أول حماسة
01.
Los consejeros observaban expectantes cada una de sus acciones y reacciones de forma detallada. Se esperaba que las elecciones fueran lo más propicias y lo más agraciado para el faraón que caminaba con predominancia a lo largo del salón. La vestimenta del soberano estaba decorada con hilo de oro y abalorios pintorescos, marcando la diferencia de ropas en el salón donde se esperaba que la aceptación fuese la respuesta.
El faraón se desplazó observando a las concubinas quienes yacían en el suelo haciendo una reverencia, y a cada una de ellas les levantaba el rostro con su dedo índice. Quería que su futuro heredero tuviera genes propicios y el determinar eso solo con una simple vista era suficiente para él. Había en total doce concubinas, sin embargo, al llegar al lugar en donde se encontraba la última se percató de una peculiaridad; era un joven omega de cabello castaño claro y ojos ámbar. El faraón levantó el rostro de este, detallando cada uno de los rasgos pintorescos y delicados de aquel omega.
Los consejeros mantuvieron su respiración por un momento, habían jugado con fuego al pensar en seleccionar entre las candidatas para concubinas a un omega varón. Sin embargo, se había escuchado en los últimos tiempos que los omegas varones eran más fértiles que las mismas damiselas. Apostando a una posible muerte por su insolencia, los consejeros agacharon sus rostros, esperando que el faraón se apiadara de sus almas.
El faraón le indicó al joven con una señal minuciosa que se levantará del asfalto, el omega con temor lo hizo demostrando en sus grandes ojos ámbar el temor de la furia del soberano. Bajando su mirada, esperó que la furia no fuese compresa sobre él. Él simplemente había sido vendido por sus padres directamente al reino para salvar sus deudas.
El alfa se acercó lo suficiente para inhalar profundamente el área del cuello del omega, percibiendo el aroma dulce que desprendía. Su lobo inconscientemente gruñó de satisfacción y retirándose sin ninguna expresión que diese a conocer sus pensamientos, se retiró del lugar. No sin antes mencionar que todas las concubinas estaban aprobadas, incluyendo el joven omega que temblaba de temor y angustia.
(...)
El omega varón de ojos color ámbar fue dejado en una pequeña cama en la esquina de la habitación en donde se quedaban todas las concubinas, mientras se aferraba a sus piernas, acurrucándose en la obscuridad para sentir un poco de consuelo en medio del revoltijo de su nerviosismo e ignorar las incómodas miradas de desprecio que recibía.
—Ni porque fuese un omega varón de rasgos tan delicados podría ser capaz de engendrar al heredero al reino —escuchó murmurar a una de las concubinas, quien hablaba con otras cuantas, reposando sobre una colcha más cómoda de la que le fue otorgada a él—. No creo siquiera que nuestro faraón sea capaz de escogerlo para la etapa de celo.
El omega cerró los ojos y trató de llevar su concentración a otra escena de su imaginación. Sin embargo, los recuerdos de su vida pasada no fueron muy prósperos y armoniosos; su familia vivía en la absoluta pobreza y al ver que estaban reclutando omegas de belleza innata para ser concubinas del faraón, no dudaron en vender al único omega de sus hijos. Ni siquiera se apiadaron de sus gritos de súplica para que no lo vendiesen como el ganado que solían criar a las orillas del río Nilo. Ahora estaba allí, encerrado bajo el escrutinio de varias mujeres y jovencitas dispuestas a quedar en gestación del hombre más importante del territorio, en cambio el omega simplemente quería ser libre.
La vida de una concubina no era tan deplorable, o eso le había explicado su madre días antes que lo llevasen de su pequeña comunidad ganadera. El omega la observaba con ojos llorosos y labios hinchados por las largas horas en las que sollozaba al pensar que un alfa mayor tomaría su inocencia y lo preñaría. Sin amor, sin sentimientos. Su madre le había dicho que estaría mucho mejor allí en el reino; tendría mejor comida, un lugar dónde dormir y si llegaría a ser el "afortunado" de tener uno de los tantos encuentros con el faraón, y él fuese quién le ofreciese un heredero, lo convertiría en alguien respetado.
"¿Qué mejor que tener el cachorro del faraón en tus entrañas, que el de un simple campesino?" Le había dicho su madre una noche antes de que lo llevasen al reino. "El faraón te escogerá en uno de sus celos, yo lo sé, eres el omega más bello que he visto. No podrá resistirse, además tu aroma es bastante atrayente."
El omega sintió ganas de vomitar al escuchar las risas provenientes de sus compañeras de recámara. Quizás se burlaban del temblor en sus extremidades o simplemente el hecho de que era varón y del linaje más bajo de la pirámide social del país.
A la mañana siguiente, recibió la primera comida del día en un asiento alejado de las demás concubinas. Desde la lejanía se daba cuenta de la situación; una de ellas, de cabello obscuro, ojos verdes y piel morena, una omega bastante hermosa, se llevaba bien con otra omega de cabello rubio y otra de melena castaña. Aquellas habían sido quienes se habían burlado de él, y que ahora ignoraban su presencia.
El resto de las concubinas eran menores a ellas, incluso el omega pensó que una de las concubinas ni siquiera había tenido su primer celo, al igual que él. Algo que resultó una ventaja para sus padres, quienes recibieron mayor dinero al enterarse que su hijo omega era completamente puro hasta ante los ojos de la luna.
—¿Cuál es su nombre? —le preguntó una concubina acercándose a su lugar, mientras comía uvas del plato de la vasija dejada sobre la mesa.
Era una joven de piel suave, labios finos y ojos expresivos. El omega tembló ligeramente por el acercamiento, siempre había se sentía cohibido alrededor de las personas, y al ver que aquella concubina pudiese reconocerlo como la competencia, le carcomía por dentro.
—Taehyung —respondió el omega, bajando su mirada a la ración de comida que no había terminado de digerir.
—Yo soy Sook, vengo de Asuán, ¿de dónde es, Taehyung? —le preguntó. Taehyung levantó su rostro esperando ver alguna mirada de mofa que le demostrase la repulsión de su linaje, sin embargo, parecía ser una omega bastante amable.
—Luxor —respondió Taehyung encogiéndose de hombros. La omega le sonrió y aunque el omega fuese bastante tímido, intentó devolverle el gesto.
—Es el primer omega varón que conozco, Taehyung, discúlpeme el atrevimiento, pero ¿qué edad tiene? —le cuestionó ofreciéndole una uva, la cual el omega le aceptó.
—En Luxor los omegas varones son más comunes de lo que cree, señorita Sook —le respondió Taehyung, después de haber comido la fruta—. Cumpliré diecisiete años en cuatro lunas —respondió.
Los ojos de la joven se abrieron en conmoción, al darse cuenta de la edad de aquel omega. Había deducido que por su piel se trataba de alguien mucho más joven, sin embargo, se sintió cohibida al darse cuenta de que ni siquiera el omega había tenido su primer celo. Taehyung por su parte se limitó a ignorar la mirada de lástima por parte de la omega.
—¿Sus padres lo han vendido? —le preguntó Sook, comenzando a jugar con sus propias manos, tratando de no ver a los ojos al pequeño omega. Taehyung asintió mientras tomaba una uva entre sus dedos y la digería—. Lo siento mucho, joven Taehyung.
—No se preocupe, en mi comunidad es normal que los padres se deshagan de sus hijos omegas. No somos servibles para ellos —respondió, tratando de sonreírle para tratar de apaciguar el rostro de la omega.
—¿Y si el faraón no lo escoge a usted, Taehyung, qué hará? —le preguntó ella preocupada.
En ese momento el omega se quedó estático sobre su lugar, realmente no había considerado aquella situación. Sin embargo, aquella circunstancia era bastante probable y, si el faraón decidiera deshacerse de él probablemente sería el omega que los guardias del reino utilizarían en días de festividades o en época de celo porque ahora su cuerpo pertenecía al imperio.
Taehyung palideció y pasó saliva. Quizás la mayoría de omegas que estaban en aquel salón correrían con su misma suerte, o de lo contrario, se encontraban allí por su libre albedrío y si el faraón no las escogía, ellas podían volver a sus hogares sin disputa alguna. En cambio él ya no tendría a dónde regresar y ahora era una pertenencia; personas del reino decidirían qué hacer con su cuerpo.
—Solo espero que si no me llega a elegir el faraón, se apiade de mí —respondió Taehyung, abrazando sus piernas desnudas por el vestido de seda fino que ahora tapaba su pecho y muslos—. ¿Qué hay de usted? —le preguntó a la omega, tratando de calmar sus nervios y cambiar de tema de conversación.
—He decidido postularme por propia voluntad, mi familia es bastante pobre y necesito sustentarlos. Pero si no me escoge, espero que haya la opción de desposarme con algún guardia de alto rango —respondió Sook—. He visto que las otras omegas le han observado de forma condescendiente, y solo quiero decirle Taehyung, que no se preocupe, quizás hasta usted puede ser el elegido.
Taehyung se quedó callado, asimilando toda la situación que lo abarcaba, y sobre todo sus opciones. Si el faraón no lo elegía, lo cual era lo más probable, tendría que implorarle que no lo utilizara como omega de paso, podría proponerle ser parte de la limpieza del imperio o algo en lo que pudiese ayudar.
Esa noche se acostó con el miedo apoderándose de su cuerpo, abrazando sus piernas y dejando que unas cuantas lágrimas de angustia recorrieran su rostro. Solo esperaba que el dios Ra se apiadara de su destino.
(...)
Aunque la emperatriz no estuviese enterada de todos los detalles de lo que ocurriría dentro del imperio, ella intuía lo que estaba sucediendo y últimamente, seducía en varias oportunidades al faraón, esperando que un milagro hecho por la diosa Isis les diera el cachorro que podría reinar en su ausencia. No obstante, durante dos meses no sintió ningún cambio en su cuerpo y el curandero del reino le negaba lo que tanto anhelaba. Y para el día en que el faraón entrase en celo, este iba a escoger a una de las concubinas para poder realizar el deseo de procrear su descendencia.
Tal momento ocurrió.
El primero de los seis celos que compartiría con una de las concubinas, el faraón había elegido a la mujer más bella. De ojos verdes, labios rellenos y una piel levemente morena. Podía ver en su actitud que era una mujer bastante intrépida, y al faraón Jung le encantaba aquel comportamiento. Durante las veinticuatro horas en las que su lobo ejerció control sobre su lado humano, esperaba con anhelos que aquella concubina llegase a esperar el cachorro.
Aquella omega caminaba a través del imperio con la cabeza en alto, melena adornada por hilos de oro y con el mejor atuendo. Ganándose la mirada de insolencia por parte de la emperatriz, quien, trataba de mantenerse serena por el comportamiento aberrante de aquella simple concubina. Muchos ya creían a la omega como la futura madre del cachorro que heredaría el imperio y haría asumir al faraón Jung su puesto como el soberano no solo de su territorio sino de toda el área de la península balcánica, y entre aquellas personas se encontraba el pequeño omega de rostro suave y armonioso.
Taehyung después de un par de meses se había dado cuenta que el faraón ni siquiera había tenido un mínimo interés en él, y lo comprendía. Las demás omegas desprendían tanta belleza y porte, a lo contrario de él; un joven bastante delgado, desgarbado y sin modales. Era poco frecuente que el faraón se encontrase dentro del imperio, ya fuese por alguna guerra la cual liderar o viajes aledaños a la nación, sin embargo, cuando llegaba al reino siempre iba de visita a la recámara de reuniones de las concubinas. Y en esos momentos, Taehyung no había recibido siquiera una mirada del soberano.
La primera acompañante a quien el faraón había escogido fue a Hye, la omega prepotente que se la pasaba haciendo mofa de Taehyung con sus otras dos compañeras cuando el omega no podía tocar de manera correcta el arpa, o tejer el bordado en las clases que les eran impartidas a diario. El día en que fue elegida, por supuesto que el ego de aquella mujer se había elevado y le hacía levitar, tratando a las demás concubinas como sus propias sirvientas, en especial a Taehyung.
Taehyung no se rehusaba a peinarle el cabello, lavarle los pies, darle viento con flabelos y, ofrecerle uvas para que comiera con tranquilidad. El joven creía que si se portaba de esa manera con la futura progenitora del heredero al trono, podría tenerlo a él en cuenta como uno de sus sirvientes personales.
No obstante, días antes de que comenzara el segundo celo del faraón, se comprobó por parte del curandero que Hye no había quedado en gestación. Por supuesto que fue un golpe bajo para todo el imperio, se podía sentir la tensión en cada pasadizo, en las recámaras de descanso y a la hora de comer. Por tal motivo, las demás concubinas perdieron respeto por aquella omega, dejándole de lado sus atenciones, incluido Taehyung.
La siguiente omega que había escogido el alfa para su celo fue una de las compañeras con las que pasaba tiempo Hye. Los revoloteos y murmullos aquel día fueron tantos que Taehyung se sintió mal por Hye, la cual se sentía inservible y se quedaba sentada en uno de los rincones de la habitación.
—Dicen que el faraón ya no la quiere dentro del reino —le dijo Sook a Taehyung cuando ambos comían la cena y veían a la Hye sentada en una esquina con la mirada perdida—. Al parecer le ha faltado el respeto al faraón, es un acto bondadoso del soberano que no haya tomado decisión de cortarle la lengua y momificarla en vida —Taehyung pasó saliva y tembló ligeramente.
—¿Qué le ha dicho? —cuestionó Taehyung, observando a la omega con quien compartía la mayoría del tiempo—. Si la ha desterrado es porque le habrá dicho algo insolente.
—Le ha dicho al faraón que era su culpa... que su parte animal no quería dar a un heredero porque su nudo era débil —respondió en un susurro Sook antes de terminar de comer. Taehyung abrió sus ojos sorprendido al escuchar aquella información.
Probablemente aquella omega sentada en el rincón había tenido razón. Un alfa en su época reproductiva si no dejaba en gestación a una omega, significaba que algo estaba mal, probablemente quien tenía la falla allí era el mismo soberano de Egipto. Y Taehyung sin conocerlo, se sintió agobiado por la situación en la cual se estaría sintiendo el faraón porque si en unos meses no concebía al futuro heredero al trono, lo más probable es que ocurriría una invasión en Egipto por parte de griegos y macedonios, dispuestos a tomar el reino del alfa que no podía darle un heredero a su pueblo.
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Espero que les haya gustado, si es así no olviden dejar su bello voto y comentario.
Gracias por leer uwu.
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