10. Está bien no ser como los demás


— ¿Y una palabra o frase que vuelva específico el significado de otra palabra o frase?

El profesor Philips hablaba con tanto aburrimiento que me hacía dormirme. Ni siquiera las clases que nos daba papá me aburría tanto.

—Quizá el buen doctor nos pueda dar la respuesta. —dejé de rayar la mesa para dirigir mi mirada sobre Gilbert, quien anteriormente leía un libro sobre medicina.

—La respuesta es modificador, señor —contestó el chico —. Y logré aprender eso sin tiempo extra de su parte.

—Correcto.

Gilbert conectó nuestras miradas y le di una sonrisa, cosa que este devolvió. Al finalizar las clases, me acerqué a Gilbert este terminaba de colocarse la bufanda.

—Así que doctor, eh. —este se volteó y me volvió a sonreír.

—Sí, espero serlo. Mientras tanto, es bueno saber qué quiero.

—Sé que lo serás, Blythe, uno muy bueno. Salvarás muchas vidas. —dije antes de plantearle un beso en su mejilla y retirarme de la escuela.

❪...❫

—Y cuando le propuso matrimonio a mi hermana Susan, dijo: "Mi padre puso la granja a mi nombre. ¿Qué dices, querida niña, si nos casamos este otoño?". ¿Habían oído algo así? —contó Ruby.

Negué con la cabeza. Hasta mi época era más romántica y eso que escuché que un chico le propuso matrimonio a una chica metiendo el anillo dentro de un hot-dog. Tuvieron que hacerle una cirugía a la pobre chica porque se tragó el anillo...pero lo importa es que dijo que sí.

— ¿Eso es todo? —preguntó Anne.

—Chicas, la llamó "querida niña". — ¿Y? Five me dice pequeño ogro y eso es mucho para él, pero les aseguro que es más romántico que el chico que le propuso matrimonio a Susan...muy en el fondo.

—Esa propuesta es tan amorosa como cuando el señor Philips pasa lista. —reímos.

—Jane dice que Prissy cree que ocurrirá pronto. —Diana agarra la mano de Ruby haciendo que la mirara.

—Prissy, me dejas sin aliento. Cásate conmigo, o moriré ahogado en mi amor por ti... ¿Aceptas, mi querida Prissy? —remeda Diana a Philips.

—Estoy segura que no será así. —dije haciendo una mueca.

—No. Pienso tener varios prometidos y que me propongan varias veces para volver loco a Gilbert Blythe antes de aceptarlo. Tu turno, Anne.

La pelirroja se levantó y me miró.

—Por ti, construiré un castillo con cada ladrillo forjado en mi corazón con el fuego de mi extraordinario amor. ¿Aceptas este exquisito diamante, querida? —me pregunta formando una caja con sus manos.

Bueno, soy capaz y me caso con Anne.

—Por supuesto que sí. —dije, todas soltamos una carcajada.

❪...❫

—Diana, eres un ángel. Gracias, ahora tengo todo lo necesario para una boda perfecta. —nos agradece Prissy.

—Prissy, ¿ya tienes el velo de novia? —preguntó Anne.

—Usaré el de mi madre. Es una tradición familiar.

—Guarda esa moneda y déjasela a tus hijas. —propone Anne y justo cuando Prissy estaba por aceptar la moneda, Josie agarra la moneda.

— ¿Qué vamos a comprar?

—Diana consiguió en Londres una moneda de seis peniques genuina para Prissy. —le contesta Ruby.

—Le escribí a otra prima hace dos meses, en cuanto supe del compromiso. Me alegra que hubiera llegado a tiempo.

—Algo viejo, algo nuevo.

—Algo prestado, algo azul.

—Y una moneda en su zapato.

—Eso suena doloroso. —dice Josie.

—Suena como un hechizo de felicidad. —dije.

Dejamos de reír al ver como Billy tumbó a Cole mientras colocaba más leña al fuego.

—Debes de tener más cuidado, amigo. —me acerqué a Cole y lo ayudé a levantarse.

— ¿Ya está sanando? —preguntó Gilbert acerca de la muñeca de Cole.

—Ya casi. Gracias.

Tiempo después comenzó la clase. Dios, ya todo lo había visto con mamá.

—El área es igual a la mitad de la suma de las dos bases, multiplicada por la altura. Muy sencillo. Empiecen.

Ya estaba por terminar el ejercicio. No podía creer que en esta época era buena con las matemáticas, pues lo que daba era muy básico. En mi época, soy malísima y Five siempre me restregaba sus dieces.

—El que terminen de último... deseará no haber venido hoy a la escuela.

Escuchamos la puerta abrirse, nos volteamos y vimos a Sebastian entrar.

—Sebastian. —Gilbert se levantó de su asiento y se acercó a este.

—Buenos días —saludó quitándose el sombrero —. Disculpen. Tengo que hablar con Gilbert y Aphrodite.

Todos posaron su mirada sobre mí, me levanté del asiento y me acerqué a ellos.

—Le agradeceré que no se acerque a mis alumnos. —dice el racista de Philips.

—Te ves espantoso. —dije al ver que tenía la cara hinchada.

—No eres bienvenido aquí. Trató de matarme en la Pantomima de Navidad. —dice Billy.

—Tú tiraste, a propósito, a Cole de las escaleras. Así que cállate el hocico, Andrews. —le gruñí.

—Regresen a su lección.

Fuimos al guardarropa.

—Tengo una muela mala. ¿Tienes algo que pueda calmar el dolor? —me preguntó.

—Sí. Pero preferiblemente es que vayas a un médico para que te saquen la muela o te seguirá doliendo aún más.

—Ningún médico me quiere atender por ser de color —miró a Gilbert—. Nunca me hablaste de El Fangal. ¿Allá consigo un médico?

¿Qué es El Fangal? Suena a que es un lugar muy malo. Gilbert se puso un poco nervioso, así que le pidió a Sebastian que se sentara para evitar que se cayera. Gilbert me hizo un espacio para que yo también me sentara, a su lado.

—No pensé que querrías ir allá.

Toqué su frente y esta ardía.

—Puedo fritar un huevo en tu frente, Bash. —Gilbert rápidamente colocó su mano en la frente del chico.

—Tienes mucha fiebre.

—Lo sé, pero como les dije. Ningún médico me querrá atender. Eso dijo aquel hombre. —Gilbert negó con la cabeza decepcionada.

—No es posible. Es que...—soltó un suspiro—. Conozco un médico en Charlottetown. Te llevaré.

—Los acompañaré. —dije decidida.

—No será necesario, Aphrodite. Quiero ir a El Fangal.

—Bash, El Fangal no es un lugar para ti. Es triste, ilegal, lleno de pobreza y...—Sebastian lo interrumpió.

—De personas parecidas a mí.

Gilbert se mostró arrepentido ante su comentario: —Perdóname. Te llevaré. Pero primero déjame llevarte donde un médico que pueda ayudarte.

—Yo iré. —Gilbert y Bash estaban por reprochar pero los miré de una manera que prefirieron quedarse callados.

Le comenté a Diana que llegaría más tarde a la casa. Estaba por negarse pero la convencí que nada más los acompañaría al médico, me volé la parte del Fangal. Acepto al final.

❪...❫

— ¿Está diciéndome que CP Railways discrimine? —preguntó furioso Gilbert.

—Estoy diciendo que en este tren no hay espacio para sus...invitados —dice viéndonos asqueado —. ¿Cierto, Isaac? —le preguntó a su "compañero" una persona de color que subía las maletas —. En este tren, los de color trabajan.

—Quizá encontremos un espacio para ellos atrás, con la carga. —dice Isaac.

—Somos pasajeros. No iremos atrás. —dice Bash.

—Ellos son mis invitados. Yo pagué sus boletos. Así que si no se hacen a un lado, les juro por el trasero de mi hermano que chillaré y los acusaré de acoso. —dije subiendo al tren.

— ¿Me está amenazando? —me preguntó.

—Si lo quiere ver así, entonces sí.

—Gilbert. Aphrodite. Sebastian. Me preguntaba adónde habían ido —nos llama una mujer, al verla me sorprendí al ver a Marilla —. Les guardé sus puestos. Por aquí.

Seguimos a Marilla mientras le entregábamos de mala gana el boleto, de paso, le pisé el pie.

—Es un gusto volver a verla, señorita Lynde. —saludé a Rachel.

—Hola, Aphrodite y Gilbert. Y...

Gilbert fue caballeroso y me dejó sentarme a mi primero. Sí, íbamos los tres en un asiento. Afortunadamente era delgada y pequeña, no ocupaba mucho espacio.

—Sebastian, ¿qué te duele? —preguntó Marilla.

—Los malos modales y la muela.

—Sebastian, debo hablar. Te insulté cuando nos conocimos, suponiendo que eras un sirviente. Avonlea nunca ha sido hogar para. —Creo que la está cagando—. Tú eres el primero...Bueno...Todo eso para decir que debes de ir a tomar el té pronto. También ustedes.

—Gracias. Le agradezco la disculpa y la invitación. —Rachel sonrió.

Noté que un pasajero se levantó y se cambió de lugar "Que asco". Pero el karma apareció, escuché como se tropezó y cayó en medio del pasillo.

—No había viajado en un tren desde que fui al oeste con mi padre. —rompió el hielo Gilbert.

— ¿Fue difícil? ¿Viajar con John tan enfermo? —preguntó Marilla. Miré a Gilbert con tristeza, debió de ser muy duro perder al único familiar que te queda.

Yo no sé qué haría sin Ben.

—Él disfrutó cada minuto. De hecho, llevamos a Bash donde un médico. Creo que Anne no se lo dijo, pero quiero hacer una carrera en medicina. —Marilla sonrió.

—Vaya, eso será maravilloso. Por fin, un médico en Avonlea —miramos a Rachel. Se encontraba en su quinto sueño—. Tu padre estaría muy orgulloso.

—Se alegraría porque volví a casa. Pero yo no estoy seguro. Volver a una escuela de un salón con un maestro apático no debe de ser lo más inteligente.

Entiendo a Gilbert pero, ¿por qué me dolió lo que dijo?

—El señor Philips se irá después de la boda.

—Espero que el próximo que llegue si tenga ganas de enseñar...y que no me de sueño. —dije rodando los ojos.

—Ah sí, mi sorpresa.

Y fue ahí cuando comenzaron hablar de Anne. Gilbert hablaba con dulzura cuando se trataba de la pelirroja, algo que me incomodaba sin razón alguna.


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