Capítulo 7 |Impulsos.

No, esto no es lo mío. No puede ser así, esto no es lo mío. No estoy hecho para esto, ¿debería dejaro ya mismo? No, tampoco es eso. Me pregunto cuándo voy a ser el protagonista.
Cinema - Ayase ft. Vivid BAD SQUAD.

Al acabar de desenredar mi cabello, lo amarro en una coleta alta ya que hoy hace algo de calor. El fleco está en su modo rebelde ya que se ha negado a acomodarse adecuadamente, pero, equis, somos chavos.
En fin, esta se ha vuelto mi nueva rutina: levantarme temprano, hacer mi almuerzo escolar —aunque normalmente me lo hace mi mamá ya que soy un desastre en la cocina cuando tengo el tiempo encima—, alistarme, desayunar y asistir a la preparatoria. Porque sí, ya casi no aparezco cuando pide ayuda la policía, son solo el Gran Saiyaman y la hija de Satán son quienes van al rescate ante cualquier peligro mayor. Digamos que me retiré hasta nuevo aviso (aunque ni avisé, pero poco o nada les va a importar a los ciudadanos), por así decirlo.

Mi decisión fue tomada al ver que en un noticiero afirmaban que por fin ya no tendrían que lidiar con mi presencia ni con el desorden que causaba cuando capturaba a un delincuente. ¡Que se jodan! Ellos se lo pierden ellos ya que no volverán a apreciar mi hermosa presencia.
Esto me beneficia porque no he tenido conflictos en la escuela, es más, ¡hasta me he dado cuenta de que taaan mala en matemáticas no soy! El problema radicaba en que no prestaba atención o me saltaba las clases para ir a proteger la ciudad y, ¡mírenme ahora! Lentamente me estoy volviendo una buena estudiante, ja.

Han perdido ellos, definitivamente.

—¡El desayuno ya está listo, Yuzu!

—¡Voy!

Sí, la vida finalmente parece darme mi tiempo de tranquilidad, aunque..., agh, da igual. Él hubiera preferido que me centrara más en mis estudios, ¿no? Hasta mis padres están felices porque mis reportes han descendido en la escuela...

❰ ・ ❐ ・ ❱

Tras llegar a tiempo a la preparatoria, me acerco a los casilleros para cambiarme de calzado y dejar mi ropa deportiva para la clase de educación física. Pese a las semanas que llevo aquí, se me sigue haciendo extraño que todos los estudiantes anden en lo suyo y poco o nada les importen los demás. Es decir, cuando estaba en la secundaria era normal que fuera ignorada, criticada o temida por la mayoría de mis compañeros ya que era considerada una "delincuente" por la apariencia que tenía. Y ahora... parezco una alumna más. Es tan extraño ya no destacar.

Aunque tengo la sensación de que algo malo va a pasar próximamente...
O tal vez solo estoy siendo demasiado pesimista.

—Buenos días, Inoue-san —escucho una voz tranquila y algo tímida cerca mío. Casi al instante detecto quién es sin siquiera darme la vuelta; no es tan difícil atinar ya que casi nadie me saluda.

—Hey, Son —me limito contestar y le hago un gesto de saludo con la mano, sin darme la vuelta completamente. Él solo me sonríe y da una pequeña reverencia antes de seguir su camino.

Suspiro y termino de acomodar mi primer zapato, no pudiendo evitar pensar en por qué ese chico es tan estúpidamente amable. Digo, desde el primer día fui muy irrespetuosa, e incluso ahora lo sigo siendo; él me llama con mi apellido y honoríficos mientras que yo le respondo con frases cortas, por lo máximo. Mas sin embargo, allí está él, saludándome cada que me ve. ¿Acaso buscará algo de mí...?
Mis divagaciones son interrumpidos cuando siento que una persona choca contra mi cadera, gesto que consigue que me tambalee un poco ya que solo me estoy sosteniendo con un pie. Es gracias a mi buen equilibrio que no me caigo.

Sin acomodarme bien el zapato, me pongo erguida para encarar a quien sea que me haya empujado.

—Esa idiota no volvió a aparecer... — oigo el susurro de una voz femenina a mi costado, lo que me hace suponer que ella es la responsable.

Vaya sorpresa me llevo cuando me percato que es nada más y nada menos que Satán Videl. Gracias a entrevistas y anuncios de esta escuela, estaba al tanto de que la hija de Satán estudia también en esta preparatoria, pero jamás me la había cruzado. No hasta ahora, claro.
Una pequeña vocesita en mi cabeza me grita que me contenga para que no haga la estupidez de la semana, pero es demasiado tarde ya que mis impulsos me ganan.

—¡Oye! ¡Fíjate por dónde demonios vas, hija de Satán! —Reprocho con molestia. La de coletas se gire hacia mí instantáneamente, bajando su celular y observándome ligeramente sorprendida. Algunos estudiantes también ponen su mirada en nosotras, lo que me hace sentir incómoda y arrepentida, pero mi orgullo me puede más, por lo que no bajo la mirada.

Idiota, idiota, idiota. ¡¿Ya ves lo que hiciste?! ¡Sabías que ibas a atraer la atención si reclamabas, y poco te importó! No por nada Videl es hija de Míster Satán, sin contar la clara buena reputación que tiene al brindar ayuda a los policías sin esperar nada a cambio. ¡Eso ya dice mucho, estúpida! ¡A ti no te conocen ni en la esquina de tu casa cuando eres simplemente Yuzuki!

—¿Te refieres a mí? —Inquiere con voz gélida mientras guarda su celular, mostrándose completamente seria.

¡Yuzuki, detente, no lo hagas! ¡Prometiste no meterte en problemas este año! ¡No le respondas y sigue con tu camino! ¡Es hija del payaso de Satán y tu superior! ¡Mejor evita los proble...!

—¿Acaso has visto a otra estúpida e infantil de coletas que es más ciega que mi bisabuela? —Cuestiono con sarcasmo y las exclamaciones de impacto de los demás no se dejan esperar. Videl solo parece enfurecerse más.

Te la armaste en grande, Yuzuki, en grande. ¡Idiota!

—Así que muy valiente, ¿eh? —Reta y comienza a dirigirse a mí con los brazos cruzados y con una clara aura de intimidación. Oh-oh.

En el tiempo que la llevo conociendo en su fase de heroína, sé que es igual de impulsiva y demandante que yo, por ello es que no encajamos y terminamos peleando seguidamente. Después de todo, dos chicas con tendencias de líder no pueden llevarse bien, ¿verdad?

—Ja, no te tengo miedo —aseguro con desinterés, intentando convencerme de esas palabras. En realidad sí le tengo miedo, pero no a su fuerza, sino a que Míster Satán haga un escándalo por tocarle a su hija o que me expulsen de la escuela por andar causando peleas.

Joder, ¿en qué conflicto me he metido? ¡Soy una estúpida!

—Mira, niña... —su voz es opacada por el timbre, el cual anuncia que ya es hora de ir a la primera clase del día—. Demonios, el examen de inglés —susurra y siento cómo el alivio comienza a hacerse presente en mi cuerpo. Pero, por supuesto, no lo demuestro—. Luego resolveremos esto.

Cuando Videl se echa a trotar rumbo a su aula, varios de los espectadores comienzan a hablar entre ellos, alejándose. Escucho que algunos dicen que soy una idiota por querer hacerle frente a alguien como Videl, otros que soy estúpidamente valiente y a algunos simplemente les da morbo ver cómo terminará la situación. Joder, ya se van correr rumores de mí y no llevo siquiera tres meses en la escuela...

❰ ・ ❐ ・ ❱

A pesar de que ya me retiré de ser una "heroína", eso no significa que no siga aprovechando mi atuendo incógnito para subir a los edificios más altos y ver el ocaso, o simplemente para relajarme de todo y todos un rato. Y hago esto porque sería raro ver a una adolescente promedio de quince años trepada en un edificio sin aparecer en las cámaras de seguridad ninguna vez. Me delataría a mí misma de una manera estúpida, así que mejor no me arriesgo.

—Con que aquí estaba... —escucho detrás mío y rápidamente identifico la voz del saltamontes. Joder, ¡¿qué tan difícil es darme paz y tranquilidad por un día, Dios?!

—Ajá. ¿Qué quieres? —Cuestiono sin darme la vuelta, como me es de costumbre.

La verdad es que ahora no tengo ganas de discutir ni de insultarlo, solo quiero una tarde de soledad. Nada más.
Para mi gran sorpresa, percibo que el cirquero me rodea y toma asiento a mi lado izquierdo, aguardando un poco las distancias. ¿Qué bicho le picó?

—¿No teme resbalar y caer de esta altura? —Pregunta al tanto que observa todo lo que está debajo, claramente ignorando mi anterior duda

—Nah. No me va a pasar nada; bien podría volar y evitar la caída —respondo con altivez.

Y no miento. Una vez sí me tropecé y casi caí de los treinta pisos que tiene el edificio, pero levité y evité mi suicidio inconsciente. Soy una idiota con suerte... o muy mala suerte. Dependiendo del punto en que se mire.
El power ranger sin recursos no dice nada, solo parece ensimismado en sus pensamientos... o algo así. No lo sé ya que no puedo ver su rostro.
Es... raro, digo, casi nunca convivimos de esta manera, la única vez que recuerdo fue en aquel día que casi descubre mi identidad. Desde ese entonces casi no nos hemos cruzado, mucho más con esto de que ya no soy partícipe en ayudar a la ciudad. Además, también lo estuve esquivando estos meses, no lo voy a negar.

—¿Es cierto que se va a retirar? —Indaga sin dirigirme la mirada, aún en la misma posición.

Ah, con que era eso...

—Es mentira. No me voy a retirar porque ya lo hice desde hace como mes y medio —contesto con un tono monótono mientras balanceo mis pies—. Puedes estar tranquilo; ya no seré un estorbo para ti y Satán, ni para los demás.

—Claro que no es un estorbo. Usted fue quien empezó el labor proteger todo aquí. Esta es su ciudad, la ciudad que ha protegido desde el inicio.

Si me hubiera dicho eso hace unos meses atrás, apuesto lo que fuera a que lo confirmaría con egocentrismo, pero no, no siento nada. Solo una especie de melancolía es lo que me invade.

—Esta era mi ciudad —contradigo, haciendo énfasis en el «era»—. Ahora es tuya, Gran Saiyaman —por primera vez menciono en voz alta su nombre de héroe. Sin más, me pongo de pie y le doy la espalda, ya dispuesta a largarme a hacer mi tarea de biología y comer cheetos—. Ya no me interesa protegerla porque la hija de Satán y tú están para eso. No me necesitan más.

—¿Por qué tan repentinamente dice eso? Hace unos meses no le importaba, aseguraba que lo hacía porque quería y no debía dar explicaciones a nadie —comenta al tiempo que me sujeta del brazo, haciéndome detener. Siento una sensación de agria en mi interior, sensación que no sé si es causada porque está invadiendo mi espacio personal o por sus palabras. Aún así, ignoro el sentir y simplemente me zafo de su agarre para voltearme hacia su dirección.

—Pues resulta que ya se me dio la gana de no ayudar a esta bola de idiotas.

—Por favor, no renuncies a esto —me sorprendo cuando me percato de que me ha hablado de "tú", no con el respeto que suele emplear con todo mundo—. No sería lo mismo sin ti y tu terror, miedo y destrucción que tanto infundes.

—¿Debería tomarme eso como un cumplido...? —Inquiero con una pequeña sonrisa, tratando de ahogar mis ganas de reír. Maldición, ¿qué demonios fue eso?

—Por supuesto, deberías sentirte halagada por ello —afirma riendo suavemente—. Hablo en serio, Chica Encapuchada; por favor, reconsidera la idea de retirarte. De verdad no sería lo mismo sin tu presencia. Incluso ya me acostumbré a tus sobrenombres y tu forma de ser.

No sé si es estúpido o... algo tierno. Quizás un poco de ambos.

—Lo pensaré —aseguro mientras suelto un suspiro, rascando mi brazo con algo de ansiedad. No pensé que esa persona que juré derrocar lograría hacerme dudar de mi decisión, mas sin embargo, aquí estoy, sintiéndome conmovida por su cursilería.

—Gracias —susurra con una sonrisa animada y abierta, luciendo como un niño entusiasmado.

No sé si es mi paranoia, pero presiento que tiene la intención de querer abrazarme (dio un par de pasos e hizo el amago de extender sus brazos), por lo que retrocedo un poco, incómoda. Nunca me ha gustado el contacto físico, mucho menos con gente que no es de mi círculo de confianza.

—Eh..., me tengo que ir —me despido de manera precipitada al tanto que sacudo mi mano, y me echo a volar sin mirar atrás.

Primero lo del jodido noticiero, después lo que sucedió con la hija de Satán en la mañana y ahora... esto. Agh, mi vida está volviendo a ser desequilibrada.

-Lindassj1

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top