Pero siempre su hermano mayor. Quedaba debiendole un favor o promesa.

Por lo que su hermano mayor se propuso a sí mismo la meta de hacerla sonreír y reír para que se apaciguara su ánimo. Y se apiadará de su próxima petición que tendría que cumplir.

Pero en el atardecer del día anterior. Su querido hermano comenzó a comportarse algo fuera de sí. Pareciendo totalmente tenso y pensativo.

Aunque tratase de preguntarle que le sucedía el siempre le evitaba contestando "Está todo en orden,Ly... No hay de que preocuparse" palabras absurdas a su parecer.

Realmente su mellizo no sabía mentir, no era muy de el que sucediese dicha acción. Sus facciones lo delataban al segundo. Y eso era a lo que prestaba Atención a la hora de conseguir la verdad.

Por unos cortos minutos; la pequeña de cabellos aperlados, por su mente cruzó la idea de que probablemente a su mellizo se le había olvidado su obsequio de cumpleaños.

Ambos príncipes adquirieron la pequeña costumbre de, cada uno le regalaba un obsequio en su cumpleaños de los dos, por lo qué se volvió más como una tradición entre ellos dos.

Unos suaves toques en las puertas de su habitación la hicieron salir de su ensoñación, sin apuros se levantó de su asiento para dirigirse a abrir dicha puerta.

Encontrándose con nada más y nada menos que la figura de su madre, La reina Elizabeth. La cual le entregaba una amorosa sonrisa en su rostro.

──── Mi amor... He venido a despertarte, Pero parece ser que me has ganado. ──── Mencionó con gracia mientras la pequeña de ojos grises le permitía pasar al interior de la habitación, con una calidez en su pecho.

Una expresion serena en su rostro de porcelana. ──── Me disculpo por haber despertado tarde mami. ─── Murmuró en disculpa con cierto nerviosismo puesto que no era muy característico de su parte

Con cierta curiosidad logro notar la mirada perdida por parte de su madre, "¿Encontrándose pensativa?" No lo sabía con exactitud. Pero lograba imaginarse lo que deseaba saber su progenitora.

Un bajo suspiro se escabullo de sus labios, dejando el pasó libre a la mayor. ──── Adelanté mami... Puedes preguntar. ─── Expresó la menor mientras se colocaba enfrente de la figura de su madre, la cuál había optado por tomar asiento en el lecho de su pequeña hija.

La reina de sublime belleza, soltó una suave risita algo avergonzada por haber sido descubierta. Nuevamente por su pequeña flor de Lys.

Se tomó unos minutos la adorada reina. ──── ¿Tuviste pesadillas esta vez...? ──── índigo con sutileza. Sintiéndose algo inestable ante el caso de su pequeña.

La menor frunció sus labios. Asintiendo en respuesta sin dirigirle la mirada a su progenitora quién le miraba directamente con tristeza en sus preciosos zafiros.

El tono de voz traicionero una vez más falló en frente de su hija.────── Y... ¿Que ha pasado está vez...? ─── Preguntó sobre los sueños de su pequeña. Desde que las pesadillas comenzaron a atormentar a la pequeña, la reina Elizabeth, se otorgaba los minutos y horas para escucharla.

A pesar de la inquietud y desconfianza, procedió. ──── Yo... habían cuatro personas... ──── Comenzó a relatar con lentitud, mientras que al mencionar dicha cantidad se los contó con ayuda de sus dedos, levantando la cantidad mencionada.

Mientras que la mujer de esbelta belleza, se dedicó a observar con tristeza a la pequeña. Trataba de no derrumbarse en presencia de la única hija que se le fué otorgada.

Sus temblorosos labios tentaban a traicionarla.──── Y... que más mi pequeña flor...─── Formuló incitandola a qué continuase, mientras se acercaba en dirección de la menor.

Hincándose enfrente de la niña para sostenerle las pequeñas manos a comparación de las suyas.

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🌬️🪽🌫️══════𝐄𝐍 𝐂𝐔𝐄𝐒𝐓𝐈Ó𝐍 𝐃𝐄 segundos, las horas se habían marchado como una brisa de primavera. Ahora; la pequeña de cabellos plateados presenciando la escena que estaba otorgando su hermano mayor, con una expresión chibi en éste.

Mostrándose serena por fuera, Pero internamente se encontraba frustrada ante las acciones de su hermanó. A pesar del alboroto, no se separó del lugar al lado de su madre, aferrándose al precioso vestido que está portaba, mientras observaba analizadoramente su alrededor.

Cuatro presencias más, al parecer adultas aún que cierto peli-magenta le hacía cambiar de pensamiento. Puesto que su aspecto era bastante joven causándole frustración.

Con una amable sonrisa en su gestó de éste. ────── Ambos son lo que se esperaba de los vástagos de sus majestades... ──── Comentó el peli-chicle mientras revolvía con suavidad el lago cabello platinado del pequeño de ojos heterocromicos.

El cuál con nerviosismo murmuraba llamando a su madre, causando la risita maliciosa de su melliza quien le observaba burlesca.

────── Dos pequeños con cualidades de similares. ──── Añadió nuevamente, mientras que ahora se separaba del pequeño peli-plata -El cuál se había escapado alarmadamente.- dirigiéndose a la pequeña la cuál rápidamente se escondió detras de las faldas su progenitora.

El pecado capital la analizó en segundos, con una curiosidad llamativa en sus orbes dorados.────── Vuestros ojos son bastantes curiosos... ─── opinó en un susurro mientras se agachaba para estar a la altura de la pequeña. ─── Podrían hacerse comparación de preciosos diamantes...

Ante ese comentario ocasionó el desconcertamiento en la pequeña la cuál ladeo su cabeza hacía un costado mirándole confusa. Causando la ternura de la mujer de la raza de los gigantes.

Con una sonrisa cantarina.────── Oye ese pequeño tan lindo... Tiene mucha energía. ──── Comentó el hombre de alta estatura, manteniendo sus manos en los bolsillos de su vestimenta.

────── Oye Tristan... ya sabías que hoy era un día muy importante, hijo. ──── Recrimino el peli-rubio mirando serenamente a su primogénito

Pero esté, no le prestó caso a las palabras de su progenitor. ────── ¡Lo se todo papá! ──── Exclamó el pequeño de cabellos plateados mientras señalaba con expresión chibi a su madre y a los presentes detrás suyo. ─── ¡Ustedes y mi papi son pecadores exiliados del Reino! Y está noche vienen a dar un golpe de estado al castillo... ¡Ya los descubrí no sé hagan!

Mientras el pequeño platinado continuaba con su recriminación, los cinco caballeros de los siete pecados capitales le observaban con gracia, encarcelando su propia risa.

Continúo con su amenaza. ────── ¡Tengo de aliados al maestro hendry y al maestro Howser, No hay forma de que se salven de ésto!

Las siguientes palabras del rey, no aportaron a la situación. ────── Por supuesto ya lo entendí... Osea que tú solo descubriste todo ¿No? ──── Comenzó a relatar el rey de cabellos rubios con una faceta malvada. ─── Ahora como ya sabes nuestro secreto no podemos permitir que sigas con vida

Ante su gran actuación fue inevitable para el joven príncipe derrumbarse decepcionado, mientras que una dramática luz ilumbraba el sitio en el que se encontraba arrodillado.

────── Lo sabía...Maldita sea lo sabía... todo era verdad, papito sí es un villano... ──── Mencionaba en un tono de voz lastimero en voz baja.

Mientras que su melliza estaba en completo shock, con un pequeño tick en el ojo izquierdo. Comenzando a agotarse de tanto albetrio.

────── Ahh...Supongo que no les dijiste la verdad ¿o sí, capitán? ─── Pregunto con fastidio la mujer gigante de ojos amatistas, mirando irritada al enano de cabellos rubios.

────── Creí que así sería mucho más gracioso. ──── Contesto el peli-rubio con expresión chibi manteniendo su mirada al frente.

Mientras que el pecado capital, Ban. Mencionaba que debió hacer lo mismo con su hijo, por lo qué la pequeña de los mellizos le miró de igual manera, incrédula.

"¿En serio son así siempre?"

Pensó la platinada, mientras su expresión era de estrés recién adquirido. pero... Un toque de curiosidad en sus encantadores orbes.

Repentinamente el pequeño de largos cabellos plateados, se lanzo a atacar a su padre confiriendole ciertas palabras. Mientras que los demás presentes observaban la escena.

─── Cielos... ─── Murmuró la pequeña niña mientras suspiraba con pesadez y se cubría el rostro con ambas manos.

Sería una velada alargada para la joven princesa.

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Después de mucho algetreo, finalmente los presentes salieron de el Ala del castillo. Hacía el exterior para la sorpresa de cumpleaños de los pequeños príncipes del Reino.

──── Pero yo... Les daré un regalo que no tiene comparación. ──── Profirió el pecado de la lujuria, Gowther. Mientras les señalaba con su poder mágico, el cuál simulaba ser una especie de aguja electrizante de color magenta.

────── ¿Cuál es...? ──── Musitaron al uníso, los pequeños mellizos observando con ensoñación al poder mágico de aquel pecado.

Con una amable sonrisa. ────── La verdadera historia de los caballeros legendarios conocidos como Los siete pecados capitales... ──── Formuló para así emerger su poder mágico, así tuvieran cierta ilusión mientras se reproducía aquellos recuerdos que los siete pecados compartían.

. . .

Al salir del poder mágico del pecado capital para los pequeños se les fué inevitable evitar que las lágrimas comenzarán a descender por sus mejillas.

La pequeña niña de cabellos de color perla sin poder aguantar más, comenzó a sollozar siendo prontamente sostenida en brazos por su madre quién la abrazó con fuerza sin intención de lastimarla.

Comenzar a reproducir la canción de multimedia.


🌬️🪽🌫️ ══════ 𝐋𝐋𝐄𝐆𝐎 𝐄𝐋 𝐌𝐎𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎 preferido del primogénito del matrimonio de los reyes de la Capital de Liones. La entrega de obsequios.

Está actividad consistía en la qué gente de distintas ciudades, pueblos e inclusive reinos. Entregaban un obsequio de cumpleaños a los pequeños festejados.

Quienes ya se sabían la actividad de memoria. Dos pequeños asientos se encontraban en el medio de los tronos de los reyes de Liones.

Dónde nuestros conocidos mellizos, se encontraban situados. Esperando que el hombre encargado de anunciar a las personas de alto rango. Uno más ansioso que otro por saber que obsequio les traían.

El hombre a cargo, traía consigo una nueva lista de nombramiento. Que causó una completa intriga en la princesa del Reino de Liones.
────── ¡De la nación de Aragón! ──── Exclamó el hombre con armadura, Y como debidamente. Los nombrados comenzaron a caminar hasta llegar enfrente de los reyes y sus príncipes.

Añadió. ──── Lord Castían de Aragón y su primogénito, Elliot de Aragón. ──── Completo la presentación el buen hombre. Mientras que los nombrados se postraban enfrente de los reyes de Liones, una leve reverencia.

Una sonrisa llena de avaricia, para nada indiscreta para la integrante menor de la familia real. ────── Mi rey, mi reina. Nos es importante su grata invitación a la celebración de sus majestades. ──── Cada palabra que salía de la boca del Lord, causaba un mal augurio para la oji-grisacea.

La atrayente mirada de cierto susodicho de nombre desconocido. El dueño de dicha mirada, no estaba a su rango de vista. Y el joven Elliot, le otorgaba una mirada conmocionado.

La mirada esmeralda del Lord transcendio a su dirección. ────── Para la pequeña Dama... Mí obsequio, Joyas creadas, por el mejor de todos los joyeros en mi nación. ──── El ambiente tenso rondaba en el aire, desde qué dicho Lord entró con su primogénito. A pesar de que muchos desviaron las miradas al pequeño alajero repleto de preciosas joyas, muchos prestaban atención a lo importante.

Solo significaba una cosa...

Y la pequeña Dama, ya tenía un leve conocimiento de ésto...

La mirada oji-verde del joven Aragón, no se apartaba de la oji-gris. Inquietandola cada vez más. ────── Para su joven majestad, sí no es molestia para los reyes. ──── Comentó en dirección a los recién nombrados, mientras que un sirviente abría el estuche señalado. Una pequeña espada de hierro puro, con esmeraldas y zafiros en el mango de está.

Dichos detalles causaron la sorpresa del primogénito del matrimonio de Liones. No por gusto, sí no por curiosidad.

Las catástrofes, siempre sin importar el momento. Perseguirán a nuestros conocidos personajes. ────── Y... Mi rey, quisiera proponerle una Alianza en nuestros reinos...

Siendo cauteloso con sus palabras. Pero ganándose la mirada disgustada por parte de los príncipes del Reino más por la princesa. Quién se removió en disgusto en su pequeño trono al costado de su madre, quién trato de mantener su gesto amable.

Una Alianza, solo sería sí hubiera un matrimonio. Y los señores de Aragón, no tenían una hija entre sus filas, todavía.
No había la opción de que hubiese matrimonio con el primogénito de los reyes de Liones, solo quedaba la pequeña melliza de éste...

Una mueca bien disimulada por parte del rubio. ────── Hablemos más tarde de esto mi Lord, es la celebración de mis príncipes. No me agradaría amargarles su velada. ──── Respondió con serenidad a pesar de la incomodidad en el ambiente. Clara respuesta, disgustó al Lord. Quién con un leve asentimiento y reverencia, se retiró junto con su primogénito.

Quién con pesar retiro su mirada esmeralda de la pequeña princesa. Quién finalmente pudo respirar con normalidad. Detestaba con su ser ese tipo de acciones.

El joven hombre anunciador, se aclaró la garganta. Para proseguir, rompiendo el incómodo silencio en la sala del trono. ────── ¡Y del Reino de Benwick! ────
"¿Benwick?" Se preguntó vagamente la pequeña oji-grisacea, recordaba aquel pequeño reino. Sí no se equivocaba, un pecado capital residía en aquel lugar.

Los aplausos de la gente no se hicieron esperar, pues claro era uno de los caballeros legendarios. ──────¡El rey Ban y su hijo el principe Lancelot! ────
La joven princesa no sabía distinguir el sentimiento que se poso en su pecho. Sí dicho rey venía igualmente por una alianza, se cansaría inmediatamente y pondría límites.

Una sonrisa socarrona se plantó en el rostro del peli-blanco mayor. Mientras que el rey de la nación de Liones, se levantó de su trono para conversar animadamente con él.

Su madre, la reina Elizabeth. Le brindó una mirada amorosa y claramente indicándole algo. . .

La pequeña Dama, se levantó de su propio Trono. Seguida de su progenitora, llamando la atención de innumerables miradas por parte de la corte.

Apretujaba sus puños con nerviosismo, su madre se dirigía a dónde el pequeño principe de Benwick. -parecido de su edad.- Las curiosas miradas de terceros se mantenían encima suyo.

Un suspiro tembloroso, correctamente disimulado se escapó de sus labios. Para así seguir a su madre. Quién al verla llegar a su lado compartió una sonrisa con la esbelta mujer que se hallaba detrás del pequeño rubio.

Quién parecía ocultar algo detrás de sí. Una de las calidas manos de su progenitora se postro en su hombro derecho guiandola, hasta colocarla enfrente del príncipe rubio. Quién parecía encontrarse en el mismo estado de la peli-plata, nervioso.

La música clásica que los músicos tocaban en la sala del trono, se comenzó a escuchar lejana para ambos. Era vergonzoso las incontables miradas cernidas sobre ellos. Inclusive las de sus progenitores.

Un suspiro tembloroso y veloz, dejó escapar el pequeño rubio. Quién en un ágil movimiento extendió su brazo dejando a relucir lo que escondía tras de sí. Una pequeña caja de obsequio, tan llamativa como tan clásica.

Un destello de curiosidad se plantó sobre los orbes grisáceos, los cuáles evitaba observar. La pequeña dirigió su mirada al rostro de su madre. Quién le sonrió cálidamente en respuesta.

Con lentitud, retiro sus manos de la zona de su vientre bajo. Estirandolas recibiendo así el pequeño regalo de dicho principe. Quién ocultaba su mirada tras sus mechas doradas, sin valentía de alzarla.

La expresión de la reina Elizabeth, era simple de felicidad y ternura. Sí su conocida de cabellera rubia hubiese estado presente, ella misma aseguraría que estarían como fanáticas ante esa tierna escena. ────── Ábrelo mi amor.. ¿No te gana la curiosidad de saber qué es? ──── Murmuró en dirección a su pequeña niña. Quién a pesar del albergue de emociones, deseaba observar que era.

Sin percatarse de la mirada avergonzada de dicho rubio oji-carmin. Quién ante la mención de abrir su obsequio enfrente de toda la corte real, se alteró con ímpetu. Pero con un nudo atado en su garganta, sin poder proferir palabra alguna.

Con lentitud y suavidad, La pequeña Dama. Empezó a desenvolver el pequeño obsequio, bajo la atenta mirada de incontables personas, incluidas las de sus progenitores y mellizo.

Cuando finalmente abrió la pequeña caja y su interior estuvo en su rango de vista. Un misterio sentimiento se poso en su pecho. Que le arrebató un jadeo sorpresivo.

Una caja... Una caja musical.

Sin poderlo evitar alzó su mirada de aquel precioso detalle, para toparse con los orbes carmesí del príncipe de Benwick. Quien sin poderlo evitar tenía sus mejillas levemente sonrojadas, Y ni decir de la pequeña Dama.

La suavidad de la música clásica en la sala del trono, los envolvía sofocadoramente. Sus labios entreabiertos tartamudearon levemente.

Los progenitores de los pequeños príncipes, observaban aduladores dicha escena que ambos estaban armando. Un naciente amor infantil.

La pequeña tomando valía en sus propias palabras. ────── Yo... Emh, muchas gracias.. ──── Agradeció por primera vez, por dicho detalle. Sus mejillas levemente ruborizadas detalaban su apenamiento.

Varios presentes comenzaron a aplaudir por dichas palabras. Avergonzando más a los pequeños presentes, mientras que un pequeño de ojos heterocromicos observaba con una expresión chibi, todo.

Tanto como el perteneciente a los siete pecados capitales y su hijo, se retiraron a sus puestos. Estando no tan lejos del sitio donde la familia real permanecía.

Los reyes y la pequeña princesa regresaron a sus puestos. Momento dónde la peli-plata, suspiró con nerviosismo. Trazando idamente los detalles de dicho alajero...

Su corazón y sentimientos habían dado un vuelco apenas vió dicho obsequio. Sin saberlo, aquel chico logro desastibilizar su orden que había conllevado en clara paz.

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❝𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀 𝐄𝐗𝐓𝐑𝐀❞

Su ceño fruncido, delataba su disgusto poco disimulado. ──── ¿No traía nota? ──── Preguntó con curiosidad el de cabellos dorados; mientras observaba con sospecha las dos pequeñas criaturas que se encontraban ahora con ellos.

Contrario a ella, quien observaba con ensoñación. ────── Honestamente, nop... ──── Respondió la de cabellos aperlados mientras en sus manos sostenía a una pequeña criatura de apariencia de un conejo.

Ambos pequeños se encontraban en uno de los patios del castillo, no hace muy poco se habían conocido y presentado adecuadamente. -Todo por gusto de sus progenitores.-

────── Son bastante raros... ──── Opinó juzgonamente el pequeño de cabellos rubios con una pequeña mueca en sus labios, mientras de igual manera una de las dos criaturas con apariencia de ensueño, se encontraba en una de sus piernas.

Al escuchar su comentario, la pequeña de cabello color perla, Soltó una risita con gracia mientras se levantaba de su sitio con cuidado de no dejar caer a la pequeña criatura.

Una cálida sonrisa en su pulcro rostro ────── Aún así... Son lindos.──── Expresó mientras una cálida sonrisa se adornaba en su rostro de porcelana.

Sin darse cuenta, una inconsciente sonrisa se formó. ────── Sí... Muy lindos... ──── Formuló en un susurro, mientras que sin que la contraria se percatara, encontrándose entretenida con las pequeñas criaturas.

AUTHOR'S NOTE

I. Pues primero que nada, mis cordiales saludos. Deseo que está remodelación les este agradando tanto como a mí. 𔘓

II. No les miento, tarde 22:23 horas, en completar finalmente ése dibujo .⁠·⁠'⁠¯⁠'⁠(⁠>⁠▂⁠<⁠)⁠'⁠¯⁠'⁠·⁠. (Y eso que hubo descansos y días en los que no proseguía) No me imaginó sí no hubiera tomado días de descanso.

Dato: PRESTEN ATENCIÓN a LA CAJA MUSICAL, será IMPORTANTE en el futuro.

Memes del capítulo Uno:

Tristan viendo que los de Benwick a él no le llevaron nada:


Alysanne ya harta que la quieran comprometer con los nada queverientos de sus hijos:


Also Lancelot viendo que el tal Elliot no paraba de ver a su futura cuchurrumin:










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