01 | yo soy lando norris
「 ✦ CAPÍTULO UNO ✦ 」
❛Solo estoy aquí por Pierre,
pero si alguien me pregunta,
diré que vine por los canapés.❜
Julio del 2023
📍Paris, Francia 🇫🇷
Iba a aprobar, estaba segura.
Charlotte cerró el último folio de su examen de anatomía con una satisfacción que no podía contener. Tras dos semanas de intenso estudio, finalmente había enfrentado la prueba. Salió del salón sintiendo cómo el peso se desvanecía de sus hombros; por fin podía respirar tranquila.
Mientras cruzaba el campus, absorta en sus pensamientos, unos pasos apresurados interrumpieron el silencio. Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que algo, o alguien, chocara contra su espalda.
―¿Ya te vas? ―preguntó Giulia, su amiga y compañera de laboratorio. La francesa asintió en respuesta. ―¿Te llevo? yo voy a una cafetería y me queda de paso.
―No, tranquila. Tomaré el autobús, pero gracias igual.
―Está bien, te veo cuando volvamos de las vacaciones. Adiós.
―Adieu.
Finalmente había terminado sus exámenes, y con ellos, la presión de las últimas semanas. Oficialmente estaba de vacaciones, y aunque no tenía un plan en mente, sabía exactamente con quién quería pasar el rato.
Sacó su teléfono y marcó el número de su mejor amigo.
―Salut ma chère. ―contestó.
―Salut ma vie ―respondió ella, ―¿qué haces, estás ocupado?
―¿Por?
―Acabo de terminar todo en la universidad. Pensé que podríamos hacer algo, pero solo si tienes tiempo.
Pierre rió al otro lado de la línea.
―Siempre tengo tiempo para ti, pero hay un pequeño detalle ―hizo una pausa antes de continuar ―necesito hacer una parada rápida antes, ¿te importa si vienes conmigo?
Sin sospechar mucho y pensando que se trataba de algo tan simple como un depósito en el banco, la muchacha aceptó. Terminaron la llamada, y él acordó pasar por ella de inmediato.
El calor del sol aún estaba en todo su apogeo cuando el auto se detuvo frente a la parada de autobús. Charlotte, con su mochila al hombro y una sonrisa despreocupada, subió al vehículo agradecida. Dejó escapar un suspiro al sentir el aire acondicionado acariciar su rostro, un alivio perfecto para la tarde sofocante.
―Mi chofer llegó tarde ―dijo en tono burlón.
―Agradece que vine, ingrata ―respondió Pierre mientras arrancaba, dejando entrever una sonrisa ―¿cómo te fue en el examen?
Charlotte, quien estaba muy relajada en el asiendo del copiloto, se entusiasmó.
―Fue genial, ¿recuerdas que estudié muchísimo?, creo que me fue bastante bien.
Él le dedicó una sonrisa cálida, ―me alegra escucharlo.
―Por cierto, ¿cómo van las cosas con Kika? ¿Han tenido tiempo para hablar desde la última vez? ―preguntó, midiendo sus palabras. Sabía que ese tema era terreno delicado.
Hacía casi dos meses que Pierre había descubierto mensajes comprometedores entre su novia y un amigo cercano a ella. Desde entonces, la relación estaba pendiendo de un hilo. Kika insistía en que todo era un malentendido, mientras que él seguía sin saber cómo manejar la situación.
La vida de su mejor amigo era como una telenovela, pero europea.
Desde entonces, él adoptó la costumbre de llamar a Charlotte siempre que quería desahogarse y hablar al respecto, pero durante las últimas semanas el tema parecía haber quedado muerto y enterrado, lo cual se le hizo muy extraño a la francesa.
Pierre suspiró profundamente. ―Fatal. No te había dicho nada porque estabas con tus cosas del examen, y no quería cargarte con más estrés.
Charlotte le acarició el hombro en un gesto reconfortante.
―Se supone que estamos intentando hacerlo funcionar, pero siento que ya no estamos en la misma página.
―Mira, la decisión es tuya, pero pase lo que pase, siempre tendrás mi hombro para llorar... El mío y el de tus amigos rápidos y furiosos ―dijo la francesa, sonriendo.
Pierre carcajeó.
Charlotte siempre supo que Pierre tenía un círculo cercano de amigos pilotos, y aunque el francés hablaba de ellos con entusiasmo, la muchacha no había tenido la oportunidad de conocerlos en persona.
Entre sus horarios universitarios interminables y la vida acelerada de ellos, las presentaciones nunca se habían dado. Pierre respetaba que ella priorizara sus estudios y nunca la había presionado para incluirla en su mundo.
El "pequeño desvío" los llevó a un elegante estudio de fotografía, donde las luces destellaban como estrellas en el cielo nocturno, a pesar de estar a plena luz del día.
―Pierre, ¿qué hacemos aquí? ―preguntó con el ceño fruncido al bajarse del carro.
―Esta es la diligencia ―respondió con simpleza.
―¿Tu diligencia es una sesión fotográfica? ―volvió a preguntar, perpleja ante la tranquilidad de su mejor amigo, quien asintió, ―debiste haberme dejado tirada en la parada de autobuses.
―No te quejes, allí hay de todo, tienen buena comida, y puedes hablar con... ―se detuvo a pensar en con quién podría hablar, pues realmente era muy mala socializando, ―bueno, estarán algunos chicos, podrás hablar con ellos.
¿Algunos chicos? por como él lo dice, me huele a que hay una multitud allá adentro.
Pierre se acercó a Charlotte, le dirigió una mirada cómplice y, sin previo aviso, extendió su brazo hacia ella. Charlotte, sorprendida por el gesto amistoso, respondió con una risa juguetona y entrelazó su brazo con el de él.
Juntos, caminaron hacia la entrada del estudio, entrelazados como si fueran un par de señoras.
―¿Seguro que puedo entrar? ―lo miró atentamente, esperando a que él dijera que no.
―Vas conmigo, ma vie, no deberías preocuparte por eso ―aseguró él, empujando la puerta.
Al cruzar la entrada, Charlotte se vio sorprendida por un coro de saludos dirigidos a su amigo. Todos, desde diseñadores hasta modelos, reconocían la presencia del francés con una mezcla de admiración y familiaridad.
La sorpresa para Charlotte no llegó solo por la atención centrada en su amigo, sino por la acogida cordial que recibió ella misma. Nadie cuestionó su presencia; en cambio, la saludaron con sonrisas y gestos de bienvenida, como si su compañía fuera tan natural como la de Pierre.
―¿Siempre te reciben así? ―murmuró, mientras seguían avanzando.
―Ventajas de ser irresistible, ―respondió él con un tono bromista, haciéndola reír una vez más.
Intrigada y agradecida por el cálido recibimiento, Charlotte caminó junto a su mejor amigo hacia la habitación donde se llevarían a cabo las fotos y la sesión de preguntas. Al entrar al lugar, Charles y Lando no tardaron en notar a la atractiva muchacha que había llegado con el francés.
Charles se levantó del sillón en el que estaba sentado y fue a saludar a su mejor amigo.
―Mira quién llegó, ―dijo con una sonrisa, acercándose para darle un corto abrazo.
―Charlie, déjame presentarte a mi mejor amiga Charlotte, ―la nombrada le sonrió al recién llegado, y él le devolvió el gesto. ―Char, él es mi mejor amigo Charles.
―Así que tú eres yo, pero en versión femenina y francesa, ―bromeó Charles, extendiendo la mano hacia ella.
―Y tú eres yo, pero en versión masculina y monegasca, ―respondió ella, estrechándole la mano.
―Exactamente, ―asintió él con una sonrisa. ―Mucho gusto.
―El gusto es mío, ―replicó ella, antes de notar una mirada fija que no podía ignorar.
Giró la cabeza y sus ojos azules se encontraron con los verdes de Lando Norris.
El piloto británico la observaba desde cierta distancia con interés. Había algo en la manera en que la miraba, una chispa de interés que no se molestó en disimular. Desde el momento en que la vio entrar del brazo de Pierre, había sentido una inesperada fascinación.
Sin embargo, en lugar de acercarse de inmediato, Lando se quedó en su lugar, analizándola con una ligera sonrisa en los labios. No era por falta de interés ni timidez, sino porque prefería esperar el momento adecuado. Quería hablar con ella cuando los otros no estuvieran cerca, cuando pudiera captar su atención sin interrupciones.
Y estaba seguro de que encontraría la manera de hacerlo.
Con Pierre concentrado en su sesión de fotos, Charlotte se quedó momentáneamente sola. Aprovechando la oportunidad, Lando decidió acercarse.
Ella estaba absorta en una batalla con su mochila, tratando de hacer espacio para un voluminoso libro de anatomía mientras intentaba guardar su bata.
―Maldita bolsa con poco espacio, estúpido libro de mil páginas ―murmuró frustrada.
―¿Estás peleando con un libro? ―una voz masculina con acento británico la sacó de su concentración. Al alzar la mirada, se topó con los ojos brillantes de Lando, quien se había acomodado junto a ella en la mesa de bocadillos.
―Suena ridículo si lo dices así ―respondió, sintiendo cómo sus mejillas se teñían de rojo.
―Puedo prestarte mi bolsa, si quieres ―ofreció, señalando una tote bag con un estampado de olas.
Charlotte negó rápidamente con la cabeza. ―Prestar incluye devolver, y dudo mucho que pueda devolvértela.
Lando frunció el ceño, curioso. ―¿Por qué? ¿No vas a la fiesta?
―Disculpa, ¿cuál fiesta?
―Los muchachos y yo quedamos de ir a una discoteca esta noche ―anunció, ―irá Dani, su esposa Alessia, Carlos, Rebecca, George, Carmen y por supuesto Pierre. Creí que te había invitado.
―No, no lo hizo. Seguro se rindió después de tantos "no puedo, tengo que estudiar" ―dijo riendo, pues poco le importaba que su mejor amigo hiciera planes sin incluirla.
―¿Tú y él están... saliendo? ―preguntó, algo más directo de lo que planeaba.
Charlotte se atragantó con su propia saliva. ―¡Por Dios, no! Es mi mejor amigo. Jamás podría verlo de esa manera. Además, ¿no recuerdas que tiene novia?
Qué alivio.
―Entonces te invito yo ―dijo con una sonrisa traviesa, apoyando su brazo detrás del respaldo de la silla.
―No eres muy disimulado, ¿eh? ―se acomodó el cabello detrás de la oreja.
―¿Tengo que serlo? ―Lando la miró fijamente, y Charlotte intentó no sonreír, aunque no tuvo éxito.
―Dímelo tú ―replicó, inclinando la cabeza ―¿por qué querrías que yo fuera a la dichosa fiesta?
―Porque necesito una excusa para verte de nuevo, y quién sabe, tal vez consiga tu número ―respondió con un guiño.
Charlotte apartó la mirada. ¿Nerviosa? ¿Avergonzada? Lando no lo supo.
Al notar su reacción, el piloto británico concluyó que quizá su nueva amiga era un poco tímida. Se preguntó si la estaba incomodando, aunque ella estaba muy lejos de sentirse así. La francesa, más bien, experimentaba una intrigante mezcla de nervios y emoción ante su inesperada atención.
―Deberías ir, piénsalo. Si no quieres ir conmigo, siempre puedes acompañar a la Baguette ―sugirió, provocando que Charlotte riera ante el apodo que le dió a su mejor amigo, ―y estarías en buena compañía.
―¿Te refieres a ti? ―arqueó una ceja, divertida.
―Puede ―admitió con una sonrisa traviesa. ―¿Cómo dijiste que te llamabas?
―No lo dije. Soy Charlotte Simonetti, mejor amiga de la Baguette.
El británico sonrió aún más al escucharla usar el mismo apodo. ―Encantado, Princesa. Yo soy Lando Norris.
―kala's note:
Sí, reviví por milésima vez, y modifiqué el capítulo, pero fue más bien porque sentí que la primera versión carecía un poco de sentido. Por otra parte, estoy conforme con el resultado de esta nueva versión.
Se vienen cosillas en el próximo capítulo, ¿ustedes qué creen?
Lando es el verdadero fast n furious 🤣🙏
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Qué opinamos de la amistad de Pierre y Char?
En fin, eso sería todo por hoy. Sin más, me despido, no sin antes recordarles que dejen su estrellita, y si desean, un comentario, que igual a mí me encanta leerlos. Espero que les haya gustado el capítulo. Nos leemos pronto. Besitos ♥️♥️♥️
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