Capítulo 5: Ada Wong

Ashley estaba sentada en el suelo, la luz de la luna filtrándose tenuemente a través de las rejas de la habitación. La penumbra la envolvía, creando un ambiente que parecía cada vez más propicio para el descanso. Justo cuando estaba a punto de ceder al sueño, un sonido interrumpió su tranquilidad: alguien estaba abriendo la puerta.

Rápidamente, Ashley se puso en guardia. Agarrando una lámpara vieja que había en el suelo, se posicionó detrás de la puerta, lista para sorprender a quien fuera que entrara. La adrenalina corría por sus venas, y su corazón latía con fuerza.

La puerta se abrió lentamente, y Ashley se preparó para atacar. Sin embargo, cuando intentó golpear, fue detenida con una facilidad sorprendente. La fuerza de la persona que entró la sometió contra el suelo, dejándola en blanco, sin poder procesar lo que estaba sucediendo.

Ada: Vaya, no esperaba que estuvieras aquí-, dijo la mujer con un tono femenino y seductor, su voz suave como la seda.

Ashley levantó ligeramente la vista, y sus ojos se encontraron con los de una mujer extremadamente hermosa, de rasgos asiáticos y vestida con un elegante vestido rojo. La mujer sonrió con gracia, una burla en sus labios. -¿Eres la hija del presidente?-, preguntó con un tono juguetón.


Ashley: ¡No!-, respondió Ashley, su voz llena de frustración. -Me llamo Ashley Graham, no "hija del presidente".

La mujer, que se presentó como Ada, aligeró su agarre y, con una sonrisa burlona, dijo:

Ada: Te conviene más que te conozcan como "hija del presidente".

Finalmente, Ada se apartó de encima de Ashley, permitiéndole levantarse. Mientras observaba la habitación, Ashley se sentía confundida y curiosa. ¿Quién era esta mujer y cómo había entrado allí tan fácilmente?

Ashley: ¿Qué quieres de mí?-, preguntó Ashley, tratando de mantener su tono desafiante a pesar de la confusión que la invadía.

Ada se giró hacia ella, con una mirada que combinaba interés y diversión.

Ada: Tranquila, no estoy aquí para hacerte daño. Solo vine a ver si estabas bien. He oído algunas cosas sobre ti, y me pareció prudente comprobarlo por mí misma.

Ashley frunció el ceño, aún intentando entender qué estaba pasando.

Ashley: ¿Qué cosas has oído?-, inquirió, sintiéndose cada vez más intrigada por esta inesperada visitante.

Ada: Oh, ya sabes, que eres una chica bastante valiente, atrapada en un lugar peligroso. Además, que hay quienes están muy interesados en ti-, respondió Ada, su tono ligero, como si hablara de un chisme trivial.

Ashley: ¿Interesados?-, repitió Ashley, su voz ahora cargada de preocupación. -¿Quiénes? ¿Qué quieren de mí?

Ada se acercó un poco más, su mirada fija en los ojos de Ashley.

Ada: Eso es lo que tenemos que averiguar. Pero primero, deberías salir de aquí. Este lugar no es seguro.

Ashley sintió una mezcla de incertidumbre y curiosidad. No sabía si podía confiar en Ada, pero la idea de permanecer en esa habitación oscura y aterradora no era una opción. Con un leve asentimiento, decidió que, al menos por ahora, seguiría a esta misteriosa mujer.

El ambiente se había vuelto un campo de batalla, un escenario caótico donde el sonido del metal chocando contra la piel resonaba con cada golpe. Tn, con su enorme cuchillo en mano, se lanzó hacia Méndez, la furia y la determinación impulsándolo a atacar. Cada corte que asestaba parecía más un roce que un verdadero daño, ya que la carne del coloso parecía resistir todos sus intentos. La resistencia de Méndez era sobrenatural, y cada corte que lograba infligir se cerraba casi instantáneamente, como si su piel estuviera hecha de una dureza inquebrantable.

Tn se movía con agilidad, su entrenamiento militar le permitía esquivar algunos de los devastadores golpes de su oponente. Pero la fuerza de Méndez era abrumadora. Cuando el gigante lanzaba un puñetazo, el aire a su alrededor vibraba, y Tn se daba cuenta de que cada golpe que conectaba era una fuerza de la naturaleza. Un golpe en el costado lo dejó sin aliento, y aunque logró evadir otros ataques, el desgaste comenzaba a acumularse.

Bitores: ¡Eres rápido!-, gruñó Méndez, su voz profunda reverberando en la habitación. -Pero eso no será suficiente.

Tn se dio cuenta de que necesitaba cambiar de táctica. La idea de que su cuchillo no hacía efecto comenzó a frustrarlo, pero no podía rendirse. Con un movimiento rápido, se lanzó hacia adelante, intentando una serie de estocadas que buscaron los puntos vulnerables de su oponente. Sin embargo, cada vez que pensaba que había encontrado una abertura, Méndez respondía con una fuerza brutal, su enorme brazo bloqueando los ataques con facilidad.

La pelea se convirtió en un juego de desgaste, con Tn intentando mantenerse un paso adelante mientras los golpes de Méndez se volvían más feroces. Un gancho de izquierda lo alcanzó en el rostro, haciéndolo tambalear hacia atrás. El sabor a hierro llenó su boca, pero se obligó a mantenerse en pie.

Bitores: ¡Es impresionante que sigas de pie!-, exclamó Méndez, riendo con burla. -Pero no durará mucho más.

Con el sudor corriendo por su frente, Tn se recompuso, sintiendo la urgencia de la situación. Sabía que tenía que actuar con inteligencia. La fuerza bruta de Méndez era abrumadora, pero Tn había enfrentado adversidades peores.

Con una estrategia renovada, Tn decidió usar su entorno a su favor. Se movió ágilmente, tratando de llevar la lucha hacia los escombros de la casa, donde podría encontrar algo que le diera ventaja. Utilizando su velocidad, se deslizó a un lado, buscando distraer a Méndez y crear una apertura.

Tn: ¡Vamos, monstruo!-, gritó, su voz resonando con desafío. -Muéstrame de qué eres capaz!

Méndez, enfurecido por la provocación, se lanzó hacia él con fuerza, pero Tn se agachó justo a tiempo, permitiendo que el enorme hombre se estrellara contra una pared, haciendo temblar el suelo. Era un pequeño triunfo, pero no suficiente.

Con el cuchillo listo, Tn se preparó para el siguiente ataque, su mente trabajando a mil por hora. Sabía que tenía que encontrar la manera de acabar con este enfrentamiento antes de que la furia de Méndez lo aplastara. La lucha no solo era por su vida, sino por la de Ashley, y eso le daba la fuerza necesaria para seguir adelante.

Ashley seguía a Ada por el pasillo, la luz de la luna iluminando tenuemente su camino mientras su mente luchaba por procesar la situación. La mujer que la había sometido con tanta facilidad ahora parecía ser su salvadora, pero las preguntas no dejaban de surgir en su mente.

Ashley: ¿Por qué me estás ayudando?-, murmuró entre susurros, su voz apenas audible.

Ada sonrió de manera enigmática, sin detenerse.

Ada: El "señor" presidente no tiene nada que ver en esto-, respondió con despreocupación, como si la figura del presidente fuera solo un nombre sin peso en su mente. -Esto es solo un favor.

Ashley frunció el ceño, confundida.

Ashley: ¿Favor?-, repitió, sin entender a qué se refería. -¿Favor a quién?

Ada: Eres muy habladora, ¿lo sabías?-, dijo Ada, girándose ligeramente para lanzar una mirada burlona por encima del hombro. -Quizás por eso le gustas a él.

Ashley se detuvo, sorprendida por la insinuación.

Ashley: ¿A quién te refieres?-, preguntó, pero Ada solo se limitó a sonreír con complicidad. La incomodidad de la situación se mezclaba con la curiosidad, y Ashley no podía evitar hacer un puchero ante la burla de Ada.

Continuaron avanzando, pero de repente, Ada se detuvo en seco, levantando una mano para indicar silencio. Ashley la miró, sintiendo que la tensión en el aire se volvía palpable. Ada escuchó atentamente, y en ese momento, el sonido de murmullos y pasos se acercaba. Monjes, o al menos eso parecía, estaban cerca, y la situación se volvía cada vez más peligrosa.

Ada rápidamente tomó su pistola, el movimiento tan ágil que Ashley apenas tuvo tiempo de reaccionar.

Ada: Quédate detrás de mí-, ordenó Ada en un tono bajo pero firme, su actitud cambiando de despreocupada a profesional en un instante.

Ashley sintió un escalofrío recorrer su espalda. La realidad de su situación se hacía presente de nuevo. No estaban a salvo, y la idea de ser descubiertas la llenaba de miedo. Aun así, no podía evitar sentirse intrigada por la mujer que la había rescatado, por su seguridad y su destreza.

Ashley¿Qué vamos a hacer?-, preguntó Graham en un susurro, consciente de que cualquier ruido podría alertar a los monjes.

Ada miró a su alrededor, su expresión concentrada.

Ada: Vamos a esperar. Necesitamos un momento para planear nuestro siguiente movimiento. Si logramos salir de aquí sin ser vistas, podremos encontrar una salida-.

Ashley asintió, sintiendo la urgencia de la situación. La idea de que su vida dependía de esta mujer que había aparecido de la nada la llenaba de una mezcla de gratitud y desconfianza. Pero no había tiempo para cuestionar, solo para actuar. Mientras se mantenía detrás de Ada, su mente corría a mil por hora, preguntándose si realmente podría confiar en ella.

Desde la angustiosa perspectiva de Tn, el tiempo parecía ralentizarse mientras su cuchillo se hundía en la garganta de Méndez. La sensación del metal atravesando la carne era intensa, casi eufórica, pero no había tiempo para celebrar. Sabía que esa herida, aunque dolorosa, no sería suficiente para derribar a su formidable oponente.

Méndez soltó un rugido de furia, un sonido que resonó como un eco aterrador en la habitación. Con una mano, trató de quitarse el cuchillo, pero Tn ya había anticipado su movimiento. Con una determinación renovada, sacó una navaja de su tobillo, la cual había guardado para situaciones críticas. Sin perder un segundo, dio un salto y, con precisión, clavó la navaja en la parte baja de la espalda de Méndez, justo donde sabía que se encontraba la plaga que lo había transformado en ese monstruo imparable.

El efecto fue inmediato. Méndez se retorció de dolor, un grito desgarrador saliendo de su garganta mientras su cuerpo se contorsionaba. Tn no se detuvo para contemplar el daño; sabía que tenía que aprovechar ese momento de debilidad. Sacó su pistola de su otro tobillo, el frío metal en su mano era un recordatorio del peligro que enfrentaba, y apuntó con precisión hacia la espalda de Méndez, donde la plaga se había alojado.

Tn: Muere de una vez. -, Murmuró Tn, su voz cargada de desdén y resolución. Sin dudar, apretó el gatillo, y el disparo resonó en la habitación como un trueno. La bala impactó directamente en el área infectada, y Tn sintió una mezcla de satisfacción y terror al ver cómo Méndez reaccionaba al golpe.

El monstruo se tambaleó, y un grito de agonía reverberó en el aire mientras la plaga parecía reaccionar violentamente a la agresión. Tn observó cómo el cuerpo de Méndez se convulsionaba, retorciéndose bajo el dolor, pero sabía que no podía confiarse. La batalla aún no había terminado.

Con pasos rápidos, Tn se movió para esquivar el contraataque de Méndez, que aunque debilitado, todavía tenía reservas de fuerza. En ese instante, la adrenalina corría por su cuerpo, empujándolo a seguir luchando. Tenía que acabar con esto antes de que el monstruo pudiera recuperarse.

Tn: ¡No te detengas ahora!-, se dijo a sí mismo, mientras se preparaba para el siguiente ataque. La vida de Ashley, su misión, todo lo que había luchado por proteger, dependía de su capacidad para derrotar a este gigante sin piedad. La batalla era feroz, la determinación ardía en su interior. Tn sabía que tenía que ganar.

CONTINUARÁ.

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