❁•° T R E S °•❁

Cuando Dong Sun despertó, se dio cuenta que él no era el único que se encontraba en la habitación.

Su amigo descansaba en un sillón individual, su cuerpo se veía incomodo, pero al parecer el sueño era más poderoso. No podía recordar con claridad lo que ocurrió la noche anterior, no obstante, lo que más le intrigaba era cómo había entrado su amigo.

Sólo se le venía a la mente un par de gritos y algunas anécdotas que pasó junto a su amado, de ahí, nada.

Se levantó de la cama y trajo consigo una almohada para estrellarla al rostro de su compañero.

Jung Hee ahogó un quejido y despertó de golpe. El peli-negro lo miraba serio y después salió del cuarto en total silencio.

Sin pensarlo dos veces, el hombre siguió al menor y ambos bajaron las escaleras hasta llegar a la cocina.

Lo miró confundido y tomó asiento en la barra sin retirar la vista del chico. La puerta del refrigerador se abrió y el azabache metió la cabeza para sacar algo de comida.

Solo una manzana.

—¿Estás bien? —Preguntó el alto.

—¿Cómo entraste a mi habitación? —Lavó la fruta, para después llevársela hasta la boca.

—Encontré las llaves en tu saco.

—Así que, estas esculcando mis cosas.

—Tenía que hacerlo, anoche no me dejabas entrar.

—¿Acaso no te quedó claro que quería estar solo?

—Le hice una promesa a tu madre de que no te dejaría solo.

—No soy un niño, puedo cuidarme solo.

—No es verdad. —Se puso de pie furioso. —Encerrarte en tu pieza para beber y luego destruir todo. Vas a terminar lastimado.

—Hace bastante tiempo que lo estoy.

El mayor bajo la mirada y relajó su cuerpo, cuando Dong Sun hablaba de aquella forma ninguna palabra lograba salir de sus labios.

Por lo que prefería guardar silencio antes de poner más incómoda la conversación.

—Ayer fui con tu mamá —dijo después de unos minutos. —Le hable sobre el viaje a Japón.

El chico cambió su expresión y apartó la vista de él. No quería hablar de ese tema.

—Le pareció muy buena idea. —Suspiró. —Ella te quiere ver feliz.

—No creo que eso pueda ser posible.

—No eres el único que sufre, también tus padres han tenido un mal momento, pero a pesar de todo siguieron adelante.

—No soy como ellos, por lo menos se tienen el uno al otro, pero yo... —Habló, conteniendo las lágrimas. —Mi otra mitad no está y eso me hace más débil.

—Has estado en depresión desde la desaparición de Han Gil. Cada día luchas para permanecer en este planeta a pesar de su ausencia. No digas esa clase de tonterías; cada vez eres mucho más fuerte.

—Ojala estuviera aquí.

—Él. —Tragó duro. —Donde quiera que se encuentre, sé, que desea tu bienestar y que vuelvas a encontrar a alguien más.

Llevar una vida sin Han Gil.

Sonreír hacia otras personas sin pensar en el dolor.

Los colores volverán a brotar y la oscuridad se alejará.

Él permanecerá en su corazón.

Hasta que su corazón deje de latir.

Y un suspiró se escape de sus labios.

🗻

—Vamos por más donas. —Llegó Min Ki y abrazó al menor por los hombros.

—¿Aún sigues con esa tontería? —Preguntó el rubio cansado.

—¿Quién te está hablando?

—Hyung, no sea tan duro con él.

—Se lo gana por maleducado. —Dió un golpe en el aire y siguió caminando junto a su amigo. —Aún me debe una.

—Te dije que lo haré en tu cumpleaños.

—Eso me queda entendido, pero ayer hablé con mi lindo tigrecito y me aseguró que te convencería para que me compraras otra. —Sonrió victorioso.

—¿En serio hiciste eso? —dijo serio.

—Por favor. —Juntó sus manos e hizo un puchero.

—Ustedes dos provocan que me salgan canas.

—¿Eso es un sí? —Esta vez preguntó el castaño.

—Está bien.

Min Ki gritó de la emoción y se lanzó a los brazos del rubio para repartir varios besos por todo su rostro.

El castaño los miraba asombrado y Chin Hwa no lograba quitárselo de encima. Era algo totalmente nuevo e inolvidable para Han Gil.

—No eres tan malo.

—Cierra la boca. —Lo empujó.

—¡Te amo, Park Chin Hwa! —Gritó el chico y empezó a correr por el campo.

—¿Cómo le hace para tener tanta energía?

—Donas —Respondió el mayor sin retirar la vista de enfrente.

El chico asintió e infló sus cachetes para después, sujetarse de las mangas del bolso.

Estaba tan agradecido de tener a unos amigos tan maravillosos como ellos, porque a pesar de cualquier situación siempre le sacaban alguna sonrisa.

Aunque tenía una gran curiosidad de cómo eran sus amigos en aquella otra vida.

O tal vez, ni siquiera los tenía.

Sin embargo, pocas veces pensaba en eso y realmente no le daba mucho significado.

Su nueva vida le gustaba, y no quería marcharse de allí.

—¡Min Ki, no corras por el lodo! —Gritó el mayor.

Rió bajo y aceleró el paso hasta alcanzar a sus amigos. La caminata se llenó de bromas y quejas por parte de Chin Hwa.

Sin duda, al castaño le encantaba molestar a su Hyung y eso le lograba resultar bastante cómodo al bajo.

Aunque en muy pocas ocasiones era olvidado por sus compañeros no le llegaba a tomar importancia, era todo un espectáculo. Mucho mejor que cualquier otra película.

Pasaron por unos cuantos locales hasta llegar a la tienda. Min Ki con una sonrisa en el rostro corrió hasta allá e intentó abrir la puerta, pero esta estaba cerrada.

Chin Hwa rió y el rostro del alto cambió drásticamente. Toda su felicidad se había agotado y eso le resultaba muy preocupante al castaño.

—Creo que no habrá donas.

Han Gil arrugó la frente y golpeó el hombro del rubio. Este soltó un quejido y se alejó de él con rabia.

—¿No hay alguna nota?

—Dice que estará cerrado por unas cuantas semanas por cuestiones de salud.

—La anciana volvió a enfermar. —Habló el mayor con tranquilidad.

Ambos chicos lo miraron amenazantes pero eso no provocó que Chin Hwa se sintiera mal, al contrario; volvió a sonreír victorioso.

—Creo que será en otro momento —dijo suave.

—Solamente no vayas a llorar.

—¡Cállate de una maldita vez! —Estalló el castaño.

—Hyung. —Hizo un puchero. —Deje de lastimarlo.

—Cuando la dueña se recupere volveremos. —Rodó los ojos—. Debemos regresar al trabajo.

—Tienes razón. —Asintió. —Vamos, Min Ki.

Suspiró, y negó repetidas veces. Tan solo quería de su postre, pero este le fue arrebatado de las manos.

Chin Hwa caminó hasta el chico y lo tomó de la camisa. Intentó zafarse de él, pero no funcionó.

Se dejó llevar y su vista cambió al camino de piedras.

Estaba devastado.

HyunJack.

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