𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐨𝐧𝐞: 𝐭𝐡𝐞 𝐦𝐞𝐞𝐭𝐢𝐧𝐠
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the meeting
titans 1x01
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TRAVERSE CITY,
MICHIGAN
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RACHEL ROTH VOLVÍA A tener el mismo sueño —o más bien pesadilla— de hace varios meses. Se encontraba admirando el gran cartel The Sentinel Hospital para proceder a caminar por aquel pasillo gris y llegar a una puerta de metal, sabía que encontraría pero jamás podía detener eso por lo que siguió avanzando.
Abrió la puerta y se encontró a una niña peli negra siendo tirada al piso con brusquedad.
—¡Vuelve a intentarlo! —le gritó una mujer rubia colocando una moneda frente a ella.
—No puedo. —balbuceó con temor.
—No me importa, lo vas a hacer. Mueve la moneda. —la niña estiró sus brazos concentrándose lo más que podía en mover la dichosa moneda pero simplemente no lograba hacerlo.
—Es que no se como. —bajo los brazos a punto de llorar— No puedo.
—Si lo sabes pero no quieres hacerlo. —le hizo una seña al guardia que estaba ahí y comenzó a acercarse a la menor.
—No otra vez. Ya no. —trató de alejarse del hombre pero este saco el bastón de su cinturón y comenzó a golpearla una y otra vez. Los gritos de la niña resonaban por todo el lugar y un charco de sangre comenzaba a formarse bajo la menor. Rachel quería detenerlo pero sabía que no podía, eran las memorias de otra persona y solo podía seguir presenciándolas.
Los golpes contra la niña no paraban, hasta que esta misma estiró su mano en dirección a la moneda y con todo el esfuerzo que encontró en su golpeado cuerpo logró mover la moneda y en un arrebato de hacer que los golpes se detuvieran, hizo que la moneda atravesara el cráneo del hombre.
Cayó al piso y la sangre salpicó a la peli negra en el rostro, quien no pudo evitar llorar al notar lo que había hecho. Había asesinado a una persona.
—Te dije que podías hacerlo. —una sonrisa tétrica se posó en su rostro— Mañana volverás a hacerlo.
—Ya no quiero. —la rubia la ignoro y llamo a otro hombre para que sacara el cadáver.
—Lo bueno es que no te pregunté. Si no lo haces por las buenas, te ira peor. —amenazo— Es más, tienes que aprender modales. —gruñó molesta y el guardia que seguía vivo, comenzó a golpearla sin piedad.
—¡Ya déjenme, por favor! —la peli morada presenció como la imagen cambiaba por completo y ahora estaba afuera de un circo.
La adolescente entró lentamente a la carpa, admirando todo el lugar.
—¿Hola? —murmuró levemente mirando a todos lados, sin encontrar a nadie— ¿Hola? —unas luces se encendieron y la menor pudo observar que en las gradas había un solo espectador: la niña peli negra de su pesadilla anterior. No se movía para nada, solo se dedicaba a mirar todo.
—Damas y caballeros, niños y niñas... ¡Los Grayson voladores! —resonó por todo el casi vacío lugar.
La familia de acróbatas estaba haciendo su acto, todos estaban felices hasta que la soga donde estaban el par de adultos se rompió, tirándolos al piso delante de la mirada aterrorizada de su hijo.
Rachel no lo notaba pero estaba gritando dormida, por lo que su madre entró corriendo a su habitación y comenzó a sacudirla y gritarle para despertarla.
—¡Rachel, Rachel!
—¡Mamá, volví a tener esos sueños! —exclamó asustada— ¡Eran la niña del hospital y el niño del circo! —respiro agitadamente.
—Respira, cariño. Cálmate. —pidió la mujer fallando al intentar tranquilizar a la contraria.
—A ella no la dejaban de golpear, nunca. —dijo exaltada— El vio caer a sus padres. Dios mío. Fue aterrador. Lo sentí. —tembló.
—Fue solo un sueño. —habló la mayor— Solo respira como lo practicamos, ¿sí? —ambas estaban respirando hasta que Rachel logro relajarse un poco— Buena chica. Está bien. Todo estará bien. ¿De acuerdo? —la peli morada se limpió una lagrima asintiendo— Cariño, necesitas descansar. Vamos. —la obligo a recostarse temblando ligeramente— Todo estará bien. —repitió acariciando la cabeza de su hija para salir del lugar.
—¿Mamá? —la adulta se detuvo.
—¿Sí?
—Cierra la puerta con llave. —asintió para proceder a realizar lo que le había pedido.
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NEW YORK,
NEW YORK
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—¿Por qué no estamos teniendo los números de la empresa en Detroit? —cuestionó molesta hacia su asistente.
—No estamos seguros, señorita Larsson. —respondió levemente asustada. Todos ahí conocían el difícil carácter que tenía la mujer a cargo de la empresa. Más aún cuando las cosas comenzaban a salir mal.
—¿Qué quieres decir con "no estamos seguros"?
—Estuvimos en contacto directo con Detroit hasta hace siete semanas. Por alguna razón que desconocemos, dejaron de enviar sus datos mensuales y el contacto no ha podido restablecerse.
—Hemos estado en esta situación durante semanas y no se me informó en cuanto ocurrió, ¿por qué? —al mirar que no obtendría respuestas, se levantó de su asiento— Olvídalo. Lo resolveré yo misma. —murmuró sería dirigiéndose al centro de comunicaciones.
—¿Qué es lo que hará? —preguntó Nicole, su asistente.
—Trataré de averiguar porque diablos no estamos obteniendo la comunicación adecuada y lo solucionaré. —respondió— Muy bien. Necesito respuestas y las quiero ahora, así que háblenme. —ordenó.
—Estamos muy seguros de que el problema está en Detroit y no es causa del sistema que se comparte con todo Wayne Enterprises, señorita Larsson.
—Sí, todo inicio con un apagón de energía hace nueve semanas en Michigan. Recibimos los datos una semana después de lo ocurrido pero luego nada.
—Estamos en la maldita era donde los niños pasan más tiempo con un celular que nada y aun así no recibimos respuesta. Increíble.
—Pude comunicarme con Detroit y ellos dicen que los datos han sido enviados en las fechas asignadas. —aviso Nicole.
—Llama al jet privado. Volaré esta noche a Detroit para solucionar esto. —ordenó saliendo del lugar.
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DETROIT,
MICHIGAN
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—¿Entonces ya quedó solucionado?
—Comunicación directa y en funcionamiento. —afirmó— Aún no entiendo como logró arreglarlo.
—Fue pura suerte, supongo. —sonrió— Manténgame informada por si algo sucede.
—Lo haremos. —la peli negra asintió y salió del lugar. Había logrado recalibrar el sistema de la compañía, gracias a Bruce Wayne por obligarla a aprender cómo funcionaba todo lo tecnológico.
Relajarse era lo que Jaylene necesitaba en ese momento y caminar la estaba ayudando mucho en ese momento. Había estado sumamente estresada y concentrada en dirigir correctamente la compañía para tener una vida normal y quería que todo estuviera en orden.
Recordaba claramente que se ordenaba demasiado para mantenerse ocupada la mayoría del tiempo, estar sin hacer nada implicaba pensar y eso conllevaba a recordar su vida como vigilante por ende, recordaba su relación pasada con Grayson y eso no era bueno. Existían cosas que realmente no había necesidad de traer a la luz. Sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos y continuó recorriendo la ciudad hasta detenerse frente a la estación de policía, raramente era como si algo la hubiera llamado a ese lugar.
Negó levemente con la cabeza y al momento de avanzar, se chocó con un castaño. Y era claro que ella reconocería a ese hombre en cualquier parte del mundo.
—Lo siento, no me fijé por donde iba... ¿Jaylene? —cuestionó sorprendido por la presencia de la peli negra. Ambos habían jurado no volver a verse en un buen tiempo.
—Richard. —murmuró en respuesta.
—¿Qué estás haciendo aquí, en Detroit? —trató de sacar conversación.
—Hubo un problema con la compañía. Vine a solucionarlo. —respondió incómoda.
—¿Aún manejas la compañía? —ella asintió balanceándose en su lugar. Incómodo se gritaba en todo su esplendor.
—Sí, bueno. Creo que yo me iré.
—¡Espera! —la detuvo— ¿Podemos hablar?
—No creo que sea lo más conveniente, Dick. —intentó negarse.
—Solo una hora, por favor. —al notar la mirada insistente de su ex novio, terminó aceptando. ¿Que sería una hora? — Tengo que recoger mis cosas. —señaló el edificio detrás de ellos.
—¿Ahora trabajas como policía? —pregunto divertida— Todo el trabajo sin la máscara.
—Como detective, en realidad. Pero sí, han habido varios cambios. —asintió— ¿Quieres entrar? Serán unos minutos.
—Seguro. —ambos comenzaron a caminar a la estación en un incómodo silencio.
Al entrar, algunas miradas se posaron en la acompañante del detective pues no era común verlo socializar y menos con una mujer vestida tan formal. Se acercaron al escritorio del hombre pero la atención de la chica se desvió al televisor donde se reproducía la reciente "hazaña" de Robin y como le pedían que abandonara la ciudad.
—¿Tuviste suerte con ese asunto de Robin? —le pregunto a una rubia.
—Espera, ¿me hablas a mí? ¿Todos los demás están muertos? —la peli negra los observo divertida— Porque debo ser la última persona en la Tierra para que eso suceda.
—Creo que no fui muy hospitalario. —aceptó el castaño.
—Nada fuera de lo común, Dick. —ambos detectives se giraron a mirarla— Lo siento, ¿dije alguna mentira?
—¿Quién es ella?
—Ella es Jaylene Wa...
—Ella tiene boca, Grayson. —lo interrumpió— Soy Jaylene Larsson. Una vieja amiga, se podría decir.
—Detective Rohrbach. —asintió hacia ella.
—Grayson. Te gusta ayudar a niños, ¿no? —los interrumpió un oficial.
—A mi sí. —se encogió de hombros la ex vigilante. El oficial imitó su gesto, el solo quería terminar su turno.
—Yo la llevo. —habló el castaño, siendo seguido por su ex novia— ¿Segura que quieres entrar? —preguntó luego de decirle los cargos de la menor.
—Siempre me he llevado mejor con los niños, Dick. Lo sabes. —entró al cuarto donde se encontraba una niña de aproximadamente trece o quince años— Hey, ¿cómo estás? —saludó— Me dijeron que te gusta jugar béisbol con ladrillos y patrullas policiales. —se sentó frente a ella— Soy Jaylene Larsson, una amiga del detective a cargo de tu caso. ¿Quieres hablar de los qué pasó?
—Eres tú. —soltó la peli morada.
—No creo estar muy...
—Eres la niña del hospital. —soltó de golpe. La mirada de la adulta se endureció— Por favor. ¿Puedes ayudarme?
—¿Quién eres? —preguntó duramente— ¿Esto es una especie de broma pesada? Porque te aseguro que no es nada divertida.
—Lo puedo recordar. Estabas muy asustada y no podías mover la moneda. —se inclino hacia ella con una sonrisa sarcástica. Ni siquiera su padre se atrevía a tocar el tema, ¿por qué una niña que no conocía lo hacía?
—¿Qué rayos es esto?
—Esa mujer rubia, te ordenaba que movieras la moneda. —continuó ignorándola— Pero no podías y a ella no le importo. Le ordeno a ese hombre que te golpeara una y otra vez, sin parar. —la de ojos verdes dirigió su mirada al vidrio donde sabía que su ex pareja se encontraba— Les pedías que se detuvieran pero nunca pasó, ni siquiera cuando lograste mover esa moneda.
—¿Quién te pidió que hicieras esto? —Grayson entro al lugar molesto y se colocó detrás de la ex vigilante. Apretó su hombro en muestra de apoyo.
—Todo esto me condujo aquí. A ti. A ustedes. —dirigió su mirada al único hombre— Tú eres el niño del circo. Los veías caer. Deseabas que fuera un sueño.
—Más te vale detenerte ahí. Estás hablando de cosas que no te incumben. —habló la empresaria.
—No puede ser por casualidad. —insistió la menor— Deben ayudarme. No sé cómo...
—¿Por eso atacas una patrulla? —continuó el detective apoyándose en la mesa.
—No lo entienden.
—Bien, haznos entender.
—¡Alguien mató a mi mamá! —exclamó al borde del llanto. Ambos adultos se miraron sin saber cómo reaccionar realmente. Grayson saco una libreta y un bolígrafo, para tendérselos a la chica.
—Nombre y dirección. —rápidamente anotó los datos y le devolvió el cuaderno.
—Ella era todo lo que tenía. La única persona en el mundo a quien yo le importaba. Ahora estoy sola. —le tendió el bolígrafo a la mujer y cuando está lo tomo, la peli morada le agarró la mano, transportándola al momento donde un guardia del hospital la golpeaba sin piedad.
Dick al notar la mirada perdida de su ex compañera, separó las manos de las féminas, pero Rachel lo tomo a él de la mano y lo obligó a recordar el momento donde sus padres fallecían bajo sus ojos y el momento exacto donde Bruce Wayne le decía que quería ayudarlo. Así como el momento donde miro a Jaylene por primera vez en la mansión.
Ambos separaron sus manos y los adultos se dirigieron a la puerta del lugar.
—Voy a investigar esto, ¿sí? —trató de salir del lugar alterado.
—No me dejes aquí. —se detuvieron.
— Rachel, atacaste una patrulla. —recordó el detective.
—No iras a ninguna parte en un buen rato. —murmuró Jaylene.
—No lo entienden. Deben encerrarme. Por favor. —Larsson le dirigió una mirada a Grayson— Hay algo dentro de mí. Algo malvado.
—No puedo darte la ayuda que necesitas. Pero encontrare a alguien que pueda. —le dijo saliendo de ahí.
—No pueden dejarme aquí. —rogó a la única persona que quedaba ahí.
—En serio quisiera ayudarte, Rachel. Pero no soy la persona adecuada para ello. Dick lo es mucho menos. Lo siento, en serio. —negó con la cabeza saliendo de ese cuarto con las imágenes del hospital reproduciéndose una y otra vez en su cabeza. Sabía que entrar a esa estación con Dick Grayson le traería problemas.
—Jaylene. —levantó la mirada— Lamentó que debieras pasar por eso. Se que es un tema sensible para ti.
—No fui a la única que le tocaron una fibra sensible. —dijo sarcásticamente— Necesito salir de aquí y tomar un trago.
—Yo invitó. —enarcó la ceja— Tenemos muchas cosas de las que debemos hablar, Jay.
—Lo sé.
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El reencuentro no fue tan dramático ni nada pero eso fue lo mejor que se me ocurrió. Además, habrá drama entre esos dos durante un buen tiempo.
Ojalá les guste mucho.
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