23. Separado de la familia


—¿Y cómo me encontraste? —le pregunté mientras lo veía devorar las fresas, que recientemente había hecho crecer, antes de que me respondiera lo interrumpí—. Sin cálculos, por favor.

—Digamos que ser discreta no es lo tuyo —lo miré confundida. Five rodó los ojos —. Encontré viejas fotografías de este año en la biblioteca, en donde tú y varios chicos más aparecían amordazados sosteniendo una tabla mientras exigían libertad de expresión.

—Intenté no afectar la línea del tiempo pero vivir en esta época es tener que llenarse de valentía para poder hablar y hacerte notar. Las mujeres somos terneras vendidas por los hombres, no tenemos votos ni voz.

—Entiendo tu...instinto, pero no puedes seguir afectando esta línea del tiempo —agarró la rama de un árbol y comenzó a dibujar en el suelo —. Antes de venir aquí hice varios cálculos, si sigues haciendo más acciones aquí nos vendrían perjudicando a nosotros. Cada uno de nosotros somos fundamentales para los otros —lo miré sin entender. Rodó los ojos —. Es decir, sin ti no existiría la academia y muchos menos Ben, sin mí tampoco habría una academia.

—Así que debo de irme lo antes posible. —susurré.

¿Pero qué pasará con mis amigos? ¿Eliza? ¿Gilbert?

Bueno, este último será feliz al lado de Winifred y con el tiempo me olvidará.

—¿Y cuándo nos iremos? —le pregunté.

—Apenas recupere fuerzas. Hacer viajes en el tiempo sí que te agota —me miró—. ¿Sabes algún lugar donde pueda quedarme por un tiempo?

Asentí.

—Vamos, ya es tarde y los Barry se deben de estar preocupando —me miró confundido—. Ya te contaré después.

Nos levantamos del suelo y comenzamos a caminar.

—¿Y cómo están todos? —pregunté a referencia de mis hermanos.

Este me miró y soltó un suspiro para después comenzar a ponerme a corriente de todo.

—¿En serio papá murió? —bajé la mirada haciendo una mueca —. Creí que era inmortal.

Five rio para después negar.

—Ya ves que ese viejo no es inmortal —justo cuando estábamos por llegar el me detiene—. Necesito tu ayuda.

—¿En qué?

—Habrá un apocalipsis dentro de poco y todos morirán sino hacemos algo pronto.

❪...❫

—Así que él es tu hermano...Five —concluyó Gilbert viendo a Five, quién husmeaba la casa en busca de café —. Me imagino que ya vas a poder regresar a tu época. —Lo dijo con mucha tristeza.

—Sí. Vine para ver si podía quedarse aquí mientras recupera energía para hacer otro viaje en el tiempo.

—¿Por qué en esta casa no hay café? —preguntó desesperado mi hermano.

—Por supuesto que se puede quedar. Podría quedarse en la habitación de mi padre. —lo miré confundida.

—Creí que ya no dejabas que nadie entrara allí después de lo de Elijah.

—De todas formas ya no hay nada de valor allí. —en su voz pude notar un poco de tristeza y más al recordar que ya no podría recuperar la medalla que era de su padre.

—Muchas gracias, Gilbert. Te debo una. —dije mientras me colocaba la bufanda para irme, ya es muy tarde y seguro que Diana ya llegó.

—Te acompaño hasta tu casa. —dice rápidamente agarrando su abrigo.

—Hey hey, yo la puedo llevar y no tendrá necesidad de caminar. —Dice teletransportándose y poniéndose en el medio de los dos.

—Yo puedo irme sola. Buenas noches. —me despedí. Sentía que mientras más estuviera con Gilbert más me dolía el corazón.

❪...❫

—¿Cómo así que se llevaron a Ka'kwet? —pregunté alterada —. Los ayudaré.

—¿Será que puedo hablar un momento contigo, Eig...digo Aphrodite? —me pregunta entre dientes Five. Salimos de la casa de los Cuthbert —. Te dije que no siguieras haciendo acciones que marquen el futuro.

—Pero Five, debemos de ayudarlos. Siento el desespero que tienen por encontrar a su hija.

—Eso no es asunto nuestro.

—La iglesia dañó una aldea completa, intentó llevarse a los niños a la fuerza y lograron llevarse a una amiga. Los ayudaré y no intentes detenerme. —dije para después volver a entrar a la casa.n

—¿Cuándo saldremos? —preguntó Five antes de que saliera una sola palabra de mi boca.

Sabía que no se resistiría a mi terquedad.
Acomodamos la carreta y a los caballos, Anne y Matthew se irían en la parte delantera, Aluk y Oqwatnuk en la carreta, Five se iría montando en Belle y yo en Blackjack.

—Calculo que volveremos en...dos días. —le dijo Matthew a Marilla antes de partir.

Había llegado la noche y decidimos acampar, acomodamos cobijas en el suelo e hicimos una fogata. Oqwatnuk se encontraba llorando así que Matthew le pasó un pañuelo.

—Estoy seguro que todo es un terrible error. Lo arreglaremos mañana. —le dijo Matthew.

—Descansar. Todos. —dijo Aluk. Matthew asintió para después irse a sentar junto con Anne.

—Recuerdo el dolor que tuve cuando fui a buscarte. Pero esto...No me lo imagino. —murmuró Matthew.

—Melkitaulamun. Meena. Esos son los nombres que nos dio Ka'kwet.

—¿Qué significa? —preguntó Five.

—Un corazón fuerte y valiente, y una piedra valiosa. —le contesté.

—Debemos de recuperarla. Debemos hacerlo. —Matthew la abrazó de lado. Yo simplemente recosté mi cabeza en el hombro de Five.

A la mañana siguiente llegamos a la escuela, amarramos a Belle y Blackjack a un árbol para evitar que se fueran. Aluk y Oqwatnuk se acercaron a la puerta y tocaron, una monja abrió y dijo algo para después cerrar la puerta en sus caras.

—¿Va a salir Ka'kwet? —preguntó Anne.

—Dijo que nos fuéramos. —respondió Aluk.

—No tiene sentido —dijo Matthew acercándose a la puerta seguido de nosotros —. No queremos quitarle su tiempo. Pero le agradeceríamos si pudiéramos hablar con usted, hermana.

Finalmente la hermana abrió la puerta y salió.

—Buenos días, señor. ¿Puedo ayudarlo?

—Hola otra vez. Yo vine antes a ver a mi amiga. ¿Recuerda? —preguntó Anne.

—La trajeron en contra de su voluntad. Le dicen Hannah. —dije.

—Hannah está muy bien. —me dijo la hermana.

—Bien. Por favor, tráigala, hermana. —pidió Matthew.

—Hubo un error, y sus padres no la quieren aquí. Vinimos a llevarnos a Ka'kwet —le dijo Five metiendo sus manos a los bolsillos de sus pantalones.

—No será posible, señor. —le dijo

—¿Qué sucede aquí? —preguntó Anne extrañada ante su respuesta —. Esto es una escuela, no una prisión. Esto es ridículo.

—¡Insisto! Traiga a su hija inmediata. O buscaremos a las autoridades. —ordenó Matthew, pero la hermana abrió más la puerta y se apartó dejando pasar a dos hombres armados. Comenzamos a retroceder al verlos.

—¡Largo! —dijo el señor.

—Tengan cuidado. —dijo Matthew.

—¿O qué, viejo? —estaba por lanzarme encima al señor pero Five me detuvo —. Dije largo.

—Pídelo bien y lo haremos. —dijo Matthew.

—Salga de mi vista. —dijo el señor.

—Cuando entregue a la niña. —dijo Matthew.

—Esa salvaje está donde debe de estar. —dijo el otros señor.

—¡Ka'kwet! —comenzó a gritar Oqwatnuk seguido de nosotras.

—¡Cierra la boca o yo lo haré! —nos gritó el señor.

—¡Déjela en paz! —dijo, ahora sí enojado, Five. Matthew empujó al señor pero este lo empujó más fuerte haciéndolo caer.

—¡Matthew! —gritó Anne corriendo hacia él y lo ayudamos a levantarse.

Aluk se acercó a los señores que rápidamente lo apuntaron con las armas.

—Tranquilos —dijo y de su abrigo saco unas monedas —. Por favor. Intercambio. Tomen esto y nos llevamos a nuestra hija.

La hermana salió y se puso en el medio.

—Escuchen. Cálmense. Me malinterpretaron. Les explicaré —La hermana ordenó que bajaran las armas y así lo hicieron—. Yo no tengo la autorización para entregar a los niños. Deben de discutirlo con el padre Beck, pero volverá dentro de quince días. Por favor, vuelvan más adelante para hablarlo con él. —dice para después retirarse con los hombres.

—Puedo traerlos en dos semanas, cuando el padre se encuentre. —les dice Matthew a Aluk y Oqwatnuk.

—Nos escuchará. Ya verá. La recuperaremos. —dice motivada Anne.

—No irnos sin nuestra hija. Acamparemos aquí. —dijo Aluk.

—Por supuesto. Nuestra presencia será importante. —dijo Anne apunto de sacar las cobijas.

—¡Anne! ¡No podemos acampar aquí! —dije deteniéndola. Five y yo debemos de irnos mañana al anochecer.

—¡Es temporada de cosecha! Marilla estará preocupada. —exclamó Matthew.

—Podemos enviarle un telegrama, y la cosecha puede esperar. Es importante. —dijo Anne.

—No puede esperar, debo de estar ahí. —dijo.

—Pueden irse si quieren, sino les importa. —Y ahora esto se convirtió una discusión entre Anne y Matthew.

—Agradecemos todo lo que han hecho. Nos encargaremos nosotros. Es como dijo tu padre. Es un malentendido. La monja también lo dijo. Se resolverá cuando llegue el sacerdote. Pueden irse. Muchas gracias.

—No podemos irnos. ¡No me iré! —Oqwatnuk la detuvo mientras le decía unas cosas en su idioma.

Me dolía cómo los había separado. Una hija de sus padres. Ojalá y Ka'kwet pueda regresar con su familia.


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