Capítulo 40 |Sí.

|Y de nada sirve fingir lo que es más que evidente|

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Silencio, eso es lo que reina nuevamente entre nosotros desde que nos besamos. Parece que ya hasta se está haciendo rutina que exista momentos así, por lo que no me sorprende o algo por el estilo, al contrario, me alivia; no tengo la fuerza ni valentía como para afrontarlo si Gohan me llega a preguntar algo. Sencillamente no puedo, no puedo encararlo. Esta vez no es miedo, sino... vergüenza, simplemente vergüenza.
É

l ya se me confesó, ¿eso significa que ahora yo debo hacerlo o qué demonios? No lo sé, nunca presté real atención a series o películas que fueran de mero romance y ahora me arrepiento de ello.

Si aún me cabía dudas sobre mi sentir, estas desaparecieron hace un rato atrás.

—Ya pronto van a ser las seis... —rompe el silencio el saltamontes de esa manera, quien está de pie al igual que yo.

—S-sí... —murmuro torpemente, entreteniéndome moviendo con mi pie una piedra que hay en el suelo, con las manos empuñadas en los bolsillos de mi short de tonalidad azul oscuro.

—¿Quieres que ya te lleve a tu casa? —Sin atreverme a hablar más de la cuenta, solo me limito a asentir con la cabeza, mordisqueando internamente mi mejilla—. Okay, vamos entonces.

Llama a la nube voladora de nueva cuenta, pero él se sube primero, dejándome adelante. Maldito listo. Sin más, él le habla diciéndole la dirección de mi hogar, y partimos.
Como son unos cuantos minutos de regreso, intento distraerme con el paisaje, pero siento sus brazos estrecharme contra él, pegándome a su pecho al tanto que siento su mentón recargarse un poco en mi hombro.
Esperen, ¿qué...?

—Te puedes caer —excusa tan estúpidamente, pero no digo nada al respecto y lo dejo.

Por la posición en la que nos encontramos, puedo escuchar su pulso que está bastante acelerado, contradiciendo totalmente la postura tranquila que posee en su rostro. Eso explica todo: quiere, al igual que yo, fingir que no está nervioso y avergonzado. Supongo que en ese aspecto no somos tan diferentes.
No tardo en divisar mi hogar desde las alturas al tanto que la nube desciende hasta dejarnos en el jardín delantero, así que me bajo de un brinco y Gohan de igual manera, despidiéndose de la cosa amarilla flotante, quien se eleva y desaparece en el cielo. Supongo que el Son se irá volando y transformado en el Gran Saiyaman como acostumbra.

Nos quedamos frente a frente, en silencio, sin vernos directamente. Maldición, esto hasta parece déjà vu.
Bien, Gohan ha tomado en gran medida la iniciativa en todo, creo que es hora de que yo también lo haga, ¿no? Ugh, esto va a ser complicado.
De acuerdo, aquí vamos.

—Sí —susurro de la nada, mordisqueando internamente mi labio inferior, muriéndome de la vergüenza tanto interna como externamente.

Dios, lo acabo de confesar, no puedo ser, ni yo me lo creo.

—¿Eh? —Exclama confuso, mirándome ladeando la cabeza. Supongo que no me escuchó.

—Que sí —reitero observándolo de reojo, tallando mi brazo con una de mis manos, ruborizada.

—Perdón, pero no te estoy entendiendo... —comenta con sinceridad, rascándose su mejilla y con una mueca en sus labios.

—¿En serio vas a hacer que lo diga? —Murmuro con la vergüenza latente en todo mi cuerpo, reuniendo valentía hasta que por fin soy capaz de alzar la mirada completamente—. Que... y-yo también..., eh, y-ya sabes...

¿Cómo demonios Gohan pudo decir que yo le gustaba aquella vez? Joder, se me está yendo media vida y orgullo y no soy capaz de admitirlo debidamente.

—En serio, Yuzu, no te entien... —y termino por interrumpirlo con la paciencia ya desaparecida.

—¡Que estoy accediendo a ser tu jodida novia, maldita sea, estúpido lento! —Le grito ya exasperada, gruñendo enojada. Sí, lo cursi y romántica no se me da, creo que a estas alturas deben tenerlo más que presente.

De acuerdo, no fui exactamente muy sutil, lo sé, ¡pero en verdad ya me había hartado que no comprendiera lo que intentaba decirle! ¡Parece que a este idiota se le tiene que decir con manzanas, peras y toda la cosa para que capte! Agh, ya había olvidado que le cuesta entender cosas así, por lo que se debe ser directo y conciso con él. No sé ni por qué me sorprende en primer lugar, joder.

—Y-yo..., ¿ha-hablas en serio? ¿Tú realmente quieres ser mi...? —Pregunta dejando la última parte en el aire, incrédulo y echándose atrás, contemplándome.

—Hazme volver a decirlo y vamos a regresar a las viejas andadas, eh, saltamontes —amenazo haciendo alusión a que lo golpearé en la entrepierna como antes lo hacía, dejando mi faceta tímida de lado.

Y se echa a reír, importándole un carajo mi advertencia, haciéndome enrojecer más, no sabiendo si de la furia o vergüenza; quizás una entremezcla de ambas.
Aunque debo admitir que tiene una atrayente y contagiosa risa, una que parece de alivio y alegría al mismo tiempo, pero no me veo capaz de imitarlo en esta ocasión.
Sin prevenirlo, siento cómo me envuelve en un abrazo, apretujándome contra sí y recargando su cabeza contra la mía de medio lado, estremeciéndome por lo precipitado que fue.

Por todas las salchichas...

—Dios, no puedo creerlo —susurra él con un tono de voz que nunca le había escuchado, pero que parece el de un niño feliz e ilusionado—. Gracias por aceptarme y corresponderme, Yuzuki —confiesa al tanto que siento que se aferra más a mí.

—Eres un maldito cursi, Gohan —hablo por lo bajo en respuesta, rindiéndome y correspondiéndole el abrazo, escondiéndome en su hombro, sintiéndome alegre a pesar de no demostrarlo del todo.

Creo que tardamos alrededor de un minuto así, ambos disfrutando de la temperatura corporal y aroma del otro en silencio, pero uno que al fin no se siente tenso o incómodo como la mayoría de este último tiempo. Se percibe pacífico, tranquilo, cálido.
Viéndome forzada porque algún vecino o mis mismos padres nos pueden ver así —no quiero dar explicaciones aún o que las viejas o escuincles chismosos anden rumoreando cosas—, me separo del bóxer de ositos.
Gohan se me queda viendo y pienso de momento que me quiere besar o algo, pero no, solo sonríe como un infante y me despeina, haciéndome soltar un bufido, pero no es de enojo, sino de..., eh, no sé. Es raro.

—Nos vemos el lunes entonces —inquiere el Son echando sus manos a los bolsillos de su pantalón, con gesto risueño.

Nunca lo había visto así de feliz desde el día en que se reencontró con su padre en el torneo y se enteró que había vuelto a la vida, por lo que volverían a ser una familia.

—Sí... —exclamo con un tono ligeramente tímido, dando un paso atrás.

Sin saber muy bien cómo despedirme, solo sacudo un poco mi mano y veo que Gohan me regresa el gesto, por lo que, un poco más aliviada, me apresuro a adentrarme a mi casa sin dar mi famosa bienvenida ya que no quiero que sepan que ya regresé; aunque seguramente, por el ruido que hice, ya se dieron cuenta.
Sin querer darle más rodeos a eso, solo me limito a recargarme en la puerta, ya con mi cabeza más fría y centrada en lo que sucedió en realidad, por fin saliendo del ensueño en que me sumergí desde que inició la cita.
Dios, no nos besamos solamente, sino que nosotros...

¡Y yo fui la que pidió, por así decirlo, ser su...! ¡Ahh!

—Oh, Yuzu, ya llegaste, ¿qué tal te fue? —Pregunta mi mamá asomándose, sacándome de mis divagaciones internas, mirándome curiosa. De inmediato me paro normal con un gesto contrariado en mi rostro, intentando, según yo, aparentar que todo está normal.

—Bien... —contesto ahogadamente, manteniéndome cabizbaja.

Demasiado bien hasta para mi propio gusto.

—¿Y...?

—T-tengo que ir al baño, con permiso —interrumpo rápidamente su cuestionamiento, echándome a correr y encerrándome en mi habitación de forma veloz.

No me siento preparada siquiera como para digerir todo lo que pasó, mucho menos como para hablarlo con alguien.

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El lunes llegó más rápido de lo que pensé, lo que significa que tengo que regresar a mi tortura casi diaria, ver a mis inútiles compañeros y convivir con ellos si los maestros lo piden, atender las clases para no reprobar y... topármelo.
Aún no termino por creerme que él y yo...

—¡Inoue Yuzuki, se te va a hacer tarde si no te levantas ya de esa cama! —Escucho el grito, un tanto enojado, de mi padre prevenir desde la cocina... ¿por segunda o tercera vez? No lo sé.

Dándome una vuelta en la cama refunfuñando, sin más opción y con toda el desgano del mundo, me incorporo y me quedo viendo un punto inexistente en la pared, pero después reacciono y sacudo mi cabeza, recordando que mi papá me llamó con todo y mi apellido —lo que claramente no es una buena señal, todo hijo lo sabe—, así que sé que es mejor no tardarme más.
Aunque... termino por mirar sin querer el estante que tengo, localizando los peluches miniatura que poseo sobre todas las demás cosas que hay allí, sobresaliendo el del Gran Saiyaman para mi desgracia...

Ah, lo que me faltaba.

Con la cara ardiendo, me paro de inmediato de la cama y comienzo a cambiar mi ropa de dormir por el uniforme escolar de forma veloz.
No quiero ir a la escuela, pero tengo qué. Lo único que agradezco de ayer es que no hubo ningún crimen de fuerza mayor, así que no necesitaron a ninguno de los defensores de la ciudad, por lo que no tuve que toparme con nadie.
No me percibo preparada ni mental ni físicamente como para confrontarme con Gohan. Y me siento nuevamente estúpida por ello: ¡se supone que lo peor ya pasó, pero...!

—¡Yuzuki, es la última vez que te hablo! —Escucho el grito de mi padre otra vez, sacándome de mis pensamientos.

Ay, no, esta vez ya lo hice enojar de verdad.

Vengo despertando y todo indica que hoy no es mi día, todo bien, vamos genial en este hermoso y glorioso lunes. Como no quiero aburrirlos —o recordarle sus días escolares en dado caso—, resumamos en que no tuve tiempo para desayunar, a la maldita regla se le ocurrió aparecer a última hora, no hice todas mis tareas, en que estuve cabeceando entre clases y así. Una mala racha. Y como si no fuera poco, no pude ver al que ahora es el estúpido de mi novio porque tuvo que quedarse junto con Iresa, Shapner, Videl y un tal Kevin en el receso tratando de avanzar en su maldito proyecto.

Aunque, cuando me dirigía a mi hogar, ocurrió algo que me alentó un poco: un atraco en el banco. Me echo a correr hacia allá, transformándome en el proceso, y me dispongo a acabar con todo, pero por andar más ensimismada deteniendo a un estúpido que intenta dispararme y "lastimarme", no noto que no detengo una bala, por lo que esta se va hacia la gente que está de rehén... y pasa.
Lo único que escucho es un grito de dolor y jadeos de pánico de los demás; me giro con espanto hacia allí, viendo que la gente empieza a rodear a un chico que está en el piso, y por impulso quiero ir a revisar que no haya sido grave, pero me percato que los malditos ladrones intentan huir en el despiste.

Ahora sí sacaron boleto estos malditos hijos de...

Me apresuro a detenerlos y dejarlos inconscientes al tanto que les rompo algún hueso; no me interesa su bienestar. Hace mucho que no hiero seriamente a un delincuente —más por Gohan que nada—, pero esta vez sí que se lo ganaron. De inmediato la policía y unos paramédicos entran, esposando a los estúpidos esos y yendo tras el herido. Termino por esquivar a los reporteros e ir a ver a quien le llegó la bala, viendo que en la entrada de la ambulancia le están cortando la hemorragia.

—¡Perdón! Ay, en serio, yo..., agh, soy una estúpida —empiezo a murmurar más para mí misma que nada cuando estoy frente a él, alterada.

—E-estoy bien, tranquila, solo fue un roce —consuela aquel joven dándome una sonrisa que intenta ser sincera, pero que, gracias al dolor, termina siendo más una mueca que nada.

Soy una estúpida, no puede ser que haya sido tan negligente, joder.

—En serio, y-yo no...

—Súbanlo a la ambulancia —ordena uno de los paramédicos y el chico solo me da una sonrisa tranquila, aliviándome un poco.

Cuando veo que se van, termino por dirigirme a mi acostumbrado edificio, intentando controlar las ganas que tengo de llorar por la frustración que he estado sintiendo hoy. No ha sido mi día, no me cabe dudas. Me dejo caer en el piso, recargándome en una de las paredes que hay allí, en la sombra, mirando solo el cielo despejado que hay, tratando de no pensar en nada.
De pronto veo que alguien llega a donde estoy, aterrizando cerca, y no me hace falta verlo para saber quién es.

—Hey, perdón por la tardanza, Yuzu —escucho a Gohan mi lado, pero no me siento con los ánimos de levantarme a saludarlo o golpearlo por lo mínimo, así que me quedo en mi mismo lugar. Y creo que él parece intuirlo—. ¿Te sientes bien? —Pregunta y percibo que se sienta junto a mí casi sin aguardar las distancias, quitándose su casco y dejándome verlo por primera vez en todo este día.

—No del todo —confieso sinceramente recargando mi cabeza en su hombro, cansada y ya harta de este lunes.

Gohan no dice nada, solo baja la capucha de mi sudadera y me recarga más contra él. No sé cuánto tiempo pasa, pero comienzo a dormitar sobre su hombro sin siquiera darme cuenta. Creo que doy un mal movimiento ya que termino por resbalarme del hombro de Gohan, despertándome de golpe y asustándome un poco.

—¿Quieres dormir? —Cuestiona él un tanto divertido, observándome.

—Tengo que regresar a mi casa y tú igual... —respondo con pesar, separándome y con la intención de levantarme.

Pero su fuerza supera con creces a la mía, así que termina por hacer que recargue mi cabeza en su regazo, acostándome boca arriba y dejando que lo use como una improvisada almohada.

—Yo te despierto cuando comience a atardecer, no te preocupes —avisa sereno y comprensivo, dándome una sonrisa que me brinda tranquilidad y que me comienza arrullar de alguna manera.

¿Por qué me estuve atormentando este fin de semana? El que seamos pareja no significa que nuestra relación va a cambiar. Seguimos siendo él y yo al final, y eso nadie lo va a cambiar.

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-Lindassj1

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