26. Ya no es ordinaria




—¿Siguen sin encontrar a Vanya? —pregunté encontrándome a mis hermanos en el segundo piso.

—No. Y mejor me voy. —dijo Diego, se dirigía a su habitación pero se detuvo ante el comentario de Five.

—Espera. ¿Adónde vas? Vanya sigue por ahí, al igual que Hazel y Cha-Cha. —reprende Five.

— Lo sé. Iré por mis cosas y luego me iré de aquí. Tengo asuntos sin terminar con esos tontos. —Giró sobre sus propios talones y se fue.

— ¿Papá dijo algo sobre el apocalipsis cuando hablaste con él? ¿Alguna pista acerca de cómo pasó? —preguntó el chico a Klaus.

— Sin pistas. Una increíble afeitada, pero sin pistas —Five se estaba por ir pero Klaus lo siguió, yo me iba a ir a mi habitación pero lo que dijo Klaus me activó la curiosidad—. Ahora que lo pienso, sí mencionó algo sobre mi potencial y cómo apenas he arañado la superficie de mi...

— ¿Cómo sabía sobre el apocalipsis?

— No sé, pero oigan, toda tu cuestión de los saltos del tiempo y tú de controlar la naturaleza y crear escudos...¿Cómo sabían que podían hacerlo?

Estaba por contestar pero Five se me adelantó.

— No lo sabía. Te darías cuenta si estuvieras sobrio.

— Oye, estoy sobrio. He estado sobrio por dos...casi dos días, ahora. —reprochó.

— Sí, dos días.

— Se sienten como cuarenta y cinco años. —murmuró.

— A quién quieres engañar. Te he visto inquieto todo el día.

— Ambos luchamos contra las adicciones, entonces.

— No soy adicto.

Creo que no debería de estar aquí, esto se volvió algo entre ellos dos. Subí las escaleras con pesadez a causa de mi cansancio. Al llegar a mi habitación me quité la chaqueta y los zapatos, me tiré sobre la cama e intenté dormir pero no lograba atrapar el sueño por lo que abrí los ojos quedándome atrapada en mi visión del techo hasta que llevé mi mano a mi pecho y sentí como se rozaba con el collar que me había regalado Gilbert.

Las lágrimas se comenzaron a escapar de mis ojos al igual que los recuerdos pero no solo eran de él, si no también de los sucesos en mi estadía en Avonlea pero sobretodo los que incluían a mis amigos: Anne, Diana, la maestra Stacy, los Barry, Bash, la pequeña Delphine, Cole, Ruby y Josie.

Era imposible no extrañarlos cuando pasé maravillosos momentos junto a ellos. Supondría de que Gilbert ya se casó con Winifred, y probablemente ya debió de dejarme en el olvido.

Los chicos lograron evitar todo esto del apocalipsis, así que debía de superar todo si quería adaptarme a los hechos del 2019 y sobrevivir ante este, aunque no quería olvidarlos; me senté sobre la cama mientras soltaba mi cabello que anteriormente se encontraba en una cola de caballo alta. Eliminé todo rastro de lágrimas en mi cara pero me espanté al sentir que todo se movía y les juro que no era yo.

Ay no...

— ¡Está temblando! —grité saliendo rápidamente de mi habitación colocándome la chaqueta y los zapatos —. ¡Escondánse debajo de las mesas! ¡Vamos a morir! ¡Diosito, soy yo de nuevo!

Y todo dejó de moverse. Me detuve a la mitad de las escaleras viendo como Luther cargaba a Vanya y fue allí cuando me explicó todo.

❪...❫

Vanya pedía a gritos y desesperación que la sacaramos de allí, bueno, no la escuchábamos pero ver como golpeaba la puerta y decía algo era lo suficiente para saberlo; número siete se encontraba cautiva en una prisión que impedía nuestros poderes. Era un lugar horrible. Tenía especies de pinchos pegadas en las paredes y mareaba bastante el lugar. Había estado como cinco veces allí y era cuando me portaba mal o mis poderes se descontrolaban.

— ¿En serio encerraste a nuestra hermana solo porque piensas que tienes poderes? —pregunté frunciendo el ceño.

— No, sé que los tiene. Pogo me lo dijo. Siempre lo ha sabido, al igual que papá.

— ¿Y por qué no nos dijeron nada? ¿Soy el único que no sabía de esta parte de la casa? —preguntó Diego. Miré a Diego incrédula, era el favorito, cómo iba a conocer el lugar si era perfecto ante los ojos de papá.

— Él escondía muchas cosas. —murmuró Klaus.

— Lo escondió porque tenía miedo....de ella. —respondió Luther. Fue entonces cuando cogió sentido lo que me había dicho Gilbert cuando se enteró de mis poderes.

— Ooh, así que eso quiso decir Gilbert. —murmuré, mis hermanos me miraron sin comprender nada.

— ¿De qué hablas, Eight? —preguntó el moreno.

— En el año en que me encontraba, un chico me vió usar mis poderes a lo que me hizo explicarle todo, incluyéndolos, y al contarle sobre Vanya y su “falta de poderes” él dijo que dudaba mucho sobre que fuese ordinaria ya que si lo fuera no hubiera nacido inexplicablemente y que papá no la hubiese adoptado.

— ¿Por qué nunca pensamos eso?  —preguntó Klaus.

— Lo hubiésemos pensado y probablemente ella no estaría aquí. —comentó Diego a lo que lo miré mal.

— O pudimos ayudarla a controlar sus poderes y nada de esto hubiese pasado. —dije, Diego rodó los ojos al ver que tenía razón.

— Quizás ella mató a Peabody.

— Y atacó a Allison. —murmuró con repugnancia al recordar lo sucedido.

— No. A ver, esperen. Estamos hablando de Vanya. Nuestra hermana. La que siempre lloraba cuando pisábamos las hormigas de niños. —dijo Klaus.

— Sí, lo sé. Sé que es difícil de aceptar...—lo interrumpí.

— ¡De eso no hablamos, Luther! ¡Ella no es una asesina. Es nuestra hermana. Una adulta que le cuesta manejar un semejante poder solo porque se lo ocultó su padre por miedo! —exclamé.

— ¿Y cómo piensas ayudarla cuando tú también sueles perder el control ante la desesperación? —preguntó Luther, estaba por volver a mandarlo a la luna pero Klaus me detuvo.

— Mejor abramos la puerta. Esto es un caso perdido. —Klaus estaba por abrir la puerta pero Luther lo detuvo.

— No, ella no saldrá de ahí.

— No, incluso si tienes razón, necesita que la ayudemos y no podemos hacerlo si está encerrada en una jaula. —apoyó Diego.

— Sí, y por lo que sabemos, podría estar luchando con su nuevo poder. Digo, debe de ser aterrador, espantoso, en realidad, descubrir que puedes hacer algo que nunca pensaste poder hacer.

— Miren, si lo que Pogo me dijo es verdad, ella no solo es un peligro para nosotros.

Se escucharon unos pasos acercarse a nosotros a lo que miré y era Allison con una libreta y plumón a la mano.

— ¿Qué haces aquí? No debes de levantarte de la cama. —le dije, ella miró a Luther por unos segundos antes de comenzar a escribir algo en su libreta: “Suéltala”

— No lo haré, no. Ella te lastimó. —Allison frunció el ceño y escribió algo más “Mi culpa”

— Perdón, pero se quedará ahí —Allison estaba por abrirle pero Luther le detuvo—. Solo hasta saber qué lidiamos.

— Vámonos, Eight. —me dijo Diego, asentí pero antes de irnos miré a Luther y le dije:

— Tú siempre complicas las cosas porque perfectamente podemos ayudarla. Ella haría lo mismo por nosotros.

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