Capítulo 4: Bitores Méndez.
Luis se sobaba las manos, sintiendo el alivio de la libertad recién recuperada tras el corte de las cuerdas que lo mantenían prisionero. Su expresión se iluminó con una sonrisa, pero rápidamente se desvaneció al ver la mirada intensa de Tn, que lo observaba con un aire de desconfianza.
Luis: ¿Y tú cómo te llamas?-, preguntó Luis, tratando de romper el hielo, aunque la tensión en el aire era palpable.
Tn lo miró fijamente, su rostro impasible detrás de la máscara que llevaba, una calavera que ocultaba su identidad y sus emociones.
Tn: Dime Ghost-, respondió con tono grave, manteniendo la escopeta a su lado, aunque su mirada seguía alerta. -Pero no estamos aquí para presentaciones.
Mientras hablaba, Tn sacó una fotografía de su bolsillo, la imagen de Ashley Graham brillando en la penumbra. La sostuvo frente a Luis, la urgencia en su voz se hizo evidente.
Tn: ¿Dónde está?-, preguntó de forma amenazante, el peso de sus palabras cargado de desesperación y frialdad.
Luis levantó las manos, intentando calmar la situación.
Luis: Tranquilo, amigo-, dijo, su voz suave y conciliadora. -Planeo hablar, solo baja el arma, ¿quieres?
Sin embargo, Tn no se movió. La imagen de Ashley lo había consumido, y el tiempo no estaba de su lado.
Tn: ¿Dónde está?-, insistió, su mirada fija en Luis.
Luis: Lo más probable es que esté al otro lado del lago-, respondió Luis, su tono ahora más serio. -Pero para llegar hasta allí, necesitarías pasar por todos esos pueblerinos infectados que aún queden. Y no olvides el maldito ser marino que se oculta en las profundidades del lago. No es un paseo, amigo. Las cosas están muy, muy mal en este lugar.
Al escuchar esto, Tn sintió que una oleada de frustración lo invadía. La idea de que Ashley pudiera estar en peligro, rodeada de amenazas y horrores, lo llenaba de ansiedad.
Tn: ¿Qué quieres decir con "ser marino"?-, preguntó, su voz tensa.
Luis suspiró, consciente de que tenía que ser honesto.
Luis: Es una leyenda, algo de lo que he oído murmurar a los locales. Dicen que hay algo en el lago, algo que ataca a cualquiera que se acerque demasiado. Lo peor es que no sabemos qué es exactamente. Solo que es grande, y que no se detiene ante nada.
La información pesaba en el aire, un recordatorio del peligro que acechaba en cada esquina. Tn se quedó en silencio, procesando las palabras de Luis. Sabía que no podía permitir que el miedo lo dominara, pero la realidad de la situación era abrumadora.
Tn: ¿Tienes algún consejo?-, preguntó, su voz ahora más firme.
Luis sonrió, su mirada astuta.
Luis: No tengo intención de ayudarte, amigo. No estoy en esto. Pero si quieres buscarla, lo más probable es que encuentres algo en ese lado del lago. Solo que, para ello, tendrás que lidiar con los infectados y el ser que se oculta en sus aguas. Estás solo en esto.
Luis y Ghost se quedaron en silencio, la tensión palpable entre ellos. Un aire de inquietud comenzó a llenar la habitación, y pronto, Luis notó la sombra de alguien acercándose.
Luis: ¡Agáchate!-, gritó de repente, mientras se apresuraba a hacer lo mismo.
Tn apenas tuvo tiempo de reaccionar. Con un movimiento fluido, realizó un mortal en el aire para esquivar un enorme brazo que atravesó la pared en un intento de atraparlo. Al aterrizar, se encontró frente a una figura imponente: Bitores Méndez, un hombre de gran tamaño con una presencia amenazante que hacía temblar el suelo bajo sus pies.
Luis: ¡Mierda!-, soltó Luis, su tono habitual de sarcasmo brotando a la superficie ante la impresionante estatura del hombre. -Y yo que pensaba que mi día no podía empeorar.
Sin perder tiempo, Tn sacó su arma y, junto a Luis, dispararon sin dudar al rostro de Méndez. Sin embargo, el enorme hombre simplemente levantó su brazo, deteniendo las balas con la misma despreocupación que uno podría tener al apartar una mosca. Tn sintió un escalofrío recorrerle la espalda; hacerle daño a esta bestia iba a ser más difícil de lo que esperaba.
Bitores: ¿Quién carajos eres?-, rugió Méndez, su voz resonando como un trueno mientras se preparaba para atacar. Con un movimiento veloz, lanzó una patada hacia Tn, el aire cortándose a su alrededor.
Luis, viendo la situación volverse crítica, tomó una decisión rápida.
Luis: ¡Perdona, amigo!-, gritó mientras se lanzaba por la ventana, su cuerpo atravesando el cristal con gracia. -¡Es todo tuyo!
Tn: ¡Maldición!-, murmuró Tn por lo bajo, apenas esquivando la patada de Méndez. Con un impulso, lanzó una patada de regreso, pero el monstruo la detuvo con su enorme mano, sujetando su pierna con fuerza.
Antes de que Tn pudiera reaccionar, Méndez lo levantó, sus manos como grúas aplastantes, y lo lanzó contra la pared. El impacto fue brutal, haciendo que la estructura se agrietara, el sonido del concreto resquebrajándose resonando en el aire.
Tn se quedó aturdido por un momento, pero rápidamente se repuso. La adrenalina corría por sus venas mientras se levantaba, los músculos tensos y la mente enfocada. Sabía que no podía rendirse. El peligro era inminente, y la vida de Ashley dependía de su capacidad para sobrevivir a esta lucha.
Ashley finalmente logró desprenderse de la capucha que cubría su rostro. Al hacerlo, parpadeó, tratando de acostumbrarse a la tenue luz que se filtraba a través de las pequeñas rejas de la habitación. La imagen que se le presentó era inquietante: el lugar tenía un aire sombrío, similar a una iglesia antigua, con paredes de piedra desgastadas y un silencio que parecía pesar en el ambiente. A través de las rendijas, podía ver destellos de luz, pero las sombras dominaban el espacio en el que se encontraba, una prisión en la que se sentía atrapada.
Una oleada de pánico la atravesó, pero rápidamente se empujó a sí misma a la calma. Tenía que concentrarse. Recordó fugazmente cómo Tn le había enseñado a liberarse de este tipo de amarres. Con rapidez, comenzó a mover su boca contra las cuerdas que ataban sus manos, haciendo un esfuerzo por deshacer el nudo. Después de varios intentos, la cuerda se aflojó lo suficiente como para que pudiera liberar sus manos. Sintió una chispa de esperanza al notar que estaba un paso más cerca de la libertad.
Con rapidez, se dedicó a desatar las cuerdas que ataban sus pies, utilizando la misma técnica. La memoria de Tn, su voz firme y tranquilizadora, resonaba en su mente: "No importa la situación, siempre hay una manera de liberarte". Con un último tirón, las cuerdas se deshicieron, y Ashley sintió una mezcla de alivio y tranquilidad al poder mover sus manos nuevamente.
Sin perder tiempo, se acercó a la puerta, intentando abrirla. La manija giró, pero no cedió. Golpeó la puerta con fuerza, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.
Ashley: ¡Ayuda!-, gritó, pero solo el eco de su propia voz le respondió. La desesperación comenzaba a apoderarse de ella, pero no podía permitir que eso sucediera. Tenía que recordar que Tn vendría por ella. Era un hombre capaz, un sobreviviente de Raccon City que había enfrentado peligros inimaginables.
Cerró los ojos por un instante, respirando hondo para calmarse.
Ashley: Él vendrá-, susurró para sí misma, aferrándose a la esperanza. Sabía que Tn haría todo lo posible por encontrarla. La confianza en él era su ancla en aquel momento sombrío. Con un renovado sentido de propósito, se volvió hacia la ventana. La luz que entraba, aunque tenue, ofrecía una pequeña rendija de esperanza.
Ashley se acercó a la reja, mirando hacia el exterior. El mundo afuera parecía distante, pero su deseo de escapar se intensificaba. Tendría que ser más astuta, más rápida. Si podía encontrar una manera de romper la cerradura o hacer ruido suficiente para atraer la atención de alguien, quizás tendría una oportunidad.
Con esa idea en mente, comenzó a golpear la puerta con los puños, creando un estruendo que resonaba en la soledad de la iglesia.
Tn: ¡Tn!-, gritó, su voz llena de urgencia. -¡Estoy aquí!-. La esperanza ardía dentro de ella, y sabía que no se rendiría.
Tn salió volando por otra ventana, el cristal estallando a su alrededor como una lluvia de estrellas afiladas. Al aterrizar en el suelo, sintió el impacto, pero la adrenalina lo mantenía en movimiento. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para recuperarse antes de que Méndez emergiera por la misma abertura, su figura imponente deslizándose con una gracia sorprendente para alguien de su tamaño.
Bitores: ¿Quién eres?-, preguntó Méndez por segunda vez, su voz resonando con curiosidad y desdén. -Nunca había escuchado de ti.
Tn se sacudió el polvo de encima, su mirada fija en el coloso que tenía frente a él.
Tn: No tiene sentido presentarse con un muerto-, respondió, la burla en su tono desafiante.
Méndez frunció el ceño, sin comprender de inmediato la insinuación. Pero su expresión cambió rápidamente al notar el objeto que Tn sostenía en su mano. Con un movimiento rápido, Tn lanzó la granada hacia él. Méndez, por instinto, atrapó el artefacto, pero la sensación de error se apoderó de su rostro al darse cuenta de lo que era.
Bitores: ¡Mierda!-, gritó, su voz llena de sorpresa y pánico, pero ya era demasiado tarde. La granada estalló en una explosión ensordecedora, lanzándolo contra la casa, atravesando el muro de concreto como si fuera papel. El eco del estallido resonó en el aire, y Tn sintió una mezcla de satisfacción y urgencia.
Finalmente en pie, se sacudió el dolor y la confusión. Sabía que no podía perder más tiempo. De su tobillo, sacó su pistola, manteniendo la mirada fija en el lugar donde había desaparecido Méndez. Con su otra mano, desenvainó su cuchillo militar, preparado para cualquier eventualidad. La sensación de peligro seguía presente, y el enfrentamiento con esta bestia apenas estaba comenzando.
Tn apuntó con la pistola en dirección al lugar donde la figura de Méndez había caído. Con cada segundo que pasaba, la tensión aumentaba, y la atmósfera se llenaba de anticipación. Sabía que no podía subestimar a su oponente.
Tn: ¡Sal, hijo de perra!-, gritó, su voz resonando con determinación. Las palabras eran un desafío, una invitación al combate. Estaba listo para lo que viniera, consciente de que el verdadero enfrentamiento apenas comenzaba.
Un instante después, Méndez emergió de los escombros, su cuerpo cubierto de polvo y escombros, pero su mirada era feroz. La rabia y la frustración lo impulsaban, y Tn sintió que el aire se volvía más denso, como si la batalla estuviera a punto de alcanzar su clímax.
Con un movimiento ágil, Tn disparó. Las balas volaron hacia el enorme adversario, pero la ferocidad del hombre no se desvanecía. Con una velocidad sorprendente, Méndez levantó su brazo, deteniendo las balas como si fueran meras molestias.
Tn comprendió que tendría que ser más astuto; la fuerza bruta no sería suficiente. Con el cuchillo en la mano, se preparó para entrar en combate cuerpo a cuerpo, listo para enfrentar al monstruo que tenía delante. La lucha por su vida y la de Ashley estaba lejos de terminar.
CONTINUARÁ.
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