الرابع حماسة

04.





Días después, Taehyung sintió mareos, específicamente cuando era el día en que el cocinero del reino preparaba pescado y legumbres. Luego fue el vómito constante cuando percibía el aroma de las demás concubinas cerca de su cuerpo, porque lo sentía con sus sentidos mucho más desarrollados que antes. Pensó que estaba enfermo, sin embargo, su lobo comenzó a advertirle que se trataba de otra situación.

Sook fue quien se encargó de ayudarlo durante aquellos días de incertidumbre, en donde las demás concubinas le observaban con intriga o envidia. Tenía todos los síntomas claros de un posible embarazo y Taehyung no sabía cómo sentirse. Su omega regocijaba de la emoción al considerar que tenía dentro de su vientre a un cachorro y por otro lado, su lado humano estaba sumido en la tristeza al pensar que si llegase a ser cierto, aquel cachorro sería arrebatado de sus brazos.

—Debe recostarse, Taehyung —le dijo Sook, llevándole agua fresca al omega que no quería quedarse quieto—. Se supone que hoy vendrá el curandero a revisarlo, ahora necesito que se mantenga sereno.

—Tengo miedo... —murmuró Taehyung, lo suficiente bajo para que las demás omegas que yacían recostadas en sus respectivas camas no lo escucharan. Los orbes del joven omega estaban brillantes por las lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento, y sus manos temblaban al recibir el recipiente con el agua.

La omega asintió, comenzando a acariciar el cabello claro del omega para tratar de tranquilizarlo. Luego le ayudó a recostarse, y cubrió los muslos desnudos de Taehyung con una manta de seda. El omega le sonrió levemente, y ella le correspondió.

—Todo estará bien, Taehyung. No está solo, yo estaré aquí con usted en todo momento, ¿de acuerdo? —le preguntó y él asintió levemente, bajando un poco el temblor de sus articulaciones.

Entonces cuando las omegas se levantaron y comenzaron a salir fue cuando Taehyung se puso aún más nervioso al percatarse que el curandero había llegado a la estancia. Se aferró a la mano de Sook, implorándole con la mirada que no lo abandonara en ese momento, y ella asintió, quedándose sentada sobre la poltrona.

El curandero revisó a Taehyung por poco tiempo, pero para el omega fue una eternidad el sentir las manos del anciano tocar su vientre. Incluso sintió que iba a desmayarse por la ansiedad, sin embargo, Sook estuvo allí para ayudarle a sobrellevarlo con una sonrisa.

El beta no dijo palabra alguna al terminar de examinar a Taehyung, simplemente hizo una pequeña reverencia antes de retirarse acompañado de varios guardias del imperio. Perdiéndose a lo largo de los pasillos, dejando paso a que las demás omegas comenzasen a entrar de nuevo para poder descansar.

Taehyung sentía las miradas curiosas de las concubinas, esperando alguna noticia que las llegase a afectar directamente. El omega trató de evadir aquella atención, volviéndose a recostar para poder disipar por lo menos un poco el mareo que se apoderó de su cuerpo. Al parecer no estaba en gestación, no había recibido siquiera una respuesta o percibido alguna mirada de parte del curandero que le afirmara aquella teoría.

Aquella situación repercutiría tanto situaciones positivas como negativas para él. Sus articulaciones comenzaron a temblar al solo pensar en lo que podría suceder con su futuro, ahora bastante incierto. Sin embargo, tiempo después, varios guardias entraron dentro de la estancia junto con la mano derecha del faraón, llamando a Taehyung para reunirse con el soberano en el salón principal.

Taehyung tomó la mano de Sook, suplicándole que no lo dejara solo, sin embargo, no era correcto que ella lo acompañara cuando el mandato del faraón era requerir la presencia únicamente del omega. Ella le sonrió, demostrándole su apoyo y le acompañó hasta detrás de las cortinas del salón, viendo cómo el omega se alejaba acompañado de los guardias y la mano derecha del faraón.

Cuando arribaron al salón principal, el faraón se encontraba sentado sobre su trono e hizo una seña para que todos los presentes salieran de la estancia. Dejándolos a Taehyung y a él solos.

El soberano se levantó del trono y bajó los escalones con la elegancia que le caracterizaba, instintivamente Taehyung nervioso bajó la mirada hacia sus manos. La simple presencia del alfa cerca de su cuerpo, le hacía sentirse bastante susceptible y sumiso. Entonces, el faraón levantó el mentón del joven con su dedo índice, y luego trazó su dedo a lo largo de toda la quijada de Taehyung.

Los ojos del omega estaban brillantes por la expectación, observando atentamente los obscuros del alfa analizar cada detalle de su rostro. La respiración de Taehyung comenzó a volverse irregular, cada vez que el tiempo pasaba. Se sentía bastante doblegado ante el soberano que podría llorar allí mismo para que siguiera acariciándolo hasta que el sol volviera a salir al siguiente día detrás de las pirámides.

—Taehyung... hermoso omega, bendecido por los dioses —murmuró el faraón, ahora trazando con las yemas de sus dedos los labios rosados del omega, los cuales eran de un tono tal carmesí de una rosa. Se inclinó, sacando su lengua y lamió aquellos belfos dispuestos a recibirlo—. Usted ha sido el encargado por los dioses para otorgarme un heredero. Se encuentra en gestación y desde hoy se ha vuelto en una de las personas más importantes en el reino. Lo que usted pida, se lo daré.

Taehyung en ese momento se quedó estático sobre el lugar, asimilando la información que le daba el alfa. Inconscientemente llevó la mano derecha hacia su vientre, para acariciar aquella zona sutilmente. Sus ojos parpadearon para disipar las lágrimas que amenazaban con salir. Su lobo se sentía tan eufórico, en cambio, su lado humano no estaba ansioso por completo porque sabía la consecuencia de su gestación.

—No me aleje de mi cachorro... —murmuró Taehyung a punto de sollozar mientras visualizaba el asfalto bajo sus pies. No se atrevería ver la mirada del alfa, al pedirle algo que no iba a estar en discusión—. Se lo imploro, su alteza —rogó, mientras se arrodillaba frente al supremo, demostrando actitud de plegaria para que se compadeciera de su petición.

El silencio se apoderó de la sala del faraón. Solo se escuchaba la respiración nerviosa e irregular del omega, que seguía arrodillado implorando clemencia para que no le arrebataran a su cachorro. Pasaron segundos tortuosos, hasta que finalmente el faraón le demandó que se volviera a poner en pie y le observara a los ojos.

—El cachorro que usted espera será para el reino, omega —le respondió el soberano, no pasando desapercibido el hecho de que los ojos del omega se tornaron un poco más claros en consecuencia de la aflicción de su lobo al saber que iba a ser alejado del cachorro que crecía en sus entrañas—. El cachorro será el heredero de Egipto. Usted, al ser el omega que me esté otorgando el nacimiento del primogénito que tanto he anhelado, le daré el beneficio de estar en el consorte de la emperatriz para que pueda ver al cachorro.

Taehyung dejó salir un gemido lastimero. Su cachorro iba a llamar madre a la emperatriz y de solo pensarlo, volvió a derrumbarse, importándole poco el perder la compostura frente al faraón. Por su parte, el soberano dejó un casto beso sobre los labios temblorosos del omega, y sin más, llamó a los guardias para que escoltaran a Taehyung a su nueva recámara privada. Lejos de las demás concubinas, por temor a que alguna llegase a herir al omega que cargaba en su vientre al futuro heredero del reino.


(...)


Su vientre crecía rápido, incluso era más abultado de lo que esperaba. Le era difícil levantarse de lugares bajos como un sillón e incluso su propia cama. Por tal motivo, el faraón se encargó de ponerle muchas sirvientas a su mandato para que le pudiesen ayudar, sin embargo, Taehyung prefería que Sook fuese quien estuviese allí ayudándolo.

—Cuando mi madre estuvo embarazada de mi hermano, no tenía ese tamaño de vientre —le dijo ella un día, mientras le alcanzaba la comida a Taehyung—. Definitivamente no espera solo un cachorro, Taehyung —el omega asintió por aquellas palabras en respuesta. Lo había comenzado a intuir por los varios movimientos que se propagaban dentro de su vientre y los varios golpes que recibía contra sus costillas.

Taehyung debería sentirse feliz por ello, sin embargo, le generó mayor dolor a su lobo al pensar que cada uno de los cachorros que llegara a esperar, serían arrebatados de sus brazos para ser dispuestos al reino. Sintió sus ojos llenarse de lágrimas y Sook al instante se inclinó para tomarlo en brazos, tratando de tranquilizarlo.

—Van a despojarme de mis cachorros —sollozó Taehyung entre los brazos de Sook—. No podré soportarlo.

—El faraón ha estado muy atento con usted, Taehyung. Quizás cuando vuelva de su viaje a Macedonia usted podrá solicitarle que le deje a un cachorro, no me sorprendería que el supremo lo haga. Usted se ha vuelto su prioridad —respondió Sook. Taehyung trató de convencerse que así sería. El soberano se había empecinado en resguardarlo mejor que a la propia emperatriz, le dio todas las comodidades e incluso aceptó dejar a Sook cómo su acompañante, cuando comenzó a despachar del imperio a las otras concubinas al enterarse de su gestación.

No obstante, Taehyung sabía que el faraón no renunciaría a algún otro cachorro que llegase a convertirse en sucesor del primogénito. Así que, se refugió en los brazos de la omega que veía como su propia hermana. Esperando que la diosa luna se apiadara de las plegarias que él le pedía todas las noches para que no le alejaran de sus cachorros.


(...)


Los meses pasaban demasiado rápido para gusto del omega, que ahora necesitaba siempre ayuda por parte de Sook para levantarse de su lugar de descanso. Su vientre estaba lo suficiente grande para ya no poder ver sus pies cuando veía hacia abajo, tampoco podía dormir ni descansar por las fuertes patadas que recibía por parte de los cachorros contra sus costillas y los antojos que tenía cada vez eran más exorbitados.

La emperatriz lo visitaba una vez a la semana para cerciorarse que se estaba cuidando de forma propicia por bien de los cachorros, los cuales en unas pocas lunas serían suyos por ley, y aunque Taehyung tratase de mantener la compostura, siempre terminaba sollozando cuando la omega más importante del reino abandonaba la estancia.

El faraón le visitaba poco frecuente por las batallas y negociaciones que debía lidiar cómo jefe supremo de la nación. Cuando le visitaba, le traía los más preciosos y costosos regalos del mercado, le decía lo bello que lucía esperando a sus cachorros y al final, copulaban de forma pausada y suave para evitar algún daño en la gestación.

Taehyung adoraba que el alfa le mimara, lo lamiera y le apreciara siempre que lo visitaba. Siempre que se enteraba que el faraón se encontraba en el reino, su corazón palpitaba y su lobo se regocijaba de la emoción, expectante a que el alfa lo anudara. El omega veía al supremo como su alfa, y aunque se mentalizara que no era algo mutuo, cuando el faraón le abrazaba y besaba, sentía que sí lo era.

Cuando el día del nacimiento llegó, fue en luna nueva. Taehyung gritó hasta que su garganta se secó, y el último cachorro salió de su cuerpo. Tres cachorros sollozaban en búsqueda del omega, para conseguir el calor corporal de su padre y amamantarse. Sin embargo, desde ese día le alejaron de sus pequeños cachorros, sin importar cuánto luchó con la poca energía que le quedaba contra los acompañantes de la sala para que le dejaran ver a sus pequeños lobos.

Se desmayó por el esfuerzo y cuando despertó, halló al faraón en una esquina del salón. Al ver que sus ojos se abrieron no escatimó en acercarse con un semblante preocupado y tomó de la mano al omega, quien al abrir sus labios, murmuró: —Mis cachorros, su alteza. Necesito verlos, se lo imploro.

El soberano asintió, antes de dejar un casto beso sobre la frente sudada del omega. Luego, besó cada nudillo de la mano que sostenía y lamió ambas mejillas de este para acicalarlo. Ambos lobos se conectaron en ese momento, y por primera vez después de muchas interminables noches, el omega se sintió tranquilo por los mimos de quien consideraba su alfa.

—Usted, precioso omega, me ha dado tres cachorros cuando nadie pudo hacerlo. Hemos sido bendecidos por la luna, y le daré ahora mi palabra... —murmuró el alfa, comenzando a acariciar las largas hebras del cabello claro del omega—. Que no le alejaré de nuestros cachorros.

Taehyung sonrió levemente, aferrándose a las manos ajenas y, comenzó a ronronear demostrando lo feliz y agradecido que se encontraba con el faraón. Tiempo después la nodriza se encargó de traer los cachorros; dos lobos y una loba. El omega se recompuso con ayuda del faraón para sentarse y recibir a sus pequeños cachorros, para comenzar a lamerlos y amamantarlos como tanto había deseado.

Tanto el omega como el alfa no podían dejar de observar a los bellos cachorros con alegría y orgullo. Sin embargo, la emperatriz, quien esperaba fuera de la sala, no podía estar más disconforme con la escena demasiado íntima entre su esposo y un simple concubino.


**

¿Y esta rosa?

[Los errores que llegue a tener este capítulo los corregiré cuando termine la historia.]

¿Creen que la emperatriz hará algo contra Taehyung? Lo averiguaremos.

El siguiente capítulo es el último. Espero subirlo la próxima semana.

Besos.

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