━━━━━━ 𖥻 viii. duties and punishments.

   ✧  𓈒   ⠀𝆬 ،      𝑣𝑖𝑖𝑖.    𝙲𝙷𝙰𝙿𝚃𝙴𝚁    𝄒      ᗁ      !
⠀ 𖦹 𓄹  ִ  ۫   𝖽𝖾𝖻𝖾𝗋𝖾𝗌 𝗒 𝖼𝖺𝗌𝗍𝗂𝗀𝗈𝗌 ˚   ✦⠀⠀ֹ

ME SORPRENDÍ A MÍ MISMA SOBREVIVIENDO A DOS SEMANAS EN LA MISMA HABITACIÓN QUE PANSY Y SUS AMIGAS. Parecía que su nuevo hobbie era esconder mis pertenencias y buscar insultos hirientes sobre mi físico. Al menos ya había pasado la semana de buscar hechizos para intentar encoger mi ropa y apestar mis zapatos.
Salir de la habitación no lo hacía mejor. A cada pasillo al que cruzaba debía estar atenta para que ninguna bomba fétida o araña gigante aterrizara en mi cabeza. Los gemelos se habían esmerado tanto en un plan donde cada paso que diese fuera un peligro para mí. Sinceramente aún no sabía cómo había pasado aquellas dos semanas sin por lo menos haber perdido un brazo o haber muerto envenenada la vez que sospechosamente un alacrán aterrizó sobre mi desayuno.

Aún no tenía noticias sobre mi padre lo cual hacía aquellos días aún más difíciles. A pesar de todo deseaba que estuviera bien y que los próximos días no debiera regresar a casa para un funeral.
Adhara se veía muy bien y no quiero decir del tipo "estoy bien pero suelo llorar en los baños por la preocupación" hablaba del "estoy bien, no hay nada de qué preocuparse, incluso me siento más feliz que nunca." Quería ser como ella, pero para mí mala suerte mi padre no había sido un completo cretino conmigo y por tanto no tenía razón para odiarlo.

Aquel día era jueves y para mi mala suerte Draco aún no se olvidaba del hecho que yo existía.

— ¡Hey, Rosier! — escuché una voz detrás mía y sin hacer caso seguí caminando — Me llegó un rumor acerca de que aún tienes relación con sangre sucias y traidores — dijo llegando a mi lado.

— ¿Y eso a ti qué, Malfoy? — respondí rodando los ojos.

— Sólo quería decirte que no me parecería muy lindo que tu madre se entere — Draco se detuvo y unos pasos más adelante también lo hice.

— Por desgracia Draco, mi madre tiene mayores asuntos con los cuales lidiar — dije dándome la vuelta.

— Cierto— respondió con un brillo en sus ojos, como si le hubiera dicho exactamente lo que quería escuchar — tal vez ya esté haciendo los preparativos para un funeral o buscando un orfanato donde mandarte — sonrió — ya que es sólo cuestión de tiempo para que tu madre también desaparezca ¿no?

Se hizo un silencio entre nosotros en el cual varios estudiantes pasaban riendo y hablando sin perder su tiempo en prestarnos atención.
Draco de verdad parecía tener como propósito intentar hacerme sentir mal, pero de buenos consejos que escuchaba decirle mi abuela a mi madre cuando se reunían a tomar té y yo pegaba mi oreja a la puerta para poder escuchar su conversación lo mejor era concentrarse en las buenas opiniones de personas que de verdad te interesan y les interesas.
Dispuesta a darme la vuelta y a ignorarlo, Draco abrió su boca una vez más.

— Seguro decidieron desaparecer para no tener que soportar otra decepción en su familia. Primero la mayor y ahora la menor, ambas destinadas a ser traidoras. Dime ¿tú madre te recibirá para navidad? o ¿a dónde piensas ir si no hay un funeral o una fuga preparándose en ella?

— Irá a mi casa — se escuchó una voz detrás de mí y al instante me gire.

— ¿Contigo, Weasley? — soltó una carcajada — tengo entendido que tu padre apenas tiene salario para darles de comer a ustedes ¿y pretendes matarla de hambre? No me hagas reír, tendría suerte de que pudieran alimentarla y aún mucha más sin envenenarla con la segura terrible comida que hace tu madre.

La cara de Ron parecía entre furiosa y avergonzada.
Sabía que los padres de Ron no tenían tanto dinero para darles lujos a sus 7 hijos, pero también estaba segura de que él dinero nunca lo es todo en la vida.

— Seguro el triste y pequeño lugar al que llamas "casa" no es ni la mitad de la mía. Debe de estar llena de cosas sucias y de segunda mano. Si Althea va a ese lugar que llamas casa seguro que se convierte en lo más caro que se encuentre ahí, no me imagino...

— ¿No te imaginas qué, Malfoy? — lo interrumpí — ¿estar en una casa repleta con más amor que cosas sin significado? por qué te aseguro que no me imagino la casa de los Weasley de otra manera. Tú familia es pobre a comparación de los Weasley en lo que sí importa. Dile a quien quieras, a nadie le importa lo que tengas que decir.

— Mi padre se entrará de esto Rosier — dijo con tono molesto — y cuando lo haga no parecerás tan valiente como hoy.

— ¡Y tú mochila jamás apestará tanto como hoy! — gritó una voz por el pasillo contrario.

Entonces el lugar que ahora sólo era habitado por nosotros se llenó de humo y en mi intento de ver quién era el responsable pude ver una mano metiendo una especie de granada en la mochila de Malfoy.

— ¡Corran! — exclamé para mis compañeros.

— ¿Qué? — preguntó Harry confundido.

— ¡Bomba fétida! — respondí al instante corrimos en direcciones diferentes.

Antes de lo que esperaba sonó un sonido de algo haciendo una mini explosión.
Antes de poder cruzar al pasillo de la izquierda alguien me jalo hacía el de la derecha.

— ¿George? — pregunté por instinto.

— Bravo, alguien me ha podido reconocer a la primera — dijo con una sonrisa— tenemos que irnos, Filch viene de ese lado.

— ¿Filch viene de ese lado? ¿Tú cómo lo...?

Antes de poder terminar la frase George me jalo del brazo para poder huir corriendo. Cuando giramos en el tercer pasillo encontramos a Fred recargado en la pared. Al ver a George sonrió y ambos chocaron las palmas, luego repararon de mi presencia y yo recordé al instante que estaba compartiendo el mismo espacio con dos de las personas que habían hecho mis días insufribles.

— ¿Crees que Malfoy sepa que fuimos nosotros, Malthea? — preguntó George con una sonrisa.

— No creo siquiera que sepa la diferencia entre un cangrejo y un chizpurfle, aunque este le enseñara los colmillos — contesté seria cerrando bruscamente bien mi mochila pues se había abierto un poco por correr.

— ¿Por qué tan enojada, Rosier? — preguntó esta vez Fred — ¿Acaso no te pone contenta que te hayamos salvado de Malfoy?

— Nos vemos luego, tal vez cuando su próxima bomba fétida sea para mí y no para Malfoy.

Sin dejar que la conversación siguiera seguí mi camino a la clase de pociones. Al entrar y darme cuenta que Draco no se encontraba reí por lo bajo y mi sonrisa se desvaneció un poco cuando Pansy se me acercó con el ceño fruncido.

— Sé que tú y esos impuros hicieron que Draco apestara — habló cruzándose de brazos.

— Estoy segura de que Draco siempre a apestado, Pansy — reí.

— Es un Slytherin, eso no se hace entre amigos.

— Draco es tu amigo, no el mío.

— Seguro, porque tú no tienes amigos y por eso a nadie le va a importar que haga esto — Pansy tomó un extraño liquido de un estante y antes de que pudiera usarlo en mi contra Snape entró a el aula.

— Señorita Rosier ¿Le gustaría acompañarme a mi despacho? — habló el profesor fríamente y Pansy extendió una sonrisa por lo bajo.

Me limité a seguirlo, pero claro, no sin antes pasar por al costado de Pansy y pisar "accidentalmente" su pie.
Llegamos a la sala llena de ingredientes para pociones a la que Snape llamaba "Oficina"

— ¿Qué pasa Sev? — dije con toda confianza tomando y examinando dos frascos de un color nacarado.

— Mira Amalthea — contestó ya con un tono de voz más calmado— no sé qué problema tengas con tus compañeros, pero tiene que parar. Debo notificar a tu madre.

— ¿Qué? no ¿porque? — lo miré con un puchero y el ablandó su mirada.

— Por qué es mi deber como profesor. A menos que me expliques que paso, en ese caso expondría los hechos como más conviniera. Dime ¿Qué problema tienes con tus compañeros?

Sin poder ser capaz de decirle la verdad agaché la cabeza y levanté los hombros en gesto de no tener idea de la respuesta a su cuestionamiento.

— Bueno...— empezó a decir con el tono dulce que usaba cuando yo apenas tenía 5 años —... no puedo obligarte a decirme nada, pero puedo asegurarme de que sepas que si necesitas algo mi oficina siempre está abierta para ti ¿Lo sabes? — asentí — Como te dije antes es mi deber como profesor informar a tu madre, — hizo una pausa en la que yo agaché la cabeza, rendida ante mi destino — aunque también es mi deber como padrino salvarte de probables regaños.

Levanté la cabeza para encontrarme con un Snape con ojos cómplices y una sonrisa a penas notable, aquella que era la única que Severus Snape tenía.

Las semanas siguientes me preocupé más por no tener que preocuparme que los gemelos me sorprendieran con alguna broma cuando cruzara el pasillo. Al parecer había pasado de ser su blanco de travesuras a ser la niña que ocasionalmente se pasaba por su sala común o en su mesa en el gran comedor.
Pansy y sus amigas habían intentado sin éxito frustrar mi paciencia, pero parecía casi divertido ver como intentaban nublar mis días.
Mi padre seguía desaparecido y rumores sobre que era de él no faltaron entre los más nobles de las familias sangre pura.
A pesar de todo intentaba concentrarme en las clases, tareas y todo lo demás.

Aquel día me encontraba en la biblioteca, intentando no pensar en el hecho de que no llevaba más de tres centímetros de un ensayo de veinte centímetros para el día siguiente.

— ¿Necesitas ayuda con tu tarea, Rosier? — se sentó alguien a mi lado.

— Esa investigación parece muy aburrida — se sentó otra persona al otro lado.

— Sí parece tan aburrida ¿Por qué se molestarían en ayudarme? — respondí sin apartar mi vista del libro reconociendo al instante la voz de los gemelos.

— Pareces algo amargada estos días — habló uno de ellos y al no mirarlo no pude reconocer de cual se trataba.

Cuando por fin levanté la mirada y giré para ambos lados logré reconocer de qué lado tenía a cada pelirrojo. Estaba segura de que a mí izquierda se encontraba George y a la derecha Fred, o por lo menos era lo que esperaba. Al quedarme callada los gemelos prosiguieron con su charla.

— Te tenemos un trato — dijeron al unísono lo suficientemente fuerte como para que la señora Pince nos reprendiera con un sonido y nos pidiera que saliéramos a terminar nuestra conversación afuera.

Sin ningún remedio tomé mis cosas y salí con los gemelos a mis espaldas.

— Si tú nos ayudas a hacerle una broma a Malfoy prometemos no volver a hacerte una broma — dijo el gemelo que estaba segura era George.

— Mira George... — empecé a decir cuando me interrumpió bruscamente.

— Soy Fred — me corrigió haciéndome saber cuál era cada uno.

— Bien, Fred — reiteré — no sé qué clase de plan estén tramando, pero definitivamente no confío en ustedes.

Intenté apresurar el paso y ellos al ser más grandes que yo no tardaron en alcanzarme.

— Escucha eres amiga de Ron y haz hecho mucho por él — dijo está vez George.

— Sólo le he pasado unos deberes, no es para... — comencé a decir.

— Fuiste amable con él desde un principio y además lo defendiste de Malfoy. — me interrumpió de nuevo Fred — Escucha, no es tan difícil ¿Sí?

— Si no es tan difícil ¿Por qué no lo hacen ustedes?

— Porqué nosotros no podemos entrar a la común de Slytherin tan fácilmente — respondió al instante George — sólo debes entregarle un regalo y es todo.

Fred sacó de su bolso una caja de caramelos en envolturas de brillantes colores con una nota que destacaba el destinatario y me lo tendió.
A pesar de que no había tenido que preocuparme por las bromas de los gemelos aquellos últimos días sabía que si no accedía tal vez volverían y tenía mejores asuntos que hacer como para cuidarme de sus travesuras.
Sin decir palabra tome la caja y la guarde en mi bolso. Los gemelos al instante sonrieron y yo seguí mi camino a la sala común, sola.
Al llegar sólo habían unos cuantos estudiantes mayores y dado que no le tomarían importancia a una alumna de primer grado saqué la caja de caramelos para dejarla en la mesa de centro y subir a la habitación. No habían pasado ni tres minutos cuando Pansy y sus amigas llegaron listas para dormir.

Al día siguiente al bajar de las habitaciones y pasar por la sala común me di cuenta que la caja de caramelos aún estaba ahí.

No tomé importancia y salí a mi primera clase del día que era pociones con los de Gryffindor.
Cuando llegó Malfoy al ver que Snape aún no estaba ahí comenzó a alardear sobre cómo sus padres siempre le mandaban cajas de dulces. Antes de poder ignorarlo sacó los caramelos que los gemelos me habían dado y comenzó a decir que eran de una fábrica muy costosa en Suiza, reí por lo bajo por su mentira y cuando se negó a compartir de sus caramelos tomó uno y burlonamente se lo comió.
Al instante llegó Snape azotando las puertas y Draco se vio obligado a rápidamente guardar la caja y tragar el caramelo.

No habían pasado ni cinco minutos cuando Draco vomitó en el caldero de Crabbe y el profesor lo mandó a la enfermería con un aspecto amarillento.
Los de Gryffindor intentaron evitar inútilmente reírse de la situación lo que sólo ocasionó que Snape les bajara 10 puntos a su casa.
Cuando la clase finalizó sentí alivio de por fin poder salir de ahí.

El día me había parecido tan largo que al terminar las clases me sentí más pesada que otros días. Aun así, hice espacio para finalizarlo con una buena cena. No pasó demasiado luego de que entré a la sala común para dejar mis cosas e ir al gran comedor cuando Pansy me intervino.

— Sabemos que fuiste tú quien le hizo esto a Draco — dijo cruzándose de brazos — hemos sido bastante tolerantes contigo, pero esto es demasiado.

"Como intentar meter a un zorrillo en mi baúl es ser tan tolerante" pensé con una sonrisa involuntaria en el rostro.

— ¿Así que te causa gracia? — habló con tono aún más molesto la pelinegra — veamos que tanta risa te saca cuando el profesor Snape te llame a su oficina.

Como si lo hubiese invocado Snape entró a la sala común dando pasos pesados.

— Señorita Rosier, acompáñeme por favor — dijo y sin esperar respuesta se dio la vuelta.

Sentí la sonrisa de Pansy y sus amigas aún sin necesidad de mirarlas. Sabía exactamente que rostro de suficiencia y orgullo tenían.

Salí detrás de Snape camino a su despacho y al llegar se sentó haciéndome indicación de tomar asiento frente a él. Teniendo en cuenta que nos separaba su escritorio sabía que aquella vez no podría recurrir a la mirada de cachorro abandonado.

— Cuatro estudiantes afirman haberte visto colocar los caramelos que le provocaron vomito a Malfoy en la mesa de la sala común ¿Es cierto? — dijo añadiendo una mirada severa que me revolvió el estómago.

— Es cierto — respondí agachando la cabeza pues aquella mirada siempre me sacaba la verdad.

— No tengo más remedio que bajar 10 puntos a Slytherin y mandarla con un castigo — respondió tomando pergamino y pluma — y también...

—Por favor, no informes a mi madre — interrumpí levantando la cabeza — debe de estar triste y enojada por padre y si se entera me matará.

— Eso debiste pensarlo antes de comportante tan rebelde en la última semana — respondió sin quitarle la mirada al pergamino que se encontraba escribiendo.

— Por favor — supliqué con la mirada deteniendo su mano con la mía — haré un mes de castigo o el tiempo que quieras, sólo no le digas — insistí.

Snape dejó la pluma a un lado al igual que el pergamino.

— Harás tres semanas de castigo. Ayudarás a la señora Pince tres días de la semana después de clases y los fines de semana ayudarás a la señora Pomfrey en la enfermería con lo que se le ofrezca ¿De acuerdo?

Asentí con la cabeza energéticamente y salí de la oficina con un peso de preocupación menos en dirección al gran comedor a cenar.

Ya ahí Handes y Alice me hicieron señas para acercarme a su mesa. No tomé importancia a las miradas de repulsión de Pansy, Draco y sus sequitos. Apenas me senté los gemelos dirigieron sus miradas hacía mí.

— ¿Lo hiciste? — dijo a quién reconocí como Fred pues le falta el lunar que hacía una semana descubrí en George.

— Sí y ahora tengo tres semanas de castigo — respondí fingiendo no tomarle importancia sirviendo mi cena.

— ¿Qué hiciste? — preguntó Handes.

— Le di algo que acabo de bautizar como "caramelos vomitivos" a Draco.

— ¿Por eso él...? — comenzó a decir Alice haciendo ademan de vomitar.

— Así es — dije como última palabra antes de comenzar a comer.

Lo siguiente es una conversación larga sobre como deberíamos hacer un trabajo para la clase de Snape. Siendo su ahijada les di los consejos más fiables para mantener al profesor satisfecho con su trabajo.

Aquel resto de semana pasé la mayor parte de mis días acomodando los libros de la biblioteca y ordenando alfabéticamente las opciones y remedios de la señora Pomfrey.

De nuevo un jueves de mi segunda semana de castigo y no teniendo suficiente apetito me dirigí directo a la biblioteca a espera de la tarea de la señora Pince.

— ¿Por qué siempre me traen a todos los castigados a mí? — masculló la señora Pince luego de indicarme que tendría que acomodar tres carritos transportadores de libros.

Le ofrecí una sonrisa y me dirigí a mi labor.
Comenzaba a acomodar mi primer carrito cuando escuché como se caía un libro a mi lado.

— Si sigues haciendo las cosas mal nuestra amiga tendrá que pasar más tiempo aquí, Georgie — dijo alguien a mi lado y dí un saltito del susto — ¿Qué tal, Rosier? — saludó Fred con una sonrisa divertida en el rostro.

— ¿Qué hacen aquí? — dije levantando el libro que dejó caer el pelirrojo.

— ¿No es obvio? Nos encanta estudiar— respondió está vez George y madame Pince chitó para luego mandarnos a seguir con nuestro castigo — Fred hizo estallar nuestra poción en clase y ahora tenemos una semana y media de castigo — habló esta vez con voz más baja.

— Ahora estamos condenados juntos ¿no es así, Rosier? — se acercó Fred y yo regresé a acomodar libros sin mirarles — tal vez deberíamos enseñarte como hacer bromas sin que te descubran para que no vuelvas a tener castigo.

— ¿Y qué les haría creer que quiero seguir haciendo bromas? — respondí empujando un libro que sobresalía.

— ¿De verdad no te divirtió ver a Malfoy vomitar y humillarse frente a todos? — dijo George y al instante una sonrisa invadió mi rostro — ¿lo ves? si aprendieras como te divertirías sin tener que hacer estos estúpidos castigos.

Los gemelos comenzaron a hablar de cómo han hecho grandes bromas sin ser descubiertos y yo fingí que les ponía atención mientras intentaba acabar mi trabajo rápido.
Para cuando terminé los gemelos aún tenían mucho que hacer. Rodé mis ojos, si no les ayudaba seguramente se quedarían ahí toda la noche. Me hice a la idea de que me compadecía por la señora Pince quien tendría que soportarlos y no por ellos.
Mientras George trapeaba, Fred y yo barríamos el suelo.

— ¿Crees que haya quedado lo suficientemente bien hermano? — preguntó Fred.

— No lo sé, tendremos que probarlo — respondió su hermano mirando al escritorio vacío de madame Pince.

Ambos gemelos se quitaron los zapatos y me miraron expectantes a que yo hiciera lo mismo. Luego me arrastraron al pasillo más alejado y corrieron por el dejándose resbalar hasta el final.
De nuevo se giraron para que hiciera lo mismo y sin saber muy bien porque lo hice.

Ahora los tres nos encontrábamos resbalándonos por el suelo de la biblioteca. Cuando me cansé de correr me senté en el suelo recargándome en una estantería. Los gemelos me siguieron y sentados ahí suelto una risita de incredibilidad.
George sacó una bolsita con un polvo morado parecido al azúcar y me ofreció.

— ¿Qué es eso? — pregunté frunciendo el entrecejo.

— ¿Confías en nosotros? — dijo George.

— A decir verdad, no — respondí sin pensar y Fred soltó una carcajada.

— Al menos es sincera — dijo él aun riéndose y tomó parte del contenido del polvo morado.

George le siguió y ambos al mismo tiempo lo introdujeron en su boca. Al ver que no les surgió un efecto secundario malo imité sus acciones. Al instante sentí como si aquel polvo hiciera pop dentro de mi boca. Era una sensación divertida con sabor a uva.

Miré el reloj y aún parecía temprano lo cual me sorprendió ya que aún era tan temprano como para que algunos estudiantes aún estuvieran cenando en el gran comedor.

— Debería irme — dije colocándome los zapatos— ¿nos vemos luego? — me despedí levantándome.

Sin darles tiempo de responder salí de la biblioteca en dirección a las mazmorras.
Mi mente se nubló de tantos pensamientos que apenas me dio tiempo de darme cuenta por donde iba caminando. A punto de cruzar el pasillo y concentrarme para no perderme entre otros pasillos más escuché un grito proveniente del baño, seguido de un ruido de algo realmente pesado destrozándose.

Sentí el poco brillante impulso de ir corriendo hacía el lugar de origen de aquellos ruidos y antes de poder reflexionarlo dos veces salí corriendo para ver de qué se trataba.
La escena de un trol intentando atrapar a Hermione, Harry atacándolo desde sus hombros y Ron mirando la escena asustado me petrificó y aunque sabía que tendría desventaja al intentar ayudar me interné en el baño y antes de que el trol pueda estrellar su mazo contra los lavamanos donde se escondía Hermione le lanzó un pedazo de escombro al rostro para distraer su atención.

— ¡Hermione, sal de ahí! — le dije y al instante corrió a buscar escondite detrás de mí mientras Harry lo distraía

— ¡Haz algo! — exclamó Harry quien ahora era sujetado de un sólo pie por el trol.

— ¿Qué? — respondió Ron mirando a los lados, intentando buscar una solución.

— ¡Lo que sea, rápido! — volvió a exclamar Harry.

— ¡Hey, apestoso! — llamé la atención de la criatura — ¡Suéltalo! — ordené lanzando una vez más escombros hacía el.

La criatura ya molesta intentó golpearme con su mazo sin éxito alguno, pero logrando sacarme del lugar y hacer que una pila de escombros me impidiera el paso de nuevo.

— ¡No puedo entrar! — les digo por si acaso no se habían dado cuenta mientras intenté sin éxito remover la barrera.

— ¡Déjalo, ve por ayuda! — ordenó Harry aun siendo levantado por el trol.

Sin que me lo tuvieran que repetir salí corriendo en busca de algún profesor. A penas crucé el pasillo me encontré con dos cabelleras rojizas corriendo a toda prisa en dirección contraria a la mía.

— ¡Por Merlín, estás viva! — exclamó George a quien ahora pude reconocer a la perfección.

— ¡No puedo hablar ahora, necesito ir por ayuda! — le respondí pasándolos de largo aun corriendo.

— ¡Los profesores ya vienen! — volvió a llamar mi atención esta vez Fred.

— ¡Les dijimos que estabas camino a las mazmorras! — completó George.

Es hasta ese momento que paré de correr haciendo que los gemelos quienes se encontraban corriendo a mi lado se detuvieran también.

— Vamos, te llevaremos a un lugar seguro — dijo George tomándome del brazo.

Antes de poder negarme visualicé a lo lejos a los profesores Snape, McGonagall y Quirrell llegando apresurados a la escena. Fue hasta entonces que dejé que Fred y George me llevaran camino a su sala común.

— ¿Cómo supieron que necesitaba ayuda? — pregunté en el camino.

— Lee nos dijo que Quirrell se desmayó en el gran comedor por un trol en las mazmorras — respondió primero Fred.

— Donde dijimos a los profesores la pequeña Malteada casualmente se dirigía — concluyó George.

— ¿Malteada? — pregunté con confusión.

— Sí, ya sabes... Amalthea, Malthea, Malteada— empezó a explicar.

No quise preguntar más sobre su raro juego de palabras y simplemente me deje guiar a la sala común, donde Handes y Alice me esperaban con probablemente el pendiente sobre si estaría viva, por suerte lo estaba.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top